INTEGRISMO
DicEc
 

El término «integrista» se aplicó a los que se consideraban a sí mismos «católicos integrales», por oposición a los católicos liberales y modernistas. El integrismo, estrictamente hablando, es un movimiento que surge como respuesta a la encíclica Pascendi (1907) de Pío X contra el modernismo. El Papa urgía en ella a los obispos a permanecer alerta frente a los errores doctrinales enseñados por los sacerdotes y en los seminarios, exhortándolos a establecer consejos de vigilancia en sus diócesis.

El integrismo, que había sido una tendencia en los años finales del siglo XIX, se organizó en tiempos de Pío X. Un sacerdote italiano, Umberto Benigni, más tarde vinculado a la Secretaría de Estado, fundó el Sodalitium Pianum (en Francia, La Sapiniére), que fue muy pequeño pero enormemente influyente. Llevó a cabo ataques, no siempre con honradez intelectual, contra quienes decidía que eran modernistas. Algunos de los eruditos más capaces de Francia e Italia, varios cardenales y muchos obispos fueron objeto de sus denuncias. La organización se disgregó durante algún tiempo tras la muerte de Pío X (1914); luego volvió a aparecer y fue suprimida por el Santo Oficio en 1921.

Los integristas tuvieron pocos teólogos destacados, aparte de E. Barbier, que hizo campaña en contra de León XIII y cuya obra publicada fue muy amplia. Colaboraron con el movimiento político Action française, alineado en el ala derecha del realismo francés y liderado por un agnóstico, Charles Maurras, que apoyó las actitudes antimodernistas de Pío X.

Aunque, hablando en rigor, pertenece a la época del modernismo, el integrismo como tendencia subyace en afirmaciones y actos de algunos que pretenden proteger a la Iglesia.

Se manifiesta este en una visión petrificada de la tradición, considerando el pensamiento y la investigación modernas una amenaza potencial de la que las autoridades de la Iglesia o avisados guardianes de la ortodoxia deberían proteger a los católicos. No faltaron aspiraciones integristas en la época de la encíclica Humani generis (1950) y de las reformas posteriores al Vaticano II, especialmente en el ámbito de la liturgia. Actitudes integristas pueden encontrarse también en algunos de los que, abierta o veladamente, apoyaron las ideas del arzobispo >Lefébvre.