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Pienso... luego existo. Si no piensas... vegetas... no vives. ¡ Atrévete a pensar ! |
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Debemos dar un tono de valentía a
nuestra vida cristiana, tanto a la
privada como a la pública, para no
convertirnos en seres insignificantes en
el plano espiritual e incluso en
cómplices del hundimiento general. ¿Acaso no buscamos, de manera ilegítima, en
nuestra libertad un pretexto para dejarnos imponer por los otros el yugo de
opiniones inaceptables? Sólo son libres los
seres que se mueven por sí mismos, nos dice santo Tomás. Lo único que nos ata
interiormente, de manera legítima, es la verdad. Esta hará de nosotros hombres
libres (cf. Jn 8,32). La actual tendencia a suprimir todo esfuerzo moral y
personal no presagia, por consiguiente, un auténtico progreso verdaderamente
humano. La cruz se yergue siempre ante nosotros. Y nos llama al vigor moral, a
la fuerza del espíritu, al sacrificio (cf. Jn 12,25) que nos hace semejantes a
Cristo y puede salvarnos tanto a nosotros como al mundo (Pablo VI, Audiencia
general del 21 de marzo de 1975).
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