SÁBADO DE LA SEMANA 30ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Rm 11, 1-2a.11-12.25-29

1-1.

-Hermanos, os pregunto: ¿Habría Dios rechazado a su pueblo? No, de ningún modo. Yo mismo soy prueba de ello: también soy uno de Israel.

Pablo subraya aquí que no fue Dios quien tomó la iniciativa de la ruptura. No deja de ser fiel a su esposa infiel.

Dios ama a aquellos que no le aman. Dios no rechaza a nadie.

Y Pablo, tomando de nuevo la tesis de los profetas según la cual sólo un «pequeño resto» subsistiría, hace notar que hay un grupito de judíos, como él, por ejemplo, que son los testigos de ese amor.

Conservar las solidaridades. No quedarse aparte, resguardado, como aquellos que huyen del peligro. Al contrario, considerarse como responsable de todos aquellos que son solidarios con él: no soy un salvado "para mí", sino «para todos».

Pablo-creyente es ya una parte del pueblo de Israel... ¡creyente!

Pablo-salvado es ya una porción, algo del pueblo de Israel... ¡salvado!

-¿Ha caído Israel para no levantarse?... si por haber caído ellos la salvación ha pasado a los paganos, su caída ha supuesto riqueza para el mundo.

Es preciso comprender bien este sorprendente argumento.

Pablo alude al «hecho histórico» muy conocido: el rechazo de los judíos ayudó a Pablo a no encerrarse en el mundo judío e ir a los paganos. Expulsado de la Sinagoga y de la comunidad judía, se halló casi obligado a dirigirse a los paganos (Hch 23, 44-52; 17, 1-9; 11, 19-26).

-No quiero dejaros en la ignorancia de este misterio: el endurecimiento de los judíos durará hasta la entrada del conjunto de los paganos.

Visión histórica audaz.

Así el rechazo de la Fe, de los judíos, lejos de contradecir el prodigioso amor salvador de Dios por todos los hombres -tesis de la Epístola de los Romanos- no es sino una ilustración temporal y brillante de ese amor universal.

A través de este misterio quisiera comprender mejor el misterio de la "incredulidad" HOY.

¡Muchos son los que "rechazan" HOY a Dios o viven «como si no existiera»! Quiero creer que Tú sigues amándolos, Señor, y que quieres también salvarlos a todos.

Tu proyecto es ¡«la entrada del conjunto de los paganos»! en la salvación.

-Es así que todo Israel será salvo. En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien. Pero en cuanto a la elección de Dios, son amados en atención a sus padres... ¡Los dones y la vocación de Dios son irrevocables!

También los judíos un día serán creyentes.

El Señor vendrá. Pero retrasa su venida para dar a todos ¡un «plazo» de conversión! Así, todo contribuye al proyecto de Dios.

La incredulidad de los judíos es la prueba dramática del fracaso del hombre que quiere salvarse por sí mismo.

Como tal, esta «incredulidad» tiene un aspecto positivo, pone en evidencia que nos salvamos «por pura misericordia»: mas entonces los judíos pueden también beneficiarse, y se beneficiarán de ello. Los dones de Dios son "IRREVOCABLES".

Pueblo nacido de una iniciativa del amor de Dios, Israel está siempre acosado por este amor, incluso en su rechazo: continúa viviendo de la fidelidad a la Palabra de Dios... Los judíos de HOY leen la misma Biblia que nosotros.

Ojalá el cristiano pueda preparar su retorno definitivo y su propia plenitud, edificando una Iglesia que "sólo busque su fuerzas en la iniciativa de Dios y su pura misericordia.

Sí, ¡los "enemigos de Dios" son los "muy amados" de Dios! Ruego por todos aquellos que se creen o que se dicen "enemigos de Dios".

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 366 s.


1-2. /Rm/11/01-12

En este tercer capítulo sobre el tema, Pablo insiste en la exageración de los que dicen que el pueblo judío no ha aceptado a Cristo. «También yo soy israelita», afirma, y tras este «yo» está toda la plana mayor de la Iglesia y una parte considerable de sus fieles.

Dios puede sacar de las piedras hijos de Abrahán. Si en tiempos de Elías, mientras la masa del pueblo claudicaba ante las persecuciones, Dios se reservó siete mil fieles que representasen la continuidad de la elección, también en el momento presente ha suscitado Dios millares de conversiones entre los judíos. Porque si la elección es obra de Dios no fruto de las obras humanas, también la continuidad de la elección es obra de Dios.

Entonces, ¿habría podido Dios llevar a Cristo toda la masa del pueblo, lo mismo que ha llevado a una pequeña parte de él? Pablo respondería que sí, que es Dios quien no ha querido sacarlos de las tinieblas en que, como ha dicho antes, se encontraban.

Y ¿por qué no lo ha hecho? Por una parte, para darles celos: para que, viendo las piedras convertidas en hijos de Abrahán, comprendieran que sólo Dios puede asegurar al hombre la continuidad en el camino de la salvación. Por otra, para facilitar el contacto directo a los pueblos no judíos: para que la montaña de la legalidad judía no se interpusiese como una barrera entre Dios y los pueblos paganos.

De todas formas, añade Pablo, si la pérdida de los judíos ha sido una riqueza para los paganos, su retorno lo será todavía más, porque en la tradición multisecular del pueblo judío hay una experiencia de Dios que los cristianos necesitaremos siempre.

J. SANCHEZ BOSCH
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 497 s.


1-3. /Rm/11/25-36

La realidad concreta de veinte siglos de historia en que el pueblo judío no ha llegado a la meta de la ley, que es Cristo, hace todavía más urgente la exhortación de Pablo a no creernos demasiado inteligentes, a comprender que los designios de Dios están por encima de nuestra interpretación y de nuestros cálculos. De todas maneras hay una promesa divina (eso quiere decir la palabra «misterio» o "designio" con que empieza el fragmento) de que esa llegada se producirá por caminos que sólo Dios conoce.

Más siglos duró la miseria espiritual de los pueblos paganos. En otro tiempo, los demás pueblos desconocían a Dios, mientras Israel era el pueblo escogido. Ahora, en cambio, Dios ha tenido compasión de los otros pueblos, mientras Israel, por no reconocer esa misericordia, se ha vuelto infiel. Así, todos habrán pasado por la desobediencia y al final todos aprenderán qué significa ser salvado por misericordia.

En medio de su infidelidad (parcial y temporal, como se nos repite varias veces), los judíos merecen ser amados a causa de las promesas de Dios: porque la elección del pueblo -como todos los dones de Dios- tiene algo de irrevocable. Eso es tan cierto que, mientras la masa de Israel no haya entrado en la Iglesia, no se podrá decir que se han cumplido las profecías mesiánicas. En diversas profecías se dice que el Salvador vendrá a expiar los pecados de Israel y a restablecer un pacto con quienes lo habían roto.

Ni unos ni otros tenían suficientemente claro que nosotros no hemos dado a Dios nada que nos permita exigirle alguno de sus dones. Sólo el retorno constante a la idea de la gracia y de nuestra necesidad de salvación puede ser fuente de verdadera renovación para la humanidad.

J. SANCHEZ BOSCH
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 499 s.


2.- Flp 1, 18b-26

2-1.

Hermanos: Cristo es anunciado; esto me alegra y seguirá alegrándome. No seré confundido en modo alguno, antes bien estoy completamente seguro, hoy como siempre que Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte.

Cuando esto escribía, Pablo estaba en la cárcel. Perseguido por el odio de los judaizantes, fue arrestado y conducido a Roma, es un cautivo vigilado. Pero, esta circunstancia, lejos de entorpecer la difusión del Evangelio, resultó ser a favor del Evangelio. De hecho, en Roma, algunos años más tarde habrá cristianos en el Pretorio -la Guardia nacional-, y en el palacio del Emperador.

También en nuestras vidas hay circunstancias que sentimos como "contrarias", Dios puede aprovecharlas a pesar de todo. Me detengo a considerar en la vida de HOY lo que podría ser obstáculo, contrariedad en mi vida, en la vida del mundo y de la Iglesia. ¡Señor, haz que todo termine bien!

-En efecto, para mí, vivir es Cristo.

Dejo resonar en mí esta fórmula algo abrupta.

Pablo es un apasionado de Cristo.

Todo lo que abarca esta palabra «vivir»... es Cristo para Pablo... Cuando puede morir de un momento a otro Pablo exulta en el gozo: su gozo y su alegría es vivir en una comunión profunda y continua con Jesús. Su alegría no proviene de una situación confortable ni de razones humanas.

¿En cuanto a mí?...

¿De dónde proceden mis alegrías? ¿Cuál es la fuente de mi alegría?

Y morir, una ganancia... De una parte deseo partir y «estar en Cristo», lo cual es ciertamente lo mejor.

Es así como Pablo considera la muerte: un momento de felicidad y de alegría... el encuentro definitivo con Jesús, el cara a cara con aquél a quien ha entregado su vida... la entrada en el gozo de Cristo. Para Pablo, la muerte no rompe la comunión que tiene aquí abajo con Jesús: la camaradería divina continúa y se acentúa. A ese nivel de fe, vivir o morir es indiferente... ¡Pablo es total y radicalmente libre! Danos, Señor, esas íntimas certidumbres.

-Pero si viviendo en este mundo, alcanzo a hacer un trabajo útil, no sé qué escoger. Me siento apremiado por ambas partes... Para vosotros, quedarme en este mundo es más necesario...

Si ir a ver a Cristo sería preferible para él.

Pero, pensando en sus fieles queridos escoge quedarse trabajando, sirviendo a sus hermanos.

¡Servir a mis hermanos! ¿Cómo puedo hacerlo, HOY? ¡Hacer un trabajo útil! es una razón suficiente para Pablo, para renunciar a ese encuentro íntimo con Jesús que la muerte le proporcionaría.

Reflexiono sobre mi trabajo de HOY. ¿Le doy esa misma importancia, según la mirada de Dios?

-Permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe.

Progresar.

Tener la alegría de la fe.

Señor, da a todos los cristianos ese dinamismo. Concede a tu Iglesia ese dinamismo de progreso y de alegría.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 366 s.


2-2. /Flp/01/12-26

Pablo está en la cárcel cuando escribe a los filipenses (v 13). Esta situación, al revés de lo que podría esperarse, en lugar de impedir la expansión del evangelio resulta muy útil para su anuncio y defensa, en cumplimiento del mandato que ha recibido (12 y 16). En efecto, en lugar de disminuir la predicación y el anuncio de Cristo, las cadenas del Apóstol han provocado un incremento, ya que el Señor es anunciado no sólo por aquellos que continúan -por amor a Cristo- la tarea de Pablo, sino, de rebote, incluso por otros, rivales suyos (15-17). Estos, sin embargo, "no juegan limpio", ya que predican por antagonismo con Pablo, pensando que así aumentan todavía más sus sufrimientos. Con eso se engañan a sí mismos. Porque lo que importa de verdad al Apóstol no son las cadenas y los sufrimientos, ni siquiera por qué se predica, sino, sencillamente, que Cristo sea anunciado, cosa que ellos ya hacen. De eso se alegrará siempre (18). Esta especie de triunfo inesperado de su predicación lo reafirma en la esperanza de que, ni ahora ni nunca, sus padecimientos corporales llegarán a ser un obstáculo para que Cristo sea glorificado (20).

A continuación se explaya Pablo hablando de su vida y de su muerte, condensándolo en su bien conocida expresión: «Porque para mí vivir es Cristo y morir ganancia» (21). Esta es la razón de su pensamiento anterior en relación con sus cadenas y el anuncio del evangelio. Por el Señor está dispuesto a todo. Pero, mientras tanto, se siente internamente arrastrado en dos direcciones opuestas: por el deseo de estar con Cristo -la cosa mejor de todas- y por la necesidad que los creyentes tienen de él. Pero no le corresponde decidir a él. Sin embargo, ve que se quedará todavía aquí, para satisfacción y provecho de los fieles (25s).

Como siempre, también en este pasaje, al descubrir Pablo su mundo interior, entretejido de experiencias personales e incomunicables, vividas y rumiadas, no pretende él transferirlo a los filipenses. Lo que intenta, exactamente, es animarlos a mantenerse fieles, como él lo ha sido, a su nueva vida, confortados por la palabra incontenible de Dios, que les habla del Cristo que lo es todo, y les hace comprender a la vez su existencia bajo una luz inesperada y llena de esperanza.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 261 s.


3.- Lc 14, 1.7-11

3-1.

-Durante la comida en casa de uno de los jefes de los fariseos, Jesús, notando que los invitados elegían los primeros puestos...

El mundo judío -por ejemplo, las "reglas de la Comunidad de Qumram- tenía gran preocupación por seguir el orden jerárquico.

En un banquete, antes de sentarse, cada invitado elegía "su" puesto según su rango, según la idea que él tenía de su propia dignidad, en comparación a los demás invitados. Y esto estaba codificado por las escuelas de Doctores de la Ley. Se aconsejaba un poco de prudencia elemental, por ejemplo: "Sitúate dos o tres puestos más allá del que te convendría". Sinceramente, ¿podría decirse que la preocupación de "mantener su rango" es algo del pasado? Hoy tenemos muchos signos distintivos que permiten realzar la posición social de cada uno: un cierto estilo o clase en el vestir... una marca de automovil...

-Jesús les propuso esta parábola: "Cuando alguien te convide a una boda no ocupes el puesto principal...

Jesús no entra aquí en los problemas de las conveniencias mundanas, no es su objeto... repite lo que ya dijo otras muchas veces... ¡sed humildes! ¡disponeos a ser el servidor de los demás! ¡ocupad el ultimo puesto! ¡los pequeños son los más grandes! si no os hacéis pequeños, ¡no entraréis en el Reino de Dios! No, nadie puede revindicar la entrada a las Bodas eternas como algo que le es debido, en virtud de su propia justicia.

-Al revés, cuando te conviden, vete derecho al último puesto.

Durante la ultima Cena, sabemos que hubo una discusión entre los Doce sobre sus jerarquías y sus prelaciones. "Llegaron a querellarse sobre quién parecía ser el mayor.

Jesús les dijo: Los reyes de las naciones gobiernan como señores...

Pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros, ocupe el puesto del más joven, y el que manda, el puesto del que sirve... Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve". (Lucas 22, 24-27) Al relatar esa escena, Lucas pensaba en las "asambleas eucarísticas, donde, en su tiempo -¿y en el nuestro?- surgían dificultades entre clases sociales. Santiago (2,14) y san Pablo (1 Corintios 11, 20) se encontraban con esos mismos problemas en sus comunidades. "Si en vuestra reunión entra un personaje con sortijas de oro, magníficamente vestido y entra también un pobretón con traje mugriento; si atendéis al primero en detrimento del pobre, ¿no hacéis una discriminación?" Hoy, hay muchas maneras de creerse superior, de excluir a un tal o a un cual, de hacer discriminaciones.

Señor, haznos acogedores los unos hacia los otros. Que todos los participantes a nuestras asambleas dominicales se sientan cómodos. Que las celebraciones eucarísticas no pasen a ser pequeños clubs cerrados en los que "las personas, allí reunidas, se sientan bien", porque se ha comenzado por excluir a "los que no piensan como nosotros".

-El que se encumbre, lo abajarán, y al que se abaja lo encumbrarán.

Es la condena de cualquier suficiencia.

Dios cerrará su Reino, a los que están persuadidos de su propia justicia. Ser humilde. Hacerse pequeño. Juzgarse indigno... No juzgar indignos a los demás.

La parábola del Fariseo y del Publicano se terminará con la misma fórmula. (Lucas 18, 14): "Todo el que se encumbra lo abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán." Señor, ayúdame; quiero combatir todas mis formas de orgullo. Quiero conocer mis miserias, para que no me estime superior a los demás. Ayúdame a encontrarme feliz en el "último puesto". como Tú, Señor: "Jesús, de tal manera tomó para sí el último puesto, que nadie se lo ha podido quitar".

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 258 s.


3-2.

1. (Año I) Romanos 11,1-2.11-12.25-29

a) Sigue la reflexión de Pablo sobre la suerte de su pueblo y la pena que le da su obstinación contra Cristo.

"¿Habrá Dios desechado a su pueblo? Ni hablar". Pablo está convencido de que Dios sigue siendo fiel a sus promesas: pues "los dones y la llamada de Dios son irrevocables".

Dos consideraciones suyas pueden llegar a sorprendernos. Afirma que, aunque parezca que el rechazo de Cristo es definitivo, llegará al fin la conversión de Israel: "entonces todo Israel se salvará". Además, la caída de Israel puede considerarse providencial para los otros pueblos: "por haber caído ellos, la salvación ha pasado a los gentiles". Recordemos que, según el libro de los Hechos, tuvieron que salir de Jerusalén y de Judea, y ésa fue la ocasión para que anunciaran a los otros pueblos la Buena Noticia de Jesús.

b) En el Concilio Vaticano II hubo una Declaración, titulada Nostra aetate, en la que se habla de la postura de la Iglesia con las religiones no cristianas.

En su número 4 habla del pueblo judío. Son dos páginas que haríamos bien en leer hoy, para ambientar el lamento de Pablo (cita expresamente estos capítulos de la carta a los Romanos) y a la vez resituar nuestra postura respecto al pueblo judío, al que tanto le debemos en el terreno de la fe.

Les respetamos de corazón y, siguiendo el ejemplo de Pablo, no perdemos la esperanza de que un día acabarán aceptando a Jesús. Tenemos fe en la fidelidad de Dios con su pueblo, el pueblo en el que nació Jesús de María, la Hija de Sión. Con el salmo decimos: "El Señor no rechaza a su pueblo ni abandona su heredad".

Además, nos aplicamos nosotros mismos la lección. Porque los que han sido más privilegiados pueden llegar a desaprovechar las gracias de Dios. Por una parte nos duele el que en torno nuestro parezca perderse la fe, y vemos alejarse a la juventud, y que las vocaciones escasean, y que la vieja Europa no da tantas muestras de vitalidad como otros pueblos más jóvenes.

Y, por otra parte, podemos reflexionar sobre nuestra propia persona y preguntarnos si no podría aplicarse a nosotros, en alguna medida, el lamento de Pablo sobre la ceguera de su pueblo ante tanta luz. ¿Somos higueras que dan el fruto que el amo espera? ¿semilla que da el ciento por ciento? ¿siervos que sacan rendimiento a los talentos que han recibido? ¿o sólo pensamos en Israel a la hora de señalar con el dedo la ingratitud y la inoperancia con los dones de Dios?

1. (Año II) Filipenses 1,18-26

a) Pablo está en la cárcel. No sabe cómo acabará. No sabe si le espera la muerte. Pero en todo el pasaje de hoy muestra su disponibilidad total para su misión: quiere colaborar con todas sus fuerzas en la evangelización de este mundo.

Su destino personal no importa: "con tal que se anuncie a Cristo, yo me alegro". Tanto si vive como si le llevan a la muerte, "Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte".

Por una parte, desearía "partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor". Pero si seguir viviendo "supone trabajo fructífero", "no sé qué escoger: quedarme en esta vida, veo que es más necesario para vosotros".

b) Es admirable la convicción de este gran hombre: toda su vida está orientada a dar a conocer a Cristo Jesús. "Con tal de que se anuncie a Cristo, yo me alegro". "Para que avancéis alegres en la fe".

Esto nos interpela a todos. ¿Estamos disponibles a vivir o a morir, con tal de buscar el bien de los demás? ¿miramos a nuestra propia muerte como a un estar con Cristo, "que es con mucho lo mejor", y podemos decir como él: "para mi es una ganancia el morir"? Y si deseamos seguir viviendo, ¿es precisamente para continuar haciendo el bien y cooperando en la salvación de la humanidad?

La afirmación central de Pablo tal vez no nos atreveríamos a hacerla nosotros con sinceridad: "para mi la vida es Cristo". Nada ni nadie es capaz de apagar el fuego sagrado que Pablo tiene encendido dentro de sí: el amor a Cristo, la unión con él, el afán de que todos lo conozcan y le acepten por la fe.

2. Lucas 14,1.7-11

a) Invitado a comer en casa de un fariseo, Jesús aprovecha para darles una lección plástica de humildad.

No sabíamos decir si se trata de una parábola, o sencillamente, de un hecho observado en la vida. Lo de buscar los primeros puestos era, se ve, un defecto característico de los fariseos. Hace pocos días leíamos cómo Jesús se lo echaba en cara: "Ay de vosotros, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas" (Lc 11,43). Hoy les invita a elegir los lugares más humildes. La lección se resume al final: "porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

b) No hace falta que seamos fariseos para merecer la reprimenda de Jesús. Porque a todos nos gusta aparecer y ser vistos y alabados por la gente. Eso no pasa sólo en los actos políticos y sociales, en que se sigue un riguroso orden protocolario, sino también en nuestra vida de cada día, en que cada uno intenta deslumbrar a los otros mostrando un nivel de vida y unas cualidades, que a veces son nada más apariencia, pero que provocan la admiración y la envidia.

Jesús nos ha enseñado una y otra vez que su estilo y, por tanto, el de sus discípulos, debe ser el contrario: la humildad y la sencillez de corazón. Aunque eso de ser humildes no esté de moda en el mundo de hoy. A los seguidores de Jesús no les tendría que importar ocupar los últimos lugares. Y no como un truco, para que luego nos inviten a subir, sino con sinceridad, por imitación del Maestro, que no vino a ser servido sino a servir.

¿O somos como los apóstoles, que no acababan de entender la lección de humildad, y discutían sobre quién iba a ocupar los puestos de honor? ¿no tendríamos que moderar nuestro afán de protagonismo y de aparecer?

Si fuéramos humildes, seríamos más felices: nos llevaríamos menos disgustos. Seríamos más aceptados por los demás: a los vanidosos nadie les quiere. Y más agradables a los ojos de Dios: él prefiere a los humildes.

Un ejemplo muy cercano lo tenemos en la Virgen Marta, la madre de Jesús. Humilde y discreta, ella pudo decir, resumiendo también el estilo de Dios en la historia: "enaltece a los humildes y a los ricos los despide vacíos". Y, hablando de sí misma, "ha mirado la pequeñez de su sierva".

"Los dones y la llamada de Dios son irrevocables" (1ª lectura I)

"Para mí la vida es Cristo" (1ª lectura II)

"El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido" (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 236-240


3-3.

Fil 1, 19b-26: Vivir para Cristo y morir en El.

Lc 14, 1.7-11: El que se eleva será humillado y el que se humilla será enaltecido.

El prestigio era un bien muy apreciado en Israel. Tenía el mismo valor y categoría que la riqueza y el poder. La persona de buena reputación gozaba de una aceptación generalizada y era invitada a todos los eventos importantes.

Entre los líderes populares, los intelectuales, los eruditos y todos aquellos que no tenían poder político y ni riqueza, la única manera de alcanzar éxito era el camino del prestigio. Por eso, en las fiestas y en las comidas buscaban los primeros puestos, para hacerse notar entre los invitados. Esta conducta hacía que entre los aspirantes a ser Maestros de la Ley u hombres famosos se diera una feroz competencia.

Jesús exhorta a su comunidad de discípulos a que no se metan en ese juego, pues lo único que pondrían en evidencia sería la estrechez de su pensamiento. El honor del ser humano no está en el prestigio, en aparecer como persona destacada, en pertenecer al Jet Set . El honor del ser humano está en el servicio permanente y desinteresado a los demás. Pues, la mayor «gloria de Dios es que el ser humano viva».

Hoy muchos se afanan por "ser alguien en la vida", por ocupar algún lugar destacado que los anuncie como personas de éxito. Pero, muchas veces sin saberlo, caen en el juego de la competencia desleal, de la búsqueda fanática de méritos superfluos, haciendo parte del circo que ha montado la mentalidad vigente. Terminan siendo simples marionetas al servicio de un sistema inhumano que les arranca el sentido de la vida y los hace olvidar el verdadero cometido del ser humano en este mundo: vivir dando gloria al Dios de la Vida.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-4. COMENTARIO 1

LOS MARGINADOS SOCIALES CONVIDADOS AL REINO

Exactamente igual que en capítulo anterior (13,18-21), Lucas presenta ahora dos parábolas. En una y otra, el pasaje condensa los rasgos esenciales de la enseñanza de Jesús sobre los contravalores del reino: allí, a base de las imágenes del grano de mostaza (hombre/campo) y de la levadura (mujer/casa); aquí, a base de consejos relativos al convidado («Cuando alguien te convide... Al contrario, cuando te conviden»: vv. 7-11) y al anfitrión («Cuando des una comida o una cena... Al contrario, cuando des un banquete», vv. 12-14).

Los valores de la sociedad humana (designada con la imagen de un banquete sabático) son puestos en evidencia por los «con­vidados que escogían los primeros puestos» (14,7); los contrava­lores de la comunidad de Jesús, en cambio, por el consejo que da él: «Al contrario, cuando te conviden, ve a sentarte en el último puesto» (14,10). Jesús invierte totalmente la escala de valores de la sociedad: «A todo el que se encumbra, lo abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán» (14,11). No pone en cuestión la imagen del banquete, sino las normas que lo rigen. Toda sociedad es clasista: «No te sientes en el primer puesto, que a lo mejor ha convidado a otro de más categoría que tú» (14,8). Jesús quiere constituir una sociedad de iguales a partir de una base que se promocione progresivamente: «Amigo, sube más arriba» (14,10).


COMENTARIO 2

La búsqueda de la consideración social es una tendencia natural en nuestra existencia. Existe en cada una de las personas y debemos ser conscientes de su presencia en nosotros.

Sin embargo, esta búsqueda puede estar dirigida por diversas motivaciones. Una primera posibilidad consiste en el camino más común que se emprende en la vida social para satisfacerla. En ese caso la estima está ligada a la posesión, al poder, al honor. Se trata de la elección de los primeros puestos del Evangelio.

Este camino revela toda su precariedad ante la jerarquización que hace Aquél que ha invitado al banquete. Nuestros conceptos de importancia no son los mismos en su valoración. De allí que sea necesario someter nuestros criterios de jerarquización a los suyos, es necesario adoptar su medida que es la única válida en la relación social que rige en el banquete de bodas del Reino de Dios.

Esta nueva realidad se rige por valores alternativos a los vigentes. Y ambas valoraciones están tan alejadas entre sí que lo último en una escala es lo primero en la otra, lo de arriba se convierte en lo de abajo.

Sólo la comprensión de las leyes que rigen esa sociedad alternativa valen para el desarrollo de la fiesta de bodas. De ahí la necesidad que tenemos de hacer una profunda revisión de la jerarquía de valores que la sociedad en que vivimos ha establecido y nos ha transmitido como los únicos válidos, de ponerlos en cuestión y de asumir la nueva valoración que se nos propone.

1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-5. ¿Máscara o pavorreal?

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Sergio Córdova

Lucas 14,1. 7-14

En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. Dijo también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a los parientes , ni a los vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando hagas una comida llama a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos, y tendrás la dicha de que no puedan pagarte, porque recibirás la recompensa en la resurreción de los justos.


Reflexión:

Sentado en su nueva oficina, un abogado recién graduado esperaba su primer cliente. Al escuchar que la puerta se abría, rápidamente levantó el teléfono para hacer creer que estaba muy ocupado. El visitante pudo escuchar al joven abogado decir:
-“Manuel, volaré a Nueva York para ver si resuelvo el caso del cliente aquel. Parece que esto va a ser algo grande y más difícil de lo que pensábamos. También necesitamos traer al experto americano, Mr. Craig, para que nos dé su opinión sobre este asunto tan importante”. Y, de pronto, interrumpió su presunta conversación con estas palabras:
-“Manuel, perdona, espera un momentito porque alguien acaba de llegar”. Y cortó.
Dirigiéndose entonces al hombre que acababa de entrar, preguntó el abogado: -“Bien, ¿en qué puedo ayudarle?”. Con una gran sonrisa, entre pícara y maliciosa, el hombre contestó: -“Yo sólo he venido a instalar el servicio a su teléfono, señor”.

¡Vaya chasco, amigo! Quiso ser como el pavorreal y se quedó “haciendo el oso”. ¡Qué estúpida es la vanagloria y cuán necio el deseo de impresionar a los demás! Muchas gentes del mundo tratan de “apantallar” a sus semejantes con supuestas obras grandiosas y fingen ser lo que no son; se cubren el rostro con una máscara de catrín y pretenden pasar por gente “importante”. Pero, en realidad, sólo se engañan a sí mismos y terminan haciendo el ridículo, como los comediantes o los actores de una pantomima.

Es esto precisamente lo que Jesús nos pone hoy de manifiesto en el Evangelio. Nuestro Señor era un observador atento y perspicaz de las conductas de los hombres. Pero no sólo miraba las apariencias, sino que penetraba hasta los secretos más recónditos del corazón. Una vez fue invitado a comer en casa de uno de los principales fariseos. Y viendo cómo los invitados perdían los estribos y corrían hacia los primeros puestos, pisoteando no sólo las reglas de cortesía y los buenos modales, sino –más vulgarmente— también los pies ajenos, el Señor no deja pasar la oportunidad para instruir a sus discípulos y amonestar mansamente a los fariseos.

“Cuando te conviden a una boda –les dice Jesús— no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y luego venga el que te convidó a ti y al otro, y te diga: ‘Cédele el puesto a éste’. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto”. Nuestro Señor sabía que los fariseos eran amantes de las reverencias y de las caravanas y que cuidaban su propia fama e imagen casi más que su vida misma. Eran hombres de apariencias. “Hipócritas –es decir, máscaras—, sepulcros blanqueados” les llamó en otra ocasión. Y es que Dios aborrece la mentira y el engaño.

Jesús mismo llamó al diablo “padre de la mentira”. Y la vanagloria es ya, en sí misma, una forma de mentira sutil y perniciosa. Es tratar de aparentar lo que no se es y ser alabado por la belleza de la propia máscara que se lleva encima.

Esopo, el gran fabulista griego, cuenta que en una ocasión una zorra –animal sumamente curioso y astuto por naturaleza– entró al taller de un orfebre y comenzó a observar, con gran maravilla, todas las obras de arte de su autor. De pronto, reparó en una máscara de teatro bellamente pintada, y la estuvo examinando cuidadosamente. Y, después de unos minutos, decepcionada, exclamó: “¡Oh, qué cabeza tan hermosa, pero no tiene cerebro!”. Así son muchos hombres de nuestro tiempo que aparentan ser grandes e “importantes” a los ojos de los demás, pero que están vacíos por dentro. Como los fariseos.

Y es que el corazón del ser humano tiene una profunda enfermedad existencial. Nos encantan las apariencias, la fachada, el “pose” –como se dice—: que los demás hablen bien de nosotros, nos alaben y nos consideren grandes señores. También a nosotros nos acecha la eterna tentación, como a los fariseos del tiempo de Jesús, de ser tenidos en cuenta y apreciados por los demás para sentirnos realizados. Nos gusta impresionar para que la gente nos tenga sobre un pedestal. Y muchas veces nos contentamos con eso para creernos dichosos.

En el año 1807 ó 1808, Beethoven y Goethe se encontraron en Karlsbad, e hicieron un paseo en carroza juntos. Toda la gente, al verlos pasar por la calle, se inclinaban haciendo profundas reverencias. –“Es aburrido –dijo entonces Goethe— ser tan famoso. ¡Todos me saludan!”. A lo cual, Beethoven respondió, no sin cierta picardía: -“No les haga caso, Excelencia. ¡A lo mejor me están saludando a mí!”.

La vanagloria es, en efecto, una gloria “vana”, falsa, postiza, caduca. Y, además, tremendamente subjetiva. Por eso es tan engañosa. Es obrar delante de los hombres, buscando el aplauso y el aprecio ajeno, y no a los ojos de Dios. Es rechazar la única gloria verdadera, que procede de Dios, y cambiarla por las plumas de un pavorreal. ¡Al menos Esaú cambió su primogenitura por un plato de lentejas, y le aprovecharon! Pero con la vanagloria, lo perdemos todo. No somos más porque los otros nos alaben, ni somos menos porque nos vituperen. Y, en última instancia, quien nos va a juzgar –y aprobar o condenar— al fin de nuestra vida es Dios y no los hombres.

Por eso, lo único que debe importarnos siempre es el juicio verdadero de Dios y de nuestra conciencia, y no la opinión ajena. ¡Hagamos siempre el bien sólo por Dios y por los demás, sin buscar la alabanza ni temer el vituperio! La gloria de Dios es nuestra mayor gloria.


3-6. DOMINICOS 2004

Sea Cristo glorificado en nosotros

‘Partir muriendo, para estar con Cristo, es con mucho, lo mejor para mí...
Quedarme en esta vida, si es necesario, lo acepto en servicio…
Para mí la vida es Cristo...’ (San Pablo)

Es admirable el juego de palabras y la revelación de sentimientos que nos hace san Pablo. Pablo vive tan unido a Cristo que su respirar es hablar de Él, su pensar es pensar con Él, su programar es desvelar el misterio de Él... Por eso, aunque algunos puedan actuar con vanagloria, por interés, por celotipia, con tal de que hablen y hablen de Cristo, lo demás importa poco.

Pablo está persuadido de que su misión en la Iglesia es manifestar a los gentiles, y a los creyentes, la grandeza de Cristo; pero, realizados ya muchos proyectos de evangelización, desea concluir su jornada en la historia y volar al Padre. Pero, es voluntad de Dios, seguirá actuando como pregonero de que Jesús es el Salvador.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Carta a los filipenses 1, 18-26:
“Hermanos: Con tal de que se anuncie a Cristo [aunque sea por envidia], yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al espíritu de Cristo, que me socorre.

Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger...”

Evangelio según san Lucas 14,1. 7-11:
“Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando... Él, notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú, y que el convidante se acerque y te diga: ‘Cédele el puesto a éste’. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto...

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.


Reflexión para este día
Grata sencillez de vida
Comentemos el ejemplo que Jesús nos ofrece en su Evangelio.

La parábola de ‘los convidados’ tiene la sabiduría propia del sabio que la expone, y tiene la pedagogía del maestro que construye sobre la realidad de la convivencia social, partiendo de nuestras delicadezas e indelicadezas. Jesús era un gran ‘sabio’, según el lenguaje de los libros de proverbios que se dan en todas las culturas y religiones, y actuaba como tal.

De sabios, al modo humano y divino, es no sobrepasar la raya que deja al descubierto nuestro orgullo, ni tampoco ocultarse con hipocresía. Ambas actitudes pueden generar vergüenza y desprecio... De sabios también es saber actuar sin imponerse, no enseñar con imperio sino sugerir, insinuar, hacer ver a plena luz la belleza de la verdad e invitar a todos a que actúen con cordura.

Felices de nosotros si, compenetrados con el misterio de Cristo, sabio maestro, abrazamos y gustamos su verdad y lo hacemos con alegría.


3-7. Fray Nelson Sábado 30 de Octubre de 2004

Temas de las lecturas: Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia * El que se engrandece a sí mismo será humillado, y el que se humilla será engrandecido .

Más información.

1. El Tamaño del Amor
1.1 La primera lectura de hoy nos invita a considerar la calidad y profundidad del amor cristiano. Al respecto viene bien un fragmento de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.

1.2 La caridad cristiana que Jesucristo nos pide no debe confundirse con una mera filantropía, ni con un simple buen sentimiento de altruismo, ni mucho menos con la grata emoción del «sentirse a gusto» dentro del grupo de los amigos. Es exigente la caridad. Porque no busca la propia satisfacción, sino ante todo el bien de las otras personas. San Pablo nos dejó todo un programa de vida en aquel fragmento de la primera carta a los Corintios en que entona el así llamado himno de la caridad (1 Co 13, 4-8).

1.3 Y Cristo, de nuevo en el discurso de la última cena, llegará a pedirnos una caridad tan grande que nos haga estar dispuestos incluso a entregar la vida por los demás: Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos (Jn 15, 12-13). Que es como si dijera: «Dentro de pocas horas veréis la prueba del amor infinito que yo os tengo; mirad que entrego mi vida; la entrego por vosotros. Y yo quiero que vosotros os tengáis un amor semejante, como el que yo os tengo. Amaos hasta el punto de dar la vida unos por otros, si fuera necesario». Esto es mucho más que un buen sentimiento de benevolencia.

2. La Humildad y los Males de la Soberbia
2.1 El énfasis en en el evangelio está claramente en la virtud de la humildad. La Biblia nos ayuda a valorar la humildad de dos maneras: mostrando los daños que trae su opuesto, que es el orgullo, y enseñándonos los bienes que llegan a los corazones genuinamente humildes.

2.2 Sobre los males del orgullo aprendemos sobre todo una cosa en la primera lectura: el soberbio se arraiga en el mal. Y esto es verdad, porque la soberbia eleva tanto el propio criterio que la persona nunca o sólo difícilmente aceptará lo que le contradice. Este modo de obrar enceguece y priva de ayuda al soberbio, de modo que, cuanto más fuerte se cree, más débil es en realidad.

2.3 El evangelio de hoy presenta lo ridículo de la soberbia de un modo muy práctico: el que busca primeros puestos para destacarse ante los demás tarde o temprano resulta empequeñecido frente a ellos. Puesto que la soberbia se alimenta de sus logros y nos se sacia nunca mientras que nuestros recursos y fuerzas sí se acaban con la edad y los golpes de la vida, es obvio que en algún momento u otro la realidad nos dejará en ridículo. Por ello mismo es buen ejercicio acostumbrarse a la compañía de la gente sencilla pues tanto la humildad como la soberbia se transmiten a menudo por simple contacto.


3-8. Comentario: Rev. D. Josep Font i Gallart (Tremp-Lleida, España)

«Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos...»

Hoy, ¿os habéis fijado en el inicio de este Evangelio? «Ellos [los fariseos] le estaban observando». Y Jesús también observa: «Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos» (Lc 14,1). ¡Qué manera tan diferente de observar!

La observación, como todas las acciones internas y externas, es muy diferente según la motivación que la provoca, según los móviles internos, según lo que hay en el corazón del observador. Los fariseos —como nos dice el Evangelio en diversos pasajes— observan a Jesús para acusarlo. Y Jesús observa para ayudar, para servir, para hacer el bien. Y, como una madre solícita, aconseja:«Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto» (Lc 13,8).

Jesús dice con palabras lo que Él es y lo que lleva en su corazón: no busca ser honrado, sino honrar; no piensa en su honor, sino en el honor del Padre. No piensa en Él sino en los demás. Toda la vida de Jesús es una revelación de quien es Dios: “Dios es amor”.

Por eso, en Jesús se hace realidad —más que en nadie— su enseñanza: «Se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres (…). Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre» (Flp 2,7.9).

Jesús es el Maestro en obras y palabras. Los cristianos queremos ser sus discípulos. Solamente podemos tener la conducta del Maestro si dentro de nuestro corazón tenemos lo que Él tenía, si tenemos su Espíritu, el Espíritu de amor. Trabajemos para abrirnos totalmente a su Espíritu y para dejarnos tomar y poseer completamente por Él.

Y eso sin pensar en ser “ensalzados”, sin pensar en nosotros, sino sólo en Él. «Aunque no hubiera cielo, yo te amara; aunque no hubiera infierno te temiera; lo mismo que te quiero te quisiera» (Autor anónimo). Llevados solamente por el amor.


3-9. Sábado, 30 de octubre del 2004

Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 1, 15. 18b-26

Hermanos:

Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención.

De una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre. Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo. Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado. Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo.

Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo.

Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 41, 2-3. 5bcd

R. ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!

Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios. R.

Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios? R.

¡Cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta! R.

EVANGELIO

El que se eleva será humillado,
y el que se humilla será elevado

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1. 7-11

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:

«Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y asÍ, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.

Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invita- dos. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».

Palabra del Señor.

Reflexión:

Flp. 1, 18-26. Para mí la vida es Cristo. Es Cristo que habita en nosotros. Es Cristo, Esposo de la Iglesia. Es Cristo, Cabeza de su Cuerpo, que somos nosotros. Con Él todo; sin Él nada podemos hacer. Mientras permanecemos como peregrinos en esta vida, nos hemos de preocupar de darlo a conocer al mundo entero, no sólo para que llegue a ellos el mensaje de su salvación, sino para que el Señor habite en ellos por el Espíritu. Ojalá y el Señor nos concediera permanecer mucho tiempo en esta vida, no tanto como encadenados a ella, sino como teniendo la oportunidad de llamar a más y más personas a un encuentro de salvación con el Señor de la Iglesia. Entonces, cuando llegue el momento de partir de este mundo realmente la muerte será para nosotros una ganancia. El Señor quiere que toda nuestra vida esté al servicio del Evangelio, a veces mediante el anuncio hecho con las palabras que broten después de haber escuchado al Señor como discípulos; a veces mediante el servicio que nos lleve a procurar el bien de nuestro prójimo en todos los aspectos, incluso poniendo en riesgo nuestra vida, con tal de salvarlo. Por eso pidámosle al Señor que nos conceda glorificarlo ya sea con nuestra vida, ya sea con nuestra muerte. Por tanto, permanezcamos unidos a Cristo para que, por medio de su Iglesia, llegue a todos el mensaje de salvación y Cristo continúe haciéndose cercano con todo su poder salvador a toda la humanidad por medio de su nuestro.

Sal. 42 (41). Somos peregrinos que, jubilosos, nos dirigimos a la Casa eterna del Padre. Tenemos sed de amor, de verdad, de paz. Sólo en Dios se sacia nuestra sed de eternidad, de perfección, de todo aquello bueno que deseamos. Por eso vamos en búsqueda del Señor como los sedientos buscan en el desierto un manantial que apague su sed. ¿Cuándo llegará ese momento definitivo de nuestro encuentro con el Señor? Ojalá y se haya iniciado ya desde este momento, de tal forma que en verdad el Reino, que es Cristo, ya esté dentro de nosotros, y que en verdad seamos templo del Espíritu Santo. Alabemos al Señor y pidámosle que nos mantenga firmes en la fe, para que el día de su venida, nos encuentre cumpliendo con amor y fidelidad con nuestro deber de proclamar su Evangelio, no sólo con nuestras palabras, sino con una vida intachable y de servicio en el amor fraterno, procurando el bien y la salvación de todos.

Lc. 14, 1. 7-11. El Señor nos llama a participar de los bienes eternos. Él nos ha sentado a su Mesa para alimentarnos con su Palabra, con el Pan de Vida y con el amor fraterno. Y Él nos dio ejemplo del lugar que hemos de ocupar dentro de este tiempo de la distribución de la Gracia hacia nosotros. Después de lavar los pies a sus discípulos les dijo: "¿Verdad que es más importante el que está a la mesa que el que sirve? Pues yo he estado entre ustedes como el que sirve. Así, el que de ustedes quiera ser el primero, que se convierta en el último y en el servidor de todos." Ocupar el último lugar nos pone al servicio de los demás, convirtiéndonos para ellos en un signo de Cristo que salva a costa de la entrega de la propia vida; sólo así la Iglesia continuará la misión del Hijo de Dios: ser el Evangelio viviente del Padre, que se hace cercano al hombre en sus angustias y esperanzas, para caminar solidariamente con él hacia la casa del Padre. Si permanecemos fieles al Señor y fieles en el servicio al prójimo, cuando venga el Dueño de la casa nos hará sentar junto a El en su misma gloria, viéndonos honrados incluso ante los mismos espíritus celestiales.

Y el Señor nos ha convocado en este día a participar de la Mesa en la que Él mismo es el Anfitrión, el Servidor y el Banquete. Él es para nosotros la Buena Noticia del amor del Padre. Él tomó la firme decisión de ir al encuentro de su Padre Dios, llevándonos consigo. Así Él nos manifiesta que la salvación no es una cuestión egoísta, personalista, sino algo que se logra y se vive en comunidad, como un solo cuerpo que ha de llegar adonde está ya aquel que es nuestra Cabeza. Por eso la celebración del Memorial del Misterio Pascual de Cristo profundizar los lazos de nuestra Alianza con Él y nos hace uno con El, de tal forma que su Iglesia, al continuar su obra de salvación, se convierte en la cercanía de Cristo, que hoy sigue no sólo celebrando los misterios de salvación, sino que alegra el corazón de los tristes, perdona a los pecadores, socorre a los necesitados, cura a los enfermos y libera a los oprimidos por el mal. Glorifiquemos a Dios con nuestra vida a la para que con nuestra entrega generosa en favor del bien de los demás, como un signo de la entrega y de la muerte salvadora de Cristo en favor de todos.

Jesús dirá a unos de sus discípulos: "era necesario que el Hijo del Hombre padeciera todo esto para entrar así en su gloria." Los que nos gloriamos en Cristo de tener a Dios por Padre, debemos ser aquellos que, convertidos en siervos del Evangelio, trabajen intensamente no sólo por dar a conocer a Cristo, sino por hacerlo cercano a los demás con toda su entrega y con todo su poder salvador. Mientras Dios nos conceda vivir en el tiempo hemos de ser fieles a la fe que profesamos en Cristo; no podemos vivir con hipocresías, de tal forma que hablemos del Señor y de la salvación que nos ofrece, procurando que los demás vayan tras las huellas de Cristo, mientras nosotros tomáramos por un camino diferente. Pues aún cuando con hipocresía o sin ella fuera anunciado el Nombre del Señor, nosotros, por no haberlo vivido como siervos vigilantes y fieles, en lugar de salvación seríamos rechazados lejos del Señor, pues sólo serán bienaventurados los que escuchen la palabra de Dios y la pongan en práctica.

Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber unir plenamente a Él nuestra vida para que, por medio de su Iglesia, Él continúe su Obra salvadora entre nosotros. Amén.

Homiliacatolica.com


3-10. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos, paz y bien. Aunque me encuentro a años-luz de san Pablo, sí puedo suscribir algunas de sus palabras, es decir, “Cristo es anunciado, y esto me alegra y seguirá alegrándome. Pues yo sé que esto servirá para mi salvación, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el Espíritu de Jesucristo”. Esto lo he podido sentir aquí, en Rusia, desde donde escribo. El Evangelio se sigue anunciando, crece el interés por Él, y siguen surgiendo –por obra y gracia del Espíritu- vocaciones para la Iglesia y para nuestra Congregación. Es algo sorprendente, sobre todo después de tantos años de ateísmo militante. La Iglesia, con humildad, está buscando su lugar, y tratando de ayudar a muchos a encontrarlo. Sin alharacas. Sin aspavientos. Desde, podríamos decir, el último lugar, pero con firmeza.

El Evangelio de hoy nos obliga a terminar la semana como la empezamos, sin andarnos por las ramas. El que se enaltece, será humillado. Más claro, agua. Cuando todo lo que somos o tenemos, lo hemos recibido, ¿de qué nos vamos a vanagloriar? Cuando delante de Dios somos tan poca cosa, ¿para qué intentar aparentar ser más de lo que somos?

No estoy invitando a la depresión o a la pérdida de la autoestima. Solo quiero decir que debemos mirar la vida desde otra perspectiva, desde otros valores, no desde los valores del mundo, (tanto tienes –o parece que tienes – tanto vales), sino desde los valores evangélicos. “No pretendo grandezas que superan mis capacidades”, dice un salmo. Dejemos que el Espíritu nos vaya guiando, iluminando, revelándonos cuál es nuestro lugar, y cómo, desde ese puesto, responder a la llamada de Dios. En Rusia, en España, en América, en todas partes. Con la confianza y la humildad de un niño, que se fía de su padre.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.
alejandrocarbajo@wanadoo.es