Tentación
TiEipa [peíra] ensayo, prueba; napaapÓQ [peirasmós] examen, tentación,
impugnación,
intento; neipáco [peiráó], ne.ipáiio [peirázó] probar, poner a prueba, tentar;
e.Kiie.ipi^m
[ekpeirázó] tentar, comprobar; áne.ípaaxoQ [apeírastos] no probado, no intentado
I El sustantivo peíra, prueba, ensayo, tentativa (desde Píndaro) y el verbo
peiráó, intentar, probar (desde
Homero, II. 8, S) junto con la forma intensiva (rara en el griego profano)
peirázó, tentar a alguien, ponerle a prueba
(Homero, Od. 9,281), provienen de la raíz rap [per] (lat: per), emparentada con
nepáo) [peráó] pasar al otro lado,
franquear, ex-perimentar, y pone de manifiesto una intención que va cargada de
un cierto esfuerzo por alcanzar una
determinada meta. Por eso peiráó y peirázó significan en general intentar, y
atendiendo a la fuerza que hay que
emplear para ello, esforzarse, hacer esfuerzos por lograr algo, emprender.
Atendiendo al aspecto de logro de algo y
del método indispensable para ello, peirázó adquiere el significado de probar,
ensayar, experimentar, estudiar a
fondo, investigar. En situación de competencia con otras personas, peiráó
significa (casi siempre usado en voz media
o pasiva) medirse con alguien, probar fortuna, esforzarse por alcanzar el favor
de alguien, tratar de ganarse a alguien,
inducir a alguien a tentación (espec. de incontinencia) osar atacar a alguien;
también: conocer por experiencia,
experimentar, o vivenciar.
De modo análogo a las formas verbales, el sustantivo peña significa ensayo,
prueba, examen; intento de ataque,
osadía; experiencia; conocimiento. Peirasmós designa la prueba, el intento
(médico) (sólo en Dioscórides, De Materia
Médica, prefacio 5; s. I d. C); ekpeirázó, comprobar, y apeírastos, no
intentado, faltan en el griego profano.
II 1. Los LXX emplean este grupo de palabras una vez en sentido puramente
profano. El equivalente
hebreo es, la mayoría de las veces, la forma piel del verbo násáh, intentar, y
el nombre massáh, intento, y significa:
intentar hacer algo (Dt 4, 34; 28, 56; Jue 6,39; 1 Sam 17, 39); intentarlo con
algo, probar, ensayar (Ecl 2, 1; 7, 23; Dn
1, 12); esforzarse (2 Mac 8, 9), probar, poner a prueba (1 Re 10, 1; 2 Cr 9, 1;
Sab 2, 17); prueba, examen (Dt 7, 19;
29, 2).
2. Por otra parte, en el AT (espec. en la obra histórica deuteronomística)
tentar, poner a prueba, se transforma
en un concepto religioso, en el que incredulidad y presunción, desobediencia y
murmuración dentro del pueblo de
Dios vienen a ser un desafio a Dios, poniéndole a prueba. En el Sal 78[77], 40 s
se describe el «tentar a Dios» como
la increíble conducta pecaminosa del pueblo de Dios («...volvían a tentar a
Dios, a irritar al Santo de Israel»; cf. Nm
14, 22; Sal 106[105], 14; Is 7, 12; Mal 3, 15). Punto de referencia para ese
tentar a Dios es Masa (los LXX traducen
peirasmós, tentación), un lugar de la época del peregrinaje por el desierto (Dt
6,16; 9, 22; 33, 8; Sal 95[94], 8; en los
dos últimos pasajes en conexión con Meribá [NB: «Careo»]. Partiendo de ahí se
introdujo la idea de la tentación
de Dios en Ex 17,2.7, equiparándose los nombres de Masa y Meribá para designar
el mismo lugar). «¡No tentaréis
al Señor vuestro Dios!» es la versión negativa del mandamiento de la adoración
exclusiva al único Dios de Dt 6,16
(cf. también Eclo 18, 23). Dios se deja encontrar por aquéllos que son
obedientes a ese mandamiento (Sab 1, 2).
3. En bastantes pasajes del AT las palabras de este grupo, por influencia de sus
equivalentes hebreos násáh (en
piel) y massáh reciben en los LXX una significación específica no conocida en el
griego profano. Peirasmós, prueba,
tentación, se transforma en la experiencia de un creyente, en la que es
vivenciada la actuación de una fuerza que va
contra la fuerza de la fe. Dios pone a prueba a Abrahán (Gn 22,1), a Leví (Dt
33,8), a Ezequías (2 Cr 32,31), a Isaac
(Jdt 8, 26); Dios pone a prueba a su pueblo (Ex 15, 25; 16, 4; 20, 20; Dt 13,4;
Jue 2, 22; 3. 1.4); Dios pone a prueba a
los piadosos y justos (Sal 26[25], 2; 35[34], 16; Sab 3, 5; 11, 9; Eclo 33[36],
1).
Tentación (Tteípa)
La tentación es un instrumento mediante el cual Dios lleva a cabo su plan
salvífico. Muy a menudo el afectado
no sabe que Dios le puso a prueba y por qué le puso a prueba hasta que no dirige
la vista atrás, una vez que pudo
salir de la -» persecución fortalecido en la fe, como alguien que ha sido
examinado (-> prueba), probado,
acrisolado (-<• fuego), enseñado y educado (-> educar). Abrahán es el ejemplo,
que se citará más tarde frecuentemente,
del hombre que ha sido probado en medio de gran tentación (ApAbr; Jub 17-19). En
Israel se sabía
perfectamente que también era posible sucumbir, pasado de la tentación a la
seducción y a la apostasía contra
Dios. Que Dios es el único que en definitiva actúa en todas las cosas, y por
tanto, también el tentador es una idea
condicionada en una concepción de Dios fuertemente monoteistica. El Dios único
se revela en su obrar histórico
con distintas propiedades. Dentro del pueblo de Dios, el hombre lucha por
conocer esas propiedades, por conocer
la misericordia y el juicio de Dios. Esta manera de entender a Dios se mitigó
por influjos de tipo dualístico, pero no
pudo ser destruida. Se presenta en el escenario un contrapoder, permitido por
Dios, tomado a su servicio, a ratos
dejado en libertad, que intenta llevar al hombre a la apostasia de Dios (Gn 3, 1
ss; Job 1, 11 s; 2, 6 s).
4. a) En la literatura rabínica del judaismo tardío se dibuja una tendencia a
desarrollarse esa idea de la
independencia de -• Satán como el tentador. Se transforma en cabeza de un reino
antidivino, que intenta
atravesarse en el plan salvífico divino, inducir al hombre a pecar y luego
acusarle ante Dios (Tanch. 40b; DtR 11;
GnR 55 s; Sanh 89b). Además se alia con las malas inclinaciones innatas al
hombre, que son la puerta de entrada de
la tentación (BB 16; NuR 20).
b) En los libros propios de los LXX y en los apócrifos se destaca todavía con
mayor fuerza la independencia
del Maligno. Se experimentan con tal fuerza ahora el -> sufrimiento y el mal, y
resultan tan tentadores los poderes
malignos, que ya no se quiere cargar el concepto de Dios con ello. El tentador
satánico puede llevar a la apostasía
incluso a los ángeles (Hen[et] 6, 19), azuzar a Dios contra Abrahán (Jub 17), y
vengarse de Dios tentando a lo
creado (VidAd 11-16). En el TestXII siete malos espíritus ponen en juego la
tentación. Cuando el hombre se decide
con rectitud en esa lucha entre la luz y la tiniebla, puede librarse de la
tentación.
c) En los textos de Qumrán se describe al mundo como el ámbito de soberanía de
Belial, el ángel de la
tiniebla. Los creyentes viven aquí en perpetuo combate y tentación, espec. a
través de vicisitudes y persecuciones
(1QS 3, 24); en este contexto se usan principalmente los verbos tá'áh (en hif.),
seducir, y kasal (en hif.), hacer caer.
III En el NT se emplea 36 veces la forma intensiva peirázó, tentar (12 veces en
los
sinópticos referido exclusivamente a las tentaciones que sufre Jesús por parte
de Satán o
de sus adversarios; cf. Heb 2, 18; 4, 15; en Pablo, Heb, Sant, Ap, además del
sentido
profano, se usa aplicado a las tentaciones que sufren los cristianos); 4 veces,
con idéntico
significado, ekpeirázo; una vez izeipáopioa [peiráomai] tentar (Hech 26, 21). El
adjetivo
verbal apeírastos, no tentado, es nuevo (Sant 1, 13). Se emplea con más
frecuencia que en
los LXX el sustantivo peirasmós, tentación, prueba (21 veces), mientras que
peíra, intento,
sólo aparece en Heb 11, 29.36.
1. Junto al significado profano de intentar (Heb 11, 29), experimentar o sufrir
algo
(Heb 11, 36), tratar de intentar (Hech 9, 26; 16, 7; 24, 6), poner a prueba (2
Cor 13, 5; Ap 2,
2), pruebas (Hech 20, 19), y junto a las afirmaciones referentes a los
adversarios de Jesús,
que lo querían poner a prueba, se encuentra 4 veces el giro, ya conocido en el
AT de
tentar, provocar, poner a prueba a Dios (1 Cor 10, 9; Sal 78,18; Heb 3, 8 s; Sal
95, 8 s; Hech
5, 9; 15, 10); en Mt 4, 7 se cita Dt 6, 16.
2. Si exceptuamos Le 4, 13; 22, 28; Hech 20, 19 y 1 Tim 6, 9, en el resto del NT
(concretamente en los sinópticos y en Pablo, Heb, Sant 1-2 Pe, Ap) peirasmós se
refiere
siempre a la tentación o prueba que experimentan los cristianos. Además de
depender del
AT, el mundo de ideas dentro del cual se mueve a nivel religioso el término
peirasmós en
el NT está fuertemente influenciado por los puntos de vista de los esenios; no
obstante,
está ausente del NT el dualismo cósmico de Qumrán (cf. II, 4c). Tanto en Qumrán
como
en el NT, a los creyentes se les provoca constantemente a apostatar (-+ caída).
Los
creyentes tienen que defenderse con armas espirituales contra los ataques del
«príncipe de
este mundo» y han de mantenerse firmes, despiertos, en posición de alerta y en
oración.
Además, el -> espíritu animoso puede someter a disciplina a la -> carne débil,
de tal
manera que la puerta quede cerrada a cal y canto, y no puedan infiltrarse ya las
tentaciones satánicas (Me 14,38). La debilidad de la carne es caracterizada
también como
concupiscencia (-> deseo, art. ém!)üp,ía [epithymía]), que arrastra a los
hombres a la
tentación (Sant 1,14), de tal manera que el poder del mal se cierra a su
alrededor como la
red de una trampa (notyÍQ [pagís]: 1 Tim 6,9). Frente al AT, la novedad consiste
en el
peligro constante de caer en pecado. Satán puede utilizarlo todo para tentar (1
Cor 7, 5; 1
Tes 3, 5); todo puede transformarse en tentación (Gal 6, 1; en la fórmula de Gal
4, 14 se
han mezclado dos pensamientos; la vida es: «la tentación o prueba que, para
vosotros,
había supuesto mi enfermedad, la superasteis, y no me despreciasteis ni
hicisteis ningún
desaire por razón de mi estado físico»). La tentación que amenazaba a la
comunidad de
Corinto de momento no salía de lo ordinario (1 Cor 10, 13). Consistía en el
trato,
aparentemente inocuo, con los paganos, pero que de hecho podía conducir a la
idolatría
y a la incontinencia.
3. El tener que sufrir como cristiano constituye una tentación, pero al mismo
tiempo
es el signo distintivo de ser un auténtico discípulo de Jesús, y por ello es
también motivo
de alegría (1 Pe 1, 6; 4, 12), sobre todo si se tiene presente que, tal como les
ocurrió a los
grandes modelos Abrahán y Job, zarandeado por pruebas de todo tipo, puede uno
salir
airoso y fortalecido (Sant 1, 2; -» paciencia). Atendiendo al término de la
tentación, Dios
no se muestra nunca como enemigo, sino como galardonador (Sant 1, 12).
Es verdad que, en franco contraste con los que tratan de hacer a Dios
responsable de
los desfallecimientos humanos, afirma Santiago que Dios (siendo él mismo ape&astos,
no-
tentado por el malo) no tienta a nadie (Sant 1, 13). Más bien ayuda y salva de
la tentación
(2 Pe 2, 9; 1 Cor 10, 13); pero queda sin aclarar de dónde viene la tentación.
Jesús ordena a sus discípulos que pidan no ceder en la prueba (Me 14, 38) y les
enseña
cómo han de orar al padre: «no nos dejes ceder en la prueba, sino líbranos del
malo» (Mt
6, 13). Dios, al que hay que rogar para alcanzar el perdón de la culpa, no ha de
dejar que
su comunidad caiga en la tentación antidivina de la apostasía, sino ha de
arrancarla al
poder del malo, haciendo así que venga su -> reino. La venida definitiva de la
soberanía
divina no puede separarse de la lucha presente contra la soberanía del tentador.
Las
tentaciones cotidianas (Le 8, 13 s) y las -> persecuciones y calamidades del
final de los
tiempos (Me 13, 22; Ap 2, 10), que irrumpirán sobre todos los habitantes de la
tierra (Ap
3, 10), están resumidas en este ruego: «no nos dejes ceder en la prueba».
4. Jesús estuvo sujeto a prueba durante toda su vida. Así lo acentúan espec. Le
(4,
13; 22, 28) y Heb (2, 18; 4, 15). Precisamente por eso puede hallarse junto a
sus discípulos
en sus dificultades. El poder satánico alega contra él una y otra vez y de todas
las formas
posibles que no tiene pecado. Escaramuzas previas tienen lugar cuando sus
enemigos,
con preguntas capciosas, quieren «ponerle a prueba» o «comprometerle» (Me 10, 2;
12,
15; Mt 22, 35; Le 10, 25; Jn 8, 6). Las esperanzas mesiánicas falsas, «humanas»,
que
albergan, tanto el pueblo y los fariseos como los discípulos, pretenden una y
otra vez
penetrar en Jesús y, por tanto, significan una tentación y un obstáculo para el
mesías
obediente a Dios (Me 8, 11 par; Mt 16, 22 s), y se plantean como un problema
personal
del mesías en la brega de Getsemaní (Me 14, 35 ss).
De un modo resumido se describe en la historia de las tentaciones (Mt 4,1 ss; Le
4, 1
ss) todo lo que se muestra por doquiera en la vida de Jesús. El tentador en
persona (ó
Tteipá^wv [ho peirázón]) y Jesús mantienen una disputa a base de sentencias de
la Biblia.
Como Hijo de Dios, debería Jesús usar mal del poder y la dignidad que tiene a su
disposición. Tal cosa le apartaría de su misión de mesías; el tentador le
hubiera
conducido a la desobediencia. Pero Jesús sigue siendo el hombre (-> Adán)
obediente que
hace lo que Dios ha mandado a todos los hombres. Evita el andar experimentando
con
Dios (Dt 6, 16); vive sólo de la palabra de Dios y guarda su (primer)
mandamiento.
Basándose en esa victoria de Cristo, los cristianos pueden rogar con confianza:
«¡No nos
dejes ceder en la prueba, sino líbranos del Malo!» (-> malo, art. novnpÓQ
[poneros];
-» caída; -> satán; -» seducir).
W. Schneider
Bibl.: DBonhoeffer, Versuchung (1937). 1953 (19563) - KGKuhn, mapao/ióg -iptxpzíx
-aápí im NT und die damit
zusammenhangenden Vorstellungen, ZThK 49, 1952, 200 ss - HSeesemann, Art. müpa
etc., ThWb VI, 1959, 23 ss - AKoberle, Art.
Versuchung, RGG VI, 19623, 1385 ss - JCarmignac, «Fais que nous n'entrions pas
dans la tentation». RB 72, 1965, 218 ss -
JCarmignac, Recherches sur le «Notre Pére», 1969, 236 ss.
En cast. Arts. gens.: NBrox-FScholz, Art. Tentación, CFT IV, 1967, 303-313 -
MystS III, T. II, 1969. 88-102 - WMolinski, Art.
Tentación, SM 6, 1976, col. 511-517.