PASTORAL (Teología)
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La Pastoral como disciplina teológica ha pasado por diversas etapas hasta ser reconocida como tal y no simple corolario en clave de eclesiología dinámica, cuyo agente es la Iglesia toda, y a su vez como ciencia rigurosa y no mero recetario pragmático. Sobresale en esta historia reciente F. X. Arnold (1898-1969), que desde Tubinga la define como «la doctrina teológica sobre las formas de acción de la Iglesia o teología de las acciones eclesiales». En segundo lugar, P. A. Liégé (1921-1979) que desde París la fundamenta en el triple oficio de Cristo: sacerdote, profeta y rey, y la define como «la reflexión sistemática sobre las diversas mediaciones que la Iglesia realiza para la edificación del Cuerpo de Cristo», es decir, «la ciencia teológica de la acción eclesial». En tercer lugar, K. Rahner (1904-1984), en su influyente Handbuch der Pastoraltheologie, que la concibe como ciencia de la autorrealización de la Iglesia (objeto material), a la luz teológica de cada situación actual de la Iglesia y del mundo (objeto formal) y por este es una «eclesiología existencial». «Por lo tanto, esta no se refiere sólo a la actuación del sacerdote en lo tocante a la cura de almas, sino a la actuación salvificante de la Iglesia en general», por esto prefiere hablar de «teología práctica» o de la práctica de la Iglesia, opción mayoritaria actualmente, especialmente en Alemania". Y, finalmente, en España, C. Sánchez Aliseda (1914-1960), profesor de Salamanca, para quien la pastoral se centra primordialmente en el quehacer sacerdotal para lograr una mayor eficacia en la salvación de las almas.

En la etapa posconciliar ha predominado fuertemente la concepción eclesiológica de Rahner en la mayoría de proyectos (particularmente Alemania e Italia), aunque ha continuado la relevancia de la teología de la acción eclesial de Liégé, especialmente en el mundo francófono y su zona de influencia (parcialmente España y Latinoamérica). A su vez ha aparecido una cierta impronta de la teología de la liberación y, especialmente en el mundo anglosajón, se hapotenciado una Pastoral tare (solicitud pastoral) en una línea psicológica y espiritual, con influencia de la pedagogía no directiva de C. Rogers, unida a la multiplicación de técnicas «pastorales» de dinamización humano-social (sensibilización, participación, Decision-making...). En lengua española, como teología más sistemática, aparece en primer lugar C. Floristán, profesor de Salamanca y Madrid, desde su propuesta inicial de Teología de la acción pastoral de 1968, pasando por la dirección de Conceptos fundamentales de pastoral de 1983, a su más reciente Teología práctica de 1991. Se trata de una propuesta a caballo entre las de Rahner y Liégé, fuertemente influenciada por la teología pastoral popular y por la teología de la liberación, de ahí su visión de «la teología pastoral como teología de la praxis de la Iglesia». Nótese que la calificación de esta teología como teología «práctica» –usada en el mundo hispano sólo por C. Floristán– proviene del ámbito alemán que prefiere no centrarla en los «pastores», sino en su perspectiva concreta y pragmática, es decir, «práctica». Tal orientación parece ganar adeptos –especialmente en Francia–, según una reciente panorámica de la teología pastoral en Europa.

En castellano y en catalán, R. Prat i Pons, desde Barcelona y Lérida, ha presentado una propuesta en línea personalista y eclesial de la acción pastoral, donde el término pastoral es entendido como la búsqueda de las mediaciones antropológicas, teológicas y espirituales necesarias para edificar un puente entre la realidad vivida y la Palabra revelada («dar la vida por las ovejas»). Finalmente, J. Ramos, desde Salamanca, ha ofrecido un manual sistemático que propone como objeto la acción de la Iglesia en sí misma y en sus realizaciones concretas, y como referencia próxima la concepción eclesiológica. Esta aparece con fuerza en el estudio sobre las «raíces eclesiológicas de la teología pastoral», donde propone una perspectiva teológico-pastoral entendida como la encarnación de la Iglesia en el mundo, con tres referencias: Cristo, el reino y el mundo, que a su vez vertebran los criterios de la acción pastoral.

Más recientemente, R. Calvo, desde la Facultad de Teología de Burgos, ha presentado una atenta y matizada panorámica de la teología pastoral en España en estos cincuenta últimos años con su trasfondo eclesiológico. Su conclusión más bien austera pone de relieve el «lento caminar durante los últimos cincuenta años...» no exento de esperanza. A su vez, también ha presentado una amplia panorámica reciente con su fundamentación eclesiológica correspondiente J. Sastre, profesor de pastoral en la Universidad de Comillas, donde apuesta por una «dimensión crítica de la teología pastoral»". Finalmente, y ya desde la Universidad Católica de Chile, A. Bentué, como fruto de un trabajo de seminario sobre teología y pastoral desde Latinoamérica, ha puesto de relieve el carácter fundamental de esta disciplina, así como su relación decisiva con la cultura como interlocutora básica.

En definitiva, la teología pastoral actual opta primordialmente por comprenderse como eclesiología existencial en clave de contextualidad. De ahí su relación profunda con la>eclesiología, con su articulación en torno a su misión salvífica atestiguada en el título de la relación final del Sínodo de 1985: «La Iglesia —koinonía—, bajo la palabra de Dios —martyría—, celebra los misterios de Cristo —leiturgía— al servicio del mundo —diakonía—, en que la clásica triple misión salvífica de la Iglesia queda enmarcada por la comunidad creyente —koinonía— como sujeto eclesial». El objeto de investigación de la teología pastoral se centra, pues, en la vida y la praxis religiosa, cristiana y eclesial, con el interés en observar, evaluar y orientar el devenir de la religión, del cristianismo y de la Iglesia considerado en el hoy y en los diferentes contextos humanos, cristianos y eclesiales en que vive. Tres son las preguntas que pueden sintetizar tal perspectiva: ¿dónde estamos?, ¿qué tenemos que hacer?, ¿cómo podemos concebir una Iglesia del futuro? Preguntas que K. Rahner se hizo en 1972 y que más recientemente M. Kehl ha replanteado con fuerza en 1996.