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Himnos feriales para Laudes
Martes
Es grande, sin contorno, el universo
Un día los hombres llegaron hasta la Luna, y allí pusieron su planta; allí
rezaron. Un día los habitantes de la Tierra irán a Marte; ya estamos
cerca. Los hombres de la ciencia están investigando sobre este planeta.
Ésta es la creación que Dios nos ha dado. Admirémosla: Es grande, sin
contorno, el universo. En ese mundo Dios nos ha metido: por él
transita humilde nuestra ciencia. Ya lo vemos; cada día sabemos un
poquito más, cada día poseemos un poquito más los insondables secretos del
universo.
Con este panorama fascinante de la Ciencia podemos volver los ojos a
aquella página de la creación, ungida de poesía y profecía. El mundo iba
saliendo de las manos de Dios y todo en él era belleza, armonía y melodía:
“opus creationis, opus distinctionis, opus ornatus”, decían los sabios
escolásticos, al analizar la obra de Dios en el Hexaémeron, en los
Seis Días de sus proezas.
Cada una de sus obras es un venero de contemplación, y así lo vieron los
autores sagrados. Nos dijeron que Dios creó el Sol y la Luna para que
tengamos luz por el día y luz por la noche, pero además, y quizás sobre
todo, el Sol y la Luz nos marcan el calendario de nuestras fiestas
sagradas. Es que el universo entero es una liturgia para su Creador.
Nuestros ojos se pasean, desde milenios, por la tierra con sus plantas,
con sus flores, con sus árboles. Se pasea por los aires, espacio de los
pájaros; por los mares... Por la tierra de nuevo donde viven los animales
al servicio del hombre.
“Y vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien” (Gn 1,31).
Cantemos esta hermosura que linda con lo infinito.
Es grande, sin contorno, el universo,
por él transita humilde nuestra ciencia;
más grande y admirable y amorosa
en él presente, oh Padre, tu Presencia.
El Sol mayor, la Luna, astro segundo,
luminarias que marcan nuestras fiestas;
mas eres tú la fiesta del amor
que día a día al canto nos despierta.
Humanamente hermosas son tus flores
que dicen su lenguaje a quien contempla;
mas eres tú, Autor de la hermosura,
la luz que nuestras almas hermosea.
La vida de vivientes de los mares,
del aire, de los campos y la tierra;
mas eres tú la vida de la vida,
oh Dios que nos habitas con tu fuerza.
Hermoso Dios y Padre de este día,
el corazón te alaba y se recrea;
acepta, Creador, el bello cántico
que tú pusiste en labios de la Iglesia. Amén.
Año 2001
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