HIMNARIO DE LA VIRGEN MARÍA
Ciclo anual de celebraciones de la Virgen
en la Liturgia de las Horas

 

A LA VIRGEN DEL CARMEN

Vayamos a la cima del Carmelo
 

El himno está construido sobre dos puntos de referencia: la tradición veterotestamentaria del monte Carmelo, y la tradición eclesial “carmelitana”, que es contemplativa y mariana.

En el Carmelo Israel robusto se alza y ensancha el corazón hacia los mares. Haifa, a los pies del Carmelo, es el único puerto natural de la costa de Israel. De allí arranca el Carmelo – 546 metros de máxima altitud y avanza como fuerte macizo de 25 kilómetros hasta la llanura de Esdrelón.

El Carmelo es celebrado por su hermosura, por su vegetación. Es vergel antiguo, donde brotan innumerables especies de flores; las nubes que destilan lo bendicen. El Cantar de los cantares lo recuerda (Ct 7,6): bello, frente de la esposa. Y es el monte del combate: allí cayó Baal con sus profetas (cf. 1Re 18,19-40).

Desde la Regla dada por san Alberto de Jerusalén (entre 1206 y 1214) el Carmelo es el símbolo de contemplación bajo el manto de la Virgen. Allí frente al mar María es Stella maris, estrella en las tormentas y huracanes.

Después el Carmelo ha pasado al corazón de los fieles, como monte de oración, por san Juan de la Cruz, que nos invita a la Subida del Monte Carmelo: Vayamos a la cima del Carmelo.

 

Vayamos a la cima del Carmelo,

vergel antiguo, monte del combate,

allí donde Israel robusto se alza

y ensancha el corazón hacia los mares.

 

Se yergue bello, frente de la esposa,

henchido de esplendor en su follaje;

las nubes que destilan lo bendicen,

que es monte del Señor, real baluarte.

 

Allí cayó Baal con sus profetas

en pleito de la fe con fuego y sangre,

y Elías percibió la nubecilla,

que fue señal de Dios en duro trance.

 

Oh Virgen santa, Madre del Carmelo,

Estrella en las tormentas y huracanes,

oh Madre que nos vistes con tu manto,

defiéndenos muy fuerte en tantos males.

 

Oh Virgen del silencio y de la altura,

que adentras en la fe a los orantes,

condúcenos, piadosa, por la senda

que fue la tuya oyendo su mensaje.

 

¡La gloria sea al Dios de las montañas,

el Dios de los desiertos y ciudades!,

¡a ti, Señor, buscado eternamente,

a ti el honor por cauce de una Madre! Amén.

 

Rufino María Grández, Himnario de la Virgen María. Ciclo anual de celebraciones
de la Virgen en la Liturgia de las Horas
. Burlada, Curia provincial de Capuchinos 1989.
Música
: Fidel Aizpurúa.