San
Juan de Ávila
Carta del auctor á un señor de título enfermo y muy temeroso, enseñándole lo que ha de hazer, y quanto conviene, no dexando el conocimiento de sus faltas, que le causan temor, crecer en el conocimiento de Dios, que le cause amor
Recebí
la carta de V. S., leila y entendila, y espero de Nuestro Señor misericordia
para V. S., pues para la grandeza dél no es mucho hazer bien á quien no lo
merece, aviéndolo hecho á los que lo desmerecen.
No
me pesa que V. S. tenga temor de la muerte, porque aunque es cosa penosa, no es
peligrosa, y muchas vezes embiada por Nuestro Señor para que con esta espuela
hagamos lo que con la del amor no hazemos. Y Él como es padre de misericordia
suele guiar estos negocios de arte como temor y esperança nos ayuden á andar
el camino, el qual será bien allanar y aparejar, pues para todo successo
aprovecha y para ninguno daña.
Querría
que V. S. mandasse hazer la casa del aposento de los pajes. Item, que se
pagasse aquello de las armas y cavallos que se echaron en aquellos pueblos. Item,
que por agora no se compre cosa costosa de vestidos y cosas semejables. Item,
si Vuestra Señoría ha malganado algo á juego, que no esté restit[u]ido ó
tornado á perder con la misma parte, que se restituyesse. Item, si dixo
á algunas personas que jugassen, y por respecto de Vuestra Señoría, cuyo
ruego es como mando, jugaron, y alguna perdió, que se le restituya. Item,
porque las personas que tienen estado como V. S. no alcançan muchos cargos y
agravios que se hazen á otras, ó sus criados por descuido de ellos, que V. S.
mandasse dezir en las iglesias de su estado que qualquiera persona que tenga
algún agravio, que lo venga diziendo, y se le satisfará: é poner Vuestra
Señoría al prior de Sancto Domingo, y un letrado de derechos, que sepa los
negocios del Estado, y al cura, para que oyan y vean lo que se deve hazer; y
algunos casos oirá Vuestra Señoría, aunque le sea trabajoso, porque no se le
digan en otra parte, que más pena le dé. Y en todo caso querría que se
hiziesse esto, porque me parece ser remedio de qualquier mal que á próximo
toque, y fácil de hazer bien, quanto diffícil si se guarda para después de la
vida. No sea impedimento para esto lo que al mundo puede parecer de hazerlo,
pues quien tiene cuenta con Dios fácilmente la perderá con el mundo.
A
la persona que V. S. manda que hable, no he hablado, porque haze diez ó doze
días que estoy en la cama: ayer me levanté: yo terné cuidado cierto de lo
hazer con brevedad, y avisaré á V. S. de lo que ay. Desde que V. S. se partió
de acá ha queridoNuestro Señor de me poner cuidado más vivo de lo encomendar
en las manos de su misericordia. No avía entendido la causa, y deve ser la
mayor necessidad: sea lo que fuere, V. S. se esfuerce mucho con aliento nuevo
ofrecerse á la voluntad del Señor, como quien haze servicio á un padre de
algo que mucho ama. No nació V. S. para sí, sino para Dios: y antes que
naciesse ya estava comprado por Jesu Cristo, el qual consigo, precio de tanta
ventaja, nos compró, para que los que vivimos, como dize Sant Pablo, no vivamos
para nos, sino para Él. ¿Quién querrá quedarse por proprio, viéndose
comprado por Dios, y por precio de Dios? Ay hombres que se offrecen en una
guerra por causas ligeras á perder la vida: ¿y seremos tan covardes que [no]
queramos darnos á Dios? Dióse Él por nos á manos de sayones: ¿y no nos
daremos nosotros á las suyas, Él para morir, nosotros para vivir? No sea V. S.
avariento en esto: haga esta cuenta: Dios ay; por quien es, y por lo que por mí
passó y por lo que me ha soltado, y por lo que me ha hecho, me le devo tres mil
vezes; si hasta aquí no le he dado el señorío de mí, pésame dello: agora se
lo doy libre y desembaraçado para que me trate á su voluntad, y que yo haga la
suya, assí en lo que tiene mandado que yo haga en su sancta ley, como en
qualquier trabajo que me quisiere embiar, quitar ó poner: ¿dónde estaré
mejor guardado que en las manos de Dios?; á las quales yo me doy, pues Él no
dexa perder sus cosas, que porque yo hiziesse esto perdió Él la vida: no lo
pidiera si no lo quisiera, y no se gozara si no lo desseara; porque no es de
Dios mandar que le den y no querer recebir, como tampoco es mandar que le pidan
y dexar de dar. Y pues nos ha notificado su dulce voluntad, con la qual quiere
nuestro bien, y por esto quiere que seamos suyos, sin duda creamos que quien tan
cuidadoso es en pedir, y quien pide con amenaza de infierno y con promessa de
reino, no será descuidado en el recibimiento de lo mismo que Él pidió.
No
le parezca á V. S. que peccados passados son parte para estorvar este amoroso
abracijo de Dios, pues con braços abiertos está llamando al mismo peccador,
primero que el peccador llamasse á Él, y le dize: Fornicata est cum
amatoribus multis; revertere ad me, et ego suscipiam te. No se cansa el
pastor en buscar la oveja perdida, ni el caçador su açor, y quando lo halla,
tómalo y tráelo consigo con mucha alegría. Digo esto, porque á lo que de V.
S. entiendo, tiene más de proprio conoscimiento que de conocimiento de Dios, y
por esto terná más de temor que de esperança y de amor. No se desdiga V. S.
de la mala possessión en que se tiene: confiésselo assí, créalo assí, y no
quiera remediar su temor con falsa esperança y mentira, alivianando sus males:
no assí, que será mal sobre mal, y el postrero peor que el primero, y estorvo
para remedio, pues no da Dios su perdón ni misericordia sino á quien conoce
propria miseria: mas crea que como nosotros somos más malos de lo que
alcançamos, assí es Dios más bueno de lo que entendemos. Otro coraçón tiene
Él que nós, y especial en el perdonar, lo qual saben los hombres muy mal hazer,
porque saben muy mal amar. Y de aquí nace no alcançar aquella alteza de
misericordia que Dios con los peccadores tiene; porque como no han experimentado
sino ira con quien les offende, y si perdonan les quedan mil reliquias y
resfriamiento de amor, juzgan de Dios lo que de sí, y aunque su boca diga que
ay differencia de Dios al hombre, no lo siente assí su coraçón.
Quando
sean más grandes los hijos de V. S. y le den algunos enojos, quiça entenderá
algún rastro de aquesto. No desama el padre al hijo aunque le enoje, sino
castígalo y tiénele coraçón de padre: y assí haze Nuestro Señor, al qual
siempre que el peccador quiere tornar á Él, no se le niega el coraçón
paternal; y quando no bolvemos está desseando que bolvamos, sin ser parte para
estorvar este desseo todos nuestros peccados, porque es mayor su amor. Y este
amor y cabida en su coraçón ganamos por el medianero de Dios y los hombres,
Jesu Cristo Señor Nuestro, que siendo Él Hijo natural, nos ganó adopción de
hijos, y coraçón en Dios de padre con hijos, cada y quando que dél
quisiéremos gozar por la penitencia y sacramentos. Este amor es la raíz de
donde sale el esperarnos Dios, el llamarnos, el recebirnos, perdonarnos y
salvarnos; que si bien se mira, el coraçón y amor con que esto haze nos
enamora más y obliga más que lo que haze. ¿Qué cosa es querer tanto Dios al
hombre que por amarle tanto, por mucho que le enoje, no le quite este amor, y
hazerle dezir: «no, quiero á fulano bien, aunque se torne á mí, no la quiero
buscar ni embiarle á rogar que se torne á mi casa»? No, nada desto, no, sino
aquel perseverante amor que como vivas llamas arde y tan encendidas, que assí
como las muchas aguas de las penas no se lo pudieron apagar para que dexasse de
morir por nós, assí las mayores aguas de nuestros peccados no pueden apagar
esta encendida caridad de Dios con nosotros, mas siempre vencedora en las penas
y en las culpas, y allí padeciendo, aquí perdonando. Y todo nasee de una misma
raíz de amor, y tan fuerte que no ay maldad que le vença. Quien desto
semaravillare terná razón, porque de igual á igual, de menor á mayor, fuera
cosa maravillosa; y este amor de Dios al hombre es más que maravilloso: mas
quien por parecerle cosa muy grande no lo creyere, afrenta haze á Dios, pues
por ser su coraçón maravilloso por esso no lo cree, siendo rastro proprio para
conocer las obras de Dios el ser tales que hagan maravillar á los que las
conocen; porque si Él es maravilloso, hanlo de ser sus obras: y si otras sí,
estas del amor más, pues nacen de bondad, de cuya manifestación Dios más se
precia y Dios más usa que de los otros atributos suyos: Miserationes ejus,
ait David, super omnia opera ejus. ¡Pues quán mal lo mira quien por ser
mucho lo que Dios haze no lo cree, por ser mucho lo que promete no lo espera,
cotejando las cosas de Dios con la medida tan chica de su entender! No alcança
la Samaritana dónde ó de dónde tenga Cristo agua y gana de darla, que quien
la beviere no tenga más sed: mas dize el Señor que no sabe la mujer el dón de
Dios, ni quién es el que pide á ella fe y penitencia, y quiere darle el
Espíritu Sancto. Y no faltan agora hombres tan acovardados y flacos en la fe
que no puedan creer de Dios sino conforme á su propria pequeñez, puestos los
ojos en su poco poder, poco merecer; y como animales de tierra andan por ella, y
assí se quedan en ella. Mas quien á Dios mira, y dándonos su Hijo, que es su
amor, y amansamiento, contentamiento, y donde sus ojos se recrean, ¿qué
dudará deste coraçón, sino que le será propicio quando le llama con
penitencia, y piadoso cuando le uviere menester? Pues quien esto conoce, y lo
pide como lo deve pedir, puede esperar que lo terná, y con tenerlo tiene todo
bien, y no por qué temer como esclavo sin amor.
Dese
pues V. S. priessa á amar á este Señor que tanto le ama y tanto bien le tiene
guardado; y mire que si algún tiempo tuvo desseo de se enmendar y seguir al
Señor, agora le renueve y acreciente; porque dos vezes mandó el Señor que
circuncidassen á su pueblo: una quando lo mandó á Abrahám, y otra quando lo
metiesse Josué en tierra de promissión. La primera significa quando uno sale
de la vida mala y mundana y sigue el camino de la ley de Dios, que es el camino
estrecho, mayormente en los ojos del mundo: y la segunda es quando Dios quiere
llevar á uno á su reino, mándale que con nuevo f ervor se mire, se enmiende,
y cercene todo lo superfluo que es menester para que con alegría y limpieza
espere la corona de rey que la bondad de Dios tiene aparejada á los suyos.
Use
V. S. el confessar y comulgar, porque es la cosa que más consuela y esfuerço
da, oir la sentencia de nuestra absolución y recibir en nós á Jesu Cristo.
Rezar algo y leer, y limosnas, y todo lo demás que Nuestro Señor le inspirare.
Y
hágame sabidor de cómo le va; y si le fuere á V. S. mejor de salud, quedarnos
hemos con el buen estilo del ánima, y avremos sacado esfuerço del miedo.
El
espíritu consolador, que por Jesu Cristo se da á los hombres que se aparejan,
more en V. S. y le enseñe agradar á Dios, y lo guíe por camino derecho. Amen.