P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

FLOS SANCTORUM


 


12 de diciembre


Ntra. Sra. de Guadalupe
2


Visita a la Villa


Una meditación contemplativa y plegaria rimada a la Virgen de Guadalupe para uno que va a visitarle a la Villa, con penas en el alma que quedan apaciguas bajo la murada de la Morenita del Tepeyac.

No olvidemos que Juan Diego – Juan Dieguito – le hablaba a la Virgen con una ternura que enternece, y hasta le decía: ¡Niña mía…!, como si fuera su hijita. Cuando le fe es pura, todo es posible.


La Virgen de la Villa,
latido de la fe de muchas razas,
el manto tiene azul y con estrellas
¡oh pura, Inmaculada!;
las suaves manos juntas para Dios,
y hacia la tierra tiene su mirada
con ojos de ternura,
con labios que al callar tan dulces hablan.

Son negros los cabellos;
mestizos son los rasgos de su cara,
se juntan en su rostro los venidos,
hermanos ya del pueblo que encontraran.

La Virgen habla lengua de la tierra,
y escucha con amor la lengua extraña.
Y nace en esta plática
un habla por sus labios suavizada.

María, Virgen náhualt,
oh Madre del Señor, Guadalupana,
Juan Diego viene hoy,
trayendo el corazón hasta tus plantas.

Tus ojos son los mismos,
querida Niña mía de mi alma,
tu pecho más amante todavía,
para acoger mi súplica callada.

Tú miras, miras, miras
y es pura... pura gracia tu mirada;
aquí me quedo quieta, Madre mía,
diciéndotelo todo sin palabras.

Oh Madre del Señor y de la Iglesia,
que a los sencillos amas,
aquí me ves, a gusto junto a ti,
sintiendo tu caricia, Madre amada.

Aquí estoy yo, la paz me ha visitado,
venida de tu cara;
oh Madre, me consagro,
acógeme, y guárdame en tu casa.


Cuautitlán Izcalli (patria de Juan Diego), 27 julio 2004