P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

FLOS SANCTORUM


 

SAN AGUSTÍN DE HIPONA
obispo y doctor
28 de Agosto

 

San Agustín es el doctor desbordante de la Iglesia. Buscó la verdad y, por su humildad, compunción y deseo, la encontró; y su palabra se hizo voz en la Iglesia de Hipona y de África y sigue resonando hoy como secreto coloquio en nuestros corazones. Es el Padre de la Iglesia más representado en las lecturas del Oficio cotidiano de lecturas (82 lecturas). Y ¿de qué hablaba el Obispo Agustín? “Bien se puede afirmar que Cristo y la Iglesia son el fundamento del pensamiento teológico del obispo de Hipona, más aún, podría añadirse, de su misma filosofía, en cuanto echa en cara a los filósofos haber hecho filosofía "sine homine Christo". De Cristo es inseparable la Iglesia”. (Juan Pablo II, Carta apostólica Augustinum Hiponensem en el XVI centenario de la conversión de san Agustín,1986, n. 3). Es el Doctor del Cuerpo Místico de Cristo, y el doctor del Amor interior, corona de la razón. Dios me habita: intimior intimo meo (más íntimo que mi propia intimidad).

La Escritura fue el jardín que cultivó, y por su amor a Cristo, en ella lo encontró todo.

Un libro abierto y un corazón en llamas: así representan los Agustinos el ideal de su Orden. Uno que anuncia el Evangelio eso quisiera ser: libro y corazón.

Al oír el nombre de san Agustín, fácilmente viene al pensamiento aquella frase suya: Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón anda inquieto mientras no descanse en ti, “…quia fecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te” Con la evocación de este comienzo de sus Confesiones (I,1) arrancamos en el Himno.


Nos hiciste, Señor, para ti,
y en lo íntimo hallar tu presencia,
tu amistad y dulzura infinita,
tu verdad, que es amor y belleza.

Nos hiciste, Señor, para amarte,
con pasión y con toda pureza,
para verte en el huerto y el alma,
y adorarte en tu faz y en tu esencia.

Somos cuerpo total, Cristo uno,
cuerpo vivo por nuestra Cabeza;
él es vida y clamor de los fieles,
oración celestial en la tierra.

Agustín, pensador y amador,
tus amores son Cristo y la Iglesia;
la Escritura, el jardín que cultivas,
tu coloquio y saber sin fronteras.

La verdad, el cayado y morral
del pastor que defiende a la oveja;
la unidad de la santa y católica
fue tu espina, tu anhelo y tu enseña.

¡Oh Jesús, corazón sobre un libro,
Evangelio que Dios nos entrega,
en la llama divina, Uno y Trino,
sea a ti la alabanza en la espera! Amén.


Agosto 2009