La conversión al judaísmo
La festividad de Shavuot fue el disparador para las
siguientes reflexiones sobre la difícil convivencia en Israel entre los
diferentes grupos que conforman el abanico israelí, y ello sólo desde uno de
los tópicos en que se divide, el de sus corrientes religiosas. ¿Cuál va a ser
el modo en que será legítimo ser judío y vivenciar nuestras tradiciones?
¿Quién va a decidir qué formas son legítimas por sobre otras? ¿Quién debe ser
el "portero", que seleccione a los aspirantes a ingresar y ser parte de
nuestro pueblo? El autor llama a una actitud militante a la hora de dar
respuesta a estos desafíos.
El comienzo del mes de Sivan (y de junio, este año), anunció el arribo
del último día de la cuenta del Omer, la festividad de Shavuot. La tradición
sostiene que los israelitas abandonaron la esclavitud en la tierra de
Mitzraim, Egipto, en la mañana de Pesaj y cerca de cincuenta días más tarde
llegaban a los pies del Monte Sinaí. La tradición también cuenta que luego
de tres días de purificación (es decir, ropas limpias y abstinencia sexual),
Moisés y los Hijos de Israel experimentaron efectos especiales al mejor
estilo Steven Spielberg (la montaña temblando, humo, luces, temblores de
tierra, etc.) y la voz de Dios.
El debate entre los sabios gira en torno a si los israelitas (y aquellos
no israelitas que seguramente estaban con los esclavos liberados) escucharon
los Diez Mandamientos en su totalidad, sólo el primero: "Yo soy Dios tu
Señor", o incluso sólo las primeras palabras del Todopoderoso. El único
punto de acuerdo entre los tradicionalistas es que la revelación, en alguna
forma u otra, en efecto tuvo lugar.
¿Y con respecto a los modernos no tradicionalistas y laicos?
¿Tienen ellos algún punto de acuerdo? Sí. Tanto si el episodio del Monte
Sinaí tuvo lugar o no, esta tribu de Israel se ha mantenido junta como un
pueblo viviendo de acuerdo con un conjunto de valores por al menos 2.500
años, según estimaciones escépticas, y por más de 2.500 años para los
tradicionalistas liberales de entre nosotros.
Uno de los numerosos midrashim respecto de la revelación y del Monte
Sinaí es también un concepto popular para muchos judíos pensantes modernos.
Una voz… muchos oyentes. El midrash cuenta que aunque Dios habló en una sola
voz, todos y cada uno de los individuos, hombre y mujer, ex esclavo
israelita y ex esclavo no israelita, escuchó y por ende entendió el mensaje
de Dios en su propia y personal manera. El mensaje era tan poderoso y tan
personal que fue transmitido de generación en generación. La Torá y las
leyes le pueden dar estructura a la propia vida, pero sin la creencia de que
existe el bien detrás de esa estructura, toda ella se derrumba. Continuar
esta tribu de judíos fue considerado como algo bueno. Y fue la tarde y fue
la mañana, por varios miles de años.
La judería de nuestros tiempos está dividida. En Israel se da el
predominio de los tradicionalistas que insisten en que el mensaje que ellos
escuchan es "el" mensaje, y el único verdadero. Aunque existe una
división clara entre el mundo jaredí (ultraortodoxo) y el de los
ortodoxos modernos, ambos son firmes en la estricta creencia en Dios y
la revelación tanto como la observancia de la Halajá (ley judía)
tradicional. En la Diáspora, específicamente en Norteamérica, se da el
predominio de una concepción más progresista del judaísmo moderno y,
últimamente de una renovación judía. Estas formas o corrientes del judaísmo,
más comúnmente etiquetadas como conservadores, reconstruccionistas,
reformistas, progresistas o liberales, constituyen cerca del 80% de la
población judía institucionalizada de América del Norte, así como una buena
parte del total de la población judía de todo el mundo. Las diferencias
entre ellos son muchas, pero su premisa principal y su concepción
ampliamente aceptada es que si uno escucha la Voz puede llegar a encontrar
su sentido personal, sea espiritual o comunitariamente, y que siguiendo a
esta Voz, uno puede hallar un estilo de vida moral y ético. Esta Voz puede
ser muchas cosas… desde afuera y desde adentro, incluso simultáneamente.
Y ahora, el momento de la verdad… o de las verdades.
¿Quién es judío? La Ley de conversión y afines
¿Quién fue el que escribió, "Una rosa es una rosa es una rosa"? Si
él/ella fue un/a judío/a, no se estaría refiriendo a los asuntos de la
conversión al judaísmo en Israel. Desde el tiempo del acuerdo del status
quo entre David Ben Gurión y los partidos ultrarreligiosos, la política
del estado ha sido la de reconocer sólo las conversiones ortodoxas para
considerar a una persona como "judía". Esto se aplica para los propósitos
civiles israelíes (por ejemplo casamientos), para los fines de inmigración
bajo la Ley del Retorno y para el registro de una persona como judía en el
ministerio del Interior.
Para aquellos que se han convertido al judaísmo por medios no
ortodoxos fuera de Israel, la Corte Suprema ha fallado a fines de los
años 1980s, que estos judíos deben ser reconocidos por el estado como
judíos. Por lo tanto, se les permite inmigrar a Israel como judíos bajo la
Ley del Retorno y pueden ser registrados en el ministerio del Interior como
judíos en el registro de la población.
Ironía de ironías… Si un israelí residente se convierte al judaísmo por
vías no ortodoxas dentro o fuera de Israel, el Estado de Israel no lo
reconoce como judío. Un judío es un judío no es un judío…
Los líderes reformistas y conservadores (Masortí) en Israel y en
el extranjero han tratado durante años de romper esta actitud monopólica en
el tema de la conversión (y otras prácticas religiosas como las bodas y el
brit milá, la circunsición). El mayor salto hacia adelante fue el
establecimiento de la Comisión Neemán en 1997. Esta comisión fue
creada por el gobierno del Estado de Israel, formada por varios líderes
judíos "religiosos": "religiosamente" reformistas, "religiosamente"
conservadores/masortíes, y "religiosamente" ortodoxos. Esto significaba que
el estado reconocía a todas las corrientes del judaísmo y respetaba su
aporte al proceso. Es curioso, pero esta comisión pudo concretarse sólo
después que los partidos ultraortodoxos intentaron impulsar una ley de
conversiones religiosas que codificaría la ya vieja práctica de facto del
estado de garantizar el poder exclusivo del Gran Rabinato para decidir la
validez de cada conversión.
La comisión Neemán recomendó el establecimiento de un instituto de
conversión, en el que docentes ortodoxos, reformistas y conservadores
formarían a aspirantes a la conversión, pero dejando las conversiones en sí
a los tribunales ortodoxos. El Gran Rabinato jamás aceptó esta
recomendación.
Bajo los auspicios de la Agencia Judía,
una comisión está intentando una vez más llegar a una apropiada y, me
atrevería a decir, pluralista aproximación a la conversión (y a otras
prácticas religiosas) en Israel.
¿De quién es este Muro, después de todo?
Es noche cerrada… el sonido de pasos llena el espacio… la noción de que
individuos de todos los rincones de la ciudad se mueven rápidamente hacia un
lugar sagrado… serpenteando a través de los barrios de la Ciudad Vieja…
respirando la anticipación del sol que nace al sonido de la lectura de los
Diez Mandamientos… Mañana de Shavuot en Jerusalem.
Este año fue diferente de otros. En años anteriores, en la Explanada del
Kotel, bien afuera de las áreas para hombres y mujeres junto al Muro mismo,
un grupo de judíos reformistas, conservadores, masortíes y
reconstruccionistas intentaban rezar juntos, hombres y mujeres, en un
servicio religioso igualitario. El intento de años anteriores había sido
acribillado por numerosos "Sobretodos Negros" a botellazos, pañales usados y
slóganes racistas. Este año, en una movida que le permitiría a uno lograr la
apropiada "kavaná" (intención en el rezo), lo cual es difícil si uno está
esquivando tomates casi pasados, el servicio se mudó al área del Arca de
Robinson en las excavaciones arqueológicas del Muro Sur. Así se haya tratado
de una retirada o de realismo, Jerusalem se convirtió en la Ciudad de la Paz
en este día especial.
Otro avance fue anunciado el mes pasado, cuando las Mujeres del Muro,
un grupo de mujeres de varias corrientes religiosas que han intentado por
casi una eternidad rezar cada Rosh Jodesh (Inicio de Mes judío), finalmente
obtuvieron permiso oficial para rezar como quieran, a un volumen tan alto
como les plazca y de la manera que deseen. Mientras muchos de la izquierda
religiosa aplaudieron, la derecha religiosa en la Kneset puso límites a la
manera en que las mujeres podrán rezar en público en el Estado de Israel…
sin kipá, sin talit, sin tefilín.
¿De quién es el Muro? ¿De quién es la plegaria? ¿De quién es la religión?
¿Quién escucha la voz de quién?
¿Que relación hay entre el judío de la Diáspora y los aspectos judíos del
Estado de Israel?
Entonces, ¿en dónde encaja usted? Si usted está afiliado a una de
las corrientes no ortodoxas del judaísmo, estos asuntos lo afectan. Si usted
cree en su corriente de judaísmo, ¿no siente que el Estado de Israel debería
también respetar esa elección y otorgarle validez dentro de las reglas
judías del estado? Si una decisión impropia es tomada en Israel respecto de
estas corrientes, ¿esta decisión podría ser impuesta a la Diáspora? Cuando
venga a Israel, ya sea a rezar, a visitar o a vivir, ¿no siente que su
concepción debería ser recíprocamente respetada y aceptada?
Como dice el midrash… Una voz, muchos oyentes. Asegúrese de que está
escuchando bien. Si usted está seguro, entonces debería pensar en hacer que
su propia voz también sea oída. Los Hijos de Israel están escuchando… y tal
vez, también, Alguien Más.
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Nacional Judaismo
Para ser ciudadano israelí se exige ser de credo judaico, definido por los
derechos: 1) Propósitos civiles, 2) Inmigración bajo la Ley del Retorno, 3)
Registro como judío por el Ministerio del Interior. Esta es la idea que he
extraído del artículo.
Según esto, la pretención es construir, en virtud de un credo religioso, un
colectivo económico religioso. Es semejante a construir, en virtud de un
manifiesto político ideológico, por ejemplo el manifiesto marxista, un partido
único, como acontece en los países comunistas.
Pero la realidad siempre ha superado a la ficción y el pueblo israelí no es
conocido precisamente como el pueblo religioso. Ahí está la realidad, pueblos
más conocidos como religiosos son los pueblos musulmán y cristiano, los cuales
no se cierran rodeándose de unas fronteras concretas dentro del planeta. Y no
puede ser de otra forma para los pueblos de un Dios que es el Creador del
Universo y que, para más razón, es el mismo Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
El colmo del delirio israelí llega de la mano de alguien que se ha creído
salvador del pueblo judío: Sharon. Este no sólo encierra al pueblo judío
dentro de unas fronteras en el planeta, sino que además pretende levantar
dentro de esas fronteras un muro enorme, una especie de fortín estilo far west
para defenderse de los sucios apaches.
¿Qué ser humano, con dos dedos en la frente, contemplando estos disparates,
puede creer en la fe y en el Dios que predican los judíos registrados en el
Ministerio del Interior?. Pues, ..., lo siento, pero en mi modesta opinión,
eso no lo haría ni Adán y Eva, aún incluso que estos, como dicen algunos
energúmenos, no fueran más que unos monos genéticamente modificados.
Nadie, en su sano juicio, puede creer que un pueblo así sea el elegido para
salvar con Yahvéh a la Humanidad y mucho menos creyendo que el Paraíso es el
Nacional Judaísmo asentado en la antigua Canaán y el resto del mundo sea la
Gehenna. Este sionismo políticoeconómico o nacionalista judío es un pecado
contra la Promesa de Yahvéh a Abraham, Isaac y Jacob, un terrible pecado
contra la Voluntad de Yahvéh.
Mi sionismo no puede ser definido como mesiánico, pero tampoco como
nacional-judaico. Creo que mi sionismo es la alternativa más sensata y la
mejor solución para el conflicto judío-palestino.
MacKlaud...
By: Vitoriam MacKlaud (vicalearm@...) - June 10, 2002
"Jud?os Mesi?nicos" - Respuesta Joseph
Joseph:
El concepto de "judío" es completamente incompatible con los conceptos
"cristiano" y "mesiánico". Un "judío mesiánico" es de hecho un cristiano (te
recuerdo que "Cristo" significa "Mesías", por lo que "cristiano" significaría
"mesiánico"), si bien la mayoría de los grupos mesiánicos intentan negar este
hecho. Como tales, no están contemplados dentro de la Ley del Retorno....
By: Kohan Adrian (adriank@ja...) - May 19, 2002
HAY UNA SOLA TORA Y POR ENDE UNA SOLA LEY
No estoy para nada de acuerdo con el artículo que acabo de leer. Es más.
Este tipo de artículos confunde gravemente al judío acerca de las leyes
eternas de nuestro pueblo, en el cual se le insinúa que todo es válido, que
puede "practicar" el judaísmo que se le antoje, que no habrá problemas al
respecto y que por ende será aceptado y bienvenido a la grey judía.
Entonces me pregunto: De ser cierta esta premisa: Cuántos judaísmos existen ?
Tantos como querramos ? Al igual cuántas Torot existen ? tantas como logremos
improvisar y/ o inventar ? Finalmente: A qué principio rector nos atendremos ?
Cuál de hoy en más será nuestro camino rector ? O quizá ... habrá muchos
caminos ?
Se cita en el artículo en cuestión a la judería de E.E.U.U. y/ o la
anglosajona como las colectividades que han hecho un estandarte del así
llamado judaísmo reformista y/ o conservador, pero no se dice en el artículo
de marras que justamente esas colectividades fueron las mas atacadas por el
nefasto fenómeno del "matrimonio mixto".
Sabemos lo que el matrimonio mixto le hace a nuestras comunidades, y
justamente el judaísmo ortodoxo es un gran enemigo de él. Lo será así también
el judaísmo reformista, o considerará esta última corriente religiosa que en
el "nuevo" judaísmo que según el artículo se está gestando, para nuestro bien
(Sic)el matrimonio mixto es otra de las numerosas expresiones religiosas de
aquél, y por lo tanto, si Ud. así lo quiere, y lo siente de corazón, tan
válido como cualquier otra manifestación judía.
En fín,leo el artículo y mi corazón de judío se conmociona, porque compruebo
nuevamente hasta dónde la asimilación puede llegar y es capáz de hacernos
daño. Es la decadencia total de nuestro milenario pueblo, que a fuerza de
aunar corazones, va abandonando premisas fundamentales de su ser nacional y
religioso. Parece que para el autor del artículo es todo lo contrario. Un
verdadero renacer judío, avalado por el Estado de Israel y su Corte Suprema.
Lo que ha hecho grandes a los pueblos es la vigencia de su cultura. Y esa
cultura es definida y no vaga o multifacética, como pretende validar el
artículo que ahora critico.
No abandonemos nuestra milenaria ley. No abandonemos las enseñanzas de
nuestros sabios. Ellas nos permitieron llegar hasta nuestros días, venciendo
todos los obstáculos que la historia nos puso por delante. El cambio es
abandono.
El artículo pretende la helenización del pueblo judío. Contra este intento ya
nuestros macabeos en su momento se alzaron, y triunfaron. Nuestro Estado se
edificó para la memoria de esos grandes del pueblo judío y para todas las
generaciones venideras, para que sepamos en verdad quienes somos, y para que
nuestro pueblo y nuestra cultura vivan eternamente en nuestro propio suelo. No
cometamos el error imperdonable de olvidar nuestras raíces, ya que entonces,
con el mismo criterio, algún día nos olvidaremos también de retornar a Tzión,
y nos terminaremos quedando eternamente en la Golá, disfrutando del peculiar
judaísmo que en élla hemos sabido innovar, a nuestra imágen y comodidad.Sólo
resta saber si para ese entonces, las personas que nos rodeen nos reconocerán
como judíos o habrán reinventado para nosotros otro nombre, que nada tenga que
ver con la designación de "judaísmo". Finalmente me pregunto: En verdad
queremos seguir siendo judíos ?...
By: Bernardo Moisés David ABRAMOVICI LEVIN (abramovici...) - May 15, 2002
Es dificil cambiar para un converso
Un sefardi de sangre, en España,catolico o no, despues de siglos desde la
Inquisicion, si es agnostico, aunque le tire mucho Israel y lo judio,si tiene
dudas sobre lo que es Dios,no puede ser judio de religion,solo de ancestros
judios.En España nadie quiere,salvo excepciones,querria ser judio,cuando
España es judia de sangre, vean mi web www.semiticroots.com.Yo respeto toda
idea.España,todos somos españoles con los mismos derechos,creyentes,o no,sea
el credo religioso o politico que sea,religioso,ateo o agnostico.¿Como cambiar
ahora?.?Como creer en unos libros qie dicen sonm sagrados pero que loaslees y
no encajan en tu forma de pensar?.Es muy dificil.La unica religion es el
amor,amar al projimo.Vivir y dejar vivir,respeto,aceptad la pluralidad de
ideas.Ser ciudadanos del mundo,y no unos pocos que se creen en posesion de la
verdad de algo que es un gran misterio comparado con la grandeza e infinito
del Cosmos.Cada cual tiene su verdad,pero la verdad absolutsa no,la verdad NO
TIENE UBICACION, LA VERDAD NO TIENE POSEEDOR.aSI PIENSO YO Y MILLONES DE
ESPAÑOLES CON SANGRE JUDIA.sHALOM HERMANOS,LUZ DEL UNIVERSO....
By: (pardoinfo@...) - May 15, 2002
Una voz, muchos oyentes
Ok, a mim me gusto del articulo pero se le falto lo que en la Diaspora es
el obvio: una referencia al Judaismo Mesianico. Lo que pasa com los Judios
Mesianicos en Israel ¿como la Lei del Retorno los trata se quieren hace una
aliah a Eretz? En Estado Unidos, America Central, Caribe, America del Sur, con
destaque para Brasil, el Judaismo Mesianico ya cuenta con mas de 200
congregaciones y tembla las bases del Cristianismo mas preocupado con Israel
como que a despertar entre los cristianos un "sionismo cristiano" o um
teshuvah a las verdaderas raices hebreas de la feh.¿Como el autor y la
Organizacion Sionista Mundial estan vendo este asunto del Judaismo Mesianico?
Cremos que ha es el momiento de meditar, escribir, decir alguna cosa sobre el
tema. Muchos judios mesianicos convertidos en la Diaspora desean regresar a
Israel o crian sus hijos con la intencion de hacerlos ciudadanos israelis pero
se deparan con el obstaculo de la Lei del Retorno,¿lo que decir a ellos? Eses
judios mesianicos en general no se convierteron de la Sinagoga tradicional
para la Sinagoga Mesianica sino que no eran observantes y hacen un teshuvah a
la Torah pero con la corage de examinar el Birit JaDashá como su Jalajah,
¿cual la esperanza para ellos de una aliah a la Eretz?
Creo que seria bueno que autores y colaboradores de la Organizacion Sionista
Mundial debian de se atrevieren a abordar este tema. Gracias. Shalom --- Josep
AvShalom...
By: Josep AvShalom (avshalom@m...) - May 15, 2002
Una opinión poco ortodoxa
La visión de que el judaísmo fue siempre una religión no
proselitista, que hace lo posible por disuadir a los no judíos de incorporarse
a la grey, es fácilmente desmentible aun empezando por nuestras primeras
fuentes fundacionales. Desde las esposas de nuestros patriarcas o del profeta
máximo, Moisés, hasta los muchos pueblos que se incorporaron a los hebreos en
la salida de Egipto, el pueblo judío se nutrió siempre de extranjeros que
quisieron abrazar la palabra del único Dios. Y, como en el famoso caso de Ruth
la moabita, muchas conversiones fueron por amor hacia seres humanos.
Alrededor de 250.000 "olim" (inmigrantes) no judíos de acuerdo a la
halajá*, que llegaron a Israel acogiéndose a la Ley del Retorno, se hallan
ante un callejón sin salida. Como bien sabemos, afrontan serios problemas en
todo lo concerniente a ceremonias de importancia cardinal; entre los más
graves: la imposibilidad de contraer matrimonio en el país -ni entre ellos
ni con judíos, debido a la inexistencia del matrimonio civil- y los amargos
momentos que pasan cuando se les niega el deseo de enterrar a un ser querido
en un cementerio judío, incluso si se trata de un soldado muerto en el marco
de su servicio militar. Por si eso fuera poco, pese a que la inmensa mayoría
muestra su anhelo de integrarse a la sociedad israelí -sirviendo en el
ejército y participando activamente en la fuerza laboral, en la creación
cultural y en el debate político- estos "olim" son tildados de "quinta
columna" por políticos de los partidos ultraortodoxos. Por otra parte, esos
mismos políticos les cierran el camino a una integración definitiva, al
oponerse terminantemente a cualquier flexibilización de los rígidos
procedimientos de conversión.
A esto debemos agregar, entre muchos otros aspectos del tema que nos
ocupa, los escollos con que se topan miles de parejas israelíes que, no
logrando procrear, optan por adoptar niños en el extranjero. Mientras que
antes esos niños eran convertidos con relativa facilidad, en los últimos
años el rabinato ha ido endureciendo su línea y actualmente está dispuesto a
convertirlos únicamente si los padres adoptivos se comprometen a observar
estrictamente los preceptos religiosos. Aquéllos que, fieles a su
conciencia, se niegan a someterse a este acto de coerción y convierten a sus
niños en el marco del Movimiento Conservador o Reformista, no pueden
anotarlos como judíos en el Registro Civil. Decenas de estos casos fueron
planteados a la Corte Suprema y están pendientes de su fallo. A esta misma
corte han acudido también judíos nacidos en Israel, a los que se les niega
el derecho a contraer matrimonio con miembros de otra religión, aún cuando
éstos desean convertirse.
Como siempre, los rabinos ortodoxos que imponen todas estas –y otras–
restricciones, aducen ser los únicos y auténticos continuadores de nuestra
tradición y pretenden convencernos de que la posición que ellos ostentan es
la única admisible que se puede sustentar en base a nuestras fuentes. La
situación imperante en los últimos años, tanto en Israel como en muchas
comunidades de la diáspora, parece darles la razón y no pocos son los que
creen que en efecto, desde sus orígenes, el judaísmo ha sido reacio a
aceptar conversos. En lo que concierne a los que desean incorporarse a la
nación "por motivos ulteriores" (matrimonio, por ejemplo), casi nadie pone
en duda que siempre se les ha rechazado unánimemente. Bastará un somero
examen de algunas evidencias para constatar que los que así piensan están en
un error. Tampoco en este campo el judaísmo ha sido monolítico. Las
actitudes de sus guías espirituales han sido sumamente variadas –incluso
contradictorias– y han obedecido tanto a vicisitudes históricas como a
diferencias de personalidad.
Y TODA CLASE DE GENTES
Si, para comenzar, dirigimos nuestra mirada a los textos bíblicos, no
podremos dejar de observar que el pueblo de Israel no se constituyó
únicamente por los descendientes directos de Abraham; a éstos se fueron
sumando incesantemente individuos y grupos extranjeros, desde las esposas
arameas de Isaac y Jacobo, la mujer canaanea de Judá y la nuera del mismo,
Tamar, hasta la moabita Ruth (las dos últimas, antepasadas del rey David),
pasando por la esposa egipcia de José, las mujeres de Moisés (una madianita,
la otra cusita) y "la gran multitud de toda clase de gentes" que se plegó a
los hijos de Israel durante el éxodo de Egipto. Posteriormente, entre las
mujeres de David se cuenta Maajá, hija del rey de Gueshur y entre las de
Salomón, la hija del Faraón… El marido de Betsabé, general en el ejército de
David, era heteo y la procedencia de la propia Betsabé, madre de Salomón, no
es totalmente clara… La incorporación de todos ellos al pueblo se ve como un
proceso absolutamente natural que no requiere de ninguna ceremonia especial.
La única cuya "nacionalización" se describe con algún detalle es Ruth la
moabita; empero, si prestamos atención a su célebre declaración
("…adondequiera que tú fueres iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu
pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios.") entenderemos que -a diferencia de
Abraham- lo que mueve a Ruth a dejar su tierra para ir a lo desconocido no
es una decisión existencial religiosa, sino el amor entrañable que siente
por su suegra, un amor tal que, en sus propias palabras, hará que "sólo la
muerte separe entre nosotras".
A más de estos y otros ejemplos concretos, sabemos con certeza de la
existencia de "guerim" en el territorio de Canaán después de su conquista
por las tribus de Israel y notamos la insistencia con que la Torá exhorta a
protegerlos e incluso a amarlos como a nosotros mismos. Como ya lo hemos
aclarado en una nota anterior, también los hijos de Israel fueron "guerim"
en Egipto, por lo cual es absurdo sostener –como lo hacen algunos– que estas
leyes se refieren tan sólo a quienes se hubieran adherido al judaísmo por
medio de una conversión religiosa. Como bien lo explica Buber, el "guer"
bíblico no es sino el extranjero que vive en nuestro seno.
ORIGENES DEL RECHAZO
No deja de ser interesante que la polémica respecto a la aceptación de
extranjeros se originara después de la destrucción del Primer Templo, en la
diáspora babilónica o con el comienzo del retorno a Sión. De un lado, Esdras
y Nehemías exigen la expulsión de las mujeres extranjeras y de sus hijos e
impiden la colaboración de extraños en la construcción del Templo; éstos, a
pesar de sostener que adoran al mismo Dios, son llamados aquí "enemigos de
Israel", algo que reverbera sin duda en la "quinta columna" de la
actualidad… En cambio, el libro de Ruth (que, basado en tradiciones más
antiguas, se redacta definitivamente al parecer en esa época) así como el
Deutero Isaías**, optan por una posición abierta e incluyente. El libro de
Ruth, relatando en forma magistral la conducta ejemplar de una mujer moabita
(uno de los pocos pueblos con los que la Torá prohibe específicamente el
matrimonio), e Isaías, proclamando: "…el extranjero que sigue al Señor no
hable diciendo: Me apartará totalmente el Señor de su pueblo… Y a los hijos
de los extranjeros que sigan al Señor para servirle y que amen el nombre del
Señor para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no
profanarlo y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte y los
recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán
aceptados sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para
todos los pueblos."
Creo que están en lo cierto aquellos investigadores del pensamiento
bíblico que opinan que aquí se traducen a la realidad dos visiones
filosóficas diferentes respecto al concepto de "pueblo elegido". Mientras
que para unos, la elección es un privilegio, para otros ella no es sino un
compromiso y un deber; los primeros ven en el pueblo de Israel una comunidad
de gente diferente, escogida por Dios por alguna cualidad inherente, para
preservar un mensaje particular; para los otros, no se trata sino de un
grupo humano igual a todos los demás, al cual Dios ha encomendado la misión
de transmitir al mundo entero un mensaje universal. Esta visión está
implícita en las famosas palabras de Isaías: "Y vendrán muchos pueblos y
dirán: Venid y subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; y
nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá
su ley y de Jerusalem la palabra del Señor"; y en las de Jeremías, que dice:
"El Señor tendrá piedad de Jacob y todavía escogerá a Israel, y lo hará
reposar en su tierra y a ellos se unirán extranjeros y se juntarán a la
familia de Jacob". Como veremos en las siguientes notas, este espíritu
universalista, que posibilita la apertura al diferente, está presente
también en fuentes posteriores. Lástima que sean tantos los políticos y
rabinos ortodoxos que pretenden dejarlo en el olvido.
Léa la siguiente
nota
*Halajá – El conjunto de leyes y preceptos que regula la
vida de los judíos observantes.
**Deutero Isaías – De acuerdo a la mayoría de los
investigadores, existieron al menos dos profetas del mismo nombre. El primero
de ellos –cuyas profecías aparecen en los capítulos 1-39 del libro, actuó en
Jerusalem entre los años 740-700 a.c.; el segundo –denominado Deutero Isaías–
capítulos 40-66, profetizó durante el exilio babilónico, en torno al año 540
a.c.
Una opinión poco ortodoxa
Continuamos la serie sobre uno de los temas más polémicos
que desgarran al pueblo judío de nuestros días, el de los modos de ingreso a
nuestro pueblo. En este caso, la autora se mide cara a cara con las
motivaciones de los conversos, desmitificando las certezas acerca de las
intencionalidades supuestamente puras a lo largo de la historia. Hubo
conversiones por política y muchas veces por amor. Rabinos tan respetables
como los que conforman el actual establishment religioso en Israel, dieron
justificaciones de peso para aceptar a los nuevos y enamorados judíos.
Las circunstancias históricas descritas en mi
nota anterior
- a las cuales se sumaron las severas restricciones impuestas por las
autoridades cristianas y musulmanas a lo largo de la historia – condujeron
inevitablemente a una drástica reducción de la labor proselitista judía,
hasta su casi total interrupción. Sin embargo, si bien su número decreció
notablemente, los actos de adhesión por iniciativa de los propios conversos,
no cesaron jamás. Señalaré sólo algunos de los ejemplos más sobresalientes:
el rey de Himyar – en el sur de la península Arábiga – en el siglo VI; el
rey kházaro y sus súbditos, provenientes de Turquía, en Europa Oriental en
el siglo VIII (acto que sirvió de inspiración a Yehuda Haleví para su famoso
poema filosófico "El Cúzari"); Bodo (posteriormente denominado Elazar),
importante clérigo francés, en el siglo noveno; Andreas - arzobispo de Bari
– y otros miembros de la Iglesia, en el siglo XI; Obadia, teólogo y miembro
de una familia de la nobleza italiana, en el siglo XII. A este último le
dirigió Maimónides una célebre epístola, en la cual declaraba que él, así
como todos los conversos, estaban en pleno derecho de considerarse legítimos
descendientes del patriarca Abraham. Algunos de los conversos pagaron un
alto precio por su decisión: el conde polaco Valentín Potocki, entre otros,
fue quemado en la hoguera en el año de 1749 por obstinarse en seguir apegado
a su nueva fe.
Baste con estos poquísimos ejemplos, provenientes de lugares tan
distantes entre sí y de épocas tan diversas, para indicar no sólo que el
conocimiento del judaísmo y el deseo de abrazarlo eran más comunes que lo
que solemos suponer, sino también que los rabinos seguían ofreciendo una
cálida acogida a los conversos. Es más: de varias fuentes judías y de las
repetidas muestras de preocupación por parte de la Iglesia, puede deducirse
que no todos los judíos habían desistido de los intentos de atraer adeptos,
pese al peligro que se cernía sobre sus vidas debido a esa labor.
Si confrontamos con estos hechos históricos a aquellos rabinos que –
representantes hoy de la oficialidad ortodoxa – se empeñan por cerrarles
prácticamente la puerta en la cara a la gran mayoría de quienes desean
ingresar a nuestro pueblo, nos responderán con toda probabilidad que al
comparar a estos últimos con los conversos a los cuales las fuentes hacen
referencia, estamos tergiversando la realidad. Aducirán – lo he oído y leído
más de una vez - que la actitud favorable exaltada en estas notas se
mostraba únicamente hacia aquéllos cuya decisión, exenta de cualquier motivo
ulterior, provenía de una pura y profunda convicción religiosa. Dirán que
sólo una decisión existencial de ese tipo puede merecer ser calificacada
como una acción "leshem shamayim"*, mientras que cuando está ligado a
cualquier otro móvil - al amor, por ejemplo - el deseo de plegarse al
judaísmo no puede ser considerado sincero y por lo tanto debe ser coartado.
CONVERSIONES POR AMOR
Cuán grande será entonces nuestra sorpresa – fruto de la desinformación
promovida por ciertos círculos – al encontrarnos tanto con posturas
diferentes respecto a conversiones cuyos móviles tenían poco y nada que ver
con la fe (como la del rey de Himyar, por ejemplo, que se debió a motivos
políticos) como con una clara divergencia de opiniones en torno al verdadero
significado de "leshem shamaim" en lo que a la conversión atañe. Esta
controversia será el tema de nuestra próxima nota. Hoy nos referiremos a las
conversiones motivadas por una relación de amor. Aunque no cabe duda de que
desde la Emancipación (es decir, desde fines del siglo 18), más y más judíos
fueron integrándose en mayor o menor grado a la sociedad, conduciendo así a
un marcado incremento en el número de matrimonios mixtos, existen pruebas
contundentes de que éstos nunca estuvieron del todo ausentes de la realidad
judía.
Como podremos deducir de los siguientes ejemplos, importantes sabios
tendían a aceptar estos enlaces, si bien retroactivamente y sin gran
entusiasmo. Rabí Yehudai Gaón**, basándose en un texto talmúdico, sentencia
en el siglo VIII, que "tanto el hombre que se hubiese convertido por una
mujer como la mujer que se hubiese convertido por un hombre (...) conversos
son" ***. Maimónides, por su parte, responde a una consulta de la siguiente
manera: "En cuanto a un hombre que hubiera comprado una sierva y – según se
sospecha – convive con ella, ya hemos determinado en ocasiones similares que
deberá liberarla y casarse con ella (...) - explicando que es mejor que coma
la salsa y no la grasa misma [es decir, que siempre es preferible escoger
entre el menor de los pecados, R.H.] ya que nuestros maestros han dicho:
'Cuando es hora de actuar en nombre de Dios, se transgrede su Torá'". En
otras palabras: el espíritu de la ley es más importante que su letra. Una
línea de pensamiento similar se refleja en las palabras del Rabino David Zvi
Hoffman, (Alemania, 1870-1948): "Si ella se casa con un gentil, también sus
hijos, que de acuerdo a la ley son judíos, irán tras su padre y se
convertirán en transgresores y ellos ¿qué pecado han cometido? Por lo tanto
es mejor que el tribunal rabínico transgreda una prohibición menor y lo
convierta."
El Rab Mashash: "(...) porque esta generación se ha desviado y el amor
es fuerte como la muerte y es hora de peligro... |
Mientras para algunos, como bien sabemos, rechazar todo intento de
apertura es la única forma de contrarrestar el aumento de matrimonios
mixtos, para otros es precisamente este aumento el que debe impulsarnos a
allanar el camino hacia la conversión. Así se expresa, por ejemplo, el
Rabino Meir Hai Uziel, primer Gran Rabino Sefaradí del Estado de Israel:
"Estamos autorizados a recurrir a la conversión para salvar a un hombre o a
una mujer de Israel de esta transgresión grave [el matrimonio mixto, R.H.],
que se está extendiendo como un cáncer en la casa de Israel y puede
ocasionar el fin de nuestro pueblo". El Rabino Yosef Mashash (Noráfrica e
Israel, 1892-1974) escribe: "[Se permite aceptar] postulantes incluso cuando
sabemos que desean convertirse por una mujer judía o por un hombre judío
(...) porque esta generación se ha desviado y el amor es fuerte como la
muerte y es hora de peligro..."
Muchos – como el Rabino Hoffman, arriba citado - basan su actitud
condescendiente en su preocupación por el futuro de los hijos, como lo
explica el Rabino Shabtai Buhbut (Eretz Israel y Líbano, 1870-1948): "Porque
si no lo convertimos, está claro que ella no lo abandonará de ninguna
manera, sino que dejará la religión judía para seguirle y también sus hijos
se convertirán al cristianismo (...) y se asimilarán y así se perderán su
sangre y la sangre de sus descendientes..." El célebre Rabino Meír Simja
Hacohen de Dvinsk (1843-1926) asevera que se debe convertir a un gentil que
convive con una judía "especialmente cuando se teme por ella y por el niño
(...), por lo tanto hay que autorizar sin más su conversión."
ANTIDOTO CONTRA LA ASIMILACION
Quizá más aún que todo lo dicho hasta aquí, sorprenda – debido a la
exitosa desinformación promovida por algunos círculos interesados – la
insistencia en la obligación de convertir al cónyuge gentil y a los hijos,
también cuando está claro que el pedido de conversión no conlleva un deseo
de cumplir los preceptos.
Rabino Meir Hai Uziel, primer Gran Rabino Sefaradí del Estado de Israe -
La aceptación "ortodoxa" de la conversión |
Así se pronuncia al respecto el ya mencionado Rabino Uziel: "Debemos
aceptar a aquéllos que, pese a no observar los preceptos, desean de todo
corazón que sus hijos se cobijen bajo las alas de la Divina Presencia (...)
Incluso si no nos preocupamos [por los padres pecadores que se casaron con
mujeres gentiles], sin duda debemos actuar para aproximar a sus hijos,
porque incluso si son hijos de una gentil, simiente de Israel son y se les
considera como ovejas extraviadas. Me temo que si los rechazamos por
completo al no convertir a su madre, seremos llamados a juicio por Dios
Bendito Sea..." Décadas antes escribía el Rabino Zvi Hirsch Kalischer
(1795-1874), uno de los más importantes precursores del sionismo religioso:
"... y si existe el temor de que no aprendan las leyes de Israel junto a la
[madre] gentil, eso no constituye impedimento, porque en esta época, debido
a nuestros pecados, son muchos los que no cumplen los preceptos y comen
alimentos prohibidos - incluso puerco – y a pesar de ello circuncidan a sus
hijos voluntariamente; no somos responsables por aquello que no podemos
evitar, sino por aquello que podemos hacer para hacerlos merecedores [por
medio de los preceptos que sí cumplen] y deseamos afirmar que los pecadores
de Israel a veces cumplen numerosos preceptos."
Personalmente, debo confesar mi debilidad por las palabras del Rabino
Shlomo Hirsch Schick (Hungría, 1841-1917): "Si un hijo de Israel confiesa
haber pecado y haber procreado con una gentil y desea retornar [al buen
camino] e introducir a su descendencia en el pacto de Abraham nuestro padre,
¿cómo le cerraremos las puertas del retorno, abiertas por Aquél que desea el
retorno? Si el profeta Oseas se rehusó a repudiar a su mujer adúltera
[repudio obligado por la ley, R.H.] ¿cómo le hemos de pedir a un zapatero en
una ciudad húngara que para hacer 'tshuvá'**** expulse a su mujer y a sus
hijos? ¿Acaso no decimos en nuestras plegarias las palabras 'que se
compadece un padre de sus hijos'? Y aunque ciertamente de acuerdo a la ley,
un hijo de una gentil no se considera hijo de su padre judío, ¿quién podrá
negar que de acuerdo a las leyes de la naturaleza, el padre ama a sus hijos
aun cuando hayan nacido de mujeres gentiles? ¿Cómo se habrá de expulsar a la
madre con los hijos?"
Creo que muy difícilmente encontraremos hoy una posición tan humana y
plena de empatía entre aquéllos que detentan un poder que afecta la vida y
la felicidad de tantos seres humanos. ¿No es esto una verdadera lástima?
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Léa la siguiente nota
*"Leshem shamayim": Literalmente, "en nombre del cielo" o
"en aras del cielo"; se emplea para definir una conducta sincera y
desinteresada, libre de motivos ulteriores.
**"Gaón": Título de los directores de los centros de
estudio en Babilonia entre los siglos seis y once, aproximadamente
***Esta cita y las que le siguen fueron tomadas del libro
de Avi Saguí "Conversión e identidad judía", Jerusalem, 1997 (en hebreo). No
está demás señalar que Saguí es un judío practicante, que enseña filosofía
en la Universidad de Bar Ilán, la única universidad religiosa de Israel.
**** "Tshuvá": Literalmente, "retorno". Significa, la
reparación de una mala acción, motivada por el deseo de retornar al camino
del bien.
Una opinión poco ortodoxa
Cerramos en esta entrega una serie nada ortodoxa de
artículos sobre el tema de la conversión. La autora termina de guiarnos en
este viaje por la historia de la conversión, exponiendo la situación actual en
Israel, donde no todos los judíos disfrutan de libertad de cultos. Para cerrar
el círculo, es en el Rollo de Ruth, que leemos en Shavuot este mes, donde
encontramos una clave, eso sí, resignificada, para dar la bienvenida al
extranjero que desea unirse a nuestro pueblo.
Según pudimos deducir de las
notas
anteriores, también en el tema de la conversión -como en muchos otros-
el judaísmo supo elaborar estrategias adecuadas que le permitieron adaptarse
a las más diversas circunstancias históricas. Cuando el pueblo vivía en su
tierra como una nación normal, los extranjeros que por diversos motivos
deseaban incorporarse al mismo, lo hacían en forma natural, viviendo en su
seno y adoptando su forma de vida; el único requisito previo consistía, en
todo caso, en la circuncisión. La pérdida de la autonomía nacional y la
dispersión concomitante, condujeron a la institución de la conversión
religiosa con las reglas y disposiciones que ella conlleva. Por otro lado,
viendo en la diáspora una oportunidad propicia para la difusión del mensaje
bíblico, se emprende –en especial en el mundo helénico- una intensa tarea
proselitista que habrá de cesar cuando las condiciones externas así lo
exijan. Una cosa está clara: la conversión, por iniciativa del propio
postulante,no dejó de existir jamás, ni siquiera en las situaciones más
adversas.
Muchos siglos después, cuando la concesión de sus derechos civiles
conduciría a los judíos al abandono del gueto tradicional y a una mayor
integración al medio, el incremento en el número de matrimonios mixtos se
habría de convertir en un nuevo desafío que los rabinos tratarían de
confrontar por distintos medios. La diferencia en las posturas emana tanto
de la polifonía que caracteriza a nuestras fuentes, como de la personalidad
de cada uno de los propios rabinos.
Otro resultado del proceso de emancipación fue el nacimiento de nuevos
movimientos religiosos dentro del judaísmo: el Reformista y el Conservador.
En la actualidad, la gran mayoría de los judíos organizados en marcos
religiosos pertenecen a alguno de estos dos movimientos, mientras que la
ortodoxia en todas sus modalidades abraza tan sólo a una minoría del pueblo.
La obstinación en mantener el monopolio ortodoxo en el campo de las
conversiones (al igual que en todo lo relacionado con asuntos de status
civil) constituye hoy por hoy una de las aberraciones que ponen en tela de
juicio la esencia de la democracia israelí: no se puede aducir de buena fe
que existe libertad de culto cuando dos importantes corrientes religiosas se
ven privadas de sus derechos sustanciales.
CONTRA LA ESTRECHEZ DE MIRAS
En reacción a ciertas respuestas que las cortes judiciales dieran a
varios demandantes, el gobierno anterior creó una comisión gubernamental
(presidida por Yaacov Neemán, ex ministro de finanzas, profesor de leyes y
ortodoxo) que decidió establecer un instituto de conversión; en la
preparación de los candidatos participarían rabinos pertenecientes a las
tres corrientes, mientras que el examen final se haría ante una mesa
compuesta mayoritariamente por miembros del Gran Rabinato (ortodoxo), que
serían los únicos autorizados para sancionar la conversión. A pesar de que
el monopolio, evidentemente, quedaba así en pie, tanto los reformistas como
los conservadores se mostraron dispuestos a aceptar la solución ofrecida,
con tal de que el acuerdo fuera firmado por representantes del Rabinato;
éste se negó a hacerlo, aduciendo que su colaboración con las otras
corrientes les otorgaría una legitimación que no merecen… El instituto, pese
a todo ello, ha comenzado a funcionar, con el auspicio y la participación
activa de rabinos y profesores ortodoxos que decidieron salir abiertamente
en contra de la estrechez de miras y los intereses creados de la oficialidad
rabínica. Esta minoría merece ser elogiada por optar por la actitud empática
de Hilel, desechando la rigidez dogmática de Shamai. Hoy estudian en los
cursos del instituto varios cientos de inmigrantes, que deben rendir sus
exámenes finales –ante rabinos ortodoxos cuyos nombres aparecen en la lista
de rabinos reconocidos por el Rabinato (!)- en los próximos meses.
El partido ortodoxo moderado "Meimad" propone dar varios pasos más en el
camino hacia la integración de los "olim", facilitando la conversión masiva
tanto de niños en edad de Bar Mitzvá como de soldados inmigrantes.
"CONVERSO SOY"
En opinión de no pocos israelíes y judíos de la Diáspora, todas éstas no
son sino soluciones parciales, ya que siguen manteniendo a la ortodoxia en
una posición de absoluto privilegio. Pero es más: muchos son los que opinan
que, dado que desde hace más de un siglo, la identificación de muchos judíos
con su judaísmo no se manifiesta por medio del cumplimiento de preceptos
religiosos sino a través de lazos históricos, culturales y emocionales,
resulta incongruente exigir una ceremonia estrictamente religiosa a personas
laicas que pretenden afiliarse a nuestro pueblo.
Estamos de acuerdo con la posición unánime de todos los rabinos a lo
largo de la historia en cuanto a la exigencia de sinceridad por parte del
postulante. ¿Pero qué significa la sinceridad en este contexto? Para unos,
sólo puede ser calificado así el deseo de adhesión que proviene de una
vocación de fe, mientras que para otros es el anhelo de incorporarse a la
comunidad el que realmente cuenta. Así afirma, por ejemplo, el Rabino Moshé
Hacohen (Túnez e Israel, fallecido en 1967): "Lo más importante en la
conversión es que ella se haga de todo corazón, que anhele verdaderamente
incorporarse a la comunidad de Israel", mientras que el Rabino Yehuda
Unterman (1886-1976; Gran Rabino Ashkenazí de Israel desde 1964) escribe:
"Los que llegaron a Eretz Israel, alejándose de todo su entorno anterior y
se registran como judíos en todos sus documentos, demuestran que no piensan
seguir aferrados a una fe diferente." No menos claras son las palabras del
Rabino Itzjak Halevi Herzog (1888-1959; Gran Rabino Ashkenazí de la
Palestina Mandatoria y del Estado de Israel, 1936-1959): "Si pudiendo
permanecer en el extranjero, desean residir en Eretz Israel, la intención
es, al parecer, sincera ("leshem shamayim"). Si dejan su hogar (…) para
trasladarse a otro país y precisamente a Eretz Israel, es evidente que es su
intención apegarse al pueblo de Israel y a su tierra. Estas son buenas
intenciones y no debemos impedir su incorporación." Esta visión nos
reconecta con aquel dictamen del Talmud, que reza: "Amada es Eretz Israel
que concede un sello de aprobación a los conversos; el que dice en Eretz
Israel ‘converso soy’, es admitido de inmediato; no así fuera de Eretz
Israel." (Guerim,I)
Hoy, cuando la mayoría de los inmigrantes que no son judíos de acuerdo a
la Halajá –por ser únicamente nietos de judíos o hijos de padre y no de
madre judía– desean ser miembros de la sociedad judía de Israel, hablan
hebreo, descansan los sábados, celebran las festividades del calendario
judío (cada quien a su manera, al igual que la mayoría de nosotros), sirven
–ellos o sus hijos– en el ejército israelí y contribuyen al adelanto de
nuestro país, compartiendo nuestras vivencias, nuestras alegrías y nuestros
dolores, ¿es realmente necesario exigirles el cumplimiento de un rito que
para muchos de ellos no representa más que un tecnicismo intrascendente?
Creo que para que un inmigrante así sea reconocido como judío, bastaría con
agregar a la dinámica de la convivencia cotidiana, dos condiciones
únicamente: la no pertenencia a una fe diferente a la judía (si practica
otra fe, puede indudablemente ser israelí, pero no judío) y un conocimiento
elemental de los fundamentos de la cultura judía.
REGRESO A LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
En cuanto a las comunidades de la diáspora, éstas deberían reconocer que
la distinción entre un hijo de madre judía y un hijo de padre judío no tiene
sentido alguno en la actualidad. Lo que cuenta es la elección existencial de
este descendiente de nuestro pueblo. En cuanto a aquellos que deseen
adherirse a la comunidad por motivos diversos (generalmente por contraer
matrimonio con un miembro de la misma), creo que la renuncia a la religión
en cuyo seno hubiesen nacido, la participación activa en la vida
comunitaria, el compromiso de educar a los hijos en marcos judíos y la
adopción de nuestro calendario de festividades, puede tener a los ojos de
muchos un significado mucho más profundo y tangible que la ceremonia de
conversión.
Durante este mes celebraremos Shavuot, en cuyo transcurso se lee el libro
de Ruth. Dicen algunas interpretaciones tradicionales que este libro se lee
en la festividad que conmemora la entrega de la Torá, porque en él están
representados los principios fundamentales de la misma. Cerraremos esta
serie manifestando nuestra esperanza de que hoy, cuando las circunstancias
vuelven a permitirlo, acojamos a nuestro seno a todo aquel que diga
sinceramente: "…adondequiera que tú fueres iré yo, y dondequiera que
vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y" – si soy creyente – "tu Dios
será mi Dios" (Ruth I, 16-17).