PLEGARIA CON CATALINA

 

Introducción

Lectora 1

Nos ha convocado en este día la figura de nuestra hermana Catalina de Siena. Ella, seducida por Jesucristo, supo, como nuestro Padre Santo Domingo, adentrarse en la intimidad de la oración: Hablando con Dios en la intimidad de la "celda interior", dejó que su Palabra resonará en su corazón, y se hiciera anuncio de la Buena Noticia de la salvación de Dios.

Lectora 2

Dejemos que su naturaleza de fuego, avive en nuestros corazones el deseo de "arder e iluminar"llevando al mundo la luz del eterno Padre. Que ella nos enseñe a vaciarnos de nosotras mismas para hacernos "cauce para que la gracia de Cristo, el verdadero torrente de la vida" llegue a nuestros hermanos los hombres y mujeres que buscan el rostro amable y misericordioso del Dios de la vida.

SALMO DE LA QUE NO ES AL QUE ES

Todas:

Dios eterno, al comenzar una nueva jornada,
te pido con singular solicitud

por todos los que me has dado, para que los ame con singular amor.
Que sean plenamente iluminados con tu luz
y que se quite de ellos toda imperfección,
para que en verdad puedan trabajar en tu jardín,
donde tú los has destinado.

Te pido que me sumerjas en el abismo de tu amor,

que me aumentes la fe

y que no permitas que nunca me separe de Ti.

Aviva en mí el deseo de entregarme

a los pobres y a los enfermos,

a los necesitados y a los que no te conocen,

y haz que te sirva en ellos

con el ardor de la caridad,

que Tú, Esposo fiel, has puesto en mi corazón.

Hazme comprender que no es con la espada

ni con las guerras, como conquistaré

la belleza de tu Esposa la Iglesia,

sino con la paz y con la continua y humilde oración.

En las horas de dificultad,

sé Tú mi refugio, y no permitas que claudique

cuando la Verdad sea defraudada

por la indiferencia y el pecado de los hombres.

Que comprenda que no hay paz sin justicia,

y que ésta se consigue sólo con el fuego de tu amor.

¡Oh Dios Eterno!,

te pido que aceptes el sacrificio de mi vida

por el Cuerpo Místico de la Santa Iglesia.

No tengo otra cosa que darte

sino lo que tú me has dado a mí.

Toma, pues, mi corazón

y exprímelo sobre el rostro de tu esposa la Iglesia.

Lectora 1

Oremos: Que tu Espíritu esté en nosotras, Señor, para que acojamos tu Palabra; que ella arda en nuestros corazones para que te reconozcamos cada día al compartir tu Pan y tu Palabra con todos aquellos que Tú pones en nuestro camino.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

SILENCIO

Lectora 2

Lectura del Evangelio según San Mateo 6, 5-6

Jesús les dijo: Vosotros cuando oréis no hagáis como hacen los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las plazas para ser vistos. Os aseguro que ya tienen su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, y tu Padre que está en lo secreto te recompensará.

SILENCIO

Lectora 1

Lectura del Diálogo de Santa Catalina

"A vosotros queridísimos hijos míos, os digo, que paséis por encima del Puente, no por debajo, porque éste no es el camino de la Verdad sino de la mentira; por el que andan los pecadores. En favor de ellos os apremio que me roguéis, y os pido lágrimas y sudores a fin de que de mí consigan misericordia".

SILENCIO

Lectora 2

Del Padre Vicente de Couesnongle

"Santo Domingo es considerado un verdadero hombre de oración. Dedicaba gran parte de la noche a su oración personal y, dicen, se las ingeniaba siempre para tener tiempo para orar.

¿Cuál era su oración? Ante todo era pedir la identificación con Cristo, y como él, -nos dice Jordán de Sajonia- daba el día al prójimo y la noche a Dios. Durante el día hablaba de Dios, y por las noches hablaba con Dios.

Durante la noche repetía con frecuencia gritando: `Dios mío, misericordia mía, ¿qué será de los pecadores?´ O sea que hablaba a Dios de los pecadores, de su ministerio, de todos aquellos que había encontrado en su predicación. Además, se observa que "misericordia mía" para él era el nombre de Dios preferido, si es que así puede decirse, y que ésta "misericordia mía" está en relación directa con la compasión de Santo Domingo."

SILENCIO

Lectora 1

Lectura del Diálogo de Santa Catalina

"Entonces, aquella alma, como ebria no podía contenerse. Sintiéndose casi cara a cara con Dios decía: ¡Oh Eterna Misericordia!, que cubres los pecados de tus criaturas, no me maravillo que digas de quienes salen del pecado mortal para retornar a ti: -Yo no me acordaré jamás de que me hayas ofendido"

¡Oh misericordia inefable! No me maravillo que digas esto de quienes salen del pecado cuando dices, refiriéndote a los que te persiguen: -Quiero que me roguéis por ellos, para que yo tenga con ellos misericordia".

En tu misericordia fuimos creados, y en tu misericordia fuimos creados de nuevo en la Sangre de tu Hijo. Tu misericordia nos conserva. Tu misericordia puso a tu Hijo en los brazos de la cruz, luchando la muerte con la vida, y la vida con la muerte. La Vida derrotó a la muerte de nuestra culpa,. ¿Quién quedó vencido? La muerte ¿Cuál fue la causa de ello? Tu misericordia.

Tu misericordia da vida. Ella da la luz por la que tu criatura conoce la clemencia. Si vuelvo la mirada a la tierra, la veo rebosar de tu misericordia. En las misma tinieblas del infierno la veo relucir, porque no das a los condenados toda la pena que merecen. Con tu misericordia mitigas la justicia: Por misericordia nos has lavado en la Sangre; por pura misericordia quisiste convivir con tus criaturas...

Oh misericordia, el corazón se pierde pensando en Ti; a cualquier parte que me ponga a pensar, no hallo sino misericordia."

Momento de reflexión – Silencio – Oración espontánea a partir de lo orado

 

 

Plegaria a Santa Catalina de Siena

Catalina de Siena.

Mujer de Dios, esposa de Cristo,

madre espiritual, doctora de la Iglesia,

patrona de Europa, "¡HERMANA NUESTRA!"

A ti acudo hoy para pedirte me ayudes a vivir en la Verdad,

y que me enseñes a amar como soy amada por Dios.

Te proclamo modelo de vida dominicana,

estímulo en el peregrinar por este mundo

sembrando la Palabra de la Vida.

Tú encarnas el ideal de mujer orante y apóstol,

tal como yo quiero ver la mujer

en la Iglesia y en el mundo de hoy.

Te consagraste a Jesús tu esposo sangrado,

y serviste a su Iglesia en plena desunión.

Enséñame, Catalina, como mística y doctora,

a ser humilde y valiente, servicial y fraternal,

comprometida y perseverante,

firme y esperanzada, alegre y profunda,

ilusionada y luchadora.

Enséñame a ser como tú,

mediadora de unidad,

instrumento de paz, defensora de la justicia,

amante del diálogo con Dios y los hermanos.

Concédeme la gracia de alcanzar mi meta

en la Iglesia y en el mundo de hoy

que me retan y me esperan.

Y haz que no defraude su esperanza e ilusión,

para gloria de Jesucristo y bien de nuestro pueblo.

Amén.

-Baltasar Hendriks, O.P.-

Sor Lucía Caram O.P

Manresa