28 de diciembre – Los Santos Inocentes, Mártires
1.
Preparación
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las
reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un
punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de
Dios
Cuando se marcharon los magos, el ángel del
Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a
su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes
va a buscar al niño para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su
madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así
se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que
saliera de Egipto." Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera
y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus
alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: "Un grito se oye en
Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa
el consuelo, porque ya no viven".
(Mateo
2,13-18).
1.
Tercer testimonio a favor del Niño que nos ha nacido: Los santos
Inocentes. Los niños cruelmente degollados en Belén por orden de Herodes,
porque teme que el Rey de los judíos que ha nacido -según le han dicho los
magos- le arrebate el trono. ¡De qué crueldades es capaz el ser humano para
lograr o conservar algunos privilegios, triunfos, ganancias! Hoy recordemos
ante el Señor a tantos niños inocentes que, en estos tiempos, son
maltratados, pasan hambre, son explotados en trabajos inhumanos. Sobre todo,
a los masacrados en guerras crueles, promovidas por intereses egoístas y
bastardos. Y por los no nacidos, víctimas del aborto. Y pidamos al Señor,
que cambie, el corazón de los “herodes” de hoy; que se respeten los derechos
de los niños en todas partes; que cese el dolor de tantas madres que ven,
impotentes, la muerte o el sufrimiento de sus hijos; que en el corazón de
los gobernantes -y en el de todos los hombres- se instale el Amor y la Paz
de la Navidad.
2.
Hoy, en el
evangelio, vemos que el Dios encarnado empieza a ser perseguido
tempranamente. Con este relatado el evangelista nos recuerda el destino
martirial del recién nacido. Pero aún no era “su hora”, y el ángel del Señor
avisa a José: "Levántate,
coge al niño y a su madre y huye a Egipto…
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de
noche, se fue a Egipto.”
Y el Dios recién nacido –como nuevo Israel- tiene que marchar
con su familia a Egipto, asumiendo la realidad dolorosa del emigrante, que
deja su patria y marcha a un país extraño, como tantos pobres o perseguidos
de nuestro tiempo... Más tarde llegará “su hora”, y entonces no huirá, sino
que –ante el desconcierto de sus discípulos- irá al encuentro de los que le
buscan para matarlo: “Yo soy”, les dirá.
¿Cuál es nuestra actitud frente a los sufrimientos, las contradicciones e
incomprensiones, que se presentan en nuestra vida de seguidores de este Dios
encarnado perseguido? Señor, que esté presto a hacer siempre lo que en cada
momento me pidas, por costoso que me sea.
3.
Herodes mata por miedo a perder su trono. ¿No tenemos nosotros nuestros
“tronos”, que queremos conservar, y para los que en Cristo vemos una
amenaza? Pidamos
al Señor que nos haga ver cuáles son esos “tronos” que tanto
tememos perder. Y que no recelemos nunca del Señor; que veamos claro que no
viene a quitarnos nada, sino a ponernos en nuestro verdadero “trono de hijos
de Dios”. Señor, Niño de Belén, míranos con amor: deshiela con el fuego de
tu mirada amorosa este corazón nuestro, a veces, tan frío, tan egoísta, tan
receloso de tu amor. Míranos, Niño que eres el Amor. Y hoy que “los
mártires inocentes proclaman tu gloria, no de palabra, sino con su muerte,
concédenos, por su intercesión, que nosotros testimoniemos con nuestra vida
la fe que confesamos con la palabra”.
(Colecta de la misa).
3.
Diálogo con Dios
A la luz de esta Palabra y de estas reflexiones,
pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón,
dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te
responde... Y pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos
que han surgido en tu corazón.
FRAY JESUS ANIORTE