LUNES DE LA SEMANA 9ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Tb 1, 1a.02; 2, 1-9

1-1.

El libro de Tobías, escrito en el III o II siglo antes de Jesucristo es una especie de «novela edificante». El narrador, un artista en el arte del relato concreto, lleno de vivacidad y de encanto, quiere presentarnos a un creyente que se mantiene firme en medio de las peores dificultades y al que finalmente Dios colma de felicidad.

-Tobías, de la tribu de Neftalí fue deportado durante el reinado de Salmanazar, rey de Asiria.

El primer problema del exiliado es sentirse desarraigado y mezclado, en ínfima minoridad, con pueblos extraños, con el riesgo grave de perder entre ellos su propia identidad y su propia fe.

¿No se encuentran hoy los cristianos en una situación equivalente? Minoritarios en medio de un mundo cuyas costumbres están muy apartadas del evangelio, será preciso cada vez más vivir la fe sin el sostén de un ambiente de "cristiandad".

Ayúdanos, Señor, a vivir tu evangelio, aunque todo a nuestro alrededor nos diga lo contrario. Ayuda, en particular a los cristianos aislados en ambientes globalmente paganos o ateos.

-Cautivo, no abandonó nunca el camino de la verdad.

El exilio, el aislamiento es ciertamente una prueba para la fe. Hay que resistir. Se trata de continuar por el camino comenzado, aun cuando se presenten muchas encrucijadas.

Ven, Señor, a guiarnos en las opciones que se presenten en nuestro camino.

-Un día de fiesta del Señor, estando preparada una buena comida en casa de Tobías, dijo éste a su hijo: «Ve a buscar, entre nuestros hermanos deportados, a algún indigente que se acuerde del Señor y tráelo para que coma con nosotros.»

Para cualquiera que no puede «practicar» normalmente el culto, porque no tiene ni sinagoga ni Templo, su fidelidad a Dios se expresa por unos gestos humanos muy sencillos: se celebra la festividad de Pentecostés con una comida en familia... y se procura invitar a unos pobres que no tienen los medios de festejarla.

Cuando algunas costumbres religiosas no son posibles procuro encarnar más aún mi fe en las humildes realidades cotidianas: por ejemplo, en la alegría participada... el servicio a los demás... la atención a los más pobres...

-El hijo se fue, pero volvió para anunciar a su padre que un hijo de Israel estrangulado, yacía en la calle. Tobías se levantó al punto y sin probar la comida se fue donde el cadáver.

Lo abrazó y lo llevó a escondidas a su casa para enterrarlo, una vez puesto el sol...

He ahí el drama que interrumpe la fiesta preparada.

Tobías sabe aceptar lo imprevisto de la Fe, la aventura arriesgada por Dios. Sabe que los deportados no tienen el derecho de enterrar a sus muertos. Pero ¡Dios lo manda!

¿Me hallo a veces en la necesidad de seguir convicciones profundas de mi conciencia particularmente difíciles en un contexto donde todo me llevaría a unas actitudes contrarias?

-Todos sus vecinos lo criticaban: "Ya has sido condenado a muerte por ese motivo y ¿vuelves de nuevo a enterrar a los muertos?"

¡Ser capaz de resistir, incluso a contracorriente de todo un entorno, donde en ciertos casos lo que está en juego es grave! No siendo testarudo, sino sólidamente responsable de nuestras propias opciones.

-Pero Tobías era más temeroso de Dios que del rey...

También los apóstoles, ante el Poder, dirán: "Es mejor obedecer a Dios que a los hombres" (Hechos 4, 19).

La alegria de actuar según la propia conciencia, bajo la mirada de Dios.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 104 s.


1-2. /Tb/01/01-22

Tras la introducción general (vv 1-2) se nos ofrece un resumen de toda la vida de Tobit, padre de Tobías, escrito en primera persona hasta el capítulo 3, versículo 6. En el capítulo primero hay dos grandes cuadros: Tobías en su patria antes del exilio (4-9) y durante el exilio (10-22). Como es habitual en el estilo bíblico, también aquí se comienza por presentar la genealogía de Tobit. El hecho de que todos los nombres de los antepasados de Tobit acaben con el nombre divino es una clara señal de que toda su ascendencia está bajo la protección de Dios.

En el v 3, como tónica de la vida de Tobit se nos dice: «Yo, Tobit, procedí toda mi vida con sinceridad y honradez» (cf. Sal 119,30-32), es decir, imitando la manera de obrar del Dios compasivo y misericordioso para con el hombre. Es evidente que Tobit exagera cuando en el v 6 afirma que "muchas veces era yo el único que iba a Jerusalén". Pero lo que quiere el autor es simplemente subrayar la constancia y la fidelidad ejemplar de su personaje. En esta misma linea se menciona la generosidad del héroe de la narración para con el templo (6-8). Todo ello tiende a convencer al lector de la ejemplaridad de Tobit y a presentar a éste como un modelo que se debe imitar. Tal ejemplaridad se manifiesta en las obras (FE/COMPROMISO). El modelo que nos presenta el libro de Tobit es, pues, bastante distinto del que nos ofrece el Sal 119: Tobit no pasa la noche y el día meditando las profundidades y la belleza de la revelación de Dios contenida en la ley, en el Pentateuco. El autor de Tobit ha dado un paso importante: cuando se conoce lo que prescribe la ley, es preciso actuar. Una acción inmediata, sencilla y sin pretensiones en favor de los más olvidados: los pobres, los deportados... Una acción que no espera a que cambien las estructuras para actuar... Tobit, a pesar de la estricta prohibición real, enterraba a escondidas los cuerpos de sus hermanos de raza, abandonados a la intemperie, en plazas y calles (1,17-20; 2,3); con ello imitaba el modo de actuar de Dios, compasivo y misericordioso.

J. O`CALLAGHAN
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 364 s.


1-3. /Tb/02/01-14 /Tb/03/01-06 ESCANDALO/SFT 

Tras exponer las eminentes virtudes de Tobit, el autor nos introduce en el gran misterio de su prueba. Como ocurre en el libro de Job, también aquí nos encontramos ante uno de los problemas más inescrutables de todo el AT: el sufrimiento del justo. Tobit había perdido todos sus bienes, y su mujer y su hijo, lo único que le quedaba, estaban en la cárcel (2,1).

A pesar de todo, Tobit se comporta durante el destierro con la fidelidad de siempre. Da prueba de su gran misericordia compartiendo sus suculentos platos con los pobres. Más aún, enterado por su hijo de que hay un muerto en la plaza, se levanta rápidamente y se apresura a enterrarlo. Tras realizar esta obra, se lava, pues la ley manda purificarse cuando se ha tocado un muerto (Nm 19,11-20). Para colmo de males, después de esta buena acción viene la gran prueba: la ceguera. Su mujer, uniéndose a los vecinos que se burlaban de él, lo insulta como en el libro de Job: ¿dónde están tus buenas obras? (2,14). Lo mismo aquí que en el libro de Job, las frases más blasfemas aparecen en labios de las mujeres.

¿Debemos buscar la razón de tal hecho en las primeras páginas del Génesis, donde se nos narra que el mal entró en el mundo por culpa de ellas? En algunos libros de la Biblia se descubre cierta actitud de misoginia, por otra parte bastante explicable si se tienen en cuenta las discriminaciones de que la mujer era objeto en la sociedad de la época.

«¿Dónde están tus limosnas y tus buenas obras? Ya ves lo que te pasa» (2,14). A los ojos del autor, estas palabras son tan blasfemas que se ve forzado a ponerlas en los labios más excusables, ya que son, según lo que le enseña la cultura del entorno, los más débiles y volubles. En realidad, se trata de «blasfemias» que oímos a diario... ¿de qué sirve hacer el bien? Las hemos oído tantas veces, que nos alcanzan sus salpicaduras. Todos somos muy débiles y vulnerables al mal y a cualquiera de sus salpicaduras. No es necesario que, para defendernos, lo carguemos sobre espaldas más sufridas. Nos basta defendernos con las palabras que el Señor nos ha enseñado en la revelación definitiva del NT: «... no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén».

J. O`CALLAGHAN
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 365 s.


2.- 2P 1, 1-07

2-1.

Hermanos, a vosotros «gracia y paz» por el conocimiento exacto de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.

La «gracia» es el don de la benevolencia divina...

La «paz» es el sentimiento de plenitud que habita en nosotros cuando estamos en amistad con Dios y con nuestros hermanos... Era éste el deseo habitual de los primeros cristianos.

Dios está en el origen de la gracia y de la paz. El hombre que se ha dejado investir por Dios es aquel a quien nada puede abatir ni siquiera turbar. Su paz interior sobrepasa toda agitación. "¿Quién podría separarnos del amor de Dios? La persecución, la tribulación, la angustia, el hambre? No, ni la vida, ni la muerte, nada podrá separarnos del amor de Dios". (Rm 8, 35) Danos, Señor, tu paz.

Date a conocer plenamente. Haz que te conozcamos de veras. Que cada día descubra algo de Ti. Que cada nuevo acontecimiento me introduzca en un nuevo conocimiento de tu bondad, de tu proyecto. ¡Y que una paz profunda, procedente de Ti, invada mi vida cotidiana!

-El poder divino nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que nos ha llamado.

«Todo lo referente a la vida»...

Me encanta esa visión. Pienso en todo lo que vive...

Y considero que todo esto es una dote, un don. El formidable poder de vida que aflora en nuestro planeta viene de Dios, y es mantenido por Dios.

«Vida y piedad».

No solemos ligar esos dos términos, hoy. De hecho es la historia de la lengua que corre el riesgo de cambiar poco a poco el sentido de las palabras en la mente de los hombres. No podemos emplear la misma «palabra», corriente en la Roma primitiva del tiempo de san Pedro porque aquella palabra no evoca ya lo mismo en nuestras mentes. La "piedad", era «la veneración, el respeto, el amor filial y sagrado». Es un valor siempre necesario a la «vida». Después de los desaciertos y las faltas de respeto actuales, el gran redescubrimiento de los años venideros será, sin duda, una nueva veneración por todo lo que es «natural».

-Para que os hiciérais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que reina en el mundo.

El hombre de la era técnica está tratando de descubrir la noción de «polución», la «corrupción de los equilibrios vitales». Al mismo tiempo «la corrupción moral» parece acentuarse en la misma humanidad.

Pedro afirma aquí que el hombre puede escapar a la corrupción, mediante la «participación del hombre a la naturaleza divina».

Es una afirmación que hay que meditar.

¿Participo yo de Dios? ¿Estoy en comunión con Dios? ¿Me dejo influir por el pensamiento divino, por el modo de ver divino?, ¿trabajo en el proyecto divino sobre el mundo?, ¿mi ser es «amor», mi vida cotidiana es «amor» como Dios es «amor?». Mi naturaleza, mi modo de ser, ¿participan de la «Naturaleza divina»?

-Por esa misma razón, añadid a vuestra fe la virtud, el conocimiento, la templanza, la tenacidad, la piedad, el afecto fraterno, la caridad...

La partieipación de la naturaleza divina no es una evasión teórica y abstracta, ni un «conocimiento» ineficaz... se concretiza en siete virtudes prácticas. Reconsiderar cada una de ellas, ¡contrastándolas con mi vida!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 104 s.


2-2. /2P/01/01-11

La segunda carta atribuida a san Pedro comienza y termina subrayando la importancia de conocer a Dios y a Jesús (1-2; 3,18). El fragmento de hoy se centra en este conocimiento -desde el origen de la vocación cristiana (3-4) hasta la entrada en el reino eterno (1,11) y glosa su importancia.

La práctica de las virtudes hará crecer el conocimiento, manifestándolo a la vez activo y fructuoso (5-8) El autor presenta un conocimiento que va más allá de una fe en unos enunciados abstractos o de una fe en una persona, lograda sólo por el entendimiento o por el recuerdo nostálgico de la memoria piadosa. Por otra parte, el autor quiere distinguir este conocimiento de la fe del conocimiento "gnóstico" que, por más que a veces sea extático y se crea autosuficiente, siempre es estéril. Para el gnosticismo que 2 Pe combate, la salvación reside en el simple conocimiento intelectual de Dios, sin otras consecuencias prácticas que cierto éxtasis místico; de ahí que el autor insista en las virtudes morales cristianas. Quien no las tenga, aunque crea que sabe y ve, es «ciego y miope» (9). Pero también podemos caer en el otro extremo: juzgar que estas virtudes nos alcanzarán, sin más, los bienes prometidos y nos otorgarán la participación en la naturaleza divina (4) que ahora poseemos. El texto viene a decir que no debemos hacernos ilusiones. Es sólo «por estas cosas» recién nombradas, «por la gloria y la virtud de Cristo» (3). Al premiar nuestras virtudes, Dios no hace sino coronar sus dones.

En la Iglesia se ha dado siempre la tentación de dejarse entusiasmar por las experiencias místicas del contacto extático personal o comunitario con la divinidad. Un contacto así, sin virtudes cristianas, es «ciego y miope». Una fe estéril, diría la carta de Santiago. Un entusiasmo pentecostal sin el amor cristiano horizontal, sin ningún compromiso en favor del pobre, del oprimido y del despreciado, ¿no es también una experiencia mística ciega y miope?

J. MAGí
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 351 s.


3.- Mc 12, 1-12 

3-1. VER DOMINGO 27A LECTURA 3


3-2.

La parábola que leeremos hoy no olvidemos que fue pronunciada por Jesús, públicamente, en Jerusalén, durante la "última semana", ante una muchedumbre en la que se mezclaban algunos discípulos... y gentes del Gran Sanedrín que buscaban una ocasión para prenderle.

-Jesús comenzó a hablar en parábolas a los escribas y a los ancianos: "Un hombre plantó una viña, la cercó de un muro, cavó un lagar y edificó una torre..."

Para un judío, conocedor de la Biblia, este texto es clarísimo.

Esta "viña", es el pueblo de Israel: todos los detalles -la cerca, el lagar, la torre- manifiestan el cuidado que Dios tiene de su viña... es un buen viñador, que ama su viña y de ella espera buenos racimos y buen vino. Los detalles mismos están sacados de Isaías, 5, 1-7; de Jeremías, 2, 21; de Ezequiel, 17, 6; 10, 10.

En silencio procuro evocar los beneficios de Dios: tantos cuidados, amor vigilante, precauciones. ¡Tú me amas Señor! Tú amas a todos los hombres, Tú esperas que den fruto... Te doy gracias por... por...

-Arrendó "su" viña y partió lejos de allí...

Yo soy "tu" viña, Señor.

Qué gran misterio... que te intereses por mí hasta tal punto, que me consideres como tuyo...

Qué gran misterio... que Tú estés, aparentemente, "lejos", ausente, escondido, y sin embargo tan próximo, tan amable.

-Al primer servidor: le azotaron y le despidieron con las manos vacías...

Al segundo: lo hirieron en la cabeza y lo injuriaron...

Al tercero: lo mataron...

A otros aún: los azotaron o los mataron.

Hay ya mucha sangre en todo esto. La Pasión está cerca.

Jesús la ve acercarse... será dentro de unos días.

Pero ¡ese "Viñador" es un loco! A nadie se le ocurre seguir enviando a "otros servidores" cuando los primeros han vuelto mal parados o no han vuelto... ¡No! El relato de Jesús no es verosímil en sentido propio. Pero Dios, sí, Dios, tiene esta paciencia, esta perseverancia, esta locura. Dios es desconcertante. ¿Hasta dónde es capaz de llegar con su amor?

-Le quedaba todavía uno, su Hijo "muy amado" y se lo envió también a ellos...

¡Cada vez es más inverosímil! ¡Pero es así! El adjetivo "muy amado" no está aquí por azar, es el epíteto usado siempre que una voz celeste anuncia la identidad de Jesús, en el bautismo, en la transfiguración (Marcos, 1, 10; 9, 7).

La salvación es una obra de amor. Dios ama "su" viña, "su" humanidad, "su" Hijo muy amado.

Y es Jesús mismo quien, por primera vez, usa esta palabra.

La había oído del Padre el día de su bautismo. Los tres discípulos a su vez la habían oído en lo alto de la montaña. Y he aquí que Jesús la repite por su cuenta. Levanta por fin el velo sobre su identidad profunda, después de haber pedido tantas veces que lo guardasen en secreto: y es porque ya no es posible el equívoco; todo restablecimiento humano del reino de David es ahora ilusorio; la muerte está próxima, al fin de la semana.

-El dueño de la viña vendrá. Hará perecer a los viñadores, y dará la viña a otros: "La piedra que desecharon los constructores vino a ser la principal piedra angular. ¡EI Señor es el que hizo esto y estamos viendo con nuestros ojos tal maravilla!" Jesús cita el salmo, 118, 22, el mismo que habían usado las multitudes para aclamarle, el día de su entrada mesiánica. La gloria está también allí. ¡Jesús no habla jamás de su muerte sin evocar también su resurrección!

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984. Pág. 358 s.


3-3.

1. (año I) Tobías 1,1-2; 2,1-9

a) Esta semana leemos el libro de Tobías o Tobit. Un libro de los más tardíos del AT, escrito dos siglos antes de Cristo.

Su género es el sapiencial o didáctico: es un relato edificante, contado con viveza y colorido. Sobre el trasfondo histórico del destierro de los israelitas, se dibuja la historia de dos familias, la de Tobías y la de Sara. Una en Nínive, otra en Ecbatana de Media. Ambas sufren dificultades, ambas son piadosas y reciben a su tiempo la ayuda de Dios.

El escrito tiene una clara intención pedagógica: exhorta a mantenerse fieles a la Alianza con Dios en medio de una sociedad pagana. Sobre todo quiere que aprecien los valores de la oración, la limosna y el ayuno, que nos atraen las bendiciones de Dios.

Hoy el protagonista de la lectura es Tobías padre. Un judío que antes del destierro era una buena persona, un creyente de corazón, y lo sigue siendo también en el destierro, rodeado de una sociedad pagana. Por ejemplo, muestra su buen corazón y su valentía enterrando a los muertos que quedan abandonados por la calle, a pesar de la prohibición de la ley y del poco apoyo de sus vecinos.

b) En medio de un mundo como el actual, que no respira precisamente en cristiano, tenemos nosotros ocasión de mostrar si nuestra fe es meramente rutinaria o tiene raíces convencidas.

No se tratará de enterrar a muertos abandonados. Pero sí de otras actitudes equivalentes en las que se muestra el buen corazón y el deseo de ayudar a los demás, porque siempre hay ocasiones en que podemos echar una mano y ayudar a quien lo necesita.

Los cristianos de hoy también somos invitados a defender nuestra identidad en medio de un ambiente nada fácil. Apreciamos en el mundo de hoy valores como los de la paz, la justicia, la igualdad, la ecología. Pero nos tenemos que defender de otras direcciones que, aunque estén de moda o reflejen mayorías estadísticas, ni son humanas ni cristianas, porque no respetan la vida ni la fidelidad y llevan a la superficialidad, al mero deseo de satisfacer las apetencias de los sentidos o la idolatría. Un cristiano, como Tobías en su ambiente, debe ser signo de Dios y de su proyecto de vida, aunque esto le exija valentía y comporte riesgos y tenga que luchar, entre otras cosas, contra la indiferencia o la mala interpretación de los más allegados.

Ojalá su pudiera decir de nosotros, con las palabras del Salmo de hoy, «dichoso quien teme al Señor», «en las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo».

2. (año II) 2 Pedro 1,1-7

a) En la serie de cartas más breves del NT que estamos leyendo, hoy y mañana escuchamos la segunda de Pedro, y después la segunda de Pablo a Timoteo.

Esta carta se atribuye en su título a Pedro, pero tal vez es una paternidad meramente literaria, como se hacía con frecuencia en su tiempo.

La página de hoy, el inicio de la carta, es muy dinámica: nos ha cabido en suerte una fe preciosa, ya tenemos lo que se había prometido en el AT, con esta fe recibida en el Bautismo escapamos de la corrupción de este mundo y sobre todo «participamos del mismo ser de Dios»; pero a la vez tenemos que progresar: «crezca vuestra gracia y paz».

b) Buen programa de vida para nosotros, cristianos.

Son motivos de alegría y de estimulo para los que hemos recibido «esta fe tan preciosa» y tenemos la suerte de creer en Dios y en su enviado Jesús. Esa fe da sentido a toda nuestra vida. Pedro afirma nada menos que nos hace «participar del mismo ser de Dios», porque Jesús, al hacerse hombre, nos ha hecho a nosotros de la misma familia de Dios y nos comunica su vida sobre todo a través de los sacramentos.

Además de alegría, estimulo. Porque el programa de Pedro es que vayamos creciendo en gracia y en paz. Los dones de Dios son gratuitos, pero exigen que correspondamos a ellos con nuestra vida.

Se nos pide que nos esforcemos por añadir «a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor». Es una sabia mezcla de cualidades humanas y actitudes de fe: un retrato coherente de un cristiano con personalidad propia. Una personalidad que nos hace falta en medio de un mundo que también ahora sigue estando inmerso en la corrupción de la que ya hablaba Pedro.

2. Marcos 12,1-12

a) Estamos leyendo los últimos días de la vida de Jesús en Jerusalén, con una ruptura creciente con los representantes oficiales de Israel.

En verdad aparece Jesús como una persona valiente, al dedicar a sus enemigos la parábola de los viñadores, con la que les viene a decir que ya sabe de sus planes para eliminarlo. Ellos, desde luego, se dan por aludidos, porque «veían que la parábola iba por ellos».

La alegoría de la viña, aplicada al pueblo de Israel, es conocida ya desde Isaías, con su canto sobre la viña que no daba los frutos que Dios esperaba de ella (Is 5). Aquí se dramatiza todavía más, con el rechazo y los asesinatos sucesivos, hasta llegar a matar al hijo y heredero del dueño de la viña.

b) Es un drama lo que sucedió con el rechazo de Jesús. Se deshacen del hijo.

Desprecian la piedra que luego resulta que era la piedra angular. No conocen el tiempo oportuno, después de tantos siglos de espera.

Pero la pregunta va hoy para nosotros, que no matamos al Hijo ni le despreciamos, pero tampoco le seguimos tal vez con toda la coherencia que merece. ¿Somos una viña que da los frutos que Dios espera? ¿sabemos darnos cuenta del tiempo oportuno de la gracia, de la ocasión de encuentro salvador que son los sacramentos? ¿nos aprovechamos de la fuerza salvadora de la Palabra de Dios y de la Eucaristía?

Cada uno, personalmente, deberíamos hoy preguntarnos si somos viñas fructíferas o estériles. ¿Tendrá que pensar Dios en quitarnos el encargo de la viña y pasárselo a otros? ¿no estará pasando que, como Israel rechazó el tiempo de gracia, la vieja Europa esté olvidando los valores cristianos, que sí aprecian otras culturas y comunidades más jóvenes y dinámicas? ¿nos extraña el que en algunos ambientes no nazcan vocaciones a la vida religiosa o ministerial, mientras que en otros sí abundan?

La Palabra que escuchamos y la Eucaristía que celebramos deberían ayudarnos a producir en nuestra vida muchos más frutos que los que producimos para Dios y para el bien de todos.

«Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos» (salmo, I)

«En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo» (salmo, I)

«Nos ha dado participar del mismo ser de Dios» (1ª lectura, Il)

«Dios mío, confío en ti» (salmo, II)

«¿Qué hará el dueño de la vid? Arrendará la viña a otros» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997.Págs. 240-243


3-4.

Primera lectura : 2ª Pedro 1, 1-7

Nos ha dado los bienes con los cuales pueden participar del mismo ser de Dios.

Salmo responsorial : 90, 1-2.14-15ab.15c-16 Dios mío, confío en ti.

Evangelio : Marcos 12, 1-12 Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

En este texto Jesús recurre a una imagen de la vida del campo utilizados para destacar la manera como Dios ha enviado al pueblo de Israel sucesivos emisarios en su nombre para su conversión, y el pago paulatino que recibió cada uno de ellos. El testimonio que llevaban estos emisarios fue cobrado con sangre. Esta serie de muertes sucesivas quiere significar lo sucedido con los profetas.

Aquí lo que hace Jesús es resumir el Antiguo Testamento y anuncia lo que sucederá con Él, que como enviado definitivo también va a pagar con su vida el desagradecimiento de los judíos. La inmolación del Hijo Amado de Dios tendrá una gran significación porque va a quedar demostrado el amor con que el Padre Celestial amó al mundo.

A las comunidades que se adhieren a su proyecto Jesús les aclara el por qué Dios va a preferir a todos aquellos que la sociedad jerárquica desecha rebajándolos a categorías inferiores a las humanas. Estas injusticias aparecen desenmascaradas por el proyecto del Reino y los judíos, al no aceptar su equivocación, prefieren acallar a todo contradictor.

Consideran que al eliminar a Jesús van a destruir el proyecto salvífico que Dios tiene para la humanidad. Estiman conveniente suplantar el amor divino por el poder humano y se equivocan en grado sumo, porque lo que Dios quiere de las personas es su humanización.

Además, el plan de salvación consiste precisamente en ofrecer a los sin poder todas las posibilidades de acceso a lo que Dios ha puesto al servicio de todos y de lo que unos pocos se han querido adueñar.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5.¿Se puede mostrar de una forma más bella y al mismo tiempo más sencilla la historia de los dirigentes del pueblo? Jesús lo hace con una parábola dirigida a los jerarcas de Israel que habían cuestionado su autoridad: los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, que componían el sanedrín o consejo supremo judío.

En esta parábola los labradores, a quienes se les ha encomendado el cuidado de la viña-pueblo, representan a las autoridades. El dueño-Dios es el propietario que se ausenta dejando su viña-pueblo en manos de estos labradores-autoridades. Pero la ausencia del dueño no es señal de desinterés por la viña, pues éste envía a su tiempo a sus siervos para percibir de los labradores su tanto de la cosecha de uva.

La reacción de los labradores es sorprendente: éstos desatan una espiral de violencia creciente para con los siervos-los profetas enviados por el dueño-Dios: a uno " lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías; a otro lo descalabraron y lo insultaron; al tercero lo mataron; y a otros muchos o los apalearon o los mataron.

Pero Dios no responde con violencia a la violencia, sino que, esperando su conversión, llega hasta el colmo de enviarles a su hijo, creyendo que a éste al menos lo respetarían. Los dirigentes de Israel ven en este gesto de generosidad del dueño de la viña la ocasión propicia para acabar no sólo con el heredero -Jesús-, sino para quedarse con la herencia-pueblo, arrojando fuera de la viña al hijo asesinado.

Esto es lo que sucedería con Jesús. No sabían, sin embargo, las autoridades de Israel que el edificio del pueblo no se puede construir prescindiendo de la piedra angular, Jesús. Querían ignorar que solamente hay una manera de ejercer la autoridad: la de quien entrega la vida para dar vida y liberar al pueblo de tanto señor que no lo deja vivir.

Al final de la historia de Israel, las autoridades provocarán la destrucción de Israel como nación y de sus instituciones; pero la viña será a partir de entonces la tierra entera, los pueblos paganos. Y Jesús y su estilo de vida seguirá siendo la única piedra angular sobre la que construir el edificio de la comunidad.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-6. 2001

COMENTARIO 1

v. 1. Entonces se puso a hablarles en parábolas: “Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de su país”

Sin interrupción, y tomando pie del conocido pasaje de Is 5,1-7, comienza Jesús la parábola. Distingue entre la viña (símbolo del pueblo elegido, cf. Sal 80,9ss ) y los labradores (los dirigentes), que no son propie­tarios de la viña, sino meros arrendatarios (y la arrendó a unos labradores), aunque plenamente responsables de su cultivo (y se marchó de su país).



vv. 2-5 «A su tiempo envió a los labradores un siervo, para percibir de ellos su tanto de la cosecha de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron de vacío. Entonces les envió otro siervo; a éste lo descalabraron y lo trataron con desprecio. Envió a otro y a éste lo mataron; y a otros muchos, a unos los apalea­ron, a otros los mataron».

El dueño, figura de Dios, no se desentiende de la viña, espera sus frutos. Pero los labradores se han apoderado de ella y el dueño tiene que enviar siervos, figura de los profetas, a pedir el fruto que espera, la justicia y el derecho (Is 5,7). Los dirigentes/labradores han sido infieles a Dios a lo largo de la historia de Israel (cf. Jr 7,25s: «les envié a mis siervos los profetas un día y otro día, pero no me escucharon»); el amor de Dios no ha cesado nunca, pero ellos maltrataron y mataron a los profetas. Esa infidelidad continúa, el ejemplo de los dirigentes inficiona a todo el pue­blo, y se crea una sociedad injusta. Hay un paralelo con la higuera estéril (11,13): la institución que debía producir fruto, no lo ha hecho.



vv. 6-8 « Uno le quedaba todavía, un hijo amado, y se lo envió el último, diciéndose: «A mi hijo lo respetarán». Pero los labradores aquellos se dijeron:

«Este es el heredero; venga, lo matamos y será nuestra la herencia». Y, agarrán­dolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña».

Dios no responde con violencia a la violencia de ellos; siempre espe­ra algo del hombre, no lo considera definitivamente endurecido. El últi­mo esfuerzo de su amor es el envío final y decisivo del Hijo amado (cf. 1,11; 9,7), el Mesías, que no viene a tomar venganza, sino a ofrecer la última oportunidad de salvación. Ellos muestran su mala fe, porque saben quién es (Este es el heredero), pero se proponen matarlo para excluir toda alternativa, destruir toda esperanza de liberación del pueblo y per­petuar su explotación (y será nuestra la herencia).

El asesinato del Hijo es un intento de eliminar a Dios mismo. Renun­cian a ser el pueblo de Dios. Al amor han respondido con odio. No sola­mente matan al Hijo, sino que lo echan fuera de su sociedad y de su recuerdo (y lo arrojaron fuera de la viña).



v. 9 «¿Qué hará el dueño de la viña? Irá a acabar con esos labradores y dará la viña a otros».

El dueño/Dios se opone a la pretensión de ellos de hacerse señores de la viña e intervendrá para salvarla; quiere que continúe y dé fruto. Los dirigentes provocarán la destrucción de Israel como nación y de sus instituciones; el reinado de Dios pasará a los pueblos paganos.



vv. 10-11 «¿No habéis leído siquiera este pasaje?: La piedra que desecha­ron los constructores se ha convertido en piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho: ¡qué maravilla para los que lo vemos!»

Confirma Jesús lo anterior con la cita del Sal 118,22s, que utiliza la metáfora de la construcción: los dirigentes pretenden construir su edifi­cio / institución prescindiendo de la piedra angular (el Mesías) que Dios había designado. La piedra que desecharon corresponde al «lo arrojaron fuera» de la parábola (8); los constructores, a «los labradores». Pero, al rechazar ellos al Mesías, Dios se formará un nuevo pueblo; la muerte del Hijo no significará el fin de su misión. Del rechazo saldrá una nueva muestra del amor de Dios. Esta es la gran maravilla.



v. 12 Estaban deseando echarle mano, porque se dieron cuenta de que la parábola iba por ellos; pero tuvieron miedo de la multitud y, dejándolo, se mar­charon.

Los dirigentes han comprendido el sentido de la parábola y la denuncia que de ellos ha hecho Jesús, pero eso no los hace reflexionar, sino que los incita a usar la violencia. Querrían prender a Jesús, pero no se atreven, porque la multitud está en favor de él. Actúan en función de su propia seguridad; nunca es el bien del pueblo su criterio de acción.



COMENTARIO 2

Esta dura parábola nació como la expresión del agudo conflicto al que había llegado Jesús con los dirigentes de su pueblo. Ya Jesús veía cercano el fin de su vida y sabía que hacia allá lo llevaba la violencia de los dirigentes. Ellos eran los primeros responsables de su muerte y como tal, eran sus asesinos. Era necesario que el pueblo entrara en conciencia de esto, como parte del proceso de crecimiento de su conciencia crítica. Sólo descubriendo su capacidad de muerte que poseía el poder de dominio, la conciencia crítica del pueblo podría irse distanciando de los poderes, hasta que algún día lograra romper definitivamente con los mismos.

Había que denunciar, como la mayor traición del proyecto de justicia inaugurado por Dios en el Antiguo Testamento, el hecho de que el pueblo, que había comenzado como un servidor honesto de Yavé, terminara como asesino de quien le traía la verdad de parte de ese mismo Dios. Dirigentes y pueblo iban a asesinar su última esperanza. Jesús en los dirigentes causó tanto odio, que fue condenado y asesinado por todos aquellos que veían en su ministerio una amenaza para sus injustas políticas. La oferta de Jesús: una sociedad alternativa, solidaria, justa e igualitaria, chocó con los intereses del sistema judío. ¿No chocará una propuesta de sociedad igual a la que pensó Jesús con los intereses de nuestras iglesias? ¿Será que nosotros no estamos convencidos que el Reino de Dios es la alternativa de ese Padre maravilloso, para que este mundo viva según el designio de justicia que él guarda en su corazón? Comencemos a trabajar así como Jesús lo hizo para hacer de este mundo el espacio verdadero de la revelación de Dios, y el lugar donde todos y todas podamos humanizarnos plenamente.

1. J. Mateos-F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ediciones Cristiandad, Madrid

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-7. 2002

¿Se puede mostrar de una forma más bella y al mismo tiempo más sencilla la historia de los dirigentes del pueblo? Jesús lo hace con una parábola dirigida a los jerarcas de Israel que habían cuestionado su autoridad: los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, que componían el sanedrín o consejo supremo judío.

En esta parábola los labradores, a quienes se les ha encomendado el cuidado de la viña-pueblo, representan a las autoridades. El dueño-Dios es el propietario que se ausenta dejando su viña-pueblo en manos de estos labradores-autoridades. Pero la ausencia del dueño no es señal de desinterés por la viña, pues éste envía a su tiempo a sus siervos para percibir de los labradores su tanto de la cosecha de uva.

La reacción de los labradores es sorprendente: éstos desatan una espiral de violencia creciente para con los siervos-los profetas enviados por el dueño-Dios: a uno “ lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías; a otro lo descalabraron y lo insultaron; al tercero lo mataron; y a otros muchos o los apalearon o los mataron.

Pero Dios no responde con violencia a la violencia, sino que, esperando su conversión, llega hasta el colmo de enviarles a su hijo, creyendo que a éste al menos lo respetarían. Los dirigentes de Israel ven en este gesto de generosidad del dueño de la viña la ocasión propicia para acabar no sólo con el heredero -Jesús-, sino para quedarse con la herencia-pueblo, arrojando fuera de la viña al hijo asesinado.

Esto es lo que sucedería con Jesús. No sabían, sin embargo, las autoridades de Israel que el edificio del pueblo no se puede construir prescindiendo de la piedra angular, Jesús. Querían ignorar que solamente hay una manera de ejercer la autoridad: la de quien entrega la vida para dar vida y liberar al pueblo de tanto señor que no lo deja vivir.

Al final de la historia de Israel, las autoridades provocarán la destrucción de Israel como nación y de sus instituciones; pero la viña será a partir de entonces la tierra entera, los pueblos paganos. Y Jesús y su estilo de vida seguirá siendo la única piedra angular sobre la que construir el edificio de la comunidad.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-8. Fray Nelson Lunes 30 de Mayo de 2005
Temas de las lecturas: Tobías temía a Dios más que al rey * Se apoderaron del hijo, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.

1. Coraje y Compasión
1.1 El vocablo coraje alude fortaleza interior; la compasión, en cambio, se refiere a una gran sensibilidad. Aparentemente estas dos virtudes se contraponen y habrá quien piense que se contradicen pero la primera lectura está ahí para demostrarnos que no es así. Tobías es un hombre lleno de coraje y de compasión.

1.2 Coraje y valor, para desobedecer las leyes injustas. No todas las leyes son buenas, ni las hace buenas el solo hecho de ser promulgadas por la autoridad competente. Tobías nos muestra que saber desobedecer es un acto de valentía y de coraje. Cosa que necesitamos, por ejemplo, cuando las leyes nuestras consideran como lícito lo que es un crimen. Pensemos en el caso del aborto "legal" en tantas partes del mundo.

1.3 Pero Tobías es un hombre compasivo. Sabe incluso posponer sus alegrías justas y naturales, como la cena de familia, por buscar a quién servir. No se encierra en su placer, sino que habla con palabras que son un verdadero desafío para nuestro modo usual de pensar: "Hijo mío, ve y cuando encuentres a un pobre de entre los hermanos nuestros... Anda, hijo mío, te espero hasta que regreses." Aquí hay misericordia, solidaridad y un tremendo dominio de sí mismo. Estas tres virtudes las necesitamos todos, pero especialmente son requeridas en los países llamados desarrollados o entre las personas que tienen una vida cómoda y desahogada. Les tentará siempre encerrarse en su deleite. Sea bienvenido Tobías para que nos enseñe a salir de nosotros mismos.

2. Rechazado por los Expertos
2.1 El evangelio de hoy nos presenta a Cristo en plena conciencia de un hecho durísimo de su misión: los expertos lo han evaluado y consideran que no cumple con los requerimientos. Ha sido oficialmente rechazado. Los escribas lo consideran un ignorante que enseña cosas sin base en las tradiciones oficiales; los sumos sacerdotes lo evalúan como un peligro público que pueda echar a perder el delicado equilibrio que hasta ahora ellos han logrado con el Imperio Romano; los "ancianos" lo miran como un advenedizo, un impertinente que causa mucho desorden y alboroto entre la gente ignorante. Conclusión: Cristo no sirve.

2.2 Ante este rechazo, Cristo no adopta la actitud conciliadora de quien buscara un término medio. Tampoco toma la posición del mendigo de amistades, poder o prestigio, como si pensara que lejos de la gente influyente está perdido. Su postura, en cambio, es mostrar que este rechazo es la lógica consecuencia de las rebeldías que han caracterizado desde siempre al pueblo de Dios. En su mensaje en parábola muestra también que esa cadena de desobediencias se va agravando y que llegará hasta el extremo: "Aquellos viñadores se dijeron: Este es el heredero. Matémoslo y será nuestra la herencia."

2.3 Según esto, ser rechazado por los expertos no es otra cosa, en el caso de Cristo y de los cristianos, sino señal de elección divina. Aunque a veces cuesta bastante verlo así, si somos sinceros.