JUEVES DE LA SEMANA 15ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Ex 3, 13-20

1-1. YAHVE/NOMBRE:

-Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy".

Sabemos la importancia que tiene el nombre para los hebreos: indica «el ser» profundo.

Así Dios no es una realidad imprecisa, impersonal... como suelen imaginarse muchos hombres. Dios no es una cosa vaga. Tiene un «nombre», es alguien vivo. Se ha buscado mucho cuál podría ser el sentido de esta palabra «Yaveh» traducida aquí por «yo soy el que soy». Se ha pensado, a veces, que es un rechazo a definirse, una respuesta evasiva, como si Dios dijera: «Yo soy quien soy»... Y es verdad que Dios está más allá de todo nombre y no puede ser captado, porque es transcendente.

-Hablarás así a los hijos de Israel: «El que me ha enviado a vosotros es "Yo-soy".»

Yo soy, yo existo.

La explicación más frecuente es ésta: Dios es el «ser que posee su existencia en sí mismo», la roca sólida, el único que existe verdaderamente. Y este Nombre es una garantía. «¡Aquél que me ha enviado a vosotros, es lo sólido, la Roca!»

-Es Yaveh, el Señor, el Dios de vuestros padres, Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob.

En Egipto en medio de toda clase de dioses era fácil que los hebreos hubiesen adoptado, en parte, la idolatría ambiental. Dios se revela como el único verdadero y se une así a la gran tradición de los patriarcas, quizá algo olvidada.

Es pues un Dios "fiel", que cumple sus promesas.

Tenemos siempre la tentación de pensar que Dios se olvida de nosotros, que deja que caigamos. Es que el Señor no parece tener prisa.

Israel estaba lejos de la Tierra, prometida sin embargo hacía ocho o nueve siglos antes. ¡La espera resultaba interminable!

Señor, quiero creer que Tú eres fiel, que eres el Dios de nuestros padres, y que cumplirás todo lo que nos has prometido.

-Yo os he visitado y he visto lo que os han hecho en Egipto, donde se os oprime y he decidido llevaros al país de los Cananeos, país que mana leche y miel.

Otra traducción posible del término Yavéh es «yo seré quien seré», en futuro... como si con ello Dios anunciara que se le reconocería en lo que se preparaba a hacer.

Efectivamente, el verdadero Dios es un Dios comprometido en la historia, un Dios activo que interviene para «crear», «salvar», «reunir».

«He decidido liberaros de la opresión, ayudaros a vivir en una tierra donde será agradable vivir, ¡un país donde la leche y la miel manarán en abundancia para vosotros!»

¿Estamos convencidos de que Dios es siempre «ese Dios »?

Cuando los hombres sueñan en «liberación», «justicia», «desarrollo», «promoción» ¿saben que adoptan un sueño de Dios?

-Ya sé que el rey de Egipto no os dejará partir, sino forzado por mano poderosa. Yo extenderé mi mano...

Dios se comprometerá por entero con la causa de los oprimidos.

¿Y nosotros?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 182 s.


2.- Is 26, 7-9.12.16-19

2-1.

El pasaje que leeremos hoy pertenece a un género literario distinto al de los pasajes precedentes, se trata de un estilo muy parecido a un salmo.

-La senda del justo es recta. Tú allanas el sendero del justo.

Una imagen: una senda, un sendero...

Una certidumbre: Dios facilita la marcha, allana nuestras dificultades.

Señor, haz que camine rectamente por tu senda. Haz que avance...

-Tu nombre y tu recuerdo son el «anhelo de nuestra alma». Te deseo durante la noche.

Desde la mañana te busca mi espíritu.

Oración de deseo, oración de esperanza. Día y noche, sin cesar. Lo que el profeta desea es al mismo Dios: su Nombre, su Recuerdo.

Cuando leíamos los oráculos de tipo político de los días precedentes, en rigor hubiéramos podido equivocarnos de «longitud de onda», imaginando solamente a Isaías como a un hombre de partido, un hombre inmerso en lo temporal. Aquí se nos revela netamente como «el hombre de Dios», inmerso en la oración. No hay que oponer a ambos.

-Señor, concédenos la paz, porque tú actúas con nosotros según nuestras obras. Señor, en el desamparo de tu castigo te buscamos; tu castigo es la angustia y la opresión.

Es la oración de un hombre «en el desamparo» que ora en nombre de un pueblo que sufre colectivamente: las derrotas eran entonces interpretadas como un «castigo» de los pecados cometidos.

-Como la mujer encinta, próxima al parto, sufre y se queja en su trance, así estamos nosotros delante de Ti, Señor. Hemos concebido, tenemos trabajos, pero hemos dado a luz el viento, no hemos traído salvación a la tierra, no han nacido hombres al mundo.

¡Cuán emocionante es ese sentimiento de la inanidad de todos los esfuerzos humanos, para alcanzar la salvación! Se está "en trance", se debería "traer al mundo" un hijo... y aparece sólo viento o nada. Se han gastado esfuerzos por una obra en la que se confiaba, y ha resultado un fracaso. El profeta ha hablado, y no es escuchado.

Sin el auxilio de la gracia de Dios, nuestras vidas nada son, sino vacío.

Es también lo que afirman tan alto HOY las corrientes existencialistas, con la diferencia diríamos, de que ellos se quedan en esa desesperación profunda que marca a la "condición humana" destinada a la muerte.

Hay que atreverse a mirar cara a cara el fracaso, la nada, la muerte. Considero mis fracasos y los llevo a la oración como lo hacía Isaías...

-Tus muertos resucitarán, los cadáveres revivirán. Despertaos y cantad, habitantes del polvo, porque rocío luminoso es tu rocío, y del país de los muertos la vida renacerá.

He aquí la fe, la esperanza en lo profundo del más radical fracaso. Únicamente la resurrección no es ambigua. El sufrimiento resulta fecundo, el esfuerzo humano no es nunca "la nada"... cuando se los considera a ese nivel, el más profundo.

Señor, danos la esperanza.

Señor, da esa esperanza a los que se encuentran más hundidos por la prueba.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 182 s.


2-2. /Is/26/07-21:

Todo el fragmento es una bella plegaria en la que la comunidad expresa su confianza en el Señor (7-9); se lamenta de la ceguera de los malvados delante del Dios que se manifiesta (10-12), recuerda los favores de Dios en el pasado (13-15); reconoce el pecado que le ha merecido el castigo (16-18); espera en la restauración final del pueblo (19-21).

Esta plegaria alcanza un tono de intimidad casi místico en el v 9:

«Mi alma te ansía de noche
y mi espíritu te busca dentro de mí
porque tus juicios son luz de la tierra
y aprenden justicia los habitantes del orbe».

Este mismo sentimiento de intimidad hace brotar la bellísima plegaria de arrepentimiento de los versículos 16-18:

«Señor, en el peligro acudíamos a ti
cuando apretaba la fuerza de tu escarmiento.
Como la preñada cuando le llega el parto
se retuerce y grita angustiada,
así éramos en tu presencia, Señor».

P/D: Mientras los dolores de parto en una mujer se compensan con la alegría del nacimiento de una nueva criatura, en Judá todos los sufrimientos aparecen vanos e inútiles: nada más engendran viento. Pero el hecho positivo que manifiesta esta plegaria es el sentido del pecado. El profeta nos enseña que hay una relación esencial entre el sentido de Dios y el sentido del pecado. El pecado es aquí como algo más que una simple acción contraria a la norma del bien absoluto que es Dios: es la ruptura de una relación íntima y personal con Dios. La revelación de Dios destinada a salvar al hombre exige necesariamente la revelación del pecado como ofensa a Dios. El pecado es el menosprecio del amor. La salvación es la conversión del corazón en la fidelidad y en el amor. Convertirse no es solamente «ir hacia», sino «retornar», «rehacer el camino». Tornar a Dios implica un cambio de orientación en toda ]a manera de vivir.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 28


3.- Mt 11, 28-30

3-1.

VER DOMINGO 14A LECTURA 3

Ver Miércoles de la 2ª Semana de Adviento


3-2.

-Venid a mi todos los que estáis rendidos y agobiados.

Es la continuación del texto de ayer.

Jesús continúa pensando en los que ocupan el primer lugar en su corazón y en su preocupación: los pequeños o humildes, los pobres, los que sufren, los hambrientos, los enfermos o desgraciados... todos los que están rendidos y agobiados .

En primer lugar quiero contemplar ese sentimiento del corazón de Jesús. Trato de imaginar tus actitudes, tus gestos, las palabras que Tú, Señor, les dirigías cuando estabas con ellos.

"Venid a mi... " les dices que se acerquen, que vayan hacia ti y yo, ¿sé también acercarme a ti cuando la carga a soportar me agobia, cuando son muchas mis preocupaciones y mis penas?

-Y Yo os aliviaré.

Podría traducirse por "Yo os daré respiro"... "os procuraré una pausa"... "para que vuestra carga sea más llevadera". Es la imagen del pobre hombre que lleva una carga abrumadora, y que se para unos minutos, para depositar junto a él su carga, tomarla luego de nuevo y continuar su marcha. Es la imagen de la pobre mujer que ha ido a buscar leña al bosque o entre la maleza; el haz se ha hecho tan grande que ha de descansar unos momentos antes de reemprender su camino.

Esto es lo que Jesús quiere hacer por nosotros, aliviarnos, confortarnos, hacernos más ligeros y libres, más alegres y contentos .

"Yo os aliviaré".

¡Gracias. Señor! ¿Es para mí, Ia confesión el momento de descargarme del peso que me agobia? ¿es un momento de paz, de alegría, de liberación? El tiempo que dedico a la oración ¿me resulta una faena pesada? o bien ¿son momentos en los que me acerco a Jesús para reposar junto a El?

-Cargad con mi yugo, sed mis discípulos: aprended de mí, que soy sencillo y humilde, y encontraréis vuestro respiro.

Los Doctores de la Ley, del tiempo de Jesús, imponían muchas obligaciones difíciles de cumplir: era como esos "yugos" duros y mal esculpidos, que los labradores ponen sobre el cuello de las bestias y que lastiman su piel.

El "yugo" de Jesús -mi yugo, dice El- es soportable. No es una carga que aplaste y lastime.

"Pues soy sencillo.....
soy humilde..."

Hay que meditar, detenidamente estas palabras, estas confidencias de Jesús. Una vez mas hay que tratar de imaginar, como eso se traducía en sus actitudes, en su comportamiento y en su modo de hablar y de vivir.

-Sí, mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

Sin embargo, a veces, lo encuentro pesado y lo soporto mal. Pero, Señor quiero hacerte caso y abandonarme a ti.

Es muy cierto que si uno se abandona verdaderamente a Dios, queda realmente reconfortado, colmado de serenidad y de alegría. Nuestra Fe, nuestras vocaciones, nuestras obligaciones religiosas... no deberían ser nunca "cargas" para nosotros. El amor no puede ser más que liberador y radiante.

Por esta alegría se reconocen los verdaderos discípulos de Jesús.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 74 s.


3-3.

1. (Año I) Éxodo 3,13-20

a) ¿Cómo se llama Dios? Es una pregunta legítima que Moisés le dirige al que le está llamando a una misión tan complicada. ¿En nombre de quién tendrá que presentarse a su pueblo y al Faraón en Egipto?

No leemos aquí todas las excusas que presenta Moisés para no tener que aceptar el difícil encargo. Lo cierto es que, al final, se ha rendido (Dios ha tenido que «enfadarse» con él y le ha dado respuesta a todas sus objeciones). Ahora ya se trata de preparar la estrategia de la liberación de Israel.

El nombre de Dios es «soy el que soy», que no hay que entender tanto desde una perspectiva filosófica (el que tiene la plenitud del ser subsistente), sino existencial e histórica: «soy el que estoy ahí para», «soy el que estoy cerca». Es el Dios de los patriarcas, el Dios de la promesa, el que ha decidido estar siempre ayudando a su pueblo, en el pasado y en el futuro. Por eso ahora se dispone a su liberación. El nombre de Dios se nos revela, no en los libros, sino en la historia.

b) Nosotros podemos llamar a Dios, con mejores motivos que Moisés, «el Dios que está con», «el Dios que siempre se acerca para ayudar». Porque en Jesús nos hemos convencido de que Dios es «Dios-con-nosotros». Jesús se llama a sí mismo, a menudo, con el nombre: «yo soy». A veces, con referencia a diversos aspectos de su personalidad: yo soy el pastor, la puerta, el pan de la vida, la luz, el camino, la verdad, la vida. Y otras, en su totalidad divina: «antes que Abrahán existiera, Yo Soy» (Jn 8,58).

Nosotros sí que podemos decir: «El Señor se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada por mil generaciones, de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac». Hemos experimentado que sigue siendo el Dios de la Alianza, porque, en Jesús, estamos celebrando continuamente la Nueva y definitiva Alianza.

Y, cuando también para nosotros llegan los días malos, no sólo podemos decir: «envió a Moisés su siervo y a Aarón su escogido», sino que podemos añadir: «y nos ha enviado a su Hijo, Cristo Jesús, que nos ayuda en nuestro éxodo y en el camino de nuestra liberación».

Si hay un momento en que Dios se nos revela como cercano es en la Eucaristía: Dios nos dirige su Palabra, que es su mismo Hijo, y nos da su mejor alimento de vida, el Cuerpo y la Sangre del Resucitado. No podemos tener mejor luz y fuerza para la jornada.

1. (Año II) (salas 26.7-9.12.16-19

a) Isaías pone una hermosa oración en boca del pueblo, en un momento de lucidez.

Es como un salmo o una profecía hecha oración: «te esperamos, Señor... mi alma te ansia de noche, porque tus juicios son luz de la tierra... tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú». Son sentimientos muy repetidos en los salmos, rezados aquí en un momento en que amenaza la ruina del pueblo.

Es muy fuerte y expresiva la metáfora del parto. El pueblo se compara a una mujer «encinta cuando le llega el parto y se retuerce y grita angustiada», y tiene que reconocer que, después de tantos esfuerzos, confiando en si mismos, resulta que «concebimos, nos retorcimos, y dimos a luz... viento: no trajimos salvación al país, no le nacieron habitantes al mundo».

b) Una buena lección. El pueblo de Israel irá pronto al destierro. Hubiera sido muy distinto si se hubieran mantenido fieles a la Alianza con Dios. Pero buscaron sus propios caminos y fueron a parar a la ruina.

¡Cuántos fracasos nuestros se parecen a este parto ridículo! Fiados de nuestras propias fuerzas, de nuestras técnicas y de nuestros talentos, parecía que íbamos a resolver todos los problemas. Pero dimos a luz sólo viento. «No traemos salvación al país». Después de tanta propaganda, «no le nacieron habitantes al mundo».

Esto pasa a menudo en la sociedad. En la Iglesia. En el apostolado. Con nuestras solas fuerzas, sólo damos a luz viento. Vamos escarmentando sólo a base de golpes: «en el peligro acudíamos a ti, cuando apretaba la fuerza de tu escarmiento».

Orientemos nuestra esperanza según las palabras de Isaías: «mi espíritu madruga por ti... tú nos darás la paz... todas nuestras empresas nos las realizas tú». Entonces sí, «vivirán tus muertos, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo».

O los del salmo: «Tú permaneces para siempre... levántate y ten misericordia de Sión... Que el Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte».

Nos va bien recordar que no somos nosotros quienes traemos la salvación al mundo. Ni los que engendran vocaciones. Sino Dios.

2. Mateo 11,28-30

a) Es muy breve el evangelio de hoy, pero rico en contenido y consolador por demás. Jesús nos invita, a los que podemos sentirnos «cansados y agobiados» en la vida, a acercarnos a él: «venid a mi».

Nos invita también a aceptar su yugo, que es llevadero y suave. Los doctores de la ley solían cargar fardos pesados en los hombros de los creyentes. Jesús, el Maestro verdadero, no. El nos asegura que su «carga es ligera», y que en él «encontraremos descanso».

b) No es que el estilo de vida de Jesús no sea exigente. Lo hemos leído muchas veces en el evangelio y lo experimentamos en la vida. Su programa incluye renuncias y nos pide cargar con la cruz.

Pero, a la vez, él nos promete su ayuda. Cargamos con la cruz, si, pero en su compañía «Yo os aliviaré». Como el Cireneo le ayudó a él a llevar la cruz camino del Calvario, él nos ayuda a nosotros a superar nuestras luchas y dificultades. Cuando nos sentimos «cansados y agobiados», cosa que nos pasa a todos alguna vez, recordemos la palabra alentadora del Señor, que conoce muy bien lo difícil que es nuestro camino.

Así mismo, deberíamos aprender la lección para nuestras relaciones con los demás.

Para que no nos parezcamos a los sabios legalistas que agobian a los demás con sus normas y exigencias, sino a Jesús, que invita a ser fieles, pero se muestra comprensivo con las caídas y debilidades de sus seguidores, siempre dispuesto a ayudar y perdonar. No quiere que nos sintamos movidos por el temor de los esclavos, sino por el amor de los hijos y la alegría de los voluntarios.

Cuando es el amor el que mueve, toda carga es ligera.

«Yo soy el que soy» (1ª lectura I)

«El Señor se acuerda de su alianza eternamente» (salmo I)

«Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti» (1ª lectura II)

«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 153-156


3-4.

Is 26, 7-9.12.16-19: El camino del justo es recto

Mt 11, 28-30: Aprendan de mí

El Reino de Dios se revela a la gente sencilla como un alivio incomparable. El pueblo estaba agobiado por la infinita carga de las prescripciones legales. La confusión que les producía su ignorancia respecto a las múltiples rúbricas de la Escritura, sumado al analfabetismo y a la falta de orientación, hacían de la Palabra revelada en el Antiguo Testamento una carga insufrible.

Por esto, Jesús los invita para que se acerquen a él y asuman una nueva forma de vivir la vida, lejos de legalismos inútiles y sofocantes. La ética de Jesús se resume en un incondicional amor al prójimo como fruto del una experiencia de Dios como Padre. La nueva ley lleva a los hombres y mujeres a experimentar el gozo de la salvación y a actuar como verdaderos hijos de Dios. Para que esto sea posible, es necesario aprender de Jesús, ser su discípulo.

El seguimiento de Jesús es el camino para hacernos sus discípulos y revestirnos del hombre y de la mujer nuevos. El discípulo debe hacer el camino con sencillez y humildad, aprendiendo las actitudes que le permiten ver con mirada limpia el rostro de Dios manifiesto en la humanidad atormentada y agobiada.

Hoy experimentamos una situación parecida a la que enfrentó Jesús. Muchos grupos religiosos cargan el cristianismo con innumerables preceptos de la Escritura, convirtiendo la Palabra de Dios en una carga que abruma y agota a los fieles. Otros grupos, imponen sus propias leyes por encima de la única ley del Evangelio, haciendo también de la religión un yugo pesado. Jesús ataca de frente estas acciones y actitudes porque son contrarias a los designios de Dios. Nosotros debemos conocer la Escritura para liberar a las personas, para aligerar el sufrimiento propio y ajeno, no para llenarnos de cargas y complicaciones, de datos confusos e inútiles.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5.

Ex 3, 13-20: "Yo soy" me envía donde ustedes

Sal 104

Mt 11, 28-30: La carga es liviana

Escuchando este Evangelio, pienso en los judíos muertos en las cámaras de gas durante la segunda guerra mundial, en los millones de esclavos a quienes no se les ha permitido ser libres, en tantos obreros de la industria moderna que son explotados injustamente, en los indígenas maltratados y marginados en sus propios países, en las gentes que llenan tantos campos de refugiados a lo largo y ancho del mundo, en los que sufren y mueren en soledad en los hospitales, en los niños y niñas que son explotados sexualmente, en los drogadictos que han encontrado su infierno particular huyendo posiblemente de otros infiernos.

Todos estos y muchos más, tienen el derecho de sentir estas palabras de Jesús como dirigidas a ellos. Ellos son los últimos de nuestro mundo. Ellos son aquellos a los que ha tocado la peor parte en la herencia. Ellos realmente merecen encontrar consuelo y descanso en el Reino de Dios. Ellos tienen que ser los primeros en entrar en la casa del Padre. ¿Qué podría hacer para que estas palabras llegasen a sus destinatarios?

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-6. CLARETIANOS 2002

Cuando uno está cansado, lo mejor que puede hacer es descansar. Si Dios quiere, yo pienso hacerlo dentro de un mes aproximadamente. Es normal que quien trabaja se canse. Por eso, cada veinticuatro horas dormimos ocho (¡ojalá!), cada siete días descansamos uno (o dos), cada año tenemos unas semanas de vacaciones. Todo esto, naturalmente, en el mejor de los casos, porque hay millones de personas en nuestro mundo que no tienen ni vacaciones, ni día libre semanal y que apenas pueden dormir lo imprescindible para seguir ganándose la vida.

Con todo, el problema grave no es el cansancio producido por la fatiga sino el desgaste ocasionado por la falta de motivaciones en la vida. ¿Qué pasa cuando uno no sabe ya por qué vive, por qué se levanta cada mañana, por qué trabaja, por qué ama y por qué sufre? La gran enfermedad de nuestro tiempo es este "cansancio existencial" que a veces conduce incluso a la depresión. En Estados Unidos han popularizado la expresión "burnt out" (estar quemado).

Cuando uno está quemado, cuando no sabe por dónde tirar, busca a alguien que le eche una mano, que esté cerca. Lo expresaba muy bien Carole King en su famosa canción You've got a friend, que tantas veces he cantado. Pues bien, Jesús se presenta como ese amigo que "está ahí" para aliviar nuestra situación. Él está ahí de día y de noche, en invierno y en verano, sin cita previa.

Pero ¡atención! no está como si fuera un somnífero al "alcance de la mano" o como un juguete para disipar los momentos bajos. No está simplemente para arrullar nuestras regresiones infantiles, nuestros deseos de refugiarnos en un útero materno cálido, a salvo de cualquier problema. Él está con nosotros para ayudarnos a tomar las riendas de nuestras vida, para apelar a nuestra responsabilidad. En la vida hay un "yugo" que llevar y una "carga" que soportar. Eso sí, su yugo y su carga no son losas para oprimir nuestra libertad sino un camino "ligero" que nos permite seguir avanzando sin eludir nuestra vocación.

Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)


3-7. 2001

COMENTARIO 1

Jesús invita a aceptar su yugo, imagen de las exigencias que se derivan de su mensaje; su yugo es llevadero, no como el de la Ley propuesta por los letrados, y su carga es ligera (cf. 23,4). Estudiar la Ley debía servir para acercarse a Dios; Jesús invita a acercarse a él directamente; su persona es el medio (la Ley) y el término (Dios). Invita a romper con otros maestros y a aceptar su enseñanza. El legalismo judío era abrumador, una moral sin alegría. Jesús propone, en cambio, el servicio en la alegría de la amistad (9,15). Propone sus exigencias prometiendo la felicidad (bienaventuranzas).


COMENTARIO 2

El texto de hoy es continuación del texto anterior y en él encontramos la última estrofa del himno de júbilo proclamado por Jesús. Esta estrofa es uno de los fragmentos más afectuosos del Evangelio, es una invitación a entrar en la escuela de Jesús. Los llamados constituyen una categoría concreta de personas; son aquellos "a quienes quiere el Hijo revelar" el acontecimiento del Padre, los "pequeños" en cuyos ojos brilla la bienaventuranza del Reino. Ellos son los "pobres", los "anawin", el pueblo de la tierra, las ovejas maltratadas: todos los fatigados y agobiados.

Aquí encontramos la invitación a los fatigados y agobiados (vv. 28-30). Para Mateo éstos son las víctimas indefensas de las instituciones religiosas judías (el pueblo sometido a la ley de Moisés), que extenuadas y abandonadas, tenían que soportar y cumplir con todo rigor el peso de la ley. A estos excluidos Jesús los invita: "vengan a mí... tomen mi yugo... aprendan de mí... yo los aliviaré... y encontrán reposo". La imagen del "yugo" evoca espontáneamente la idea de sujeción y "régimen de obediencia". Puede aplicarse a la esclavitud y, en sentido religioso, al servicio de Yahveh. Podemos ver cómo Jesús está del lado de quienes ya no pueden más a causa del yugo y carga de la ley judía y les ofrece su propio yugo que es fácil de llevar porque libera de toda dependencia y esclavitud. La invitación de Jesús es de descanso o de reposo para las almas. El reposo que sustituye a la fatiga o a la angustia es uno de los tesoros más grandes de la vida cristiana, que se da a los humildes, objeto del beneplácito de Dios.

Aceptar la propuesta del Reino adhiriéndose vitalmente a su causa y a su persona tiene dos aspectos: uno que es personal: "soy manso y humilde de corazón"; y otro pedagógico: "porque mi yugo es suave y mi carga ligera". Estas palabras de Jesús son una invitación a romper con todas las ataduras que generaba la ley Mosaica y sus maestros (escribas y fariseos) y aceptar sus propias enseñanzas que liberaban de estas cargas e invitaban a vivir con alegría una nueva propuesta de vida.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-8. DOMINICOS 2003

¿Tu nombre, Señor?: Yo soy el que soy
En la celebración litúrgica de hoy recuerda la Iglesia una página sublima de la Historia de salvación. En ella son personajes actores Yhavé-Dios, y Moisés.

Yhavé es el liberador, y Moisés es una conciencia múltiple: conciencia de un pueblo que se rebela contra la tiranía; conciencia de un líder que ama entrañablemente al pueblo; conciencia que experimenta a cada paso la presencia de Dios o de su ángel; onciencia de quien pone su confianza en el Señor y se arriesga como conductor de un pueblo en busca de su libertad...

Para saborear mejor los primeros textos litúrgicos de hoy, conviene retomar un párrafo de la liturgia de ayer:

“Moisés, habiendo huído de los dominios del faraón, pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevaba el rebaño, trashumando por el desierto, y llegó hasta el Horeb, el monte de Dios.

Allí el ángel de Dios se le apareció en una llamarada entre las zarzas ... Moisés se acercaba a mirar el espectáculo..., y Dios le dijo: No te acerques; quítate las sandalias de los pies...

Y añadió: Yo soy el Dios de tus padres... Yo estoy contigo; y esta es la señal de que yo te envío: Cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en este lugar” (Éxodo 3, 1-6.9-12).

Hoy, Moisés, oído el divino mensaje, asume la responsabilidad de ser libertador de su pueblo, esclavo en Egipto, y recibe una consigna: ha de actuar siempre bajo la providencia y designios de Dios, Yhavé, cuyo nombre verdadero se le revela: Yo soy el que soy.

Desde ese momento, el poder del Dios de Israel estará acompañando y dirigiendo los pasos de su servidor, Moisés, en toda la aventura del Éxodo.

Oración:

Señor, providencia de los pueblos y luz de las naciones, haznos comprender a todos que la vida es un don tuyo y que, aún en medio de las adversidades, eres Tú quien nos diriges atentamente con mociones, impulsos sobre nuestra conciencia, abierta a tu inspiración y gracia. Amén.



Palabra de Dios
Libro del Éxodo 3, 13-20:
“Moisés, después de oír la voz del Señor desde la zarza ardiendo, le replicó:

Mira, yo iré a los israelitas y les diré: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si me preguntan cómo se llama ese Dios que me envía, ¿qué les responderé?

Dijo Dios: Yo soy el que soy. Vete, reúne a los ancianos de Israel ... y diles que he decido sacarles de la opresión egipcia y llevarles al país de los cananeos, amorreos, fereceos...”

En este relato tenemos una anticipación divina a todo lo que va a suceder en Egipto. El pueblo de Israel debe saber que Dios está con él, en días de bonanza y en días de infortunio, y ese Dios quiere su libertad.

Evangelio según san Mateo 11, 28-30:
“En aquellos días, Jesús exclamó: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

En este texto podemos ver una aplicación de la providencia divina que se manifestaba en el Éxodo, pero que en Jesús adquiere un tono especialísimo: todos los afligidos, débiles, tristes, podemos descansar y fortalecernos si nos unimos de verdad al Salvador, pues hemos entrado en una nueva etapa de la historia viva.



Momento de reflexión
Dios sensible a los sufrimientos humanos.
Una de las lecciones que aprendemos en la Biblia, como Palabra de Dios, es la cercanía en que nuestro Dios vive respecto de los hombres, y la sensibilidad de su corazón de padre a los sufrimientos que casi siempre nos acompañan en nuestra vida, servicios, trabajos, familia, pan de cada día, búsqueda de felicidad.

A tanto llega esa imagen y voz de cercanía divina que en ocasiones no es fácil distinguir entre sentimientos divinos y sentimientos humanos.

Ejemplo de esa actitud, cargada de amor y misericordia, es todo el relato del Éxodo. Hoy mismo, al leer el texto elegido por la liturgia podemos imaginarnos a Yhavé, a su ángel y a Moisés, programando las acciones a realizar para convencer o vencer al Faraón y sacar de Egipto a los israelitas hacia otras tierras de promisión.

Quizás en nuestra vida diaria no debamos exagerar la cercanía del corazón y de la mano de Dios, como si de continuo nos mimara, pues si nuestro amor y generosidad no es grande, los excesos de sensibilización se pagan al sobrevenir en la vida nuevos sufrimientos. Pongamos ‘cercanía’ y ‘fe’.

Venid a mí, nos dice Jesús con ternura.
Las palabras de Jesús hemos de entenderla en toda su amplitud: Como deseo de que mantengamos cierto equilibrio interior, aún en nuestros difíciles caminos de amor, justicia, paz familiar, fraternidad; como advertencia de que la fatiga y el cansancio resultan ineludibles en viajes de solidaridad, servicio sacrificado, apoyo al necesitado que nos llama; como insinuación de que nuestra dedicación a la justicia para borrar injusticias, y nuestro servicio de amor para borrar odios, no estarán exentos de momentos de debilidad.

¿Qué haremos en esas horas amargas? Tenemos que mirar a Jesús que siempre está dispuesto a llevar nuestra carga y a darnos ánimo para compartir la suya. El hombre bueno, el cristiano noble, el santo, llegan a considerar delicioso el sufrimiento cargado de amor y servicio.


3-9. 2002

Con la imagen del yugo (v. 29) se indica la relación que todo ser humano se ve obligado a aceptar. Puede tratarse de la sumisión al imperio dominante como en Jr 28 pero también puede emplearse para indicar la sumisión del pueblo a Dios. En este último caso (Jr 2, 20; 5, 5; Os 10, 11), el alejamiento del querer divino se concibe como una ruptura de lazos y del yugo que une al pueblo con su Señor.

Por ello el término fue utilizado ya en el Antiguo Testamento (Eclo 6, 24-30; 51, 26-27) para expresar el sentido de la Ley por la cual el pueblo se mantiene en la fidelidad y en la obediencia a su Padre y Creador.

Por consiguiente, la función de la Ley consistía en la liberación de los ídolos que impedían la relación religiosa auténtica. La Ley era, por tanto, el medio privilegiado para significar la elección divina respecto a Israel.

Sin embargo, esta función liberadora de la Ley se oscurece cuando se desplaza de este marco de la elección. El fariseísmo entiende la Ley como una serie de observancias que sirven para agravar la pesada carga que debe soportar la gente sencilla. A ésta, calificada como el conjunto de los que están rendidos y abatidos, se dirige la invitación de Jesús.

Dicha invitación consta de dos partes: en primer lugar se trata de entablar una nueva forma de relación religiosa, abandonando las pesadas prescripciones de la Ley del fariseísmo y de sus interpretaciones. El cumplimiento de la Ley se realiza por medio del acercamiento a Jesús y a su proyecto. Sólo de ese modo se puede entrar en el ámbito de la comunión divina, en la vida familiar del Padre y el Hijo. El “acérquense a mí” (v. 28) y “carguen con mi yugo y aprendan de mí” (v. 29) es un llamado a participar de la intimidad divina.

La segunda parte se dirige a colocar el fundamento que justifica la aceptación de esa invitación. El fruto de este recurso a Jesús es respiro para todos los rendidos y abrumados a consecuencia de las onerosas prescripciones de la observancia religiosa farisea.

Los “sabios y entendidos” (Mt 11, 25) han convertido su enseñanza en instrumento de dominación sobre la gente sencilla. Frente a ellos, Jesús se presenta proponiendo una enseñanza con efectos diametralmente opuestos. Se trata de un maestro que, a diferencia de los letrados, no quiere dominar a sus discípulos. Su característica fundamental es la sencillez y humildad en contraposición a la orgullosa autosuficiencia de los otros maestros. Por ello su enseñanza es descanso para quienes han sido fatigados por una enseñanza dominadora.

Las exigencias propuestas por Jesús son un yugo llevadero y una carga ligera. Acercándose a El que es el resumen y la interpretación de la Ley, el hombre se transfiere al espacio sagrado de la intimidad de la vida divina. La moral sin alegría del fariseísmo se convierte en gozoso servicio producido por la amistad divina. Las exigencias sólo se comprenden desde la felicidad del seguimiento de Jesús tal como se proponen en las bienaventuranzas (cf Mt 5, 1-11).

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-10. CLARETIANOS 2003

Moisés insiste en conocer el nombre de Dios, necesita credenciales para su misión. El nombre que mejor le cuadra es el de “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”; es decir, el de un Dios que acompaña al pueblo.

Me pregunto si esta imagen del “Dios de los padres”, correctamente entendida, no es un bálsamo para todos aquellos que, en la búsqueda de Dios, se encuentran –como dice el evangelio de hoy- cansados y agobiados.

El “Dios de los padres” hace referencia a un amor providente que guía a la humanidad, que se ha manifestado en la “puesta en marcha” de esta colosal joya que es el universo, en la emergencia de la vida, en el “principio antrópico” que hace posible la aparición del ser humano, ... en la encarnación del Hijo.

Es difícil que un científico, habituado a describir cómo son las cosas, se atreva a decir una palabra acerca de lo que realmente son y menos aún acerca de por qué son. En este sentido, admiro la humildad de muchos hombres de ciencia que, como les gusta decir a ellos mismos, se “atienen a los hechos”. Pero esto es sólo una pequeña parte de la búsqueda humana y no precisamente la más importante. La competencia del científico se ve enriquecida por la búsqueda del filósofo y, sobre todo, por la experiencia del místico.

¿Podremos en este siglo XXI emprender una búsqueda verdaderamente interdisciplinar o seguiremos prisioneros de nuestro propio “punto de vista”?

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-11. Jueves 17 de julio de 2003
Alejo

Ex 3, 13-20:Soy el que soy
Salmo responsorial: 104, 1.5.8-9.24-27
Mateo 11, 28-30: Vengan a mí los que estás cansados y agobiados

Los sistemas políticos de este mundo en lugar de dignificar la vida de los seres humanos se constituyen en sistemas de opresión y de exclusión, porque están hechos para mantener y perpetuar el egoísmo y la ambición. Los pobres con su trabajo y con los impuestos que deben pagar ayudan a mantener la burocracia política y administrativa, por eso los sistemas políticos se convierten en cargas que agobian cada vez más al ser humano. Jesús hablando de los jefes de las naciones dice que las gobiernan como señores absolutos y las oprimen con su poder (Mt 20,25); ésta es la experiencia que tiene de los gobernantes de su tiempo y de la historia de su pueblo. En la época de Jesús la presencia del Imperio Romano era el peor yugo que tenía que soportar el pueblo de Israel, era una cultura extranjera que tenía otra forma de mirar la vida, el régimen tributario era demasiado minucioso y a esto había que añadir el sistema religioso que le hacía juego al régimen político.

La religión que debía ser signo de esperanza y de liberación, se constituía en una carga más para el pueblo. La peor carga es la que se lleva en la conciencia: muchos que estaban excluidos de la práctica religiosa del templo por no tener cómo purificarse, al escuchar las enseñanzas de Jesús se sienten más livianos porque a través de sus palabras descubren que Dios nunca ha dejado de amarlos así no hayan ido nunca al templo. Jesús al hablar de los jefes religiosos de su tiempo dice a sus oyentes: “hagan lo que ellos dicen pero no hagan lo que ellos hacen, pues atan cargas pesadas a las espaldas de los demás pero ellos ni con el dedo quieren moverlas” Mt 23,3...

El Reino que Jesús proclama se basa en una propuesta nueva en la que la que las relaciones sociales se fundamentan en la justicia y la fraternidad, que defienden y dignifican la vida en todas sus formas; su norma fundamental es el amor que crea y produce vida. Jesús invita a sus oyentes a que formen parte de ese Reino de Dios en el que nadie estará agobiado ni cansado por el peso de la injusticia y de la opresión, que es fruto de la ambición y del desequilibrio social.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-12. ACI DIGITAL 2003

28. No sólo los muy agobiados; también todos los cargados, para que la vida les sea llevadera.

29. Nótese que no dice que soy manso, sino porque soy manso. No se pone aquí como modelo, sino como Maestro al cual debemos ir sin timidez, puesto que es manso y no se irrita al vernos tan torpes.

30. El adjetivo griego "jrestós" que Jesús aplica a su yugo, es el mismo que se usa en Luc. 5, 39 para calificar el vino añejo. De ahí que es más exacto traducirlo por "excelente", pues "llevadero" sólo da la idea de un mal menor, en tanto que Jesús nos ofrece un bien positivo, el bien más grande para nuestra felicidad un temporal, siempre que le creamos. El yugo es para la carne mala, mas no para el espíritu, al cual, por el contrario, Él le conquista la libertad (Juan 8, 31 s.; II Cor. 3, 17; Gál. 2, 4; Sant. 2, 12). Recordemos siempre esta divina fórmula, como una gran luz para nuestra vida espiritual. El Evangelio donde el Hijo nos da a conocer las maravillas del Eterno Padre, es un mensaje de amor, y no un simple código penal. El que lo conozca lo amará, es decir, no lo mirará ya como una obligación sino como un tesoro, y entonces sí que le será suave el yugo de Cristo, así como el avaro se sacrifica gustosamente por su oro, o como la esposa lo deja todo por seguir a aquel que ama. Jesús acentúa esta revelación en Juan 14, 23 s., al decir a San Judas Tadeo que quien lo ama observará su doctrina y el que no lo ama no guardará sus palabras. Tal es el sentido espiritual de las parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa (13, 44 ss.). Del conocimiento viene el amor, esto es, la fe obra por la caridad (Gál. 5 y 6). Y si no hay amor, aunque hubiera obras, no valdrían nada (I Cor. 13, 1 ss.). Todo precepto es ligero para el que ama, dice S. Agustín; amando, nada cuesta el trabajo: Ubi amatur, non laboratur.


3-13. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

Te pido un favor: vuelve a leer la lectura de Isaías antes de seguir con este breve eco que te comparto. Léela de nuevo, por favor.

Los primeros versículos son una oración sálmica que rezuma esperanza porque el que ora ha experimentado que en diversas circunstancias de la vida (también en el peligro y en la noche) tenemos razones más que suficientes para seguir ansiando y buscando a Dios. Pero la segunda parte es asombrosa. Intenta explicar esto mismo a través de la paradoja vida-muerte, mujer embarazada o cadáver. Y la elección ¡no es tan clara!. Podemos vivir como parturientas que tras enormes y aparatosos gritos no dan a luz más que aire; es decir, a pesar de aparentar vida y deshacernos en quejas, lamentos y dolores, no somos fecundos, no aportamos ni un ápice de vida al mundo.

Y hay otra opción porque Dios, el Dios de la Vida, no permite que nuestra esterilidad tenga la última palabra. Al contrario, la vida de Dios nacerá de la tierra de las sombras, de los mismos muertos. Sólo con el rocío de Dios, que es rocío de luz, la muerte puede engendrar vida. Sin grandes aspavientos, como aquella parturienta vacía, sin enormes quejas que no conducen a nada; con la suavidad del rocío, las sombras parirán vida.

¿Paradójico? Tanto como encontrar descanso bajo un yugo o buscar alivio llevando una carga ligera. ¿Cómo? Encuentro la clave en dos breves pensamientos que os comparto. Uno, de Mª Antonia París: ...Pues el amor es la miel que endulza todas nuestras amarguras, suaviza las cosas ásperas y facilita las difíciles. Sólo el amor lleva la carga sin carga y aunque sea muy pesada, con el amor no lo sentimos... El segundo es de K. Rahner: El Evangelio es una pesada carga ligera que cuanto más la lleva uno, más es llevado uno por ella.
Vuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz, rmi (rraragoneses@hotmail.com)


3-14. DOMINICOS 2004

 La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Lectura del profeta Isaías 26, 7-9.12.16-19:
“La senda del justo es recta. Tú, Señor, allanas el sendero del justo. En la senda de tus juicios te esperamos, ansiando tu nombre y tu recuerdo. Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti, porque tus juicios son luz de la tierra y aprenden justicia los habitantes del orbe. Señor, tú nos das la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú. Señor, en el peligro acudíamos a ti, cuando apretaba la fuerza de tu escarmiento.... ¡Señor, tus muertos vivirán, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá”

Evangelio según san Mateo 11, 28-30:
“En aquellos días, Jesús exclamó: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.


Reflexión para este día
Por el camino de la vida, justicia y amor.
La oración tomada de Isaías es luz en la noche. Es oración con ansia interior de fidelidad en medio de circunstancias adversas por las que pasa un pueblo amenazado, perplejo, dominado.

En esas circunstancias, el alma del profeta, elevándose a la contemplación del acontecer histórico, lo descubre como salpicado de intervenciones divinas que siempre acaban sacando al pueblo elegido de sus malos momentos.

¡Oh luz de esperanza, camino de vida y eternidad, amor, justicia y paz! ¡Felices de nosotros si en ese camino de amor y esperanza, somos fieles a Cristo y llevamos en las espaldas el peso de los hermanos necesitados! Eso pueden decirnos hoy las palabras de Jesús invitándonos a seguirle hasta con fatiga y cruz, con la seguridad de que su amor y presencia hará muy llevadera la ofrenda de la propia vida en sus manos. Para todo hombre bueno, cristiano noble, santo, resulta delicioso compartir con Jesús el sufrimiento cargado de amor y servicio.


3-15.

Comentario: Lluís Serra i Llansana, marista (Roma, Italia)

«Venid a mí todos los que estáis fatigados»

Hoy, las palabras de Jesús resuenan íntimas y cercanas. Somos conscientes de que el hombre y la mujer contemporáneos sufren una enorme presión psicológica. El mundo gira y da vueltas de tal manera que no tenemos tiempo ni paz interior suficientes para asimilar estos cambios. Nos hemos alejado frecuentemente de la simplicidad evangélica y estamos cargados de normas, compromisos, planificaciones y objetivos. Nos sentimos agobiados y cansados de luchar sin ver resultados convincentes. Las investigaciones recientes afirman que la depresión aumenta. ¿Qué nos falta para encontrarnos bien?

Hoy, a la luz del Evangelio, podemos revisar cuál es nuestra concepción de Dios. ¿Cómo vivo y siento a Dios en mi interior? ¿Qué sentimientos me despiertan su presencia en mi vida? Jesús nos ofrece su comprensión cuando sentimos el cansancio y tenemos ganas de reposar: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Quizá hemos luchado para ser perfectos y en el fondo lo único que queremos es sentirnos amados. En sus palabras encontramos respuesta a nuestra crisis de sentido. Nuestro ego nos juega malas pasadas y no nos permite ser tan buenos como quisiéramos. No vemos quizá la luz en determinadas épocas. Santa Juliana de Norwich, mística inglesa del siglo XIV, entendió el mensaje de Jesús y escribió: «Todo irá bien, todas las cosas irán bien».

La propuesta de Jesús —«aprended de mí» (Mt 11,29)— implica seguir su estilo de benevolencia (querer el bien para todos) y de humildad de corazón (virtud que hace referencia a tocar de pies a tierra y a que sólo la gracia divina nos puede hacer levantar el vuelo). Ser discípulo exige aceptar el yugo de Jesús, recordando que su yugo es «suave» y su carga «ligera». Pero no sé si estamos convencidos de que eso es así. Vivir como persona cristiana en nuestro contexto no resulta fácil, ya que optamos por valores a contracorriente. No dejarse llevar por el dinero, por el prestigio o por el poder exige un esfuerzo. Si lo queremos hacer solos, se convertirá en una empresa imposible. Con Jesús todo es posible y suave.


3-16. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

Isaías 26,7-9.12.16-19: Despertarán jubilosos los que habitan en el polvo.

Oración que se convierte en llanto y esperanza, grito angustioso del creyente que en las sombras oscuras de la vida busca la luz clara de Dios en el acontecer de su historia.

El creyente, que asume la condición del pueblo desterrado y humillado, tiene confianza en el rumbo que seguirá después de tanto dolor, como la mujer en el momento del parto que genera una nueva esperanza para seguir viviendo (v.17-18), como nuevo resurgir, renacer de un pueblo nuevo, con nueva identidad.

“Pero tus mujeres sí volverán a vivir...” (v19) contrasta con los dicho en este mismo capítulo, no tomado en la liturgia de hoy (v14) que expresa “los muertos no viven” como esa lucha permanente en el ser humano entre la vida y la muerte, lucha permanente del pueblo oprimido que resiste y busca generar alternativas de vida ante innumerables formas de muerte. Un pueblo que busca desde sus pequeñas luchas y organizaciones formar una identidad esperanzada de vida, contra tanta muerte.


Salmo responsorial 101: El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.

El salmo resuena expresiones que el orante individual en su aflicción, ve un futuro de esperanza donde Dios seguirá actuando. La esperanza en Dios está puesta y expresada en este salmo en sujetos y acciones concretas: la oración de los abandonados, el gemido de los cautivos, los condenados a muerte, son el signo profético de la intervención de Dios en la historia. Frente a lo contradictorio de la realidad, Dios se muestra como esperanza para el pueblo oprimido.


Mateo 11,28-30: Soy manso y humilde de corazón.

El texto de hoy completa la perícopa del texto que leíamos ayer.

Hoy, como ayer, como siempre, el centro de las palabras puestas en boca de Jesús están centradas en la predilección de los sujetos por parte de Dios: quienes son esclavizados por las estructuras injustas.

El Evangelio de Mateo expresa una clara denuncia contra los fariseos que han impuesto a la comunidad las duras cargas (leyes), requisitos que han condicionado la entrada en el Reino. Aquí el evangelio se adelanta a una denuncia contra los fariseos que cargan pesados yugos sobre el pueblo, y que ellos mismos (los fariseos) no quieren cumplir: “atan cargas tan pesadas que es imposible soportarlas” (Mt.23,4). Jesús, en el texto de hoy, invita a cargar con su yugo (v29); recuerda la promesa hecha a los humildes en las bienaventuranzas (Mt.5,6) expresando su solidaridad con ellos, a quienes les dará descanso.

El yugo, recuerdo imborrable del tiempo de la esclavitud, es para el evangelio una ruptura de todo el peso de la ley que oprime y exprime al pueblo, sobre la base de una ley mayor que sobrepasa todas las leyes y que conduce a una libertad plena; el amor, que no basta expresarlo con palabras, sino que necesita ser concretizado con hechos, lo que es la mayor exigencia para el compromiso con Dios y su sentido filial delante de él como lo expresaba el texto de ayer. La primera carta de Juan presenta esta afirmación para un mayor compromiso con Dios (y los hermanos y hermanas) en dos versículos que son un llamado para los cristianos a reconocer la dimensión filial con Dios y fraternal con Jesús y los hermanos (1Jn.2,29; 3,7-8)


3-17.

Reflexión

Después de un día agobiante de trabajo o un periodo de nuestra vida en el cual las cosas no han salido precisamente como nosotros las esperábamos, que reconfortante es escuchar de Jesús: “Vengan a mi y yo los haré reposar”. Y es que solo en Jesús podemos darle el justo valor a todas las cosas, por eso dice: “Aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón”. El hombre se agita y se sofoca porque le da a las cosas una dimensión equivocada y por que quiere realizarlas con sus propias manos. Solo con la ayuda de Dios es posible realizar en paz y con alegría nuestros proyectos y solo con su consuelo uno puede aceptar que estos no hayan salido como nosotros pensábamos. Si tu vida y tus proyectos no se han realizado o no se han realizado como tú los esperabas, toma un momento de tu jornada para orar, para ponerte en los brazos amorosos de Jesús, él te dará la fuerza y la luz para recomenzar.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-18.

Manso y humilde de corazón

Fuente: Catholic.net
Autor: Ignacio Sarre

Reflexión:

A veces es difícil saber qué regalar a otra persona. “¿Qué necesita?, ¿qué le gustaría?”

Un regalo pretende precisamente agradar al otro, para demostrarle afecto o gratitud.

Incluso en esto, Dios piensa en nosotros. Y nos ahorra el problema de pensar con qué regalo podemos agradarle más. En el Evangelio de hoy nos lo dice:

“Venid a mí”. Esto es lo mejor. Lo que El está esperando con ilusión. Quiere tenernos cerca. Cada vez más cerca. Sentir el calor de nuestra compañía.

Acercarse a Cristo es buscarlo en la oración, en los sacramentos, y en todos los momentos de nuestra vida. Basta dirigir por un instante nuestro pensamiento a El, cuando vemos a una persona necesitada, cuando escuchamos por qué rumbos camina el mundo... y ya estamos a su lado. Además, El nos promete que así hallaremos nuestro descanso. Encontraremos alivio a nuestras preocupaciones, inquietudes y sufrimientos.

“Aprended de mí”. Quien le busca con sinceridad, no se va con las manos vacías. No regresa por el mismo camino. La imagen del Señor se queda más grabada en nosotros. Y el corazón es entonces más fuerte para imitarlo en nuestra vida.


3-19. Fray Nelson Jueves 14 de Julio de 2005
Temas de las lecturas: «Soy el que soy». «Yo soy» me envía a ustedes * Soy manso y humilde de corazón.

1. ¿Cuál es el Nombre de Dios?
1.1 Para los Testigos de Jehová es absolutamente clave el pasaje de la primera lectura de hoy. Según ellos, este es el pasaje donde "por fin" sabemos cómo se llama Dios. Ya no es "un dios más" sino que ya sabemos que tiene su propio nombre, y este nombre es el que ellos, lo mismo que muchos otros protestantes pronuncian "Jehová", aunque por otra parte está ya demostrado que esa pronunciación es incorrecta. En fin, para ellos, Moisés fue el primer hombre en la tierra que conoció el nombre de Dios.

1.2 Tiene su encanto eso de pensar en un Dios que revela su "secreto" y la clave del trato íntimo y familiar con él a un hombre. Sin embargo, ese modo tan pintoresco de ver la Biblia deja sin resolver graves asuntos. Primero: si ignorar ese nombre implica que uno no sabe a quién está sirviendo, ¿Abraham no sabía a quién obedecía?

1.3 Segundo: si es posible servir a Dios aun sin conocer esta revelación de su nombre, y tal pareciera ser el caso de Abraham, Isaac y Jacob, ¿por qué tendríamos que pensar que el nombre Jehová, o el nombre Yahvé, u otro que puedan pronunciar nuestros labios es como la clave única para acercarse a Dios?

1.4 Tercero, releamos el texto: Dios le contestó a Moisés: "Mi nombre es Yo-soy". Y añadió: "Esto les dirás a los israelitas: Yo-soy me envía a ustedes". También les dirás: "El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de generación en generación".

1.5 Pregunta: ¿cuál es ese nombre por el cual hemos de recordar a Dios "de generación en generación"? Aparentemente ese nombre es "Yo-soy", también traducido como "Yahvé", o incluso "Jehová", pero ¿por qué entonces leemos lo que ahí dice: "Yo-soy me envía a ustedes (...) El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes". Si el nombre "Yo-soy" fuera suficiente, el texto tendría que decir sólo lo primero: "Esto les dirás a los israelitas: Yo-soy me envía a ustedes", y sobraría lo segundo. ¿No será que el nombre por el que Dios quiere ser conocido de generación en generación es "el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob..."? ¿O qué es lo que nos da un nuevo nombre: una palabra única para referirla a Él? ¿Acaso una "definición" de Dios? ¿No es en últimas preferible conocer a Dios por lo que ha hecho en las historias concretas de personas concretas, como Abraham, Isaac y Jacob?

2. Belleza de un Nombre
2.1 Estas cavilaciones no pretenden confundir a nadie, sino que buscan dos cosas: primera, mostrar la debilidad de la postura de los Testigos de Jehová, que con una amplia retórica pretenden que lleguemos pronto a la conclusión de que nunca hemos tenido trato con el Dios verdadero. Segunda, en tono más constructivo y positivo, que acostumbremos más y mejor nuestro corazón al modo de revelar Dios su misterio en la Sagrada Escritura.

2.2 La expresión misteriosa y bella, YHWH, que se ha traducido e interpretado de literalmente cientos de maneras, nos habla del ser bello y misterioso, y de la riqueza insondable que hay en Dios. Él es "el que es", Él es "el que ha de ser, el que será, el que se mostrará, el que se ha mostrado", en fin, hay más posibilidades aún. Y esa misma multiplicidad y complementariedad de significaciones nos ayuda a evitar al riesgo de sentir que tenemos a Dios en nuestras manos o en el poder de nuestros rezos. Dios es siempre el Otro, el Trascendente, aquel que no agotamos, aquel que no podemos envolver en nuestras teorías, explicaciones o historias singulares.

2.3 Así entendemos por qué Dios "añade" a su nombre el vínculo con una historia, es decir, con aquellos nombres que suenan próximos a nuestros días y noches, a nuestras dudas y búsquedas: Abraham, Isaac, Jacob... ¡Esto es lo más admirable de todo: ver que el Dios del cielo se deja conocer como Dios que camina con su pueblo! Lo más grande no es recibir un nombre "raro", como las religiones orientales tienen sus "mantras". ¡Lo más grande es reconocer que nuestro Dios es a la vez próximo y trascendente, peregrino y eterno!