PROVERBIOS
DicTB
 

SUMARIO. I. La cuestión literaria: 1. La forma "masal';2. El mapa de la colección. II. Un mensaje constante dentro de una estratificación: 1. La primera colección (cc. 1-9); 2. La primera colección salomónica (cc. 10-22): a) Capítulos 10-15, b) Capítulos 16-22, c) Las palabras de los sabios (22,17-24,34); 3. La segunda colección salomónica (cc. 25-29): a) Capítulos 25-27, b) Capítulos 28-29; 4. Fragmentos proverbiales (cc. 30-31). III. Sabiduría y Proverbios: 1. Pragmatismo; 2. Antropocentrismo; 3. La ortopraxis; 4. La teología.


I. LA CUESTION LITERARIA. La colección de los Proverbios (= Prov), suprema expresión de la literatura sapiencial oficial de Israel, se presenta como un monumento literario complejo y refinado, cada uno de cuyos elementos hay que circunscribir primero pacientemente antes de contemplar en su unidad la solemne obra final. También nosotros en nuestra lectura intentaremos recorrer el texto en su vertebración muy articulada: a través de este procedimiento diacrónico lograremos captar progresivamente en su integridad la proposición del volumen, una afirmación de "eudemonismo yahvista" (Osty), una afirmación optimista y entusiasta de la vida. A través de la lectura de Prov se nos va reflejando en todo el panorama de la / "sabiduría" (la hokmah) bíblica, en sus estructuras ideológicas y en su evolución histórica.

1. LA FORMA "MASAL". Toda cultura posee un tesoro de sabiduría popular y proverbial; se trata de briznas de reflexiones, de intuiciones ligadas al prestigio casi milagroso de la fómula lapidaria que centra de modo esencial, mnemónico y a menudo irónico, un dato ligado a la naturaleza humana, a la vida o al mundo. Por eso el proverbio es fácilmente faccioso o parcial; con frecuencia conservador y moralizante; puede estar en contradicción con otros dichos, dado el aspecto sectorial de sus revelaciones; es habitualmente ahistórico porque sólo requiere registrar y prever acontecimientos típicos que se reproducen constantemente en lo concreto de la existencia. El proverbio se codifica muy pronto en una verdadera y auténtica "forma" literaria, con su tipología, sus leyes estilísticas, su estructura sociológica y psicolingüística.

En hebreo, el término que lo define, masal, abarca una gama vasta de acepciones (parábola, canto, oráculo poético, alegoría, aforismo, etc.). El masal-proverbio en sentido estricto se articula en dos modelos fundamentales: el "proverbio-acontecimiento", que se contenta con destacar un hecho fácil de verificar, y el "proverbio-causa", que intenta motivar la declaración experimental y es indicio de una mayor madurez racional. La tonalidad general del proverbio no es apodíctica o imperativa en sentido legal, sino más bien pedagógica y parenética.

Desde el punto de vista estilístico domina el uso del paralelismo en todas sus formas y posibilidades. Le acompaña la paranomasia, es decir, la búsqueda intencional de las asonancias fonéticas, que facilitan el aprendizaje mnemónico y que hacen a veces ardua la traducción a otra lengua. Desde el punto de vista métrico, se nota en las colecciones más antiguas de proverbios el predominio del ritmo 4 + 3; en otras partes domina el 3 + 3 o el metro de los 4 + 4 acentos.

En todo caso, la lectura del libro de Prov requiere una especie de acuerdo o de simpatía, que se comunica al lector a través de la escucha continua, casi como en un fluir melódico. Pero a veces, según veremos, nos encontramos en presencia de párrafos coordenados redaccionalmente sobre un tema fijo o también de pequeños tratados brotados de un aforismo básico.

2. EL MAPA DE LA COLECCIÓN. En el volumen actual de los Prov encontramos materiales de diversas proveniencias, ordenados según ciertos criterios: en algunas secciones se basa también en antologías preexistentes dotadas de materiales arcaicos. El conocimiento de los proverbios ugaríticos ha permitido aislar algunas matrices indígenas (cananeas) de los mesalim bíblicos. Si la colección de los proverbios populares o cultos comienza probablemente ya con Salomón (siglo x a.C.), sólo en el siglo VIII a.C. se procede a una elaboración sistemática de los datos proverbiales: la celebración de la agricultura como modelo social dominante y la primera crítica a las desigualdades causadas por las especulaciones comerciales nos remiten justamente a esta época, bien conocida a través de la documentación polémica de los profetas (Am, Os, Is, Miq). Sin embargo, la redacción final del volumen de Prov es más tardía, quizá posexílica. En todo caso, he aquí el mapa estratigráfico de las varias colecciones de proverbios que han confluido en el libro según una reconstrucción cronológica hipotética:

I) Capítulos 10-22: colección de Salomón (atribuible justamente a esta época del siglo x a.C.).

II) Capítulos 25-29: colección de Ezequías (aunque los materiales pueden ser más arcaicos que este rey, que vivió a finales del siglo vul a.C.).

III) 22,17-24,22: se trata de un agregado a la "colección de Salomón" y revela puntos de contacto explícitos con la sabiduría egipcia de Amenemope (XXII dinastía: 945-745).

IV) 24,23-34: se trata de un nuevo agregado a la "colección de Salomón" redactado en lengua arcaica y con paralelos extrabíblicos.

V) Capítulos 30-31: se trata de cuatro agregados más recientes, difíciles de fechar, el más antiguo de los cuales es el numérico de 30,15-23.

VI) Capítulos 1-9: es la colección más reciente y más sofisticada; presenta también pequeños poemas. Aunque contiene materiales arcaicos, el texto revela a menudo puntos de contacto con Jeremías y el Segundo Isaías, por lo cual puede suponerse al menos una redacción final posterior al exilio y preesdrina (550-450 ca. a.C.).

El texto hebreo es bueno, a pesar de las dificultades de léxico debidas a la antigüedad de los textos y al ya citado cromatismo fonético; una contribución destacada para la comprensión la ha ofrecido la filología comparada, sobre todo ugarítica.

Los LXX, que tienen algunas variaciones en la distribución de las colecciones, ofrecen a menudo lecciones diversas y algunas correcciones que revelan la formación estoiquizante de los traductores griegos.

El NT cita frecuentemente los Prov sin someterlos a reinterpretaciones, como ocurre en cambio a veces para la tórah (ver Prov 3,7 en. Rom 12,16; Prov 3,11-12 en Ap 3,19.34; Heb 12,5-6; Sant 4,6; 1Pe 5,5; Prov 3,34 en Sant 4,6; 1Pe 5,5; Prov 4,26 en Heb 12,13; Prov 10,12 en 1 Cor 13,7; l Pe 4,8; Prov 11,31 en l Pe 4,18; Prov 22,8 LXX en 2Cor 9,7; Prov 24,12 en Rom 2,6; Ap 22,12; Prov 25,7 en Lc 14,7ss; Prov 25,21-22 en Rom 12,20; Prov 26,11 en 2Pe 2,22).

II. UN MENSAJE CONSTANTE DENTRO DE UNA ESTRATIFICACIÓN. La mejor metodología para captar la atmósfera y el contenido de la tesis proverbial, tan querida en el pasado del mundo protestante anglosajón burgués, es la de recorrer las páginas de cada una de las colecciones haciendo un balance de sus temáticas, de sus reflexiones y de las imágenes. Cada sección, dentro del hilo conductor general de la sabiduría proverbial clásica, tiene su identidad y sus características específicas.

1. LA PRIMERA COLECCIÓN (CC. 1-9). Aunque usa materiales arcaicos, la colección de apertura del libro es la más reciente y original, también porque le gusta explayarse en grandes unidades e incluso en cortos tratados (cc. 2; 4; 5; 8; 9,1-6.13-18).

Después del título, que según la práctica tradicional coloca toda la obra bajo el patronazgo de Salomón (cf Qo y Sab), y después de un encomio religioso de la sabiduría como "temor de Dios" (v. 7), el capítulo 1 abre una reflexión inicial sobre el concepto de sabiduría a través de una vigorosa personificación, anticipadora de la de los capítulos 8 y 9 (vv. 20-33).

Estructurados según el esquema clásico de la enseñanza "padre-hijo" (2,1; 3,1.11.21; 4,1.10.20), los capítulos 2-4 describen con un rico muestrario léxico el "camino", es decir, el destino del necio (c. 2), la dicha del sabio (c. 3) y la excelencia de la guía que ofrece la sabiduría al que se adhiere a ella (c. 4).

En cambio, la cuestión femenina ocupa los capítulos 5-7; y, como siempre, el problema se aborda de acuerdo con la constante tendencia antifeminista propia de la sabiduría popular también contemporánea. Pero la mujer con la cual polemizan los Prov es definida como "extranjera"; por tanto, encarna emblemáticamente la apostasía que Israel perpetraba con los cultos cananeos de la fertilidad. Entonces el precepto, aunque ético, se colora de una motivación teológica. En todo caso, los dos cuadros de los capítulos 5 y 7 constituyen pequeñas obras maestras de finura psicológica y narrativa: la escena de la seducción está trazada con un gusto y una ironía insuperables.

Con los capítulos 8-9 llegamos a la cúspide ideológica de la colección. En ellos se afronta la reflexión sobre la categoría sabiduría, entendida como instrumento teológico para resolver la antítesis trascendencia-inmanencia de Dios. La sabiduría es presentada, como en el capítulo 1, con una personificación femenina, polémicamente contrapuesta a la mujer del capítulo 7. Se celebra a sí misma en dos grandes autohimnos (8,12-21 y 8,22-31). Sobre todo el segundo, que tiene probablemente una matriz arcaica, intenta definir los dos rostros de la sabiduría. Pertenece a la esfera de Dios, como lo atestiguan los "antes" de los versículos 22-25, que consideran a la sabiduría preexistente a las realidades cósmicas: la eternidad se expresa a través de la anticipación y la precedencia respecto al tiempo, convirtiéndose así en indicio de eternidad. Pero, contemporáneamente, la sabiduría es también una realidad creada: los "cuando" la hacen contemporánea del mundo creado (vv. 26ss). La sabiduría es, pues, el proyecto trascendente de Dios que se encarna en el orden cósmico, en el hombre, en su inteligencia. Esta cualidad bifronte, trascendente e inmanente, le permite a la sabiduría ejercer su función de mediadora entre el creador y la criatura. Como enseña el capítulo 9 a través de la parábola de los dos banquetes, la opción por "el pan y el vino" de la sabiduría significa vida y salvación.

2. LA PRIMERA COLECCIÓN SALOMÓNICA (cc. 10-22). La casi totalidad de los exegetas están convencidos de la antigüedad de esta colección, que puede situarse en los siglos x-ix a.C., con textos que quizá asciendan al mismo Salomón (ver IRe 3,4-15; 10,1-10). Esta obra coral, fruto de la sabiduría popular y de la de los círculos sapienciales profesionales, aunque con evidentes adquisiciones extranjeras, está ciertamente muy "yahvistizada". La colección es semejante a un delta ramificado, sin un plan coherente de organización, articulado según la libre asociación, la asonancia y la agrupación compendiosa. Sin embargo, los 375 mesalim aquí coleccionados y compuestos de preferencia por dísticos, se pueden distribuir en dos grandes áreas, las de los capítulos 10-15 y 16-22.

a) Capítulos 10-15. La mejor organización del pensamiento de este sector la ofrece el procedimiento por antítesis, que adoptan muchos aforismos. El primer gran binomio antitético es el de justo-impío (94 proverbios de 184). Las figuras morales en cuestión se trazan según sus opciones fundamentales. He aquí los rasgos del retrato del justo. Sabe regular su palabra, una palabra preciosa (10,20) que nutre (10,21), que es justa (12,5), sincera (13,5), reflexiva (15,28); es justo (11,3.11; 12,6; 14,2.11; 15,8), es caritativo (11,25), benévolo (11,27; 12,2; 13,2.22; 14, 14.19.22; 15,3), es confiado (11,13; 12,17.19.22; 13,17; 14,5.25), modesto (11,2), sensible (11,17), amante de los pobres (14,21.31), incorruptible (15,27), exigente consigo mismo (10,27; 12,1) y está dominado por el temor de Dios (10,27; 14,26.27). En él se cumple plenamente la ley de la retribución: tendrá seguridad (10,9. 25.29.30; 11,3.5, etc.), alegría (11,10; 13,9; 14,21), paz con el Señor (11,20; 12,22; 15,8.9.29), descendencia bendecida (11,21; 13,22), sabiduría cada vez mayor (10,31-32; 11,2) y se librará de la muerte prematura (10,2.11. 16.17; 11,4.7.19.28.30; 12,28; 13,3; 14,27; 15,4.27). En cambio, el impío es descrito prácticamente como el exacto negativo del justo, y la retribución terrena caerá inexorablemente sobre él, privándole de estabilidad y esperanza (10,3.25.30; 12,3.7; 10,28; 11,7.23), porque el Señor no puede tolerarlo (10,3; 11,20; 12,22; 15,8-9).

Otro binomio es el del sabio y el necio. La sabiduría es sobre todo una actitud humana y religiosa, se la obtiene a través de la "tradición", es decir, con la enseñanza y escuchando (12,15; 13,1.10.20; 15,5.14): "Anda con los sabios y te harás sabio" (13,20). Más aún; el sabio a su vez se convierte en fuente de sabiduría para los otros (15,2.7), porque la sabiduría es "diffusiva sui", como la fuente que se transforma en un río y en canales (Si 24,28-29). Es una virtud de relación que hace al hombre reflexivo con el prójimo (13,16; 14,15), prudente, respetuoso (11,12; 14,29), modesto (12,23).

Una tercera antítesis es la del ocioso y el diligente. El trabajador es sinónimo de justo (15,19), mientras que el perezoso, "vinagre a los dientes y humo a los ojos" (10,26), es el tipo del impío. El éxito económico es signo de bendición (10,4-5; 12,11.27; 13,4).

Una última antítesis, más rara (19 proverbios) y más teológica, enfrenta lo que Dios ama y lo que él odia. A través de este antropomorfismo nos introduce en una especie de moral revelada; por eso los mesalim "teológicos" son todos eficaces y ponen en escena a Dios, que ayuda al hambriento rechazando la codicia del impío (10,3), que bendice enriqueciendo al justo (10,22), que es fortaleza para el hombre recto y ruina para el malhechor (10,29). De este modo, sobre la sensatez, sobre lo cotidiano, sobre el moralismo de la sabiduría popular se extiende el correctivo eficaz de una intervención de Yhwh que juzga, corrige e interpreta la escala de los valores humanos.

De paso recordamos también que las figuras negativas sólo se esbozan, porque el acento está siempre en lo positivo. Estos proverbios se transforman entonces en una llamada constante a la justicia, a la sabiduría, a la diligencia, al temor de Dios.

b) Capítulos 16-22. Esta antología de temas dispares recoge 191 proverbios preferentemente de paralelismo sinonímico. También aquí aparecen los binomios antitéticos, pero con nuevos matices. En la oposición justo-impío el retrato más completo es ahora el negativo del malvado: orgulloso (16,5.18.19; 17,19; 18,12; 21,4), burlón y arrogante (21,24), tortuoso, perverso, desconfiado (17, 20; 19,1; 22,5.9.22; 21,6.28), despiadado (21,10) se burla de la justicia (19,28; 21,7), desprecia a los pobres (17,5; 22,16), se burla de los derechos (17,5.26; 18,5), combate al prójimo (16,28; 17,9; 18,1). La tesis de la retribución es particularmente exaltada para el justo, que tendrá larga vida (16,31; 19,23; 21,21; 22,4) riquezas (22,4), protección y seguridad (16,17; 18,10; 19,16.23; 21,23; 22,5), descendencia bendecida (20,7) y honor (21,21; 22,4).

La antítesis sabio y necio está también presente con un nuevo subrayado: la sabiduría, más que valor moral, es ante todo habilidad, inteligencia, capacidad de arreglárselas en las contradicciones cotidianas. Es, pues, una cualidad humana (16,21.23.32; 18,15; 19,11; 20,5, etc.). En cambio, el necio es descrito sobre la base de los pecados de lengua (17,28; 18,2.6; 20,3). Y, manifestando un cierto pesimismo pedagógico, suavizado en otras partes (19,25; 20,30; 22,10), se declara que el necio es incorregible (17,10.16; 19,19.29; 20,11; 22,6.15).1543

El binomio diligente-ocioso da origen a aforismos semejantes a deliciosas caricaturas, a menudo cercanas a lo grotesco (19,24; 20,4.13; 21,5.17; 22,13).

Pero esta sección de los capítulos 16-22 es también la más penetrada de teología hebrea; es aquella en la que más está presente el nombre "Yhwh". En el mundo existe un plan trazado por Dios, que se percibe sobre todo en la retribución (16,5; 17,5) que impide que la historia sea un cúmulo de mecanismos neutros y de comportamientos inmanentes. Un plan revelado también por el acto creador divino (16,4.11), que es el origen de justos (20,12) y pecadores, de pobres (17,5) y ricos (22,2). Un plan, en fin, visible en la providencia divina, que dispone todas las realidades con amor y pasión (18,22; 19,14.21; 20,27; 21,31). De un cuadro teológico así de límpido nace también una fuerte conciencia del pecado, visto como proyecto alternativo humano al plan de Yhwh (16,6; 20,6.9).

Otro elemento original está en la entrada de los proverbios "monárquicos", que presentan al rey como el lugarteniente de Dios en la tierra (16,1-16; 20,22-21,3), como el garante terreno del proceso divino de la retribución (16,13; 20,8.26; 22,11). Pues "el corazón del rey es canal de agua en manos del Señor; él lo inclina hacia donde quiere" (21,1). La matriz aristocrática y "profana" de algunos proverbios monárquicos es visible en sus venas absolutistas (16,5.14; 19,12; 20,2). La sociedad que emerge de esta situación política es la agrícola y urbana con preferencia del ambiente comercial ciudadano sobre el rural, como lo atestiguan ciertos rasgos pintorescos de transacciones económicas de estilo oriental ("'¡Malo, malo!', dice el comprador; pero cuando ha comprado se felicita", 20,14) y las frecuentes alusiones al oro y a la plata, aunque sea en comparación de inferioridad con la sabiduría (16,16; 17,16; 20,15; 22,1). En este tipo de estructura adquiere relieve el juez, del cual se nos traza un código de deontología profesional contra las corrupciones, contra la superficialidad en las instrucciones de procesos, contra las opresiones, etc. (17,15,26; 18,5.17; 19,5.9.28; 21,28).

Los contrastes sociales respecto a ese modelo de sociedad introducen entonces una antítesis nueva y original: la del rico-pobre, sólo raramente afrontada según la perspectiva tradicional de la retribución, que veía en el pobre un pecador o un perezoso (19,15; 20,4.13; 21,17.20). Ahora se comienza a ver con indiferencia la riqueza como bendición divina (17,8; 18,11.16; 19,4.6; 21,14), y se desarrolla un sentido más vivo y objetivo de la justicia, que descubre sin compasión la miseria y la injusticia que se ocultan detrás del rico (16,8; 17,1; 19,1.22; 20,21; 21,6; 22,4.16). Más aún, Yhwh aparece como el abogado defensor del pobre (17,5; 21,13; 22,2): castigará severamente la explotación del pobre (22,7), los malos tratos de los débiles (18,23), mientras que el amor a los pobres se convertirá en fuente de bendición (19,17; 21,26; 22,9.16). En esta visión la riqueza se convierte en un valor relativo respecto a la sabiduría (16,16), a la inteligencia (29,15), a la estima (22,1), a la honradez de la vida (19,1), a la justicia (16,8), a la serenidad (17,1).

c) Las palabras de los sabios (22,17-24,34). Como hemos dicho en el mapa trazado arriba [I, 2], se trata de apéndices anejos a la colección salomónica: la primera (22,17-24,22) es en la práctica una adaptación de un clásico sapiencial egipcio, la Instrucción de Amenem-ope, testimonio del espíritu abierto y "ecuménico" de la sabiduría antigua de Israel; el segundo (24,23-34) recoge "palabras de sabios" dispersas, centradas en tres temas: las relaciones con el prójimo, la sobriedad y el trabajo.

3. LA SEGUNDA COLECCIÓN SALOMÓNICA (cc. 25-29). La nota redaccional que atribuye la edición de estos proverbios a los "hombres de Ezequías" nos ofrece una información muy atendible, pues esta colección es más o menos contemporánea en los materiales de la primera salomónica. En ella domina el dístico y se abren netamente dos sectores de los capítulos 25-27 y 28-29. El primero es un paralelismo sinonímico y está construido con aforismos folclóricos, rebosantes de rasgos concretos y de paisajes naturales, basados en imágenes y semejanzas elementales. En cambio, la segunda unidad es de paralelismo antitético, menos viva, se mueve según procedimientos abstractos y lógicos y está impregnada de tonos éticorreligiosos.

a) Capítulos 25-27. El mundo de estas páginas es el de la naturaleza abierta, de la cultura rural, del amor a las realidades terrenas, expresión de la sabiduría creadora de Dios. Tenemos, en consecuencia, la arena (27,3), la piedra (26,27; 27,3), las fuentes (26,26), el agua (25,25; 27,19), los campos (27,26), el heno (27,25), las espinas (26,9), el viento (25,14.23), las nubes (25,14), la lluvia (26,1; 27,15), la nieve (25,13; 26,1), el frío (25,13), el calor estivo (26,1). Y los animales: el asno y el caballo (26,3), las ovejas (27,23.26), el león (26,13), los pájaros (26,2; 27,8), los cabritos (27,26). También las artes y las profesiones: el orfebre (25,4.11.12; 26,13; 27,17.21), el tejedor (27,13.26), el carpintero (25,24; 26,14; 27,15), el campesino, que a menudo teme la penuria (25,16; 27,7-8).

No faltan las parejas tradicionales del sabio y del necio (con particular atención al necio, del cual se esboza un vivísimo retrato, sobre todo a nivel humano e intelectual), del ocioso y del diligente, del justo y del impío, aunque en forma muy limitada, lo mismo que es exigua la reproducción de los proverbios monárquicos.

Importancia particular reviste, en cambio, según un módulo favorito de toda la literatura sapiencial, la palabra: la calumnia (26,20.22), la hipocresía (26,23-25.28), la mentira (25,18), la indiscreción (25,8.23), los litigios (25,24; 26,21; 27,15-16), la traición y el espionaje (25,9-10; 26,19. 28), la vanagloria (27,1-2), la falta de control (26,2-17).

Dentro del espíritu de un humanismo integral, estos proverbios se preocupan también de los valores humanos, como la buena educación: no ser importunos (25,17), arreglárselas con la burocracia y la magistratura (26,6-10), calibrar las alabanzas (25,27), conservar la amistad (27,10), disfrutar de los pequeños goces de la vida (25,16), leer entre líneas (26,24-26), cuidar del pan cotidiano (27, 23-27).

Se respira en estas páginas una atmósfera de comunidad; se preocupan del prójimo, vocablo que aparece con insistencia y que tiene un valor más amplio que el rígidamente nacional y racial entendido por la tradición hebrea (25,8.9.17.18; 26,19; 27,9.10. 14.17). Es justamente el único proverbio sobre la caridad que pone en escena a Yhwh, y que ha sido recogido por Pablo en Rom 12,20: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; porque así amontonas ascuas sobre su cabeza, y Yhwh te recompensará" (25,21-22).

b) Capítulos 28-29. Esta segunda sección de 128 proverbios tiene casi la forma de un librito pedagógico de corte para jóvenes príncipes de la familia real (cf Sal 101). Por eso el príncipe es el sujeto dominante de los capítulos y el espejo del hombre político que se propone comprende estos rasgos ideales: fuerte sentido de responsabilidad para con el pueblo, sobre todo de las clases más débiles (28,3; 29,2.4); imparcialidad en administrar la justicia (28,28; 29,14); sabiduría y dotes intelectuales y humanas (28,2.16; 29,4.14); ejemplaridad en el comportamiento (29,4.12); odio contra la explotación del pueblo (28,2.15-16; 29,4); astucia y realismo frente a la adulación, la hipocresía y la falsedad (29,12.26); reconocimiento de la suprema autoridad divina (28,4.5.7.9); confianza en Yhwh (28,25; 29,25), ante el cual debe reconocerse pecador (28,13).

El ángulo visual desde el cual se examina la existencia es, pues, el de la burguesía y la aristocracia (28,2; 29,4.12.14). El binomio antitético más desarrollado es, por tanto, el de los ricos y los pobres, con una neta simpatía hacia estos últimos. Se supera así la tradicional visión de retribución. La riqueza es peligrosa y a menudo injusta, porque se obtiene por todos los medios (28,20.22); con la usura (28,8.16), la explotación y el robo (28,16.24; 29,4). Ciertamente no se excluye que la pobreza pueda ser la resultante de los errores del mismo pobre (28,19; 29,3) y que la riqueza pueda derivar de un esfuerzo honesto (28,20). Pero la costumbre es más bien la contraria, y pobre se convierte en sinónimo de sabio (28,6.11; 29,13), mientras que la riqueza lleva consigo la maldición de Dios y la ruina (28,8.22; 29,4). El príncipe debe, pues, poner en el centro de su programa la preocupación por la justicia de los pobres (28,3.15.27; 29,14), si no quiere que intervenga Dios, su defensor (29,13.16).

4. FRAGMENTOS PROVERBIALES (cc. 30-31). Los últimos capítulos de los Prov recogen cuatro documentos más bien heterogéneos: los proverbios de Agur, originario de Masá, tribu ismaelita árabe (30,1-14); una serie de proverbios numéricos (es decir, ligados al juego simbólico de los números: 30,15-33); los proverbios de Lemuel (31,1-9), otro rey de Masá; el himno a la mujer perfecta (31, 10-31).

A nivel teológico es interesante sobre todo la última perícopa, himno acróstico alfabético de 22 dísticos, que atribuye a la mujer un relieve muy distinto del que se le ha asignado en los capítulos 5 y 7. Ella es una ama de casa social y económicamente entregada, responsabilizada también en las decisiones educativas (v. 26) de la familia y en la misma vida religiosa (v. 30). Una mujer que es casi un punto de referencia esencial para el marido y los hijos, que al final entonan en su honor un canto de gratitud (vv. 28-31).

Así termina el volumen de los Proverbios, el libro de "las obras y los días", de la existencia, de la praxis, de la presencia de Dios en lo cotidiano. Casi parece que el alumno diligente y constante de la escuela de la sabiduría se despide del lector. Este último está ya dispuesto a entrar plenamente en la vida, en el matrimonio, en la sociedad. El retrato de la mujer ideal adquiere entonces al trasluz los rasgos de la misma sabiduría personificada.

III. SABIDURÍA Y PROVERBIOS. Las varias colecciones de los Prov son la expresión más amplia y documentada de la sabiduría clásica de Israel, la hokmah. Este ejercicio de la mente, de la voluntad, de la pasión y de la acción —según las dimensiones del "conocer" bíblico—nace de una experimentación en los varios campos de lo real, de los cuales se extraen intuiciones, propuestas de vida, consideraciones. A las observaciones paralelas que recogen un haz homogéneo de datos acompaña a menudo el contraste, es decir, la puesta en guardia contra los riesgos y el mal.

El núcleo ideológico en torno al cual se ordenan estas reflexiones, preferentemente formuladas en "proverbios", podría definirse con una pregunta-tesis presente en Qohélet: "¿Qué provecho saca el hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?" (1,3). Para un pensador sustancialmente escéptico como es Qohélet, la pregunta tiene un valor de desafío y hace resaltar la inconsistencia radical de todo esfuerzo. En cambio, es positiva la respuesta de la sabiduría de los Prov, para la cual la realización plena del hombre y de la historia es posible y documentable.

Desde esta respuesta optimista se desarrolla una visión de la vida y del ser que intentamos ahora perfilar en sus estructuras esenciales.

1. PRAGMATISMO. El nacimiento de la sabiduría en el mundo semita ocurre en el seno más bien oscuro de la magia y de la adivinación (Ex 7,11; Is 47,10; Dan 2,27; 4,3) o en el aristocrático de las escuelas de corte. En Israel, en cambio, la sabiduría nace ya desacralizada y más "democrática". Sus connotaciones originarias son pragmáticas y proceden de una actitud sustancialmente "iluminista" (pero no en nuestro sentido racionalista y eventualmente ateo). El Señor es el sabio, que hace partícipe al hombre, de su imagen, y al cosmos de su racionalidad justamente a través de su acción de creador. (Prov 3,19; 8,22ss; 21,30). Esta sabiduría se despliega en el hombre a través de una valorización sistemática de la cultura y de las realidades terrestres sin tentaciones dualistas o integralistas.

Surge así en Prov la convicción de que la técnica es fruto de la sabiduría: desde el comercio al arte del fundidor, desde la construcción a la tejeduría. La política es colocada igualmente bajo el signo de la sabiduría: el hombre de Estado debe saber discernir con agudeza el bien y el mal, lo útil de lo nocivo, lo verdadero de lo falso. Las mismas relaciones públicas entran en este horizonte sapiencial: etiqueta, educación, agudeza psicológica (Prov 10,15; 20,14; 21,14; 30,15-17.18-19). Todos los valores, también los "laicos", son convocados para edificar al hombre perfecto y al perfecto creyente y para construir el homenaje más adecuado a Dios. La sabiduría proverbial es, pues, el arte de vivir (1,5; 11,14) en la pobreza y en la riqueza, en las alegrías y en las tristezas, en el trabajo y en la economía (6,6; 10,15; 12,25; 13,7-8; 14,10.13.20; 15,13.30; 16,26; 17,8; 18,16). La sabiduría es celebrada por el gran don de la inteligencia humana, en cuya comparación todas las realidades preciosas de la tierra palidecen (2,1-4).

2. ANTROPOCENTRISMO. Del experimentalismo "iluminista" descrito se desprende una nueva figura del hombre: ya no está en escena el Israel hebreo, sino el Adán universal. Se trata de una especie de "humanismo integral", que afronta las cuestiones esenciales para todo hombre que aparece sobre la faz de la tierra: desde los temas filosófico-teológicos (teodicea) a los éticos (el prójimo); desde los sociales (justicia y política) a los prácticos (el nexo hombre-mundo). Se desarrolla también una reflexión sobre la libertad, fundamental en la página sapiencial de Gén 3 y de Si 15,11-20, pero expresada originalmente también por Prov con los dos símbolos de la risa y de la danza. El sabio mira y "se ríe" (1,26) cuando el hombre insensato cree que puede ignorar el orden del mundo. La suya es una experiencia gozosa, semejante a la de la sabiduría, que obra recreándose delante de Dios (8,30-31). Una libertad que es armonía y abandono, lleno de embriaguez, al ritmo del mundo. Es libertad que hace posible el equilibrio y el criterio en el juzgar, como enseña Agur en Prov 30,8: "Aleja de mí falsedad y mentira, no me des pobreza ni riqueza; concédeme el pan necesario".

En esta antropología abierta cambia también la visión de la sociedad. El prójimo indica en los textos legislativos de la Biblia al que tiene un lazo de sangre o de tipo tribal con otro miembro de la comunidad israelita. La literatura proverbial rompe este círculo demasiado restringido y asigna al término un significado más vasto, el "otro" (6,1.3.29; 22,17; 25,9), abriendo así el camino a la ampliación definitiva que Cristo llevará a cabo incluyendo en el concepto a los enemigos (Mt 5,43ss). Un ejemplo de esta nueva sociedad nos lo ofrece la página de Prov 3,27ss. El comienzo de la perícopa es significativo para delinear el esfuerzo "horizontal" del creyente: "No niegues un beneficio al que lo pida cuando estuviere en tu poder concederlo. No digas a tu prójimo: `Vuelve otra vez; mañana te daré', si está en tu poder" (3,27-28).

3. LA ORTOPRAXIS. La antropología pergeñada hasta ahora produce una visión ética preocupada por la ortopraxis más que por la ortodoxia teórica: "sabio" y "necio", "justo" e "impío" son en la práctica sinónimos (4,11; 12,8; 15,21). "El temor del Señor es el principio de la sabiduría" (1,7). El tób (bien) proverbial es ante todo la realización del hombre. Lo que es tób para el hombre es el objeto primario de la búsqueda moral junto con lo que es tób "a los ojos de Yhwh" (3,14; 8,11.19; 12,9; 15,16-17; 16,8.16; 17,1; 19,1.22; 21,9.19; 25,7.24; 27, 5.10).

La teoría de la retribución hace que la moral de Prov sea sustancialmente inmanente. Así, la muerte se lee a menudo —junto con el sufrimiento— como un acontecimiento de función moral destinado a equilibrar la atormentada y tortuosa historia terrestre. En la primera colección de Prov (cc. 1-9) la muerte, por ejemplo, es el producto del pecado cometido con la mujer "extranjera" o adúltera (2,18; 5,5.23; 7,27) [/ supra II, 1]; en cambio, en otras partes cae sobre el hombre a consecuencia del abandono de la sabiduría (8,36; 13,14; 15,10; 19,16) o de la justicia y del temor de Dios (12,28; 14,27). Todo el arco de la problemática ética del hombre está encerrado, pues, dentro de dos polos, el seno de la madre y el seno de la tierra: el único estadio en el que el hombre compite, el único templo calculado para el éxito, la única riqueza que puede adquirir se encierran en este arco (2,19; 3,2.16; 4,10; 5,6; 6,23; 9,11; 10,17; 15,24). A pesar de alguna vacilación y de alguna intuición simbólica (11,7; 12,28; 14,32; 15,24; 23,17-18), valorizada sobre todo por M. Dahood, el gran juez es la muerte, y no la inmortalidad. Los "novísimos" del sabio y del necio son administrados por esta potencia que Dios desencadena sobre el impío y que aleja del justo (1,19; 2,22; 6,32; 8,36; 10,31; 23,18; 24,14; 29,24).

En la base de esta visión de retribución vige un optimismo inquebrantable, que se esfuerza en codificar una realidad que es, por el contrario, enigmática y compleja. Se comprenden entonces las insurrecciones de una sabiduría más crítica y polémica frente a la visión tradicional retribucionista. Si Job y Qohélet son los representantes clásicos de esta ráfaga de originalidad y de problematicidad, la exigencia de una revisión de los esquemas harto simplistas y coartadores aparece también en los mismos Prov. En ellos, en efecto, se comienza a sospechar que la riqueza no es siempre señal de bendición divina, sino que a menudo puede ser indicio de perversidad, de explotación y de injusticia, y que puede ser raíz de presunción (28,6.8.11.16.22; 29,4.13.24.26). A Dios no se le puede encerrar nunca en un esquema, ni siquiera en el sabio de la sabiduría oficial: "El hombre proyecta muchos planes, pero sólo se realiza el que quiere el Señor" (19,21). Sin embargo, a pesar de estas correcciones, para la sabiduría de Prov la escala de valores está muy arraigada en el ser y en la historia; por ello, aunque resquebrajado a veces, el sistema moral sapiencial es restaurado siempre y mantenido en pie.

4. LA TEOLOGÍA. La concepción cosmológica y antropológica hasta ahora descrita permite fácilmente descubrir la impostación teológica de Prov. Dios está en contacto directo con la realidad en su calidad de creador y garante del mecanismo retributivo. Por eso la teología resultante es mucho menos "yahvista" que la de otros sectores de la Biblia. En efecto, la teología hebrea clásica estaba toda ella imbuida de la conciencia de la elección de Israel (Dt 14,2). En cambio, Prov no ponen en escena a Israel, al pueblo de la alianza, sino al Adán hombre (45 veces), e ignoran el término berit, "alianza", que está presente exclusivamente en 2,17, donde designa sólo el contrato matrimonial.

La teología hebrea clásica estaba estructurada de acuerdo con las intervenciones salvíficas que Dios realiza en la trama de la historia (cf Dt 26,5-9; Jos 24,1-13; Sal 136). En cambio, la sabiduría se extiende al análisis de la existencia cotidiana común, constante y casi atemporal. La teología hebrea clásica proclamaba en la tórah y en los profetas la "palabra de Yhwh". La sabiduría ignora la expresión y no se presenta explícitamente como revelación. La teología hebrea clásica se proponía como normativa y estaba constelada de imperativos apodícticos y circunstanciales que exigían obediencia. La sabiduría proverbial tiene sin duda sus tórót (1,8; 3,1; 4,2; 6,20.23; 7,2; 13,14; 28,47.9; 29,18; 31,26), pero son siempre y sólo "enseñanzas", es decir, propuestas concretas de la sabiduría. La sabiduría proverbial tiene sin duda sus miswót, "preceptos" (2,1; 3,1; 4,4; 6.23; etc.), pero son sólo fruto de la experiencia del sabio y no se los coloca explícitamente bajo la luz de una revelación divina. La sabiduría proverbial contiene ciertamente la exhortación al leqah, "lo que se debe acoger" (1,5; 4,2; 9,9; 16,21.23), la invitación a"aprestar el oído"(15,31; 25,12); pero el vocabulario típico que especifica casi a nivel técnico la enseñanza sapiencial es `esah, "consejo, propuesta" (8,14; 12,15; 20,5; 21,30). La sabiduría, pues, no busca la obediencia, sino la tebúnah, la "comprensión" (2,2.3; 3,19; 10,23; 15,21; 17,27; 20,5; 21,30; 24,3), la da at, el "saber" (29,7). La teología sapiencial proverbial, más ecuménica en la ósmosis con las culturas profanas, es por ello un intento original de formular un nuevo lenguaje teológico a la luz de una nueva experiencia, la ligada a la experiencia humana universal y cotidiana.

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G. Ravasi