CELESTINO V
Papa y santo (1294)
DicEc
 

A la muerte de Nicolás IV (1288-1292), un cónclave que duró más de veintisiete meses eligió al final al eremita Pietro del Morrone. Fue saludado en los círculos de los espirituales como el «papa ángel» esperado por el movimiento joaquinita. Algunos vieron su elección como el comienzo de una nueva era para la Iglesia. Pronto se convirtió en motivo de decepción, mostrándose fácilmente manipulable por Carlos II el Cojo, rey de Nápoles. Al cabo de seis meses, en diciembre de 1294, abdicó y, por miedo a un movimiento cismático de los espirituales agrupados en torno a él, no se le permitió retirarse a su anhelada soledad, sino que se le mantuvo en honorable confinamiento hasta su muerte, dos años más tarde. Aparte de sentar un precedente de abdicación, Celestino puso de manifiesto que la santidad personal no es garantía de un papado admirable. Su ineficaz pontificado abrió el camino al enérgico >Bonifacio VIII. Dante tenía una pobre opinión de Celestino, refiriéndose probablemente a él al hablar del «cobarde que consumó el gran rechazo». La historia posterior ha sido más benevolente, y hay incluso algunos escritos revisionistas. Fue canonizado en 1313.