ESCEPTICISMO
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

1. EXPLICACIÓN DEL CONCEPTO. El concepto "escepticismo" se refiere directamente a la palabra francesa sceptique (escéptico, escépticos), pero detrás está la palabra griega original, sképtomai (observar examinando). Con el término filosófico se designa comúnmente aquella orientación filosófica o actitud mental que se abstiene de juzgar porque no puede decidirse con suficiente seguridad sobre la verdad o falsedad de las aseveraciones.

Un escepticismo radical es contradictorio, porque la afirmación "hay que dudar de todo" contradice a la pretensión de verdad que propone. Puede darse un escepticismo relativo o limitado referido a determinados ámbitos (religión, ética, estética, etc.). Desde Descartes se habla de un escepticismo "metódico". Ciertamente se puede dudar de todo, pero exceptuando el yo pensante del que duda. El que duda de todo, evidentemente, no puede dudar del hecho de que es él mismo el que duda. Con esto esperaba Descartes superar el escepticismo.

2. EL ESCEPTICISMO EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL. Históricamente el escepticismo se presenta con el rostro de Jano: como fenómeno decadente de civilizaciones que se hunden y también corno instrumento del pensamiento ilustrado.

En el pensamiento filosófico de Occidente el escepticismo hace su aparición como escuela filosófica ante todo en la antigua Grecia entre 300 y 200 á.C. Se distinguen tres fases en su evolución: el escepticismo antiguo (Pirrón, Timón), el medio o académico (Arquesilao, Carnéades) y el escepticismo reciente o moderno (Enedisemo, Sexto Empírico). Con otras escuelas (p.ej., con el estoicismo y el epicureísmo) tiene en común el escepticismo griego antiguo la tendencia a la felicidad. También él ve el supuesto de la felicidad en la serenidad de espíritu (ataraxia). Sin embargo, a diferencia de las otras escuelas, que intentan alcanzarla por medio del conocimiento del .mundo, el escepticismo renuncia enteramente a este conocimiento. Sin conocimiento, el escéptico no se vería afectado por el mundo exterior, consiguiendo así alcanzar la tranquilidad de espíritu, que es el supuesto de la verdadera felicidad. La renuncia al conocimiento se funda en la imposibilidad de conocer la verdad o el mundo. La filosofía antigua elabora un concepto peculiar de escepticismo: el examen crítico del pensamiento no lleva a un juicio equilibrado, sino que termina en la aporía. El escéptico no llega ni a una afirmación positiva ni tampoco negativa, sino que persiste en abstenerse de todo juicio (epojé), como aquel asno (del que habla la filosofía) que está a igual distancia de dos montones de heno y se muere de hambre porque, según se cuenta, no logra decidirse m por el uno ni por el otro.

El cristianismo se enfrenta ya muy pronto con el escepticismo. El punto de partida es la cuestión de si existe un paso de la duda del pensamiento a la seguridad de la fe, o también si hay una coexistencia justificada de ambos. Evidentemente, el escepticismo queda excluido por principio. En Tertuliano se enfrentan irreconciliables "Atenas" y "Jerusalén". La fe cristiana excluye la duda y la búsqueda. Un diálogo entre fe y escepticismo no tiene sentido. También l Agustín (en Contra Academicos) opone la seguridad de la fe a la duda; pero intenta refutar filosóficamente el escepticismo.

La escolástica medieval no conoce corrientes escépticas. Los primeros indicios reaparecen sólo con Duns Scoto y Ockham. El "cogito, ergo sum" de Descartes quiere superar por principio todo escepticismo. El escepticismo de Hume sobre la ética racional y el principio de causalidad como fuente de conocimiento tiene un efecto contundente en la ulterior evolución del pensamiento filosófico. Para Hegel, el escepticismo es un momento de la verdad del todo. El escepticismo de Nietzsche desemboca en el nihilismo.

Al presente, el escepticismo es más bien un aspecto fundamental del filosofar moderno que una orientación determinada de la filosofía. Como tal, defiende la libertad del espíritu en la búsqueda sin reservas de la verdad contra todos los intentos de dogmatizar el pensamiento.

3. VALORACIÓN TEOLÓGICA. El escepticismo no ha sido nunca condenado expresamente por un documento eclesiástico. En realidad, podría aplicarse aquí cuanto se ha dicho sobre el /agnosticismo.

Con todo, un escepticismo limitado o metódico, en el sentido de un "interrogar radical", podría ser muy legítimo y mostrar la ambivalencia de muchos ámbitos, abordando críticamente lo que en apariencia es evidente e investigándolo. La justificación de semejante escepticismo radica en la contingencia del conocimiento humano.

La relación entre fe y duda (en el sentido de buscar e interrogar) es el problema teológico central. Pues, en última instancia, la fe no representa ninguna posesión indiscutible. La fe cristiana es perfectamente consciente de una coexistencia de fe y duda rica en tensiones (cf Mc 9,24). Pablo invita a los creyentes a examinar críticamente su fe (cf 2Cor 13,5). La seguridad de la fe se la puede ver en arriesgarse serenamente a preguntarlo todo.

El escepticismo es teológicamente significativo también cuando la actividad humana del conocimiento intenta deducir una pretensión absoluta de la relación de la fe cristiana a la revelación. La misma fe permanece por principio escéptica frente a las promesas salvíficas del conocimiento científico. También la teología como ciencia (/Teología, IV) está sometida a las limitaciones del conocimiento humano, y por eso un escepticismo limitado tiene también en ella un amplio campo de acción.

Wilhelm Weischedel (1905-1975) se ha ocupado a fondo de la relación del pensamiento escéptico con la cuestión de Dios. Entiende él por escepticismo un "interrogar radical", que constituye el rasgo característico de la filosofía moderna. A diferencia de Descartes, ve él en el proceso mismo de la búsqueda y el preguntar radicales el dato indubitable, la "seguridad primera". Para que el pensamiento escéptico pueda llegar a la cuestión de Dios debe, por su parte, sentirse afectado por una realidad que no puede ya cuestionarse como tal, "que más bien en ese radical cuestionarse se afirma y se acredita como realidad" (Weischedel, p. 20). Entonces la realidad cuestionable aparece ella misma en su problematicidad como misterio. Cuestionabilidad radical y misterio se condicionan recíprocamente. Weischedel aduce tres ejemplos: 1) que en la contingencia de todo ser existe realmente algo; 2) la experiencia de la muerte y de la caducidad; 3) el mundo como totalidad. La índole misteriosa de la realidad no se inventa ni se suscita, sino que es anterior a encontrarla; más aún, se impone directamente al pensamiento escéptico, que choca inevitablemente con ella. El interrogar radical no sería posible si no existiera primero el misterio que ha dado el impulso al interrogar. Por eso el misterio es supuesto y posibilidad del interrogar. Weischedel no pretende realmente identificar sin más con el Dios cristiano el misterio que se resiste a todo interrogar. Pero, según él, la fe cristiana se refiere últimamente a lo que filosóficamente se presenta como el misterio. Por tanto, fe y filosofía hablan en última instancia de lo mismo en lenguajes diversos: la fe, con el lenguaje de las imágenes; la filosofía, directamente.

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B. Groth