LUNES DE LA SEMANA 4ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Hb 11, 32-40

1-1.

Este pasaje amplia la argumentación del precedente (Heb 11, 1-19) destinado a reafirmar a los convertidos del judaísmo, probados hasta el punto de querer reintegrarlo: ¡Nunca se debe volver atrás!

El autor les trae a la memoria el ejemplo de los antiguos judíos, los que permanecieron fieles en la prueba, sin volver su vista atrás, sino, muy al contrario, dispuestos a la aventura de la fe. De este modo, el autor ofrece un pasaje muy semejante a los "Elogios de los Padres", de la Sabiduría (Sab 10-16) y del Eclesiástico (Eclo 40-49). La forma externa recoge el elogio de una serie de héroes: Gedeón, Barak y Sansón, que someten los reinos (libro de los Jueces) y ejercen la justicia; David, que consigue el cumplimiento de las profecías. Los profetas, como Daniel, que cierra la boca de los leones (Dan 6, 23; Jue 14, 1-10), o como los tres muchachos que dominan la violencia del fuego (Dan 3, 49-50). Otros profetas que, como Elías o Eliseo, entregan a su madre los hijos resucitados (1 Re 17, 23; 2 Re 4, 36). Hay, además, otros que, como Eleazar y los siete hermanos Macabeos (2 Mac 6-7) se han dejado torturar sin ceder, encadenar (Jer 20, 2; 37, 15), serrar (¿Isaías?), o asesinar (Mt 23, 34-35), o exiliar al desierto (1 Re 19), sin perder jamás la fe en su futuro.

El argumento del autor aparece en el v. 39: los antepasados han soportado todo esto cuando todavía no podían esperar la realización de la promesa. Y nosotros que podemos esperar en esa promesa, ¿seremos menos fieles que ellos?

La fe, que es algo sobrenatural, se vive dentro de la experiencia humana y se caracteriza por el don que uno hace de sí mismo para el futuro, el riesgo que uno corre de abandonar su seguridad y darse de lleno a la novedad. Los hebreos han carecido de fe mientras echaban de menos los alimentos de Egipto, en vez de confiar en el futuro en momentos en que, a decir verdad, solo podían esperar la muerte. Abraham, por el contrario, ha tenido fe, pues ha abandonado su patria convencido de que al final de su recorrido le aguardaba un reino mejor que el que había dejado. Los primeros cristianos han podido carecer de fe mientras recordaban con nostalgia Jerusalén y trataban de volver al judaísmo en lugar de confiar plenamente en el nuevo movimiento iniciado por Jesucristo. Cristo, sin embargo, había elevado la fe a la perfección con su muerte, convencido de que merecía la pena correr este riesgo para dar comienzo a una vida nueva.

En una época de constantes cambios, como la que vivimos actualmente, la fe no puede quedarse estancada en una simple adhesión a cierto número de verdades; debe consistir, más bien, en la entrega de sí mismo ante el futuro y tener la plena convicción de que la muerte de algunos conceptos y el fracaso de ciertas estructuras no pueden tener la última palabra.

El contenido del sacrificio de Cristo no es otro que su fe total en el Padre, capaz de hacer surgir lo inesperado más allá incluso de la muerte. Nuestra ofrenda eucarística tiene, igualmente, como contenido nuestra renuncia al pasado y la entrega de nosotros mismos a lo por venir, al acontecimiento diario. La ofrenda eucarística, en este sentido, es profesión de fe.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Pág. 151


1-2.

-El poder de la fe.

El autor tomará ejemplo de los hombres célebres de la Biblia, que realizaron cosas difíciles por la fe.

¿Es la fe, para mí, algo más que un simple asentimiento intelectual a unas verdades? ¿A qué actos concretos me lleva? Todos los ejemplos que nos presenta la Epístola a los Hebreos son actos extremadamente humanos que proceden ciertamente de Dios pero que han sido asumidos por gente de carne y hueso en unas situaciones precisas.

-Gracias a la fe, sometieron reinos...

He ahí el compromiso político.

Muchos hombres de Fe encontraron, en el servicio de su pueblo o de su ciudad, la experiencia humana, en que se aplicó su Fe en Dios: Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David... y tantos otros.

-Gracias a la fe, practicaron la justicia....

Recobraron sus fuerzas, después de la enfermedad...

Mostraron su valentía en la guerra...

Rechazaron los ejércitos extranjeros...

¡Los efectos de la Fe son varios! según las diversas vocaciones. No tenemos que copiar a los demás, pero sí que cada uno de nosotros ha de vivir del dinamismo de la Fe en la propia situación.

-Hubo mujeres que recobraron resucitados a sus hijos difuntos.

Ese efecto milagroso hace resaltar por contraste los efectos precedentes. Efectivamente, la fe, aun cuando se aplique a hechos más ordinarios, es siempre una "apuesta por lo imposible". «Si tuvierais Fe como un grano de mostaza, ¡diríais a este árbol que se plantase en el mar!» (Lucas, 17-6).

-Otros fueron torturados y rehusaron la liberación.

La Fe de los mártires es una de las más ejemplares. Da testimonio de Dios en el absoluto de un riesgo total.

Permanecer fiel en la prueba, cuando todo se derrumba y ¡no queda más que Dios... solo!

Cuando la Fe aporta seguridad, consolación, ventajas humanas, es muy ambigua. Mientras que la persecución, la prueba, la indigencia pueden ser ocasión de purificar la Fe.

-Porque querían obtener algo mejor: la resurrección. Efectivamente, éste es el núcleo de la Fe.

"Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe". (1 Cr 15, 14).

-Soportaron burlas y azotes, cadenas y cárceles... faltos de todo, oprimidos, maltratados...

Cuando unas situaciones demasiado duras nos aplastan es útil pensar en la fe de los mártires... de antaño y de HOY.

-De hecho, éste nuestro mundo no era digno de ellos.

¡Cuántas vidas, aparentemente inútiles, inmovilizadas, por ejemplo en la cama de un hospital, son, sin embargo, vidas de inmenso valor a los ojos de Dios, aun cuando el mundo habitualmente no sepa reconocerlo!

Danos, Señor, esta Fe que permite superarlo todo, dar valor a todo.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 44 s.


1-3. /Hb/11/20-40

Para el autor de la carta, uno de los elementos centrales del sacrificio de Jesucristo es su eficacia: tras una interminable serie de fracasos, Jesucristo ha entrado realmente ante Dios y nos purifica a nosotros (9,11-14). De modo paralelo se subraya la eficacia de la fe. Mejor dicho, el hecho de que hay vidas realmente nuevas muestra para Heb la existencia de hombres creyentes: por la fe consiguieron aquellos héroes una vida nueva y mejor. El retrato del hombre renovado es tal vez lo que produce mayor impacto: enraizados en la fuerza de Dios consiguieron por la fe la libertad interior (11,8; 17-19; 23-27), la grandeza de espíritu necesaria para soportar el destierro (9-10; 13-16) y las pruebas (17-18), para superar el miedo (23; 27), para resistir los tormentos y la muerte (35-38); la fe les dio una visión certera y clarividente de la realidad, del engaño de los gozos efímeros (24-26), del lugar de la verdadera vida (19.26). La fe los hizo libres (11,8), valientes (34), constantes (27), acogedores (31), radicalmente nuevos (13-16; 17-19). Más aún, por la fe realizaron empresas sobrehumanas, cruzaron el Mar Rojo (29-30), subyugaron reinos, taparon bocas de leones... (33-35); por la fe consiguieron los estériles vigor para engendrar (11-12), y algunos la resurrección de sus muertos (35).

No faltan sombras en este cuadro. Esos hombres extraordinarios sufrieron incomprensiones, destierros, persecuciones, tormentos, asesinatos. Heb pone de relieve la trágica constante que culmina en Jesús; la fe de los hombres sinceros, defensores de la libertad y de la vida, provoca el resentimiento y el odio. Hay una frase que sorprende: «El mundo no se los merecía» (11,38); eran demasiado libres, demasiado clarividentes; los eternos buscadores de bellotas (Mt 7,6) eran indignos de la única vida grande que se ofrece al hombre: la vida de fe en el Dios vivo.

La conciencia de la novedad cristiana aparece en los últimos versículos (39-40): pese al testimonio elogioso del mismo Dios (2), esos hombres no consiguieron la promesa (13). La promesa se realizó solamente en Jesucristo, el único que penetró definitivamente ante Dios (9,11-12) consiguiendo la perfección (5, 8-10). Nuestra situación es una situación "mejor", ya que él nos purifica (9, 11-15) y constituye nuestra mejor esperanza (7,19). Esta situación exige también lucha y esfuerzo (5, 11ss); sin embargo, el capítulo 11 termina acentuando lo que tiene de grandeza, de sorpresa y alegría.

G. MORA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 567


2.- 2S 15.13-14.30. 16, 5-13a

2-1.

-David huye ante su hijo Absalón.

Hemos meditado la «profecía de Natán» que prometía la estabilidad a la dinastía de David hasta el final de los tiempos. De hecho veremos las intrigas, las bajezas, los homicidios. El trono real es una presa. Absalón dará muerte a su hermano Amnón, el primogénito de David por haber violado a su hermana. Un oficial de David dará muerte a Absalón, segundo hijo del rey. Adonías, el tercero que pretende la sucesión será ejecutado por orden de Salomón. Triste y sangrienta historia.

Hoy se nos relata la historia de la «huida» de David.

David ha envejecido: su hijo Absalón quiere arrebatarle la corona.

El "conflicto entre generaciones" no es de hoy. El enfrentamiento entre los hijos mayores y sus padres es cosa de siempre.

Te ruego, Señor. que, en los conflictos existentes en nuestras familias, tu perdón, tu reconciliación, puedan triunfar finalmente.

-David subía la cuesta de los olivos llorando, con la cabeza cubierta y los pies desnudos y todo el pueblo que le acompañaba llevaba la cabeza cubierta y subía llorando.

Para huir de Jerusalén, David cruza el valle del Cedrón, llega al Huerto de los Olivos y sube a la colina de los olivos.

Mil años después, precisamente en este mismo lugar, irá a refugiarse Jesús, huyendo también del odio.

Misterio del sufrimiento humano.

Misterio de los padres que sufren por sus hijos.

Misterio de todos los sufrimientos que nos infligimos los unos a los otros. Misterio del hombre, víctima de otro hombre.

Jesús no ha querido eximirse del dolor. Ha cargado con todo el sufrimiento humano... para transformarlo en esperanza de resurrección.

-Un hombre de la familia de Saúl, llamado Semei, salió maldiciendo a David y tirándole piedras.

En la desgracia, vuelven a salir todos los antiguos rencores.

-Dejadle que me maldiga, si el Señor se lo ha mandado... Acaso el Señor mire mi aflicción y me devuelva el bien por esta maldición.

Reconocemos aquí la grandeza de alma de David.

Aceptó la humillación de la huida, para evitar que el conflicto con su hijo fuera sangriento... Ahora acepta la humillación de las injurias de uno de sus enemigos...

Y se encomienda a Dios.

En ese mismo lugar, recibirá Jesús el beso de Judas, la bofetada del servidor del sumo sacerdote, los latigazos de la flagelación... será abandonado de sus amigos... recibirá las maldiciones de sus enemigos.

Al igual que David, Jesús pondrá su confianza en Dios, y perdonará a los que le hacen daño: "Perdónales, no saben lo que hacen".

A la escalada de la violencia, David contrapone la misericordia, fruto de su experiencia de la misericordia de Dios con él.

El destino trágico de David, frente a sus propios hijos, le lleva a comprender mejor la actitud de Dios con nosotros:

El nos perdonó, ahora nos toca perdonar a nosotros.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 44 s.


2-2. /2S/15/07-14   /2S/15/24-30   /2S/16/05-13

No cuesta mucho mostrarse brillante en medio de la prosperidad o en los momentos de triunfo. La verdadera grandeza de un hombre se revela cuando es capaz de soportar con dignidad la pobreza o el fracaso. Por eso la grandeza del rey David nunca resplandece tanto como en esos momentos de su máxima humillación, cuando su hijo Absalón se ha hecho proclamar rey en Hebrón y la mayoría del pueblo le sigue. Para no caer en manos de su hijo, David ha de huir de Jerusalén. Abandonado de los suyos, sólo le acompañan los soldados mercenarios. El autor sagrado describe morosamente el itinerario del rey anciano, bajando por el torrente de Cedrón y subiendo por la montaña de los Olivos; itinerario doloroso que nos sugiere el que hará en sentido inverso el Hijo de David, Jesús, abandonado también de todos, antes de ser condenado y crucificado. En los inicios de su carrera, David había tenido que huir también al desierto, perseguido por Saúl, pero la juventud le permitía soportarlo todo, tenía toda una vida por delante, estaba seguro del favor de Dios y veía a cada momento cómo aumentaba el número de los simpatizantes que dejaban el partido de Saúl y se integraban al suyo. Ahora, viejo, gusta aquella amarga experiencia que había tenido que saborear Saúl de ver el vacío en su entorno, incluyendo a sus amigos y a su propio hijo. Pero mientras Saúl reaccionaba con desesperados golpes de ciego, como los intentos de matar a David y la liquidación de los sacerdotes de Nob, David se pone del todo en manos del Señor. No quiere que el arca lo siga al exilio, sino que manda al sacerdote Abiatar que la devuelva a la ciudad, seguro de que, si Yahvé quiere, le hará volver en paz, y, en caso contrario, "haga de mí lo que le parezca bien" (15,26). Traicionado por Ajitófel, de quien teme la ayuda que con su habilidad política pueda dar a Absalón, no desea que muera, sino que ora tan sólo porque fracasen sus consejos, y Dios oirá esa plegaria (17,14). Meribaal nieto de Saúl, tan generosamente tratado por David, se ha pasado también a Absalón. Un hombre de la familia de Saúl, Semeí, sigue a la caravana de fugitivos insultando y apedreando a David, mas éste no permite que ninguno se vuelva, antes ve ahí la mano de Dios, diciendo: "Un hijo mío, salido de mis entrañas, trata de matarme, ¡y os extraña ese benjaminita!" (16,11).

Dios recompensa esta fe generosa de David haciendo que todo acabe bien para él. De las tres únicas veces en que el autor de esta historia de la sucesión de David hace mención explícita de la intervención de Yahvé, la primera es cuando desaprueba el pecado de David, la segunda cuando, al nacer Salomón, dice que le «amó Yahvé» (12,24), y esa predilección es la clave para entender que llegue a reinar, con preferencia a otros hermanos que tenían más derechos que él. La tercera es ésta: "Es que el Señor había determinado hacer fracasar el plan de Ajitófel, que era el bueno, para acarrearle la ruina a Absalón" (17,14).

H. RAGUER
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 685 s.


3.- Mc 5, 1-20

3-1.

VER PARALELOS: /Mt/08/28-34  y Lc/08/26-39


3-2. ENDEMONIADO-GERASA

Hay un detalle interesante: los habitantes de la región demuestran un doble sentimiento: por una parte, Jesús es para ellos un ser superior; pero, por otra, es una especie de ruina.

Ellos intuyen que el mensaje, por muy liberador y benéfico que sea, los obligará a trastornar sus modos rutinarios de vida. Por eso, "empezaron a suplicar a Jesús que se fuera de aquella región". Probablemente esto era un eco de las desilusiones de aquellos primeros predicadores en tierra pagana, los cuales no siempre recibían reconocimiento por la predicación de un mensaje liberador y abierto a todos. Y es que el hombre oprimido y alienado no siempre quiere ser liberado de su alienación. Por eso, el Evangelio no puede ser impuesto a nadie, por muy liberador que se presente.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 197.Pág. 1139


3-3.

El endemoniado de Gerasa (5, 1-20) Merece una atención particular por varios motivos.

No puede negarse que en esta narración se mezclan rasgos populares, pintorescos y no carentes de cierto humorismo; por ejemplo, ese detalle de los demonios que piden permiso para entrar en los puercos y precipitarse luego en el mar. Por otra parte, el análisis crítico no tendría muchas dificultades en encontrar en el relato varias incoherencias, repeticiones, lagunas, que dejan traslucir ciertas adaptaciones y algunos manejos redaccionales. Pero no es esto lo que aquí nos interesa. Si lo leemos con ojos penetrantes y con el deseo de descubrir allí un mensaje (y es ésta sin duda la intención del evangelista), entonces el relato nos revela ciertos detalles sorprendentes y ricas intuiciones teológicas.

Jesús llega a la región de los gerasenos, o sea, a un territorio pagano: la presencia del Reino no se limita a los confines de Israel. Vive por allí, lejos de los poblados, entre los sepulcros, un hombre poseído por el espíritu maligno. La sociedad, como siempre, lo ha marginado. Es la forma más rápida de resolver los problemas: se encierra al enfermo en su enfermedad y se le deja inmóvil en su situación, para que no moleste. Pero la vocación de Jesús es la de acercarse a los que ha apartado la sociedad. El desarrollo del relato mostrará -y no es ésta ciertamente la enseñanza menos importante- que son éstos precisamente los que le están esperando, abiertos a la curación y al perdón.

El endemoniado hace gestos insensatos y descompuestos: "andaba siempre, día y noche, entre los sepulcros y por los montes, gritando e hiriéndose con piedras" (5, 5). Es un pobre hombre desquiciado, privado de sus facultades mentales, que no es dueño de sí mismo y se ha convertido en su propio enemigo. Quizás sea éste el mal que ha venido Cristo a combatir, ese mal misterioso que hoy llamamos "alienación" (J/ALIENACION) que divide al hombre en lo más profundo de sí mismo y lo empuja contra sí mismo. Jesús no ha venido solamente a reparar una injuria cometida contra Dios. A no ser que por injuria contra Dios se entienda esa alienación que nos aparta de su amor y de nosotros mismos. P/ALIENACION: El relato indica que el encuentro con Jesús (esto es, la llegada del Reino de Dios) no es únicamente una curación, sino una verdadera liberación, un encontrarse a sí mismo, una reconquista de la propia autenticidad. La gente que acude contempla sorprendida que el endemoniado estaba ahora "sentado, vestido y en su sano juicio". De un ser dividido e insociable Jesús ha hecho un hombre dueño de sí mismo, lo ha convertido en un hermano.

Los gerasenos se admiran de lo ocurrido, pero cuando se enteran de lo que ha pasado con los cerdos, que se habían precipitado en el lago le invitan a Jesús que se aleje de su territorio. Se asombran de la trasformación conseguida por Jesús y quizás incluso lo aprecian, pero creen que es demasiado el precio que han tenido que pagar por ello. La liberación de un hombre vale menos que una piara de puercos. Optan por la solución menos costosa (obligados por el bien común, ¡naturalmente!), mientras que para Jesús conducir a un hombre a su dimensión humana parece tener un valor mucho más alto que cualquier otra consideración.

El relato nos ofrece un último detalle, "mientras subía Jesús a la barca, el hombre que había tenido el espíritu malo le pidió que lo dejara ir con él" (5, 18). Pero Jesús no se lo permitió; ¿por qué? Quizás porque la hora de los paganos no había llegado todavía. O quizás también para que quedase claro que Cristo -expulsado por los hombres (que hablan muchas veces de liberación, pero que la rechazan apenas se dan cuenta de que tiene un precio que pagar)- deja, a pesar de todo, junto a ellos un testigo: "Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti" (5, 19).

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MARCOS
EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 83s


3-4.

Para componer el relato -bastante complejo- del endemoniado de Gerasa, Marcos combinó dos tradiciones. La primera refería uno de los muchos exorcismos atribuidos a Jesús: la segunda reinterpretaba ya este milagro con arreglo a un ahogamiento de cerdos en el lago Tiberíades, ahogamiento que se atribuyó a la acción de los demonios expulsados del poseso.

El relato contiene un dato muy importante: Jesús se encuentra en tierra de gentiles y, por tanto, impura, circunstancia ésta que es vigorosamente subrayada mediante la mención de las tumbas y la presencia de la piara de cerdos. Lo que en realidad se pone de relieve con este dato es que, después de haberse enfrentado al mal en la guarida marina de éste, Jesús viene a perseguirlo en una tierra en la que reina como dueño y señor. Además, cuando el poseso se vea liberado de su alienación, pedirá a Jesús que le conceda el privilegio de ser admitido en el círculo de los discípulos; pero Jesús no accederá a su petición, ilustrando con su denegación el hecho de que sólo a él corresponde la iniciativa de la elección. En cambio, le enviará a su casa con una misión: la de manifestar a sus compatriotas, que en el episodio de los puercos sólo veían un hecho folklórico original, la misericordia divina que él acaba de experimentar. Era la primera vez que se anunciaba la Buena Noticia en tierra de gentiles.

Otro dato de la narración es la presencia de un número impresionante de espíritus inmundos en el poseso, con lo cual se indica lo muy dividido que está el hombre. Cuando Jesús, haciendo referencia al uso habitual entre los exorcistas, pregunta al demonio cuál es su nombre, éste responde que "Legión", pues son muchos los demonios alojados en aquel hombre. Por otra parte, esa legión sólo progresivamente hace entrega de las armas, conforme van siendo desalojados y expulsados los espíritus. Así pues, Jesús es verdaderamente "el Forzudo" que alcanza tal victoria en el reino mismo de Satanás. La verdad es que ya no está lejos el tiempo en que celebrará la Eucaristía en aquella tierra considerada impura (ver 8, 1-10).

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS I-IX T.O. EVANG.DE MARCOS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 64 s.


3-5. SATANAS/PODER

¿Qué hace el demonio? "Nadie se atrevía a transitar por aquel camino" (v. 28). Las fuerzas del mal atacan al hombre, le desvían de su ruta normal, le impiden realizar su camino humano y cristiano: realizarse como hombre y como hijo de Dios. El pecado siempre es antihumano aun cuando tome la apariencia de ser su placer o su bien.

Discernimiento para desenmascarar a Satán: "aquél que impide al hombre pasar".

El demonio tiene claridad de mente, esa lucidez extraordinaria que le hace ver más claro que los hombres.

"Antes de tiempo". Parece hacer alusión a la hora del juicio final, en la que todas las fuerzas del mal serán reducidas a la impotencia... ¡los demonios lo saben! Pero Jesús va a anticipar ese día para que todos tengamos confianza en esta victoria final y definitiva.

Cuando Jesús anuncia su glorificación por la muerte en Jn 12. 31: "ahora es el juicio de este mudo, ahora el príncipe de este mundo será echado abajo" y dice la nota de la Biblia de Jerusalén: "Satán dominaba el mundo (1 Jn 5. 19: sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno) y la muerte de Jesús libra a los hombres de su tiranía".

Col/01/13-14 "Nos libró del poder de los tinieblas y nos trasladó el Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención, el poder de los pecados".

v. 30-32 "Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara. Jesús les dijo: Id. salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua".

Un detalle chocante pero lleno de una enorme ironía: "el Príncipe de este mundo será echado abajo". Tan abajo que su "habitat" natural, la casa que le corresponde por derecho es el animal más inmundo para la mentalidad judía.

El mar es el abismo. También la Bestia del Ap 19. 20 es precipitada en el mar.

Desde la muerte y resurrección de Jesús el demonio ya no tiene poder sobre el hombre. Solamente el poder que el hombre mismo le concede.

Por eso dice S. Juan ·CRISOSTOMO-JUAN-SAN: "Quam stultus est homo ille quem canis, in catena positus, mordet."

El relato termina con la declaración de un fracaso dramático. "Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país".

Esta es la paradoja del evangelio: Jesús viene a expulsar los demonios y Jesús es expulsado.

La gente no quiere comprometerse: teme perder a sus cerdos. Vive tranquila en su egoísmo.


3-6.

Esta semana entraremos en una fase de la vida de Jesús en la que se acentúa la formación práctica de sus discípulos a su misión futura.

--milagros muy significativos realizados delante de ellos solos, sin la presencia de la muchedumbre...

--envío en misión para un primer período de prácticas de apostolado...

-Jesús y los doce atravesaron el lago y fueron al país de los Gerasenos.

Algo muy importante para Marcos ¡que escribe para paganos convertidos, en Roma! Es la primera vez que Jesús pasa voluntariamente una frontera, y que toma contacto con el mundo pagano de su tiempo. Se lleva consigo a sus "doce".

Gerasa, ¡país de misión! "Francia, país de misión", título de un libro célebre unos años atrás. Mundo entero, país de misión.

Como Jesús, ¿me preocupo yo de todos los que aún ignoran el evangelio? Hay sectores humanos no evangelizados en todas partes.

-Un hombre poseído de un "espíritu impuro" fue al encuentro de Jesús... Tenía su morada en los "sepulcros"... y ni aun con "cadenas", nadie podía sujetarle... Pues muchas veces le habían puesto "grillos" y cadenas... Pero los había roto.. y nadie podía dominarle.

Todos estos términos tienen un valor simbólico: tratan de sugerir la situación verdaderamente dramática del "hombre no-evangelizado".

Está dominado por fuerzas oscuras: Jesús pondrá en evidencia enseguida, la potencia maléfica y prolífera de esas fuerzas... "Mi nombre es Legión, pues ¡somos muchos!" (La "legión" romana constaba de 6.000 soldados).

Visto por un judío, el pagano es un hombre condenado a la muerte; vive ya "en los sepulcros" en medio de la podredumbre y de osamentas impuras. Los "cerdos", animales impuros y repugnantes para un judío, son su única compañía: le está prohibido comer su carne (Lv 11, 7-8).

En fin, el hombre no-evangelizado es un hombre "trabado" "encadenado", no libre. ¿No conservo quizá yo mismo también algunas cadenas y ligaduras? Todas estas imágenes nos dejan adivinar la importancia del gesto misionero que va a hacer Jesús: ¡Viene para liberar al hombre! Cualquiera que sea su degradación -aquel geraseno era un verdadero "monstruo" humano- ¡el hombre puede ser radicalmente curado y transformado por Jesús!

He aquí la buena nueva. Las miIes de pasiones que lo deformaban, la Legión de demonios que lo habitaban, han sido vencidos.

Jesús es más fuerte que las fuerzas maléficas del hombre.

-Las gentes fueron a ver lo que había sucedido... Ven al endemoniado "sentado", "vestido" y en su "sano juicio"...

El hombre se fue y comenzó a predicar en la Decápolis cuanto le había hecho Jesús.

De un bruto inmundo Jesús ha hecho un hombre equilibrado, normal, un hombre en su "sano juicio", un hombre cuya vida tiene un sentido, e incluso un apóstol, pues va a los suyos -paganos como él antes- y les anuncia la buena nueva de la transformación que Jesús ha obrado en él.

Dos advertencias para orar a partir de este texto: la frontera del paganismo pasa por nuestro propio corazón -hay en mí algunos sectores que hay que salvar-... la misión es una característica esenciaI de la Iglesia- hay que ir hacia todos aquellos que esperan aún su liberación, sin encerrarse en el medio cristiano.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 298 s.


3-7. /Mc/05/18-20 CR/MISIONERO

Del paso de Marcos he escogido sólo el final del episodio del endemoniado curado, porque es la parte más interesante para nuestra reflexión.

Mientras Jesús se vuelve a la barca, el endemoniado curado "le pedía ir con él". Tenemos ante todo una oración: este hombre quisiera estar con Jesús. En el original griego, las palabras son las mismas que Marcos ha usado ya en 3,14, donde se dice que Jesús designó a los Doce "para que estuvieran con él". La expresión "estar con él" describe la vocación apostólica, el ir con Jesús itinerante para ser enviados luego por él: describe la llamada de los Doce, de quienes participan continuamente en el ministerio del Maestro y están con él en la función de la Iglesia, es decir, los apóstoles.

Así que el hombre curado pide formar parte del grupo, y recibe una respuesta dura que nos recuerda otras respuestas duras; por ejemplo, la proporcionada a la mujer cananea, sobre la que meditamos la pasada vez. El evangelista Marcos dice: "No le dejó" estar con él, o sea formar parte de quienes abandonándolo todo le seguían viajando por Palestina. La dureza de la respuesta se ve mejor si la comparamos con 5,37, cuando Jesús está para entrar en la casa de Jairo, caya hija ha muerto, y "no permitió que le acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan". Quizá había mucha gente que quería entrar, tal vez por curiosidad; pero Jesús distinguió: estos tres, sí; los demás, no.

El mismo verbo griego usado por Marcos en el versículo 37 y para el endemoniado de Gerasa que quería seguirle, volvemos a encontrarlo en 1,35: Jesús "no dejaba hablar a los demonios porque le conocían". Jesús establece, pues, una delimitación neta: esto no es para ti, no es ésta tu vocación. Es una toma de posición negativa respecto a la vocación que uno pensaba tener.

Podemos imaginar la decepción de este hombre, que quisiera, lleno de reconocimiento por la curación, dejarlo todo y seguir a Jesús, llegando a ser apóstol, un enviado a todo el mundo. Pero hemos de examinar atentamente las palabras que siguen al rechazo: "...le dijo: 'Vete a tu casa con los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, compadecido de ti, ha hecho contigo'. El se fue y comenzó a publicar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él, y todos se admiraban". Son palabras para meditar, pues describen la vocación de uno que, aun no siendo llamado como los Doce, tiene una vocación de verdadero seguimiento de Cristo y, en realidad, participa muy estrechamente de una llamada. El evangelista usa un lenguaje muy preciso: ¡Vete!; de alguna manera es un envío misionero, la orden para una misión.

¿Qué misión? Anuncia; y el verbo siguiente describe lo que debe hacer: proclama. "Anuncia y proclama". Anunciar y proclamar son términos típicos de la actividad evangelizadora de la Iglesia. Y eso sin ser misionero, sin haber sido llamado —pudiéramos decir hoy— a una vocación de entrega total (o sea, dejando casa, familia, oficio): aquel hombre recibe una verdadera y auténtica misión de evangelización. El kerigma se le confía también a él: "¡Anuncia, proclama!"

¿Qué anuncia y proclama? "Lo que el Señor, compadecido de ti, ha hecho contigo". La proclamación se ciñe estrictamente a su propia persona; él proclama con la novedad de su propia vida, con su modo de actuar, con el cambio experimentado. Proclama con tal novedad que su incapacidad precedente de comunicar, de trabajar, de hacerse útil, ahora es capacidad de comunicar, de trabajar, de hacerse útil.

Hay, finalmente, otro aspecto determinante, característico, para captar el significado de esa vocación: "Vete a tu casa con los tuyos". Y, añade el evangelista "comenzó a publicar por la Decápolis". El, por el mandato que ha recibido, no debe abandonarlo todo, como Pedro, Santiago, los apóstoles; se le envía a su casa "con los tuyos". En su ambiente, en su realidad de vida, en su realidad de trabajo, en su sociedad y en su ciudad, la Decápolis, sociedad y ciudad paganas, ahí se le manda al geraseno proclamar la misericordia de Dios.

La vocación laical LAICO/VOCACION

Hemos descrito así algunas características de lo que podriamos llamar vocación laical

Hay en la historia de la salvación vocaciones que no son idénticas a la de los Doce (las futuras vocaciones presbiteriales, sacerdotales, religiosas), sino que se manifiestan en su casa, en su trabajo, como verdadera respuesta a un mandato de Jesús, como verdadero anuncio del Reino.

Es la vocación laical en la Iglesia que Giorgio La Pira y Pier Giorgio Frassati tuvieron y vivieron, sin abandonar la propia condición de vida, se presentaron en ésta como signo de la misericordia de Dios. Las vocaciones laicales en sentido propio no son meras misiones; son verdaderos caminos de santidad que plasman en la historia figuras de gran valor, de relieve moral, social, teológico, sobrenatural.

Así se explica el atractivo de La Pira v de Pier Giorgio Frassati; ellos son, gracias a Dios, ejemplo y vanguardia de una multitud. ¡Cuántos otros podríamos enumerar! Difuntos que hemos conocido de cerca, y otros vivos aún entre nosotros, personas capaces de expresar la fuerza del reino de Dios en todos los campos del obrar humano.

El texto tan hermoso de La Pira que hemos escuchado, y que os invito a releer y reconsiderar, arranca de la intuición profunda de que cada bautizado participa de una vocación. Aun cuando no se dé la llamada a seguir a Jesús en un compromiso de entrega radical, dejando trabajo y casa, puede haber caminos de fulgurante santidad, caminos necesarios para manifestar toda la fuerza bautismal.

Preguntas para nosotros

También nosotros, también vosotros, pertenecemos todos a esta multitud de testigos de Cristo, testigos de la fuerza de la misericordia de Dios. Cada uno debe escuchar la propia llamada. Os dejo a vosotros el reflexionar principalmente sobre el interrogante central del paso que hemos leído: "¿Cómo podrías transcribir en las estructuras sociales, políticas v económicas del Estado los intentos de fraternidad, esenciales para el cristianismo, si no te interesas por esas estructuras? ¿Si no las renuevas cuando son viejas o desacertadas? ¿Cómo fermentar cristianamente el mundo —y formar, por tanto, una civilización cristiana y una sociedad cristiana— si esas estructuras escapan a tu acción orientadora sobre ellas?"

CARLO M. MARTINI
SE ME DIRIGIO LA PALABRA.Págs. 80-83


3-8.

1. (año I) Hebreos 11,32-40

a) Además de Abrahán y Sara, la carta recuerda otros nombres del AT que nos han dado ejemplo de una fe recia: políticos, profetas, hombres y mujeres de familia. Para que no nos desanimemos nosotros ante las dificultades de nuestro camino.

Es impresionante la enumeración de las cosas que por la fuerza de su fe llegaron a hacer esas personas, conquistando reinos, domando animales, derrotando a ejércitos enemigos, curando y resucitando. Y eso a pesar de las dificultades que también ellos experimentaron, porque fueron golpeados, flagelados, encarcelados, sentenciados a muerte. No se trata de recordar a qué persona concreta corresponde cada una de las hazañas o de las penalidades, aunque algunas si fáciles de adjudicar. Es el conjunto el que impresiona y sirve de estimulo a los lectores de la carta y a nosotros.

Además. su autor no se olvida de repetir que las personas que vivieron en tiempos del AT tienen el mérito de haber vivido en un tiempo de promesas, de figuras: no en los tiempos mesiánicos, como nosotros. Eran en verdad peregrinos, que no alcanzaron nunca la claridad y la seguridad que nosotros podemos tener ahora.

b) Tendemos a engrandecer nuestras dificultades. Así tratamos de explicar nuestra debilidad o nuestros fallos. Las culpas las echamos fácilmente al mundo en que vivimos. Deberíamos espejarnos en Abrahán y en todas esas personas que se nos recuerdan del AT y en tantas otras del NT y de la historia de la Iglesia. No somos los primeros en sufrir para ser fieles a Dios.

Los tiempos en que vivieron todas esas personas fueron tan difíciles o más que los nuestros. Lo que pasa es que tenían fe. Se fiaron totalmente de Dios y siguieron con perseverancia sus caminos. No miraban atrás, sino adelante. No se refugiaron en una actitud conservadora, sino que arriesgaron en la aventura de la fe. La carta dice que «el mundo no era digno de ellos».

Con muchos más medios espirituales que los antiguos, deberíamos ser más coherentes en nuestra vida cristiana. ¿Nos mueve la fe a hacer cosas como las que lograron ellos? ¿o nos escudamos en el miedo o en el riesgo que supone dar pasos adelante? Ellos consiguieron cosas que serían inexplicables con sus solas fuerzas. Pero se fiaron de Dios y recurrieron continuamente a su ayuda.

Si creyéramos de veras en Cristo Jesús, presente en nuestra vida y en la de la Iglesia, haríamos cosas muy hermosas para bien de todos.

Tendremos que rezar en verdad el salmo de hoy para arriesgarnos más: «sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor», y esperar confiadamente el premio de Dios que no faltará: «amad al Señor, fieles suyos, el Señor guarda a sus leales».

1. (año II) 2 Samuel 15,13-14.30; 16,5-13

a) La historia de David se ensombrece. En el reino del Norte le siguen considerando un «usurpador» en contra de la familia de Saúl. Su propio hijo Absalón -quizá por haberse visto postergado por Salomón, el hijo de Betsabé-, se rebela contra su padre y se hace coronar rey, siguiéndole gran parte del pueblo.

La escena es dramática. David descalzo, la cabeza cubierta, subiendo entre lágrimas por la cuesta de los Olivos, huyendo de su hijo para evitar más derramamiento de sangre. Soportando humildemente las maldiciones de Semeí, uno de los seguidores de la dinastía de Saúl, que aprovecha la ocasión para desahogarse y soltar en cara a David todos los agravios que lleva archivados contra él.

Estos libros históricos interpretan siempre las desgracias y fracasos como consecuencia del pecado. Los fallos se pagan pronto o tarde. Ahora David se siente rodeado de enemigos -como expresa el salmo- pero él a su vez había sido protagonista activo de intrigas y violencias en años anteriores. E! libro no ahorra, al hablar de grandes hombres como David, el relato de sus debilidades.

b) La patética figura de David nos recuerda, precisamente en el Huerto de los Olivos, la de Jesús en los momentos dramáticos de su crisis ante la muerte. También él con lágrimas, abatimiento y sudor de sangre, tuvo que soportar el abandono o incluso la traición o la negación de los suyos. Esta vez con absoluta injusticia, porque en él sí que no había habido engaño ni malicia.

Podemos vernos interpelados también nosotros. ¿Sabemos reconocer nuestras

debilidades y culpas, aceptando humildemente las críticas que nos puedan venir, aunque nos duelan? Nuestras pequeñas o grandes ambiciones, ¿no nos han llevado alguna vez a injusticias y hasta violencias, pasando por encima de los derechos de los demás? No habremos matado a nadie, pero sí tal vez hemos despreciado a otros, o utilizado medios inconfesables para conseguir algo. Y puede ser que alguna vez tengamos que pagar las consecuencias.

Sería bueno que hiciéramos con frecuencia una valiente autocrítica de nuestras actuaciones. Cuando hacemos examen de conciencia y sobre todo cuando celebramos el sacramento de la Reconciliación. Entonces no nos extrañaríamos que otros también se hayan dado cuenta de nuestros fallos y nos lo hagan notar. La grandeza de una persona, como aquí la de David, se ve sobre todo en el modo de reaccionar ante las adversidades y la contradicción. Lo que nunca hemos de perder es la confianza en Dios y la ilusión por el futuro. También a través de los fracasos humanos, y del pecado, sigue escribiendo Dios su historia de salvación y nos va ayudando a madurar.

2. Marcos 5,1-20

a) Es pintoresco y sorprendente el episodio que hoy nos cuenta Marcos, con el endemoniado de Gerasa. Se acumulan los detalles que simbolizan el poder del mal: en tierra extranjera, un enfermo poseído por el demonio, que habita entre tumbas, y el destino de la legión de demonios a los cerdos, los animales inmundos por excelencia para los judíos.

Seguramente quiere subrayar que Jesús es el dominador del mal o del maligno. En su primer encuentro con paganos -abandona la tierra propia y se aventura al extranjero en una actitud misionera- Jesús libera al hombre de sus males corporales y anímicos. Parece menos importante el curioso final de la piara de cerdos y la consiguiente petición de los campesinos de que abandone sus tierras este profeta que hace cosas tan extrañas.

Probablemente el pueblo atribuyó a Jesús, o mejor a los demonios expulsados por Jesús, la pérdida de la piara de cerdos que tal vez habría sucedido por otras causas en coincidencia con la visita de Jesús. El evangelio recogería esta versión popular.

b) La Iglesia ha sido encargada de continuar este poder liberador, la lucha y la victoria contra todo mal. Para eso anuncia la Buena Nueva y celebra los sacramentos, que nos comunican la vida de Cristo y nos reconcilian con Dios. A veces esto lo tiene que hacer en terreno extraño: con valentía misionera, adentrándose entre los paganos, como Jesús, o dirigiéndose a los neopaganos del mundo de hoy. También con los marginados, a los que Jesús no tenía ningún reparo en acercarse y tratar, para transmitirles su esperanza y su salvación. Después del encuentro con Jesús, el energúmeno de Gerasa quedó «sentado, vestido y en su juicio».

Todos necesitamos ser liberados de la legión de malas tendencias que experimentamos: orgullo, sensualidad, ambición, envidia, egoísmo, violencia, intolerancia, avaricia, miedo.

Jesús quiere liberarnos de todo mal que nos aflige, si le dejamos. ¿De veras queremos ser salvados? ¿decimos con seriedad la petición: «líbranos del mal»? ¿o tal vez preferimos no entrar en profundidades y le pedimos a Jesús que pase de largo en nuestra vida?

En Gerasa los demonios le obedecieron, como le obedecían las fuerzas de la naturaleza. Pero los habitantes del país, por intereses económicos, le pidieron que se marchara. El único que puede resistirse a Cristo es siempre la persona humana, con su libertad. ¿Nos resistimos nosotros, o nos de jamos liberar de nuestros demonios?

«Dios tenía preparado algo mejor para nosotros» (1ª lectura, I)

«Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor» (salmo, I)

«Quizá el Señor se fije en mi humillación» (1ª lectura, II)

«Levántate, Señor, sálvame» (salmo, II)

«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 96-100


3-9.

Hb 11, 32-40: Todos éstos fueron alabados por su fe.

Sal 30, 20-40

Mc 5, 1-20: El endemoniado de Gerasa

El autor está entusiasmado hablando de los testigos de la fe antecesores de Israel, que forman ese patrimonio de memoria gloriosa que nos puede sostener en los momentos de dificultad. Ya ha dicho mucho en todo lo que va de capítulo (11, 1-31); pero dice que le faltaría tiempo para hablar de muchos otros testigos. Entonces pasa a hacer un «sumario» o resumen de todo lo que han hecho estos testigos (vv. 33-37). Estos testigos eran personas de las que no era digno el mundo. Tiene conciencia el autor de la carta de que en estos testigos es donde brilla más patente la dignidad humana; en ellos tocamos como lo más sagrado de la historia.

Pues bien ellos no lograron el objeto de la promesa cuyo cumplimiento buscaban. Nosotros, dice el autor, hemos llegado con ellos a ese cumplimiento, y por eso nos podemos sentir dichosos.

Como decíamos el sábado pasado, esta galería de testigos de la fe sabemos que no acaba en el antiguo testamento, ni mucho menos, ni siquiera en los primeros siglos cristianos. En nuestro siglo y en nuestro continente latinoamericano ha habido muchos testigos de la fe de los que también nos faltaría tiempo para hablar, hombres y mujeres también de los que no era digno el mundo, y en los que descubrimos la realización humana más alta de la dignidad humana y del amor cristiano.

Juan Pablo II, en su carta sobre el Tercer Milenio, sugiere o pide que entre las formas de preparación al jubileo del año 2000 no falte la conmemoración de los mártires que la Iglesia ha tenido en este siglo. Creemos que, especialmente los mártires latinoamericanos, son un patrimonio de la Iglesia universal.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-10.

Hebreos 11, 32-40: Tiene dispuesto algo mejor

Salmo responsorial: 30, 20-25

Marcos 5, 1-20: Se ha compadecido de ti

Siempre recordamos a los antepasados, a los que hicieron posible nuestra existencia por sus luchas, sus trabajos, sus realizaciones. Los recordamos con gratitud y admiración.

Todo pueblo tiene sus héroes. El autor de la carta a los Hebreos nos presenta hoy dos grupos de nuestros antepasados en la fe. Hombres y mujeres del Antiguo Testamento, fieles a Dios, confiados en sus promesas. Un grupo, el primero mencionado en la lectura, está constituído por caudillos, reyes y profetas. El autor menciona sus proezas y los alaba.

El segundo grupo, del cual no nos da nombres, se caracteriza por sus sufrimientos: gente perseguida, desterrada, torturada. Ambos grupos fueron "acreditados por su fe" y, sin embargo, dice el autor, no obtuvieron las promesas divinas: solamente llegarán a la perfección por medio de nosotros, es decir, de los cristianos, del pueblo de la nueva alianza, convocado por Cristo, consagrado por Él para la salvación del mundo.

Seguramente que el autor sagrado quiere exhortarnos, no solo a admirar a los antepasados, sino también a imitarlos en sus empresas animadas por la fe, en su constancia y fidelidad en medio de las pruebas y las persecuciones. Incluso nos plantea una especie de reto: si ellos, que no pudieron ver y disfrutar el cumplimiento de las promesas, fueron emprendedores, valientes, fieles, ¡con cuánta mayor razón hemos de ser nosotros como ellos! Nosotros, que escuchamos las palabras del Evangelio, que conocemos a Cristo, que hemos experimentado el amor extremado de Dios en la muerte y resurrección de Jesús.

El endemoniado geraseno, cuya liberación nos relata hoy Marcos, es como un modelo de tantos hermanos y hermanas nuestros, excluidos de la vida social, comunitaria, por algún estigma: enfermedades, condición de pobreza, ignorancia, absoluta miseria, o por ser de otra raza, o por hablar otra lengua, o por ejercer algún oficio humilde, de esos que consideramos sucios, o por tener que ganarse la vida indignamente, en la prostitución o la mendicidad, o esculcando entre las basuras de nuestras grandes ciudades... Como el endemoniado de Gerasa, ellos habitan "fuera", en la periferia; allí los tenemos amarrados porque son peligrosos, nos pueden robar o contagiar, nos molestan con su suciedad y su fealdad, sus llagas y harapos. Pero Jesús los ama, los acoge y libera, los viste dignamente y los consuela, ya no maldicen su suerte cuando se sienten amados, cuando la legión de demonios que los atormentan se despeñan con los cerdos hasta el fondo del mar. Cuando los pobres se liberan al recibir la buena noticia de Jesús, los demás temen, como los habitantes de Gerasa ante el endemoniado libre de sus cadenas, ante la pérdida de sus cerdos. El relato termina con algo muy aleccionador: en lugar de llevarse consigo al endemoniado, Jesús lo manda a predicar entre los paganos, a contar las maravillas de su liberación; y el evangelista nos dice que obedeció al encargo de Jesús, causando admiración entre la gente.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-11.

      Hemos bautizado como "el joven rico" a aquel muchacho que un día se acercó a Jesús en busca de consejo para alcanzar la Vida Eterna, y que después se alejó de Él lleno de tristeza, tras escuchar la invitación de Cristo a dejarlo todo y convertirse en un apóstol más.

      ¿Cómo llamaremos al personaje de hoy? No sabemos si era joven o viejo, rico o pobre. Tan sólo sabemos que tenía entre pecho y espalda un batallón de demonios que ni le dejaban vivir tranquilo a él ni dejaban dormir tranquilos a sus vecinos. Sabemos también que el Señor lo curó, y después... Después tiene lugar la "historia al revés" del joven rico.

      "Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía"... ¡Vaya, hombre! Precisamente el que fue el gran disgusto del joven rico es lo que este hombre deseaba más que nada en el mundo. Ya se ve que "Dios le da pañuelo..." El joven rico, que ya lo tenía todo, además quería, para que nada faltase, lo único que no podía comprar con dinero: "vida eterna". Este hombre, sin embargo, no se plantea ni siquiera el "más allá". Ha descubierto a Aquél que ilumina su vida, y ya sólo desea hacerse pobre por seguirlo, dejándolo todo para estar con Él.

      "Pero no se lo permitió, sino que le dijo: - «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia»"... ¡No hay quien te entienda, Señor! Al joven rico, que quería casa y mamá, le pides que lo deje todo, y a este hombre, que quiere dejarlo todo por ti, Tú vas y le mandas a casa con mamá para que allí anuncie la Buena Noticia.

      Sin embargo, nada de cuanto llevamos contemplado diferencia tanto a los dos hombres como la frase final -curiosamente, la única que parece unirlos-: "El hombre se marcho y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él"... Sí, sí; como el joven rico, este hombre volvió a su casa, pero lo hizo obedeciendo, mientras el joven rico lo hizo desobedeciendo y para "salirse con la suya". La diferencia es abismal. El primero llegó a casa loco de alegría y llenó de gozo la Decápolis entera; el segundo llegó a casa amargado, y seguro que hasta le protestó a su madre por el postre.

      Deberíamos aprenderlo: no es esto o aquello, no es lo que me apetezca o lo que me disguste, no es aquí ni allí... Es lo que Dios quiera; eso nos hace santos. No hay santidad sin obediencia. Y, muy especialmente en materia de vocación, debe ser Dios quien diga la primera y la última palabra. La que media entre ambas es del hombre, y debe ser "fiat", como fue la de la Virgen. Identificar "lo que Dios quiere" con "lo que a mí me gusta" no deja de ser una ordinariez bastante ramplona. Claro que, para estar seguros de que hacemos la Voluntad de Dios y no la nuestra, es necesaria la ayuda de un director espiritual... ¿Lo tienes ya?

ARCHIMADRID


3-12.

¿Nuestra vida es un tormento por ver a Jesús, como la de este endemoniado? ¿Es un tormento que nos ciega al pecado y hace herir constantemente nuestra alma? ¿Ya nadie es capaz de soportarnos, ni siquiera nosotros mismos, sino sólo Cristo que nos visita?

Cristo se dirigió a la región de Gerasa explícitamente para salvar al endemoniado, aunque el endemoniado no lo sabía y una vez que lo supo no lo aceptó. El mismo poseído es quien se arroja a sus pies para pedirle que se aleje de él, para pedirle que no lo atormente. La presencia de Cristo nos perturba cuando nuestro pecado nos mantiene alejados de Él. Y podría ser que también nosotros nos arrojemos a sus pies para pedirle que se vaya, en lugar de pedirle nuestra curación. Parecería que es una visita casual, por pura coincidencia, lo que para Él es la salvación de nuestra alma. Pero ya lo dice Cristo “No son los sanos los que necesitan de curación, sino los enfermos”.

Por otro lado, ¿cuántas veces optamos por el valor material de las cosas que tener a Cristo entre nosotros? Preferimos la cantidad de nuestras posesiones al bien y salvación de un alma. Porque, ¿qué son 2000 cerdos comparados con la gracia de ser curado por Cristo? Los habitantes de la región de Gerasa escuchaban atentos el milagro y se alegraban con el desposeído, pero sus corazones se cerraron al escuchar la pérdida de los cerdos por el precipicio. Creemos en Jesús pero hasta la multiplicación de los panes, no hasta la cruz. Creemos en Él siempre y cuando no eche por el precipicio a “nuestros cerdos”.

Por ello confiemos plenamente en Jesús. No importa si para ello necesita de nuestros bienes, pues ¿de qué nos sirve ganar todo el mundo si al final perdemos nuestra alma?

Misael Cisneros


3-13. CLARETIANOS 2002

Queridos amigos:

Esta semana vamos a centrar nuestra atención exclusivamente en el evangelio y vamos a formular a los textos una única pregunta: ¿cómo reacciona la gente ante Jesús, ante su persona, sus palabras, sus acciones? Probablemente tendremos la oportunidad de asomarnos a toda una galería de personajes cuyas facciones representan una amplia gama de posiciones ante esa presencia.

Comenzamos hoy por el episodio del endemoniado geraseno. Es una historia algo extraña. Los estudiosos de la Biblia han debido de rastrear en ella distintos motivos: uno es sencillamente "folklórico". Entre nosotros se cuentan, o se contaban, chistes de españoles, franceses e ingleses. Es una pieza simpática (para nosotros), bien etnocéntrica, de nuestro folklore. Siempre es más agudo nuestro compatriota y sale ganando en todas las competiciones que se entablan. En el episodio de Mc 5 sucede algo parecido: una piara de 2000 cerdos, número redondo y abultado, acaba sepultada en el mar de Galilea, para regocijo de todo buen judío, enemigo de cuantas granjas de animales impuros hubiera en el entorno. Otro motivo puede ser veterotestamentario: la legión evoca a los egipcios que acabaron sepultados en el mar.

Sea de ello lo que fuere, nosotros nos concentraremos en lo nuestro. La gente del pueblo y los cortijos se quedó espantada de lo que había sucedido y le rogó a Jesús que se marchase de su país. La presencia de Jesús resultaba demasiado perturbadora. Es una triste y tristemente equivocada reacción de "autodefensa". Cerramos las puertas a una posible salvación que necesariamente desmantela nuestros tinglados. Uno prefiere quedarse como está y poner distancias, aparentemente salvíficas, a entrar en contacto con esa presencia que ha irrumpido en el propio mundo. Y dice: "déjame en paz, que no me quiero salvar. En el infierno no se está tan mal". Tenemos miedo a la luz, miedo a la historia de libertad que se nos regala, miedo a los precios que hay que pagar si damos cabida a esa presencia.

Pero quien ha conocido la liberación está dispuesto a embarcarse en la historia de Jesús, como el antiguo endemoniado. Se quedará, sin embargo, entre los suyos y se convertirá en un evangelizador "en tierra extranjera", contando a la gente "lo que el Señor había hecho con él por su misericordia".

Pablo Largo (pldomizgil@hotmail.com)


3-14. DOMINICOS 2003

Hoy Jesús se nos presenta de nuevo como liberador. Desde la fuerza del Reino es capaz de enfrentarse a la furia de un endemoniado, que tiene atrapado a un hombre. Este encuentro de Jesús revela la situación del mundo, de nuestro mundo. Todos sabemos que vivimos bajo la amenaza de la guerra, de la muerte, del hambre... de tantos signos de alineación y muerte.

La situación es difícil, pero sabemos y creemos que el poder del Hijo de Dios, supera a toda fuerza del mal. Sabemos y creemos que es el único que nos puede hacer recobrar la paz interior, el dominio de nosotros mismos y la dignidad humana, como al endemoniado nos puede hacer que aparezcamos sentados, vestidos y en sano juicio.

Nosotros en nuestra vida tenemos que ser presencia viva de la fuerza liberadora de Jesús, no debemos dejarnos atrapar por los signos de muerte, tenemos que ser fuertes y valientes de corazón. Para ello no dejemos pasar las oportunidades de ayudar a otro, esté cerca o lejos; de protestar y manifestar nuestra oposición a las guerras; de luchar por el bienestar de todos; de practicar la justicia; de atender al enfermo....

Y no dudemos que la fuerza liberadora realizada por Jesús a través de nuestras vidas ayudará renovar nuestro viejo mundo, además la fe nos proporciona la fortaleza para afrontar las más variadas circunstancias, porque sabemos que Dios tiene preparado algo mejor para nosotros.

Rosa Pérez (rprmi@yahoo.es)


3-15. 2001

COMENTARIO 1

v. 5, 1. Y llegó al otro lado del mar, al país de los gerasenos.

Construye Mc un episodio programático para mostrar cuál debe ser el efecto liberador del mensaje de Jesús ante el hecho de la opresión socioeconómica en los pueblos paganos. Para Marcos, la máxima injusti­cia que encuentra el mensaje al penetrar en territorio pagano es la escla­vitud, prototipo de toda opresión social.



vv. 2-5 Apenas bajó de la barca, fue a su encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo. Este tenía su habitación en los sepul­cros y ni siquiera con cadenas podía ya nadie sujetarlo; de hecho, muchas veces lo habían dejado sujeto con grillos y cadenas, pero él rompía las cadenas y hacía pedazos los grillos, y nadie tenía fuerza para domeñarlo. Todo el tiempo, noche y día, lo pasaba en los sepulcros y en los montes, gritando y destrozándose con piedras.

El endemoniado indomable es figura de los esclavos (grillos, cadenas) y un muerto en vida (cementerio, sepulcros), poseído por una violencia fanática (espíritu inmundo). Es un rebelde al que la sociedad no puede dominar (rompía las cadenas). Mc describe con este personaje la situación de rebeldía no organizada de los esclavos, cuya desesperada violencia, por falta de alternativa, desemboca en su autodestrucción (destrozándose con piedras), sin sacudir por ello los cimientos del poder económico, basa­do en la esclavitud.



v. 6 Al ver de lejos a Jesús, fue corriendo y se postró ante él...

El poseído reconoce en Jesús un ser excepcional (Hijo del Dios Altísi­mo, cf. 3,11). El mensaje de Jesús suscita en una gran esperanza de libe­ración, pero piensa que solamente obtendrá justicia mediante una unión de fuerzas que le permita derribar por la violencia el sistema opresor. Como en el caso de los judíos, y habiendo oído hablar de las acciones guerreras y liberadoras del Dios de Israel, también los oprimidos paga­nos creen que la solución se encuentra en un cambio social violento y reivindicativo, sin pensar para nada en el cambio interior del hombre, indispensable para crear una sociedad justa. Con una violencia paralela, quieren combatir el poder violento que intenta subyugarlos: al adoptar los métodos de los opresores hacen suya la injusticia inherente a ellos.



vv. 7-9 .. y dijo gritando a voz en cuello: « ¿ Qué tienes tú contra mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Por ese Dios te conjuro, no me sometas al suplicio». Es que Jesús le había mandado: «¡Espíritu inmundo, sal de este hombre!» Entonces le preguntó: «¿Cómo te llamas?» Le respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.»

Por eso, cuando Jesús intenta hacerlo renunciar a su espíritu de vio­lencia (¡Espíritu inmundo, sal de este hombre!), se rebela, pues cree que quiere someterlo de nuevo a la esclavitud (el suplicio). El término militar legión designa al hombre como representante de su clase (somos muchos), y también a los espíritus (15), indicando que los esclavos en general estaban dominados por el mismo fanatismo violento.



v. 10 Y le rogaba con insistencia que no los enviase fuera del país.

Cuando se deja convencer por Jesús, no quiere, sin embargo que su liberación consista en un éxodo como el de los hebreos de Egipto, que los obligue a dejar su país.



vv. 11-13 Había allí, en la falda del monte, una gran piara de cerdos hozando. Los espíritus le rogaron: «Mándanos a los cerdos para que nos metamos en ellos». El se lo permitió. Salieron los espíritus inmundos y se metieron en los cerdos; y la piara se precipitó acantilado abajo hasta el mar, unos dos mil, y se fueron ahogando en el mar.

El cerdo era en el judaísmo figura de un poder extranjero opresor de Israel, el pueblo elegido (Sal 80,14: «el cerdo salvaje / jabalí») y, en la época, se aplicaba al poder de Roma. En este pasaje, sin embargo, donde el protagonista no es judío, el cerdo designa a cualquier poder que opri­me a los hombres, indicando que toda la humanidad es pueblo elegido.

La gran piara, de alto valor económico, representa el poder del dine­ro. Al salir del hombre, los espíritus van a los cerdos, indicando que la violencia de los oprimidos tiene su origen en la de los opresores. Al aceptar los oprimidos la alternativa de Jesús, rompiendo con su depen­dencia del sistema opresor, éste se destruye (los cerdos al mar, como el ejército de Faraón).



vv. 14-17 Los porquerizos salieron huyendo, lo contaron en la ciudad y en las fincas, y fueron a ver qué significaba lo ocurrido. Llegaron adonde estaba Jesús, contemplaron al endemoniado sentado, vestido y en su juicio, al mismo que había tenido la legión, y les entró miedo. Los que lo habían visto les refirieron lo ocurrido con el endemoniado y también lo de los cerdos. Entonces se pusieron a rogarle que se marchase de su territorio.

Los dueños de la piara, que acuden a comprobar lo sucedido, sienten miedo ante la nueva condición del hombre, que ha recuperado su perso­nalidad y no muestra temor alguno ante sus antiguos opresores (sentado, vestido y en su juicio). Al constatar el nexo entre la rehabilitación del antes poseído y la destrucción de la piara, la reacción de la clase dirigente es de alarma. No desatan una persecución abierta, pero ruegan a Jesús que abandone su territorio, es decir, procuran silenciar el mensaje liberador: para la sociedad pagana, el dinero y el poder valen más que el hombre. Según este episodio, la solución definitiva al problema de la opresión no está en la violencia, sino en dar a los oprimidos su plena condición humana y en crear una alternativa de libertad y dignidad que no sólo los haga independientes del poder económico opresor, sino que, a la larga, lleve a la ruina de este poder. La alternativa ha de crearse dentro de la misma sociedad.



v. 18 Mientras subía a la barca, el antes endemoniado le rogaba que le permi­tiese estar con él

Los así liberados pensaban en un primer momento que, siendo Jesús judío de origen, los paganos que le dieran su adhesión habrían de adop­tar de algún modo la manera de ser judía (que le permitiese estar con él).



v. 19 ...pero no lo dejó, sino que le dijo: «Márchate a tu casa con los tuyos y cuéntales cuánto ha hecho el Señor por ti, mostrándote su misericordia».

El evangelista desmiente esta idea (pero Jesús no lo dejó), afirmando el derecho a vivir y desarrollar el mensaje en cada cultura, sin subordinarse a los usos ni ideales hebreos.



v. 20 Se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis cuánto había hecho Jesús por él; y todos se sorprendían.

Aunque la sociedad intente silenciar el mensaje liberador, la expe­riencia de los que, por haberlo aceptado, han recibido vida no puede reprimirse y hará que se siga difundiendo (empezó a proclamar por la Decá­polis).



COMENTARIO 2

Este relato evangélico se desarrolla en un ambiente pagano, en un lugar de excluidos por el judaísmo oficial. Jesús desembarca en este lugar asumiendo las consecuencias legales que puede acarrearle al entrar en contacto con los paganos. Tener algún tipo de contacto con gentiles era señal de impureza y de abandono a los preceptos de la ley. Pero frente a toda la tradición de pureza que vivían los judíos de su tiempo, Jesús fue capaz de asumir una posición crítica y de renovación. Su actuar libre y serio frente a las leyes establecidas y su cercanía al pueblo vulnerado, oprimido y excluido, le fueron dando la autoridad necesaria para hacer posible la irrupción del Reinado de Dios en esta historia humana.

El milagro que realiza Jesús es analizado por la comunidad para hacerle resistencia al poder que ejercía la estructura romana en la vida de los individuos y en la vida de la comunidad. Jesús, el enviado de Dios, entra a liberar al ser humano de las fuerzas negativas que lo dominan.

Al ser liberado el hombre por Jesús, la comunidad logra releer el acontecimiento desde lo simbólico y así encuentra contenidos de liberación que le ayudarán para resistir a las legiones romanas que tanta injusticia habían impuesto y tanta esclavitud habían extendido por la región de los pobres.

El milagro también nos da una lección fundamental: la violencia no es el medio verdadero para superar la opresión. Lo que Jesús y la comunidad de Marcos nos ratifican en este milagro, debe ser asimilado hoy con mucho criterio también: la liberación y la humanización, no deben ser conseguidas con base en la fuerza (como lo quiso hacer el endemoniado), sino a través de procesos que lleven al ser humano a la verdadera humanización (como lo hizo Jesús).

1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2ª Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jesús Peláez)
2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-16. 2002

La descripción del endemoniado no puede ser más triste: vive donde habitan los muertos, tiene una violencia indomable, que no puede ser controlada por la sociedad; más aún, él mismo tiende a autodestruirse. Siendo uno, se llama "legión". No puede haber un estado más deplorable. Sin embargo, no todo es malo en aquel hombre dominado por el espíritu, pues fue corriendo a Jesús, como expresión de su anhelo de liberación y él, que no podía ser dominado por nadie, se postró voluntariamente ante Jesús, como señal de sumisión y homenaje, con la esperanza de que fuese Jesús quien lo sacase de su situación de muerto en vida. Por si fuera poco, reconoce a Jesús como Hijo del Dios Altísimo, aunque le pide que no lo someta a suplicio. Poco conocía al Maestro con el que se había encontrado cuando le dirige esa súplica. Jesús había venido "para que tuvieran vida y les rebose" (Jn 10, 10).

El endemoniado estaba equivocado. Tras su encuentro con Jesús recuperaría el juicio y el deseo de seguirlo, pero Jesús no se lo permite: él deberá anunciar a los paganos, a sus convecinos, la alternativa de sociedad que Jesús proclama. No basada en la violencia (legión) ni en el dinero o capital (los cerdos), sino en la misericordia y el amor de Dios, mostrado en el ex-endemoniado. Este anuncio, al igual que cuando Jesús liberaba a los endemoniados en Galilea, causa sorpresa en todos, pues aún es posible encontrar la vida en el país de la muerte, gracias a la acción de Jesús que está dispuesto a morir para que vivamos.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-17. ACI DIGITAL 2003

1. Véase Mat. 8, 28 ss.; Luc. 8, 26 ss. S. Mateo habla de dos endemoniados. Marcos menciona uno solo, probablemente porque éste desempeñaba el papel principal. Sobre Gerasa véase Mat. 8, 28 y nota: "Y cuando llegó a la otra orilla, al país de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de unos sepulcros y eran en extremo feroces, tanto, que nadie podía pasar por aquel camino". Gadara, ciudad situada al este del mar de Galilea. Marcos (5, 1) dice "Gerasa"; Lucas (8, 26), "Gergesa"; Vulg.: "Gerasa".

17. Los gerasenos son el tipo de aquellos hombres que se retiran de la Iglesia para no ser inquietados en la cómoda vida que llevan. Los cerdos, es decir, los bienes materiales, valen para ellos más que la fe y las promesas de Cristo.

20. Decápolis, o región de las "diez ciudades libres", situadas en su mayoría en la Transjordania septentrional.


3-18. 2004. Servicio Bíblico Latinoamericano

El evangelio insiste en un hecho muy singular: los Gerasenos no podían sujetar al hombre del espíritu inmundo. Y no lo podían controlar precisamente porque utilizaban la fuerza, las cadenas y los grilletes. Querían reducir aún más la miserable existencia de un hombre prisionero de sus propios temores.

El endemoniado de Gerasa se autolesionaba, se hería incesantemente buscando callar el griterío furioso de todas las ideologías que bullían en su cerebro y que lo alienaban. ¿Qué podía hacer este pobre hombre ante la magnitud del problema que lo agobiaba?

Su suerte cambió el día que se encontró con Jesús de Nazaret. Sin embargo, el proceso de cambio no fue nada simple. Era tan grave la situación de esta persona, incapaz de aceptar ayuda que Jesús tuvo que imponerse a todos los bloqueos con los que el endemoniado intentaba obstruir su palabra sanadora.

El primer bloque, y uno de los más hábiles, consistía en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, pero no para someterse, sino para demarcar el territorio geográfico y mental donde dominaba esta ideología demoniaca.. Ante la resistencia, Jesús pregunta por el nombre que identifica tal ideología. La sorprendente respuesta nos da a entender que era una ideología militarista, ya que "legión" indicaba una de las invenciones bélicas claves en el sostenimiento del imperio romano.

Al final los espíritus se rinden y se desplazan hacia el animal impuro por excelencia, símbolo de todas las religiones paganas. Pero ni siquiera allí soportan una ideología tan aberrante. La gente se llena de terror y no comprenden la oferta salvadora de Jesús, solamente el hombre liberado está dispuesto a seguirlo. Sin embargo, Jesús lo envía como misionero de su propia gente, para que proclame allí la noticia liberadora del evangelio.


3-19.

Reflexión

Esta historia del Evangelio nos parecería estar lejana a nuestra realidad, sin embargo la verdad es que se repite frecuentemente hoy en nuestra sociedad dominada por el materialismo. Jesús sana y libera a un hombre, a un ser humano que sufrían a causa de unos demonios. Al hacerlo los demonios destruyen toda una piara de cerdos. Los habitantes en lugar de agradecer el haber liberado y sanado al pobre hombre que sufría, se preocupan más por la perdida material de una piara de cerdos. Vale más la piara de cerdos que la salud y bienestar de un ser humano. Como consecuencia, la comunidad rechaza a Jesús. Como vemos la historia se repite una y otra vez. Hoy es más importante la cantidad de producción y la eficiencia que la vida familiar, social y económica de los trabajadores; son más importantes nuestras pertenencias, que el bien social de la comunidad; es más importante el trabajo y el bienestar económico, que la vida familiar y la atención a los hijos… Preferimos lo material a lo espiritual. Y cuando Jesús, a través de la Escritura o de la Iglesia nos advierte de esto, o busca ayudarnos a liberarnos de estas esclavitudes… la respuesta es: Que tiene la Iglesia (o el mismo Jesús) que decirme sobre qué es más importante, que tiene que hacer en mis negocios, en mi medio social, en mi vida. No dejemos que nos domine lo material. Dios nos ha regalado todas las cosas materiales las cuales son buenas y son para nuestro bienestar, pero jamás deberán estar por encima de los valores como son: la vida humana, la vida familiar, y la protección del medio ambiente. Nada vale una piara de cerdos comparada con la alegría que produce el ver a un hermano sano y feliz.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-20.

Comentario: Rev. D. Ramon Octavi Sánchez i Valero (Viladecans-Barcelona, España)

«Espíritu inmundo, sal de este hombre»

Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.

La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).

Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.

Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».


3-21. Fray Nelson Lunes 31 de Enero de 2005

Temas de las lecturas: Por la fe nuestros antepasados conquistaron reinos, y Dios dispone para nosotros algo mejor * Espíritu inmundo, sal de este hombre.

1. El mundo no era digno de ellos
1.1 Creo que la frase más elogiosa que la Biblia dice de un ser humano es la que hemos oído en la primera lectura de hoy: el mundo no era digno de ellos. ¡Dios, cuánto se levanta el ser humano hasta rozar el cielo, por la virtud de la fe!

1.2 La fe da poder. Esto suena a magia, pero no es magia; en todo caso, una fe sin poder es una fe sin obras, y una fe sin obras está muerta, nos enseñó el apóstol Santiago (St 2,17).

1.3 Es bueno entonces que aprendamos a diferenciar el poder de la fe y el poder de la magia. Todos los héroes de los que hemos oído hoy tuvieron gran poder pero no un poder para usar a su antojo sino un poder para recorrer el camino de la obediencia al plan de Dios. Allí donde algo se opone a la divina voluntad Dios mismo obra a través de los que tienen fe. No es entonces una fuerza que queda a disposición del hombre, sino una fuerza que lleva al hombre mismo a la altura del designio de Dios. Por eso fueron grandes. Por eso el mundo no era digno de ellos.

2. Errantes y peregrinos
2.1 Después de semejante elogio, la paradoja: toda esa grandeza iba oculta en la humildad de una vida errante. Como que Dios quisiera proteger sus tesoros y resguardarlos de las miradas del cinismo y la procacidad.

2.2 Mas ese ocultamiento, que tiene como su momento máximo en la Cruz de Cristo, tiene otros propósitos, a no dudarlo. Un camino de despojo hace más sincera la intención, porque limpia de idolatrías el alma. Un camino más agreste enseña a confiar sólo en quien nos va guiando, como bien lo mostró Israel por el desierto. Un camino más humilde aparta del corazón la tentación de la soberbia, que nos haría discípulos de Satanás.

3. Liberado del demonio
3.1 El evangelio nos presenta precisamente la liberación de un pobre hombre. Es la imagen misma, es el fruto típico de la esclavitud a que está sometido: aislado, dañino para otros y próximo a la muerte y a los muertos. El demonio parecía solazarse, como jugando con su víctima, balanceándola ante las fauces de un destino espantoso. Debe quedarnos claro qué está sucediendo: cada quien refleja de quién es siervo, porque cada señor se retrata en lo que hace con sus siervos.

3.2 Jesús también se retrata en lo que hace con sus siervos, que somos y queremos ser nosotros. Frente al aislamiento satánico, la dulzura de la fraternidad cristiana; frente al daño a otros, la caridad hacia con todos; frente al vecindario de la muerte, y la cultura de la muerte, los ecos y anuncios de una vida que no acaba. ¡Bendito Dios!


3-22.

Reflexión

Esta historia del Evangelio nos parecería estar lejana a nuestra realidad, sin embargo la verdad es que se repite frecuentemente hoy en nuestra sociedad dominada por el materialismo. Jesús sana y libera a un hombre, a un ser humano que sufrían a causa de unos demonios. Al hacerlo los demonios destruyen toda una piara de cerdos. Los habitantes en lugar de agradecer el haber liberado y sanado al pobre hombre que sufría, se preocupan más por la perdida material de una piara de cerdos. Vale más la piara de cerdos que la salud y bienestar de un ser humano. Como consecuencia, la comunidad rechaza a Jesús. Como vemos la historia se repite una y otra vez. Hoy es más importante la cantidad de producción y la eficiencia que la vida familiar, social y económica de los trabajadores; son más importantes nuestras pertenencias, que el bien social de la comunidad; es más importante el trabajo y el bienestar económico, que la vida familiar y la atención a los hijos… Preferimos lo material a lo espiritual. Y cuando Jesús, a través de la Escritura o de la Iglesia nos advierte de esto, o busca ayudarnos a liberarnos de estas esclavitudes… la respuesta es: Que tiene la Iglesia (o el mismo Jesús) que decirme sobre qué es más importante, que tiene que hacer en mis negocios, en mi medio social, en mi vida. No dejemos que nos domine lo material. Dios nos ha regalado todas las cosas materiales las cuales son buenas y son para nuestro bienestar, pero jamás deberán estar por encima de los valores como son: la vida humana, la vida familiar, y la protección del medio ambiente. Nada vale una piara de cerdos comparada con la alegría que produce el ver a un hermano sano y feliz.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-23. 31 de Enero

267. Desprendimiento y vida cristiana

I. San Marcos nos narra en el Evangelio de la Misa el pasaje que sucedió en la región de los gerasenos (Marcos 5, 1-20) en donde Jesús libera a un hombre poseído por una legión de demonios, quienes al ser expulsados entran en una piara de dos mil cerdos. Los cerdos corrieron hacia el mar y se ahogaron. Fue una gran pérdida económica para aquellos gentiles, pero recuperaron a un hombre. Sin embargo, sobre estas gentes pesa más el daño temporal que la liberación del endemoniado y rogaron a Jesús que se marcharan de su país. La presencia de Jesús en nuestra vida puede significar, alguna vez, perder un buen negocio porque no era del todo limpio, o, sencillamente que quiere que ganemos Su corazón con nuestra pobreza. Y siempre nos pedirá el Señor, para permanecer junto a Él, un desprendimiento real de los bienes, que señale la primacía de lo espiritual sobre lo material, y del fin último sobre los bienes temporales.

II. Todas las cosas de la tierra son medios para acercarnos a Dios. Si no sirven para eso, no sirven para nada. Más vale Jesús, que la vida misma. Seguir a Jesús no es compatible con todo. Hay que elegir, y renunciar a todo lo que sea un impedimento para estar con Él. Para eso, debemos tener enraizada en el alma una clara disposición de horror al pecado, pidiendo al Señor y a su Madre que aparten de nosotros todo lo que nos separe de Él: “Madre, líbranos a tus hijos –a cada uno, a cada uno- de toda mancha, de todo lo que nos aparte de Dios, aunque tengamos que sufrir, aunque nos cueste la vida” (ÁLVARO DEL PORTILLO, Cartas) ¿Para qué queremos el mundo entero si perdiéramos a Jesús?

III. La mayor necedad de los gerasenos fue no reconocer a Jesús que los visitaba. El Señor pasa cerca de nuestra vida todos los días. Si tenemos el corazón apegado a las cosas materiales, no lo reconoceremos; y hay muchas formas muy sutiles de decirle que se vaya de nuestra vida: deseo desordenado de mayores bienes, aburguesamiento, comodidad, lujo, caprichos, gastos innecesarios. Nosotros debemos estar desprendidos de todo lo que tenemos. El desasimiento hace de la vida un sabroso camino de austeridad y eficacia, y debemos estar vigilantes para no caer en estas formas de apegamiento a los bienes materiales. Nosotros le decimos al Señor después de la Comunión, las palabras de San Buenaventura: Que Tú seas siempre mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté fija y firme e inconmoviblemente arraigada mi alma y mi corazón. Señor, ¿a dónde iría yo sin Ti?

Fuente: Colección "Hablar con Dios" por Francisco Fernández Carvajal, Ediciones Palabra. Resumido por Tere Correa de Valdés Chabre