BEDA EL VENERABLE, San (673-735)
DicEC

Nacido cerca de Sunderland, en el norte de Inglaterra, el año 673, Beda llevó una vida singularmente carente de acontecimientos notables, quizá sin salir nunca de Northumbria, donde era monje. Fue ordenado sacerdote hacia el 703 y dedicó su vida a la observancia monástica. Murió el 735. Fue declarado doctor de la Iglesia en 1899. El centenario de su nacimiento dio pie a un renovado interés por su vida y obra.

Erudito de la primera Edad media, sus obras abarcan temas de exégesis, ciencias, educación, cronología. Su labor en el campo de la historia fue especialmente importante con su Historia ecciesiastica gentis Anglorum que pertenece a un nuevo tipo de historia religiosa: muestra un profundo interés en los milagros, que son un puente entre lo natural y lo sobrenatural y dan testimonio de la providencia divina que actúa en el mundo.

Su eclesiología está marcada por la tipología, prefigurada en muchas realidades del Antiguo Testamento e ilustrada y concretada en las del Nuevo. Su visión de la Iglesia es universal, con la Iglesia celeste en la que tienen cabida todos los elegidos, incluso los anteriores a Cristo: «una muchedumbre católica de todos los elegidos en todos los tiempos y todos los lugares de este mundo». De acuerdo con la tradición patrística, ve a la Iglesia como la nueva Eva, nacida del costado del crucificado y, por tanto, esposa suya. Pero, como señala Y. Congar, siguiendo la línea agustiniana, pasa de la imagen de la esposa a la del cuerpo, con la unión en una sola carne (una caro), y a la de la madre: «La Iglesia es mujer y esposa y, permaneciendo inmaculada, da continuamente a luz a hijos espirituales para Dios». La distinción popularizada por él entre la llave del conocimiento y la llave del poder (clavis scientiae... potestatis) sería recogida por la primera escolástica. No mostró mucho interés por las cuestiones relativas al papado, aunque fue muy respetuoso con la sede de Pedro. Las obras de Beda pueden todavía seguir leyéndose por su rica eclesiología, que se sitúa dentro de la tradición patrística, nutrida especialmente de las fuentes de las Escrituras.