RATZINGER, Joseph
(n. 1927)
DicEc
 

Joseph Ratzinger nació en Baviera en 1927. Sus estudios se vieron interrumpidos por la II Guerra mundial y por un breve servicio en las fuerzas de defensa alemanas. Ordenado sacerdote en 1951, realizó pronto su tesis doctoral sobre san Agustín y su Habilitationsschrift, o disertación profesoral, sobre la teología de la historia en san Buenaventura. Ocupó luego puestos de enseñanza en Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona. El cardenal Frings lo llevó al Vaticano II como consejero, convirtiéndose en uno de los peritos más jóvenes del concilio. En 1977 fue nombrado arzobispo de Munich-Freising y cardenal. En 1982 fue llamado a Roma como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe.

Su producción teológica tiene bastante envergadura y abarca una amplia variedad de temas; se reparte en más de sesenta libros y varios cientos de artículos, aumentando continuamente la literatura secundaria sobre su pensamiento. La responsabilidad de ser prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe ha contribuido indudablemente a hacerle adoptar una actitud más circunspecta. No resulta fácil distinguir en la actualidad las declaraciones oficiales de la Congregación de las posiciones teológicas de su prefecto.

La eclesiología actual de Ratzinger subraya sobre todo la comunión [y esta es una de sus mayores aportaciones a la eclesiología actual], como es también de comunión la eclesiología que predomina en los documentos de la Congregación para la doctrina de la fe. A su vez tiende a acentuar la Iglesia universal por encima de la Iglesia local: está lejos de mostrarse entusiasta en relación con la significación de las >conferencias episcopales; subraya la importancia de la enseñanza papal y de otras instancias magisteriales. Es considerado en gran medida un guardián de la ortodoxia, como han puesto de manifiesto los casos de C. Curran, L. >Boff, H. >Küng y E. >Schillebeeckx. Su congregación se ha mostrado muy circunspecta en el terreno del ecumenismo (>Anglicanismo y ecumenismo). Su eclesiología se muestra atenta a la dimensión espiritual y a lo verdaderamente institucional en la Iglesia, y, por otro lado muestra ciertas reservas respecto de la teología de la liberación y la sociedad moderna. [Como observación final, se debe notar que las intervenciones del cardenal Ratzinger, aun las que puedan parecer menos directamente institucionales, tienen habitualmente una relevante fundamentación eclesiológica y teológica digna de ser tenida en cuenta seriamente. En este sentido, deben entenderse de forma especial sus emblemáticas reflexiones —que han suscitado un diálogo crítico y vivo— sobre el momento posconciliar de la Iglesia, sobre la eclesiología de comunión y sobre el lugar teológico de los >movimientos eclesiales.]