MIÉRCOLES DE LA SEMANA 14ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

 1.- Gn 41, 55-57; 42, 5-7.17-24a

1-1.

La historia de José, uno de los doce hijos de Jacob, ocupa trece capítulos del Génesis.

Recordemos lo esencial. José era uno de los preferidos de Jacob. Sus hermanos, por envidia, lo venden a un comerciante de esclavos. En Egipto está en la cárcel por haberse resistido a las insinuaciones de la mujer de un alto dignatario del Faraón. Interpreta los sueños del Faraón y pasa a ser su primer ministro. Durante siete años de «vacas gordas» hace reservas de trigo en vista a los siete años de sequedad que había previsto.

Esta historia quiere ya demostrar que Dios se sirve de los acontecimientos en apariencia más desfavorables para llevar a cabo sus proyectos. Todo parecía confabularse contra José, pero todo girará en provecho suyo.

«Dios escribe recto en líneas torcidas...» es capaz de sacar bienes de nuestros males.

-Durante los siete años de sequedad anunciados por José todo el país de Egipto sufrió hambre... El Faraón dijo: «Id a José». Entonces José sacó todas las existencias y vendió trigo a los Egipcios.

La descripción, por desgracia, es muy realista.

No podemos dejar de pensar en la inmensa multitud de hombres, mujeres y niños del Tercer Mundo, que HOY pasan hambre.

José ayudó a sus contemporáneos. Eso está bien.

Pero lo hizo explotando la pobreza de los pobres en provecho del Faraón. Y esta política es condenable.

Señor, ayúdanos a encontrar soluciones de justicia y de caridad para el problema del hambre en el mundo.

-Los hijos de Israel, mezclados a otros viajeros, fueron a comprar trigo pues había hambre en el país de Canaán... En cuanto José vio a sus hermanos los reconoció.

Cambio de situaciones. Algunos años antes fueron ellos los que condenaron a José a la esclavitud.

-Hizo como si no los reconociera y les habló duramente. Los puso bajo custodia... Luego los soltó.

Fue una especie de prueba que les impuso para forzarlos a reflexionar sobre su conducta pasada. Y esto da fruto.

-«En verdad que expiamos ahora lo que hemos hecho a nuestro hermano cuya angustia veíamos cuando nos pedía que tuviésemos compasión y no le hicimos caso...»

En la desgracia se despiertan los recuerdos. Toman conciencia de su culpabilidad.

Sufriendo ellos, se dan cuenta de que han hecho sufrir.

Pero no siempre es así. Desgraciadamente podemos permanecer inconscientes del daño. Te pedimos, Señor, ser más lúcidos respecto al daño que hemos podido infligir a nuestros hermanos.

Esta historia simboliza la de todas aquellas familias que se dividen por razón de envidias o de intereses.

Ruego por la reconciliación de los hermanos enemistados.

-No sabían ellos que José les entendía porque mediaba un intérprete entre ellos.

Entonces José se apartó de su lado y lloró.

Cabe pensar que José hubiera podido entonces aprovechar el poder que le daba su cargo para saciar su resentimiento.

Por el contrario veremos que toma una actitud evangélica: "el perdón de las injurias".

Perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 168 s.


1-2. Gn/41/56-57 /Gn/42/01-26

La noticia del hambre general y de la afluencia de los pueblos a Egipto para adquirir grano representa un cambio de escena importante en el desarrollo de la historia de José.

Hasta ahora todo el interés se centraba en José y su éxito. A partir de ahora, la nueva situación hace entrar la perspectiva de las relaciones de José con sus hermanos, que, impulsados también por la necesidad ineludible de subsistir, se ponen en camino hacia el país que desde siempre había sido el refugio de los palestinos hambrientos (por ejemplo, el caso de Abrahán: Gn 12,10-20; cf. también Gn 26,2).

José reconoció en seguida a sus hermanos y comprobó el cumplimiento del antiguo sueño que le aseguraba su superioridad sobre ellos. Pero la entrevista no fue nada cordial.

La acusación de espionaje encaja bien en las circunstancias del momento en Egipto y hace referencia a tiempos pasados, cuando Egipto hubo de soportar algunas invasiones, como la de los hiksos (tuvo que reforzar la frontera nordoriental con nuevas guarniciones e incluso levantando muros y construyendo torres de vigilancia, en especial durante la invasión de los pueblos del mar). Contra esta grave e insistente sospecha, los hermanos intentan defenderse informando sobre su lugar de procedencia y los detalles de su situación familiar.

Sobre su diálogo y su espíritu comienza a aletear el recuerdo del hermano vendido, al que suponen muerto. Todos los contratiempos y penalidades que ahora experimentan empiezan a ser considerados como una expiación por la maldad empleada contra José. Estos comentarios, hechos en presencia de José, provocan su conmoción hasta el extremo de que tiene que salir fuera a llorar. Posiblemente según una versión muy antigua de los hechos, es en este momento cuando José se da a conocer.

La decisión inicial de José fue encarcelar a todos los hermanos excepto uno, que sería el encargado de buscar a Benjamín para confirmar que sus palabras eran sinceras. Pero al tercer día cambió de parecer: quedaría uno como rehén hasta que volviesen los otros con Benjamín. El rehén sería Simeón. El cuadro general responde a la idea elohísta de los acontecimientos.

La afirmación de que José es temeroso de Dios (=cumple sus mandamientos) es importante: no solamente sirve de garantía, sino que es también un primer paso en la revelación del gran intendente de Egipto.

Hay preguntas de difícil respuesta: ¿por qué tortura José a sus hermanos y no se manifiesta inmediatamente? Puede tratarse de un deseo de comprobar si realmente han cambiado, una especie de pedagogía amorosa... ¿Habrá que admitir también un cierto sadismo?

La lección moral de este acontecimiento está subrayada por el relato mismo, especialmente a través de la interpretación que dan los propios hermanos.

J. MAS ANTO
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 105 s.


2.- Os 10, 1-3.7-8.12

2-1.

Israel era una vid frondosa que producía mucho fruto.

Por primera vez el pueblo elegido es comparado a una "viña" que ha de dar mucho fruto.

Ese tema será desarrollado en (Salmo 79, 9, Isaías 5, 1, Jeremías 2, 21; 11-17; Ezequiel 17, 6) Jesús utilizará esa imagen tradicional. (Mateo 21, 33; 20, 1; Juan 15, 1) ¿Soy yo una buena viña para Dios?

-Pero, cuanto más aumentaba su fruto, más aumentaba los altares. Cuanto mejor era su país, mejores y más lujosos hacían los ídolos.

Era Dios quien daba la prosperidad y la felicidad.

Pero ellos iban a dar gracias a los Baales.

¿No hacemos también esto nosotros cuando sacamos un mal provecho de nuestros éxitos? ¿Sabemos ser agradecidos por nuestros éxitos y nuestras expansiones?

-Su corazón es doble.

Fingen permanecer fieles al verdadero Dios, pero de hecho su corazón está en los cultos sensuales de los Baales.

En verdad, Señor, mi corazón es también doble. Me atrae el bien, pero mi corazón va hacia los materialismos fáciles. San Pablo confesará que hay «dos hombres en él, uno que se complace en la ley de Dios, otro que le empuja al pecado.» (Romanos 7, 14-25)

-Mas ahora van a expiar. El Señor demolerá sus altares, romperá sus ídolos. Dirán: No tenemos rey porque no hemos temido al Señor... ¡Samaria se ha acabado! Su rey es como espuma sobre el agua...

El castigo toma la forma de un final de civilización: el poder político pierde toda su fuerza en la relajación general y la sociedad se destruye a sí misma antes de perecer por los golpes de los vecinos. Oseas pudo haber constatado ya los primeros síntomas de ello en la inestabilidad del poder. A la muerte de Joroboam comienza la carrera por el poder.

Zacarías, su hijo, es asesinado a los seis meses de reinado. Shalum ha de pedir ayuda a Asiria para asentar su autoridad. Pequahya cae bajo los golpes de uno de sus oficiales después de sólo un año de reinado. Crece la anarquía. La nación se disgrega. Pronto morirá Samaria bajo los golpes de Asiria, en 722. Y el profeta interpreta toda esa historia:

"¡Se ha acabado Samaria! su rey no es más que espuma..."

-Espinas y cardos crecerán sobre los altares. Dirán entonces a los montes: «Cubridnos» y a las colinas: "Caed sobre nosotros".

Cuán emocionante es ver a Jesús citar ese pasaje de Oseas (Lucas 23, 30) para decir, él también, que los hombres, ante la amplitud de la catástrofe, no tendrán ninguna «razón de vivir» y desearán la muerte. En esto para, finalmente, el «furor de vivir» sin freno ni ley. De hecho, en las civilizaciones llamadas «avanzadas» es donde progresa el número de suicidios.

-Sembraos simiente de justicia, recoged cosecha de amor, entonces será el tiempo de buscar al Señor, hasta que venga a lloveros justicia.

Las amenazas de los profetas, nunca son solamente amenazas. Siempre se abre una esperanza de conversión, en un futuro mucho mejor, si los hombres quieren colaborar en ello...

Gracias, Señor. ¡Danos la valentía de "sembrar la justicia", para que Tú, por tu parte. «lluevas justicia»!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 168 s.


2-2. /Os/10/01-15

Las imágenes del dolor vivido por el profeta a causa del alejamiento adúltero de la esposa son insuficientes para describir el drama del alejamiento de Israel respecto a Dios: «Tienen el corazón dividido, y ahora pagarán sus culpas... Dicen: 'No respetamos a Yahvé'» (vv 2-3). El profeta recrimina nuevamente la idolatría, denuncia una honra puramente verbal, ve a Israel pecador, desde tiempo antiguo, desde los tiempos de Gueda, en la época de los patriarcas. Ahora, como antes, se ha comportado de manera insensata.

Pero la misión del profeta no consiste únicamente en poner en evidencia los pecados de Israel y en mostrar su gravedad. Consiste también en revelar la actitud adoptada por Dios ante la infidelidad de aquellos a quienes ama: «Se dará la alarma en todas tus ciudades y todas tus fortalezas serán arrasadas. Como destruyó Salmán a Bet-Arbel en el día del combate, siendo aplastada la madre con sus hijos. Así harán con vosotros, Betel, por vuestra maldad consumada. De amanecida desaparecerá el rey de Israel» (14-15).

CR/BUSCADOR: El pecado más grave de Israel es haber depositado su confianza fuera de Dios, despreciando las cláusulas y el espíritu de la alianza. La confianza, en su más antigua manifestación, es la fe en la marcha de Dios cerca del hombre, con el hombre. Para expresar la profundidad de la relación con Dios los profetas emplean el verbo «creer». En él está incluido el riesgo de cada individuo y de cada pueblo, que son continua y repetidamente llamados por Dios a salir de las seguridades humanas y a fundamentar su situación en el conocimiento vivo de Dios. En medio de esta panorámica acusatoria Oseas aparece como el profeta de la esperanza. De aquí su invitación a la conversión: "Sembrad según justicia, cosechad el fruto de vuestra lealtad, roturad el barbecho del conocimiento para buscar a Yahvé mientras viene él y os da la lluvia conveniente" (12). Bella invitación a redescubrir el sentido del primer mandamiento: buscad al Señor. El hombre de la alianza, como un beduino en el desierto, es por definición «buscador de Dios», mendigo de la luz que le haga posible caminar hacia las fronteras de la tierra prometida.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 745 s.


3.- Mt 10, 1-7

3-1. MISION/VAT-II

-Jesús llamó a sus "doce", discípulos: En primer lugar a Simón, al que llaman Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago, Zebedeo y a su hermano Juan; a Felipe y a Bartolomé; a Tomás y a Mateo el recaudador, a Santiago Alfeo y a Tadeo, a Simón el cananeo y a Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

Es intencional que Mateo no dé esta lista cuando su primera llamada, como los demás evangelistas, sino solamente en este décimo capítulo de su relato, en el momento de enviarles a misión.

Tenemos ahora a los doce constituidos en "colegio apostólico", es decir, "misionero". "La Iglesia peregrina es misionera por su naturaleza, puesto que procede de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre" (Vat II:A.G. 2) "Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás apóstoles forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo el Romano Pontífice, sucesor de Pedro y los obispos, sucesores de los apóstoles se unen entre sí y forman un todo (L.G. III, 22) "El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al "cuerpo de los pastores", ya que a todos ellos en común dio Cristo el mandato imponiéndoles un oficio común... Por tanto todos los obispos deben proveer a las misiones, no sólo de operarios para la mies, sino también de socorros espirituales y materiales." (Concilio, L.G. III, 23)

Entre los doce que Jesús envió a misión, algunos están muy a la vista -Pedro, por ejemplo-... y otros de los que no se sabe nada -Tadeo, por ejemplo-... ¡No se hizo el evangelio para satisfacer nuestra curiosidad! Ruego por todos los obispos, para cada obispo... Ios célebres y los que quedan en la sombra...

-Y les dio autoridad sobre los espíritus "inmundos" para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad.

Destruir el mal.

Hacer el bien.

En resumen una misión muy sencilla.

Jesús no buscó primero reunir a gentes ilustradas sino a gentes disponibles, capaces de seguirle hasta el final. Todos dieron su vida por El. Su papel esencial, según ese pasaje era expulsar los "espíritus inmundos" y "sanar a los hombres".

Judas formó parte de ese grupo. Sí, Judas también había sido enviado a misión, una gran misión. Jesús tomó este riesgo al confiar la responsabilidad de su obra a pobres humanos. Hay que rezar siempre por los que tienen responsabilidades en la Iglesia.

Yo también tengo una misión, soy responsable, en una parte de la obra de salvación de Jesús.

¿Hago retroceder "lo Malo"? ¿cómo? ¿Sano a mis hermanos? ¿cómo?

-A los doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayáis a tierra de paganos ni entréis en la provincia de Samaria. Id a las ovejas descarriadas de Israel. Por el camino proclamad que el Reino de Dios está cerca.

¡Sorprendente perspectiva histórica! Jesús es consciente de la amplitud de su obra: ¡es necesario mucho, mucho tiempo! y Jesús, sin prisas, da una consigna limitada: hay que hacer "lo que se puede hacer" hoy, en la certeza que Dios llamará a todos los "paganos y Samaritanos" en otra fase del trabajo misionero. El mismo Jesús, durante su vida humana, se limitó a lo que podía hacer: dirigirse a las "oveJas descarriadas de la casa de Israel".

Y los doce, que algún día serán enviados hasta los extremos de la tierra, ese día, partieron, sencillamente, a llevar el evangelio al pueblo de al lado... pues tal era la voluntad de Dios, tal era la misión por el momento.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 60 s.


3-2.

1. (Año I) Génesis 41,55-57; 42,5-7.17-24

JOSÉ/HIJO-DE-JACOB: a) Dentro del ciclo del patriarca Jacob, leeremos, durante varios días, la deliciosa historia de José.

Saltamos algunos capítulos del Génesis, por ejemplo la narración de cómo sus hermanos, por la envidia que sentían hacia José, el predilecto de Jacob, le vendieron a unos comerciantes que iban a Egipto, de cómo allí fue esclavo y estuvo en la cárcel, hasta que por su don de interpretar los sueños del Faraón, llegó a escalar posiciones muy altas en la corte, siendo nombrado primer ministro y administrador del reino. Esa página la leemos el viernes de la segunda semana de Cuaresma, porque a José se le ve como figura de Cristo, también vendido por los suyos.

Aquí empalma la lectura de hoy. La sabia previsión de José le hace persona importante en el momento de sequía que azota a Egipto y a los países limítrofes, incluido el de Canaán. Por eso vienen sus hermanos a comprar víveres para sus familias. José no se da a conocer de inmediato y los pone a prueba, pidiéndoles que le traigan al hermano menor, Benjamín, a quien quiere de modo especial porque son hijos de la misma madre (Raquel).

¡Sorpresas de la vida! Uno de los motivos de la ojeriza de sus hermanos contra José había sido que él, ingenuamente, les había contado un sueño en que los veía arrodillados a sus pies. Y, en efecto, ahora lo están, aunque de momento no le reconozcan.

b) El salmo nos ayuda a interpretar desde una perspectiva religiosa la historia de José. A pesar de las intrigas de sus hermanos, que le vendieron para deshacerse de él, Dios lo convierte todo en bien: «dad gracias al Señor con la cítara... el Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos, pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad... Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre».

La historia es una invitación a creer en la providencia de Dios, que, como tantas veces, escribe recto con líneas que han resultado torcidas por los fallos de los hombres. Cuántas veces, en la historia de la Iglesia, acontecimientos que parecían catastróficos, no lo fueron, sino que incluso resultaron providenciales para indicarnos los caminos de Dios y purificarnos de nuestras perezas o ambiciones. Por ejemplo, la invasión de los pueblos del Norte, en el siglo V, o la pérdida, en el siglo pasado, de los Estados Pontificios.

También en nuestra historia particular hemos experimentado tal vez que lo que creíamos un fracaso ha resultado un bien para nosotros. Como para Ignacio de Loyola su herida en el sitio de Pamplona. Como para Jesús, cuya muerte -vendido como José por unas monedas- parecía el fracaso de todos sus planes salvadores, y fue precisamente el hecho decisivo de la redención de la humanidad.

Dios sabe sacar siempre bien del mal.

1. (Año II) Oseas 10,1-3.7-8.12

a) Esta vez, el pecado del pueblo de Israel se describe con imágenes tomadas de la vida del campo.

El pueblo elegido era una viña que producía frutos abundantes, pero ahora se ha convertido en campo estéril. Se han olvidado de Dios. Se han fiado de las fuerzas humanas y éstas les fallan: «¿qué podrá hacernos el rey?... su rey, como espuma sobre la superficie del agua».

El único remedio es que Israel se convierta a su esposo, Dios. Que destruya «los altozanos de los ídolos», o sea, las ermitas a dioses falsos que construían en las colinas y montes. Que reconozcan su culpa: «gritan a los montes, 'cubridnos', y a los collados, 'caed sobre nosotros'» (son las palabras que pone Jesús en labios de las personas asustadas por los síntomas del «día del Señor» al final de los tiempos: Lc 23,30).

b) De nuevo se nos interpela respecto a si somos o no idólatras, si levantamos altares a dioses falsos, si tenemos «el corazón dividido», como Israel, o sea, si decimos que seguimos a Cristo, pero en realidad hacemos más caso a este mundo y sus criterios de vida, caminando, de este modo, derechos al desmoronamiento interior.

Si hay conductas dudosas, o un doble juego en nuestro estilo de vida, o nos dejamos llevar por el egoísmo o la ambición, somos invitados a convertirnos a Dios: «sembrad justicia y cosecharéis misericordia». Ayer nos decía Oseas que quien siembra vientos recoge tempestades. Hoy, nos invita a sembrar justicia para cosechar misericordia.

Claro que nos seducen también las voces que escuchamos en nuestro mundo. Ya Pablo reconocía como dos leyes en su cuerpo: «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero... me complazco en la ley de Dios, según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros» (Rm 7,19-23).

«Es tiempo de consultar al Señor». Es tiempo de escuchar su palabra y hacerle caso. Los valores que nos ha enseñado Cristo son los auténticos. «Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro».

2. Mateo 10,1-7

En el capítulo 10, Mateo comienza una nueva sección de su evangelio: el llamado «discurso misionero» o «apostólico».

Terminada la serie de milagros que había narrado después del sermón de la montaña, ahora leemos el segundo de los cinco grandes discursos de Jesús, en el que da a sus apóstoles unas consignas para su misión evangelizadora.

Ya había insinuado la idea al final del evangelio de ayer, cuando Jesús contemplaba la abundancia de la mies y la escasez de obreros para la siega, invitándonos a orar al Padre que envíe trabajadores a su campo.

a) A los discípulos a quienes elige, Jesús los llama «apóstoles», o sea, «enviados». Su misión va a ser, ante todo: «id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca». Pero este anuncio debe ir acompañado de hechos: «expulsar espíritus inmundos, curar toda enfermedad».

Puede parecer extraño que les recomiende que no vayan a tierras de paganos ni a Samaria, sino que se limiten a predicar a «las ovejas descarriadas de Israel». El pueblo judío es el heredero de la promesa: antes de hacerse universal, la salvación se ha de ofrecer a Israel. Al final les dará, según Mateo, la orden: «id y haced discípulos a todas las naciones».

b) La Buena Noticia de Dios, de la salvación y la vida que nos ofrece, debe ser anunciada a toda la humanidad. Cada generación es nueva, en la historia, y necesita ser evangelizada.

Por eso sigue en pie el encargo de Jesús. A unos se lo encomienda de un modo más intenso y oficial: a los obispos de la comunidad eclesial, que son los sucesores de esos doce apóstoles. Como también a sus colaboradores más cercanos, los presbíteros y los diáconos, que reciben para ello una gracia especial en el sacramento del Orden.

Pero es toda la comunidad cristiana la que debe anunciar la salvación de Dios y dar testimonio de ella con palabras y con obras. En el ámbito de la familia, del trabajo, del estudio, de la política, de los medios de comunicación, de la sociedad en general. En tierras de misión y en países cristianos.

Es lo mejor que un cristiano puede hacer, dar testimonio del amor y la cercanía de Dios a su alrededor, curar las dolencias, expulsar los demonios de nuestra sociedad, ayudar a que todos puedan vivir su existencia con esperanza y sentido. No todos somos sucesores de los apóstoles, pero todos somos seguidores de Jesús y debemos continuar -cada uno en su ambiente-, la misión que él vino a cumplir. Todos formamos la Iglesia «apostólica» y «misionera».

«Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti» (salmo I)

«Sembrad justicia y cosecharéis misericordia» (1ª lectura II)

«Buscad continuamente el rostro del Señor» (salmo II)

«Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 122-126


3-3.

Os, 10, 1-3.7-8.12 : Sembrar justicia y cosechar amor

Mt 10, 1-7 : En búsqueda de las ovejas perdidas.

La misión de los doce es continuación del episodio anterior. Los doce, símbolo del nuevo Pueblo de Dios, son llamados a realizar la misión evangelizadora. Ellos, al igual que el grupo grande de discípulos, fueron llamados al seguimiento de Jesús. Lo han acompañado en su camino y han sido formados con su ejemplo y su Palabra. Ahora, después de este período de preparación, son convocados para continuar la obra. Los doce no son un grupo selecto destinado a gobernar al pueblo y a los demás discípulos. Su función no es sustituir al Maestro como tal, sino colaborar como servidores.

Jesús les da poder para luchar contra el mal y para recuperar a aquellos que por la enfermedad han sido marginados. Su objetivo es rescatar las ovejas perdidas. Como las ovejas andaban sin pastor, es probable que muchas distrajeran su camino y se hayan extraviado. Es deber de los pastores, los que se sienten responsables de ellas, ir en su búsqueda.

Con esta analogía, tomada de la vida campesina, Jesús funda una nueva organización, que reemplaza todas las instituciones anteriores del pueblo de Israel. El quiere que los apóstoles se interesen de verdad por el pueblo y que, en consecuencia, se consagren a el. Que cambien la actitud burocrática de los sacerdotes, levitas y escribas judíos, más interesados en el dinero, el prestigio y el poder que en la vida del Pueblo de Dios. Ellos, aunque habían sido nombrados por Dios, se comportaban como asalariados, a los que no les importa su misión sino únicamente sus intereses personales. Los apóstoles, por el contrario, deben ser los abanderados del ministerio o servicio gratuito, y de la evangelización con los pobres, rompiendo con los vicios burocráticos. Pastores responsables, dialogantes y con una fuerte experiencia de Dios, para comunicar al pueblo la Buena Noticia.

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3-4.

Gn 41, 55-57; 42, 5-7a y 17-24a: Hagan lo que él les diga

Sal 32

Mt 10, 1-7: Les dio autoridad

La convocación de Jesús a sus discípulos es colectiva: "Estos son los nombres de los doce apóstoles", es decir, el conjunto de los israelitas que han respondido individualmente a su llamada. Con ellos, frente al Israel oficial, constituye el nuevo pueblo. El número doce es un número simbólico que hace relación a las doce tribus de Israel. Entonces, éste símbolo indica que el grupo de Jesús es el inicio del nuevo pueblo de Israel. Este nuevo "doce" designa al conjunto del Israel mesiánico, que no corresponde ya a la antigua alianza, sino a la nueva alianza de Jesús.

La constitución del nuevo Israel tiene una doble finalidad: "estar con Jesús" y "ser enviados a proclamar el Reino de Dios". El envío es el objetivo principal de la constitución de los doce. Jesús señala a sus discípulos su tarea en el mundo dándoles su mismo poder, poder que se extiende al anuncio de la proximidad del reino y a la curación de toda enfermedad. Sus palabras quedan confirmadas con los milagros, con una actividad liberadora, expresada como "expulsar espíritus inmundos". El poder de Jesús continúa en sus sucesores.

El relato nos presenta la lista de los doce, la composición no sólo numérica sino también de los nombres del grupo. La lista de los doce comienza por los cuatro primeros llamados y termina con Judas Iscariote, que, por ser el traidor, queda excluido del resto. En medio se intercalan los nombres de los otros siete, empezando por Felipe. El hecho de que Mateo constituya esta lista en un grupo de doce, donde la mayoría no tiene relieve alguno, no puede ser casual. Indica que, más que los individuos reducidos a unos nombres, lo importante es la convocación de Israel, representado por los doce que aparecen en la lista. Esto muestra el carácter representativo del grupo. Mateo narra su constitución y enumera los nombres no porque atribuya especial importancia a cada uno de ellos, sino por el valor simbólico del número doce.

En el evangelio de Mateo el envío queda marcado por las siguientes instrucciones de Jesús: "No vayan a tierra de paganos ni entren en las ciudades de Samaría, sino vayan a las ovejas descarriadas de Israel". Es muy extraño este planteamiento de cara al futuro que Jesús plantea para el nuevo Israel. Este no ha de ser una sociedad cerrada ni ha de imponerse a los demás pueblos; será, por el contrario, su servidor, e irá eliminando la violencia fanática que enfrenta a los hombres dondequiera se encuentre. Será misión del nuevo Israel, atraer a los hombres de todas las naciones al modo de vida del Reino de Dios. Por eso, los ideales de grandeza y hegemonía que se alimentaba en la teología del AT y habían sido fomentados en el judaísmo nacionalista, se ven reflejados en este pasaje. Sin embargo, desde una autentica interpretación del mensaje de Jesús todas estas ideas exclusivistas quedan descartadas definitivamente.

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3-5. CLARETIANOS 2002

En la película "Jesús" de Roger Young, a la que aludimos en días pasados, la escena de la elección de los doce tiene una gran fuerza simbólica. Los discípulos y discípulas están repartidos por la falda de la montaña. Jesús se coloca frente a ellos, dejando a sus espaldas el lago de Genesaret. Con un aire desenfadado mira a la multitud y va pronunciando en voz alta los nombres de los "nominados" (como dicen hoy en los programas de televisión): Simón, Andrés, ... A medida que oyen sus nombres, los escogidos esbozan una sonrisa de satisfacción (o de sorpresa según los casos), saltan de la muchedumbre y se van colocando al lado de Jesús hasta formar una piña como la que forman los jugadores de baloncesto antes de saltar a la cancha. La muchedumbre sigue en la falda de la montaña. Es testigo de la elección y destinataria del envío. Sin esa muchedumbre de la que Jesús tiene compasión no tendría ningún sentido la vocación apostólica.

Me vais a permitir bucear con la imaginación en lo que sucedió antes de que Jesús se decidiera a escoger precisamente a estos doce. Según un "evangelio apócrifo moderno", oído de boca de un viejo hermano mío, experto en Palabra y en silencios, la noche anterior a la elección de los doce Jesús tuvo una extraña sesión de discernimiento vocacional con su Padre. Las cosas debieron de suceder más o menos como sigue:

- Oye, Padre, quisiera consultarte lo de la elección de mis colaboradores. Solo no me siento capaz.

- Mira, hijo, creo que deberíamos empezar fijando un máximo de doce. Ya sabes que el número doce les encanta a la gente de mi pueblo. Además, de esta forma nos ajustamos por anticipado a los criterios que siglos más tarde sugerirán los expertos en dinámica de grupos.

- Si Tú lo dices. Yo soy de letras y de números entiendo poco.

- Creo que es conveniente que empecemos pensando en un vicario tuyo porque, tal como se están poniendo las cosas, me da la impresión de que no vas a durar mucho.

- ¿Simón? ¿Y encima llamar "piedra" a un ciclotímico como éste? (Ni hablar, por ahí no paso! En fin, ... si es tu voluntad.

- Creo que no estaría mal darle un toque a Mateo. Me parece un buen tipo.

- No, éste de ninguna manera. ¿Te imaginas lo que van a decir los fariseos? Si lo elijo voy a perder el poco prestigio que me queda ante ellos.

- A mí el que me cae bien es Simón el Zelota. Sí, ya sé que en el futuro van a discutir los exégetas acerca de si es realmente un terrorista o su nombre significa otra cosa, pero creo que merece la pena probar.

- ¿Encima tener a los romanos vigilándonos todo el santo día? ¡Esto, Padre, ya me parece demasiado! Bueno, Tú sabrás. Tú mandas.

- Por cierto, hijo, las mujeres que os acompañan parece que han flojeado últimamente en su ayuda. Convendría pensar en alguien que administre lo poco que tenéis. Sí, ya sé que San José lo haría muy bien, mayormente ahora que está jubilado. Aprecio mucho lo que hizo con lo que os dieron los Reyes Magos cuando tú eras pequeño. A la vuelta de Egipto, todavía le dio para comprar algunas herramientas. Pero reconozco que en los tiempos que corren la economía se ha complicado mucho y que él ya no está para llevar los libros de cuentas. No, Judas Tadeo no. Sí, ya sé que en el futuro dará mucho dinero a los católicos de Chile y de Estados Unidos, pero ahora me parece prematuro.

-¿)No me digas que estás pensando en el Iscariote? ¡Pero si es un ladrón! Sería capaz de venderme hasta a mí mismo ... Bueno, Padre, que se haga lo que Tú quieres.

Cuentan las crónicas, esta vez las canónicas, que en la relación oficial que sigue figuran algunos nombres como Pedro, Mateo, Simón Zelotes y Judas Iscariote. Por si hubiera dudas, los cronistas Lucas y Marcos también los registran. ¡Esto suele pasar cuando se discierne ... con Dios!

Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)


3-6. COMENTARIO 1

v. 1: Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad.

Mateo no describe la institución de los Doce. Su puesto lo ocupan las bienaventuranzas, donde establece el estatuto de la nueva alianza y, por tanto, funda el nuevo Israel. «Sus doce dis­cípulos», nombrados por primera vez, son, por tanto, la figura representativa del Israel mesiánico. El número doce alude a la plenitud escatológica de Israel. En su estadio final, el pueblo ele­gido comprende tanto a israelitas como a «pecadores» e incluirá también a los paganos.

Para la misión, los hace participar de su autoridad sobre «los espíritus inmundos». Es la primera vez que aparece en Mt esta expresión, aunque se ha mencionado a los «espíritus» que Jesús expulsaba en 8,16. Se repetirá en 12,43.45. El texto de 8,16 prueba que estos espíritus equivalen a «los demonios».

Jesús capacita a los discípulos para vencer la resistencia al men­saje opuesta por las ideologías que dominan al hombre. Según la construcción del texto, parece que los espíritus inmundos están también en relación con las enfermedades. Esto mostraría que estas enfermedades son efecto de la adhesión a ideologías contra­rias al plan de Dios.

v. 2: Los nombres de los doce apóstoles son éstos: en pri­mer lugar, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago Zebedeo y su hermano Juan; 3Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador, Santiago Alfeo y Tadeo, 4Simón el fanático y Judas Iscariote el mismo que lo entregó.

Los doce discípulos son llamados ahora los doce apóstoles o enviados (sólo aquí en Mt). Esto significa que la misión es propia de todo discípulo de Jesús, y que todo el Israel mesiánico está llamado a la misión de «pescadores de hombres», anunciada a Simón y Andrés en 4,19.

El Israel mesiánico se concreta en doce nombres, entre los cuales, como primero, destaca Simón, al que llamaban Piedra / Pe­dro. De nuevo aparece esta cláusula (cf. 4,18) que menciona el sobrenombre de Simón, sin que se explique su origen. Pedro y los tres siguientes se mencionan en el mismo orden de 4,18-22, explicitando también el parentesco que los une.

Sigue un grupo de siete, de los cuales el único conocido es Mateo el recaudador (9,9). La inclusión de este «pecador» en la lista de los doce anuncia la integración de los paganos en el Israel mesiánico; para Mt, la comunidad cristiana universal es la plenitud de Israel. Los demás de este grupo de siete no han sido nombrados antes ni lo serán después en el relato evangélico. Representan el pueblo anónimo que da su adhesión a Jesús. El último de los siete se llama, como Pedro, Simón, y está caracterizado por el calificativo «el fanático» o «zelota», por pertenecer, como Simón Pedro (8,14s), a círculos nacionalistas exaltados. El último de la lista es Judas Iscariote, el traidor. Su figura volverá a aparecer en el relato de la pasión (26,14.25.47; 27,3).

vv. 5-7: A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: No toméis el camino de los paganos ni entréis en ciudad de samaritanos; 6mejor es que vayáis a las ovejas descarriadas de Israel. 7Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios.

Jesús envía a los «Doce», es decir, al Israel mesiánico que re­presenta a todos sus discípulos, dándoles instrucciones para la mi­sión. Por el momento, limita ésta a Israel, que se encuentra en situación lastimosa (cf. 9,36; 15,24; Ez 34). No ha llegado aún la hora de la misión universal (26,13; 28,19). La proclamación de los Doce tiene el mismo contenido que la de Jesús (4,17), pero sin la exhortación a la enmienda. Dan escuetamente la buena noticia. Su proclamación va acompañada de toda clase de señales. El sig­nificado de éstas es el mismo que el de las realizadas por Jesús. El ha resucitado a la hija del jefe (9,18-26), ha limpiado a un le­proso (8,2-4), ha curado enfermos (8,16; 9,35), ha expulsado demo­nios (9,32s). El significado es liberar a los habitantes de Galilea de las doctrinas que los tienen postrados y privados de vida. Estas obras se realizan con «las ovejas descarriadas de Israel»; son, por tanto, una expresión de la ayuda que el discípulo debe prestar (5,7).


COMENTARIO 2

La constitución del nuevo Israel tiene una doble finalidad: "estar con Jesús" y "ser enviados a proclamar el Reino de Dios". El envío es el objetivo principal de la constitución de los doce. Jesús señala a sus discípulos su tarea en el mundo dándoles su mismo poder, poder que se extiende al anuncio de la proximidad del Reino y a la curación de toda enfermedad. Sus palabras quedan confirmadas con los milagros, con una actividad liberadora expresada como "expulsar espíritus inmundos". El poder de Jesús continúa en sus sucesores. Este poder debe ser entendido como un don de autoridad que tiene las siguientes características: 1. Está orientado por entero al ministerio apostólico: exorcismos y curación (v.1); predicación del Reino (v.7); curaciones (v.8). Es un don completamente misionero y en este capítulo no incluye ningún poder de dirección o de gobierno. 2. Es una autoridad conferida, pero no abandonada, por Jesús a sus apóstoles. 3. Tropezará, como la de Jesús, con el rechazo o la indiferencia de los hombres.

El relato nos presenta la lista de los doce, la composición no sólo numérica, sino también los nombres del grupo. La lista de los doce comienza por los cuatro primeros llamados, Pedro y su hermano Andrés, Santiago y su hermano Juan y termina con Judas Iscariote que, por ser el traidor, queda excluido del resto. En medio se intercalan los nombres de los otros siete, empezando por Felipe. El hecho de que Mateo constituya esta lista en un grupo de doce donde la mayoría no tiene relieve alguno, no puede ser casual. Indica que, más que los individuos reducidos a unos nombres, lo importante es la convocación de Israel, representado por los doce que aparecen en la lista. Esto muestra el carácter representativo del grupo. Mateo narra su constitución y enumera los nombres, no porque atribuya especial importancia a cada uno de ellos, sino por el valor simbólico del número doce.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. DOMINICOS 2003

Palabra de Dios
En la primera lectura de la liturgia de este día, se da un salto del capítulo 32 al 41 del libro del Génesis. Jacob había luchado con un espíritu y había vencido. En adelante se llamará Israel, Dios estará con él, su familia crecerá, sus hijos pastorearán los ganados, y un día, celosos por el amor del padre a su pequeño José, lo venderán a unos mercaderes, y éstos lo llevarán a Egipto. Allí José triunfará, adquirirá un puesto relevante en la corte del faraón y en la administración de sus bienes, y recibirá a cuantos lleguen a Egipto buscando provisiones porque el hambre se adueñará de muchos países. Entre los visitantes estarán los hermanos que vendieron a José.

Libro Génesis 41, 55-57; 42,5-7. 17-24:
“En aquellos días llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al Faraón, y el Faraón decía a los agipcios: ‘Dirigíos a José y haced lo que él os diga’.

Cuando el hambre cubrió toda la tierra, José abrió los graneros y repartió raciones... De todos los países venían a Egipto a comprar provisiones a José... También los hijos de Israel fueron a comprar grano...

Cuando llegaron los hermanos de José, se postraron ante él, rostro en tierra. Al verlos, José los reconoció, pero él no se lo dio a conocer... Les dijo: ¿de dónde venís? Venimos de la tierra de Canaán a comprar provisiones... Pues, si sois gente honrada, uno de vosotros quedará aquí encarcelado...; después me traeréis a vuestro hermano menor , y así probaréis que habéis dicho verdad.. . Ellos aceptaron y decían: estamos pagando el delito contra nuestro hermano...José se retiro y lloró...”

Esta página, que continúa mañana, debe leerse íntegramente para descubrir todo el mensaje que contiene. Los hombres obramos según nuestros intereses, pero Dios actúa con sentido providencial. Los hombres habitualmente no sabemos ni queremos perdonar, pero hay personas que son una bendición de Dios en el mundo pecador. Una es José.

Evangelio según san Mateo 10, 7-15:
“En aquel tiempo llamó Jesús a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar todo tipo de enfermedad y dolencia.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, el llamado Padre, y su hermano Andrés... A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: No vayáis a tierras de paganos ni entréis en la ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id a proclamar que el Reino de Dios está cerca”.

El texto y las palabras de Jesús nos dan todo esto: actitud de Jesús eligiendo a unas personas para que sean sus discípulos preferentes; concesión de poderes especiales para el servicio a la verdad y a la caridad; atención primera a los hijos de Israel; y después, mirada universal de la misión salvífica.



Momento de reflexión
1. Elogio de José.
Entre los muchos relatos bíblicos que nos hablan de generosidad, fidelidad, comprensión, altruísmo, perdón y paz, el relato sobre la historia de José tiene un puesto de honor. Es hijo de la ancianidad y de la esperanza; goza del amor de predilección de su padre, hasta suscitar celotipias; posee ternura, docilidad de comportamiento y encanto humano; es vendido como mercancía barata; con trabajo, sacrificio, bondad, sabiduría, se encumbra poderosamente; mantiene su dignidad personal ante cualquier acechanza u oferta de vida corrompida; y devolverá con creces todo el amor recibido, y perdonando cualquier deuda.

Algo tenemos de José y de apóstoles.
Cada uno de nosotros, en su pequeñez, ha de tener un poco de José; no puede dejar morir sentimiento de amor, delicadeza, ternura, fidelidad, perdón... Y ha detener otro poco de vocación apostólica: amamos y cuidando primero a quien está a nuestro lado, y después a todos los hombres que esperan la Palabra de Dios por medio de nosotros.


3-8. 2002

Entre el relato sobre el llamado de Doce discípulos a los que Jesús confiere poderes (v. 1) y el comienzo de las instrucciones que deberán realizar en su misión (vv. 5-7), el texto nos presenta la lista de nombres de los discípulos (vv. 2-4).

Dicha presentación repite en su inicio el número de los discípulos llamados y esta insistencia tiene como finalidad subrayar el significado asume este acontecimiento en la constitución del nuevo Israel. El Doce, repetidamente señalado, quiere indicar que la lista de nombres que le sigue representa a todo el Israel mesiánico.

Por única vez en Mateo, los discípulos son llamados enviados o apóstoles. Se asigna a todos ellos la misma tarea que se había prometido en 4, 19 a la pareja de hermanos que encabeza la lista: Simón llamado Pedro y su hermano Andrés estaban destinados a convertirse en pescadores de hombres. Con ello se señala el sentido del envío del que participan los otros dos hermanos mencionados también en 4, 20. Siguen luego siete nombres en cuyo centro se sitúa el publicano Mateo cuya vocación se ha relatado en Mt 9, 9-13. Antes de él se mencionan a Felipe, Bartolomé y Tomás y luego de él a Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo. La lista se concluye con el nombre de Judas Iscariote “el que entregó” a Jesús.

La diversidad de la extracción de los llamados ya está indicando una cierta superación de los prejuicios sociales y religiosos. Un publicano aparece junto a israelitas, más o menos fieles. Y junto a la superación de los límites se muestra el poder que se les asigna para realizar su tarea. Este se define (v. 1) como una lucha contra las potencias malignas de la existencia humana: espíritus inmundos y enfermedades. La misión consta, por tanto, como componente esencial, de la capacidad de enfrentarse con los males que afectan a los seres humanos.

Este universalismo parece restringirse radicalmente en los vv. 5-6. La misión debe realizarse dentro de los límites del pueblo sufriente de Israel y por ello se prohíbe a los discípulos el dirigirse por el camino de los paganos y a ciudad de los samaritanos.

Sin embargo, estas limitaciones temporales serán superadas al final del evangelio de Mateo donde los discípulos son enviados a todas las naciones (Mt 28, 16-20).

Se trata por tanto de una concesión temporal y pedagógica a aquellos que todavía en la comunidad cristiana no comprendían el carácter universal del mensaje de Jesús.

La finalidad de éste, sin embargo, está suficientemente explicitado. El origen de los integrantes debe buscarse en diversos grupos, algunos alejados de la ortodoxia religiosa judía. Pero, sobre todo, el sentido de la misión no nace de las necesidades del de los discípulos tomados en singular o en conjunto. Dicho sentido hay que buscarlo en las necesidades de la multitud oprimida por la presencia del mal en su existencia.

El anuncio del Reino, aunque temporalmente circunscrito al país judío, posee una dimensión universal y se extiende a todo lugar en que se pueda constatar esa presencia del mal entre los hombres.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-9. CLARETIANOS 2003

Del ciclo de Jacob saltamos bruscamente al ciclo de José. La escena que se describe en el fragmento de hoy es conmovedora: el proscrito por sus hermanos es el que les proporciona comida en tiempos de hambre.

Es imposible que la iglesia primitiva no haya visto en esta escena un anticipo de la historia de Jesús, la piedra desechada por los arquitectos que se ha convertido en piedra angular. Los hermanos de José, a pesar de vivir en Canaán (mientras su hermano está en Egipto), son descarriados. Aunque tendría muchos motivos para no prestarles atención, José, sin embargo, les ofrece provisiones.

Hay una relación entre esta historia y el evangelio de Mateo. Jesús, después de llamar a los doce, los envía con estas instrucciones: No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca. Su mensaje universal comienza por aquellos que ya han sido llamados y han extraviado el camino.

¿Tiene esto algo que ver con lo que hoy, en nuestra Iglesia, llamamos la pastoral de los alejados?

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


3-10. Miércoles 9 de julio de 2003
Verónica, Rosario de Chiquinquirá

Gen 41, 55-57; 42, 5-7.17-24: José y sus hermanos
Salmo responsorial: 32, 2-3.10-11.18-19
Mt 10, 1-7:Vayan a las ovejas descarriadas de Israel

Texto: “Por el camino, proclamen que el Reino de los cielos está cerca”

Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.

Comentario

El llamado, que Jesús había anticipado en el Evangelio anterior, se concreta en este caso con “nombres y apellidos”: los llamados son mencionados por su nombre. Son convocados para continuar la misma obra de Jesús: expulsar demonios, sanar “toda enfermedad y dolencia”. No se trata de una jerarquía, sino un servicio. Los elige al servicio del Reino, y para anunciar la cercanía del Reino. Como es frecuente en Mateo -y a la comunidad de Antioquía-, Pedro es destacado como “primero”, luego le siguen los otros; como es obvio, el último es Judas. Y porque son llamados es que reciben el “poder” de acercar el Reino, y manifestarlo en los signos.

La elección, por otra parte, tiene una relación con Israel, relación que se presenta como exclusiva (“no vayan...”) no solamente porque el envío es a “las ovejas perdidas” -las mismas que antes no tenían pastor- del pueblo de Israel, sino que los elegidos son “doce”, número que evidentemente representa las Tribus del pueblo. Ese pueblo disperso, desmembrado, desaparecido, quiere ser reunido, congregado. Jesús no eligió “doce” porque eran los únicos que tenía, sino que eligió -de entre los que tenía- “doce” para mostrar que no viene a un “grupo”, sino que el ideal de pueblo, de sociedad alternativa que Moisés insinuó y la alianza del Sinaí (y otras, como la de Siquem) reflejó, todavía “sigue en pie”; no es una cosa muerta del pasado, sino un “sueño de Dios” que sigue vivo, más vivo que nunca. Está cerca, al alcance de la mano, y los signos que Jesús y los suyos realizan (“poder”), manifiestan visiblemente esa cercanía sobre toda “enfermedad y dolencia”.

La idea de “ovejas”, “pastor”, no hace sino confirmar esta imagen de pueblo. Pueblo del que Dios es el pastor (Sal 23,1; 28,9; 78,71.72; 80,2; Sir 18,13; Is 40,41), y que ha llamado a muchos para que “pastoreen” (Jer 3,15; 23,4-5; 49,19). Estos -los dirigentes (Ez 34,1-31)- no han sabido o querido dedicarse al rebaño de Dios (Jer 2,8; 50,44; Ez 34,8) han sido pastores de la muerte (Sal 49,15), se apacentaron a sí mismos (Ez 34,2), han sido salteadores y bandidos (Jn 10,8), se alimentaron del rebaño (Zac 11,4), al cual destruyeron (Jer 12,10; 50,6), y dejaron abatido (Zac 10,2). Olvidar o no atender a las ovejas sufrientes es el colmo del mal pastor (Zac 11,16-17). Y el pueblo se ha dispersado (Jer 10,21; 23,1-2; Ez 34,5; Jl 1,18).

De las doce tribus sólo queda una y parte de otra. Pero muchos de esa tribu se creen los únicos, “los verdaderos”. Jesús viene para todos, como único pastor (Ez 34,23; Mi 5,3; Jn 10,16). El universalismo es una característica evidente de la predicación del Reino de Jesús. Por eso todos los que hacen “exclusión de personas” no pueden entender su mensaje, y por eso las primeras comunidades muy pronto comprendieron que eso incluía también a los no judíos a los que había que invitar a participar del único rebaño de Dios.

Reflexión:

El número “Doce” no es cualquier número en Israel. Es un número que representa a un pueblo. Es un número que representa un “sueño de Dios”. Él se eligió un pueblo, representado en las “Doce tribus de Israel”, y quiere que ese pueblo muestre una sociedad alternativa de fraternidad, de solidaridad, de servicio a Dios, de rechazo a los ídolos de la muerte, un pueblo que dé frutos de justicia y derecho. Pero el pueblo no supo, o no quiso seguir ese camino y se fue dispersando. La gran mayoría de esas tribus terminó desapareciendo y su memoria se había perdido. El número Doce elegido por Jesús en estrecha relación con el Reino, no es “por casualidad”. La tarea de este “nuevo Israel” es “restaurar las tribus”, buscar “las ovejas perdidas del pueblo de Israel”, es predicar el Reino que no es sino fraternidad de hermanos bajo un único Dios y padre.

Jesús se eligió Doce, aunque no todos ellos fueron fieles a su proyecto -como Judas-, y elegidos los puso confiados en las manos de Dios para que sepan dejarse conducir por él. Y, como su maestro, se manifiesten compasivos con los dolores y angustias de las “ovejas” del pueblo.

Todos los que fuimos elegidos por Jesús para seguirlo, y fuimos llamados por nuestro nombre desde el Bautismo, estamos -como los Doce- llamados a manifestar que una sociedad diferente a este mundo de injusticia y corrupción, de modernas esclavitudes y viejas muertes, un mundo diferente es posible. Ese mundo debemos empezar a mostrarlo visiblemente en la Iglesia, y en nuestra capacidad de conmovernos frente a los dolores de la humanidad. Ciertamente estamos muy lejos de esto, tanto en la Iglesia como en la historia, pero de nosotros depende que el sueño de Jesús no sea simplemente eso, un sueño.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-11 ACI DIGITAL 2003

2. Pedro, en arameo Kefa, esto es, piedra, llamado así porque a él será entregada la primacía (16, 17 - 19; Luc. 22, 31 s.; Juan 21, 15 - 17).

4. Iscariote, es decir, hombre de Cariot, pueblo ubicado cerca de Jerusalén (Jos. 15, 25).

5. Gentiles y samaritanos, no son excluidos del reino de Dios; sin embargo, quería Jesús evangelizar primero las ovejas perdidas de su propio pueblo, y después a los demás. Véase Is. 9, 1 y nota.

6. Cf. 15, 24; 28, 19; Luc. 24, 47. Después de Pentecostés S. Pedro abrió la puerta a los gentiles (Hech. 10) para ser "injertados" en el tronco de Israel (Rom. 11, 11 - 24) y manifestó que ello era a causa de la incredulidad de la Sinagoga (ibid. 30 s.) y así lo confirmó el Concilio de Jerusalén (Hech. 15). Más tarde el pueblo judío de la Dispersión rechazó también la predicación apostólica y entonces Pablo les anunció que la salvación pasaba a los gentiles (Hech. 28, 23 ss.) y desde la prisión escribió a los Efesios sobre el Misterio del Cuerpo Místico (Ef. 1, 22), escondido desde todos los siglos (Ef. 3, 9; Col. 1, 26), por el cual los gentiles son llamados a él (Ef. 3, 6), no habiendo ya diferencia alguna entre judío y gentil.


3-12.

Comentario: Rev. D. Fernando Perales i Madueño (Barcelona, España)

«Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca»

Hoy, el Evangelio nos muestra a Jesús enviando a sus discípulos en misión: «A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones» (Mt 10,5). Los doce discípulos forman el “Colegio Apostólico”, es decir “misionero”; la Iglesia, en su peregrinación terrena, es una comunidad misionera, pues tiene su origen en el cumplimiento de la misión del Hijo y del Espíritu Santo según los designios de Dios Padre. Lo mismo que Pedro y los demás Apóstoles constituyen un solo Colegio Apostólico por institución del Señor, así el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos, sucesores de los Apóstoles, forman un todo sobre el que recae el deber de anunciar el Evangelio por toda la tierra.

Entre los discípulos enviados en misión encontramos a aquellos a los que Cristo les ha conferido un lugar destacado y una mayor responsabilidad, como Pedro; y a otros como Tadeo, del que casi no tenemos noticias; ahora bien, los evangelios nos comunican la Buena Nueva, no están hechos para satisfacer la curiosidad. Nosotros, por nuestra parte, debemos orar por todos los obispos, por los célebres y por los no tan famosos, y vivir en comunión con ellos: «Seguid todos al obispo, como Jesucristo al Padre, y al colegio de los ancianos como a los Apóstoles (San Ignacio de Antioquía). Jesús no buscó personas instruidas, sino simplemente disponibles, capaces de seguirle hasta el final. Esto me enseña que yo, como cristiano, también debo sentirme responsable de una parte de la obra de la salvación de Jesús. ¿Alejo el mal?, ¿ayudo a mis hermanos?

Como la obra está en sus inicios, Jesús se apresura a dar una consigna de limitación: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,5-6) Hoy hay que hacer lo que se pueda, con la certeza de que Dios llamará a todos los paganos y samaritanos en otra fase del trabajo misionero.


3-13. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

La antorcha olímpica ha pasado por nuestro país. Desde que se prendió, su fuego ha ido corriendo de mano en mano, hasta que llegue a su destino final, en Grecia.

La historia de la Iglesia de Jesús es algo parecido. Jesús vino “a traer fuego a la tierra” , el fuego del Evangelio. Y entregó su llama a los doce y a otr@s que convivieron con Él. No eran seres superiores. Tampoco moralmente intachables. En una prueba de selección de personal, no sabemos qué hubiera pasado. Pero fueron llamados por su nombre. Como tantos hombres y mujeres a lo largo de los siglos. Y el Maestro puso en ellos su confianza. Y eso hace mucho. Aunque alguno le fuera infiel. Y, además, les acompañó por el camino. Y llegado el momento, comenzaron a anunciar su palabra y su persona, a transmitir un modo de vida diferente, a actualizar sacramentalmente su memoria.

Y ese fuego se ha expandido. A veces, iluminando oscuridades; otras, calentando a los que padecen el frío de la existencia; alguna que otra vez ha chamuscado... seguramente porque no era el fuego de Jesús. Y ahí seguimos.

Cada año, en la Vigilia Pascual, se repite uno de los gestos más gráficos de lo que es la familia creyente: el Cirio Pascual, representando a Cristo Resucitado, entrega su luz y los presentes encienden sus velas. Y se van pasando la llama. No es un único fuego que se mantiene sino que, de vela en vela, se va ampliando y ganando terreno a la oscuridad. Y al entregarse no se pierde ni mengua, sino que crece. Como la vida misma...

“Proclamar que el Reino está cerca” se puede hacer de muchas maneras. Como laicos/as, como religiosos/as, como sacerdotes. En la vida de familia, en la comunidad, en el trabajo... No eludas tu dignidad ni tu responsabilidad. Escúchate nombrar, recibe su luz... y que se extienda.
Vuestro hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez, claretiano (luismacmf@yahoo.es)


3-14. DOMINICOS 2004

Israel, ¿tienes el corazón dividido?

Siembra justicia y cosecharás misericordia.
Rotura tu campo. Es tiempo de pedir la lluvia al Señor.
Embellece el jardín de tu alma con flores de suave olor.

Vivamos la liturgia de hoy intensamente siguiendo la lectura del profeta Oseas, capítulo 10, que nos hace reflexionar sobre el castigo que amenaza a Israel.

El lunes nos describía el amor de Dios al pueblo como si fuera el amor de un amante a su amada. Ayer, martes, nos informaba sobre multiplicación de altares a divinidades paganas en templos erigidos en Israel, en medio de crisis de gobiernos que se sucedían veloces. Hoy lamenta que Israel, viña frondosa, orgullo de agricultores agraciados por Dios, se haya olvidado de su Señor y de sus normas de vida, y se vea abocada a inminente castigo, con altares destruidos y devastación del reino.

Siempre el amor, la tragedia, el dolor y la esperanza cerniéndose sobre nosotros. Abracémonos a la columna del amor fiel para no ser pasto de pasiones, campo estéril, vergüenza para el Reino e Iglesia, piezas insensibles a la vida humana.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Lectura del profeta Oseas 10, 1-3.7-8.12:
“Israel era una viña frondosa, y daba fruto; pero cuantos más eran sus frutos, más aumentaban en él los altares; cuanto mejor era la tierra, mejores monumentos erigía.

Este Israel tiene el corazón dividido, y pronto lo expiará: él mismo destruirá sus altares, abatirá sus estelas.

Dice orgulloso: no tenemos rey ni respetamos al Señor; ¿para qué los queremos?... ¡Pobres! Samaria y su rey desaparece, como espuma sobre la superficie del agua, y serán destruidos los altozanos de los ídolos...

Sembrad justicia y cosecharéis misericordia. Roturad el campo, que es tiempo de consultar al Señor, hasta que venga y llueva sobre vosotros la justicia”.

Evangelio según san Mateo 10,1-7:
“En aquel tiempo, llamó Jesús a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el Alfeo y Tadeo; Simón el fanático y Judas Iscariote, el que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.

Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca”.


Reflexión para este día
Doce tribus, doce apóstoles, doce columnas de la Iglesia.
Primicias de una Iglesia que se pone en marcha son los apóstoles y discípulos del Señor, los testigos de su vida, iluminados con su mensaje. Su misión será propagar la Buena Noticia de Cristo, revelar el verdadero rostro de Dios, padre misericordioso, y tratar de que los hombres vivan en fidelidad a Él.

Los apóstoles, como hermanos y “pastores buenos, celosos, vigilantes”, cuidarán del rebaño ofreciendo incontables sacrificios. Jesús mismo les anuncia que el camino será ése: amor, sacrificio y cruz, pues el discípulo no es más que su Señor y su mensaje no será mejor acogido que el del Maestro.

Pero reparemos en las puntualizaciones que pone Mateo a la misión. Se dirigirán primero al pueblo elegido, a la evangelización de los israelitas, cuidando de atraerlos a todos como a ovejas amadas de Israel. Sólo después, se abrirán las puertas a quienes todavía no han recibido la revelación de Dios, aunque ya han sido redimidos por la sangre de Cristo, pues el Evangelio es punto de partida que a todos se dirige y a todos debe salvar por Cristo. Así, al final, todos los pueblos, razas y culturas escucharán el anuncio de la verdad salvadora en el nombre del Señor.


3-15. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano


Os 10,1-3.7-9.12: Sembrad según justicia, cosechad con lealtad que estás a tiempo de buscar al Señor.

Al profeta lo han considerado loco, un hombre que desvaría (9,7) y los círculos oficiales lo persiguen con gran hostilidad porque “profetiza sin contar con Dios” (9,8). Oseas sufre la suerte de todos los profetas cuando no se dobla ante los poderosos civiles o religiosos. La misma suerte de Jesús: “nadie es profeta en su pueblo” ( ).

Ante esta situación, Oseas se dirige a un pequeño grupo en este recuento histórico, desde el desierto hasta el Israel adulto del cap 14.

El tema de la viña ha sido desarrollado en todo el texto bíblico. Israel era una vid frondosa (cfr, Is 5,1-7; Ez 15, Salmo 80). Un pueblo rico, con todo y más de lo que necesitaban representado en esa vida frondosa, había olvidado el tiempo de la sumisión a Asiria como un estado vasallo. Con el dinero construían más altares y se malgastaba el dinero en monumentos a los ídolos. Pero como su corazón estaba dividido, es decir, por una parte se celebraba un culto en los lugares tradicionales locales para dar gracias por la prosperidad y pedir más prosperidad; y por la otra cultos a otras divinidades. El dios único exige un corazón entero y deben ser destruídos los altozanos idolátricos.

Se entrelazan aquí el pecado y el castigo, la degeneración del reino del Norte llega hasta los reyes; no respetan al Señor, juran en falso, hacen alianzas, abundan los pleitos como la cizaña entre los surcos, una bella imagen para describir la corrupción interna.

El pecado de Israel tiene sus raíces en el tiempo de Gabá (Jue 19), cuando sus habitantes cometieron un grave delito y los benjaminitas se solidarizaron ellos. Oseas sugiere que los problemas del reino del Norte no comienzan con el cisma y Jeroboán; hay otro pecado en la raíz del pueblo. Si en aquel entonces las otras tribus se unieron para pelear contra la tribu de Benjamín, ahora es el Señor quien combatirá contra Efraim.

Israel se ha comportado como una novilla domesticada que debe producir buenos frutos. Es preciso sembrar según la justicia, cosechar en misericordia y roturar el barbecho, hay todavía tiempo para buscar al Señor y unidos con él conseguirán buena cosecha. Solo en un eterno diálogo con el Señor de la vida, prosperará la justicia.

La historia de Israel es la historia de la elección, una elección para servir. La relación con Dios lleva una exigencia de servicio. La exigencia de la elección es la de la comunión, comunión con Dios y comunión con los débiles para que prosperen los frutos de la justicia.

San Pablo (2 Cor 9,10) cita a Os 10,12 en el contexto de la colecta para los pobres de Jerusalén. El piensa en los frutos de la justicia al referirse a los ricos donativos para los pobres que se produjeron de la comunión con el Cristo Resucitado. El pueblo de Dios del nuevo testamento debe rechazar definitivamente la conducta de los avaros que tratan de asegurarse a sí mismos. Pablo piensa que la nueva alianza no puede romperse como la antigua, porque si el antiguo Israel no fue fiel a la elección y en vez de sembrar y cosechar fidelidad a la alianza sembró impiedad para cosechar iniquidad, el nuevo Israel tiene que superar esa experiencia negativa y con Jesús seguir el camino del desprendimiento y del servicio


Salmo 104 (105): Den gracias al Señor, den a conocer sus hazañas a los pueblos.

Este salmo es uno de los himnos que alaban al Señor por las maravillas que ha hecho en la historia del pueblo de Israel. La invitación a la alabanza, característica del género literario de los himnos, está dirigida a todos los creyentes (los que buscan al Señor), a todos los que se dirigen a él como “nuestro Dios”, es decir, los descendientes de Abraham.

El salmista recorre la historia de su pueblo y en cada uno de los diversos episodios descubre la acción de Dios, un Dios que es fiel a la Alianza, que protege constantemente al pueblo y actúa en favor de él con gran misericordia. Ahora al pueblo le corresponde guardar los preceptos y respetar las leyes.


Mateo 10,1–7: Misión de los Doce

Es importante tener en cuenta que hasta el momento Mateo sólo ha nombrado a cinco discípulos en su evangelio: Pedro y su hermano Andrés, Santiago y su hermano Juan, y Mateo. Ahora se completa el número de los doce, que representan las doce tribus de Israel y serán los fundamentos del nuevo Israel. Ya no son solamente “los doce” o los discípulos, ahora son “los apóstoles”, pero es un término que no parece tener mucha importancia. Más importante fue siempre el simbolismo del número doce. Pedro comienza la lista y la termina Judas, los dos protagonistas de la infidelidad con Jesús en los episodios de la Pasión.

En esta convocatoria, Jesús les entrega la autoridad que ha de acompañar a sus palabras, una autoridad que se manifiesta en vencer las fuerzas del mal. No hay solución de continuidad entre la misión de Jesús y la de sus discípulos.

Jesús envía a los doce con unas instrucciones. La primera de ellas es la de dirigirse solo a Israel, lo que refleja la tensión que existía al principio entre judíos y paganos y la situación lastimosa de Israel que se iba separando cada vez más de su Dios. No había llegado la hora de la misión universal que Jesús ordena solo después de la resurrección antes de marcharse a la casa del Padre (Mt 28,19).


3-16.

Misión y poderes a los doce apóstoles

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González

Reflexión:

Toda llamada es una invitación. Implica una cierta iniciativa e interés por parte de quien la realiza. En el pasaje de los discípulos de Emaús, vemos cómo, Jesús, caminaba junto a ellos, aun si no eran capaces de reconocerlo. Cuántas veces, Jesús camina junto a nosotros y no somos capaces de descubrirlo. Es Él quien toma la iniciativa. Invita. Llama. Sale a nuestro encuentro. Cuando Jesús eligió a los doce, en cada uno de ellos, estábamos representados nosotros como cristianos. Dice el evangelio que los llamó por su nombre.

Cada día, Jesús nos llama por nuestro nombre. Lo hace a través de múltiples medios: algún sacramento, el testimonio de tantas personas, los eventos de la vida cotidiana... Esta llamada, trae consigo poderes y responsabilidades. El poder es el de la gracia que actúa en, y por medio de nosotros. La responsabilidad es la de curar toda enfermedad o dolencia. El mundo necesita la luz del cristianismo. ¡Cuánta paz, alegría y vida, se halla en quien conoce y ama a Dios! Cuando Jesús dijo a los doce: «Id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y en vuestro camino predicad diciendo: El Reino de Dios se acerca», nos invita a fijarnos en los más necesitados. En las almas atribuladas por el pecado. Nuestro mensaje es un mensaje de salvación. Es un mensaje de confianza y esperanza. Es un mensaje de alegría. Es un mensaje transformador. Un mensaje capaz de tocar lo más profundo de cada ser humano. Ojalá que cada uno de nosotros, en medio de sus quehaceres de cada día, al escuchar su nombre, se sienta realmente interpelado. Cuando vemos a través de la televisión la euforia y la emoción de quienes se ganan el premio de la lotería, vemos que todos tienen una misma reacción: la de darlo a conocer. La de participar a los demás de esa alegría.

Los cristianos, nos hemos sacado la verdadera lotería, “el premio gordo”. Lo curioso de este premio, es que, no sólo es para nosotros. Se trata de compartirlo, de transmitirlo y de hacer que, más “ovejas perdidas de la casa de Israel” encuentren a Dios y sean felices. ¡Cuánto amor y cuánta misericordia por parte de Dios! Sigamos su voz. Seamos apóstoles y, en ese hacer felices a los demás, acrecentaremos nuestra verdadera felicidad y nos estaremos ganando la vida eterna...


3-17.

Reflexión

Generalmente se tiene la idea de que el Reino de los cielos es el cielo en sí mismo y que por lo tanto se vivirá solo después de la muerte. La realidad es que el Reino de los cielos es el cielo vivido en la tierra; es vivir ya una realidad que llegará a la plenitud en la eternidad. Esta realidad se identifica sobre todo con un estado interior del hombre que lo lleva a experimentar continuamente la paz, la alegría y a superar cualquier clase de dificultad. Es la vida que el hombre experimenta por estar habitado del Espíritu Santo. Con esta condición interior, el hombre es capaz de construir una sociedad diferente pues percibe a los demás como sus hermanos. Por ello san Pablo dice que el Reino de los cielos es: Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Jesús les decía a sus discípulos que anunciaran que “el Reino estaba cerca”. Pues ahora, después de la muerte y resurrección del Cristo y con el envío del Espíritu Santo, el Reino es una realidad para todos los bautizados. Hagámonos conscientes de esta realidad y unámonos a los apóstoles para hacer del conocimiento de los demás, que el Reino de los cielos pude ser ya una realidad para todos.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-18. Fray Nelson Miércoles 6 de Julio de 2005
Temas de las lecturas: Con razón estamos sufriendo ahora, porque pecamos contra nuestro hermano * Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel.

1. ¿Son buenos los perdones instantáneos?
1.1 La primera lectura nos presenta el mal rato que viven en Egipto los hermanos de José, a quien creían muerto. El mismo José, que ahora goza de un gran prestigio y tremendo poder en esa tierra, no se da a conocer de inmediato sino que parece que posterga la hora de revelarse a los suyos. No resulta claro en un primer momento por qué esta tardanza, la cual podemos relacionar con la llegada del consuelo y el perdón de Dios. ¿Por qué a veces tardan?

1.2 Ciertamente, no es que José dudara en apoyar a sus hermanos, a quienes ve pasar trabajos. No es tampoco que su actitud sea una pequeña revancha o venganza disminuida. Hay algo más aquí: se trata de una de las perfecciones del amor, que no sólo quiere darnos bienes sino hacernos buenos.

1.3 Los hermanos de José hablan entre sí, ignorantes de que José les entiende. Esta parte es fundamental en el relato. Los corazones de ellos están sienod transformados por el arrepentimiento y la sensatez. No sólo necesitan trigo; necesitan ser nuevas y mejores personas, y el "retraso" de José logra las dos cosas: alimentar sus cuerpos y cambiar sus almas.

2. Una misión restringida. ¿Por qué?
2.1 Jesús envía a sus apóstoles con instrucciones muy precisas, que se hallan en este capítulo décimo del Evangelio según San Mateo. El texto de hoy nos invita y casi obliga a preguntarnos por qué la restricción geográfica. En efecto, aunque al final de este mismo Evangelio, en el capítulo 28, Jesús los enviará a todas las naciones, aquí en cambio les impone límites: evitar a los samaritanos y a los paganos, para dirigirse sólo a la Casa de Israel.

2.2 Propongo que veamos en esto dos cosas: primera, una pedagogía con la que Cristo los lleva de lo menos a lo más, pensando quizá en que aquellos que empiezan tienen menos fuerzas que los ya experimentados.

2.3 En segundo lugar, aquí cabe mirar el modo de obrar del mismo Cristo, que ante todo vino a dar cumplimiento a las antiguas promesas de Dios, según anunciaron los profetas. Este aspecto lo subraya bastante el primero de los evangelistas: el Mesías es aquel que trae la "plenitud" a la Ley y es aquel en quien alcanzan su "cumplimiento" las palabras de los profetas. Brilla así la FIDELIDAD de Dios, que permanece firme y en quien se puede confiar.