"Escucha
Israel, Dios es nuestro Dios, y amarás a Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, y con todas tus fuerzas... Y palabras que Yo te mando
hoy estarán en tu corazón... y las escribirás en los postes de tu casa y en
las puertas...”
Deuteronomio
6:4-9
Desde
tiempos muy antiguos el judío piadoso ha considerado a la Mezuzá como un símbolo
de su fe inquebrantable en Dios. La mezuzá es una cajita de madera, vidrio o
metal, de forma rectangular, que contiene un pergamino con inscripciones en
hebreo de los pasajes bíblicos del Deuteronomio 6:4-9 y 11:13-21. Esta caja
debe colocarse en los postes de las puertas de todo hogar judío para que los
miembros del pueblo de Israel, al entrar y salir, recuerden que Dios es uno, y
que deben despertar del mundo banal con la sabiduría de que nada perdura
eternamente, excepto la unidad divina.
La
obligación de colocar la mezuzá se deriva del versículo bíblico que
establece que Dios debe estar presente en todo momento en la vida diaria del judío.
Es un símbolo de la lealtad de éste hacia su pueblo y un constante
recordatorio de las leyes divinas.
La
palabra mezuzá proviene del hebreo y significa marco de la puerta; sin embargo,
el nombre se ha asociado con el rollo de pergamino que contiene las
inscripciones en este idioma y que se inserta en la cajita. El pergamino debe
confeccionarse de la piel de un animal kasher,
esto es, permitido por la ley judía. Un sofer
o escriba redacta 22 líneas en la parte exterior del pergamino y al reverso
escribe la palabra hebrea que significa Todopoderoso o Guardián de las Puertas
de Israel.
La
mezuzá debe colocarse en el transcurso de los primeros 30 días en que se ocupa
una casa judía. Debe ponerse en forma inclinada en el marco derecho de cada una
de las puertas de la casa, a un tercio de la parte superior.
Como
parte de la tradición judía, los objetos sagrados se besan como un gesto de
reverencia. En el caso de la mezuzá se acostumbra tocarla con los dedos y
recitar: Que Dios proteja mi entrada y mi salida, hoy y siempre.
Toda
mezuzá debe revisarse dos veces al año para asegurar que el pergamino esté
legible y que no se haya dañado.
El
Talmud pone énfasis en la importancia de la mezuzá como elemento que asegura
la protección divina. Todo aquel que observe el precepto será merecedor de un
hogar sano y hermoso.
A
partir de esta idea surgió la concepción de la mezuzá como amuleto. Más aún,
en los tiempos medievales las mezuzot se adornaban con signos mágicos, sin
contar con la aprobación de las autoridades religiosas.
Actualmente,
la mezuzá es el símbolo inequívoco de todo hogar judío. En Israel, por
ejemplo, se coloca en todos los edificios públicos y en las sinagogas y puertas
de la ciudad de Jerusalem, para recordar a todos los que transitan por ahí, que
ese lugar está santificado de acuerdo a las leyes judías.