MARTES DE LA SEMANA 15ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Ex 2, 1-15

1-1.

La escena que vamos a leer es encantadora y concreta, como una bella historia ilustrada. Una leyenda babilónica nos cuenta una historia parecida sobre el nacimiento de Sargón. Es posible que el autor del Éxodo hubiese incorporado ese relato folklórico a la historia de Moisés para valorizar algunas lecciones doctrinales. Eso no debe extrañarnos. El procedimiento era normal en aquella época y, para nosotros, lo importante es esta significación teológica.

-Una madre judía da a luz a un niño. Lo encuentra «hermoso» y lo tiene escondido durante tres meses.

No olvidemos el contexto: se obligaba a los hebreos a matar a los nacidos varones.

-Tomó una cesta de papiro -que embadurnó con betún y pez-, colocó en ella al niño y la puso entre los juncos, a la orilla del río. La hermana del niño se apostó a cierta distancia... Sucedió que la hija del Faraón bajó a bañarse en el río... Vio la cesta, la abrió y halló un niño que lloraba.

Tenemos ya una lección doctrinal que apunta bajo los detalles: ¿Por qué hizo este descubrimiento la «hija del Faraón» y no otra persona? Hay un cierto humor en Dios. ¡El mismo Faraón que decidió el exterminio de los judíos es quien contribuirá a salvarlos... sin saberlo! Así sabe Dios darle la vuelta a las situaciones. «Todo concurre al bien de aquellos que le aman» (Rm 8, 28).

«Derriba a los potentados de sus tronos y ensalza a los humildes» (Lc 1, 52).

Los poderosos son derribados. Los pequeños son ensalzados.

¡Era un niño que lloraba: será él quien vencerá al Faraón! ¿Sé yo contemplar la obra de

Dios en los pequeños detalles de la existencia?

-Movida a compasión dijo: «Es un pequeño hebreo.» Conocía bien el edicto de su propio padre.

Se atreverá a hacer una excepción. Aquí anda en juego su afectividad: deja que se conmueva su corazón. Pero quizá interviene también su conciencia. Hay casos en los que la conciencia va más allá de las «leyes». Esta será también la reivindicación de Antígona contra las leyes de su padre.

Sucede siempre, también HOY, que un cristiano y aún un hombre recto se vea obligado a no someterse a cosas que juzga incompatibles con su fe y sus convicciones profundas.

«Vale más obedecer a Dios que a los hombres», dirá Pedro (Hch 4, 19).

-La hermana del niño dijo a la hija del Faraón: "¿Quieres que vaya y busque una nodriza de entre las hebreas para que te críe este niño?"

Son pues tres mujeres las que están en el origen de la Liberación de la servidumbre. En la epopeya del Éxodo, no estarán en primera fila. Para la posteridad será Moisés el «libertador»; pero ellas le habrán permitido cumplir su misión. Medito sobre esto: la madre de Moisés, la hermana de Moisés, la hija del Faraón...

Los primeros cristianos vieron en ello un símbolo de María.

HOY también, con unos acontecimientos muy simples interviene Dios para salvar. No lo hace solo, sino con nosotros y por nosotros. ¿Qué gestos salvadores puedo hacer HOY? ¿Sobre qué punto espera Dios que coopere con El, para la liberación de mis hermanos, para contribuir a la Redención? Dar un niño al mundo. Salvar a un niño. Educar a un niño.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 178 s.


1-2. /Ex/02/01-22:

El primer capítulo del Éxodo, que nos presenta la acción esclavizadora del pecado, protagonizada por los hombres poderosos que se enfrentan al poder de Yahvé, continúa ahora presentando la réplica de Dios en este combate dialéctico. El faraón hace gala de potencia, de violencia, de tenerlo todo bien calculado. Yahvé, en cambio, se presenta en el mismo plano normal de la vida humana, ahí donde parece vulgar y sin relieve alguno, con el fin de cumplir aquel principio que constituye la norma de actuación de Dios y que Pablo explicitará: "eligió Dios la necedad del mundo, la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes" (1 Cor 1,27).

Frente a la poderosa fuerza del faraón se alza una fuerza surgida de la nada: un niño nacido de una tribu maldita (v 1), que no tiene ningún derecho a vivir (1,22), y que vivirá gracias precisamente a los que lo habían condenado (v 5), del que intentarán hacer uno de los suyos (1()), pero que en definitiva acabará educándose en la misma casa paterna (9), y será así orientado según el plan de Dios. Todo parece provisional y débil, sosteniéndose apenas con alfileres, todo es realmente despreciable según el criterio de los poderosos, absorbidos por sus grandes cosas importantes, todo es eminentemente popular, incluso esa atmósfera de cuento de hadas que toma la narración (que se permite, incluso, cierta ironía). Pero precisamente ahí se funda su importancia como invitación a la esperanza: Dios salva, Dios es poderoso, Dios está claramente al lado de los débiles, de los oprimidos, al lado del pueblo que sufre. La lección no podía ser más elocuente, tanto en su tiempo para el elohísta que registró la tradición sobre el nacimiento del héroe del Éxodo como para nosotros que la leemos en el libro bíblico.

El capítulo se completa con dos escenas que nos presentan tres gestos proféticos del futuro dirigente del pueblo: el hombre comprometido en la liberación de sus hermanos, la ruptura con el pasado y la experiencia del desierto. En la primera narración, debida también al elohísta, Moisés, ya hombre hecho (v 11), sale de su instalación en la corte faraónica y descubre la opresión a que están sometidos sus hermanos hebreos. Toma partido en favor del oprimido (12) y compromete su futuro ( 15). Es el primer gesto profético que nos revela con un trazo vigoroso y sobrio la característica que marcará la vida del héroe: es llamado a ser libertador de los suyos. Junto a esta pincelada profética, el autor ha trazado otra de tono dramático: los suyos no entienden ni aceptan el gesto de Moisés (13s). El futuro liberador del pueblo tendrá que sufrir, a lo largo de su vida, las incomprensiones de sus liberados. Otra característica de la narración elohística es la del éxodo hacia el desierto.

Moisés, el protegido del faraón, huye de Egipto, rompe con el pasado y vuelve al marco de vida de sus antepasados (15). Ahora, el autor yahvista (16-22) nos da una réplica del gesto liberador de Moisés, pero situada en plena vida acogedora del desierto, que libera y acaba de construir con su silencio, su dureza y la libertad de la vida nómada, el carácter del futuro hombre del desierto: el hombre libre y fiel, capaz de conducir a un puñado de esclavos hasta el libre servicio de Yahvé.

J. M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 116 s.


2.- Is 7, 1-9

2-1.

Isaías, de origen aristocrático, vive en Jerusalén, la capital del Reino de Judá, en un círculo de escribas, de expertos políticos, de consejeros del rey. Continuamente interviene en la política de su país. Hemos visto ya cuán natural parecía esto a todos los profetas. Ello puede aclarar el debate actual sobre "Iglesia y Política".

-En tiempo de Ajaz, rey de Judá. El rey de Siria, Rasón, de acuerdo con el rey de Samaria, subió a Jerusalén para asaltarla. Cuando en el palacio del rey se supo que el ejército sirio acampaba con Efraím, se estremeció el corazón del rey y el de su pueblo, como se estremecen los árboles por el viento.

¡Es la guerra! Estamos en 735 antes de Cristo. Jerusalén está cercada por los ejércitos que acampan a pocos kilómetros antes de dar el asalto definitivo. El enloquecimiento es general. El mismo Ajaz en un alocado gesto de desesperación ha ofrecido en holocausto su propio hijo al abominable dios Moloch (II Reyes, 16-3): ¡se ponía al pequeñín en los brazos calentados al rojo de una estatua del dios! Sacrificio humano. La época era dura, decimos.

Pero, ¿qué hacemos, HOY, a veces, para salvaguardar intereses nacionales o sociales? ¿A quién o a quienes sacrificamos?

-El Señor dijo a Isaías: "Ve al encuentro de Ajaz, al final del acueducto de la alberca superior, por la calzada del campo del Batanero..."

El asustado monarca se encuentra allá sobre el teatro de operaciones, fuera de las murallas de Jerusalén, vigilando los preparativos de la defensa.

-Ten calma, no temas ni desmaye tu corazón por ese par de tizones humeantes, el rey de Siria y el de Samaria.

El contraste es evidente entre el aturdimiento del rey y la lúcida serenidad del profeta.

Isaías escucha a Dios en pleno centro del «acontecimiento»: «el Señor dijo a Isaías».

¿Sé yo escuchar a Dios que también me habla a mí; a través de todo lo que sucede, especialmente a través de las situaciones colectivas que afectan a un gran número de personas? Esta es la finalidad de la revisión de vida: procurar escuchar lo que Dios dice en pleno centro de los acontecimientos.

-Ve a encontrar a Ajaz con tu hijo «Sear yasub» -que significa: «Un resto volverá».

Los hijos de Isaías, como los de Amós, tienen nombres simbólicos.

Ese hijito con el que Isaías va a encontrar al rey, que acaba de matar al suyo, lleva un nombre de esperanza.

¡No! el futuro de la nación no es un callejón sin salida, pues si, incluso por desgracia, la población de Jerusalén fuere deportada después de una derrota militar, «un pequeño resto regresará».

Así, a nivel político, la posición de Isaías no es ni la resistencia a ultranza al invasor, ni la seguridad de una intervención milagrosa de Dios, ni la alianza con Asiria -ésta era la tendencia dominante y esto es lo que de hecho, hará Ajaz-, sino la fe desnuda, la esperanza en un Dios que sigue presente en el seno mismo de los fracasos. Un pequeño resto regresará. Ese tema del «pequeño resto» pasará a ser un verdadero leit motiv de la Biblia: es la lucecita invencible que subsiste en los días tenebrosos. (Isaías 4, 3; 10, 20-23; 16, 14; 24, 6, 30, 17; 37, 4; 45, 2O; Deuteronomio 4, 17; 28, 62, etc.)

-Si no creéis firmemente en Mí, no subsistiréis.

Ciertamente es la «fe», la escala de valor del profeta, incluso cuando interviene en plena política. Los acontecimientos son, para él, la llamada a una intensa vida espiritual, a una intensa vida con Dios.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 178 s.


3.- Mt 11, 20-24

3-1.

Después de este discurso dirigido a los discípulos, Mateo nos describe detenidamente la actividad de Jesús: le vemos, en particular, discutir con sus adversarios... parte de sucesos concretos para mostrar que es en esas circunstancias prácticas de la existencia en las que hay que saber tomar partido "por" o "contra".

-Se puso entonces a recriminar a las ciudades, donde había hecho casi todos sus milagros, por no haberse convertido.

Jesús no es un débil. Su Palabra es a veces amenazadora.

No, la vida humana no es un "juego", es algo muy serio; donde tiene lugar un juicio: nuestras vidas cotidianas son:

-o una correspondencia a Dios...

-o un rechazo de Dios...

En todo momento nuestros actos son una elección "por o contra" Dios. No siempre pensamos en ello. Afortunadamente y, en cierto sentido esto disminuye nuestra responsabilidad, esto permite a Dios tener piedad de nosotros y perdonarnos. Muchas faltas nuestras se nos escapan un poco... solemos darnos cuenta después, pero ya está hecho...

En todo momento Dios quiere algo de nosotros. En todo momento podemos saber cuál es la voluntad de Dios sobre nosotros.

En todo momento, cuando pensamos realmente en ello, podemos vivir en comunión con Dios, en correspondencia a su voluntad.

Señor, ¿qué esperas HOY de mí? Nuestra "revisión de vida", al final de cada día, tendría que ser la búsqueda con El, de esas "correspondencias" amorosas... y de nuestros "rechazos,....

-"¡Ay de ti, Corozain, ay de ti Betsaida"

Estas maldiciones son la contrapartida de las "bienaventuranzas" que Jesús pronunció en otras ocasiones.

"Bendita tú eres, María..." "Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios..."

"Bienaventurados los pobres de corazón, los humildes, los mansos, los limpios de corazón..." Las ciudades a orillas del lago de Tiberiades, las que más ocasiones tuvieron de oír a Jesús y de ver sus milagros tenían que haber respondido mejor a las gracias que Jesús les ofrecía. Y ello hubiera sido su felicidad. Pero, por el contrario, se hundieron con el rechazo y la desgracia.

"Malditos los que no escuchan la Palabra de Dios..." "Maldito eres tú, si no sabes estar atento a los acontecimientos en los que Dios te da un signo y quiere hablarte..." ¿Soy yo quizá uno de esos "privilegiados", que han tenido la suerte de oír muchas veces a Jesús? ¿Acepto seriamente esta responsabilidad? ¿Qué gracias particulares he recibido? ¿qué buenas ocasiones se me han presentado? ¿A qué me compromete todo ello?

-Porque si Tiro, Sidón, Sodoma y Gomorra... hubieran recibido los mismos beneficios que tú... hace tiempo, que se habrían arrepentido... El día del juicio habrá menos rigor para ellas que para ti...

Las ciudades judías de la orilla del lago -Corozain, Betsaida- son comparadas a las ciudades paganas del norte y del sur -Tiro, Sidón, Sodoma, Gomorra-. Esas ciudades, en tiempo de Jesús, eran el símbolo del desenfreno, del orgullo.

Ahora bien, Jesús anuncia que su castigo será menos riguroso que el de las ciudades que han recibido el evangelio.

Sí, porque, como entre nosotros, en la inmoralidad y el mal que pueden hacer los que no conocen a Jesús, hay mucha ignorancia.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 70 s.


3-2.

1. (Año I) Éxodo 2,1-15

a) Empieza la historia de Moisés, dibujando a grandes rasgos su infancia y juventud.

El relato es encantador y, a la vez, significativo. Frente a la voluntad del Faraón, que quiere reprimir al pueblo judío, la sencilla acción de tres mujeres sirve para que los planes de Dios sigan adelante: la madre y la hermana de Moisés, y la hija del mismo Faraón. Los caminos de Dios son sorprendentes. Una cesta en el río y un niño llorando dentro de ella, que conmueve el corazón de la egipcia. Paradojas de la vida: la hija del Faraón adopta y educa al que va a ser el liberador del pueblo oprimido por su padre.

El nombre Moisés probablemente era egipcio, pero los judíos lo interpretaron del verbo «mossá», «sacar». Y así aparece Moisés como el sacado, el salvado de las aguas: él que luego será el que libere a su pueblo de la esclavitud, ayudándole a atravesar el Mar Rojo y el desierto. (Como Jesús, que escapa de la matanza de los inocentes en Belén, y que luego será el salvador de todos).

No tuvo de momento mucho éxito Moisés entre los suyos, a pesar de que salió de su palacio y les visitó, dándose cuenta de cómo estaban siendo oprimidos. Se ve que ya de joven era de genio vivo y decidido: reaccionó matando a un egipcio. Se dio cuenta que le perseguían y decidió escapar de Egipto, viviendo así primero él personalmente el «éxodo».

b) Quienes, de alguna manera, nos sentimos llamados a ser liberadores de los demás -con el anuncio y el testimonio de la libertad de Jesús- antes debemos ser nosotros mismos «liberados», sacados de las aguas. Teniendo conciencia del don que Dios nos ha hecho, con alguna clase de «éxodo» en nuestra vida, es como mejor nos sentiremos dispuestos a ayudar a los demás.

En nuestra vida tal vez nos ha tocado decir las palabras del salmo: «Me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie: he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente. Pero mi oración se dirige hacia ti, Dios mío... Yo soy un pobre malherido, Dios mío, tu salvación me levante». Momentos de oscuridad, de cansancio, de desánimo, no nos faltan a nadie. Eso nos debería dar madurez personal y solidaridad con los que pasan por momentos parecidos. Moisés sabe lo que sufre su pueblo. Sobre todo, es Dios quien ha visto el dolor de su pueblo y por eso ha decidido -entonces y ahora-, llamar a otros colaboradores que trabajen en su liberación.

¿Somos capaces de «salir» de nuestra comodidad, como el joven Moisés, acercarnos a los que sufren, sintonizar con su dolor y poner los medios para aliviarlo, ciertamente no con la violencia, pero sí con la entrega de nuestras mejores energías?

1. (Año II) Isaías 7,1-9

a) Esta vez el profeta se mete en política. No tanto para dar soluciones técnicas o militares, sino para recordar al rey y a las clases dirigentes los criterios de fidelidad religiosa que deben seguir.

Corren aires de guerra. El rey Acaz y sus militares son presas del pánico (el texto dice que están agitados como los árboles del bosque con el viento) ante los dos reyezuelos que les vienen a atacar: el rey de Damasco y el de Israel, el reino del Norte. Todo era cuestión de alianzas militares, o con Asiria, más al Norte (como quería Acaz), o con Egipto, al Sur (como querían Damasco y Samaria).

Isaías recibe el encargo de tranquilizar al rey, y lo hace en nombre de Yahvé, el Dios fiel, que seguirá apoyando a la dinastía de David, la línea de la promesa mesiánica. Con la condición de que también ellos le sean fieles: «si no creéis, no subsistiréis».

El salmo insiste en esta confianza, basada en el amor que Dios tiene a Jerusalén: «Dios ha fundado su ciudad para siempre, su monte santo, una altura hermosa, alegría de toda la tierra... Los reyes se aliaron para atacarla juntos, pero huyeron despavoridos».

Por esta vez, Dios ahorra a su pueblo la catástrofe nacional que ya se ve en el horizonte.

b) Nos irían mucho mejor las cosas, tanto en la Iglesia como en la sociedad, y en cada familia y comunidad, si fuéramos más fieles a Dios y sus caminos.

No es que cada desgracia sea castigo del pecado, o cada éxito, premio a la virtud. Pero nosotros mismos nos vamos construyendo un futuro bueno o malo según qué caminos seguimos. El que siembra vientos recoge tempestades. El mal que hacemos tiene siempre consecuencias. ¿Cómo podrá ser estable un edificio -nuestra vida- si lo construimos basándonos en el interés o la falsedad?

Jesús nos dirá que demos al César lo que es del César, pero a Dios lo que es de Dios.

Es un equilibrio que sanaría tantas situaciones de tensión que se crean debido a nuestros egoísmos e idolatrías. Las soluciones técnicas hay que ponerlas en marcha, pero sin olvidarnos de nuestra fidelidad a Dios. Sin él, todo es deleznable. Ni Egipto ni Asiria nos pueden ofrecer alianzas estables; ni el dinero ni el poder ni la técnica pueden asegurarnos el bienestar, ni a las personas ni a la comunidad.

Es hermoso el gesto simbólico que Dios le sugiere a Isaías. Tiene que ir al encuentro de Acaz acompañado por el hijo del profeta, que lleva por nombre «Sear Yasub», que significa «un resto volverá». Dios nunca cierra del todo la puerta a la esperanza. Los que la cerramos, a veces, somos nosotros, con nuestras desviaciones y olvidos.

2. Mateo 11,20-24

a) Lo que decía ayer Jesús de que no había venido a traer paz, sino espadas y división, se ve claramente en la página siguiente del evangelio.

Tres de las ciudades -Betsaida, Corozaín, Cafarnaúm-, en torno al lago de Genesaret, que tenían que haber creído en él, porque escuchaban su predicación y veían continuamente sus signos milagrosos, se resisten. Jesús se lamenta de ellas. Las compara con otras ciudades con fama de impías, o por paganas (Tiro y Sidón) o por la corrupción de sus costumbres (Sodoma), y asegura que esas ciudades «malditas» serán mejor tratadas que las que ahora se niegan a reconocer en Jesús al enviado de Dios.

En otra ocasión Jesús alabó a la ciudad pagana de Nínive, porque acogió la predicación de Jonás y se convirtió al Señor. Mientras que el pueblo elegido siempre se mostró reacio y duro de cerviz.

b) Los que pertenecemos a la Iglesia de Jesús, podemos compararnos a las ciudades cercanas a Jesús. Por ejemplo, a Cafarnaúm, a la que el evangelio llama «su ciudad».

Somos testigos continuos de sus gracias y de su actuación salvadora.

¿Podríamos asegurar que creemos en Jesús en la medida que él espera de nosotros?

Los regalos y las gracias que se hacen a una persona son, a la vez, don y compromiso.

Cuanto más ha recibido uno, más tiene que dar. Nosotros somos verdaderamente ricos en gracias de Dios, por la formación, la fe, los sacramentos, la comunidad cristiana. ¿De veras nos hemos «convertido» a Jesús, o sea, nos hemos vuelto totalmente a él, y hemos organizado nuestra vida según su proyecto de vida?

¿O, tal vez, otras muchas personas, si hubieran sido tan privilegiadas en gracias como nosotros, le hubieran respondido mejor?

«Moisés fue adonde estaban sus hermanos y los encontró transportando cargas» (1ª lectura I)

«Humildes, buscad al Señor y vivirá vuestro corazón» (salmo I)

«No temas, no te acobardes» (1ª lectura II)

«El día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 145-148


3-3.

Is 7, 1-9: No tengas miedo ni te acobardes

Mt 11, 20-24: Ciegos ante los signos de Dios

La predicación de Juan Bautista exigiendo la conversión y la predicación de Jesús anunciando la irrupción del Reino de Dios no hacen mella en las ciudades judías. Estas son completamente indiferentes a pesar de los prodigios y señales obrados por uno y otro. El pueblo elegido se ha endurecido y vive una mentalidad cerrada que no le permite comprender la buena noticia.

Jesús condena duramente la mentalidad cerrada. Esta no sólo los hace ciegos frente a la novedad de Dios, sino que, ante todo, los vuelve ciegos ante los signos del Reino de Dios que se manifiestan el pueblo sencillo y humilde.

Al igual que los profetas del Antiguo Testamento, Jesús choca contra el muro de la obstinación que ha llevado a Israel al desastre. Los dirigentes del pueblo habían creado una ideología que los envolvía en una densa nube. Su complejo de superioridad los hacía creer que eran absolutamente infalibles. El prestigio que gozaban como &laqnohombres de Dios» envanecía su corazón. El poder los volvía prepotentes y terriblemente ambiciosos.

Por esto, la denuncia que Jesús dirige a las ciudades, no va contra todos los habitantes de la ciudad, sino, contra sus representantes. Los principales eran hombres ciegos que actuaban de guía en sus ciudades e inevitablemente las conducían al precipicio. Jesús en actitud profética descalifica el complejo de superioridad de los dirigentes y anuncia la salvación para las ciudades paganas. A los oídos de sus contemporáneos esto debió sonar como un terrible atrevimiento; sin embargo, el tiempo se encargo de darle la razón. Esta cerrazón va a ser superada por la nueva lógica del Reinado de Dios que se evidencia en los versículos siguientes.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-4.

Ex 21, 1-15a: Le dio el nombre de "Moisés"

Sal 68

Mt 11, 20-24: La conversión como respuesta

Jesús no aguanta la dureza de corazón de sus conciudadanos. Día a día le están escuchando, ven sus milagros y se admiran de ellos. Comentan que Jesús bien podría ser el Mesías esperado. Tanto tiempo han hablado de él en la sinagoga... Pero en realidad sus vidas no cambian. Solamente han dejado por un momento sus ocupaciones para ver pasar a Jesús. Luego, mientras comentan el espectáculo, vuelven a lo de siempre: el campo, el taller, los problemas en la familia. Nada ha cambiado. Sólo un recuerdo más almacenado en la memoria. El mensaje de la Palabra ni siquiera ha llegado a rozar sus vidas. Eso provoca la ira de Jesús.

Es otra dimensión más de la personalidad de Jesús. De la piedad, tantas veces presente en el Evangelio, a la ira. Porque a veces los que le escuchamos estamos demasiado cerrados en nosotros mismos, lo sabemos todo, tenemos una explicación para cada cosa que sucede a nuestro alrededor. Por ello nos resulta difícil dejarnos sorprender de verdad por la salvación que Jesús nos ofrece. Y no dejamos que su Palabra llegue hasta nuestro corazón.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5. CLARETIANOS 2002

La memoria de Nuestra Señora del Carmen es especialmente significativa para la gran familia carmelitana, para los hombres y mujeres del mar, para los chilenos, que la veneran como patrona, para las mujeres que llevan el precioso nombre de María del Carmen. Y también para mí, puesto que en este día de 1849 -¡hace ya 153 años!- fue fundada la congregación de Misioneros Claretianos a la que pertenezco. Me hubiera gustado comentar los textos "marianos" de esta memoria, pero vamos a seguir con la lectura continua, especialmente con el evangelio de Mateo.

Hoy se mencionan tres ciudades del entorno del lago de Genesaret: Corozaín, Betsaida (la patria de Pedro y Andrés) y Cafarnaún. Jesús maldice a estas ciudades porque, a pesar de los signos que ha realizado en ellas, no se han convertido.

Es curioso, pero ninguna de estas ciudades existe en la actualidad, mientras la pagana Tiberíades, también en la ribera del lago, goza de pujanza debido al turismo. De las tres mencionadas se conservan sólo algunas ruinas que los arqueólogos van poco a poco sacando a la luz. Visitando los restos de Cafarnaún he meditado en alguna ocasión sobre estas duras palabras de Jesús y las he sentido casi como un reproche dirigido a los lugares (personas, comunidad, pueblos) en los que él sigue haciendo muchos signos y, sin embargo, no responden con alegría.

¿Por qué nos extrañamos de que estén surgiendo espléndidas comunidades cristianas en Asia y en África mientras en Europa, por ejemplo, hay muchas apagadas, como exánimes? Cuando uno no agradece el don recibido, cuando no lo cultiva, cuando lo interpreta como una carga pesada, no se hace merecedor de él. Siento una llamada fuerte a pedir perdón a Jesús por haber considerado que todo me es debido, por no agradecerle lo que me ha regalado al insertarme en un espacio y en una historia cargados de resonancias evangélicas.

Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)


3-6. 2001

COMENTARIO 1

20Se puso entonces a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todas sus potentes obras, por no haberse enmendado. 21-¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho las potentes obras que en vosotras, hace tiempo que habrían mostrado su arrepentimiento con sayal y ceniza. 22Pero os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

La palabra "entonces" enlaza esta invectiva de Jesús con la escena anterior. Jesús se dirige a las ciudades cercanas para reprocharles su indiferencia al mensaje que han oído. "Las ciudades" son sedes de escuelas rabínicas y centros de cultura religiosa. Su indiferencia está en relación con la descrita antes bajo la imagen de los niños que no hacen caso a sus compañeros (11,16s). Ambos datos indi­can que la invectiva a las ciudades mira, sobre todo, a los círculos intelectuales que van a mencionarse a continuación (11,25).

La enmienda fue la exigencia expresada por él ante la cercanía del reinado de Dios (4,17). A pesar de los hechos que acreditan la cercanía del reinado, esas ciudades no han cambiado de vida. «Enmendarse» (metanoeô) significa cesar de practicar la injusti­cia y comenzar una vida justa. Debe cambiar la calidad de las re­laciones humanas; pero nada ha cambiado en esas ciudades. No han dado el paso preliminar para el reinado de Dios (20). No han hecho caso de los hechos objetivos (20-21: egenonto) que han po­dido presenciar, fruto de la actividad de Jesús.

Corozaín estaba a unos 3 km. al norte de Cafarnaún; Betsaida, a unos 10 km., en la desembocadura del Jordán. La comparación que hace Jesús acusa a estas ciudades de ser más rebeldes a Dios que las ciudades paganas del Norte, bien conocidas. Isaías había predicho la ruina de Tiro y Sidón. Usando la imagen del «día del juicio», afirma Jesús que el destino de las ciudades paganas será más llevadero que el de las judías (21-22). «El sayal y la ceniza» eran símbolos de arrepentimiento.

vv. 23-24: y tú, Cafarnaún, ¿piensas encumbrarte hasta el cielo? Bajarás al abismo (Is 14,13-15); porque si en So­doma se hubieran hecho las potentes obras que se han he­cho en ti, habría durado hasta hoy. 24Pero os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.

El caso de Cafarnaún, ciudad donde Jesús se había instalado (4,13), es aún más grave. No sólo es más rebelde que los paganos; Jesús la considera peor que Sodoma, prototipo de ciudad maldi­ta (cf. 10,15), por haber ignorado la nueva realidad que en ella se ha manifestado (23-24). Para describir su ruina usa Jesús unos ver­sículos de la sátira de Isaías por la caída de Nabucodonosor. Éste es precipitado del vértice de la gloria al vértice de la miseria (Is 14, 13.15). Se deduce de esta perícopa que Mt ve en Galilea una resis­tencia encarnizada al mensaje de Jesús. La buena noticia encontra­rá más eco en los países paganos.

Las acciones de Jesús narradas por el evangelista (8,2-9,28) te­nían que ver, sobre todo, con la apertura a los paganos y con la curación del nacionalismo exclusivista de Israel. Estas ciudades, si­tuadas en la orilla del lago o cerca de ella, con tráfico comercial y población mezclada, habrían debido aceptar la universalidad de la salvación. Sin embargo, siguen en su mentalidad anterior. Renun­ciar a la propia superioridad y al exclusivismo es parte de la enmienda.


COMENTARIO 2

Este texto está construido teniendo en cuenta los oráculos y lamentaciones de los grandes profetas contra las ciudades pecadoras y resumen el juicio del Mesías sobre el pueblo que no ha aceptado su mensaje de conversión al Reino de Dios. Convertirse significa dejar de practicar la injusticia y comenzar una vida justa. La conversión debe cambiar la calidad de las relaciones humanas; pero nada ha cambiado en esas ciudades porque no han aceptado el mensaje del Reino.

Los versículos que conforman este texto se corresponden entre sí: a) reproche y amenaza a las ciudades galileas (vv. 21a y 23a); b) si estas obras se hubieran realizado en ciudades paganas, éstas habrían reconocido la mano de Dios (vv. 21b y 23b); c) por eso el día del juicio serán tratadas con más misericordia (vv. 22 y 24).

Los prodigios de Jesús son signos que anuncian la llegada del Reino. La respuesta del hombre debe ser la conversión y la fe. Tiro y Sidón, las dos grandes ciudades fenicias Sodoma y Gomorra, son el ejemplo típico de ciudades paganas y pecadoras. Pero si estas ciudades hubieran sido testigos de las obras de Dios se habrían convertido con saco y ceniza (eran símbolos de arrepentimiento).

En cambio, aquellas ciudades galileas son maldecidas por Jesús porque han encarnado la prepotencia de la estructura de poder, elevándose hasta el cielo y presumiendo de su sabiduría, que les impide reconocer a Jesús como la verdadera sabiduría a través de sus obras. Por eso el "juicio" escatológico-histórico de Jesús sobre las ciudades es figura y signo del juicio escatológico sobre los "ciudadanos" que hayan asumido la mentalidad de la estructura social, generando la desigualdad y la muerte.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. DOMINICOS 2003

Palabra de Dios
Libro del Éxodo 2, 1-15:
En aquel tiempo, habiendo crecido mucho el número de israelitas en Egipto, un faraón nuevo, que no había conocido a José, los temió y trató de vencerlos con astucia...y, además de ponerles pesadas cargas... ordenó: ‘cuando nazca un niño, echadlo al Nilo’...

Un matrimonio de la tribu de Leví tuvo un hijo hermoso..., lo puso en una cesta de mimbre... y lo depositó entre los juncos, a la orilla del Nilo... La hija del faraón bajó a bañarse..., y al descubrir la cesta, mandó a la criada a recogerla. La abrió y encontró un niño llorando...

La hermana del niño dijo a la hija del faraón:¿quieres que vaya a buscarle una nodriza?... Sí, respondió. Y la niña llamó a su madre. Llévate al niñó, le dijo la hija del faraón, críamelo y yo te pagaré... Cuando creció el niño, la nodriza se lo llevó a la hija del faraón... Pasados los años, Moisés vio cómo un egipcio mataba a un hebreo, y él lo mató también a él...”

Este párrafo lo integran retazos de una vida, de una historia, desde el nacimiento de Moisés hasta su juventud y madurez, hasta su trabajo profesional y hasta el descubrimiento del maltrato que reciban los judíos en Egipto. Su reacción fue muy violenta.

Evangelio según san Mateo 11, 20-24:
“Un día Jesús recriminó por su conducta a los moradores de las ciudades en las que había hecho casi todos los milagros, pues, a pesar de los signos, no se habían convertido. Por eso, les dijo: ¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se hicieron en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras...”

Estamos una vez más ante la actitud de Jesús, pródigo en signos de verdad y amor, y la actitud de los beneficiarios de los mismos: aceptan lo que les interesa humanamente, pero se desentienden de los compromisos espirituales. Por eso la voz de Jesús adquiere tonos proféticos y escatológicos de denuncia y condena.



Momento de Reflexión
La mano de Dios estaba con ellos.
En la Historia de salvación hay acontecimientos que son piedras miliarias para detenerse a considerar los caminos de Israel como pueblo elegido. Uno de esos acontecimientos es el Éxodo o salida de Egipto: inicio de un proceso largo de liberación de un pueblo que busca ser él mismo.

Aunque la forma literaria de narrar los hechos tenga su buena carga de fantasía, en el Éxodo hay un núcleo de verdad fundamental que no podemos desechar: Dios ha elegido a un pueblo para que le sirva de cauce de comunicación en sus revelaciones. Ese pueblo elegido es el de Israel, pueblo de fe y esperanza, en un contexto histórico que es similar al de todos los demás en sus miserias y grandezas.

La epopeya del Éxodo contribuyó altamente a la formación de la conciencia de Pueblo Elegido que poco a poco fue alcanzando Israel. Y como “epopeya” que es, se viste de triunfalismos desmedidos y de abatimientos también desmedidos. Así brilla mejor Dios en medio de ellos. Quitemos la fantasía, tomemos la realidad.

Ven los milagros, obras de amor, pero no creen.
El realismo del texto evangélico difiere mucho de la grandeza poético-literaria con que se viste en su génesis y formación la historia de Moisés. Jesús recorre los pueblos, habla como maestro, denuncia los delitos, no oculta su verdad nueva, invita a la renovación de vida, derrama su bondad con entrañas de misericordia.

Pero la mayoría de la gente no cree en él. ¿Qué más podía hacer Jesús para mostrar que actuaba en nombre del Padre? ¿Servir milagros a la carta? Si lo hiciera, quienes no le creyeron por lo que hacía, tampoco le hubieran creído. Preferirían su egoísmo al mensaje de salvación que es amor, justicia, paz, verdad en Dios y con los hombres. Y nosotros ¿qué hacemos?


3-8. 2002

La elegía fúnebre por la muerte de una persona fue transferida, ya en el Antiguo Testamento, al ámbito de lamentaciones por un grupo o un pueblo que se considera que ha cesado de vivir. Los “ayes” bíblicos afectan a toda una sociedad o a franjas extensas de sus miembros por haber desaprovechado oportunidades ofrecidas por el Dios de la vida.

En este caso Jesús se dirige a tres ciudades ubicadas junto al lago de Tiberíades: Corazaín, Betsaida y Cafarnaún por haberse cerrado al llamado de conversión dirigido a ellas por Jesús.

En aquella época dichas ciudades eran sedes de escuelas rabínicas y, por consiguiente, orgullosas de su condición de centros de cultura religiosa. El “ay” fúnebre de Jesús se dirige sobre todo a los círculos intelectuales de dichas ciudades.

Los “ayes” dirigidos a Corozaín y Betsaida nacen de la comparación de su actitud con una posible actitud de Tiro y de Sidón. Estas últimas eran consideradas como identificadas con el pecado según aparece en las referencias que sobre ellas ofrece el Antiguo Testamento.

Sin embargo, a pesar de esa identificación, Tiro y Sidón son menos culpables que las ciudades israelitas ya que en ellas no se han realizado señales semejantes a las que Jesús ha realizado en ésta. Dichas señales hubieran abierto a sus habitantes a la conversión y por ello el juicio que les espera será más benigno que el que espera a las ciudades del lago.

La culpabilidad de Cafarnaún es aún mayor que la de Corozaín y Betsaida.. Ella participa del orgullo tiránico del rey de Babilonia, destruido por Dios (v. 23b; cf. Is 14, 13-15).

El orgullo de la ciudad la ha cerrado a la aceptación de los signos de Jesús y la ha hecho más culpable que la ciudad donde no se encontraba ningún justo: Sodoma. Ante las señales operadas por Jesús en Cafarnaún, aquella ciudad hubiera reaccionado positivamente y hubiera prolongado su vida hasta el tiempo de Jesús.

La consecuencia es la misma que para sus vecinas, un tratamiento más severo que el reservado en el día del Juicio para los paganos y pecadores.

En el horizonte del “día del Juicio” la única actitud racional y coherente para conservar la vida es la de un auténtico cambio radical. Este significa un abandono de las prácticas de la injusticia y la adopción en su comportamiento de las normas exigidas por la justicia del Reino.

A esta práctica de la justicia está ligada la posibilidad de la participación en ese Reino de Dios predicado por Jesús con obras y palabras poderosas. El enceguecimiento, el endurecimiento de corazón cierra inevitablemente el camino a esa feliz posibilidad. El ¡ay! se convierte en la constatación que el profeta Jesús hace de la condición de las ciudades pecadoras. El día del Juicio que se anuncia no hará más que ratificar esa presencia de la muerte que en ellas actúa.

El comportamiento adoptado frente a las obras de Jesús, el Enviado del Padre, pone de manifiesto ya en el presente, la pertenencia al ámbito de la vida o de la muerte de un grupo humano y de cada uno de sus integrantes. Los ayes sobre las ciudades del lago son un invitación a la conversión para cada persona y organización social.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-9. CLARETIANOS 2003

En el cuadro de la opresión del pueblo, surge un elemento de luz: el nacimiento de Moisés, su salvación de las aguas del Nilo por parte de la hija del Faraón. Viene después un proceso educativo en la corte y la experiencia traumática del asesinato de un egipcio que estaba maltratando a un hebreo.

El libro del Éxodo, mediante estos rasgos, nos presenta lo que le va a suceder al pueblo. De igual modo que Moisés fue salvado de las aguas, el pueblo se verá a salvo del Mar Rojo. El relato termina con la huida de Moisés a Madián, perseguido por un faraón irritado.
¿Cómo podemos acercarnos hoy a una historia como esta? Según un estudio realizado por una agencia norteamericana de publicidad, Moisés es (por encima de Jesús, que ocupa el segundo puesto), el personaje que más ha influido en la historia de la humanidad. (Conviene añadir que la agencia está controlada por judíos).

Hay un elemento del relato que me llama la atención: Moisés fue adonde estaban sus hermanos, y los encontró transportando cargas. Este contacto con la realidad sufriente, que en Jesús provoca compasión (Se compadeció de ellos porque andaban como ovejas sin pastor), a Moisés le produce una indignación ética que lo lleva a la violencia: Miró a un lado y a otro, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.

Hay dos preguntas que podemos hacernos hoy:

! ¿Nos acercamos a nuestros hermanos sufrientes o preferimos quedarnos en la tranquilidad de nuestra “corte”?

! Ante el sufrimiento de la gente, ¿reaccionamos con indignación o violencia o nos compadecemos como Jesús?

La memoria de San Buenaventura nos ayuda a recorrer nuestro itinerario hacia Dios desde la compasión evangélica que impregna la tradición fransciscana.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-10. Martes 15 de julio de 2003
Buenaventura

Ex 2, 1-15: Infancia y juventud de Moisés
Salmo responsorial: 68, 3.14.30-31.33-34
Mateo 11, 20–24: ¡Ay de ti, Corazaín, ay de ti, Betsaida!

Como antítesis de los "macarismos" o Bienaventuranzas (5, 3ss), también forman parte del repertorio de Jesús las sentencias caracterizadas por la interjección "ay" que expresa una "maldición", y que pertenece, como la "bendición" a la esfera de los valores religiosos. Este texto está construido teniendo en cuenta los oráculos y lamentaciones de los grandes profetas contra las ciudades pecadoras y resumen el juicio del Mesías sobre el pueblo que no ha aceptado su mensaje de conversión al Reino de Dios. Convertirse significa dejar de practicar la injusticia y comenzar una vida justa. La conversión debe cambiar la calidad de las relaciones humanas; pero nada ha cambiado en esas ciudades porque no han aceptado el mensaje del Reino.

Estas tres ciudades: Corozaín, Betsaida y Cafarnaún estaban situadas a orillas del lago de Galilea y fueron testigos privilegiadas de las grandes obras del Mesías; han oído la proclamación a los pobres del Reino de los cielos y su llamado a la conversión; han visto con sus ojos las señales de los tiempos mesiánicos; han recibido la visita de los apóstoles. Pero no se han convertido.

Los versículos que conforman este texto se corresponden entre sí: a) reproche y amenaza a las ciudades galileas (vv. 21a y 23a); b) si estas obras se hubieran realizado en ciudades paganas, éstas habrían reconocido la mano de Dios (vv. 21b y 23b); c) por eso el día del juicio serán tratadas con más misericordia (vv. 22 y 24).

Los prodigios de Jesús son signos que anuncian la llegada del Reino. La respuesta del ser humano debe ser la conversión y la fe. Tiro y Sidón, las dos grandes ciudades fenicias Sodoma y Gomorra, son el ejemplo típico de ciudades paganas y pecadoras. Pero si estas ciudades hubieran sido testigos de las obras de Dios se habrían convertido con saco y ceniza (eran símbolos de arrepentimiento).

En cambio, aquellas ciudades galileas son maldecidas por Jesús porque han encarnado la prepotencia de la estructura de poder, elevándose hasta el cielo y presumiendo de su sabiduría, que les impide reconocer a Jesús como la verdadera sabiduría a través de sus obras. Por eso el "juicio" escatológico-histórico de Jesús sobre las ciudades es figura y signo del juicio escatológico sobre los "ciudadanos" que hayan asumido la mentalidad de la estructura social, generando la desigualdad y la muerte.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-11. ACI DIGITAL 2003

21. Corazín y Betsaida eran ciudades vecinas a Cafarnaúm. Las tres son aquí maldecidas por su incredulidad e infidelidad a los privilegios de que se gloriaban (cf. 7, 23 Entonces les declararé: "Jamás os conocí. ¡Alejaos de Mí, obradores de iniquidad!".

Terribles advertencias para los que se glorían de ser cristianos y no viven la doctrina de Jesucristo. Véase Jer. 14, 14 ss., donde el profeta de Dios habla contra los falsos profetas y sacerdotes que abusan del nombre del Señor; y Luc. 13, 27: Pero él os dirá: "Os digo, no sé de dónde sois. Alejaos de mí, obradores todos de iniquidad". Véase Mat. 15, 8, citando a Is. 29, 13. Mat. 7, 23; 25, 41. Condena Jesús anticipadamente a aquellos cristianos que se contentan con el solo nombre de tales y con la vinculación exterior a la Iglesia.).

Tiro y Sidón: dos ciudades paganas de Fenicia.


3-12. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

Si no creéis, no subsistiréis. ¡Cuántas veces nos ha salvado la fe! ¡cuántas veces fiarnos de la vida, de los amigos, de los demás, de Dios, nos ha permitido subsistir y mantenernos en pie aunque todo parecía que se iba definitivamente al traste!. Son esos momentos en que cualquier tipo de amenaza, interna o externa, consigue agitar nuestro corazón, como se agitan los árboles del bosque con el viento. Y es ahí, cuando el Señor habla. El problema es que a menudo este Dios nuestro nos da unas soluciones un tanto sospechosas e incomprensibles: frente a dos temidos guerreros, Dios le pide a Acaz que se de un paseo con su pequeño hijo Sear Yasub tranquilizando al pueblo. ¡Vigilancia y calma! Quizá nosotros somos más aficionados a grandes estrategias y a enormes movimientos y esto de “limitarnos” a pasear con un niño, vigilar, mantener la calma y creer, nos parece una tontería.

¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida, ay de ti....(puedes poner tu nombre)... Ay de ti, cuya historia está repleta de milagros, es decir, de signos de Dios, de acciones de Él sobre ti, y aún te empeñas en querer arreglar las cosas a tu manera, con tus armas y tus caballos y tus carros y tus aires... Pero no. Si no crees, no subsistirás. El texto hebreo juega con el verbo `amán, de donde procede la expresión amén. Y ese es su significado: creer, subsistir, sostenerse, estar firme, en pie, sólido...

Mantente firme, apóyate sólidamente en quien crees y en quien merece tu confianza. Vigila y ten calma, que el Señor que tantos prodigios ha hecho en ti, los seguirá haciendo. Él lo ha dicho y lo hará. Amén.
Vuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz, rmi (rraragoneses@hotmail.com)


3-13. DOMINICOS 2004

Si no creéis, no subsistiréis

Bueno es el saber que nos enseña a ser hombres cautos.
Mejor es el conocimiento propio de la sabiduría de los prudentes.
Incomparable es la divina sabiduría de la fe que nos ilumina para saber vivir en la tierra y más allá de nuestra historia.

En el pasaje de la historia de Israel que hoy utiliza la liturgia, el profeta Isaías nos lanza esa verdad luminosa: Si no creéis, no subsistiréis. Él la aplica a la conducta que debe observar el rey y el reino de Judá frente a sus enemigos de norte. Sólo una fe y confianza profunda en las propias fuerzas y en la providencia que las mueve puede llevar a la victoria de las armas.

Nosotros debemos aplicarla a la entereza de ánimo como hemos de afrontar las adversidades para salir victoriosos en el espíritu, en la paz que da el buen obrar, en el servicio de solidaridad con quien nos necesite, en el triunfo de la armonía y de la justicia entre los pueblos y familias. Todo lo que no conduzca a la paz, fraternidad, amor, merma nuestra existencia.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Lectura del profeta Isaías 7, 1-9:
“En aquellos días reinaba en Judá el rey Acaz, hijo de Jotán... Rasín, rey de Damasco, y Pecaj, rey de Israel, subieron a Jerusalén para atacarla; pero no lograron conquistarla... Pero los sirios lograron acampar en Efraín. Ante esa amenaza, el corazón de Acaz y el de su pueblo se agitaron como se agitan los árboles del bosque con el viento... Entonces el Señor dijo a Isaías: Sal al encuentro de Acaz... y dile: No temas, no te acobardes ante esos dos cabos de tizones... Dentro de un tiempo, Efraím, destruido, dejará de ser pueblo. Si no creéis, no subsistiréis”

Evangelio según san Mateo 11, 20-24:
“En cierta ocasión, Jesús echó en cara a algunas ciudades –donde había hecho casi todos los milagros- porque no se habían convertido, y dijo: ¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro o en Sidón se hubieran hecho los milagros obrados entre vosotras, hace tiempo que se hubieran convertido, cubiertas de sayal y ceniza... Os digo que el día del juicio les será llevadero el castigo que a vosotras....”


Reflexión para este día
¡Misterio de creer y misterio de increencia!
En un mundo cada día más secularizado, al que no parece preocuparle la ausencia u olvido de Dios, el texto evangélico le lanza su mensaje con palabras de ‘alerta’. Poblaciones concretas, como Corozaín y Betsaida, fueron testigos de no pocas maravillas realizadas por Jesús, con valor de ‘signos’ a favor de la palabra y mensaje salvífico que les predicaba. Pero ni los ‘signos’ ni las ‘palabras’ ni la ‘conducta’ del Maestro les movieron a confiar y creer en él.

¿Qué fuerza retenía a esos espíritus para no aprobar, con adhesión sincera, cuanto Jesús requería de ellos? No sabemos responder. Juzgar esa resistencia sería exponernos a errar. Pero lo cierto es que la ‘palabra’ y los ‘signos’ de Jesús –dados intencionadamente- son tan elocuentes para unos como para otros, y, sin embargo, unos los acogen con gozo interior y exterior, y otros los rechazan.

¿Será que cada uno queremos exigir al Señor que realice, como signo, precisamente lo que nuestro capricho juzgue como ‘convincente’? Mal camino del espíritu es poner condiciones a Dios y a los hombres para ser cada uno centro del interés de todos. Vivamos la experiencia de la luz, de la libertad, de la generosidad, del amor, y dejémonos ganar por ella.


3-14.

Comentario: Rev. D. Pedrojosé Ynaraja i Díaz (El Muntanyà-Barcelona, España)

«¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!»

Hoy, el Evangelio nos habla del juicio histórico de Dios sobre Corozaín, Cafarnaúm y otras ciudades: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que (...) se habrían convertido» (Mt 11,21). He meditado este pasaje entre sus negras ruinas, que es todo lo que queda de ellas. Mi reflexión no me ha llevado a alegrarme del fracaso que sufrieron. Pensaba: en nuestras poblaciones, en nuestros barrios, en nuestros casas, por ellas también pasó el Señor y... ¿qué caso se le hizo?, ¿qué caso le he hecho yo?

Con una piedra en la mano, me he dicho para mis adentros: algo así quedará de mi existencia histórica, si no vivo responsablemente la visita del Señor. He recordado al poeta: «Alma, asómate ahora a la ventana: verás con cuánto amor llamar porfía», y avergonzado reconozco que yo también he dicho: «Mañana le abriremos... para lo mismo responder mañana» (Lope de Vega).

Cuando cruzo las inhumanas calles de nuestras “ciudades dormitorio”, pienso: ¿qué se puede hacer entre estos habitantes con quienes me siento incapaz de establecer un dialogo, con quienes no puedo compartir mis ilusiones, a quienes me resulta imposible trasmitir el amor de Dios? Recuerdo, entonces, el lema que escogió san Francisco de Sales al ser nombrado obispo de Ginebra —el máximo exponente de la Reforma protestante— en aquel tiempo: «Donde Dios nos plantó, es preciso saber florecer». Y si con una piedra en la mano meditaba el juicio severo de Dios que puede recaer sobre mí, en otros momentos —con una florecilla silvestre, nacida entre los hierbajos y el estiércol de la alta montaña— pienso que no debo perder la Esperanza. Debo corresponder a la bondad que Dios ha mostrado conmigo, y así mi pequeña generosidad depositada en el corazón del que saludo, la mirada interesada y atenta hacia el que me pide una información, mi sonrisa dirigida al que me cede el paso, florecerá en un futuro. Y nuestro entorno no perderá la Fe.


3-16. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

Isaías 7,1-9: Se agitó su corazón y el del pueblo como los árboles con el viento.

Sin querer profundizar los datos históricos que nos presenta este texto, notamos en el transcurso de la lectura un grave conflicto internacional frente a la búsqueda y lucha por la dominación de un territorio, con gobierno monárquico incluido, y con claras formas dinásticas familiares con pretensión al trono (recordemos que fue con David que se instauró en Israel la dinastía monárquica) presentando este texto una clara amenaza contra la dinastía davídica reinante.

Frente a la tensión reinante entre los que buscan y luchan el poder, aparece la imagen y presencia del profeta Isaías con su hijo (v.3) Sear Yasub (“un resto volverá”), para que le comuniquen al rey Acaz que no tenga miedo, haciendo una clara alusión a la teología de la corona, diciendo que quien establece el poder es Dios.


Salmo responsorial 47: Dios ha fundado su ciudad para siempre

El salmo sintoniza con la historia del pueblo, recordando los tiempos en que reyes extranjeros se aliaron para destruir y conquistar la ciudad.


Mateo 11, 20-24: El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón.

Contrasta el texto del Evangelio con la lectura de Isaías 7,1-9: mientras en Isaías se ve con recelo la acción de pueblos y reyes extranjeros y se gloría a Israel, en el Evangelio se alaba la fe de las naciones extranjeras y se condena al propio pueblo.

En la contradicción está la solución: frente a un pueblo que levantaba las banderas de su nacionalismo delante de los demás pueblos (esas gentes, los gentiles), propone el Evangelio abrir las fronteras, borrar el horizonte de odios y rencores, y reconstruir (desde el cambio de mentalidad) nuevas relaciones sociales, familiares, fraternas y sororas con los de dentro, pero especialmente con los de fuera.

El texto, que presenta una real situación histórica entre Israel y los otros pueblos, necesita ser comprendido como una comparación de una anticipación clara que finalmente el Reino, la buena nueva de Jesús, será anunciado y aceptado en otras naciones, pese a los que en el propio pueblo no cambiaron de mentalidad, no se abrieron al mensaje y las obras de Justicia de Jesús


Preguntas para la reflexión personal y comunitaria.

¿Qué disculpas podemos tener para no aceptar el mensaje de Jesús?

¿Por qué nos podemos resistir al anuncio de la Buena Nueva?

¿Nos creemos poseedores absolutos de la verdad?


Oración

Padre desconcertante y bueno, que nos juzgas según nuestra conducta con el prójimo: te damos gracias por todas las personas que intentan construir una ciudad nueva, una ciudad humanizada, sin guerras y sin cárceles, sin violencias y sin corrupciones, sin poderes abusivos. Gracias por tu bondad, misericordia y comprensión. Amén
 


3-17.

Amenaza a las ciudades infieles

Fuente: Catholic.net
Autor: Clemente González

Mateo 11, 20-24

Reflexión:

Dicen que una de las virtudes más raras de nuestros días es el agradecimiento. La persona agradecida valora lo que otros hacen por ella y quiere reconocerlo de alguna manera. Tiene la valentía de declarar que no todo lo puede, sino que necesita la ayuda de los demás.

En este pasaje, Jesús se lamenta por la actitud de aquellas ciudades a las que Él había tratado con más cariño, regalándoles milagros y prodigios. ¿Por qué, en lugar de convertirse y volver su mirada agradecida a Dios, seguían como si nada hubiera sucedido? ¿Por qué les cuesta tanto a los hijos valorar el sacrificio diario de sus padres? ¿Por qué nos resulta tan fácil recriminar y exigir nuestros derechos y somos tan perezosos a la hora de dar las gracias?

Mira ahora cuánto has recibido de Dios: tu vida, tus familiares y amigos, tus cualidades físicas, intelectuales, morales,... tus bienes materiales. ¿Ya le has dado gracias por todo eso?

Cristo advierte a los que han recibido muchos dones, que deben corresponder de algún modo, en la medida que Dios les ha dado. El que tiene mucho, debe dar mucho.


3-18.

Reflexión

De nuevo Jesús insiste, ahora desde otro ángulo, en la resistencia a la conversión. Seguramente que si somos honestos nos daremos cuenta que han sido diversas ocasiones a lo largo de nuestra vida (o en la de algunos hermanos) en las cuales hemos sido conscientes del paso de Dios por ella. No podemos negar que Dios ha operado en nosotros signos y prodigios (si no como los realizados en estas ciudades, si revisamos con atención nuestra historia veremos los visibles de las maravillas de Dios). Por ello el Señor nos invita a reflexionar hoy en cómo hemos y estamos respondiendo a estas gracias, a esta actuación continua y salvífica de Dios. No podemos mantenernos indiferentes a la acción de la gracia, a la invitación de Jesús a cambiar de vida y a consagrársela a él. Jesús espera de cada uno de nosotros una respuesta generosa, ¿estaremos dispuestos a dársela?

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-19. Fray Nelson Martes 12 de Julio de 2005
Temas de las lecturas: Le llamó Moisés, porque lo había sacado del ag * El día del juicio será menos riguroso para Tiro, Sidón y Sodoma que para otras ciudades.

1. Los Orígenes de Moisés
1.1 La figura de Moisés llena una porción impresionante del Antiguo Testamento. No sólo por los libros que se relacionan directamente con él, a saber, los del Pentateuco, cinco primeros de la Biblia, sino porque en esos libros se promulgan las "reglas de juego" que debían gobernar la alianza entre Dios y el hombre. Y lo cierto es que la palabra de los profetas o la meditación de los sabios en el Antiguo Testamento tendrá siempre como referencia la alianza: si se ha cumplido o no, si se puede conservar o no, si es definitiva o es el preludio o anuncio de una nueva alianza (como a la postre vino a resultar).

1.2 Por eso interesa conocer cuanto sea posible sobre este Moisés, que no fue menos que el mediador de esa alianza, la que marcó el rumbo y evaluó los pasos de Israel por centenares de años, y que en algunos de sus aspectos conserva un valor fundamental y permanente.

1.3 La primera lectura de hoy nos enseña ante todo que Moisés es un "salvado." La opresión del faraón le rodea, le acosa, le anega, pero no logra destruirlo. De niño, es salvado de las aguas; de adulto, se salva huyendo al desierto y haciendo vida de pastor.

1.4 Lleno de amor y sensibilidad por el destino de su pueblo, Moisés es el hombre que no se deja atrapar tampoco por las delicias o ventajas de la corte egipcia, a la que de algún modo tenía pleno acceso, como hijo adoptivo de la hija del Faraón. Y también esto es ser salvado, en este caso, del egoísmo y de la comodidad.

1.5 Así salvado tantas veces, Moisés será luego salvador. Será el testigo creíble de que Dios es capaz de vencer con el poder de su sabiduría y de su amor a todas las artimañas del enemigo. Lleno de amor por el Dios que lo rescató de tantas maneras, Moisés se atreverá un día a anunciar lo impensable: que la palabra y la voluntad del faraón no son soberanas sobre los hijos de Dios.

2. Los que se Resistieron
2.1 Uno tiende a pensar que una buena tanda de milagros será suficiente para convertir a cualquiera. El evangelio de hoy muestra que no es así.

2.2 Las ciudades que nombra Jesucristo en este breve texto, Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm, tienen probablemente el mayor índice de milagros por kilómetro cuadrado del mundo entero. Y sin embargo, ya hemos oído el reproche del Señor: no se convirtieron. La primera conclusión es que la conversión no sucede a fuerza de cosas extraordinarias.

2.3 Los milagros no son "pruebas," en el sentido de una demostración de geometría, que te obliga a aceptar lo que se te está diciendo. Los milagros son señales, y en cuanto tales, pueden ser aceptados o no.

2.4 De donde sacamos otra enseñanza: si los milagros son señales, es evidente que no son las únicas. El mundo entero está lleno de señales, sólo que las consideramos poco interesantes o significativas por la única razón de que nos hemos acostumbrado a ellas. Un atardecer, la paz de un arroyo, el parpadear de las estrellas o la inmensidad del océano son señales y también a su modo están proclamando a su Hacedor. Lo importante, en últimas, no es el tamaño de la señal sino la docilidad de la mirada que las lee, reconoce y agradece.