ÉTICA DESCRIPTIVA
TEOLOGÍA MORAL

SUMARIO: I. Introducción. II. Las características de la ética descriptiva. III. Las características descriptivas de la ética teológica. IV. El reduccionismo descriptivo de la ética. V. Conclusión.

 

I. Introducción

La característica específica de la reflexión ética, tanto filosófica como teológica, consiste en sus aspectos valorattvo y prescriptivo [t Epistemología moral VIII; l Ética normativa; l Metaética].Pero afirmar su sentido valorativo y prescriptivo no significa negar el descriptivo, lo mismo que afirmar éste no comporta la negación de los anteriores. En efecto, la ética posee una estratificación estructural y fenoménica, y por consiguiente también científica y lingüística, muy variada en su composición. Por tanto, los diversos modos de afrontar la reflexión ética, aunque se excluyan mutuamente a nivel lógico-conceptuál, no se excluyen a nivel fáctico de los distintos modos lingüísticos de afrontar las diversas estratificaciones del fenómeno moral.

El aspecto descriptivo de la ética puede entenderse de distintas maneras: considerándolo como uno más entre las posibles aproximaciones lingüísticas al fenómeno moral, o también afirmando que excluye el aspecto valorativo, pero no el prescnptivo de la ética. En el primer caso, el aspecto descriptivo de la ética es un modo, junto a otros más específicos y propios de la reflexión ética, de afrontar el fenómeno moral; en el segundo caso es un modo de afrontar el fenómeno moral que no excluye su aspecto valorativo, sino su fundamentación cognoscitiva a nivel metaético. También conviene hacer una referencia final a la teoría que, planteando la reflexión ética a nivel de la descripción solamente, excluye tanto el aspecto valorativo como el descriptivo; es el punto de convergencia de las formas más radicales de relativismo metaético y normativo al mismo tiempo [l Relativismo].

II. Las características de la ética descriptiva

La ética descriptiva, por su naturaleza, desempeña funciones completamente distintas de las que desempeña la ética normativa. No pretende valorar para prescribir, no trata de juzgar para establecer cuál deba ser la actitud moralmente buena o el comportamiento moralmente recto. Más bien se limita a constatar el dato que de hecho existe y a describirlo detallada y minuciosamente; no trata de lo que debería ser ni del ideal hacia el que tender, sino de lo que en la realidad de los hechos caracteriza al fenómeno moral. Porque el fenómeno moral, en efecto, se objetiva en la historia, en la cultura, en la práctica de las relaciones socio-personales y en la mutua interferencia de la esfera socio-política con la individualpersonal. Por eso mismo se le puede describir en todas sus características y en todas sus estratificaciones diacrónicas y sincrónicas. Toda persona individual y todo grupo social, todo pueblo y toda cultura poseen su propia moral, su propio ethos, es decir, un código de normas que guía la vida de los individuos y de la sociedad y que sanciona la orientación de las relaciones interpersonales.

El objeto de la ética descriptiva es el ethos. Lo constituye la sedimentación histórico-cultural del fenómeno moral dentro de un pueblo y el modo práctico de vida con el que se identifica el fenómeno moral. En cuanto descriptiva, la ciencia ética resalta la manifestación histórica del fenómeno, sus variantes evolutivas e involutivas, su caracterización estática o dinámica, las justificaciones teóricas que se le dan, la coherencia o no entre los comportamientos prácticos y las justificaciones teóricas, su importancia, la divergencia o convergencia de algunas convicciones o de algunos comportamientos que se encuentran en un fenómeno moral con respecto a los que se manifiestan en otros grupos o sociedades. La ética descriptiva toma en consideración sobre todo la dimensión sociocultural del fenómeno moral. Aunque también se tome en consideración como fenómeno personal, pero sólo por su relación a la dimensión sociocultural, para que pueda evidenciarse la homogeneidad o heterogeneidad más o menos parcial de los comportamientos individuales respecto al ethos vigente.

Desde el punto de vista epistemológico, por tanto, la ética descriptiva no se distingue de las ciencias que resaltan las diversas características y los poliédricos aspectos de la realidad humana. Historia, sociología, antropología cultural, psicología, etc., se diferencian de ella solamente por la distinta colocación de sus intereses específicos, pero tienen muchos ámbitos comunes de investigación entre sí y con la ética descriptiva. Así, por ejemplo, respecto a la historia no es una ciencia distinta cuando y porque se interesa por un hecho ético del pasado; respecto ala sociología, cuando y porque se interesa por las convicciones, por los comportamientos no moralmente neutros, sino importantes; respecto ala antropología cultural, cuando y porque interpreta las características del fenómeno moral de una cultura muy determinada, etc. Desde el punto de vista epistemológico, la estructura lógica de la reflexión ético-descriptiva es fundamentalmente idéntica a la de la ciencia, con la que frecuentemente identifica el objeto de los propios intereses, sin que obviamente pueda asumir sus metodologías empírico-descriptivas para resaltar aquel objeto preciso. Por esta razón, entre el historiador, el sociólogo, el antropólogo, el psicólogo, etc., y quien se interesa por la ética descriptiva se da una continua y recíproca interferencia de intereses científicos. No se trata, sin embargo, de invasión de campos, ni mucho menos de desbordamientos metodológicos. El historiador puede y debe interesarse por el desarrollo histórico del ethos siguiendo la metodología propia de la investigación histórica. Lo mismo puede decirse de la relación de la ética descriptiva con las demás ciencias.

III. Las características descriptivas de la ética teológica

Al tener esta estructura lógica, la dinámica de la ética descriptiva queda igual, tanto si se mueve hacia su perspectiva filosófica o a la teológica. Naturalmente, desde esta segunda perspectiva se tiene un filtro óptico para captar el fenómeno moral dentro del contexto teológico o religioso.

La ética descriptiva puede prestar atención a la revelación del fenómeno moral también desde el punto de vista de sus relaciones fácticas con el fenómeno religioso. Esta ética, teológica sólo en cuanto se interesa por tal objeto, a nivel metodológico seguirá siempre las reglas de las otras disciplinas, exactamente igual que la sociología religiosa sigue siempre las reglas de toda investigación sociológica. Muchas investigaciones de ética bíblica vetero o neotestamentaria, por ejemplo, están estructuradas fundamentalmente desde perspectivas descriptivas. En ellas no se hace otra cosa que resaltar cómo y por qué el pueblo hebreo introdujo en su praxis ético jurídica o en su ethos la ley del talión; cómo y por qué asumió una moral concreta del matrimonio; cuál fue el mensaje moral que aparecía en la predicación de los profetas; cuáles son los elementos que distinguen la predicación de Amós de la de Ezequiel, etc. Mientras la llamada moral bíblica se dedica a resaltar estos elementos, y sólo éstos, es ética descriptiva. A1 acer resaltar estos elementos no toma posición respecto al contenido, no se afirma la rectitud o el error de una praxis, la bondad o no de un mensaje. Cada punto es explicitado en todos los elementos que lo caracterizan y descrito con la mayor fidelidad posible al dato histórico. Lo mismo puede decirse de la moral patrística o el ethos de un período determinado de la historia del cristianismo. Pero todo esto no excluye la posibilidad de presentar el mensaje moral de Cristo, de los profetas o de los padres de la Iglesia con objetivos diferentes y de interesarse en este mensaje para fines no descriptivos [l Parénesis].

IV. El reduccionismo descriptivo de la ética

Hablar, como lo hemos hecho inmediatamente antes, l en el número III,, de la dimensión filosófica y teológica de la ética descriptiva no comporta reducir la reflexión ética a pura y simple función descriptiva. Más bien significa afirmar la posibilidad de realizar un tipo muy preciso de investigación ética, sin excluir otras formas de realizar esa investigación en términos más específicamente éticos desde el punto de vista epistemológico.

Resulta, sin embargo, que este último punto de vista es puesto en duda, e incluso negado, por algunas corrientes de pensamiento filosófico, quizá asumidas de forma más o menos implícita también en el contexto teológico.

Los no cognotivistas [! Metaética] afirman en último término que la ética, tanto si es filosófica como teológica, es una ciencia que sólo puede estructurarse como descriptiva, porque los juicios de valor, al menos los más básicos y fundamentales, no pueden ser válidamente fundados. Como estos juicios no pueden ser verificados y considerados resultado de un proceso cognoscitivo, la elección inicial de quien se orienta hacia el bien o la opción fundamental de quien acepta vivir moralmente bien vale lo mismo que la de quien decide lo contrario. Las dos elecciones -la que nosotros llamamos moralmente buena como la que llamamos moralmente mala-, al no tener fundamento objetivo en el conocimiento del bien preexistente, sino sólo en la decisión de la persona individual, son totalmente indiferentes desde el punto de vista moral y sólo se les puede distinguir a nivel de descripción. Como la decisión de escalar la cima de un monte sólo es descriptivamente distinta, pero no mejor ni peor que la de descender a las profundidades oceánicas, de este modo la decisión por el bien es distinta de la decisión por el egoísmo sólo desde una perspectiva descriptiva.

Desde esta perspectiva, la ética se reduce a ser la ciencia que relata a nivel descriptivo la diversidad de las decisiones iniciales pero no la ciencia que pretende valorar la elección del bien no sólo como fundamentalmente distinta de la egoísta, sino también como necesaria y obligatoria. Esta forma descriptiva de la ética no equivale a un modo de plantear la reflexión ética junto a otros modos, sino que equivale a la afirmación de la no valorización estructural de la ética y a su identificación casi total con las diversas ciencias empíricas (ya que asumir la dimensión descriptiva como única dimensión del carácter científico de la ética no tendría por qué excluir la perspectiva normativa y la importancia de la coherencia lógica del comportamiento respecto a la decisión inicial). Como fácilmente puede verse, de este modo se destruye completamente el fundamento cognoscitivo último de la ciencia ética. Y esta destrucción no se refiere sólo a la especificidad científica de la ética, sino también a su posición en el ámbito de las ciencias. Si este reduccionismo se refiriera sólo a la posición de la ética entre las ciencias, sus consecuencias después de todo no serían muy desastrosas. Pero es que afecta también a la concepción misma del fenómeno ético personal, pues consiste en anular toda obligatoriedad moral. Así como hacer alpinismo o submarinismo no es un deber para nadie que decida practicar estos deportes; así como practicar una u otra actividad deportiva depende exclusivamente de la decisión personal y escapa a cualquier tipo de valoración moral, del mismo modo la vida moral no es un deber al que el hombre deba tratar de adecuarse una vez que ha percibido su existencia -que no depende de él-, sino una actividad que puede decidir, comenzar o rechazar, comenzarla en un sentido o en otro, sin por eso estar sometido a una valoración positiva o negativa desde el punto de vista moral.

Por consiguiente, desaparece también cualquier responsabilidad moral desde el punto de vista filosófico y teológico. Dependiendo la decisión de dirigirse a la cima del altruismo o al abismo del egoísmo sólo de la persona particular y siendo la una tan indiferente como la otra, el que se orienta en un sentido es tan poco responsable como el que se orienta en sentido contrario. No tener responsabilidad, desde el punto de vista teológico significa anular la categoría del pecado o afirmar la imposibilidad de pecar. Si una elección es distinta de la otra sólo a nivel de descripción, ¿cómo calificar a una de pecaminosa o mala y a la otra de buena? Atribuir tal calificación es valorar. Si no es posible valorar, tampoco será posible hablar de responsabilidad o de pecado [l Relativismo].

V. Conclusión

Así entendida, la ética es sólo descripción de los múltiples modos humanos de ver una realidad inexistente o por lo menos incognoscible; de las muchas actitudes y comportamientos cuya diversidad se identifica con el acto de decisión de quien los realiza y se agota en su mismo aspecto descriptivo empírico. La vida del santo sería sólo diversa de la del delincuente; no podría ponerse como ejemplo que imitar o ideal al que tender. Más allá de la decisión humana inicial sólo habría vacío, algo que no es posible captar o algo que crea la misma decisión humana. Más acá de la decisión sólo habría diversidad de decisiones fundamentales, múltiples decisiones individuales graduadas de modos distintos, posibilidad de describirlas, pero no de valorarlas. La ética, si se la reduce a una simple ciencia descriptiva, se identificaría con la inutilización de su aspecto valorativo. La imposibilidad de aceptar este planteamiento tanto a nivel filosófico como teológico salta ala vista.

[l Epistemología moral; l Ética normativa; l Metaética; i Parénesis;

Relativismo].

BIBL. D Sobre la ética descriptiva: SCHOLLER B., L úomo veramente uomo. La dimensione teologica dell ética pella dimensione ética del¡' uomo, Edi Oftes, Palermo 1987; PRIVITERA S., Dall ésperienza alía morale. 11 problema "esperienza"in teología morale, Edi Oftes, Palermo 1985. O Obras de ética socio-descriptiva: AA.VV., La sexualidad humana. Nuevas perspectivas del pensamiento católico Cristiandad Madrid 1978; BANFIELD E.C., Le basi morali di una societá arretrata, II Molino, Bolonia 1976. O Obras de ética histórico-descriptiva: CASULA M., L7lluminismo critico. Contribuía alío studio dellfnflusso del criticismo kantiano sul pensiero religioso e morale in Germanía ira il 1783 e il 1810, Marzorati, Milán 1967; KOSfiLLfiCIC R., Critica illuminista e crisi delta societá borghese, Il Mulino, Bolonia 1972; WeasR M., La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Aguilar, Madrid 1980.

S. Privitera