SÁBADO DE LA SEMANA 4ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Primer Libro de los Reyes 3,4-13.

El rey fue a Gabaón para ofrecer sacrificios allí, porque ese era el principal lugar alto. Sobre ese altar, Salomón ofreció mil holocaustos. En Gabaón, el Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le dijo: "Pídeme lo que quieras". Salomón respondió: "Tú has tratado a tu servidor, David, mi padre, con gran fidelidad, porque él caminó en tu presencia con lealtad, con justicia y rectitud de corazón; tú le has atestiguado esta gran fidelidad, dándole un hijo que hoy está sentado en su trono. Y ahora, Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?". Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y Dios le dijo: "Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti. Y también te doy aquello que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá nadie como tú entre los reyes, durante toda tu vida.

Salmo 119,9-14.

¿Cómo un joven llevará una vida honesta? Cumpliendo tus palabras.
Yo te busco de todo corazón: no permitas que me aparte de tus mandamientos.
Conservo tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti.
Tú eres bendito, Señor: enséñame tus preceptos.
Yo proclamo con mis labios todos los juicios de tu boca.
Me alegro de cumplir tus prescripciones, más que de todas las riquezas.


Evangelio según San Marcos 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



 

1.- Hb 13, 15-17.20-21

1-1.

"Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que profesan su nombre".

El culto específico de los cristianos lo había formulado S. Pablo con estas palabras que dirige a los Romanos (Rm/12/01). "Que ofrezcáis a Dios vuestras vidas como hostia pura, santa e inmaculada". En la misma línea escribe ahora el autor de nuestra carta. Aquellos cristianos a los que él escribe habían sido separados y excomulgados de la comunidad judía a la que habían pertenecido antes de convertirse al cristianismo. Habían sido privados o habían renunciado al solemne y fastuoso culto judío. Pero ellos tenían algo mejor que ofrecer. A imitación de Cristo debían ofrecerse a sí mismos, convertirse ellos mismos en un sacrificio de alabanza.

Nuestra vida cristiana debería ser un culto agradable a Dios. El "sí" de Cristo al Padre, en el Espíritu Santo, hace posible nuestro "sí". "Por Cristo, ya podemos decir "sí" a Dios" (2 Cor 1, 20).

Este "si" de Cristo encuentra eco en todo corazón que se hace transparente ante la mirada de Dios. Entonces nuestra pobreza se convierte en oración y en misión, es decir, en apertura a los planes salvíficos y universales de Dios. Dios no espera grandes cosas de nosotros, sino solamente que tengamos un corazón abierto y que sepamos hacer nuestro el "sí" de Jesucristo al Padre. Nuestra verdadera riqueza consiste en esta capacidad de pronunciar continuamente el "sí" de Jesús al Padre en medio de todas las circunstancias de nuestra vida.

Junto a este sacrificio-entrega del cristiano se destaca también el de los bienes, el ejercicio práctica de la caridad. El amor fraterno es el sacrificio que agrada a Dios. "No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente: esos son los sacrificios que agradan a Dios". La prueba más clara de haber encontrado a Dios es el amor fraterno. Es la señal de que hemos nacido a una vida nueva.

"Obedeced con docilidad a vuestros jefes, pues son responsables de vuestras almas y velan por ellas; así lo harán con alegría y sin lamentarse, con lo que salís ganando".

La verdadera "comunión" de Iglesia supone vaciarse de sí mismo o de las propias ventajas. La kenosis y obediencia de Cristo al Padre fue así (Flp 2, 8). Los dirigentes de la comunidad, especialmente a nivel de Iglesia universal (el papa) y a nivel de iglesia particular (el deespo) hacen presente a Cristo sacerdote.

Son siempre signos pobres de Iglesia, no pocas veces ridiculizados y criticados, pero son el necesario fundamento de la unidad y comunión eclesial. Obedecer a Cristo, escondido bajo estos signos, supone correr la misma suerte de crucifixión y de muerte, sin ninguna ventaja humana ni aun por parte de la Iglesia o de ellos mismos.

Entonces se ama más el misterio de la Iglesia porque nos basta con saber que es Cristo quien habla y actúa por ella.

-"Que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os haga perfectos, os ponga a punto en todo bien para que cumpláis su voluntad"

-Jesús hizo de su vida una "pascua", es decir, un "paso" hacia el Padre. Ofreciéndose a sí mismo en el Espíritu Santo transformó su vida en oblación. Con él estamos también nosotros pasando al Padre. "Cristo murió para llevarnos a Dios" (1P 3, 18). Ya hemos comenzado a pasar de este mundo al Padre (Jn 13, 1). El "pasar" del tiempo ya no es un simple esfumarse de las cosas, sino una "pascua" o paso hacia la vida definitiva. Conforme van pasando los días y las cosas, debemos ir descubriendo a Dios mismo que se nos comienza a dar para siempre, unas veces de manera desconcertante, otras de manera dolorosa, algunas también con una enorme paz y alegría. Pero siempre es Dios el que viene a nosotros a través de todo lo que nos pasa para hacernos pasar a él.


1-2. SCDO-COMUN CR/SACERDOTE:

-Hermanos, ofrezcamos a Dios sin cesar por medio de Jesucristo un sacrificio de alabanza.

Toda la Epístola de los Hebreos nos ha mostrado que hay un solo sacerdote, Jesucristo.

Se ha señalado a menudo que esta doctrina que tanto ha insistido sobre el «sacerdocio», no habla directamente del «sacerdocio ministerial».

Sigue siendo verdad que Jesús instituyó a unos ministros, y que los sacerdotes han de conformarse al modelo único.

No obstante la Epístola acaba hablando del sacerdocio común a todos los bautizados.

Todos los cristianos son invitados a «ofrecer sin cesar un sacrificio de alabanza».

No se trata pues del servicio cultual hecho en el santuario sino del culto espiritual que consiste en ofrecer toda la vida, en el ámbito familiar, en el trabajo, en los ratos libres. . .

Escuchemos este pasaje del Concilio _Vat-II: «Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, a su nuevo pueblo lo hizo reino y sacerdote para Dios, su Padre. Los bautizados son consagrados como mansión espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo para que por medio de todas las obras del hombre cristiano ofrezcan sacrificios, y anuncien las maravillas de quien los llamó de las tinieblas a la luz admirable... Por ello. todos los discípulos de Cristo... han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios, han de dar testimonio de Cristo en todo lugar, y a quien se la pidiere han de dar también razón de la esperanza que tienen en la vida eterna.» (Lumen Gentium n.° 10.)

Ese texto esencial está lleno de citas de la Escritura: Hebreos 5, 1-5; Apocalipsis 1,6; 5-9;1 Pedro 2, 4-10; Romanos 12,1; 1 Pedro 3,15.

Esto nos indica cuán tradicional es esta doctrina. Pero es muy poco conocida.

-Ofrezcamos a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el acto de fe, el tributo de labios que bendicen su nombre..

La primera manifestación de nuestro sacerdocio, el primer sacrificio que ofrecemos es nuestra «Fe», sacrificio de nuestra autonomía, de nuestro modo de pensar... para adoptar el punto de vista de Dios.

Creer, vencer en nosotros las innumerables objeciones del agnosticismo que se nos presenta con las seducciones de la racionalidad y de la exactitud de la ciencia... aceptar el valiente riesgo de la Fe... es la primera ofrenda que hemos de hacer a Dios.

-No os olvidéis de ser generosos y de ayudaros mutuamente.

Esos son los sacrificios que agradan a Dios.

La segunda manifestación de nuestro sacerdocio, el segundo sacrificio que ofrecemos es nuestra «Caridad»: amar, compartir, renunciarse a sí mismo... para adoptar el punto de vista de los demás.

Así, toda nuestra vida será una ofrenda.

El verdadero culto grato a Dios, no lo repetiremos nunca bastante, es nuestra vida cotidiana, llena de amor. En primer lugar Dios espera de mí aquello que normalmente ocupa mis días: mi trabajo, mis obras habituales. ¿Lo hago con verdadero espíritu de «servicio a los demás», en «generosidad» y «participación»?

-Que el Dios de la Paz os disponga con toda clase de bienes para cumplir su voluntad.

El querer divino: norma esencial de la conducta humana, fuente de paz y de felicidad.

-Que se realice en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por mediación de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 54 s.


2.- 1R 3, 4-13

2-1.

Abordamos hoy la vida de Salomón, hijo de David y de Betsabé.

Hoy leemos una «plegaria de Salomón»: Recibió el poder real en circunstancias bastante trágicas, después de intrigas sangrientas. Su corazón está lleno de inquietud: ¿sabrá estar a la altura de su tarea abrumadora?

-Pídeme lo que quieras, y te lo daré.

Como su padre, el nuevo rey está «delante de Dios».

-"Soy muy joven, incapaz de conducirme y estoy aquí en medio del pueblo que Tú has escogido...

Este reinado empieza bien: por la humildad.

Sabemos que ésta no durará mucho y que muy pronto Salomón quedará prendido en los sueños de poder.

-"Concede a tu siervo un corazón atento..." Un «corazón atento»...

Un «corazón que escucha»...

Para la mentalidad semítica, corazón es equivalente a inteligencia, es la sede del pensamiento.

En primer lugar Salomón pide pues la «sabiduría», «la agudeza de la inteligencia», la «comprensión»...

-«Para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir el bien y el mal.»

Una «inteligencia práctica» aplicada a la acción y en particular a la justicia. Hoy diríamos «tener buen juicio», «ser un hombre de buen consejo». ¿Por qué no repetirla nosotros, por nuestra cuenta esta «plegaria de Salomón?»...

Aplicándola a nuestras situaciones y responsabilidades:

Señor, dame un corazón atento, dame la comprensión inteligente de las personas con las cuales convivo.

Señor, ayúdame a «ver», a "escuchar", a «interpretar», para que sepa discernir el bien del mal.

Señor, en medio de las evoluciones del mundo y de la Iglesia, dame «un buen criterio», lléname de «prudente sabiduría» para que no me deje llevar a ningún exceso de optimismo o de pesimismo.

Señor, soy tu servidor, ayúdame a «gobernar» la partecita de universo que me ha sido confiada, esa familia que me has dado, ese oficio que es el mío, esa responsabilidad que he aceptado.

Es tarea de cada uno repetir, recomponer, prolongar esa plegaria...

-Porque es esto lo que me has pedido, y no largos años de vida, ni la riqueza, ni la muerte de tus enemigos...

Porque has pedido el discernimiento, el arte de estar atento y de gobernar, hago lo que me has pedido: te doy un corazón inteligente y prudente... Y te concedo también lo que no me has pedido: la riqueza y la gloria.

«Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y el resto se os dará por añadidura.» Señor, no me des riquezas... dame la inteligencia y el discernimiento de tu Voluntad, dame... tu Espíritu, el Espíritu de Jesús...

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 54 s.


3.- Mc 6, 30-34

3-1.

Ver Paralelo: Mt 14. 13-21


3-2.

-Después de su primera "misión" volvieron los apóstoles a reunirse con Jesús...

Es la hora del "informe" a los demás... Se actúa y luego se "revisa" la acción para mejor comprenderla en la Fe, y mejorar las próximas intervenciones apostólicas.

Hoy también se hacen muchas "reuniones". Se trabaja mucho en grupo, en la vida escolar, profesional, en la investigación. Las Asociaciones y Sindicatos de todas clases convocan a sus miembros para "poner en común" ideas y proyectos.

Me agrada, Señor, descubrir, una vez más cómo sus métodos de trabajo corresponden en profundidad a la naturaleza del hombre, que es un ser de relación y de participación.

Muchos cristianos han comprendido hoy que su Fe se robustecería si decidieran "reunirse" con otros hermanos para dialogar sobre ella. Señor, ayuda a otros muchos a descubrir, a comprender esto a su vez.

Este es ya el sentido de la Asamblea eucarística del domingo: después de su misión durante la semana, los cristianos se reúnen junto a Jesús...

¿Considero yo así mi participación en la misa? Pero es preciso que muchos cristianos se decidan a hacer más, aceptando otras "reuniones" donde participen con otros en una reflexión y una acción colectiva... en la que la Fe sea el fermento de la reflexión y de la acción.

-Le contaron cuanto habían hecho y enseñado...

Una gracia a pedir al Señor: la revisión de vida apostólica.

Esta revisión de nuestra vida con Jesús, es una de las formas mas útiles de oración.

Cada noche debería darnos ocasión para "relatar" a Jesús "lo que hemos hecho". Si así lo hiciéramos cada día, podríamos dar un contenido mucho más rico a la "ofrenda" de nuestras misas y a nuestras puestas en común de equipos apostólicos. Ayúdanos, Señor, a revisar contigo nuestras vidas.

-El les dijo: "Venid, retirémonos a un lugar desierto para que descanséis un poco." Pues eran muchos los que iban y venían y ni espacio les dejaban para comer. Fuéronse en la barca a un lugar desierto...

Hay un grado de sobrecarga, de tensión nerviosa, que resulta nefasto para el apostolado como para todo equilibrio simplemente humano.¡Gracias, Señor, por recordárnoslo! Y por ocuparte del "descanso" y de la distensión de tus apóstoles, después de un pesado período de misión.

Necesidad de silencio, de recogimiento, de soledad.

Esencial al hombre de todas las épocas... pero especialmente indispensable al hombre moderno, en la agitación de la vida de hoy.

¿Qué parte de mis jornadas o de mis semanas dedico voluntariamente al "desierto"?

-Las gentes ven alejarse a Jesús y a sus discípulos... De todas partes corren hacia allá y ¡llegan antes que ellos! Al desembarcar, Jesús ve una gran muchedumbre. Se compadece de ellos porque son como "ovejas sin pastor". Y se pone a enseñarles detenidamente.

Este será un problema permanente de la Iglesia: la tensión entre "el pequeño rebaño" de los fieles... y el inmenso redil de la muchedumbre que espera...

Jesús hubiera querido consagrarse a la formación más a fondo de su "pequeño grupo" ... pero cede a la llamada de la multitud. Se deja acaparar. Es su debilidad. El también se ha encontrado ante algunas urgencias. El también ha permitido que estorbasen sus planes y sus proyectos... por amor, "compadecido".

Señor, consérvanos disponibles, aun en el seno mismo de nuestros planes muy bien previstos.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 308 s.


3-3.

1. (año I) Hebreos 13,15-17.20s

a) Terminamos hoy la lectura de la carta a los Hebreos, que nos ha acompañado durante cuatro semanas como primera lectura de la Misa.

Acaba con una exhortación que resume toda la doctrina de la carta: el sacerdocio de Cristo y nuestra perseverancia en la fe. Ahora se nos dice que nosotros mismos ofrezcamos a Dios, como sacerdotes, el sacrificio y la ofrenda de nuestra vida:

- ofreced a Dios un sacrificio de alabanza,

- pero a la vez «no os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente»,

- y dentro de esta apertura a los hermanos está también la obediencia a los responsables de la comunidad.

En la bendición final se concentra toda la carta: el mismo Dios que envió a Cristo y le resucitó de entre los muertos, nos ayudará también a nosotros para que en nuestra vida cumplamos su voluntad y hagamos toda clase de bien, ayudados por el mismo Jesucristo.

b) Es un óptimo programa para nuestra vida cristiana:

- que alabemos a Dios, con unos labios movidos por la fe y el amor: la Eucaristía y la alabanza de las Horas son nuestra mejor oración eclesial y personal, que nos sitúa en la presencia de Dios y nos hace ver toda la historia a su luz,

- pero a esa alabanza de oración se junta la ofrenda de toda la vida: nuestro culto a Dios es nuestra misma existencia, ofrecida a él como nuestro sacrificio sacerdotal; la carta del sacerdocio de Cristo no aterriza en su última página hablando del sacerdocio ministerial, sino del sacerdocio común de todos los bautizados, con la ofrenda de nuestras vidas, en línea con la doctrina de Pablo en Romanos 12: «estos son los sacrificios que agradan a Dios»; así nos unimos al sacrificio de Cristo, que no ofreció un rito como los sacrificios del Templo, sino su propia vida;

- en la Eucaristía incluimos cada vez nuestra pequeña historia de cada día, con sus alegrías y sus dolores, en el sacrificio único y pleno de Cristo Jesús;

- en esta ofrenda existencial están de modo particular nuestras esfuerzos de caridad fraterna, incluida también la que tiene como destinatarios a los responsables de la comunidad: para que el ministerio de la autoridad lo puedan realizar con ánimo esponjado y no con angustia y tensión; es un buen toque realista el que la carta diga que si con nuestra conducta hacemos fácil la autoridad a los responsables, «con ello salís ganando»: cuando el que manda está sereno, comunica serenidad a todos.

Tanto en la vida de una familia como en la de una comunidad religiosa o en la comunidad cristiana, esta es la religión verdadera, el sacrificio que agrada a Dios: una vida que a la vez está abierta hacia Dios con la alabanza y hacia el prójimo con una actitud de ayuda y caridad. Fijos los ojos en nuestro Hermano y Mediador, Cristo Jesús, que es el que mejor ejemplo nos dio de una vida abierta en las dos direcciones hasta las últimas consecuencias.

1. (año II) 1 Reyes 3,4-13

a) La oración de Salomón pidiendo sabiduría le gustó a Dios.

EI joven rey quiso inaugurar su reinado con un acto religioso, ofreciendo sacrificios a Dios. En su oración no pidió riquezas ni venganza ni prestigio ni fuerza militar. Pidió una cosa que no esperaríamos tal vez de un joven: sabiduría para saber discernir en la vida y gobernar bien. Lo necesitaba: no todos le aceptaban de corazón y no era fácil gobernar aquel pueblo dividido anímicamente entre los reinos del Norte y del Sur.

A fe que en la Escritura aparece Salomón como el prototipo del hombre sabio: se le atribuyen libros sapienciales como el de los Proverbios y una fama universal superior a la de todos los sabios, que provocará la visita de la reina de Sabá. Es famoso el juicio de Salomón -que no leemos en esta selección de la Misa- cuando tuvo que dictaminar sobre el caso de las dos mujeres y el niño que ambas reclamaban como suyo (I Reyes 3). Se puede leer también el capitulo 7 del libro de la Sabiduría sobre el acierto y las consecuencias de esta oración de Salomón.

A la vez Dios le concedió también riquezas y éxitos en todos los órdenes sociopolíticos.

En Salomón se cumplía ya lo que dirá Jesús más adelante: buscad primero el reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura.

b) Todos necesitamos sabiduría. Muchas veces en la vida, tanto en la personal como en la comunitaria o familiar, nos encontramos ante la encrucijada de una decisión y a veces nos resulta difícil discernir. Podemos aplicar todos los recursos humanos y los cálculos y las experiencias. Pero nos iría mucho mejor que fuéramos adquiriendo la sabiduría de Dios: o sea, la visión de las cosas y de las personas y de los acontecimientos que tiene Dios.

Necesitamos tener juicio y sentido común, saber decidir bien. Sobre todo si tenemos algún cargo de responsabilidad. ¿Y quién no tiene alguno, en el orden que sea, familiar, eclesial, social?

Tendríamos que decir sinceramente con el salmo de hoy: «Enséñame tus leyes... no consientas que me desvíe de tus mandamientos... mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas».

2. Marcos 6,30-34

a) La escena es muy humana y expresiva de los sentimientos de Jesús: programa un retiro de descanso con sus apóstoles, pero luego le puede la compasión hacia la gente y se pierde el descanso.

Los apóstoles, a quienes había enviado de dos en dos a evangelizar, vuelven muy satisfechos. Cuentan y no acaban de los éxitos que han tenido en su salida apostólica. Jesús se da cuenta de que están cansados y de que lo que más necesitan en ese momento es un poco de descanso y un retiro con él, para reponer fuerzas y revisar su actuación. Ese es el plan que les propone.

Pero la gente se les adelantó y les salió al encuentro, porque adivinaron a dónde iban, y Jesús, cuando vio a la gente, «le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor», y se acabó el retiro que pensaban hacer: «y se puso a enseñarles con calma».

b) Podemos vernos espejados en esta escena de varias maneras.

A lo largo de nuestras jornadas y temporadas, en nuestro trabajo cosechamos algunos éxitos, seguramente mezclados con fracasos. Que es lo que les pasarla a los apóstoles y al mismo Jesús, a quien no todos le hacían caso. Ojalá tengamos siempre a alguien con quien compartir lo vivido, que sepa escucharnos y con el que podamos hablar de nuestras varias experiencias, para revisar y remotivar lo que vamos haciendo.

Ojalá tengamos también la oportunidad de algún retiro: todos necesitamos un poco de paz en la vida, momentos de oración, de silencio, de retiro físico y espiritual, con el Maestro.

Además de que cada semana, el domingo está pensado para que sea un reencuentro serenante con Dios, con nosotros mismos, con la naturaleza, con los demás. El activismo nos agota y empobrece. El stress no es bueno, aunque sea el espiritual. Los apóstoles estaban llenos de «todo lo que hablan hecho y enseñado». A veces dice el evangelio que «no tenían tiempo ni para comer». Necesitamos paz y serenidad. Cuando no hay equilibrio interior, todo son nervios y disminuye la eficacia humana y la evangelizadora.

A la vez, hay otro factor importante en nuestra vida: la caridad fraterna, la entrega a la misión que tengamos encomendada. A veces esta caridad se antepone al deseo del descanso o del retiro, como en el caso de Jesús y los suyos. Jesús conjuga bien el trabajo y la oración. Se dedica prioritariamente a la evangelización. Pero sabe buscar momentos de silencio y oración para sí y para los suyos, aunque en esta ocasión no haya sido con éxito.

Otra lección que nos da Jesús es que no parece tener prisa. No hace ver que le han estropeado el plan. «Se puso a enseñarles con calma». Porque vio que iban desorientados, como ovejas sin pastor. Tener tiempo para los demás, a pesar de que todos andamos escasos de tiempo y con mil cosas que hacer, es una finura espiritual que Jesús nos enseña con su ejemplo: tratar a cada persona que sale a nuestro encuentro como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.

«No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente» (1ª lectura, I)

«El Señor es mi pastor, nada me falta» (salmo, I)

«Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida» (salmo, I)

«Da a tu siervo un corazón dócil, para discernir el bien del mal» (1ª lectura, II)

«Venid a un sitio tranquilo a descansar un poco» (evangelio)

«Le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 119-123


3-4.

Primera lectura: 1 Reyes 3, 4-13:
Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo.

Salmo responsorial: 118, 9.10.11.12.13.14:
Enséñame, Señor, tus leyes.

Evangelio: San Marcos 6, 30-34:
Andaban como ovejas sin pastor.

Los apóstoles regresan donde Jesús, después de haber participado en la misión encomendada por él en los vv. 7-13. Ellos han enseñado sobre el Reino, a la gente que encontraban por el camino; también han curado y expulsado los demonios como él se lo había encomendado. Ahora es el tiempo del descanso. Jesús recomienda a sus discípulos descansar, después de una agotadora jornada. Era necesario descansar, apartarse de la multitud y buscar un sitio tranquilo y despoblado (Mc 6, 31).

Al llegar al lugar del descanso, Jesús se da cuenta de que lo ha seguido una gran cantidad de personas y el evangelista, con términos muy tiernos, presenta a Jesús compadecido de la multitud que anda como "ovejas sin pastor".

Jesús asume el compromiso de pastor de su pueblo, y le enseña, lo orienta, lo guía y lo instruye para que comience a dar cambios cualitativos que redunden en bien común. Dios siente compasión de su pueblo cansado por el abuso de poder de sus gobernantes. Siente compasión por la falta de conciencia en medio de su pueblo. Por eso en Jesús el Padre manifiesta su amor y su compasión a aquella multitud que le seguía para recibir la vida que provenía de su palabra y de su forma de vivir.

Nuestro pueblo, también vive situaciones de muerte y de desolación y no tiene quién lo mire y le enseñe con misericordia. Nuestra gente sencilla y humilde necesita ser orientada y necesita escuchar Palabra de Dios, palabra que genere "vida abundante".

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3-5.

Hb 13, 15-17.20-21: Despedida de la carta.

Sal 22, 1-6

Mc 6, 30-34: Se frustra el descanso de Jesús.

Es bien interesante y curioso este texto evangélico. Nos presenta un rasgo de Jesús que ha sido muchas veces ignorado a fuerza de presentarnos a un Jesús asceta y sacrificado hasta el paroxismo. Aquí Jesús nos aparece queriendo aprovechar una ocasión para descansar, para irse «de retiro» o quién sabe si «de campo» con sus íntimos. A descansar en todo caso a un lugar tranquilo y apartado. Lo cual nos habla de un rasgo entrañable de la humanidad de Jesús: el ser humano, aun el más militante y entregado, necesita una forma de descanso, de reposo espiritual, y hasta de amistad íntima.

Probablemente no hay que deducir de aquí una legitimación de cualquier tipo de vacaciones, turismo, «años sabáticos» u otras formas de descanso que ofenden la pobreza de los pobres. Quizá Jesús incluso hubiera estado de acuerdo con la expresión del Che de que si bien todos tenemos derecho a las vacaciones, quien las toma no tiene derecho a ser considerado líder revolucionario. Pero parece que aun en la máxima y radical entrega de Jesús, él no perdió nunca la ternura.

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3-6.

Hebreos 13, 15-17 y 20-21: Un sacrificio de alabanza

Salmo responsorial: 22, 1-3 y y 5 y 9

Marcos 6, 30-34: Como ovejas sin pastor

Tenemos hoy la última lectura de la carta a los Hebreos: se trata de las exhortaciones finales y de la despedida o conclusión del discurso, porque más que "carta" estamos ante una especie de homilía, de discurso de ilustración y exhortación, y hoy hemos leído el final.

Se nos evoca, con una imagen muy hermosa y familiar, el núcleo de la fe cristiana: Dios ha hecho subir de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús. Él es el motivo y centro de la carta: con su vida, su fidelidad a Dios y a nosotros, sus hermanos; con su muerte, nos ha liberado del egoísmo y del odio, nos ha hecho capaces de ofrecer a Dios, no ya sacrificios de animales como los del Antiguo Testamento, sino la ofrenda pacífica de nuestra propia vida, nuestras oraciones, nuestra caridad y solicitud con los necesitados.

Este es el verdadero sacerdocio, no el que se pone por encima del pueblo fiel, sino a su servicio. No el sacerdocio ritualista de ceremonias y de gestos deslumbrantes, sino el que promueve la fraternidad y procura traer la felicidad de Dios a los hermanos. No el sacerdocio interesado de los hombres sino el sacerdocio desinteresado de Jesucristo que dió su vida por nosotros, como un pastor por sus ovejas.

Una vez relatado el martirio de Juan Bautista que escuchábamos ayer, Marcos nos dice que Jesús dispuso una especie de retiro y de descanso para sus discípulos que habían vuelto hablando maravillas de su experiencia misionera. Solo que las necesidades de los pobres son más urgentes que el descanso de los misioneros: cuando desembarcaron en el lugar del retiro ya los esperaba la gente ansiosamente. Y Jesús, dice el evangelista, en lugar de molestarse se compadeció y "se puso a enseñarles con calma". Y vuelve a aparecer la figura del pastor y las ovejas que ya habíamos encontrado en la primera lectura.

Es una hermosa figura, muy familiar a los cristianos. Pero que no puede llevarnos a engaño: no se trata de que asumamos ante Jesús una actitud pasiva, como la de las ovejas ante su guardián. Ni de que alguien pueda reclamar el lugar y el título de "pastor" de las ovejas contra Jesús. Se trata de que el Señor encarna la bondad misericordiosa de Dios para con todos, que se compadece de nuestros males, los remueve, los condena, quiere nuestra vida y nuestra felicidad, nos llama a la fraternidad, a la justicia y a la paz entre nosotros.

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3-7.

¿DE QUÉ CALMA ME HABLA?

Heb 13, 15-17. 20-21; Sal 22; Mc 6, 22-34 

      "... Y se puso a enseñarles con calma". Es la frase que corona el evangelio de hoy. Así, recortada del texto y pegada al comienzo de esta página, apenas quiere decir nada o dice demasiadas cosas. Por ejemplo: si son las doce la mañana y el Maestro y los apóstoles se han levantado de la cama a las diez tras dormir nueve horas para, acto seguido, desayunar huevos fritos con bacon, y después han preparado el escenario para recibir a mil personas, entonces "se puso a enseñarles con calma" es normal. Cuando uno tiene todas las necesidades satisfechas y los acontecimientos discurren ordenadamente por el cauce previsto, la calma la regalan en la tienda de la esquina. Si yo convoco una meditación en la parroquia para un sábado a las doce y media, y ese sábado no tengo otra cosa que hacer, puedo estar hablando hasta las dos, las tres o las cuatro y se me pasa el tiempo sin darme cuenta. Fidel Castro, a mi lado, sería Pipino el Breve.

      Pero repito que la frase que encabeza estas líneas es la última del evangelio de hoy. Y si queremos sopesar en su justa medida la "calma" de Jesús tendremos que haber leído el pasaje entero. Eso cambia las cosas.

      Porque el Maestro, aquel día, estaba cansado. Los apóstoles, después de varias semanas de predicación, enviados por Jesús de dos en dos, regresaban llenos de gozo, aún iluminada el alma con los milagros que habían visto... Y ellos también estaban cansados. El Señor, sin ninguna duda, no quería saborear los relatos de sus amigos en medio del ruido y acosado por miles personas; prefería degustar ese manjar en la intimidad con los suyos, y paladearlo despacito, dando gracias a Dios. Por eso decidió: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco"... ¡No todo va a ser sufrir! Cualquiera convendría en que se lo habían ganado. Y, con esa ilusión, se suben a una barca y ponen rumbo "a un sitio tranquilo y apartado". Seguramente, en la barca nadie se atrevía a contar nada; preferían esperar a estar sentados sobre la hierba, protegidos por el silencio y libres de los agobios del día, para disfrutar mejor del recuento de las maravillas de Dios. Pero cuando, por fin, alcanzan la orilla confiando en desembarcar en un vergel... Se encuentran allí con miles de personas que esperan hambrientas las enseñanzas de Jesús. Todos sus planes de descanso se vienen abajo, resucita el cansancio en los cuerpos y en las mentes, y se impone la certeza de que los relatos y anécdotas que los apóstoles traían preparadas y que tanto deseaba escuchar el Maestro tendrán que esperar a mejor ocasión.

      En semejante situación, el "se puso a enseñarles con calma" es heroico. Lleva consigo un acto de negación de Sí mismo, una aceptación rendida de la Voluntad de Dios, y un abandono sin condiciones en la Providencia. Cuando los planes se rompen, cuando el cansancio pesa, cuando surge la contrariedad... La calma es propia de los santos. Imagino calmada a la Virgen durante su viaje a Egipto; calmada, contrariada y a la vez confiada en manos de Dios. ¡Bendita calma!

ARCHIMADRID


3-8.

El verdadero pastor es aquél que da su vida por las ovejas, las cuida aunque vea venir al lobo que las mata y dispersa. Los demás, los mercenarios, quienes no son pastores cuando ven venir al lobo abandonan a las ovejas para salvar su pellejo.

Cristo es el Buen Pastor. Él da su vida por las ovejas en todo momento, también cuando no le queda ya tiempo ni para comer. Allí está Él, buscando un tiempo para descansar en compañía de sus discípulos, pero las almas necesitadas de Dios, le buscan para que les dé lo que más necesitan: AMOR.

Es como el padre que después de una jornada cansada y agotadora, regresa a casa con el único deseo de descansar. Pero no tiene en cuenta que allí están los chiquillos que le esperan para jugar un poco antes de irse a la cama. Al ver que sus hijos le piden algo que humanamente le es ya imposible, saca sus últimas fuerzas para seguir jugando y haciendo felices a sus hijitos, dándoles lo mejor de sí, aunque su cuerpo esté deshecho.

No importan las dificultades para el que ama. Si ama de verdad entonces todo queda en segundo plano, lo primero es la felicidad de aquellos a quienes ama. Así es Cristo con nosotros.

P. José Rodrigo Escorza


3-9. Santificar el descanso

I. Jesús sintió algo tan propio de la naturaleza humana como es la fatiga: lo vemos verdaderamente cansado del camino (Juan, 4, 6) y se sienta junto a un pozo porque no puede dar un paso más. El Señor experimentó el cansancio en su trabajo, como nosotros cada día, en los treinta años de vida oculta. En muchos otros pasajes del Evangelio también lo vemos extenuado. ¡Qué gran consuelo es contemplar al Señor agotado! En el cumplimiento de nuestros deberes, al gastarnos en servicio de los demás y en nuestro trabajo profesional, es natural que aparezca el cansancio como un compañero casi inseparable. Lejos de quejarnos ante esta realidad, hemos de aprender a descansar cerca de Dios: venid a Mí todos los que andáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré (Mateo 11, 28), nos dice el Señor. Unimos nuestro cansancio al de Cristo, ofreciéndolo por la redención de las almas, y nos esforzaremos en vivir la caridad con quienes nos rodean. No olvidemos que también hemos de santificar el descanso porque el Amor no tiene vacaciones.

II. Jesús aprovecha sus momentos de descanso junto al pozo de Jacob, para mover a la mujer samaritana a un cambio radical de vida (Juan 4, 8). Nosotros sabemos que ni siquiera nuestros momentos de fatiga deben pasar en vano. No dejemos de ofrecer esos períodos de postración o de inutilidad por el agotamiento o la enfermedad. El cansancio nos enseña a ser humildes y a vivir la caridad; nos dejaremos ayudar y entenderemos el consejo de San Pablo de llevar los unos las cargas de los otros (Gálatas 6, 2). La fatiga nos ayudará a vivir el desprendimiento, la fortaleza y la reciedumbre. Por otro lado, debemos vivir la virtud de la prudencia en el cuidado de la salud: si somos ordenados, encontraremos el modo de vivir el descanso en medio de una actividad exigente y abnegada.

III. Aprendamos a descansar. Y si podemos evitar el agotamiento, hagámoslo porque cuando se está postrado se tiene menos facilidades para hacer las cosas bien y vivir la caridad. “El descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino) El descanso, como el trabajo, nos sirven para amar a Dios y al prójimo, por lo tanto la elección del lugar de vacaciones, o el descanso deben ser propicios para un encuentro con Cristo. Hoy veamos si nos preocupamos, como el Señor lo hacía, por la fatiga y la salud de quienes viven a nuestro lado: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo y descansar un poco (Marcos 6, 30-31)

Fuente: Colección "Hablar con Dios" por Francisco Fernández Carvajal, Ediciones Palabra. Resumido por Tere Correa de Valdés Chabre


3-10. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

En estas alternancias en las reacciones y posiciones ante Jesús, tropezamos ahora con otra buena noticia: "de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron". La razón ya no es tan buena: "andaban como ovejas sin pastor".

Quizá se refleja ahí la situación en que nos encontramos nosotros. No hace falta ser un conservador recalcitrante para sospechar que hay mucho despiste.

Volvamos a lo que comentábamos el martes. ¡Hombre!, y en esto estamos de acuerdo con el Sr. Sádaba (aunque le haríamos algunas observaciones complementarias), también los creyentes sabemos discernir entre química y alquimia, astronomía y astrología (no perdemos el tiempo ni la razón leyendo el horóscopo), física y cosmología (pero de nuevo con matizaciones), medicina y magia, y así sucesivamente. Lo que ya es más problemático y no se da en nuestras sociedades pluralistas es ese horizonte claro que deslinde lo real de lo irreal, lo posible de lo imposible (y que haga ver que "para Dios no hay nada imposible"). También sufren estas sociedades la falta de una línea de demarcación entre lo técnicamente realizable y lo moralmente lícito, entre lo que es un derecho civil y lo que es un comportamiento éticamente inadmisible (caso del aborto) y en general entre lo que está bien y lo que está mal.

La pregunta es: si andamos como ovejas sin pastor ¿buscamos con actitud seria, sincera y tenaz dónde está lo verdadero y dónde lo bueno? ¿Somos relativistas, interesada o resignadamente relativistas? Zubiri hablaba hace 20 años de una gran oleada de sofística, de la invasión inundatoria del discurso y la propaganda. Sabemos de las luchas sordas o estruendosas que se dan entre los medios de comunicación, que "construyen" la realidad de formas tan enconadamente contrarias. Alfonso López Quintás ha publicado un libro ("Inteligencia creativa". BAC) que promete (todo el mundo promete, y en esto no tenemos por qué rechazar de plano cualquier promesa) enseñarnos a pensar críticamente y a desenmascarar los discursos capciosos. Es una gran promesa. Y tenemos necesidad de ese aprendizaje. Quizá, mejor dicho, sin duda alguna, también en este caso necesitamos que alguien "nos enseñe con calma" a ejercer ese pensamiento crítico. En el aprendizaje tendremos que someter a examen también al maestro (si lo es de verdad, lo estará deseando). Y él menguará, y nosotros creceremos, siguiendo la iluminación del "maestro interior", que quizá sea algo más que la "razón" de que nos han hablado los modernos.

Cordialmente,

Pablo Largo (pldomizgil@hotmail.com)


3-11. CLARETIANOS 2003

Vivimos en un mundo donde surgen todos los días nuevas ideas, nuevas doctrinas, nuevas modas...además se hace propaganda de todas ellas con gran fuerza y se transmiten a toda velocidad por los medios de comunicación. Todo esto hace que sea muy difícil profundizar en lo que nos rodea, y por ello estamos inmersos en una cultura de la superficialidad, todo pasa rápido, sin demasiado tiempo para pensar.

En la religión pasa lo mismo, nos vamos haciendo la nuestra propia, hacemos una religión subjetivista en la que lo importante es lo que me gusta y lo que no, lo que me interesa o no... Y a veces lo hacemos casi sin caer en cuenta de ello.

Jesús se nos presenta como el verdadero Maestro, el Pastor, el que es capaz de guiar al desorientado, el que endereza al que está torcido, ilumina al que está a oscuras...

Quizá nosotros también debamos buscar sitios tranquilos y apartados donde podamos descansar de la velocidad y el estrés de nuestro mundo, para encontrarnos con Jesús y escuchar con calma sus enseñanzas, para después ser capaces de amar y de no reservarnos nada para nosotros.

También el evangelio de hoy nos hace reflexionar a todos porque todos tenemos alguna responsabilidad, somos padres, educadores, sacerdotes, obispos, hermanos, amigos...pidamos al Señor que nos ayude a cumplir estas responsabilidades intentando hacer siempre el bien, ayudándonos mutuamente y así todos podremos cumplir la voluntad del Señor y Él realizará en nosotros lo que es de su agrado.

Rosa Pérez (rprmi@yahoo.es)


3-12. 2001

COMENTARIO 1

v. 30 Los enviados se congregaron donde estaba Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y todo lo que habían enseñado.

Para cerrar esta unidad, Mc retoma el tema del envío de los Doce (6,7-13). El mal enfoque de la actividad que éstos han ejercido, contraria a lo encargado por Jesús, se refleja en el informe que le dan, que no omite nada (todo lo que habían hecho): proclamar la enmienda, expulsar los demonios y, como complemento, curar ungiendo con aceite (alusión al mesías davídico) (6,12-13), fomentando con ello la esperanza de la res­tauración nacional, sin tener en cuenta la alternativa del Reino.

Pero añaden un dato nuevo: han enseñado, actividad que no sólo no les había encomendado Jesús, sino que en este evangelio es exclusiva suya y que él ejerce solamente con oyentes judíos (enseñar = proponer el mensaje tomando pie del AT: 1,21b; 2,13; 4,1; 6,2, etc.). Ellos se han arro­gado el derecho a enseñar, pero como no han hecho suya la enseñanza de Jesús, la que han propuesto no puede ser otra que la nacionalista judía, opuesta a ella.



v. 31 El les dijo: «Venid vosotros solos aparte, a un lugar despoblado, y des­cansad un poco». Es que eran muchos los que iban y venían y ni para comer encontraban tiempo.

Oído el informe, y sin darles ninguna señal de aprobación, Jesús tiene una reacción inmediata: quiere hablar a solas con ellos (vosotros solos). Veníos recuerda la primera llamada al seguimiento (1,17); el lugar despoblado/desierto alude a la ruptura con los valores de la sociedad (1,35.45); el término aparte indica que Jesús pretende de nuevo subsanar la incomprensión de los discípulos (cf. 4,34). El verbo «descansar» se usa en Is 14,3 LXX para significar la liberación que hizo Dios de la esclavitud de Babilonia; Mc alude a este pasaje para indicar que Jesús quiere libe­rarlos de la ideología que los domina, impidiéndoles el seguimiento.

La circunstancia que motiva la invitación de Jesús es la mucha gente que los visita para tomar contacto con el grupo. Por su espíritu reformis­ta y nacionalista, la actividad de los Doce ha causado gran revuelo y sus­citado falsas esperanzas. Esta gente no va a ver a Jesús (cf. 1,32.45; 3,7; 4,1; 5,21), es el grupo como tal el que recibe numerosas adhesiones (eran muchos). La necesidad que tienen los discípulos de asimilar el mensaje (comer, cf. 3,20) se ve frustrada por el tráfago de gente; ellos posponen el «comer», es decir, la instrucción de Jesús, para atender a los que acuden; absorbidos por esa actividad, no tienen tiempo para estar con Jesús. El entusiasmo que los circunda los ciega. Jesús interrumpe la euforia.



v. 32 Se marcharon en la barca a un lugar despoblado, aparte...

Se marcharon: Jesús va integrado en el grupo; no se menciona su nom­bre, no aparece como centro ni se dice que los discípulos lo sigan. Mc repite la mención del lugar despoblado y del aparte, subrayando la necesi­dad de corregir la incomprensión.



v. 33 ... pero los vieron marcharse y muchos los reconocieron; entonces, desde todos los pueblos fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelan­taron.

Aquellos hombres no se resignan a perder el contacto. La expresión los vieron marcharse integra de nuevo a Jesús en el grupo: a los ojos de esta gente, Jesús y el grupo aparecen como una unidad, es decir, piensan que Jesús pretende los mismos objetivos que han expuesto los Doce. Muchos los reconocieron: son los testigos antes mencionados (31b) de la actividad de los enviados (muchos, cf. 6,13). Quedan, sin embargo, otros muchos que desean expresarles su acuerdo; la expectación se ha extendi­do: van corriendo por tierra al lugar desploblado/desierto donde, como había sucedido con varios líderes de masas, podría dar comienzo el movimiento reformista.



34 Al desembarcar vio una gran multitud; se conmovió, porque estaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

El propósito de Jesús se frustra de nuevo por la presencia de la mul­titud que lo espera: no podrá instruir en particular a sus discípulos, quie­nes, por tanto, seguirán apegados a su ideal de renovación de Israel. La gran multitud está formada por los muchos que fueron por tierra a este lugar desde todos los pueblos (6,33) para encontrarse con el grupo. Con­tinúa la reacción popular favorable a la actividad de los Doce.


COMENTARIO 2

Jesús, por medio de su palabra y de su ministerio de misericordia y de liberación, fue ganando espacio en medio de los pobres del pueblo. Y poco a poco Jesús se convirtió en una alternativa posible para todos aquellos que ya no encontraban una salida en la oficialidad judía. Su palabra era comprendida por el pueblo como el mensaje de Dios mismo para ellos. Su actuar era visto y asimilado como el tiempo de gracia que Dios instauraba en medio de ellos. Por eso, a Jesús lo seguían hasta los lugares más apartados y recónditos. El pueblo tenía hambre y sed de justicia, de solidaridad, de igualdad, de Palabra de Dios. Y quién mejor que Jesús, el autorizado del Padre, para darle al pueblo aquello que la religión oficial le había arrebatado.

El pueblo experimentó con la persona de Jesús la misericordia de Dios hecha carne, hecha humanidad. Por eso no importaba la distancia, no importaban los horarios, no importaba lo establecido por la ley. Lo importante era experimentar a Dios mismo a través del ministerio de Jesús. Ellos así lo vivieron y así nos lo presentan los evangelios. Jesús fue su Buena Noticia, fue su salida de todo aquello que los tenía oprimidos y reducidos al anonimato.

También nuestro pueblo hoy, ante este modelo social neoliberal que se ha impuesto el ser humano, sigue teniendo hambre de valores de humanidad, de valores absolutos que generen resistencia y creen espacios alternativos, frente a este mundo que todo lo crea en serie. Las Iglesias, nosotros que somos la Iglesia, tenemos que despertar y responderle a nuestro pueblo. A ese pueblo al que hemos sido enviados y al que tenemos la obligación de anunciarle la Buena Nueva propuesta por Jesús. Si no somos capaces de hacerlo es mejor renunciar a nuestro bautismo, porque si asumimos el proyecto de Jesús tenemos que darle vida al pueblo, pero vida en abundancia.

 1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-13. 2002

Los apóstoles volvieron de la misión y le contaron a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado. Resulta sorprendente esta frase del evangelio, pues Jesús no les había encomendado enseñar. No habiendo asimilado aún el mensaje de Jesús ni su camino de sufrimiento y servicio hasta la muerte, los discípulos difícilmente habrían transmitido la enseñanza de su maestro. Lo que enseñan y lo que hacen -predicar la enmienda, expulsar demonios y ungir con aceite a muchos postrados curándolos- despierta, no obstante, en la gente falsas expectativas mesiánicas hasta el punto de que “eran muchos los que iban y venían y ni para comer encontraban tiempo”.

Jesús, no obstante, siente necesidad de hablar a solas con los apóstoles para clarificar ideas y se los lleva a un lugar despoblado, aparte, donde hablar con tranquilidad. Pero su intento de estar a solas se frustra, pues cuando llegan a aquel lugar son muchos los que los esperan allí.

La enseñanza de los discípulos no había sido la adecuada, pues la gente seguía “como ovejas sin pastor” y, por eso, Jesús “se pone a enseñarle muchas cosas”. Y en efecto son muchas las cosas que tendrían que aprender las multitudes. Al menos éstas: que Jesús es el verdadero pastor del pueblo, que los demás son mercenarios y ladrones, que nadie debe usurpar su puesto de maestro y que su enseñanza consiste en desvelar el misterio del reino de un Dios que no hace acepción de personas y que acepta tanto a judíos y paganos, a griegos y bárbaros, a circuncisos e incircuncisos, a hombres y mujeres, porque nadie tiene a Dios en exclusiva y éste se manifiesta como Padre de todos, poniendo fin a los privilegios de Israel.

Los apóstoles tendrían que recorrer aún un largo camino hasta asimilar esta doctrina universalista, la única capaz de hacer del mundo una fraternidad. También nosotros. ¿Y nosotros?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-14. DOMINICOS 2004

Por haber pedido la sabiduría, tendrás larga vida.
Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes
En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré.

En este sábado, en el que elevamos nuestra mente y nuestra plegaria con María nuestra madre, escucharemos una palabra cariñosa de Jesús, maestro de oración, invitándonos a reflexionar con él en soledad.

Siempre ha sido la soledad ambiente adecuado para mirar sosegadamente a la propia conciencia y para pensar con discernimiento qué debamos hacer en la vida.

Tanto el obrar bien como el obrar moralmente mal requieren espacios de sinceridad en los que cualquier proyecto responsable brota, anida, toma cuerpo.

Haz, Señora, que hoy nuestro proyecto sea saludable para los hombres e incluya en todo momento la alabanza al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.


La luz de la Palabra de Dios
Primer libro de los Reyes 3, 4‑13.
"En aquellos días, Salomón fue a Gabaón a ofrecer sacrificios, porque allí estaba la ermita princi­pal. En aquel altar ofreció Salomón mil holocaustos.

En Gabaón el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras.

Res­pondió Salomón: "Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, y para discernir el mal del bien, pues ¿quién sería capaz de go­bernar a este pueblo tan numeroso.

Al Señor le agradó lo que Salomón había pedido, y le dijo: Yo te daré también lo que no has pedi­do: riquezas y fama mayor que las de rey alguno”

Evangelio según san Marcos 6, 30‑34.
"Los apóstoles volvieron {de sus correrías} a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseña­do.

Y él les dijo: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Y se fueron en la barca a un sitio tranquilo.

Pero, al desem­barcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque an­daban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles con calma”.


Reflexión para este día
Elogio de Salomón: Lo que él pide y lo que Dios le regala.
En lenguaje religioso, toda la creación y sus obras son cosa de Dios; también la sabiduría y prudencia de Salomón, y hasta sus riquezas.

No importa tanto lo que el rey consigue con su fuerza como lo que Dios le otorga.

Fijémonos en cómo comienza el encuentro. Dios se anticipa y le pregunta a Salomón qué le pide para reinar sobre su pueblo, y Salomón le responde: "Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, y para discernir el mal del bien". Es decir, le pide dotes de buen gobierno en fidelidad a Yhavé.

Y la respuesta es tumbativa: todo eso lo tendrás, y, además, riquezas y fama.

Releamos el texto y nos daremos cuenta de que el autor pone en labios de Dios, como promesa y oferta, aquello que sabemos caracterizó el reinado de Salomón. Es decir, le otorga las cualidades y apoyos con los cuales el rey alcanzó o mantuvo a su reino fuerte, religioso y unido.

Será después de su muerte, cuando él y sus dotes falten, cuando vendrán las divisiones, crisis, destierros, diáspora, ruinas...

Por eso en la historia de Israel se recordará con nostalgia en cada Pascua los años gloriosos de David y Salomón, con dos valores: unidad y paz. Y cuando las cosas vayan mal, les parecerá que son como ovejas sin pastor, como pueblo sin gobernante. Así será la experiencia de las gentes que, si no tratan con Jesús, vagan ‘como ovejas sin pastor espiritual’.


3-15. 2004. Servicio Bíblico Latinoamericano

Con el entierro de Juan el Bautista se cierra el paréntesis que había hecho Marcos mientras los doce se encontraban de misión. Los misioneros-enviados están de regreso. Marcos les regala el título de apóstoles, única vez que los llama de esta manera. Al principio el título de apóstol era compartido por un grupo amplio de discípulos (Cf 1Co 15,5-7) que incluye al mismo Pablo.

Con el tiempo, así se confirma en la obra lucana, este título pasó a ser exclusivo de los Doce. Los apóstoles informan del cumplimiento de las dos tareas encomendadas, solo que a diferencia de Mc 6,12-13, se cuenta primero lo que hicieron antes que lo enseñado.

Después de los informes del caso, Jesús asume la tarea del padre preocupado por sus hijos. La fama del proyecto misionero de Jesús se ha extendido tanto, que hasta los discípulos mantienen asediados por la gente. Jesús entonces introduce como parte de la formación misionera, además de enseñar y hacer, el valor del descanso, la soledad y la posibilidad de hacer con tranquilidad necesidades básicas como la alimentación.

La decisión es ir a un lugar apartado. Sin embargo, el intento de “esconderse” fracasa. La gente corre y se anticipa. La fuerza del anuncio del Reino, aunque se aleje por el lago, sigue presente en la tierra porque ha sido sembrado con sentido misionero. Cuando Jesús bajó de la barca, ve la multitud y siente compasión por ellos porque son como ovejas sin pastor. Compadecer es una palabra que expresa “padecer con”, es decir, estar al lado, compartir el sufrimiento del otro. El término griego compadecer tiene que ver con las entrañas, es decir, compartir desde las entrañas, desde lo más profundo, el dolor de los demás.

La compasión de Jesús se debe a la situación de Israel, un pueblo huérfano y abandonado, necesitado de pastor. Será entonces la imagen del pastor, de fuerte tradición en la teología de Israel, la que servirá a Jesús para plantear que su compasión no es de lástima, sino ante todo de propuestas y compromiso para ponerse al frente de un proyecto de liberación.

Es la imagen de un pastor que se cuida y se preocupa de sus ovejas (Jn 10,1-21). En Num 27,17 el nombramiento de Josué por parte de Moisés permite que el “pueblo de Yahvé no se asemeje a ovejas que carecen de pastor”. En el Sal 23 es Dios mismo quien aparece como el pastor que conduce a su pueblo por verdes praderas y aguas frescas. Una de las tareas fundamentales del buen pastor es enseñar a sus ovejas. El pastor es también maestro de muchas cosas, de todas aquellas que contribuyan a encontrar el camino, la verdad y la vida.


3-16. Regreso de los discípulos

Autor: Ignacio Sarre

Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco». Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Reflexión:

Hay dos dimensiones de la vida de todo cristiano que encontramos bien delineadas en este pasaje. La oración y la acción. No son dos actividades aisladas la una de la otra. No se limitan a momentos determinados. Se trata de actitudes, más que de actos. Oración para llenarnos de Cristo. Acción para comunicarlo a los demás.

Por eso, Cristo combinaba sabiamente con sus apóstoles estos dos ingredientes. Los apóstoles vuelven de predicar y hacer milagros y Cristo se los lleva a un lugar solitario, para estar con ellos, para charlar, para que compartan con él sus alegrías y dificultades, sus victorias y derrotas. Le encanta estar con sus amigos. Disfruta cuando lo buscamos y le abrimos nuestro corazón. Cuando le miramos para aprender de Él, cuando le confiamos nuestras inquietudes y dudas. Y este contacto con el Maestro deja una huella en nuestra vida. “La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de él” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2560)

Es peligrosa la pretensión de querer hacer muchas obras y acciones por el bien de los demás, si no nos damos tiempo para estar con Cristo, a quien vamos a predicar. Pero también es un error el quedarnos solos con Él, sin salir al encuentro de nuestros hermanos. Dios nos quiere en la oración y en la acción, siempre de la mano de Cristo. Cuando Él estaba con sus apóstoles, la multitud les vio y se acercó de nuevo. Y Cristo, compadecido, se puso a enseñarles junto con los apóstoles.

Ser cristianos significa que seguimos a Cristo. Seguir sus huellas, andar detrás de Él. Anuncio, dinamismo, movimiento, entrega. No fuimos elegidos para la pasividad y el acomodamiento.


3-17. Reflexión

Siempre la cobardía será causa de injusticia. De la misma manera que Jesús fue condenado por cobardía, así fue la suerte para san Juan. Y esta es la suerte que corren muchos de nuestros hermanos a manos de personas “buenas” pero cobardes. Hombres y mujeres que saben que lo que harán es una injusticia, pero ante el temor de perder su “buena fama”, su posición, su trabajo, etc. son capaces de cometer las peores atrocidades. Nosotros no estamos exentos de experimentar esta cobardía, pues nuestra naturaleza es débil y ante una situación extrema podríamos correr el riesgo de traicionar a Jesús y a su evangelio. De ahí la importancia de la oración y de la vida de intimidad con Jesús. Ya lo decía el Maestro: “Velen y oren para que no caigan en la tentación”. Cuando se presenta ante nosotros una situación de justicia no hay lugar para la cobardía… El amor a Cristo nos apremia y habrá llegado el momento de mostrarnos verdaderamente como Cristianos. ¿Estás preparado?

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro
 


3-18.

San Cesáreo de Arles (470-543) monje y obispo
Sermón Morin 26, 2-5; PLS IV*, 297-299

“Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos”

La auténtica misericordia que está en los cielos (Sal 35,6) es Cristo, Nuestro Señor. ¡Cuán suave y qué buena es la misericordia que, sin que nadie la buscase, ha bajado del cielo y se ha abajado para levantarnos a nosotros!...

Cristo nos ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo, como él mismo nos lo dice en el evangelio: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo.” (Mt 28,20) Hermanos, ved su bondad; está ya a la derecha del Padre y quiere seguir viviendo con nosotros en la tierra. Con nosotros quiere pasar hambre y sed, quiere sufrir con nosotros, padecer exilio con nosotros, incluso no rechaza estar prisionero y morir con nosotros (Mt 25,35ss)... Mirad qué amor nos tiene; en su inefable ternura quiere sufrir en nosotros todos estos males.

Sí, la auténtica misericordia venida del cielo, Nuestro Señor Jesucristo, te creó de la nada, te buscó cuando andabas perdido, te ha rescatado cuando fuiste vendido... Todavía ahora, Cristo se digna incorporarse cada día a la humanidad. Desgraciadamente, no todos los hombres le abren la puerta de su corazón.


3-19.

Comentario: Rev. D. David Compte i Verdaguer (Manlleu-Barcelona, España)

«‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco’. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo»

Hoy, el Evangelio nos plantea una situación, una necesidad y una paradoja que son muy actuales.

Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían eran muchos y no les quedaba tiempo ni para comer» (Mc 6,30). Frecuentemente nosotros nos vemos abocados al mismo trasiego. El trabajo exige buena parte de nuestras energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor; las otras actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y, a la vez, benefician a terceros... ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable reconocer que no podemos todo lo que quisiéramos.

Una necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho: descanso. En estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre el descanso. Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo que habían hecho» (Mc 6,30). Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más profundo de nuestro corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos espera. Y espera encontrarnos con nuestros cansancios.

Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31). ¿En el plan de Dios hay un lugar para el descanso! Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». El reposo de Dios es creativo; no “anestésico”: toparse con su amor centra nuestro corazón y nuestros pensamientos.

Una paradoja La escena del Evangelio acaba “mal”: los discípulos no pueden reposar. El plan de Jesús fracasa: son abordados por la gente. No han podido “desconectar”. Nosotros, con frecuencia, no podemos liberarnos de nuestras obligaciones (hijos, cónyuge, trabajo...): ¡sería como traicionarnos! Se impone encontrar a Dios en estas realidades. Si hay comunicación con Dios, si nuestro corazón descansa en Él, relativizaremos tensiones inútiles... y la realidad —desnuda de quimeras— mostrará mejor la impronta de Dios. En Él, allí, hemos de reposar.


3-20. DOMINICOS 2004

Levántate, Señor, ven a tu mansión

La primera lectura es un relato del traslado del Arca de la Alianza desde la ciudad de David, Sión, al lugar santísimo que le estaba reservado en el templo: símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo. La anécdota es una invitación espiritual a la dignificación de nuestro corazón para que Dios more en él como en su casa. No hay templo construido con piedras sillares que sea equivalente a la morada de amor, amistad, fidelidad, donde Dios y el hombre se encuentran como personas.

La segunda nos narra un día más de la itinerancia de Jesús haciendo el bien a los necesitados. Para él todo el mundo es templo del Espíritu, todo necesitado de amor y gracia es una llamada a la compasión y misericordia.


La luz de la Palabra de Dios
Primer libro de los Reyes 8, 1‑7, 9‑13.
"En aquellos días, Salomón con­vocó, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a los jefes de las tribus y a los cabezas de familia de los Israelitas, para trasladar el Arca de la Alianza del Señor, desde la ciudad de David....

Ante el Arca sacrificaron una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.

Y los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza del Señor a su sitio, el camarín del tem­plo, al Santísimo. En el Arca sólo estaban las dos Tablas de piedra que colocó Moisés, en el monte Horeb".

Evangelio según san Marcos 6, 53‑56:
"Cuando Jesús y sus discípulos desembarcaron en Genesaret, algunos le reconocieron.

Ellos se pusieron a recorrer toda la comarca, y conforme se iba enterando la gente dónde estaba Jesús, le llevaban los enfermos en camillas.

En cualquier aldea o pueblo o caserío adonde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les de­jase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se curaban”.


Reflexión para este día
Somos Templo del Espíritu .
Salomón hizo realidad el proyecto davídico de construir un hermoso templo‑ palacio para Dios.

¿Será verdad que ha sido tentación del hombre encerrar a Dios en un palacio don­de se encuentre a gusto y recibiera las ofrendas, dejándonos a los demás fuera y en paz? Sería horrible proponerse encerrar a Dios, para disponer de él. ¡Qué engaño!

¿Es qué acaso las celebraciones de grandes fiestas y sacrificios sirven para entretener a Dios y pa­ra aplacar sus iras contra nosotros? Lenguaje equivocado.

No digamos: cada uno en su sitio; Dios en su cielo y en su templo, y la tierra para el hombre... No. Dios está en todas partes, sobre todo en el corazón de cada criatura

El Dios de Jesús es espiritual y cercano, amigo y poco irascible, tierno y solícito, y muy preocupado por los necesitados, aunque a veces no lo entendamos.

¿Habremos intentado nosotros mismos, "creyentes", encerrarlo en su cielo, construyéndole hermosas catedrales, alejándolo de nuestro íntimo hogar? Si lo hemos pretendido, é1 se habrá salido de ellas y se habrá hecho uno con la humanidad, espe­cialmente con la comunidad doliente. Él y nosotros vivimos en espíritu y en verdad, no entre piedras.


3-21. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

¡Ya estamos de vuelta! Si el jueves Jesús nos enviaba de dos en dos, hoy nos acoge, nos reunimos con él para descansar.

Descansar no es olvidarse de los objetivos de tu existencia. Hay gente que vive para el fin de semana, que el lunes está deprimido totalmente, el miércoles empieza a animarse programando el fin de semana y el viernes, por fin, empieza “a vivir” Descansar es importante pero no puede ser el fin último de nuestras vidas: vivir hay que vivir todos los días y si no tenemos otro aliciente que esperar el fin de semana, es que algo no anda bien, no funciona.

Otra cosa me llama la atención del Evangelio de hoy. La persecución de la gente a Jesús y los discípulos. La gente parece estar tan desesperada que no pierde de vista a Jesús, “como ovejas que no tienen pastor”, o sea como si les faltara el que les guía, les ayuda, les da de comer. Ahora bien, al parecer lo “único” que reciben es la enseñanza de Jesús, Jesús “se puso a enseñarles muchas cosas”. ¡Cómo me gustaría que el evangelista no se hubiese quedado en esa definición tan genérica! “Muchas cosas”. Pues esas muchas cosas hacen que la gente persiga a Jesús, que la gente empiece a correr para llegar donde esté, que la gente salga de las ciudades para ir al campo a buscarle dejando sus ocupaciones y finalmente hacen que la gente se adelante al mismo Jesús para no perderse ni una palabra de su enseñanza. ¡Cuántos profesores y maestros desearían tener unos alumnos así!

Como estamos de fin de semana, creo que podemos planear vivirlo según nos cuenta hoy el evangelio: descansar por un lado y correr a escuchar las enseñanzas de Jesús por otro. Sería un fin de semana muy completo, ¿no?

¡Que descanses!
Carlo Gallucci (galluccicarlo@hotmail.com)


3-22. ARCHIMADRID 2004

CUANDO DIOS NOS INVITA A PEDIR

Ayer era el rey Herodes el que invitaba a Salomé a pedirle lo que quisiera después de bailar ante él. Ahora, sin embargo, es el Señor el que dice a Salomón: “Pídeme lo que quieras”… ¿Cómo pedir a Dios lo que necesitamos? Quizás no se trate de “la pregunta del millón”, pero sí algo que tiene que ver con las cosas que valoramos, y de qué manera contamos con Dios a la hora de tomar decisiones.

Salomón lo tenía aparentemente todo: poder, fama, riquezas, vasallos, etc. Tú y yo podríamos murmurar: “¡ojalá tuviéramos lo mismo, y entonces no nos importaría pedir otras cosas!”. Sin embargo, el nuevo rey de Israel no es que pida “otra cosa”, sino que suplica a Dios le conceda la sabiduría del discernimiento. Por otro lado, si nos fijamos con atención, son pocos los que, en nuestros respectivos ambientes, ponen la preocupación en “lo que son”, más bien son capaces de dar hasta la propia vida por “lo que tienen”. Porque, no es que exista una distinción sutil, es que no tiene nada que ver el “ser” con el “tener”.

A veces podemos imaginarnos el Cielo como una especie de “Supermercado” en donde es posible obtener de todo (materialmente hablando), y en el que Dios, dependiendo de lo bien que nos hemos portado, nos concede esto o lo otro. Incluso, en ocasiones, somos capaces de decir: “Dios mío, si me das esto que te pido, te prometo que haré un sacrificio extraordinario” (donde pone “sacrificio extraordinario”, cada uno ponga lo más extravagante que crea oportuno). Sin embargo, Dios no necesita nunca (como ya se decía en algún comentario anterior), que hagamos nada por Él, sino que siempre espera a que le pidamos lo que realmente nos conviene para ser “lo que somos”: hijos Suyos.

Cuando Ángel (que, si Dios quiere, se casará hoy), me comentaba que durante tiempo había pedido al Señor le pusiera ante sí a la mujer de su vida, seguro que en lo que pensaba era en lo feliz que sería con alguien que compartiera su vida, que pudieran tener hijos, formar una familia, etc. Todo razonablemente legítimo. Pero lo curioso, y esto también me lo comentaba el propio Ángel, es que conforme fue conociendo más a su novia, y se acercaba el día de la boda, ya no le preocupaba tanto lo bueno que ganaría con ella, sino cómo podría hacerla verdaderamente feliz. Ya no pensaba en “tener para sí”, sino en “ser para ella”. Lo que empieza a ser maravillosamente sobrenatural.

Éste es el cambio. Y esto es lo que también observamos en la vida de Jesús. El Evangelio de hoy nos dice que después de una jornada agotadora, el Señor se dispone a descansar con sus discípulos, pero: “Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”. Resulta fascinante observar, sobre todo en la vida de muchos santos, que cuánto más pendientes están de los demás, menos problemas personales tienen.

Yo, sin embargo, hoy sí le pediré al Señor dos cosas muy concretas. En primer lugar, que Ángel y Mar sean muy felices, y que su amor sea un referente para todos nosotros. En segundo lugar, que me enseñe de esa calma con la que se dispuso a enseñar a los que le escuchaban… Él ya sabe a lo que me refiero.


3-23.

LECTURAS: 1RE 3, 4-13; SAL 118; MC 6, 30-34

1Re. 3, 4-13. Como fruto de la oración sincera ante Dios y del culto que Salomón le tributa, el Señor se le aparece en sueños y dice que le pida lo que quiera, pues se lo va a conceder. Y Salomón pide la Sabiduría para poder estar atento a juzgar al pueblo y para discernir entre el bien y el mal. Así, Salomón prefiere la sabiduría por encima de la vida que se prolonga, de las riquezas y de la muerte de sus enemigos. Junto con la sabiduría llegarán a Salomón las riquezas y la victoria sobre sus enemigos. Nosotros hemos de examinar sobre el objeto de nuestra oración ante Dios: ¿Qué buscamos, que pedimos, qué deseamos como lo más importante en nuestra vida? Ojalá y pidamos la Sabiduría necesaria para ser rectos, para ayudar a los demás y para saber compartir con ellos los bienes que Dios nos concede. Junto con la Sabiduría llegará a nosotros todo lo demás; pero no busquemos la sabiduría con una intención torcida, pensando que si la pedimos al Señor Él nos llenará las manos de bienes materiales, pues quien llegue ante el Señor con una intención torcida no piense recibir de Él lo que equivocadamente ha tramado en su corazón.

Sal. 118. Dios nos dio su santa Ley para que nos sirviera como un ayo que nos llevara hasta Cristo, fuente de salvación y de vida eterna. Por eso hemos de pedir al Señor que nos enseñe a cumplir sus preceptos. No nos quedemos pensando que por cumplir la Ley tenemos ya con nosotros la salvación, sino que quien cumpla la Ley del Señor debe saber que se encuentra en camino hacia Cristo, por eso en este Salmo se nos recuerda: Con todo el corazón te voy buscando, no me dejes desviar de tus preceptos. Quien viva, así, en camino hacia Cristo será una persona recta, justa y sabia. Pero no nos quedemos en el camino, sino que lleguemos hasta Cristo; Él ha venido ya como plenitud de la Ley y de los profetas, como cumplimiento y término de las promesas divinas. Unamos a Él nuestra vida y, guiados por el Espíritu Santo, seamos fieles no sólo a sus enseñanzas, sino al amor que nos ha manifestado y que ha infundido en nuestros corazones.

Mc. 6, 30-34. ¿Siempre trabajando? ¿No habrá tiempo para un momento de descanso? No podemos urdir toda una burocracia para el servicio a los demás; nadie es necesario para siempre en la vida ni en la Iglesia, ni en ninguna de las estructuras sociales. Dar nuestro servicio, en el momento requerido; darlo con gran amor especialmente a quienes parecen ovejas sin pastor. Romper esquemas, romper horarios y estar siempre dispuestos a amar y a dar testimonio y razón de nuestra fe y esperanza. No podemos pasar de largo ante el dolor, ante la angustia de las personas. No somos máquinas sin sentimientos, somos personas humanas a quienes Dios llamó y consagró al servicio de los demás. Eso es la Iglesia de Cristo que, unida a sus pastores, debe estar siempre al servicio alegre y amoroso del Evangelio en favor de todos los hombres. Pero llegará el momento de retirarse, aun cuando sea sólo mientras se atraviesa el lago, en compañía de Jesús, contándole lo que hayamos hecho y enseñado; después llegaremos nuevamente a tierra, con los pies bien puestos en ella, para continuar sirviendo amorosa y fraternalmente a todos.

Jesús no sólo nos anuncia el Evangelio con las palabras; no sólo nos atiende en nuestros momentos difíciles. También multiplica el pan para nosotros. Más aún, Él mismo se convierte para nosotros en Pan de Vida. Lo come uno, lo comen mil; Él nunca se agota, siempre hay Pan para los hijos. Él nos ha convocado de todas partes para convertirnos en el Pueblo Santo de Dios. Pero no sólo nos hemos de adherir a Él porque nos ha manifestado su amor al compadecerse de nosotros, sino que lo hemos de buscar para comprometernos a permanecer en su amor y para hacer llegar su amor, desde su Iglesia, a todas las naciones. Vivamos, pues, amorosa y alegremente, nuestra unión a Cristo. Que esta Eucaristía fortalezca nuestros lazos de unión con el Señor y nuestros lazos de amor fraterno entre nosotros. Sólo entonces la Iglesia de Cristo será signo de Cristo, Buen Pastor, lleno de amor, de compasión y de misericordia para con todos.

En el mundo hay mucha hambre de encontrarse con la verdad para amoldar a ella la vida. Muchos la han confundido con lo pasajero, y muchos más la buscan en experiencias que les ayuden a elevar la mente hacia el Infinito. La Iglesia no puede ignorar ese vacío que está experimentando el hombre de nuestro tiempo, y el deseo de llenarse de lo que realmente vale para él. No podemos quedarnos anquilosados en el anuncio del Evangelio hecho de un modo lerdo, sin compromiso real. No defraudemos a quienes se acercan a la Iglesia para encontrar el Camino que le dé sentido y orientación verdadera a sus vidas. Por eso debemos ser creativos, con la creatividad que viene del Espíritu Santo, para que el Señor sea encontrado, conocido, amado y testificado por los hombres de buena voluntad que le buscan con un corazón sincero. Examinemos qué nos dice la Eucaristía, a qué nos compromete; cómo la vivimos en nuestra vida diaria. Si volvemos a casa igual de como venimos quiere decir que estamos actuando por costumbre y no por querer realmente encontrarnos con el Señor y comprometernos con Él. Veamos las reuniones de los diversos grupos de laicos comprometidos; ¿en verdad nos hacen crecer en la fe, o sólo nos sirven para encuentros sociales, faltos de empuje para vivir como testigos del Evangelio en el mundo? Dios nos conceda la sabiduría necesaria para vivir nuestra fe no sólo de rodillas ante Él, sino amando y sirviendo a nuestro prójimo como nosotros hemos sido amados por Dios.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber servir a nuestro prójimo, preocupándonos de él especialmente en los momentos difíciles de su vida. Si otros lo han despreciado, si otros han pasado de largo ante sus problemas, si otros han apagado sus anhelos y esperanzas, si otros lo han aplastado injustamente, que la Iglesia de Cristo se compadezca de ellos y se ponga a enseñarles la Verdad del Evangelio y a hacerles cercano a Dios mediante actitudes que indiquen que en verdad Dios sigue actuando en el mundo por medio de la Comunidad de creyentes en Cristo. Amén.

www.homiliacatolica.com


3-24. Fray Nelson Sábado 5 de Febrero de 2005
Temas de las lecturas: No se olviden de practicar la generosidad * Andaban como ovejas sin pastor.

1. Un Documento Magnífico
1.1 Hemos empezado el tiempo ordinario hace cuatro semanas, y hasta ahora nos ha acompañado este documento magnífico, denso en sus enseñanzas: la Carta a los Hebreos. Un escrito siempre actual, como toda la Biblia, que ha traído luz al misterio de Cristo y luz en medio de las dificultades que experimentamos sus discípulos. Hemos aprendido a desenmascarar las disculpas propias de nuestra pereza y mediocridad, y a mirar con renovado amor la grandeza del misterio de gracia que nos ha visitado y que desde el cielo nos convoca. Ha llegado el momento de despedirnos de esta Carta, porque ni siquiera ella agota todo lo que admiramos y amamos en Jesús, el Hijo del Dios vivo.

1.2 En su cierre, el autor que nos ha acompañado a lo largo de estas semanas, nos invita a la generosidad y a obrar y vivir en una atmósfera de obediencia sana y de mutuo amor. Es todo un ideal de Iglesia: pastores solícitos del bien de sus ovejas; súbditos dóciles y agradecidos por el bien que reciben. La Iglesia no es un aula de uniformidad sino un espacio de comunión. No nos caracterizamos por tener los mismo poderes sino porque cada uno pone lo que puede en servicio de los hermanos.

1.3 Es posible que Ud. desee repasar algunas de las enseñanzas que hemos compartido durante este tiempo. En ese caso puede serle útil el esquema de la Carta a los Hebreos, que contiene en triple columna los pasajes de la Carta que se leen en la Liturgia de la Palabra en la Misa, y los enlaces a las páginas nuestras. Sea de provecho para todos, por bondad de Dios.

2. Como ovejas sin pastor
2.1 El evangelio de hoy nos presenta una escena maravillosa en que compiten dos aspectos de la compasión de Cristo. Ve el agotamiento de sus discípulos, sin mencionar el suyo que debía ser mucho mayor, y ve la necesidad del pueblo, hambriento de la palabra de salvación. Es hermoso ver a Jesús debatirse entre estos dos rostros del amor: el amor que quiere acoger y dar reposo, y el amor que quiere sanar y enseñar. Porque en efecto el amor es a la vez recibir, aunque esto nos parezca pasivo, así como es construir el bien en otros, es decir, la parte activa.

2.2 Meditemos en el momento de la barca. Minutos antes, circulaba gente en cantidades exasperantes; de pronto se escucha sólo el rumor del agua, el silbo del viento y seguramente la voz emocionada de aquellos hombres, aprendices de apóstoles, que ya tienen tantas cosas tan buenas y memorables qué contar. Fijemos nuestra atención en ese momento único, porque al llegar a tierra otra vez estarán colmados de inquietudes, preguntas, peticiones, lamentos y quejidos... Detengamos el tiempo, miremos a Jesús, que les escucha, les hace alguna pregunta, algo les dice... ¿Qué hay en los ojos del Señor? ¿Cuál es la expresión de su mirada y qué dice su boca, aun sin palabras? Grabemos en el alma esos ojos y abramos espacio a ese corazón. Lo vamos a necesitar hoy, mañana, y el día después, y cada día... hasta que él se deje ver para siempre en el cielo.


3-25.

Comentario: Rev. D. David Compte i Verdaguer (Manlleu-Barcelona, España)

«‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco’. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo»

Hoy, el Evangelio nos plantea una situación, una necesidad y una paradoja que son muy actuales.

Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían eran muchos y no les quedaba tiempo ni para comer» (Mc 6,30). Frecuentemente nosotros nos vemos abocados al mismo trasiego. El trabajo exige buena parte de nuestras energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor; las otras actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y, a la vez, benefician a terceros... ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable reconocer que no podemos todo lo que quisiéramos.

Una necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho: descanso. En estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre el descanso. Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo que habían hecho» (Mc 6,30). Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más profundo de nuestro corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos espera. Y espera encontrarnos con nuestros cansancios.

Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31). ¿En el plan de Dios hay un lugar para el descanso! Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». El reposo de Dios es creativo; no “anestésico”: toparse con su amor centra nuestro corazón y nuestros pensamientos.

Una paradoja La escena del Evangelio acaba “mal”: los discípulos no pueden reposar. El plan de Jesús fracasa: son abordados por la gente. No han podido “desconectar”. Nosotros, con frecuencia, no podemos liberarnos de nuestras obligaciones (hijos, cónyuge, trabajo...): ¡sería como traicionarnos! Se impone encontrar a Dios en estas realidades. Si hay comunicación con Dios, si nuestro corazón descansa en Él, relativizaremos tensiones inútiles... y la realidad —desnuda de quimeras— mostrará mejor la impronta de Dios. En Él, allí, hemos de reposar.


3-26. 05 de Febrero

272. Santificar el descanso

I. Jesús sintió algo tan propio de la naturaleza humana como es la fatiga: lo vemos verdaderamente cansado del camino (Juan, 4, 6) y se sienta junto a un pozo porque no puede dar un paso más. El Señor experimentó el cansancio en su trabajo, como nosotros cada día, en los treinta años de vida oculta. En muchos otros pasajes del Evangelio también lo vemos extenuado. ¡Qué gran consuelo es contemplar al Señor agotado! En el cumplimiento de nuestros deberes, al gastarnos en servicio de los demás y en nuestro trabajo profesional, es natural que aparezca el cansancio como un compañero casi inseparable. Lejos de quejarnos ante esta realidad, hemos de aprender a descansar cerca de Dios: venid a Mí todos los que andáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré (Mateo 11, 28), nos dice el Señor. Unimos nuestro cansancio al de Cristo, ofreciéndolo por la redención de las almas, y nos esforzaremos en vivir la caridad con quienes nos rodean. No olvidemos que también hemos de santificar el descanso porque el Amor no tiene vacaciones.

II. Jesús aprovecha sus momentos de descanso junto al pozo de Jacob, para mover a la mujer samaritana a un cambio radical de vida (Juan 4, 8). Nosotros sabemos que ni siquiera nuestros momentos de fatiga deben pasar en vano. No dejemos de ofrecer esos períodos de postración o de inutilidad por el agotamiento o la enfermedad. El cansancio nos enseña a ser humildes y a vivir la caridad; nos dejaremos ayudar y entenderemos el consejo de San Pablo de llevar los unos las cargas de los otros (Gálatas 6, 2). La fatiga nos ayudará a vivir el desprendimiento, la fortaleza y la reciedumbre. Por otro lado, debemos vivir la virtud de la prudencia en el cuidado de la salud: si somos ordenados, encontraremos el modo de vivir el descanso en medio de una actividad exigente y abnegada.

III. Aprendamos a descansar. Y si podemos evitar el agotamiento, hagámoslo porque cuando se está postrado se tiene menos facilidades para hacer las cosas bien y vivir la caridad. “El descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino) El descanso, como el trabajo, nos sirven para amar a Dios y al prójimo, por lo tanto la elección del lugar de vacaciones, o el descanso deben ser propicios para un encuentro con Cristo. Hoy veamos si nos preocupamos, como el Señor lo hacía, por la fatiga y la salud de quienes viven a nuestro lado: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo y descansar un poco (Marcos 6, 30-31)

Fuente: Colección "Hablar con Dios" por Francisco Fernández Carvajal, Ediciones Palabra. Resumido por Tere Correa de Valdés Chabre