EL EVANGELIO DE HOY
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

  


Domingo
XXXIII ciclo C

Lc 21,5-9
 

 


Que sea yo, Jesús, tu fiel discípulo
(Canto y Soliloquio de comunión)

 


Hay en el Evangelio frases misteriosas de Jesús que hablan de cataclismos propios de un gran advenimiento. Pueden referirse a la destrucción del Templo y de Jerusalén (Lc 21); pueden apuntar, más bien, a la venida final del Hijo del hombre (Lc 17). No es fácil – y seguramente que tampoco es posible – dividir fronteras. Y en los mismos acontecimientos se revuelven grandes tribulaciones y esperanzas certeras: en todo caso, Jesús es el triunfo de Dios, y nosotros, por el poder y la misericordia del Padre, somos asociados al triunfo de su Hijo.


También los textos bíblicos, lo mismo en los evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) que en los escritos de la época apostólica, hay “señales” que delatan la Parusía o Venida del Señor: la apostasía, la predicación del Evangelio…


Aunque nadie ni sabe ni puede otear cuándo ha de ser el fin del mundo, sí que podemos ver la Parusía del Señor en el escenario de nuestra vida. Con este espíritu está compuesto este canto – que también puede ser “soliloquio” – de Comunión. Vivimos grandes tribulaciones en torno. No importa. Vivimos la Parusía de Jesús. Y, sobre todo, esta Parusía que acontece en mi corazón.


Cantemos. Y digámosle como decimos al final: ¡suban a ti las flores del amor: la Iglesia peregrina las envía!


 


Estribillo
Que sea yo, Jesús, tu fiel discípulo,
la Iglesia de tu amor sea mi guía,
en tanto que entre gozos y esperanzas
hacemos el camino de la vida.

Estrofas
1. Vendrán profetas varios con su hechizo,
vendrán a ti, Iglesia pobrecilla;
vendrán usurpadores y dirán:
“El tiempo es éste: Yo soy el Mesías”.

2. Vendrá la confusión, como emisario
de nueva y de triunfal filosofía;
habrá como un diluvio turbulento
de guerras, desamores y perfidias.

3. Vendrá la duda íntima clavada
con flechas y opiniones relativas;
y un blando Dios, difuso, que no pide
poner la vida entera en carne viva.

4. En la persecución seréis testigos,
de Espíritu y de Cruz mi Parusía,
seréis mis amadores resistentes,
la luz que, alzada sobre el monte, brilla.

5. Que yo he venido y en el fondo estoy,
y soy desde el principio fuente viva,
pues antes que nacieras a esta luz,
Yo soy la luz, la paz en ti escondida.

6. Yo soy quien te creó y te bendijo,
y no me fui, que estoy como semilla,
adentro muy adentro palpitando,
hablando al corazón de quien se humilla.

8. Por eso, quien se encuentra, a mí me encuentra,
y encuentra en mí la vida y armonía;
Yo soy ahora cierto tu futuro,
Yo soy regalo y don de tu conquista.

9. Tú eres tú, mi historia y mi promesa,
tú eres Dios, aquí, mi Eucaristía;
aleja mis pecados y temores,
y anhele yo, amante, tu venida.

10. ¡Jesús de Nazaret, Hijo de Dios,
mi ruta, mi final, mi eterna dicha,
suban a ti las flores del amor:
la Iglesia peregrina las envía! Amén.


Puebla, 12 noviembre 2010