¿Qué es la "Lectio Divina"?

 

Es un acercamiento gradual al texto bíblico que se remonta al antiguo método de los Padres, que a su vez son herederos del uso rabínico. Esta práctica no es para una élite; interesa a todo cristiano y a toda Iglesia.

 

Esta "lectura de las Sagradas Escrituras" ha sido recomendada recientemente por el Concilio Vaticano II (DV 25).

 

 

¿Cómo se hace?

 

1.- Invocación al Espíritu Santo.

 

El Espíritu Santo es quien, según la palabra de Jesús, nos descubre el sentido de las Escrituras. Es necesario invocarlo al iniciar nuestro encuentro con la Palabra. El Espíritu Santo es el verdadero maestro, es el exegeta de las escrituras.

 

2.- Lee la Palabra de Dios (lectio)

 

Es el punto de partida y debe hacerse con atención y respeto. Consiste en leer y releer el texto identificando los personajes y la acción, preguntándose por el contexto y los destinatarios para averiguar qué es lo que el autor quiso decir a sus primeros destinatarios.

 

La condición fundamental para "entrar " en la palabra es ponerse a la escucha del señor.

 

3.- Medita la Palabra (meditatio).

 

La meditación trata de establecer un diálogo entre lo que Dios dice en su Palabra y lo que sucede en nuestra vida. La meditación nos ayuda a descubrir el sentido que el espíritu quiere comunicar hoy a su iglesia a través de los diversos pasajes de la Biblia. La meditación te ayuda a captar el "sentido espiritual de las escrituras", es decir el sentido que el Espíritu de Dios te desea comunicar hoy por su Palabra.

 

4.- Ora la Palabra de Dios (oratio).

 

Si se ejecuta bien la meditación de la Palabra de Dios, necesariamente desemboca en la oración, que es la etapa siguiente en el proceso de la lectio divina.

 

San Agustín afirmaba: "En tu oración hablas a Dios. Cuando lees la Sagrada Escritura, Dios te habla; cuando oras tú hablas a Dios".

 

En la meditación descubres lo que te dice Dios en el secreto de la conciencia. Ahora te toca a ti responder a su Palabra con la oración.

 

La oración provocada por la meditación comienza con una actitud de admiración silenciosa y de admiración al Señor, "porque nosotros no sabemos rezar como conviene" (Rom 8, 6).

 

5.- Contemplación y compromiso (contemplatio).

 

Es la culminación del camino como un don del Espíritu que brota de la experiencia de la lectio bien hecha.

 

La contemplación que resulta de la lectura orante (lectio divina) es la actitud de quien se sumerge en el interior de los acontecimientos para descubrir y saborear en ellos la presencia viva, activa y creadora de la Palabra de Dios; además intenta comprometerse con el proceso transformador de la historia que provoca esta palabra. No supone en modo alguno una evasión de la realidad, sino una penetración en lo más profundo de la historia y del designio salvador de Dios, que lleva al compromiso y a la acción para hacer presente en el mundo dicho designio salvador.

 

A la lectio divina se llega con humildad, desprovistos de todo, hambrientos y sedientos de la Palabra. "Como anhela la cierva corrientes de agua" (Sal 42, 2).

 

Señalamos los pasos básicos para hacer una lectura orante o lectio divina. A partir de aquí se pueden desprender un sinfín de métodos para hacer una lectura provechosa del texto bíblico.