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Una vez que hubo obtenido la autorización necesaria de la Curia pontificia de Avignon, con fecha 29 de abril de 1406, fue ante todo a entrevistarse con el papa aragonés Benedicto XIII, que entonces se hallaba en Niza, y que tenía dos hermanas clarisas en Calatayud, las cuales habían intentado ya emprender alguna reforma en su monasterio. (…) En efecto, se trasladó a Besançon, después de haber obtenido del Papa, por enero de 1408, las facultades del caso. Y allí comenzó la reforma coletina, con la profesión de la Regla I. … Y como la fundación prosperara, la Santa pensó en establecer una nueva comunidad en Auxonne, en 1412. Y al visitar de paso el convento próximo de los frailes menores de Dole, viendo que simpatizaban con sus planes de reforma, los ganó fácilmente para su causa, con la esperanza de que entre ellos pudieran obtenerse capellanes y confesores para los futuros monasterios. De este modo se iniciaba, al arrimo de las clarisas coletinas, la rama de los Frailes de la reforma de Santa Coleta, que no se fundiría con los Observantes hasta 1517. Siguieron las fundaciones de Poligny (1417), Decize (1419), Seurre (1421), Moulins (1422), Aigueperse (1424), Vevey (1425), Orbe (1428), etc. Y luego en el sur de Francia, las de Castres (1425), Lezignan (1431), de donde había de originarse el movimiento de las coletinas españolas, etc. (…) La vida de santa Coleta es interesante como una novela. Fue una mujer extraordinaria que supo obtener la colaboración de papas, frailes, príncipes, duques, capitanes para su loca empresa. Fueron cuatro los conventos de frailes adictos a su reforma -Dole, Chariez, Sellieres y Buevray (a los que más tarde se agregarían otros, como los de Chambery y Curtray)-, que desde 1427 tuvieron su propio Comisario o Prelado mayor en la persona de fray Enrique de Baume, por nombramiento de fray Guillermo de Casale (AFH 3, 1910, 95-96). Entre sus devotos, es particularmente emocionante el caso de Jaime de Borbón, rey de Nápoles, por su matrimonio en segundas nupcias con la reina doña Juana. Profundamente conmovido ante la decisión de las dos hijas de su primer matrimonio con doña Beatriz de Navarra, que profesaron la Regla de santa Clara con las Constituciones coletinas, acabó por convertirse a una vida de fervor y austeridad por el influjo irresistible de la genial reformadora; y, al morir su mujer, doña Juana de Nápoles, dispensado del año de noviciado por la Santa, profesó también él la Regla franciscana en el hospicio de los frailes anejo al monasterio de las monjas de Besançon. (…) Y en los Países Bajos murió, en el monasterio de Gante, el 6 de marzo de 1447, la extraordinaria monja, después de haber fundado o reformado, en cuarenta años, unos 17 monasterios, y después de haber comunicado a su obra un dinamismo que la llevaría en los siglos sucesivos hasta América, Asia, África y Australia”. (Tomado de: IGNACIO OMAECHEVARRÍA, OFM, Las Clarisas a través de los siglos. Madrid, Ed. Cisneros, 1972, 89-92)
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