MALAQUÍAS
DicTB
SUMARIO: I. El mensajero. II. El libro y su mensaje.
I. EL MENSAJERO. Malaquías (en hebreo, Mal'akiyah, "ángel de Yhwh") es el
nombre del último librito (tres capítulos) numerado entre los doce profetas
menores; pero es opinión común que nunca existió un profeta con este nombre; en
ningún otro sitio de la Biblia se lee el nombre propio mal aki. El
redactor de los libros de los doce profetas menores lo puso al frente de estos
últimos capítulos, tomándolo de 3,1: "Yo enviaré mi mensajero (mal'akí)",
como si fuera un nombre propio. El motivo de este comportamiento del redactor es
muy probablemente su voluntad dellegar al número de "doce" profetas menores. La
versión griega lleva este título: "Oráculo de la palabra del Señor por mano de
su ángel"; así entendió también el título hebreo el targum, que añade:
"... cuyo nombre es Esdras, el escriba". Según una tradición, que sigue también
Jerónimo, el libro se le atribuía realmente a Esdras; algunos padres de la
Iglesia conocen además al autor del libro como "Angel" (así, p.ej., Clemente de
Alejandría, Tertuliano, etc.). La verdad es que del autor no se sabe nada. Dada
esta constatación, dado el hecho de que el libro comienza: "Oráculo. Palabra del
Señor...", es decir, lo mismo que Zac 9,1 y 12,1, se piensa ordinariamente —y
con razón— que los tres capítulos eran un librito anónimo, lo mismo que los
otros dos libritos con que termina el librito de Zacarías (es decir, los cc.
9-11 y 12-14) / Zacarías III].
Este libro no presenta problemas literarios de especial interés. La inmensa mayoría de los autores coloca cronológicamente el libro en la primera mitad del siglo v, es decir, entre Ageo-Zacarías y Esdras-Nehemías, entre el 520 y el 400; este período está indicado, entre otras cosas, por el hecho de que el templo ya se ha erigido y se practica allí el culto a pleno ritmo, porque en la vida de la comunidad judía y en el ejercicio del culto se han señalado ciertas deficiencias que serán duramente combatidas por Esdras y Nehemías y porque en este período se encuadra bastante bien el contenido positivo del mensaje de Malaquías.
II. EL LIBRO Y SU MENSAJE. En el original hebreo el librito tiene tres capítulos; pero en la versión griega y en la latina consta de cuatro, que se han obtenido dividiendo en dos el capítulo 3 (el texto del hebreo 3,19-24 es presentado por las versiones como 4,1-6). La división en siete secciones corresponde tanto al contenido como a la presentación estilística. La primera (1,2-5) trata del amor de Dios a Jacob (Israel) y de su diferente comportamiento con Esaú (Edón): "Yo amé a Jacob y odié a Esaú" (texto citado por san Pablo en Rom 9,13). La segunda (1,6-2,9) va dirigida a los sacerdotes, a quienes se reprocha el•que ofrecen sacrificios de poco valor y con muy poco cuidado, y termina lanzando contra ellos terribles amenazas: "Los labios del sacerdote deben guardar la ciencia y de su boca se viene a buscar la enseñanza, porque él es el mensajero del Señor todopoderoso. Pero vosotros os habéis apartado del camino, habéis servido de tropiezo a muchos..." (2,7-8). La tercera (2,10-16) es una condenación de la costumbre, que se va extendiendo cada vez más entre los judíos, de divorciarse de las mujeres hebreas para casarse con mujeres paganas del lugar: "El Señor es testigo entre ti y la esposa de tu juventud, a la que tú fuiste infiel, siendo así que ella era tu compañera, tu elegida". En la cuarta (2,17-3,5) el profeta responde a los que dudaban del inminente "día de Yhwh": el Señor vendrá ciertamente como juez para castigar (a los adúlteros, a los adivinos, a los falsarios, a los injustos con los obreros, las viudas, los huérfanos y los forasteros) y para recompensar y purificar; el profeta es el que tiene la misión de hacer que sea agradable su venida: "Yo enviaré mi mensajero a preparar el camino delante de mí; pronto vendrá a su templo el Señor, a quien vosotros buscáis; el ángel de la alianza, por quien tanto suspiráis, ya está para llegar..." La quinta (3,6-12) llama la atención del pueblo sobre el hecho de que la invasión de las langostas y la escasez de las cosechas, que afectan a todos, se deben a una causa mlty concreta, es decir: no se pagan por entero los diezmos al templo, sino solamente en parte. La sec
ción sexta (3,13-21) es una protesta contra el desaliento de los justos: "Es inútil servir a Dios; ¿qué hemos ganado con guardar sus mandamientos o con andar en duelo ante el Señor todopoderoso? Por eso llamamos felices a los orgullosos, que, aun haciendo el mal, progresan, provocan a Dios y quedan sin castigo". ¡No!, responde el profeta: aquel día se les pagará la recompensa a los justos y quedarán destruidos los impíos; los arrogantes serán quemados por el fuego que ya está llegando; "en cambio, para vosotros, los que respetáis mi nombre, brillará el sol de justicia con la salvación en sus rayos..." El librito termina con la exhortación a observar la ley de Moisés y todo lo que habrá de proclamar el profeta Elías, cuya venida es inminente, antes de que sobrevenga el día del Señor, "grande y terrible": "Recordad la ley de Moisés, mi siervo... Yo os enviaré al profeta Elías..." Este texto, que va mucho más allá de la escatología judía posterior, es citado por Jesús (Mt 17,10-13) cuando hace el elogio del Bautista, señalando en él precisamente al Elías que era objeto de las esperanzas del pueblo (y es concretamente el presente texto el único que recuerda la esperanza en la vuelta de Elías); la última frase es citada en el evangelio de Lucas, cuando se describe la misión del Bautista que está a punto de nacer (Lc 1,17). Puesto que la última frase —que es significativa en un semejante contexto— suena: "Para que cuando' yo venga no tenga que exterminar la tierra", en la lectura sinagogal, a fin de evitar que la Biblia termine con una amenaza, se repite el versículo anterior: "Yo os enviaré al profeta Elías..."El mensaje del último de los profetas menores tiene un significado doble y denso que lo relaciona con los anteriores: humildad delante de Dios, observancia escrupulosa de las normas de culto, deber de mantener en toda su pureza la sangre de la raza hebrea, la inminencia del "día del Señor" (cf Jl, Sof y Ag). Tiene, además, la acentuación mesiánico-escatológica que caracteriza a los demás profetas posteriores al destierro, y que en Malaquías se manifiesta con más claridad. Quizá por eso mismo, a pesar de su brevedad, en el NT se le llega a citar hasta doce veces; y el concilio de Trento vio en un texto suyo ("En todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio desde oriente a occidente...": 1,11) la visión profética del sacrificio mesiánico y de la misma eucaristía.
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