La educación afectiva,
una asignatura pendiente
en la cultura actual
Juan Ramón García-Morato
Juan Ramón García-Morato, Crecer, sentir, amar. Afectividad y corporalidad,
EUNSA, Pamplona, 2002, 131 páginas.
Escribir sobre el corazón del hombre sin caer en tópicos o reduccionismos
fáciles parece tarea complicada. Y a la vez es materia constante de análisis, de
obras artísticas, de literatura más o menos afortunada. Juan Ramón
García-Morato, médico cirujano, sacerdote, profesor universitario, hombre
inconformista y sobre todo lector insaciable, publica en su libro reciente
"Crecer, sentir, amar", una serie de sesiones televisadas. El origen de todo es
una entrevista donde se le preguntaba a bocajarro, y respondía desde la
espontaneidad: con sus convicciones y su experiencia. El atractivo de este libro
brilla sobre todo en el diálogo con cientos de personas, muy distintas, muy
lejanas en sus convicciones. Queda así un tejido rico, de rigor intelectual y
ameno. Las preguntas y respuestas que siguen son sólo botón de muestra de
cuestiones más complejas abordadas en su obra.
----Hay muchos libros sobre esta materia. ¿Qué aporta el suyo a un
best seller?
El contenido me lo han puesto delante alumnos universitarios, la propia gente
joven. Quizás no aporte ningún descubrimiento radical, intelectualmente
hablando; en todo caso, eso ya lo dirán los demás. Pero al menos puedo afirmar
que todo lo que contiene corresponde a inquietudes reales de la gente.
----A la hora de escribirlo, se desplaza a distintas visiones del
hombre, pero al final muestra, sin decirlo tácitamente que es la concepción
cristiana de la persona la que le parece más verdadera. ¿No resulta prepotente
deducir que uno está en posesión de la verdad, más a la hora de hablar de temas
tan resbaladizos?
Me parece que no. Sin duda que, más allá de mis convicciones religiosas, es la
visión que más me convence intelectualmente. Pero no pretendo imponer nada a
nadie, ni parto de la revelación cristiana para tratar los temas. Parto de la
realidad, pienso las cosas y las argumento. Es una visión que puede hacer
pensar, que sin duda alguna me parece válida, pero no por fe sino por convicción
intelectual.
----¿Como sintetizaría su exposición sobre el papel de los
sentimientos en el hombre?
Una asignatura pendiente en buena parte de la cultura occidental. De alguna
manera, se ha eliminado de la educación la expresión de los sentimientos. Y sólo
quien ha tenido sentido común y un entorno familiar propicio ha aprendido que
forma parte del enriquecimiento personal. Esto se agrava en algunas sociedades
donde al niño se le educa explícitamente en la impasibilidad como principio.
----¿Cómo resumiría su visión del binomio
corporalidad-espiritualidad que tantos quebraderos de cabeza da?
Es una unidad, más que un binomio, en la que resulta más contundente lo sensible
que lo espiritual, pero más enriquecedor lo espiritual que lo sensible. El
hombre no puede prescindir de lo sensible porque se convierte en un ser absurdo.
La clave es integrar las dos cosas en el desarrollo de la personalidad, puesto
que están integradas en la realidad de cada persona.
----El ideal de amor que usted ofrece, parece todo menos actual. ¿No
será precisamente un ideal, o sea, un planteamiento platónico, cuando menos
minoritario o para supermanes?
No es inasequible. Sí puede ser difícil. Pero es que todo lo que merece la pena
es difícil. ¿Actual? Quizá baste mirar alrededor y descubrir cómo se da en las
personalidades más consistentes y atrayentes. Probablemente no sea
estadísticamente actual. Y precisamente porque no es lo habitual, cuando existe,
brilla con una nitidez y una encarnación más atractiva.
----Dice que ha escuchado cientos de opiniones de universitarios.
¿De verdad encontró jóvenes capaces de vivir de un modo tan "estricto"? O sea,
¿los jóvenes normales admiten sin problemas un enunciado como el suyo de "un
hombre con una mujer unidos por amor y para toda la vida, caiga lo que caiga"?
No lo llamaría estricto, sino más bien valioso (y como todo lo valioso,
exigente). Sí, los he encontrado, los he encontrado sin duda... Con más
frecuencia de lo que hubiera pensado.
----Pero... ¿Debajo de una piedra?
No, en la vida misma. Hay quien no parece muy dispuesto a ese planteamiento
aunque en el fondo le ilusionaría ser capaz; y no acaba de creerse que eso pueda
existir. Otros ni se lo planteaban pero, al verlo en otros, se plantean la
posibilidad de trabajar en esa dirección, ver si así son más felices. Siempre
asumiendo las dificultades de todo proyecto en el que uno se plantea la
excelencia.
----¿Y quienes viven así, se sienten libres a pesar de constreñirse
en un código de conducta tan estricto?
Vivir así no es un código de conducta: sólo es posible para una persona que ame,
porque una persona que viva toda esa realidad como un mero código de conducta
acaba estresada. Pero, cuando es consecuencia de un amor muy grande, se puede
plantear como una meta valiosa, atractiva a pesar del esfuerzo que entraña.
----La dedicatoria del libro y el prólogo hablan a un público
objetivo muy amplio, oriental y occidental, creyente y ateo, joven y adulto.
Pero hay comunidades humanas conciben el amor de un modo radicalmente distinto a
la visión que plantea, occidental al fin. ¿Realmente sólo hay un modo de
expresar el amor personal?
Sin duda alguna que hay diferencias culturales reales. Pero quizá no sean tan
radicalmente distintas de fondo. El amor es amor humano, no oriental u
occidental. A primera vista, puede plantear problemas constatar las
manifestaciones culturales distintas. Lo que dudo es que esas diferencias
culturales, cuando son auténticas y respetuosas con las personas, no expresen lo
mismo.
----Pero, ¿por qué valdría más su planteamiento del pudor que el de
una tribu africana?
En la línea que explicaba antes, lo que una tribu africana -u otros pueblos más
primitivos en las regiones tropicales- manifiestan viviendo el pudor en la
desnudez, no me parece que sea distinto de lo que una persona occidental
manifiesta viviendo el pudor con el vestido. Aunque resulte paradójico a primera
vista, no dejan de ser manifestaciones de un mismo fenómeno. Pero en el fondo se
pretende intentar conservar para uno mismo unos valores que sólo son objeto de
donación por libre y propia voluntad.
----O ¿Por qué es mejor su concepción de un matrimonio heterosexual
estable que el de un hombre que comparte su amor con un concubinato de mujeres
si les funciona desde siglos el sistema?
Antropológicamente, no veo que sea posible la donación plena, total y recíproca
más que a una persona. No puede ser a varias, no parece lógico: la entrega plena
y recíproca a una, excluye al resto si es verdadera y profundamente humana.
Aunque sin duda, desde un punto de vista fáctico, puede funcionar..., hasta
cierto punto, pero es imposible que se dé la misma plenitud de entrega.
----Al dialogar con otras culturas, usted no ha estado en esos
países asiáticos, ni ha vivido en una tribu africana... Hablar sobre ellos sin
experiencia directa o a través de libros. ¿No sabe a precocinado?
No es una experiencia indirecta, porque tengo amigos asiáticos y africanos,
budistas y musulmanes. En esto tengo mucha suerte: desde la escuela hasta hoy
siempre he estado en contacto con gente de todas las razas, de todas las
culturas y religiones, al menos de las mayoritarias. Eso es una experiencia
directa, no de libro. Es decir, he podido hablar pausadamente con personas muy
diferentes de estos temas, y ver hasta dónde podemos llegar en común, y dónde
tenemos que separarnos y seguir amigablemente cada cual su camino.
----Habla de crecimiento, en materias tan poco tangibles como los
sentimientos, la afectividad, el amor. ¿Es una carrera al alcance de todos?
La carrera está al alcance de todos, lo que pasa es que el currículum es muy
personalizado. Y no se tarda el mismo número de años. Porque parte de las
asignaturas están en uno mismo.
----Y ¿en qué escuela se aprender eso?
La vida misma. También, en parte, de las personas que han conseguido armonizar,
más o menos, esos afectos en el resto de las dimensiones humanas, porque dudo
que alguien lo consiga en esta vida plenamente. El trato con ellas nos trasmite
una riqueza afectiva encarnada, y su experiencia nos enseña. Y también, en buena
medida, todas las grandes obras maestras del arte en cualquiera de sus
manifestaciones. Pero me parece que, en ese orden de cosas, también hace falta
conocimiento propio para no hacer una simple fotocopia de los demás, porque cada
ser humano es radicalmente distinto.
----Su libro aborda la relación de Dios con el corazón humano. ¿No
es rebajar a Dios el plantear que tenga un papel en el crecimiento y en el
desarrollo de los sentimientos?
Me parece que no. El Dios cristiano es un Dios encarnado, y por lo tanto es
criatura humana, también con sentimientos y afectos. Él es quien mejor los puede
tener armonizados e integrados. La figura humana de Jesucristo ha supuesto una
atracción para mucha gente, que no ha trascendido más porque no cree, o porque
no conoce la Revelación, o por lo que sea. Si, además, uno tiene la certeza de
que también es Dios, es evidente que Dios tiene un papel en la historia humana y
en la historia de los afectos y los sentimientos de cada cual. Como ejemplo y
como artífice divino, pero esto ya sería otro libro. Lo trato en el libro,
porque me parece absurdo no ofrecer algo que considero valioso; y más absurdo
excluir de los planteamientos a quienes crean así. Una cosa es que no parta de
la Fe católica, y otra cosa es que prescinda de lo que realmente está en la vida
de gente con la que he dialogado, y en mi propia existencia.
----O sea, ¿qué continuará?
Quedan aún en el tintero cientos de preguntas, de e-mails, de estímulos para
seguir trabajando a través del diálogo confiado y espero que fecundo. La forma y
el día... llegarán. De momento, mi buzón sigue abierto para quien quiera
rebatir, ahondar, sugerir, reescribir en primera persona un retazo... (jrgmorato@unav.es)
Los renglones ocultos son los que mayores satisfacciones me han regalado.