BUENAVENTURA, San
(ca. 1217-1274)
DicEc
 

Buenaventura nació hacia 1217 (quizá 1221) cerca de Orvieto (Italia). Probablemente en 1243 ingresó en la Orden Franciscana y estudió teología en París con Alejandro de Hales, siendo allí maestro de teología. Casi con toda seguridad, en 1257 fue elegido superior general de la Orden Franciscana, de la que a veces es llamado «segundo fundador». San Francisco de Asís (+ 1226) no era un buen organizador, y después de su muerte su orden se dividió en facciones, cada una de las cuales pretendía ser la de sus auténticos seguidores. Buenaventura adoptó una posición moderada en las disputas acerca de la pobreza, rechazando a los «franciscanos espirituales» extremistas1. Frente a la postura de Francisco, Buenaventura insistió en la necesidad de realizar estudios por el bien de la Iglesia, lo que suponía poseer libros, casas, entrar en las universidades y mantener puestos de enseñanza. Gregorio X le obligó a aceptar el cardenalato en 1273. Desempeñó un papel destacado en el II concilio de >Lyon (1274) y murió este mismo año. Fue canonizado en 1482 y declarado doctor de la Iglesia en 1588. En las escuelas medievales era conocido como el «Doctor Seráfico».

La amplia obra de Buenaventura2 abarca la mayor parte de los campos de la teología y la espiritualidad. En contraste con santo >Tomás de Aquino, más aristotélico, Buenaventura fue siempre hondamente agustiniano. Su eclesiología3 es profundamente cristológica: Cristo, la Palabra encarnada, lleva a los hombres a la plenitud de la gracia. Pero contemplamos la verdad a través de la sabiduría recibida del Espíritu, que continuamente vincula a la Iglesia en la fe y el amor a su cabeza. La misión del Espíritu es triple: santificar a la Iglesia, darle la gracia de Cristo y enseñarle la verdad divina4.

La Iglesia prolonga la obra salvífica de Cristo por medio de los sacramentos; ella es la presencia visible del papel mediador de Cristo; la Iglesia es formada por los sacramentos5.

Y. Congar asegura que Buenaventura fue el principal teórico de la monarquía papal en el siglo XIII6. Aunque no usa la expresión, Buenaventura mantiene una doctrina en gran medida equivalente a la infalibilidad papal7. Mantiene además, no sólo el primado de la Iglesia romana, sino también el del papa: «El es el padre espiritual primero y supremo de todos los padres espirituales y de todos los fieles. El es el jerarca supremo, el cónyuge, la cabeza indivisa, el sumo pontífice, el vicario de Cristo, la fuente y norma de todos los principados (principatuum) eclesiásticos, de cuya potestad se derivan todos, como de su cabeza, hasta el miembro más humilde de la Iglesia»8. Buenaventura, sin embargo, es más bien reservado a la hora de sacar consecuencias políticas de la monarquía papal o de su visión de «las dos espadas», que parece haber tomado de san /Bernardo9.

Al igual que el resto de los grandes escolásticos, Buenaventura no escribió una eclesiología ex professo. La riqueza de su visión de la Iglesia procede de su integración de la misma dentro de una concepción unificada de la teología, que para él es también a menudo espiritualidad.

NOTAS: 1 G. C. GARFAGNINI, Buenaventura, en C. LEONARDI-A. RICCARDI-G. ZARRI (dirs.), Diccionario de los santos I, San Pablo, Madrid 2000, 407-415; H. WOLTER, El iluminismo cristiano en el siglo XIII, en H. JEDIN (dir.), Manual de historia de la Iglesia IV, Herder, Barcelona 1986, 409ss.; E. ISERLOH, El movimiento de los espirituales y la disputa sobre la pobreza, en H. JEDIN (dir.), o.c., 589ss.; cf DENZINGER-HÜNERMANN, 908; J. HUSCENOT, Los doctores de la Iglesia, San Pablo, Madrid 1999, 311-324; J. G. BOUGEROL, Introducción a San Buenaventura, BAC, Madrid 1984; O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Misterio trinitario y existencia humana. Estudio histórico-teológico en torno a san Buenaventura, Rialp, Madrid 1965; J. L. ILLANES-J. I. SARANYANA, Historia de la teología, BAC, Madrid 1995, 59-64; contexto en la península Ibérica: J. M. POU Y MAR-TÍ, Visionarios, beguinos y fraticelos catalanes (siglos XIII a XV), Vic 1930.

— 2 Opera omnia, 10 vols., Quaracchi 1882-1892 (ed. crítica); ediciones en castellano: BUENAVENTURA, Meditaciones de la vida de Cristo, Santa Catalina, Buenos Aires 1945; Obras de san Buenaventura, BAC normal 6, 9, 19, 28, 36, 49.

—3 Y. CONGAR, Eclesiología. Desde san Agustín hasta nuestros días, en M. SCHMAUS-A. GRILLMEIER-L. SCHEFFCZYK (dirs.), Historia de los Dogmas III-3c-d, BAC, Madrid 1976, 133-135 (Los doctores franciscanos); H. BERRESHEIM, Christus als Haupt der Kirche nach dem hl. Bonaventure: Ein Beitrag zur Theologie der Kirche, Bonn 1939.

-4 J. F. QUINN, The Role of the Holy Spirit in St. Bonaventure's Theology, FranzSt 33 (1973) 273-284.

5 A. POMPEI, Ecclesia et sacramenta: Ecclesia peregrinans, fundamentum sacramentorum, formatur sacramentas, en ID (ed.), San Bonaventura maestro di vita francescana e di sapienza cristiana II, Atti congresso internazionale per il VII centenario di san Bonaventura da Bagnoreggio, Roma 1976, 363-379; F. CHAVERO BLANCO, Imago Dei. Aproximación a la antropología teológica de San Buenaventura, Espigas y Azucenas, Murcia 1993; D. CULHANE, De corpore mystico doctrina Seraphici, Mundelein 1934; S. SIMONIS, De causalitate Eucharistiae in Corpus mysticum doctrina S. Bonaventurae, Antonianum 8 (1933) 143-228.

–6 Y. CONGAR, Eclesiología. Desde san Agustín hasta nuestros días, o.c., 134.

—7 J. F. QUINN, St. Bonaventure and the Magisterium of the Church, MiscFran 75 (1975) 597-610.

–8 Breviloquium 6, 12.

–9 Y. CONGAR, Eclesiología. Desde san Agustín hasta nuestros días, o.c., 222.