Plegaria por Chile


¿También por Chile, Señor…?


Una carta, entre miles y miles de mensajes de este estilo, cuando los muertos a tres días del terremoto de Chile (sábado 27 de febrero) eran más de 700:

“… En Concepción los hermanos están bien. Tienen agua. La casa tiene grandes grietas en el comedor. Los frailes duermen en la iglesia y en la oficina parroquial y están dando alojamiento a cuatro familias sin techo. Los hermanos Víctor Hugo y Ricardo están acompañando a sus respectivos padres. La situación en las calles de Concepción es dramática. Personas desesperadas han incendiado un gran centro co-mercial (Supermercado Santa Isabel, Tiendas La Polar, etc.), que está a 50 metros de nuestra iglesia. Hay mucho desorden social en las calles…”. (1 de marzo de 2010. El superior capuchino provincial de Chile al superior general de la Orden y demás hermanos).
Hermanos todos de Chile, en comunión de amor con vuestros queridos difuntos, os acompañamos haciendo una corona de amor. Tened esperanza. Madres que tenéis que reconstruir vuestro hogar, estamos especialmente con vosotras.



¿También por Chile, Señor,
tu corazón ha sufrido?
¿En dónde estás escondido,
mirando tanto dolor?


Que no me tiemble la tierra,
Dios mío, bajo los pies;
dentro de mí, ya me ves,
un terremoto se encierra.

¿Adónde puedo mirar
para sentirme en seguro
y acogerme en este apuro
a una familia y hogar?


¿También por Chile, Señor,
tu corazón ha sufrido?
¿En dónde estás escondido,
mirando tanto dolor?


Señor, que todo lo tienes,
y ahora tanto nos quitas,
tú, muerto, tú resucitas
y nos abres a otros bienes.

En este trance de fe,
noche oscura, muy oscura,
dame un rayo de ternura,
que si no, vacilaré.


¿También por Chile, Señor,
tu corazón ha sufrido?
¿En dónde estás escondido,
mirando tanto dolor?


La madre tierra doliente
nos da frutos y alimenta,
¿por qué en esta hora cruenta
nos hiere tan duramente?

La sangre la está regando:
¡ojalá que de esta prueba
resurja una vida nueva,
con Dios sufriendo y amando!


¿También por Chile, Señor,
tu corazón ha sufrido?
¿En dónde estás escondido,
mirando tanto dolor?


Derrama, Señor, tu paz
en esta desolación,
y estrecha más nuestra unión
para hacer fraternidad.

Que una pena compartida
entre dos es media pena,
y una esperanza en cadena
se hace esperanza crecida.


¿También por Chile, Señor,
tu corazón ha sufrido?
¿En dónde estás escondido,
mirando tanto dolor?


Señor del cielo y del mar,
que a Chile diste belleza,
adoramos tu grandeza,
dispuestos a trabajar.

En tu corazón me quedo,
Padre Dios, mi Padre amado,
y por tu amor consolado,
te amo cuanto yo puedo. Amén.


Puebla de los Ángeles, 1 marzo 2010
(Puede el lector orante volver sus ojos a la “Plegaria por Haití”)


Rufino María Grández,
hermano menor capuchino