El APOSTOL PEDRO
¿Estuvo en Roma?
Autor: Guido Rojas M.P.D.
Introducción. * pedro en roma pedro en roma pedro en roma *
Muchos protestantes en su afan de querer negar la autoridad de Pedro y de sus sucesores llegan incluso a decir que Pedro ni siquiera estuvo en Roma.
Hagamos un estudio mas detallado para responder a esto, y asi amar mas al Papa como sucesor de Pedro.
  
  I. MISION 
  APOSTOLICA
  
  
Decía el historiador protestante Robert Maclauner que “los inicios del cristianismo apuntan hacia Roma”. Del mismo modo, agregaba San Ambrosio en el siglo IV, que “allí donde está Pedro está la Iglesia Católica”. Según la tradición antigua el apóstol Pedro fue siete años obispo de Antioquía, luego al ser liberado de la cárcel en Jerusalén en el año 42, se dirigió a la capital del imperio romano, y se puso al frente de aquella comunidad cristiana que había sido escogida por Dios:
"Os saluda la que está en Babilonia, elegida como vosotros...".(1 Pedro 5,13).
   Eusebio y San Jerónimo 
  sugieren que fueron veinticinco años; sin embargo, no fueron continuos, pues 
  Pedro estuvo de nuevo en la Ciudad Santa en el año 49 o 50. Quiere decir que 
  Roma era su sede principal, pero los apóstoles eran considerados como 
  pertenecientes a toda la Iglesia Católica. Cuenta una leyenda piadosa que 
  hacia el año 60 Pedro se encontraba de camino a la misma ciudad, y se le 
  apareció Jesús que le dijo que iba para ser crucificado otra vez. El mismo 
  Señor había anunciado que Pedro moriría por su fe, glorificando con su muerte 
  a Dios (Juan 21,19).
   
  
  II.  MARTIRIO 
  DE PEDRO
  
  
Cuando el primer Vicario de Cristo llegó a Roma, los cristianos la identificaban como la otra “Babilonia la grande”, la ciudad construida sobre siete colinas (Apocalipsis 17,9); era la capital de los nuevos opresores idólatras, metrópoli grande, lujosa y pecadora (14,8;17,5;18,1ss), con un gran poder político, militar y económico. No menos corrompido era su emperador Nerón César (54-68), nombrado por San Juan en el libro de las revelaciones como la Bestia, el 666, que es un número de hombre (13,18).
   Ahora bien, en el año 64 el 
  maniático monarca mandó a incendiar la ciudad, metiéndole la culpa a los 
  cristianos, que eran considerados como una secta judía, hostiles a la sociedad 
  pagana, y acusados de rendirle tributo a Jesucristo en vez que al emperador y 
  a sus ídolos. El historiador romano Tácito narra como a los cristianos se les 
  colocaba pieles de animales para ser devorados por los leones y los mastines 
  en el circo, o untándoles grasa de cerdo para ser luego amarrados a los postes 
  en los jardines imperiales o en la Vía Apia, como antorchas humanas en la 
  noche. cumpliendo así la célebre frase de Tertuliano: “la sangre de los 
  mártires es semilla para nuevos cristianos” (comparar con Apocalipsis 18,24).
  En esta misma persecución 
  fue hecho prisionero el apóstol Pedro en la cárcel mamertina, y luego 
  crucificado boca abajo en un acto de humildad, cerca al circo romano, en la 
  colina vaticana. Aquí fue enterrado por sus seguidores en un cementerio 
  contiguo; se decía que una pared de color rojo marcaba el lugar.
   
  
  III. PRUEBAS 
  HISTORICAS
  
  
Treinta años después del martirio del apóstol, el Papa San Anacleto construyó un oratorio donde los fieles se reunían. También se encuentra el testimonio del Papa San Clemente Romano, quien escribió una carta contemporánea del evangelio de San Juan (90 d.C.), en la que narra la muerte gloriosa del pescador de Galilea.
En el siglo II, San Ignacio de Antioquía, San Papías, San Clemente de Alejandría, Tertuliano, el obispo Dionisio de Corintio y el llamado canon moratoriano; confirman el martirio de los príncipes de la iglesia “Pedro y Pablo” en Roma.
De los relatos no cristianos resalta la crónica de Celso al emperador Adriano (117-38), quien asegura que el nombre de Pedro gozaba de popularidad en la capital del imperio. A principios del siglo III San Ireneo, obispo de Lyon, escribe la lista de los obispos de la Ciudad Eterna, en la que dice que “después de los santos apóstoles (Pedro y Pablo) hubieran fundado la iglesia, pasó a ocupar el episcopado romano Lino (mencionado por San Pablo en 2 Timoteo 4,21), y después le sucedió Anacleto y tras éste Clemente (Romano), quien conoció en persona a Pedro”.
   En el año 251, San 
  Cipriano llama a la iglesia romana como “la silla de Pedro y la iglesia 
  principal”. Igual opinión tiene en el siglo IV el historiador eclesiástico, 
  Eusebio de Cesarea, basado en documentos del siglo II.
   
  
  IV. EL CAMPO 
  DE LA ARQUEOLOGIA
   
En cuanto a las pruebas arqueológicas del sepulcro de Pedro en Roma, se tienen noticias antes que se construyera la basílica que lleva su nombre, por el emperador Constantino en el siglo IV, exactamente encima de la tumba del santo apóstol, en donde los primeros cristianos celebraban la eucaristía y enterraban en las paredes y en el suelo de las galerías a los mártires, incluyendo varios Papas (siglos I-IV).
  A principios del siglo XIX, 
  las catacumbas del Vaticano fueron identificadas en su totalidad, y a finales 
  del mismo siglo se descubrió la cripta de los Papas con los epitafios del 
  siglo III, de Ponciano, Fabiano, Cornelio y otros. En el Vaticano se 
  encuentran  además los restos de muchos Papas de los tiempos modernos, como 
  los cuerpos incorruptos de San Pío X y del Beato Juan XXIII, que están 
  expuestos a la veneración pública. Asimismo, en las excavaciones efectuadas en 
  1915 en la gruta de la basílica de San Sebastián, se halló un muro cubierto 
  con invocaciones a los apóstoles Pedro y Pablo, donde sus reliquias fueron 
  llevadas por un tiempo, debido a las persecuciones del emperador Valeriano 
  (253-60).
   
Desde el año 1941 se realizaron nuevas investigaciones en las catacumbas del Vaticano por orden del Papa Pío XII, el grupo estaba conformado por cuatro expertos del instituto pontificio de arqueología cristiana. Encontraron pinturas, mosaicos con símbolos de los inicios de la iglesia como el pez, la paloma, el ancla y el cordero; figuras de Cristo y escenas bíblicas, imágenes religiosas, monedas , tumbas de cristianos y paganos.
   En el año 1958 bajo el 
  pontificado de Juan XXIII se dio la noticia que los arqueólogos habían dejado 
  al descubierto un grueso muro de color rojo, al lado hallaron varias cajas de 
  plomo llenas de restos de diferentes personas y animales domésticos. En una 
  de las cajas se verificó por pruebas de laboratorio los huesos de un hombre 
  robusto entre los 60 y 70 años de edad, del siglo Primero de nuestra era; los 
  mismos fueron identificados plenamente por Pablo VI en 1968, como las 
  “reliquias de San Pedro”, que ya habían sido mencionadas en el año 200, por el 
  clérigo romano Cayo, como el “trofeo” del Vaticano.(25) Los huesos del apóstol 
  fueron depositados en una capilla debajo del altar mayor de la basílica de San 
  Pedro, y permanecen visibles en una urna con un cristal.
   
  En otra basílica romana “San 
  Pedro in Vincoli”, se conservan según se cree las Cadenas con que ataron al 
  santo apóstol en Jerusalén, y que fueron encontradas en una peregrinación por 
  Eudoxia, esposa del emperador Teodosio II. Una parte de dichas Cadenas 
  quedaron en Constantinopla, y algunos eslabones fueron enviados a Roma. 
  Posteriormente, el Papa San León el Grande, unió estos eslabones con otros que 
  se conservaban de la preciada cadena.
Es por eso y mas que estamos seguros que el Apóstol Pedro vivió y murió en Roma. Sede principal del primado de Roma.
Guido Rojas (Misionero de la Palabra de Dios Asociado)