EL EVANGELIO DE HOY
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Por este cuadro inicial sabemos cómo va a ser la vida de Jesús, profeta enviado: admiración, crítica, rechazo. “En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria” (v. 24). Comienza la tensión que un día culminará en la muerte, y ésta en Jerusalén: “no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén” (Lc 13,33). Pero en este himno – o, mejor, canto de comunión - no tomamos esta nota del rechazo; sino justamente, la acogida, que es la que Jesús tenía derecho a esperar. Nuestra acogida a Jesús, Profeta e Hijo de Dios, quiere ser total: Corazón a corazón, una alianza de amor. Que Jesús nos dé su corazón, y nosotros le entregamos el nuestro. Es lo que busca Jesús y lo que suscita en nosotros. Es nuestra vivencia íntima de comunión.
Muchos leprosos había
Corazón a corazón:
Tú te viste rechazado
Corazón a corazón:
Mala suerte de profeta,
Corazón a corazón:
¡Mi Señor, de enamorados
Corazón a corazón:
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