TOMÁS DE AQUINO, Santo
(ca. 1225-1274)
DicEc
 

Tomás nació hacia 1225 en Roccasecca de una familia noble de Aquino. Su familia se opuso a que ingresara en la Orden Dominicana, en la que finalmente entró en 1244. En 1248 fue enviado probablemente a Colonia, donde recibió la influencia de san Alberto Magno (1206-1280), empapándose del aristotelismo de este y de su cercanía al >Pseudodionisio. Fue enviado a París a enseñar teología en el convento dominico de la ciudad en 1252, es decir, a comentar las Sentencias de Pedro Lombardo. A la edad excepcionalmente temprana de treinta y un años se convirtió en maestro de teología en París (1256). Estuvo enseñando allí, salvo el tiempo que pasó en Italia (1259-1269 y desde 1272 hasta su muerte en 1274). Fue canonizado en 1323 y declarado doctor de la Iglesia en 1567. Su teología ha sido objeto de especiales recomendaciones por parte de los papas, Trento, el Vaticano H y el derecho eclesiástico (>Aeterni Patris).

Su obra es amplísima: veinticinco volúmenes in folio en la edición de Parma (1852-1873), treinta y cuatro volúmenes in quarto en la edición Vivés de París (1871-1882). La edición crítica leoniana iniciada en 1882 incluye ya unos dos tercios de sus obras, pero no estará completa hasta bien entrado el siglo XXI. La literatura secundaria sobre santo Tomás es inmensa. El Bulletin thomiste, dedicado a la bibliografía, convertido luego en Rassegna di letteratura tomista, informa y hace un resumen crítico de los principales artículos y libros, [unido a la importante publicación del índex thomisticus.]

El pensamiento de Tomás de Aquino fue avanzando, como un ejército gigante en marcha, a través de todos los campos de la filosofía y de la teología. Pero fue avanzando a distinto paso en diversas áreas; algunos temas sólo los trata en sus primeros escritos. Hay varias razones por las que son diversas las interpretaciones de santo Tomás que pretenden ser auténticas. Aunque se trate de algo importante para cualquier pensador, en el caso de santo Tomás es particularmente fundamental saber a qué período de su reflexión pertenece una posición determinada. Muchos teólogos, además, no tienen en cuenta el modo de la autoría de las obras existentes: algunas las escribió o dictó personalmente; otras son notas de clase tomadas por otros, aunque a veces, como en el caso del Comentario a Juan, el mismo santo Tomás las corrigió luego. Otra dificultad es la planteada por el género literario de las obras, como los comentarios a las Escrituras, a Aristóteles y a otros autores y, sobre todo, las disputaciones; hay que estar siempre atentos para identificar la postura del propio santo Tomás en medio de las opiniones que expone en el curso de la argumentación.

Con respecto a la Iglesia, lo primero que hay que notar es que no escribió ningún tratado general de eclesiología. Pero como se ha demostrado, se ocupa de la mayor parte de las cuestiones fundamentales de eclesiología, en muchas de ellas tomando posiciones que aún hoy siguen siendo interesantes.

Al considerar lo que podría ser la idea central unificante de la eclesiología de santo Tomás, hay divergencias entre los autores del siglo XX. Los que están interesados en los aspectos institucionales de la Iglesia ven como fundamento de su eclesiología los pasajes acerca de los estados y oficios en la Iglesias, o el papado". Otros consideran centrales las cuestiones sobre la gracia de Cristo como cabeza de la Iglesia. Pero existe el peligro de la distorsión si se trata de transferir directamente a la eclesiología asuntos que son primariamente cristológicos y soteriológicos. (Historia del Tratado teológico sobre la Iglesia; >Realidad última [res] de la Iglesia).

La eclesiología de santo Tomás hay que entresacarla de sus obras, teniendo particularmente en cuenta el contexto en el que expone las materias importantes. En general se puede decir que en las obras polémicas y en aquellas en las que trata de defender la doctrina católica insiste más en el papado y en los aspectos visibles de la Iglesia. El papa desempeña un papel especial como garantía de la unidad de la Iglesia; tiene potestad plena; su potestad alcanza incluso a las nuevas versiones del credo y a todo aquello que afecta a la Iglesia en su conjunto; santo Tomás no afirma explícitamente que el papa sea infalible o que no pueda equivocarse, aunque cabe considerarlo como implícito en sus escritos.

El primer lugar en el que buscar una panorámica de su eclesiología es en sus tardíos sermones sobre el credo de los apóstoles (1273). En ellos se encuentra libre para exponer su visión de la Iglesia sin tener que someterse a la estructura de la disputa o las exigencias de un texto. Por eso, los puntos principales que elige para tratar en este sermón, así como los pasajes bíblicos que usa para apoyar su reflexión, pueden considerarse como exponentes de su eclesiología básica. La Iglesia es un cuerpo, cuyo principio anímico es el Espíritu Santo. Es una congregación (congregado) con cuatro características (conditiones). En primer lugar, la Iglesia es una (Cant 6,8) por tres causas: la unidad de la fe (lCor 1,10; Ef 4,5), de la esperanza (Ef 4,4) y del amor (In 17,22; Ef 4,15-16), y es necesaria para la salvación (Sal 25,5). En segundo lugar, la Iglesia es santa, por ser templo del Espíritu Santo (1 Cor 3,17) y por la sangre de Cristo (Ap 1,5; Heb 13,12) y la unción del Espíritu por la gracia (2Cor 1,21). Es santa, además, por la inhabitación en ella de la Trinidad (Gén 28,16; Sal 92,5) y la invocación del nombre del Señor (Jer 14,9). En tercer lugar, la Iglesia es católica: existe a lo largo y ancho del mundo (Rom 1,8; Mc 16,15); consta de tres partes: la de la tierra, la del cielo y la del purgatorio. Es católica también en cuanto que incluye a todos, hombres y mujeres (Gál 3,28), y porque se inició en los tiempos de Abel y durará hasta el fin del mundo (Mt 28,20). Tras la consumación de los tiempos, perdurará en el cielo. En cuarto lugar, es firme, ya que Cristo es su principal fundamento (ICor 3,2); su segundo fundamento son los apóstoles y su doctrina (Ap 21,14), y por eso se la llama apostólica. Pedro es la cabeza (vertex) de la Iglesia, cuya firmeza las persecuciones (Mt 21,44), los errores (2Tim 3,8) y el mal (Prov 18,10; Mt 18,18) no podrán conmover; florece en la fe de Pedro y está libre de error (Lc 22,32).

Muchos de estos puntos están desarrollados con más profundidad en otros lugares de sus obras: la Iglesia terrena está configurada a semejanza de la Iglesia celeste y, al igual que el >Reino, tiene dos fases: la terrena y la celeste; la Iglesia existe desde >Abel e incluye también a los ángeles. Y. Congar considera fundamental en la eclesiología de Tomás de Aquino la tensión entre los bienes escatológicos hacia los que se camina y los medios terrenos.

Desde sus primeros escritos, santo Tomás de Aquino capta muy bien la doctrina del cuerpo místico de Cristo; sin embargo, influido por la honda visión de san Juan Damasceno, ve con claridad en su obra final cómo la humanidad de Cristo es precisamente el instrumento de la gracia para la Iglesia. La >pneumatología de santo Tomás se va desarrollando a lo largo de su obra, aunque ya en sus primeros escritos ve al Espíritu idéntico (idem et unus mumero) en Cristo y en nosotros. El Espíritu unifica y vivifica a la Iglesia, y la Nueva Ley está hasta tal punto caracterizada por el Espíritu que todo lo externo es en la Iglesia secundario respecto de este principio interior.

La Iglesia es coherentemente descrita por santo Tomás como la asamblea de los fieles (congregatio/coetus/collegium/collectio... fidelium). Puede decirse que la plegaria eucarística I del rito latino es reflejo fiel, pero parcial, de su eclesiología. Ocasionalmente recurre a la idea de la Iglesia como sociedad, pero no tiene esta carácter central. Más bien usa la tipología patrística del Génesis, según la cual la Iglesia nace del costado de Cristo en la cruz (cf Gén 2,21 con Jn 19,34).

Santo Tomás afirma con frecuencia que son la fe y los sacramentos los que construyen/fundan/consagran la Iglesia. Se trata de «una eclesiología tomista... no puede prescindir de los sacramentos, como tampoco puede prescindir de la fe». La eucaristía es claramente central, no sólo en la teología sacramental de santo Tomás, sino también en su eclesiología, porque «los bienes espirituales comunes a toda la Iglesia están sustancialmente contenidos en el mismo sacramento de la eucaristía»; la eucaristía es el principio de la unidad de la Iglesia, y el fin (finis) de todos los oficios en la Iglesia. De hecho, la tesis de M. Useros Carretero de que para santo Tomás el fin primordial del derecho eclesiástico son los sacramentos, su ordenamiento y lo relativo a ellos, es en la actualidad generalmente aceptada.

Es principalmente en el contexto sacramental donde santo Tomás considera el carácter jerárquico de la Iglesia. Dado que la Summa theologiae está incompleta, carecemos del pensamiento maduro de santo Tomás sobre el episcopado, pero de otros lugares se pueden sacar sus líneas principales: «El obispo es un jefe (quasi princeps) en la Iglesia»; el fin del oficio episcopal es el servicio a los demá; una palabra característica para designar el oficio episcopal es cuidado (cura); los obispos ocupan el lugar de los apóstoles; su tarea principal es la predicación y el hacer frente a las dificultades de los fieles.

Aunque A. Dulles ha elaborado una impresionante lista de veinticuatro temas tomistas que han sido incorporados al Vaticano II, hemos de reconocer que la eclesiología tomista es incompleta desde el punto de vista de los parámetros modernos; le falta un tratamiento adecuado de la infalibilidad papal, el pueblo de Dios, el ecumenismo, la naturaleza sacramental y la colegialidad episcopal. Pero especialmente en su fuerte sentido sacramental, en su visión de la participación en el sacerdocio de Cristo por medio del culto tomado en sentido amplio, en su pneumatología y en el teorema de la gracia de Cristo Cabeza, la doctrina de santo Tomás manifiesta muchos de los aspectos que hacen de una eclesiología «desde arriba» complemento esencial de cualquier eclesiología «desde abajo», que parta de la experiencia. Además, con su pensamiento notablemente avanzado, con su implicación en todas las controversias del momento, con su insaciable apetito de textos e instrumentos teológicos nuevos y más precisos, sería el último en aprobar una acartonada eclesiología ad mentem S. Thomae.