26 de junio
Beato Santiago de Ghazir
Sacerdote capuchino del Líbano
Santiago de Ghazir, cedro del Líbano
Hay dos santos que embellecen la historia reciente del Líbano: el ermitaño
de rito maronita San Charbel Makhlouf (1828-1898), primer santo oriental
canonizado por la Iglesia desde el siglo XIII, y nuestro hermano capuchino
Santiago (o Jacobo) de Gahzir (1875-1954), de bautismo Kalil Haddad,
Su vida fue un portento de caridad, reconocida así por cristianos, por
musulmanes, por el Gobierno del país, que le condecoró, debido a sus
grandes méritos de beneficencia. Se volcó en la promoción de escuelas en
el país; fundó hospitales. Tuvo especial predilección por sacerdotes
ancianos mermados en sus facultades y necesitados de cuidados
psiquiátricos.
Los hermanos sacerdotes pueden experimentar
lo que significa la intimidad de la Eucaristía: “le demandaba a Dios me
ofreciera la Gracia de la Ordenación y de la Primera Misa y después me
llevara con Él”. Esta gracia la recibió el 1 de noviembre de 1901: “luego
de mi ordenación y de la Primera Misa, he sentido una gloria inefable,
jamás experimentada anteriormente”.
El amor, que por necesidad es “difusivo”,
le llevó a fundar, a través de la Tercera Orden, de San Francisco, de la
que fue gran propagador, a las “Hermanas Franciscanas de la Cruz del
Líbano” (1930).
El día 22 de junio de 2008 fue beatificado
en su patria del Líbano.
Su memoria fue señalada para ser celebrada
el 26 de junio.
Santiago de Ghazir, cedro del Líbano,
la Cruz y la oración y la confianza
hicieron el prodigio de tu vida:
la caridad que todo sobrepasa.
La efigie de Jesús resplandecía
en niños indigentes de enseñanza,
y muy bella, escondida y misteriosa
si un sacerdote quiso tu mirada.
Ferviente sacerdote en el altar
y hermano fiel, que busca, llega y ama;
María, Luz del Líbano y del mar,
será tu Madre, guía y atalaya.
Que digan las Hermanas de la Cruz
cuál fue tu testamento y cuál tu gracia:
ejemplo capuchino del amor
con pluma, con acción, con toda el alma.
Hermano infatigable para darse
descúbrenos tu herencia franciscana,
aléjanos de toda cobardía,
Santiago de la Cruz y la esperanza.
Que brille Cristo, don de Dios al mundo:
sigamos tras las huellas de su planta:
¡A ti la gloria, Cristo Caridad,
que al Padre y al Espíritu retratas! Amén
Pamplona, mayo de 2008, para la Beatificación.
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