LUNES DE LA SEMANA 32 DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Sb 1, 1-7

1-1. 

Es maravilloso hermanos, este primer texto del libro de la Sabiduría. Se nos presenta la sabiduría de Dios como personificada en una joven hermosa que solicita a su amante para un encuentro feliz.

"Fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan".

No se comporta como una mujer esquiva, que te hace desaires. Al contrario: se hace la encontradiza para los que la aman, para los que la desean y la buscan. El verdadero conocimiento de Dios no es el resultado de una laboriosa operación intelectual, es un don que se ofrece con generosidad a cuantos se disponen a recibirlo con un corazón abierto.

El Señor viene como un novio a celebrar su boda e invita a todos los hombres.

"Se anticipa a darse a conocer a los que la desean. Quien temprano lo busca no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada".

La sabiduría de Dios madruga más que quienes la desean. Cuando éstos despiertan y empiezan a buscarla, se la encuentran esperando a la puerta, no necesitan andar detrás de ella todo el día. Dios se presenta siempre al hombre que le busca y se anticipa a sus deseos.

Desgraciadamente, hay muchos cristianos que ni siquiera son capaces de imaginar que alguien este "sentado a su puerta", esperando para amarlos.


1-2. /Sb/LIBRO:

Durante toda la semana leeremos "la Sabiduría". Es el último libro escrito del Antiguo Testamento. Fue compuesto por un judío habitante de Alejandría, hacia el año 50 antes de Jesucristo. Alejandría, entonces la capital de Egipto, estaba situada a orillas del Mediterráneo, en la desembocadura del delta del Nilo. Era también la capital de la corriente cultural denominada «Helenismo»: una civilización prestigiosa de las escuelas filosóficas y literarias en pleno apogeo, una floración de cultos «mistéricos» que atraían a las multitudes.

La cultura griega, con su humanismo refinado, atrae también a las élites judías "dispersas" y minoritarias en ese gran contexto pagano dominante. El autor del Libro de la Sabiduría, influido por el pensamiento griego, cuya cultura había asimilado, expresa en una nueva forma su Fe tradicional.

Ayuda, Señor, a los hombres de nuestro tiempo a hacer ese mismo esfuerzo.

-Amad la justicia los que juzgáis la tierra; pensad rectamente del Señor y buscadle con sencillez de corazón...

Por "Justicia", hay que entender siempre en la Biblia, el pleno acuerdo del pensamiento y la acción con la voluntad divina. Así, el primer consejo de ese «sabio» es una invitación a "pensar justamente"... a pensar como Dios... a "buscar a Dios" en la sencillez del corazón.

El esfuerzo de la meditación cotidiana va en ese sentido. A condición de que sea yo dócil a la Palabra de Dios y trate de ponerla en práctica.

-Porque Dios se deja hallar de los que no le tientan y se manifiesta a los que no desconfían de él. Los pensamientos tortuosos apartan de Dios.

«¡Buscar a Dios!»

Cuando Dios encuentra esta disposición en el corazón del hombre "se hace el encontradizo", «se revela»... En el fondo, lo que Dios espera de nosotros es la lealtad, la verdad. Los pensamientos «tortuosos» apartan de Dios.

Ayúdanos, Señor, a construir la verdad. A poner en práctica desde ahora la porción de verdad ya descubierta.

¿Cuál es hoy para mí esta correspondencia a Dios, esta conversión que El espera?

-El Espíritu Santo, nuestro educador, huye de la mentira, se aleja de los pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la injusticia.

Estamos ya muy cerca de la doctrina del Nuevo Testamento. El Espíritu de Dios, educador del espíritu del hombre. La luz divina iluminando y animando la inteligencia humana: todo ello se realizará en plenitud en Jesús... ¡el hombre que comulgará totalmente con la voluntad de Dios!

Pero, en contrapartida, existe también ese riesgo terrible: la capacidad del hombre de hacer que se retire el Espíritu Santo... de «rechazar» el Espíritu de Dios. Esta actitud es considerada absurda y necia. Haznos inteligentes, Señor.

Ayuda el esfuerzo de todos los «educadores, de todos los que se han consagrado a esa tarea maravillosa del avance de la verdad... ¡profesores, padres, educadores «con el Espíritu»!

La Fe no ha de huir ante el mundo científico de HOY. El Espíritu Santo ilumina la inteligencia... ¡y se aleja de la necedad!

-La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre... pues el Espíritu del Señor llena el universo, y El, que lo envuelve todo, sabe todo lo que se dice.

¡Es el texto del Introito de la fiesta de Pentecostés! Es el Espíritu de Dios quien realiza la cohesión del universo.

Medito detenidamente esta frase y la realidad que representa: ¡Dios presente!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 380 s.


1-3. /Sb/01/01-15

El libro de la Sabiduría, escrito originariamente en griego, en ambiente alejandrino, es el último libro del canon cristiano del AT. Al parecer, fue escrito en el siglo I a. C. Pablo depende de él y Juan tiene con él grandes afinidades de pensamiento. El libro se dirige a todos los reyes y gobernantes del mundo, a los que quiere comunicar la sabiduría para que aprendan a implantar la justicia y a instaurar el reino de Dios entre los hombres (1,1, 6,1-4.9.21). Salomón, en cuya boca se pone el libro, es el modelo de rey. Se trata de un hombre como los demás, mortal, nacido de hombre y mujer (7,1-6). Suplicó a Dios y le fue otorgada la prudencia; lo invocó y obtuvo el espíritu de sabiduría (7,7).

Pero el libro de la Sabiduría no es un tratado de prudencia para los gobernantes. La sabiduría es el mismo espíritu de santidad que procede de Dios, que penetra todo y da consistencia al universo: "Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido" (1,7). Pero, sobre todo, es un espíritu amigo y compañero del hombre. Por eso, los justos, «los que aman la justicia», «someterán pueblos» (3,8, 5,15s), los sabios salvarán el mundo (6 24). Según esto, el libro, aunque dirigido expresamente a los reyes y gobernantes, quiere interpelar a todo hombre que se siente llamado a ser ministro del reino de Dios (6,4), es decir, a colaborar en el establecimiento y consolidación del reinado universal de Dios sobre toda la humanidad.

Ahora bien, para gobernar de acuerdo con los designios divinos se requiere la sabiduría, que penetra la intimidad de Dios y revela sus planes a los sabios. Pero la sabiduría no puede adquirirse sin la justicia: «Amad la justicia los que regís la tierra; pensad correctamente en el Señor y buscadlo con corazón entero» (1,1). El Señor sólo se da a conocer, mediante su sabiduría, a los sencillos, a los que no exigen pruebas ni desconfían de él.

La sabiduría de Dios sólo puede penetrar en los corazones transparentes: huye de la falsedad, de la maldad y de las malas lenguas; «Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua» (1,6). La sabiduría conoce todo, escruta todo, penetra todo y nada se le escapa: es «el espíritu educador y santo» (v 5).

J. RIUS CAMPS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 397 s.


2.- Tt 1, 1-9

2-1.

Tito era un discípulo de san Pablo, que recibió el encargo de ser responsable de la comunidad de Creta, la gran isla del Mediterráneo. Misión difícil en una época en la que la Iglesia se organiza e inventa sus estructuras esenciales.

-Yo Pablo, siervo de Dios...

Su único titulo humano: servidor...

Me dejo llevar por esta sencilla imagen. ¿Qué representa para mí? Humildad, competencia, desvelo, estar a la escucha...

-Apóstol de Jesucristo...

Apóstol significa «enviado».

Es también una imagen de dependencia, de humildad: el enviado de alguien no habla en su propio nombre, es el enviado de otro.

¿Me preocupo de mi conformidad y autenticidad a Jesucristo?

-Para llevar a los escogidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento religioso de la verdad.

Se ha dicho que era la mejor definición del apostolado.

Llevo esta frase a la oración, pensando en los que están a mi cargo. No puedo darles la fe... debo tratar de «conducir hacia...» Aquí también, ¡modestia!

-Apoyado en la esperanza de la vida eterna, prometida desde toda la eternidad por Dios, que no miente...

Repito una y otra vez esta formula. Dejo que cada palabra penetre en mí.

-Si te he dejado en Creta es para que acabaras de organizar todo lo que faltaba, y establecieras "presbíteros" en cada ciudad.

Se ha tenido, a veces, tendencia a idealizar a los «primeros cristianos», como si hubiesen vivido en un mundo ideal y aureolado de todas las cualidades. Este romanticismo no se sostiene ante la historia: la Iglesia no ha estado nunca exenta de los problemas concretos que supone todo grupo humano. Desde el comienzo fueron precisos unos "organizadores". Y nada pasaba sin dificultades. Tito es el encargado de nombrar a unos "responsables", sin duda de los "colegios de Ancianos", como los había en las sinagogas judías: Tito escoge a los que le parecen más aptos para animar el grupo... hombres maduros, de cierta edad, hombres con experiencia. Los historiadores discuten para saber si son verdaderos "sacerdotes"; en todo caso se ocupan de algunas funciones y de su nombre "presbyteroi" = ancianos procede el de preste y presbítero.

Ruego por todos los que tienen responsabilidades en la Iglesia de hoy.

-¿Sus cualidades? Que sean irreprochables... Que tengan un buen equilibrio personal... Un amor conyugal ejemplar.. Una buena gestión familiar... El sentido de la hospitalidad.

Si Pablo entra en todos esos detalles es que debió de haber dificultades en todos esos puntos. Prueba también que un sacerdote no proclama el evangelio solamente ni ante todo por sus "palabras" o sus "sermones"... sino en primer lugar por toda su vida. Lo que también es verdad para todos: laicos, religiosas, sacerdotes.

-Intendente de la casa de Dios...

Adicto a la doctrina auténtica, conforme a la enseñanza recibida así será capaz de exhortar según la sana doctrina y de rebatir a los adversarios...

He ahí las dos misiones del "responsable" de la comunidad: gobernar como un "buen intendente" -éste era el término que usaba Jesús- y enseñar.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 380 s.


2-2. /Tt/01/01-16

El tema de la carta a Tito es doble: cómo debe ordenarse la vida eclesial de la comunidad de Creta y cómo debe llevarse a término la lucha contra las herejías, que son un grave peligro para la fe que comienza en esa isla. El primero de ellos lo encontramos en los vv 5-9: cualidades que deben tener los que presiden la comunidad. El segundo, en los vv 10-16. Ambos temas, sin embargo, son, como veremos, interdependientes.

Se hace difícil definir a los herejes que Pablo tiene ante la vista. No podemos tildarlos sencillamente de "agnósticos". Por lo menos no mantenían aún aquellas doctrinas típicas del gnosticismo del siglo II: dualismo exacerbado, emanaciones de los Eones entre el Principio de la Divinidad y de la materia, oposición entre el Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento. Parecen judíos o judeocristianos de un gnosticismo sincretista... con ciertas prácticas de magia (2 Tim 3,8), gente que se aparta de la doctrina oficial judía, por ejemplo, condenando el matrimonio (1 Tim 4,3).

Para la gente sencilla de Creta no debía de resultar fácil distinguir la verdad entre la predicación de Tito y la de tantos herejes judíos o judeocristianos más o menos gnósticos. Pablo quiere ayudar a la aceptación del evangelio. Por esto insiste tanto en el testimonio personal (vv 5-9).

Los herejes son gente que se mueve por la ganancia que les reporta la predicación: «Enseñando lo que no se debe y todo para sacar dinero» (11). Pablo parece contraponerlo al deber de sus presbíteros, que deben «ser intachables» (7). De hecho tal lucro no debe entenderse como producto de negocios sucios. Pero tal vez haya más que eso. Pablo, aquí como en 1 Cor 9,3ss, está preocupado por el éxito de la predicación del evangelio. Tanto en un lugar como en otro, lo que le interesa es «no crear obstáculo alguno al evangelio de Cristo» (1 Cor 9,12). Por eso nada mejor que renunciar al alimento que proporcionan el altar y la predicación para salir así al paso de la praxis de los herejes, dando un testimonio desinteresado del evangelio.

No hay que decir que en la Iglesia siempre han existido presbíteros codiciosos de ganancias económicas. Hemos vivido casos dolorosos. Pero es que Pablo nos interpela todavía más estrechamente: ¿no deberíamos saber renunciar a veces a nuestros propios derechos para «no crear obstáculo alguno al evangelio de Cristo»?

E. CORTES
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 337 s.


2-3. /Tt/02/01-15  /Tt/03/01-02

Después de hablar de los deberes de ciertas categorías de fieles (2,1-10), Pablo presenta el verdadero fundamento teológico de estos deberes: el cristiano debe ser santo porque pertenece a un pueblo santo (2,11-15). La realidad es que al NT le repugna presentar las virtudes o los deberes morales como simples imperativos. Los mandamientos no deben cumplirse porque así está prescrito, sino porque así es: porque bajo la luz de la revelación las criaturas o el mismo Dios tienen esta o aquella manera de ser.

A los cristianos aludidos en los primeros versículos del texto casi siempre se les recomiendan virtudes domésticas. La razón última de estas virtudes es la santidad del pueblo de Dios anteriormente indicada. Pero en los vv 5, 8 y 10 se añaden otras razones que trascienden los muros del hogar, mucho más trascendentes que las razones domésticas a las que alude Pablo, como de ordinario, en Col 3,18ss. Es especialmente conmovedor en lo que se relaciona con los esclavos. Estos, con su comportamiento cristiano, dice Pablo en Tit 2,10, «harán honor a lo que Dios nuestro Salvador nos enseña». Los esclavos contemporáneos de Pablo eran tenidos en menos, sin derecho a nada... eran objetos. Pero no para Pablo. De su comportamiento cristiano depende el buen nombre de "lo que Dios nuestro Salvador nos enseña".

La frase de Pablo referente a los esclavos no es nada discriminatoria; la destinada a las ancianas es completamente paralela a la de los esclavos... y del mismo peso: "para que no se desprestigie la buena noticia" (5b).

Esta actitud de Pablo es aleccionadora. Nos muestra cómo el NT fue poniendo las bases para una liberación sociopolítica de los esclavos..., aunque no la haya proclamado explícitamente. Las ideologías políticas del tiempo no podían permitir ni imaginar esta liberación. Hoy algunas ideologías nos empujan más bien a la liberación total del hombre. ¿Por qué, pues, la Iglesia, sacerdotes y laicos, no acaba en muchos lugares de decidirse prácticamente a favor de los oprimidos? ¿Tal vez el ejemplo de Pablo en esta carta y en la hoja enviada a Filemón -en la que le pide la liberación del esclavo y ladrón Onésimo (vv 11.13.16-18) no son bastante elocuentes para lanzarnos a la liberación de todo hombre en cualquier punto o circunstancia?

E. CORTES
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 338 s.


2-4. /Tt/01/07-11  /Tt/02/01-08

Las Cartas Pastorales han sido a menudo tildadas de reflejar comunidades a la defensiva más que a la conquista del reino de Dios. Comunidades preocupadas de manera excesiva por los peligros de un gnosticismo judeo-cristiano que empezaba a esparcirse por las ciudades del Asia Menor. Era necesario fortalecer su estructura interna para evitar que se desintegrase y, a la vez, insistir en su formación integral que afrontara los peligros. De ahí que se hable con frecuencia de la disciplina y de la conservación del depósito de la fe (como un conjunto doctrinal) más bien que del don del Espíritu que dirige la comunidad en la libertad de los hijos de Dios. Aquel Pablo rebelde y osado de cartas anteriores parece haber envejecido...

Sin embargo, el texto de hoy es realmente más rico y nos invita a introducirnos profundamente en el seno de estas comunidades. Si se relee con atención el texto, se observa que las exhortaciones a los distintos miembros de la familia cristiana contienen listas de virtudes domésticas que hallamos doquiera en la literatura de la época. No son estas virtudes en sí lo que más se subraya, sino su finalidad: la evangelización. El principio fundamental es que todo cristiano, sea cual sea su función en el hogar, es un enviado a dar testimonio de la palabra recibida, como hizo el Cristo ante Poncio Pilato (1 Tim 6,13).

Cuando la comunidad está en peligro corresponde a todos poner remedio. Antes que nadie a los dirigentes: "Que vean en ti un ejemplo de buena conducta... Especialmente en la doctrina... que nadie pueda criticar, para que el adversario se avergüence viendo que nada puede decir contra nosotros" (2,7-8). No puede abstenerse ni siquiera la ancianita que nunca sale de casa: debe aconsejar a las jóvenes "a ser bondadosas y dóciles a sus maridos, para que no se desprestigie la palabra de Dios" (2,3-5). Nadie, pues, puede quedar al margen. En la marcha hacia la tierra prometida, formamos todos.

Realmente, el autor de Tit describe la vida de la comunidad cristiana con el esquema teológico del Éxodo: "Se ha manifestado ya el amor de Dios" (2-11), como en la epifanía o manifestación de la fuerza liberadora de Dios en el éxodo: "Nos enseñó a romper con la impiedad y con los deseos terrenos" (12), con la impiedad de la vida idólatra de Egipto. "Mientras aguardamos el cumplimiento de nuestra esperanza, la manifestación de la gloria de Cristo Jesús, Dios grande y Salvador nuestro" (13), es decir, la nueva tierra prometida. Por este nuevo éxodo Cristo ha adquirido para él un pueblo escogido (14). En la teología veterotestamentaria el pueblo ganado por el éxodo es un pueblo sacerdotal. Un pueblo que da testimonio de la fe en el Dios único, intercediendo entre Dios y los hombres con la plegaria y los sacrificios. Nadie en la comunidad cristiana está excluido de este trabajo sacerdotal y de este testimonio. Cuando el autor de la primera carta de Pedro recoja, a su vez, esta teología del Éxodo, la aplicará explícitamente a toda la comunidad cristiana, a todos los que creen (1 Pe 2,7). Todos los creyentes deben dar testimonio de esto: "Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real..., para que publiquéis las excelencias de aquel que os llamó de las tinieblas a su admirable luz" (1 Pe 2,9). La familia, pues, no ha de ser un islote de salvación obsesivamente preocupado por la conservación del propio tesoro doctrinal de la fe. Ha de avanzar con todo el pueblo hacia la conquista del reino, de la tierra prometida.

E. CORTES
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 864 ss.


3.- Lc 17 1-6

3-1.

-Jesús decía: "Es inevitable que sucedan; pero ¡ay del que los provoca! Es el tema de la responsabilidad. Nos dices, Señor, que no somos responsables sólo de nosotros mismos: existe todavía a nuestro alrededor toda una zona de influencia; en la que influimos tanto en el bien que se hace en ella, como también en el mal. Es un fenómeno de solidaridad. "Nadie es una isla". Toda persona esta religada a otras.

¿Cuáles son mis relaciones? Lo que es inofensivo para mí puede hacer daño a otros. Debo tener muy en cuenta esa variedad de mentalidades, normal en una colectividad.

-Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar... antes que escandalizar a uno de esos pequeños.

Jesús es extremadamente riguroso cuando se trata de defender a "los pequeños". No se refiere sólo a los niños sino a todos los pobres, a la masa de gentes ignorantes que hay que defender de las sutilezas de la casuística y del juridismo.

¿No es verdad que algunas personas se creen pertenecer a una cierta élite y son escándalo para gentes sencillas?

-Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente perdónalo. Si te ofende siete veces al día y vuelve siete veces a decirte: "Lo siento" lo perdonarás.

El amor "sin límites" es la característica propia del cristianismo. Detengámonos ante ese título de "hermano" que usa Jesús. ¡Los cristianos son "hermanos"! Pero no son personas perfectas. Son pecadores. Jesús no ha pensado en una comunidad ideal y sin historia: explícitamente considera una comunidad en la que las personas se ofenden unas a otras; hasta siete veces al día! Por mucho que se diga que es un número simbólico no deja de evocar una situación bastante "conflictiva".

Ahora bien, Jesús nos pide que perdonemos. Es algo esencial al cristianismo; pero muy difícil. Es lo que hace por nosotros nuestro Padre del cielo.

¿A quién tengo hoy que perdonar? ¿En qué "relación" he de procurar que nazca en mí un corazón nuevo, un corazón-según-Cristo?

-Dijeron los Apóstoles al Señor...

Tenemos aquí un ejemplo de los diálogos provocados por las palabras de Jesús.

-"¡Auméntanos la Fe!" Eran muy conscientes, ellos los primeros, y nosotros a continuación, de la magnitud de la exigencia que Tú, Señor, les presentabas. Entonces ellos, a su vez, te piden: "danos, Señor, por gracia, eso que Tú esperas de nosotros".

Las palabras de Dios tendrían que llevarnos, frecuentemente, a una oración de ese tipo.

Ese es el sentido, en particular, de la "plegaria universal" con la que acaba la "liturgia de la Palabra" en la misa renovada por el Concilio: hemos escuchado unos textos divinos que nos acusan o nos comprometen... nos sentimos débiles para llevarlos a la práctica... y nos dirigimos a Dios para pedirle su gracia, para nosotros y para todos nuestros hermanos.

-El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este árbol: Arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería".

¡Cuántos "árboles" a arrancar, Señor! Soy como un pobre delante de ti; dame varios "granos de mostaza".

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 272 s.


3-2.

1. (Año I) Sabiduría 1,1-7

Esta semana leemos como primera lectura el libro de la Sabiduría, el último escrito del AT (unos cincuenta años antes de Cristo).

Está dedicado a los judíos de la diáspora, sobre todo a los que vivían en Alejandría de Egipto, en medio de la cultura helénica, con problemas para mantener su propia identidad de pueblo de la Alianza. Todo el libro es un canto a la sabiduría verdadera, opuesta a la de los impíos, que no tienen la mentalidad de Dios.

Aun entre los libros sapienciales -Proverbios, Eclesiástico, Qohelet etc.-, éste de la Sabiduría supone un paso adelante en la maduración: la sabiduría aparece cada vez más "personificada" y proveniente del mismo Dios. El libro de la Sabiduría está ya muy cercano y prepara el NT. Su lenguaje sobre el espíritu y sobre la sabiduría de Dios se asemejan mucho a lo que se nos revelará sobre Cristo Jesús y el Espíritu Santo. También ha llegado, en su gradual maduración, a vislumbrar bastante claramente (más aún que el libro de Daniel o el de los Macabeos), la doctrina de la vida futura y del premio y castigo tras la muerte.

a) La sabiduría es un don de Dios, es "un espíritu amigo de los hombres": porque "el espíritu del Señor, que llena la tierra y da consistencia al universo", "penetra en su interior".

Pero esta sabiduría sólo la pueden llegar a poseer los de corazón sencillo, "los que no desconfían", los que no tienen "razonamientos retorcidos". La encuentran "los que la buscan con corazón entero". Sobre todo, "la sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado". Los necios y los deslenguados tampoco sabrán acoger en sí mismos esta sabiduría que viene de Dios.

b) Todos necesitamos sabiduría, que no significa erudición, o un cúmulo de conocimientos, sino esa intuición interior que nos hace ver las cosas con la mirada de Dios.

En nuestro mundo nos inundan con su propaganda las más diversas ideologías, que nos llenan de palabras e intentan manipularnos, atrayéndonos a su respectiva "verdad". ¿Dónde está la verdad auténtica, la que nos orienta por el recto camino? Los judíos para los que se escribió este libro estaban tentados por la cultura pagana del helenismo.

Nosotros, por otras parecidas, y necesitamos afianzar nuestra identidad, para no dejarnos contaminar ni perder los valores fundamentales de nuestra fe cristiana.

Los cristianos estamos convencidos de que la respuesta de Dios ha sido su Hijo Jesús, el verdadero Maestro. Como Pedro, le decimos: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna".

Pero también ahora sigue siendo verdad que el pecado está reñido con la lucidez de la sabiduría. Que los que andan por caminos turbios no ven, o no quieren ver, la luz que emana de Dios. Y también que los que tienen un corazón enrevesado y unos razonamientos retorcidos, no llegarán a gustar de esta sabiduría. Jesús dio gracias al Padre porque estas cosas las escondió a los que se creían sabios y las reveló a los humildes y sencillos (Lc 10). Todos conocemos personas que no tienen gran cultura, pero sí sabiduría: han llegado a ver la vida desde los ojos de Dios.

Con el salmo podemos pedirlo hoy a Dios: "Señor, tú me sondeas y me conoces, todas mis sendas te son familiares... Guíame, Señor, por el camino recto". Es la única manera de encontrar respuesta a la desorientación que reina en nuestro mundo.

1. (Año II) Tito 1,1-19

a) A partir de hoy, y durante tres días, leemos una de las cartas pastorales de Pablo: la que escribió a su discípulo Tito.

Tito había sido pagano y, una vez convertido por Pablo, le acompañó muchas veces en sus viajes y era uno de sus hombres de confianza: le llama "verdadero hijo mío en la fe que compartimos". Pablo le había puesto como responsable -hoy diríamos como obispo- de la comunidad cristiana de Creta, la isla del Mediterráneo.

En esta carta le encomienda que organice la vida de la comunidad, estableciendo presbíteros en cada ciudad. Las cualidades de estos presbíteros son sobre todo de carácter humano: "sin tacha, fieles a su única mujer, no arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias poco limpias". Al contrario, "hospitalario, justo, dueño de sí". Y también fiel a la fe recibida, mostrando "adhesión a la doctrina cierta".

b) Cuando aparecen listas de este género en los escritos de Pablo -aquí y en las cartas a Timoteo, sobre todo-, es como si nos interpelara a cada uno de nosotros, poniéndonos ante un espejo, tanto a los que tienen alguna clase de responsabilidad como a los demás.

El hecho de que estas virtudes sean ante todo humanas es también un recordatorio de que a veces fallamos, no en altas teologías y en virtudes sublimes, sino en lo más elemental. ¿Somos fieles a las personas, justos, sobrios, hospitalarios, dueños de nosotros mismos, intachables? ¿o nos toca alguno de los aspectos negativos que señala Pablo: coléricos, amigos de ganancias injustas, arrogantes, pendencieros?

La motivación es que somos "administradores de Dios" y que la misión que hemos recibido -"promover la fe de los elegidos y el conocimiento de la verdad", "para ser capaz de predicar una enseñanza sana"- exige en los cristianos unas cualidades que no hagan perder credibilidad a la Buena Noticia de Dios. Si hemos de ser luz y sal y fermento en medio del mundo, debemos mostrar el estilo de vida que nos ha enseñado Jesús ante todo en nuestra propia existencia, antes que en nuestras palabras.

El salmo apunta también a las virtudes humanas: "¿quién puede subir al monte del Señor?: el hombre de manos inocentes y puro corazón... Éste es el grupo que busca al Señor".

2. Lucas 17,1-6

a) Escuchamos hoy varias recomendaciones breves de Jesús sobre el escándalo, el perdón y la fe.

Sobre el escándalo dice palabras muy duras: el que escandaliza a los débiles -o sea, el que les hace caer, el que les sirve de tropiezo- más le valdría que lo arrojaran al fondo del mar. Además nos enseña a tener corazón generoso y saber perdonar al hermano, hasta siete veces en un día.

Los apóstoles, un poco asustados de un estilo tan exigente de vida, le piden a Jesús que aumente su fe.

b) En los tres aspectos podemos aplicar el pensamiento de Jesús a nuestra vida.

Podemos ser ocasión de escándalo para los demás, con nuestra conducta. No somos islas. Influimos en bien o en mal en los que conviven con nosotros. Si hay personas débiles, que a duras penas tienen ánimos para ser fieles, y nos ven a nosotros claudicar, contribuimos a que también ellas caigan. Si no acudo a la oración de la comunidad, también otros se sentirán dispensados y no irán. Al revés, si participo, a otros les estoy dando ánimos para que no falten. Y quien dice de la oración, dice de la conducta moral: si una familia está dando testimonio de vivir en cristiano, contra corriente de la mayoría, está influyendo en los ánimos de los demás. Mientras que, si cede a los criterios de este mundo, también a otros se les debilitarán los argumentos y fallarán.

La corrección fraterna, que es un buen acto de caridad si se realiza con delicadeza y amor, tiene que conjugarse con el saber perdonar y con el tener un corazón generoso. A todos nos cuesta perdonar. Se nos da mucho mejor lo de juzgar, condenar y echar en cara. Jesús nos dice que tenemos que saber perdonar, aunque se repita el motivo siete veces en un día.

Desde luego, para cumplir esto, tendremos que decirle al Señor, como los apóstoles: "Auméntanos la fe". Tendremos que rezar fuerte y apoyarnos en la gracia de Dios. Porque con criterios meramente humanos no tendremos fuerzas para evitar todo escándalo y para cumplir lo del perdón al hermano.

Cuando, preparándonos a comulgar, rezamos en el Padrenuestro lo de "perdónanos como nosotros perdonamos", nos parece imposible. Pero con la fuerza de la Eucaristía sí podrá suceder que a lo largo del día perdonemos al hermano. Que será algo tan sorprendente, al menos, como lo de la morera transplantada al mar.

"Pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero" (1ª lectura I)

"Hospitalario, amigo de lo bueno, justo, fiel, dueño de sí" (1ª lectura II)

"Señor, auméntanos la fe" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 266-270


3-3.

Tit 1, 1-9: El ideal de los presbíteros

Lc 17, 1-6: La ambigüedad humana

La naturaleza humana es frágil. Tenemos un cuerpo que, desde el instante mismo en que inicia la vida, está signado por la muerte. Nuestra inteligencia, que usualmente consideramos el arma más poderosa, nos engaña constantemente. El lenguaje -escrito, oral, gestual- es una herramienta poderosa para construir la realidad. Pero, se presenta como un juego interminablemente equívoco. El amor erótico, que muchos consideran la panacea, se presta para las más incomprensibles acciones y engaños...

Pareciera que la ambigüedad nos inunda y amenaza con destruir nuestra integridad humana. Sin embargo, en medio del marasmo del relativismo y la suspicacia, surge la honestidad como alternativa. Es admirable que un valor tan quebradizo como la honestidad sea la alternativa frente a la ambigüedad tan afincada en la naturaleza humana.

Jesús en el evangelio nos llama a hacer de la coherencia, de la honestidad y del testimonio, la palanca de Arquímedes con la que hemos de mover y vencer el mundo de las ambigüedades. Es inevitable que cometamos errores, que equivoquemos nuestras decisiones y que malinterpretemos los buenos signos de la realidad. Pero, podemos aceptar ese desafío con una intención recta y honesta que nos conduzca a hallar el camino adecuado.

El Evangelio nos pide que asumamos las deficiencias de nuestra naturaleza humana bajo la perspectiva de la recta intención. Debemos ser absolutamente sinceros con nosotros mismos y aceptar que no tenemos todas las verdades en la manga de la camisa. Por eso, es necesario que frente a los pequeños, a los humildes, no nos mostremos todopoderosos, sino que nos mostremos como realmente somos: frágiles y ambiguos. Esta actitud, evitará que posteriormente cuando nos equivoquemos o simplemente no cumplamos las expectativas de alguien, estemos en condiciones de reconocer nuestros errores con toda la humildad. Y sobre todo, para que ellos comprendan que no somos más que nadie. Sólo somos unos simples servidores que tratan de realizar su trabajo.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-4. CLARETIANOS 2002

Empezamos esta nueva semana con muchos estímulos para despabilar nuestra fe. El comienzo de la carta a Tito nos ofrece un retrato-robot del obispo; es decir, del "supervisor" (que eso es lo que significa el término original griego) de la comunidad. Primero se detalla lo que no tiene que ser: "no arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias poco limpias". A continuación se señalan los rasgos positivos: "hospitalario, amigo de lo bueno, de sanos principios, justo, fiel, dueño de sí". Este perfil se cumple muy bien en el obispo San Martín de Tours, cuya memoria litúrgica celebramos hoy. ¿Se cumple también en nuestros obispos actuales? Hoy mismo me ha llegado un mensaje de un colectivo de cristianos que pone a los obispos españoles de vuelta y media. Sé que no representa la opinión mayoritaria, pero sé también que es frecuente en las comunidades cristianas las quejas respecto de nuestros pastores. A veces son quejas que se refieren a sus largas y pesadas homilías, a su estilo clerical de ser y de actuar. Otras veces, las críticas van más al fondo: se les tilda de personas grises, con escaso liderazgo, demasiado obsequiosas con Roma, etc. Personalmente, no espero nada espectacular. Más aún, me producen escalofríos los pastores "espectaculares".

De vez en cuando resulta eclesialmente higiénico recordar lo que nos transmite la carta a Tito. Habla del "perfil humano" de nuestros dirigentes. Les pide cosas que parecen de andar por casa, pero que, a la larga, son las mejores credenciales de una genuina experiencia evangélica: la capacidad de acogida, la justicia, la fidelidad, el autocontrol.

En el evangelio, Lucas nos ofrece tres dichos de Jesús: el primero se refiere al escándalo, el segundo al perdón y el tercero a la fe. A primera vista se trata de una agrupación un poco forzada, pero creo que existe una profunda relación entre las tres cosas. Escandalizar significa poner piedras en el camino para que otro tropiece. Esto lo hacemos muy a menudo. Jesús llega a decir que "es inevitable que sucedan escándalos". Hay algunos que, por su impacto social, saltan a los medios de comunicación, pero no son quizá los que más nos hacen tropezar. Yo creo que el gran escándalo, lo que nos impide vivir con energía la fe, es esa rutina que hace del seguimiento de Jesús una mera costumbre.

¿Cómo se vencen los efectos negativos del escándalo? Sólo hay una salida: el perdón, pero no un perdón cualquiera sino una actitud que siempre nos resulta excesiva: "Si tu hermano te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás". Una actitud de este tipo nunca nace de la buena voluntad ni del sentido de justicia que nosotros solemos manejar en las relaciones sociales. El perdón es fruto de la fe. Por eso, los apóstoles, que debieron de sentirse sobrecogidos ante las palabras de Jesús y muy débiles para secundarlas, le piden: "Auméntanos la fe".

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-5.   2001

COMENTARIO 1

EL ESCANDALO DE LA COMUNIDAD CREYENTE.

LA RIQUEZA

Por enésima vez nos sorprende que Jesús, al dirigirse de nuevo a los discípulos, pronuncie una advertencia tan severa: «Es inevitable que sucedan esos escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar antes que escandalizar a uno de estos pequeños. ¡Andaos con cuidado!» (17,1-3a). ¿Quiénes son «estos pequeños»? En la terminología de los sinópticos, son los discípulos provenientes de las capas sociales marginadas social y religiosamente (en nuestro caso, los seguidores que antes eran «recaudadores y descreídos») quienes, gracias a su situación, han comprendido y asimilado la exigencia de Jesús de invertir la escala de valores y han optado por el camino de la sencillez («pequeños»). «Los discípulos», a los que Jesús se dirige, son los de ascendencia judía ortodoxa. El «escándalo» son las rique­zas, como tipificación de los falsos valores contrarios a los del reino. Aquéllos, con sus ansias de poder, pueden provocar el escándalo de los sencillos. Lejos de sacar partido de su pasado observante, deben estar dispuestos a perdonar siempre y en todo momento (17,3b-4).



IMPOTENCIA DEL HOMBRE OBSERVANTE ANTE LA SOCIEDAD

INJUSTA Y EXPLOTADORA DEL HOMBRE

En el colofón, los discípulos son nombrados «los apóstoles» (referencia clara a la «misión») y Jesús, «el Señor» (17,5). Lucas quiere describir la sensación de impotencia que experimentan «los misioneros» ante el arraigo profundo de los falsos valores en la sociedad. Jesús los tilda de falta absoluta de fe. «Si tuvierais una fe como un grano de mostaza», la simiente más pequeña, símbolo de los comienzos del reino a partir de unos valores humanamente insignificantes, «diríais a esta morera», a la socie­dad injusta y explotadora del hombre: «Arráncate de cuajo y plántate en el mar.» Para el que cree en la utopía del reino, no hay obstáculo insalvable: «Y os obedecería» (17,6).


COMENTARIO 2

La vida de los discípulos de Jesús está expuesta a debilidades e incluso a fracasos. Pero a pesar de su fragilidad, de ella se exige que sea capaz de hacer transparente la imagen de Dios para la humanidad..

Una primera forma de hacer patente el rostro divino reside en la preocupación comunitaria por los pequeños, los más frágiles y desprotegidos en la relación comunitaria. Colocarlos al margen de la vida común significa, concretamente, oscurecer la presencia de Dios en su vida y, por consiguiente, ocasión de escándalo para ellos haciéndolos sentirse abandonados de Dios. El gran escándalo de una comunidad cristiana despreocupada de los pequeños es un obstáculo mayúsculo que pone tropiezos a su salvación y que coloca a la propia comunidad en el peligro de hacerse merecedora de la condena de Dios.

Por consiguiente, toda comunidad que quiera llamarse cristiana debe colocarse en el camino del servicio al Dios de la misericordia con acciones que puedan expresar adecuadamente esta cualidad divina. El perdón al hermano que cae es una exigencia que brota desde el corazón de la vida comunitaria y la naturaleza ilimitada del perdón no es, entonces, otra condición más, sino la condición indispensable para ser instrumento apto de la revelación del Padre.

Para esta tarea es necesario ser plantados en la fe, como la semilla de mostaza requiere ser plantada en la tierra. No basta suponer la existencia de la fe en nuestra persona y en nuestra comunidad, es necesario que seamos capaces de mostrar con las acciones realizadas que ella está presente en nuestra vida.

 1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-6. 2002

Decían los profetas que el Mesías no rompería la caña doblada ni aplastaría la mecha que está por apagarse, sino que haría florecer la justicia en la verdad (cf Is 42,3). Es sorprendente descubrir cómo Jesús sabe conjugar la radicalidad de su vida y sus planteamientos con una gran compasión y ternura hacia las personas, hacia los más débiles, hacia los pecadores incluso. Y esa misma compasión y ternura es exigida a sus discípulos. De ahí sus palabras sobre el escándalo de los que se consideran sabios y fuertes para los más pequeños, y su exigencia sobre el perdón. Hay que estar dispuesto a perdonar siempre, a acoger siempre.
En el fondo ésta es otra forma de radicalidad. Quizá una radicalidad más difícil y arriesgada. Nos resulta fácil tener esa actitud cuando se trata de condenar a nuestros hermanos o de denunciar sus malas obras. Se nos hace más difícil cuando de lo que se trata es de perdonarlos siempre. Y habría que subrayar la palabra "siempre". Hay que tener una fe fuerte y grande para seguir creyendo en nuestros hermanos cuando nos han fallado muchas veces...
Pero, ¿no es acaso la misma fe que Dios tiene en nosotros? ¿No sigue creyendo Dios en nosotros a pesar de las muchas veces seguidas que le hemos fallado? Habrá que pedirle a Dios que haga nuestra fe al menos del tamaño de un grano de mostaza para que el árbol de la auténtica radicalidad hunda sus raíces en nuestro corazón.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. ACI DIGITAL 2003

1. Véase Mat. 18, 7; Marc. 9, 41.

4. Siete veces en un día quiere decir: muchísimas veces, siempre. En Mateo (18, 22) dice el Señor: setenta veces siete. Dios nos da el ejemplo en 6, 35 s. Cf. 15, 21; Juan 8, 1 - 11.

5. Los discípulos piden un aumento como quien ya tiene algo de fe. Jesús los desilusiona sobre eso que creen tener. Véase Mat. 17, 20; 21, 21; Marc. 11, 23.


3-8. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO

Lunes 10 de noviembre de 2003
León Magno

Sab 1, 1-7: Amen la justicia, piensen rectamente del Señor
Salmo responsorial: 138, 1-10
Lc 17, 1-6: Tres problemas graves de la Iglesia

Seguimos camino a Jerusalén y Jesús sigue instruyendo a sus discípulos. 17, 1-10 es una instrucción a los discípulos, pero también se dirige a la Iglesia en tiempos de Lucas, posiblemente una Iglesia judeo-cristiana. El texto toca tres temas muy importantes para los discípulos y para la Iglesia posterior: el escándalo de los pequeños (niños, pobres, excluidos), el perdón al hermano que se arrepiente y la fe de los dirigentes de la comunidad (los apóstoles).

Los tres problemas son tan importantes, que en el tratamiento de los tres hay algo de extraordinario y casi exagerado. Al que escandaliza a un pequeño, se le debe poner una piedra de molino y tirarlo al mar. Al que peca contra el hermano 7 veces al día y 7 veces se arrepiente, hay que perdonarlo 7 veces. La fe como un grano de mostaza que ordena al sicómoro (la higuera) arrancarse y plantarse en el mar.

Los tres problemas amenazan la vida misma de la comunidad. ¡Qué sería una Iglesia en la que se escandaliza a los niños y a los pobres, en la que no se perdona al hermano que peca con gran frecuencia y en la que falla la fe de los dirigentes (apóstoles)!... Son problemas tan graves, que la normativa de Jesús es radical.

Escandalizar es hacer caer, es poner una trampa, es corromper a un hermano. Y lo más grave es cuando ese hermano es un 'pequeño'. Esta palabra tiene varias connotaciones: el sin poder, el pobre, el niño, el que tiene un defecto físico. No hay pecado más grande que escandalizar a estos hermanos de la comunidad. No hay perdón. Hay que echarlos al mar con una piedra al cuello. En la simbología bíblica el mar es el abismo, donde habitan los monstruos marinos. Ese es el destino de los que escandalizan a los pequeños.

El otro problema grave en la comunidad o en la Iglesia es la ausencia de perdón. En el texto se trata del pecado 'contra ti', es decir, del pecado del hermano contra el hermano. Es cierto que es exagerado que un hermano peque 7 veces al día contra otro hermano. El perdón no debe tener límites. Hoy somos muy intolerantes con el hermano reincidente. Queremos ser una iglesia de 'santos', donde no hay pecado ni necesidad de perdón.

La oración propia y más importante para los apóstoles y hoy para todo agente de pastoral debería ser: 'auméntanos la fe'. El más necesitado de fe es el dirigente eclesial.


3-9. DOMINICOS 2003

Palabra de sabiduría

Comienza el libro de la Sabiduría 1, 1-7:

“Amad la justicia los que regís la tierra, pensad rectamente del Señor y buscadlo con corazón entero.

Al Señor lo encuentran quienes no exigen pruebas, y él se revela a los que no desconfían. Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios.

La sabiduría no entra en el alma de mala ley y no habita en cuerpo deudor del pecado. El espíritu educador y santo rehuye la estratagema, levanta el campo ante razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la maldad. La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres, que no deja impune al deslenguado. Dios penetra en su interior...”

Comienza con este párrafo el canto a la prudencia, sensatez, cordura. Es, primero, alabanza de la sublime sabiduría, prudencia y amor de Dios. Pero es también llamada a la conciencia humana para que entre dentro de sí misma.

Evangelio según san Lucas 17, 1-6:

“Dijo Jesús a sus discípulos: Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar... Tened cuidado. Su tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo...”

A tono con las palabras de la Sabiduría (que es nombre de Dios realmente), este texto evangélico acentúa el contravalor del ‘escándalo’, es decir, la acción degradante de quien destruye la conciencia del niño, del débil, humilde, confiado.

 

Momento de reflexión

El espíritu del Señor llena la tierra.

Lo mejor que podemos hacer en la meditación de hoy es volver al texto del libro de la Sabiduría, y releerlo pausadamente varias veces con ojos de fe.

Después, relacionaremos su mensaje de verdad con nuestra actitud de sabios y entendidos que (presumiendo del poder de la razón, y con juicio pedante) no acertamos a ver la obra de Dios como lo que es, como obra de divina creación.

¿Por qué queremos hacer la obra de Dios obra nuestra, de nuestra razón humana creadora, si la debilidad e impotencia nos delata?

¡Gracias, Señor, porque es a los sencillos y de ojos abiertos a los que llega tu luz! Te rogamos que a todos nos la concedas.

Daré la mano a mi hermano; no lo escandalizaré.

¡Ay del que provoca escándalos! Pero ¿es que no los estamos bendiciendo cada día?  Jesús diría que sí los estamos bendiciendo: Cuando provocamos pasiones desordenadas, y las juzgamos ‘escándalo’  sino elogio de la libertad personal. Cuando aplaudimos escenas de terror con sangre, armas, muerte, y somos capaces de decir que eso es para educar con realismo. Cuando pisoteamos la moralidad y el respeto a la intimidad personal, y decimos que eso no es difamar ni calumniar sino ‘informar’. Cuando hacemos ostentación de riqueza y nos gloriamos de nuestros conquistas y trampas, y decimos que eso no es escándalo sino juego, suerte, oportunidad.

¿Cómo valoraremos, al final, nuestra conducta cuando hayamos de dar cuenta de ella ante el Señor que no acepta engaños, ni ofrece ya nuevas oportunidades? Es fácil decir que “a mí nadie me pide cuentas”. Pero nos las pedirán, aunque no lo queramos prever.


3-10. CLARETIANOS 2003

Queridos amigos y amigas:

Queridos amigos y amigas:
Las primeras lecturas de esta semana nos recogen textos del libro de la Sabiduría. Con ello nos plantean un problema muy actual, que podremos ir desgranando en sus diversos matices durante los comentarios de esta semana.

En nuestra sociedad secularizada tenemos muchos más conocimientos que antaño, pero parece que somos menos sabios. Nuestras posibilidades de información se han multiplicado enormemente (Internet...etc.), pero no por ello sabemos vivir mejor. Es como si los árboles no nos dejasen ver el bosque. Y la clave radica en que, demasiado dependientes de nuestra sociedad de consumo, de lo que se puede comprar o vender, tendemos a desentendernos de las realidades profundas, que tienen que ver con el alma, con la vida interior... porque no podemos adquirirlas en la tienda del barrio. O, peor, caemos en la trampa perversa de la publicidad, que tiende a asociar dichos bienes del espíritu con la adquisición de determinados bienes de consumo.

Hoy la escritura nos avisa que la sabiduría es esquiva para con los marcados por el pecado o que la buscan para dominarla, con razonamientos retorcidos, en beneficio propio. Y, sin embargo, es “amiga de los hombres”. No es que esté distante, pues “el Espíritu del señor llena la tierra”, pero es precisa buscarla con corazón entero, con plena confianza, con pureza de intención.

De otro modo ¿tenemos realmente la posibilidad de identificarnos con las propuestas que hoy nos presenta el evangelio? Humanamente nos pueden llegar a parecer muy exigentes o hasta excesivas: Perdonar siempre, vivir una fe tan activa como para ser capaz de dominar la realidad física, alcanzar esa sensibilidad que sabe evitar el escándalo de los pequeños. No es que en nosotros falte buena voluntad, es que debemos enriquecer nuestra vida interior, prestar atención a los asuntos del alma y no andar tan pendientes de las realidades externas que absorben todo nuestro tiempo y afán. Al celebrar hoy uno de los Santos Doctores de a tradición cristiana, como fue San León Magno, se nos invita a esa búsqueda de la sabiduría que tiene que ver con el Espíritu de Dios, con la mejor dimensión interior de nuestra vida.
Vuestro hermano en la fe.

Carlos García Andrade cmf. (garciaandr@tiscali.it)


3-11. 2003

LECTURAS: SAB 1, 1-7; SAL 138; LC 17, 1-6

Sab. 1, 1-7. No puede uno estar al frente del Pueblo de Dios con un corazón perverso. Por eso debemos buscar al Señor para conocerlo, para dejarnos instruir por Él y para que su Espíritu guíe nuestros pasos por el camino del bien. Si muchas veces tomamos decisiones equivocadas que no sólo nos afectan a nosotros, sino que destruyen la paz y la justicia tanto en la familia como en los diversos ambientes en que se desarrolla nuestra vida, es porque actuamos conforme a nuestro egoísmo, o guiados por nuestras pasiones equivocadas. Sólo la Sabiduría, que procede de Dios, puede indicarnos el camino que hemos de seguir para que colaboremos en la construcción del Reino de Dios, no conforme a nuestras imaginaciones, sino conforme al proyecto, al Plan del Señor sobre nosotros. Por eso hemos de invocar sobre nosotros el Espíritu de Sabiduría, y hemos de ser dóciles a Él para que, en verdad, podamos realizar nuestra vida social y personal conforme al Plan de Dios: Que todos seamos conforme a la imagen de su Hijo Unigénito.

Sal. 138. Qué hermoso es tener a Dios por Padre, y que nos contemple continuamente con gran amor. Él vela por nosotros y nos cuida. Jamás podremos escapar de su mirada llena de amor y de ternura por nosotros. Él nos conoce hasta en lo más profundo de nuestro ser. Y a pesar de que muchas veces lo hemos ofendido, Él jamás nos ha abandonado, ni se ha olvidado de nosotros, pues su amor por nosotros es un amor siempre fiel. Por eso, vivamos ante Él no sólo con dignidad sino con un amor que le manifieste nuestra gratitud y nuestra fidelidad de hijos.

Lc. 17, 1-6. El Señor nos hizo portadores de su Evangelio y de su Gracia. La Iglesia se esfuerza constantemente no sólo por dar a conocer a Cristo a los demás, sino en procurar que la vida del Señor se haga realidad cada día en más y más personas, en quienes habite el Espíritu Santo como en un templo. Ante ellos hemos de ser un auténtico ejemplo de santidad, pues no podemos proclamar al Señor y después vivir como si no le conociéramos, como si fuésemos sus enemigos. Por eso hemos de vivir en una continua conversión, de tal forma que el Rostro amoroso de Cristo brille, cada día con mayor claridad, en el Rostro descubierto de su Iglesia. Quien con una vida de desprecio hacia su prójimo, o de opresión de los desvalidos, o de explotación de los pobres, o de pasiones no dominadas se atreve a proclamar el Nombre de Dios, en lugar de convertir, alejará cada vez más a quienes trate de anunciar el Nombre de Dios, y convertirá en objeto de burla a la Iglesia de Cristo. El Señor nos pide convivir fraternalmente unidos por el amor. No podemos ser testigos del Dios-Amor sólo con los labios, sino con una vida que nos lleve incluso a perdonar siempre a quienes nos ofenden, para no perder la unidad querida por Cristo. Así podremos decir que nuestra fe es una fe viva, que se manifiesta con las obras, y nos ayuda a mover las montañas de nuestro egoísmo, que nos impiden amar y perdonar a nuestro prójimo en la misma medida en que nosotros hemos sido amados y perdonados por Dios. en Cristo Jesús.

En la Eucaristía celebramos, de un modo Sacramental, el amor que Dios siempre nos ha tenido. En realidad nos quedamos admirados ante tan inmensa bondad del Señor para con nosotros. Aquí somos testigos de lo que fue capaz el Hijo de Dios, hecho uno de nosotros, para obtenernos el perdón de nuestros pecados. Él pasó haciendo el bien y nadie, jamás, pudo echarle en cara un pecado. Si en verdad, unidos en una Alianza nueva y eterna con Él, queremos participar de su vida y queremos manifestarla en nuestra existencia diaria, hemos de pedirle, no sólo que nos ilumine con su Sabiduría, sino que Él, que es la Sabiduría Divina, haga su morada en nosotros. Así, la Palabra eternamente pronunciada por el Padre, hecha Sabiduría nuestra, nos ayudará a manifestarnos cada día con mayor claridad como hijos de Dios.

¡Somos hijos de Dios! ¿En verdad lo somos? Cuando confiesas públicamente tu fe en Cristo y destruyes a tu prójimo, enviciándolo para enriquecerte a costa de su degradación, o cuando eres autor de guerras, de persecuciones y de la muerte de inocentes, cuando no te detienes ante tu hermano que sufre para remediarle sus males, cuando no eres capaz de perdonar para convertirte en constructor de la paz, ¿podrás decir que en verdad eres hijo de Dios? ¿no sería mejor que te arrojaran al mar con una de esas enormes piedras de molino sujeta a tu cuello? Sin embargo Dios siempre está dispuesto a perdonarte. Pero no puedes llegar ante Él sólo para recitar inconscientemente tus pecados; necesitas realmente volver a ese Dios que siempre te ha amado, y que te contempla constantemente con una mirada de amor de Padre. ¿Realmente crees en ese amor de Dios por ti que te perdona, y te recibe en su casa, y que se ha puesto de tu lado? ¡Pues anda, y haz tú lo mismo con tu prójimo!

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir con lealtad nuestra fe en Cristo, de tal forma que, en Él, el Padre Dios nos reconozca como sus hijos amados en quienes Él se complace. Amén.

www.homiliacatolica.com


3-12. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004

Tit 1, 1-9: Los servidores de la comunidad
Salmo responsorial: 23
Lc 17, 1-6: Recomendaciones a los Discípulos

El evangelio de Lucas recoge en este texto algunas recomendaciones que Jesús dirige a sus discípulos, las cuales tienen una fuerte vinculación con la vida comunitaria.

En primer lugar (Lc. 17, 1-2) Jesús le pide a sus discípulos que no sean ocasión de tropiezo por su falta de testimonio o actitudes negativas para con los pequeños. Debemos entender que Jesús con esta palabra no se refiere a los niños, sino a los pobres, a los humildes, a los marginados, a los que no tienen recursos materiales o espirituales para oponerse al que ocasiona el tropiezo. Precisamente ellos son los elegidos y destinados por Dios para que posean el Reino, los verdaderos miembros de la comunidad cristiana y que la voluntad de Dios es que ninguno de ellos se pierda. El que sea motivo de escándalo para la comunidad, será severamente castigado.

Después (Lc. 17, 3-4) Jesús propone a los discípulos la necesidad de la corrección fraterna, para que el hermano que ha pecado tome conciencia de su falta y se arrepienta, sin importar el número de veces. El uso del número siete no significa que la acción de perdonar tenga un límite; por el contrario, debe ser una actitud ilimitada y permanente en los miembros de la comunidad cristiana que debe imitar el comportamiento de Dios. “Sean compasivos, como nuestro Padre es compasivo” (Lc. 6, 36). La comunidad cristiana aparece así como una comunidad de pecadores que experimenta la proximidad y la acogida de Dios en el perdón fraterno.

Por otra parte, Jesús invita a sus discípulos a tomar conciencia de la fuerza de la fe (Lc. 17, 5-6), porque sólo la fe nos permite aceptar con todas las consecuencias las exigencias del perdón. Los discípulos piden una fe más grande, no significa que busquen un crecimiento cuantitativo, sino un cambio radical para hacerla más auténtica. Basta tener la fe, tan pequeñita como un granito de mostaza pero auténtica, para realizar grandes cosas. La imagen de la morera arrancada y trasplantada en el mar expresa de manera simbólica lo que significa la confianza plena que debemos tener en Dios para actuar en nuestra vida. Comenzar con una fe pequeña como el grano de mostaza le permitirá a los que son los verdaderos servidores de la comunidad ponerse a la altura de su trabajo.


3-13. DOMINICOS 2004

La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Carta de san Pablo a Tito 1, 1-9:
“Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo para promover la fe de los elegidos de Dios...

Querido Tito, verdadero hijo mío en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Salvador nuestro.

Mi intención al dejarte en Creta era que pusieras en regla lo que .faltaba, y que establecieses presbíteros en cada ciudad... El candidato sea un hombre sin tacha, .fiel a su única mujer, con hijos creyentes, que no sean indóciles ni acusados de mala conducta...”

Evangelio según san Lucas 17, 1-6:
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar...”


Comentario para este día
Heraldos de Cristo.
San Pablo, en el desarrollo de su misión providencial, realizó muchas correrías de evangelización y fue plantando la Iglesia de Cristo por todas partes e instituyendo el presbiterado para que en todas las comunidades hubiera pastores dispuestos a mantener la semilla del Evangelio. Esa es una de sus glorias. Y, a su imagen, nosotros podemos leer otras muchas vidas de apóstoles, presbíteros, misioneros, místicos, testigos de la verdad y amor de Dios.

En cada momento varían las circunstancias, y tiene matices distintos la cultura ambiental en que hemos nacido, pero siempre hay una realidad básica que hermana la acción de todos los discípulos de Jesús: su mensaje de salvación. En ello coinciden Pablo y Pedro, Domingo, Vicente, Martín de Tours o Sor Isabel de la Trinidad. Lo importante es que nuestra vida sea siempre fiel y que su sombra o luz recaiga en forma beneficiosa sobre cuanto nos rodea. No es más o menos importante servir enseñando, labrando, construyendo, escalando cumbres nevadas, ejerciendo como madre u orando como monja, si el AMOR lo llena todo de hermosura espiritual.


3-14. Fray Nelson Lunes 8 de Noviembre de 2004
Temas de las lecturas: Establece presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené * Si tu hermano te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo.

1. La primera generación declina
1.1 La primera lectura nos permite asomarnos a un momento muy singular de la vida de la Iglesia primitiva. Una primera generación de testigos declina y es preciso que el mensaje sea custodiado en su pureza y ofrecido con vigor a todos y en todas partes. Semejante coyuntura no podía escapar a la preocupación del apóstol que, precisamente porque no ha vivido para sí mismo sino para el Evangelio, escribe con rasgos vigorosos y profundos para definir en cuanto le es posible el cauce de la obra de la gracia en favor del pueblo santo.

1.2 Es hermoso percibir el alto sentido de responsabilidad que siente el apóstol. Sabe que la predicación es el gran instrumento querido por Dios para la realización de un designio antiguo y maravilloso, como no hay otro: la vida eterna. Este es el telón de fondo de toda su reflexión sobre la vida y el ministerio de los pastores al servicio de la Iglesia de Cristo.

1.3 Esta vida, por lo demás, no es una pura promesa, ni apunta sólo hacia el futuro. Tiene ya su expresión en la concreción de la fe. La fe es la circulación vital que liga a Pablo con Tito, a quien escribe, y por eso lo llama "verdadero hijo en la fe que compartimos". Así como en un organismo animal todo se pierde si deja de circular la sangre, así también, en este organismo vivo que es la Iglesia todo depende de la circulación vital de la fe.

2. El perfil de un pastor
2.1 Después de estas consideraciones nobles y profundas, que son el contexto irrenunciable para toda reflexión sobre la naturaleza de un genuino servidor del evangelio, Pablo señala algunas notas propias del "epíscopos", a veces llamado "obispo" en las traducciones.

2.2 Lo fundamental puede resumirse en el título que le da: "administrador de la casa de Dios". Su ser irreprochable, su capacidad de acogida, su rectitud moral y su eficacia en la predicación brotan de esta fuente: es el encargado de custodiar y acrecentar bienes que no son suyos. Lo que es suyo es la salvación que él mismo acoge, como todos los demás, en virtud de la fe que se abre la gracia. No es dueño de nada sino del amor que lo llena; nada posee sino la vida que anuncia, porque la ha recibido como regalo y como regalo la entrega en sus palabras y obras.

3. La altura del amor cristiano
3.1 En este punto podemos relacionar sin violencia las recomendaciones de Pablo y la enseñanza del Señor Jesucristo. ¡Ay de aquel que provoca escándalos, ay del que es ocasión de pecado!, advierte severamente Cristo a sus discípulos. San Carlos Borromeo hablaba de modo semejante a sus presbíteros, invitándoles a meditar siempre en el precio de sangre que cada alma tiene ante Dios. Es la misma idea del "administrador": la gente sencilla, que por eso mismo puede defenderse menos, vale Sangre y amor de Cristo. No eres dueño de esa Sangre, luego no eres dueño de esos corazones ni de esas almas. "Tengan cuidado", nos amonesta el Señor.

3.2 Y de aquí entendemos por qué esa generosidad sin límites para el perdón. No se agota el bien de la sangre, ni en favor tuyo ni en favor de quien te ha ofendido. Poner un límite al perdón es poner un límite a la Sangre, y esto n oes otra cosa sino renegar de la salvación que esa Sangre trajo a todos por dignación piadosa de Dios.

3.3 ¡Qué bello acercarnos así al altar, y saborear con el paladar de la mente y con la luz de la fe estas verdades! Ese sacrificio único y sin embargo infinito, inagotable, es el que se realiza en nuestro altar, y es el que llega a nosotros con la comunión eucarística.


3-15.

Comentario: Rev. D. Pedrojosé Ynaraja i Díaz (El Muntanyà-Barcelona, España)

«Si peca contra ti siete veces al día (...), le perdonarás»

Hoy, el Evangelio nos habla de tres temas importantes. En primer lugar, de nuestra actitud ante los niños. Si en otras ocasiones se nos hizo el elogio de la infancia, en ésta se nos advierte del mal que se les puede ocasionar.

Escandalizar no es alborotar o extrañar, como a veces se entiende; la palabra griega usada por el evangelista fue “skandalon”, que significa objeto que hace tropezar o resbalar, una piedra en el camino o una piel de plátano, para entendernos. Al niño hay que tenerle mucho respeto, y ¡ay de aquél que de cualquier manera le inicie en el pecado! (cf. Lc 17,1). Jesús le anuncia un castigo tremendo y lo hace con una imagen muy elocuente. Todavía se ven en Tierra Santa piedras de molino antiguas; son una especie de grandes diávolos (se parecen también, en mayor tamaño, a los collares que se ponen en el cuello a los traumatizados). Introducir la piedra en el escandalizador y echarlo al agua expresa un terrible castigo. Jesús utiliza un lenguaje casi de humor negro. ¡Pobres de nosotros si dañamos a los niños! ¡Pobres de nosotros si les iniciamos en el pecado! Y hay muchas formas de perjudicarlos: mentir, ambicionar, triunfar injustamente, dedicarse a menesteres que satisfarán su vanidad...

En segundo lugar, el perdón. Jesús nos pide que perdonemos tantas veces como sea necesario, y aún en el mismo día, si el otro está arrepentido, aunque nos escueza el alma: «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale» (Lc 17,3). El termómetro de la caridad es la capacidad de perdonar.

En tercer lugar, la fe: más que una riqueza del entendimiento (en sentido meramente humano), es un “estado de ánimo”, fruto de la experiencia de Dios, de poder obrar contando con su confianza. «La fe es el principio de la verdadera vida», dice san Ignacio de Antioquía. Quien actúa con fe logra cosas asombrosas, así lo expresa el Señor al decir: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido» (Lc 17,6).


3-16.

Reflexión:

Tit. 1, 1-9. El servidor y apóstol de Jesucristo tiene una misión: conducir a los elegidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdad, que es conforme a la piedad, con la esperanza de vida eterna. Por eso el que anuncia a Cristo a los demás debe ser persona probada no sólo por su fe, sino por sus obras de amor, que manifiesten la fe que dice profesar. Es en la propia persona y en la propia familia donde debe iniciarse el proceso de una auténtica conversión. El que ha sido llamado como ministro de Dios debe ejercer su autoridad no como una proyección de lo que no es capaz de vivir él mismo, sino como un camino de pastor al frente de los suyos mediante una vida ejemplar, a través de la cual conducirá a los suyos a la fe, a la verdad y a la vida eterna. Si en verdad queremos ser capaces de exhortar a los demás para conducirlos a la salvación, seamos los primeros en adherirnos a la Palabra de Dios, haciendo que tome carne en nosotros y que nos haga ser un signo auténtico de Cristo Salvador para el mundo entero.

Sal. 24 (23). Dios es el creador de todo y el que nos llama para que vivamos con Él eternamente. Nosotros podemos hacer muchos planes de trabajo para lograr la salvación, sin embargo sólo Dios es el que nos puede manifestar el camino para llegar a Él. En el Antiguo Testamento fue la Torah (la Ley) la que reveló a la humanidad la voluntad divina para que, quien la cumpliera, fuese grato al Señor. En los últimos tiempos es nuestro Dios y Padre el que nos ha revelado el único camino que nos salva, Aquel que es la plenitud de la Ley, Aquel que es la nueva ley: Cristo Jesús. Nosotros no sólo hemos de escuchar su Palabra y ponerla en práctica, sino que nos hemos de hacer uno con Él, para caminar en el amor fiel al Padre Dios y al prójimo. Efectivamente sólo caminando tras las huellas de Cristo lograremos entrar en el Templo Santo de Dios, para permanecer eternamente en la Gloria, donde nos ha precedido Cristo, Principio y cabeza de la Iglesia.

Lc. 17, 1-6. El auténtico hombre de fe en Cristo Jesús debe ser una luz que ilumine el camino de su prójimo, si anunciamos a Cristo a los demás y después llevamos una vida en contra de lo que enseñamos, en lugar de colaborar para la salvación de nuestro prójimo estaremos dándole motivos, o de que se aleje de Cristo, o de que, junto con nosotros lleve una vida de hipocresía en su fe. Ciertamente somos frágiles, pecadores. Y por eso hemos de vivir en una continua conversión no sólo pidiendo perdón a Dios y al prójimo, sino estando también nosotros dispuestos a perdonar siempre a nuestros semejantes. No basta con tener mucha fe, es necesario que la calidad de la fe que poseamos, tal vez al inicio demasiado pequeña, nos lleve a dejar que el Señor actúe en nosotros; y, desde nosotros, vaya eliminando todo obstáculo que nos impida vivir en un auténtico amor hacia Dios como a nuestro Padre, y en un auténtico amor hacia nuestro prójimo como a nuestro hermano. Procuremos ser personas con una fe auténticamente aquilatada por el Señor, de tal forma que lleguemos a esforzarnos por un mundo cada vez más libre de todo aquello que nos divide, o que nos ha hecho vivir desligando nuestra fe de nuestra existencia ordinaria.

El Señor nos reúne en este día para celebrar la Eucaristía. Nosotros hemos llegado a la fe en Cristo Jesús, pero esa fe en Él nos pone tras sus huellas. Si queremos que los demás escuchen a la Iglesia, Esposa del Cordero Inmaculado y signo del Señor en el mundo, nosotros hemos de ser los primeros en vivir comprometidos con la Palabra que anunciamos, de lo contrario seríamos tachados de hipócritas, y seríamos ocasión de burla y desprecio para los demás; venir a la Eucaristía nos compromete a vivir en la fidelidad al Señor. No podemos buscar al Señor, para que nos muestre el camino de la salvación para quedarnos en sólo darle culto, en lugar de tomar nuestra cruz de cada día que ir tras sus huellas.

Vivimos en una comunidad de fe donde todos colaboramos a favor o en contra de la vivencia y de la madurez de la misma. Muy por encima de todos ha de estar el buen ejemplo de los pastores, como servidores a los que se les ha encomendado la Instrucción en la Palabra de Dios y la repartición del Pan de Vida. Por ello no pueden dedicarse a comer, a embriagarse y a maltratar a los demás siervos que conforman el Pueblo de Dios. Un escándalo por parte de ellos puede destruir la comunión desde sus cimientos; por eso los documentos de la Iglesia piden a los obispos que no sean ligeros ni precipitados en imponer las manos a quienes han de servir al Pueblo como pastores. Pero no sólo ellos están llamados a vivir santamente; junto con ellos toda la comunidad de creyentes ha de dar un auténtico testimonio de nuestra fidelidad a Cristo, mediante nuestras buenas obras y mediante nuestra verdadera comunión con los pastores que Dios ha puesto al frente de su pueblo.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de manifestar nuestra fe mediante nuestra fidelidad a la Palabra de Dios, hecha vida en cada uno de nosotros. Amén.

Homiliacatolica.com


3-17.

Reflexión

En esta sección, Lucas a incluido una serie de enseñanzas de Jesús que bien vale la pena meditar el día de hoy. La primera esta refería a la gran responsabilidad que tenemos de ser buen ejemplo para los demás, pero de manera espacial para los niños y los jóvenes. En nuestras casas y en nuestros barrios nuestro modo de vivir debe inspirar a los que conviven con nosotros a vivir honesta y sanamente. Jesús es muy severo para prevenirnos el dar mal ejemplo y mucho más en ser nosotros mismo quienes propiciamos la tentación y quizás el pecado para los demás. La segunda, que ya hemos reflexionado en otras ocasiones en la cual no invita a tener una apertura siempre misericordiosa para aquellos que nos ofenden. Y termina con la petición de los apóstoles de aumentarles la fe. Y es que solo con una fe grande, es posible vivir de tal manera que nuestra vida sea modelo para los demás y solo con ella podemos tener la capacidad que nos pide de perdonar siempre. Hagamos nuestra hoy la petición de los apóstoles y digámosle a Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón: Aumenta mi fe Señor, para que esta se transforme en caridad y en perdón.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-18. 08 de Noviembre 2004

185. Responsables en la caridad

I. Una de las advertencias más duras de Jesús, dirigida en primer lugar a los que le siguen de cerca es andaos con cuidado, después de decir: Más le valdría ajustarle una piedra de molino y arrojarle al mar, que escandalizar a uno de los pequeños (Lucas 17, 1-3). Escandalizar es hacer caer, ser causa de tropiezo, de ruina espiritual para otro, con la palabra, con los hechos, con las omisiones (SANTO TOMÁS, Suma Teológica) Los pequeños son para Jesús los niños, en cuya inocencia se refleja de una manera particular la imagen de Dios. Pero también son esa inmensa muchedumbre, sencilla, menos ilustrada y, por lo mismo, con más facilidad de tropezar en la piedra interpuesta en su camino. Pocos pecados tan grandes como éste, pues “tiende a destruir la mayor obra de Dios, que es la redención, con la pérdida de las almas: da muerte al alma del prójimo quitándole la vida de la gracia, que es más preciosa que la vida del cuerpo, y es causa de una multitud de pecados” (Catecismo de San Pio X, 418)

II. Es mucho lo que influimos en los demás, y esta influencia ha de ser siempre para bien de quien nos ve o nos escucha, en cualquier situación en la que nos encontremos. Sin embargo, también existe el falso escándalo: en no pocas ocasiones la conducta del cristiano que quiere vivir con integridad la doctrina del Señor, chocará con un ambiente pagano y frívolo y “escandalizará” a muchos. No nos debe extrañar si con nuestra vida en alguna ocasión sucede algo parecido, y hemos de evitar aquellas ocasiones de suyo indiferentes que pueden producir extrañeza o escándalo en personas por su falta de formación. Especialmente es grave el escándalo que proviene de aquellas personas que gozan de algún género de autoridad o fama, y el que es ocasión de escándalo tiene obligación, por caridad, y a veces por justicia, de reparar el daño espiritual y aun material ocasionado. La caridad, movida por la contrición, encuentra siempre el modo adecuado de reparar el daño.

III. De nosotros deberían decir quienes nos han tratado, lo que sus contemporáneos afirmaron del Señor: pasó haciendo el bien (Hechos 10, 38) Si lo propio del escándalo es romper y destruir, la caridad compone, une y cura, y ella misma facilita el camino que conduce al Señor. El buen ejemplo será siempre una forma eficaz de contrarrestar el mal que, quizá sin darse cuenta, muchos van sembrando por la vida. Nuestra Madre nos ayudará a darlo si nos mantenemos cerca de Ella.

Fuente: Colección "Hablar con Dios" por Francisco Fernández Carvajal, Ediciones Palabra. Resumido por Tere Correa de Valdés Chabre


3-19. Fe como un grano de mostaza

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Juan Gralla

Lucas 17, 1-6.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás. Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.

Reflexión:

Estamos rodeados de testimonios edificantes, de personas ejemplares, coherentes, generosas... Pero tenemos la costumbre de fijarnos y hablar sólo de los “escándalos” que por ahí nos encontramos. Aquel joven, la vecina, un político... todos pasan por nuestro tribunal.

Es una realidad innegable que, como hombres que somos, tenemos debilidades y flaquezas (Si alguien no las tiene, puede inscribirse en el registro de los ángeles sobre la tierra), que, por lo demás, son evidentes a los ojos de los demás, sobre todo en algunas ocasiones. Algunas veces hasta pueden provocar escándalos.

Sin embargo, la inspiración divina bien colocó este pasaje seguido inmediatamente de otro que versa sobre el perdón. Nuestra tarea no es entonces juzgar ni mucho menos buscar como detectives los “talones de Aquiles” de nuestro prójimo. Será mejor si, por nuestra parte, nos esforzamos para dar el mejor testimonio, y si fijamos nuestra atención en las virtudes de los demás. Y cuando alguien nos escandalice con su conducta, no juzguemos y sepamos perdonarle de corazón, sabiendo que quien confía en el poder de Dios, puede trasplantar un árbol al mar.


3-20. 32ª Semana. Lunes 2004

Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan los escándalos; pero, ay de aquel por quien vienen. Más le valdría ajustarle al cuello una piedra de molino y arrojarle al mar, que escandalizar a uno de esos pequeños: andaos con cuidado.

Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale. Y si peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás».

Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Respondió el Señor: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este moral: "Arráncate y plántate en el mar, y os obedecería" ». (Lc 17, 1-6)

I. Jesús, hoy condenas el escándalo. El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otros a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave, si por acción u omisión, arrastra delibepradamente a otro a una falta grave [173].

Es decir, yo soy responsable no sólo de mis acciones, sino también de la repercusión de mis acciones en la conducta de los demás. El escándalo es lo opuesto al apostolado. En lugar de acercar almas a Ti con el ejemplo de una vida cristiana, el que escandaliza aleja a los demás de Dios con el mal ejemplo de una vida tibia, con doctrinas contrarias a la Iglesia, promoviendo una cultura inmoral, etc.

Andaos con cuidado. Jesús, me alertas para que nunca escandalice a los demás con mi conducta y también para que no me deje influir por los escándalos ajenos. Aún más, tengo el deber de corregir al que peca, especialmente si es una persona cercana a mí: un familiar, amigo o conocido. Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale. Este deber se llama «corrección fraterna», y ha quedado recogido como una de las obras de misericordia que enseña la Iglesia: corregir al que yerra.

Jesús, Tú me has dado ejemplo de cómo corregir con caridad, por amor. Durante los tres años que conviviste con los apóstoles, no dejaste de señalarles sus errores con paciencia. Los primeros cristianos aprendieron de los apóstoles a ayudarse unos a otros para mantenerse fieles en el camino. San Pablo recoge este enseñanza de forma clara: Hermanos, si acaso alguien es hallado en alguna falta, vosotros, que sois espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre [174]. Al cabo de los siglos, este deber de caridad sigue en pie.

II. «Omnia possibilia sunt credenti» -Todo es posible para el que cree. -Son palabras de Cristo.

-¿Qué haces, que no le dices con los apóstoles: «adauge nobis fidem» -¡auméntame la fe!? [175].

Jesús, humanamente, sólo el que realmente cree en un proyecto, o en un objetivo que se ha marcado, y persevera en el intento a pesar de las dificultades, consigue su propósito. El indeciso se arruga ante la primera contradicción y nada logra. Esta fe no es aún la fe que te piden hoy tus discípulos, pero es su base humana: el tesón. El tesón es una virtud humana que yo puedo adquirir si me lo propongo, y que facilita que arraigue la virtud sobrenatural de la fe.

La fe es una virtud sobrenatural, es decir, una virtud que Tú me das cuando te la pido y no pongo dificultades para recibirla. Todo es posible para el que cree. Jesús, a veces me desanimo y pienso que no; que yo no puedo vencer una tentación o superar un defecto; que las dificultades me sobrepasan y que no tienen remedio. Es el momento de repetir con fuerza: ¡auméntame la fe!; que me dé cuenta de que Tú estás a mi lado; que me convenza de que Tú eres Dios y a la vez eres Amigo, Hermano y Padre.

Y entonces veré arrancarse de raíz defectos que estaban profundamente implantados en mi conducta; y se resolverán problemas «insolubles»; y se enderezarán situaciones torcidas. Y volveré a tener paz y alegría en mi alma.

Porque la fe es capaz de mover montañas, si es verdadera fe, que significa fe acompañada de obras de virtud y de caridad: fe acompañada de esfuerzo por hacer siempre y en todo tu voluntad.

[173] Catecismo, 2284.
[174] Gál 6, 1.
[175] Camino, 588.

Comentario realizado por Pablo Cardona.
Fuente: Una Cita con Dios, Tomo VI, EUNSA


3-21. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

Cuando era pequeña me decían que tener fe era creer en lo que no se ve, como si fuese un gran misterio donde una no podría llegar nunca. Yo no entendía nada, la verdad es que me parecía algo extraño, pero si Dios así lo quería...¡Cómo iba yo a entender a Dios!, a alguien tan importante y que gestaba el mundo como quería y le gustaba...¿Qué podía yo darle a Dios, si todo había sido ya hecho?.¿Qué podía yo hacer?

El tiempo me ha enseñado que la fe es una ciencia cierta, que es para experimentar y gustar, pero sobre todo para ser feliz. Y cuando eres capaz de ponerte en marcha suceden cosas que no te esperas y ahí es donde se tiene la confianza, la fe. Experimentar las certezas con Dios y ponerte en camino hacia él, hacia ti y hacia los otros... y palpar y descubrir la inmensidad que tiene las palabras como abandonarse en su mensaje, ahondar mar adentro, tener una fe como un granito de mostaza... y es que lo único que se contagia es la ilusión y la esperanza. Realmente se contagia lo que vivimos.

Ahondar y vivir desde la fe, es haber palpado realidades, no sólo ideas bonitas. Es adentrarse e ilusionarse, volverse loca de alegría al sentir desde dentro el envío a trabajar por el mismo sueño que tiene Dios, un sueño de esperanza en el que la ilusión y la vida se contagian cuando de verdad se hace posible lo que se dice y se proclama.

La fe ha cambiado de sentido en mí cuando he experimentado junto a otras personas que el evangelio te lleva a situaciones que no te imaginas. Lo de Dios es posible siempre y cuando recojamos cada día el reto que nos lanza de felicidad para todos. ¿Quién puede robar los sueños de un Dios enamorado de sus criaturas y que continúa apostando por un mundo feliz para todos?

Hace tiempo una persona muy cercana a mí escribía esto:

“Que alguien se ponga de pié, que alguien dé la cara, se necesita un luchador por la fe, un hombre, que sea fiel a su causa. La gente ya no quiere ver cristianos de boca cerrada, es preciso que volvamos a ser profetas, que no le temen a nada”.

Que Dios nos bendiga y seamos bendición para muchos.

Vuestra hermana en la fe:

Maria Jesús Arija
mjarija@jesusa.jazztel.es