XVII CONFERENCIA

EXPLICACIÓN DE ALGUNAS PALABRAS DE SAN GREGORIO, CANTADAS PARA LOS SANTOS MÁRTIRES

174. Hermanos, es bueno cantar textos de los santos teóforos, porque siempre tienen la preocupación de enseñarnos todo lo que concierne a la iluminación de nuestras almas. En ellos encontramos también la ocasión de descubrir cada vez, con palabras apropiadas, el sentido mismo del aniversario que se celebra, ya se trate de una fiesta del Señor, de los santos mártires o de los Padres, en síntesis, de toda santa solemnidad. Debemos entonces cantar con atención y aplicar nuestro espíritu al significado de las palabras de los santos, para que no sea sólo la boca la que cante, como dice el libro de los Ancianos, sino nuestro corazón con nuestra boca. En el canto precedente hemos aprendido, según nuestra capacidad, algunas cosas sobre la santa Pascua. Veamos ahora lo que San Gregorio nos quiere enseñar sobre los santos mártires. El canto dice en su honor lo que acabamos de recitar, que está tomado de sus discursos:

Víctimas vivas, holocaustos espirituales, etc.

175. ¿Qué quiere decir: Víctimas vivas? Víctima es todo aquello que se ofrece a Dios en sacrificio, por ejemplo una oveja, un buey o cualquier otro animal. Entonces, ¿por qué San Gregorio dice de los santos víctimas vivas? La oveja que se presenta para el sacrificio, primero es degollada y muerta; luego es despedazada, cortada en partes y ofrecida a Dios. Pero los santos mártires fueron despedazados, desollados, torturados, desmembrados en su carne, estando vivos. Los verdugos les cortaban las manos, los pies, la lengua, les arrancaban los ojos, les despedazaban los costados para que se viesen la forma y disposición de sus entrañas. Y yo digo que todos esos tormentos, los santos los soportaban vivos y poseyendo sus espíritus: por esa razón son llamados víctimas vivas.

Pero ¿por qué: holocaustos espirituales? El holocausto es distinto del sacrificio. Se pueden ofrecer las primicias del animal, y no el animal entero, es decir, tal como está escrito en la Ley: el espaldar derecho, el cebo del hígado, los dos riñones y otras partes semejantes (Cf. Lv 3, 4). El que tal ofrece hace un sacrificio, ofrece las primicias. Eso es lo que se llama un sacrificio. Pero hay holocausto, por el contrario, cuando se ofrece la oveja entera, el buey o cualquier otra víctima, y se la quema totalmente, como está dicho: la cabeza con los pies y los intestinos (Lv 8, 24; cf 4, 11). También se quemaba la piel y los excrementos (cf Lv 8, 17); en una palabra, todo, absolutamente todo. Eso es lo que se llama un holocausto. Era de esta manera como los hijos de Israel cumplían con los sacrificios y holocaustos de la ley.

176. Pero esos sacrificios y holocaustos eran símbolo de las almas que quieren ser salvadas y ofrecerse a Dios. Al respecto les voy a decir algunas ideas que han expresado los Padres, para que aprendiéndolas puedan elevar sus pensamientos y enriquecer sus almas.

El hombro, según dicen, representa el vigor, y las manos la acción como ya lo hemos dicho en otra ocasión. Siendo el hombro la fuerza de la mano, ofrecemos la fuerza de la mano derecha, es decir las práctica de las buenas obras, ya que la derecha, para los Padres, significa el bien. En cuanto a todas las otras partes de las que hemos hablado, el lóbulo del hígado, los dos riñones y su grasa, el anca y la grasa de los muslos, el corazón, las costillas y el resto, también son símbolos. Todas esas cosas, dice el Apóstol, les sucedían en figura, y fueron escritas para nuestra instrucción (I Co 10, 11). Les voy a dar la explicación. El alma, según San Gregorio, está formada de partes; en efecto, comprende la potencia concupiscible, la potencia irascible y la potencia racional. Entonces ofrecemos el lóbulo del hígado. Los Padres vieron en el hígado la sede de los deseos. Ofrecer el lóbulo, extremo superior del hígado, es ofrecer simbólicamente la parte más elevada de la potencia concupiscible, dicho de otra manera, sus primicias, lo que ella tiene de mejor y más precioso. Eso quiere decir: no amar nada tanto como a Dios y anteponer el deseo de Dios a todo otro deseo, ya que le ofrecemos, como hemos dicho, la parte más preciosa. Los riñones y su grasa, el anca, la grasa de los muslos, tienen analógicamente la misma significación, ya que allí también según los Padres reside el deseo. De esta manera, todas esas partes son símbolos de la potencia concupiscible. El corazón simboliza la potencia irascible, ya que, para los Padres, es la sede de la cólera. San Basilio lo expresa diciendo: "La cólera es la ebullición y la agitación de la sangre en torno al corazón" Finalmente las costillas significan la potencia racional, ya que ése es el simbolismo que los Padres atribuyen al pecho. Por esa razón, dicen, Moisés, al revestir a Aarón con las vestiduras del sumo sacerdote, le puso sobre el pecho lo racional, según el precepto de Dios (Cf. Ex 28, 15). Todas esas partes de la víctima son por lo tanto, como lo hemos dicho, símbolos del alma que, con la ayuda de Dios, se purifica por la ascesis y vuelve a su estado natural. En efecto, Evagrio dice que el alma racional obra según la naturaleza cuando su parte concupiscible desea la virtud; la parte irascible lucha para obtenerla y la parte racional se entrega a la contemplación de los seres.

177. De esta manera, cuando los hijos de Israel ofrecían en sacrificio un cordero, un buey o cualquier otro animal, separaban esas partes de la víctima y las colocaban sobre el altar, delante del Señor; es lo que llamamos un sacrificio, mientras que el holocausto consiste en ofrecer la víctima entera, quemándola completamente. Siendo, como hemos dicho mas arriba, total, definitivo, completo, el holocausto es símbolo de los perfectos, de aquellos que dicen: Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido (Mt. 19, 27). A ese grado de perfección el Señor invitó a aquel que decía: Todo eso ya lo observo desde mi juventud, ya que le dijo: Una sola cosa te falta todavía. ¿Cuál? Esta: Toma tu cruz y sígueme (Lc 18, 21-22). De esta manera fue como los santos mártires se ofrecieron totalmente a Dios, ofreciéndose no sólo ellos mismos, sino todo lo que les pertenecía, y lo que tenían a su alrededor. Ya que, según San Basilio, "una cosa es lo que nosotros somos, otra lo que poseemos y otra lo que nos rodea", como ya se los dije en otra ocasión. Lo que nosotros somos es nuestro espíritu y nuestra alma; lo nuestro es el cuerpo; lo que está a nuestro alrededor son las riquezas y las otras cosas materiales. Los santos se ofrecieron a Dios de todo corazón, con toda el alma, con todas sus fuerzas, según esta palabra: Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu (Mt 22, 37). No sólo despreciaron hijos, esposa, honor, riquezas y todo lo demás, sino también su propio cuerpo. Por lo cual se los llama holocaustos y holocaustos espirituales, ya que el hombre es un animal racional, y Víctimas perfectas para Dios.

178. El salmo continúa:

Cordero conocedor de Dios y conocido de Dios.

Conocedor de Dios: ¿cómo? El Señor mismo nos lo muestra al decir mis ovejas escuchan mi voz; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí (Jn 10, 27 y 14). ¿Qué quiere decir: Mis ovejas escuchan mi voz? Lo siguiente: obedecen a mi palabra, guardan mis mandamientos, y por eso me conocen; en efecto, es por la observancia de los mandamientos por lo que los santos se acercan a Dios, y cuanto más se acercan a El, mejor lo conocen y son conocidos por El. Pero si Dios conoce todo, las cosas ocultas y misteriosas, incluso las que no existen, ¿por qué San Gregorio llama a los santos ovejas conocidas por Dios? Debido a que acercándose por los mandamientos, como he dicho, conocen a Dios y son conocidos por El. Cuanto más nos separáramos y alejamos de alguien, más lo desconocemos y podemos decir que más nos desconoce. De la misma manera diremos del que se acerca, que conoce y es conocido. En este sentido decimos que Dios desconoce a los pecadores, en cuanto los pecadores se alejan de El. El Señor mismo les dice: En verdad os digo: no os conozco (Mt 25, 12). En consecuencia, los santos, cuanto más crecen en la virtud por los mandamientos, más se acercan a Dios, y cuanto más se acercan a Dios lo conocen mejor y son conocidos por El.

179. Su redil es inaccesible a los lobos.

Llamamos redil a un corral donde el pastor encierra y guarda sus ovejas para que no sean atacadas por los lobos, ni robadas por los ladrones. Si el redil está roto en alguna parte, les será fácil a los lobos y a los ladrones entrar para realizar sus malos propósitos. El redil de los santos está asegurado y custodiado por todas partes. Allí, dice el Señor, los ladrones no perforan ni roban (Mt. 6, 20), ni pueden planear ningún otro daño. Oremos, hermanos, para que merezcamos también nosotros pacer con ellos y poder encontrarnos en el lugar de su dichosa alegría y reposo. Pues, aunque no podamos alcanzar la perfección de los santos ni ser dignos de estar en su gloria, podemos al menos no quedar excluidos del paraíso, a condición de ser vigilantes y esforzarnos un poco, como dice San Clemente: "Si no somos coronados, esforcémonos al menos en no estar lejos de aquellos que están coronados". En un palacio hay grandes e ilustres personajes, por ejemplo los senadores, los patricios, los generales, los gobernadores, los consejeros. Todos ellos reciben un digno tratamiento. Pero en el mismo palacio hay otros que sirven por un salario, y también decimos de ellos que están al servicio del emperador; también ellos están en el interior del palacio, y si no tienen la gloria de los grandes, al menos están allí, en el interior. Sucede, por otra parte, que poco a poco, al avanzar obtienen cargos importantes y altas dignidades. También nosotros evitemos con mucho cuidado pecar, para poder al menos escapar del infierno. De esta manera podremos, gracias al amor que Cristo nos tiene, obtener el ingreso en el paraíso, por las oraciones de todos los santos. Amén.