HIMNARIO DE LA VIRGEN MARÍA
Ciclo anual de celebraciones de la Virgen
en la Liturgia de las Horas

P. RUFINO MARÍA GRÁNDEZ, ofmcap.

 


 

Santa María Virgen Reina II

           

El cisterciense San Amadeo (+1159), abad de Hauterive (Suiza) y luego obispo de Lausana, en una devota homilía, transcrita en el día de hoy, nos ha introducido en este misterio de la realeza de María, prolongación e irradiación de la Asunción.

Preferimos acudir a la delicada introducción a la misa de hoy, tal como la encontramos en el Misal de la Virgen María (misa 29), y en base a estas indicaciones está compuesto este himno.
 

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Así como el reino de Cristo «no es de este mundo» (Jn 18, 36), así también la potestad regia de la Virgen no pertenece al orden de la naturaleza, sino al de la gracia. Entre los elementos que, en el orden de la gracia, constituyen la dignidad real de la santísima Virgen, los textos de la misa celebran principalmente cuatro: la humildad, la función maternal, la humilde intercesión, el signo de la futura gloria de la Iglesia.

Reina gloriosa en el cielo es la santísima Virgen, porque en la tierra fue humilde esclava (cf. Lc 1, 38. 48), ya que, según la sentencia del Señor, «el que se humilla será enaltecido» (Lc 14, 11). Dios Padre, que a Cristo, humillado hasta la muerte (cf Prefacio; Flp 2, 8), lo coronó de gloria y lo sentó a su derecha (cf. Prefacio; Sal 8, 6), exaltó igualmente a la Virgen, su humilde esclava, «sobre los coros de los ángeles» (Prefacio).

Reina madre es santa María, porque dio a luz al Rey mesiánico, que se sienta «sobre el trono de David y sobre su reino» (Is 9, 6; cf. 1ª lectura, Is 9, 2-4. 6-7; Evangelio, Lc 1, 26-38) y, por beneplácito de Dios, es también madre nuestra, como confiesa la Iglesia: «Dios todopoderoso, / que nos has dado como Madre y como Reina / a la Madre de tu Unigénito» (Colecta).

Reina suplicante es la santísima Virgen, ya que, exaltada «sobre los coros de los ángeles» (Prefacio), reina gloriosa con su Hijo, «intercediendo por todos los hombres / como abogada de la gracia / y reina del universo» (Prefacio; cf. Lumen gentium 62).

Reina tipo de la gloria futura de la Iglesia es santa María, pues lo que se ha realizado en ella, miembro supereminente, se realizará también en todos los demás miembros del Cuerpo místico.  Por esto la Iglesia pide adecuadamente la intercesión de la santísima Virgen para que sus miembros alcancen “la gloria de (su) Hijo en el reino de los cielos” (Colecta)

 

Reina del universo, Virgen Madre,
¿qué imperio o reino a ti te pertenece,
que humilde y pobrecilla esclava fuiste,
gozosa de ser virgen obediente?


Si acaso de hermosura es tu reinado,
primero de humildad la reina eres;
las más humilde, última de todos,
por eso hoy la más resplandeciente.


Reina por ser la Madre del Mesías,
que tuvo de David la regia sede;
Reina de tus hijos, pues eres Madre,
que no hay reinado superior a ése.


Y Reina suplicante, ya exaltada,
al lado de tu Hijo en luz celeste;
qué dulce paz la frente inquieta baña
saber que por nosotros intercedes.


Reina, primicia hermosa de la gloria
que se ha de hacer corona en nuestra frente;
preciosa y pura efigie de la Iglesia
esposa de Jesús, el Rey de reyes.


¡Sea la Trinidad glorificada
al bello canto unido de los fieles;
bendito sea el Verbo, que tan bello,
tan límpido en María resplandece! Amén.