SERMON SEXTO

 

De pronuntiatione ipsius Nativitatis

 

Sobre el anuncio de la Navidad

 

 

 

CAPÍTULO 1

 

§ 1

 

Auditum audivimus plenum gratia, dignum acceptione: Iesus Christus, filius Dei, nascitur in Bethlehem Iudae. Anima mea liquefacta est in sermone isto, sed et spiritus meus in praecordiis meis aestuat, iucunditatem hanc et exsultationem solito vobis desiderio eructuare festinans. Iesus, Salvator: quid tam necessarium perditis, quid tam optabile miseris, quid tam utile desperatis? Alioquin unde salus, unde vel tenuis aliqua spes salutis in lege peccati, in corpore mortis in malitia hac diei et loco afflictionis, nisi nova nobis et insperata nasceretur?

 

Acabamos de oír un mensaje rebosante de alegría y digno de todo aprecio : Cristo Jesús, el Hijo de Dios, ha nacido en Belén de judá. El anuncio me estremece, mi espíritu se enciende en mi interior y se apresura, como siempre, a comunicaros esta alegría y este júbilo. Jesús, el Salvador, ¿hay algo tan imprescindible a los perdidos, tan deseable para los miserables  y  tan conveniente para los  desesperados?  ¿De  qué otra parte puede venimos la salvación o la más ligera esperanza de salvarse de la ley del pecado, del cuerpo mortal, del agobio de cada día y de este mundo de dolor, si no nos naciera esta realidad nueva e insospechada?

 

§ 2

 

At tu forte salutem optas, sed curationis acerbitatem, teneritudinis pariter et aegritudinis propriae conscius, reformidas. Ne timeas: Christus est suavis plane et mitis, et multae misericordiae, unctus oleo laetitiae prae participibus suis, eis nimirum qui, licet non ipsam plenitudinem, de plenitudine tamen huius accipiunt unctionis. Ne vero suavem audiens, inefficacem fore autumes Salvatorem, additur etiam Filius Dei. Qualis enim Pater, talis Filius, cui subest, cum voluerit, posse.

 

Seguramente que deseas a salvación, pero temes la crudeza del tratamiento, consciente como eres de tu sensibilidad y de tu enfermedad. No te preocupes. Cristo es muy delicado, compasivo y rico en misericordia, ungido con perfume de fiesta en favor de los que están con él. Y si no recae sobre ellos la totalidad de la unción, al menos participan. Si te han dicho que el Salvador es delicado, no pienses por ello que sea ineficaz, pues se dice también que es Hijo de Dios. Como es el Padre, es también el Hijo, que tiene el querer y el poder.

 

§ 3

 

Aut forsitan utilitate salutis et iucunditate unctionis audita, nescio quid submurmuras, puto etiam de honestate sollicitus. Salvatorem tibi gratularis adesse, utpote iacens paralyticus in grabato, aut magis inter Ierusalem et Iericho semivivus in via. Amplius autem laetaris nec durum esse medicum, nec gravibus uti medicinis, ne tibi forsitan intolerabilior videatur brevis ipsa curatio quam diuturna aegritudo. Sic nimirum, sic usque hodie multi pereunt, medicum fugientes, quod Iesum quidem noverint, sed Christum nesciant, humano sensu de multitudine et malignitate morborum paratae sibi medelae molestiam aestimantes.

 

Si estás ya informado sobre la conveniencia de la salvación y sobre la alegría de la unción, no puedo comprender el motivo de tus cavilaciones y  te supongo,  incluso, ansioso en torno a su decencia. Te alegras de que se te acerque el Salvador, sobre todo postrado como estás en tu catre, paralítico o, mejor quizá, medio muerto, y a la vera del camino entre Jerusalén y Jericó. Alégrate, al contrario, de que no sea un médico intransigente ni te recete medicamentos revulsivos. Lo hace así para que la breve convalecencia no te parezca más insoportable que la interminable enfermedad. Así se explica que sigan pereciendo tantos por rechazar al médico. Conocéis a Jesús pero ignoráis a Cristo. Calibráis con apreciaciones humanas el fastidio embargante del remedio por el número y gravedad de las dolencias.

 

CAPÍTULO 2

 

§ 1

 

Iam vero sic certus es de Salvatore et nihilominus Christum esse cognoscis non utentem cauterio, sed unguento, non ustione, sed unctione curantem, unum adhuc arbitror ingenuam posse movere creaturam, ne forte, quod absit, Salvatoris huius non satis condigna videatur esse persona. Puto tamen, non usque adeo ambitiosus es et gloriae cupidus, aut zelator honoris, ut ab uno quopiam e conservis tuis, si praestare posset, hanc gratiam suscipere detrectares. Nam si angelus aut archangelus esset, vel ex superiori quovis ordine spirituum beatorum, multo minus animositas tua, quod causaretur, haberet.

 

Estás seguro en lo que atañe al Salvador   sabes que Cristo para curar no emplea el bisturí, sino el perfume. Y que tampoco le gusta cauterizar, sino ungir. Pero se me ocurre que quizá puede existir otro motivo que influya en alguna inteligencia ingenua: pensar -Dios no o permita- que el Salvador no es una persona suficientemente idónea. Creo que no eres tan ambicioso, ni ávido de gloria, o receloso de tu honor como para rehusar una gracia parecida que pudiera hacerte cualquiera de tus semejantes. Y tu rechazo sería aún menor si recibieras este favor de mano de un ángel, arcángel o alguno de los espíritus bienaventurados.

 

§ 2

 

Nunc autem tanto ampliore tibi devotione suscipiendus est iste Salvator, quanto differentius prae ceteris omnibus nomen hereditavit Iesus Christus, Filius Dei. Et vide si non evidentius tria haec ad pastores loquens Angelus commendavit, gaudium magnum, quod evangelizabat, exponens: Quia, inquit, natus est vobis hodie Salvator, qui est Christus Dominus. Exsultemus igitur, fratres, in hac nativitate, et multipliciter gratulemur in ea, quam et salutis utilitas, et unctionis suavitas; et Filii Dei maiestas tam eleganter illustrat, ut nihil desit ex omnibus quae desiderantur, nec commodum, nec iucundum, nec honestum. Exsultemus, inquam, ruminantes intra nosmetipsos et invicem eructuantes suave verbum, eloquium dulce: Iesus Christus, filius Dei, nascitur in Bethlehem Iudae.

 

Por lo tanto, con tanta mayor confianza debes recibir a este Salvador cuanto más extraordinario es el nombre que se le ha dado: Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. Fíjate cómo recomendó abiertamente el ángel estos tres aspectos cuando anunció la gran alegría a los pastores. Escuchad : Os ha nacido hoy un Salvador, Cristo, el Señor. Alborocémonos, hermanos, en este nacimiento y felicitémonos siempre en él. Está tan enriquecido con el beneficio de la salvación, la suavidad de la unción y la majestad del Hijo de Dios, que no echamos en falta nada, ni de útil, ni de alegre, ni de conveniente. Alegrémonos, repito, meditando y comunicándonos mutuamente esta agradable palabra y dulce expresión : Jesús el Cristo, el Hijo de Dios, ha nacido en Belén de Judá.

 

CAPÍTULO 3

 

§ 1

 

Nec mihi quis ad ista respondeat indevotus, ingratus, irreligiosus: "Non est hoc novum: olim auditum est, olim factum est, olim natus est Christus". Ego enim dico: Olim et ante. Nec mirabitur: Olim et ante, cui propheticum illud occurrerit: In aeternum et ultra.

 

Y que ningún displicente, ingrato o descreído me replique: "Eso no es ninguna novedad; es un mensaje y una hazaña muy antiguos. Ya es viejo el nacimiento de Cristo". Sí, le respondo yo, es viejo y más que viejo. Y nadie se extrañe de esto; el profeta lo dijo con otras palabras: Desde siempre y por siempre.

 

§ 2

 

Natus est ergo Christus, non modo ante haec nostra tempora, sed ante tempora universa. Verum illa quidem nativitas posuit tenebras latibulum suum, immo vero lucem magis habitat inaccessibilem: latet in corde Patris in monte umbroso et condenso. Ut ergo aliquatenus innotesceret, natus est; et in tempore natus ex carne, natus in carne factum est Verbum caro. Quid tamen mirum, si usque hodie dicitur in Ecclesia: Christus, filius Dei; nascitur, quando tam longe antea dicebatur, haud dubium quin de ipso: Puer natus est nobis? Olim coepit audiri verbum hoc, et nemo Sanctorum aliquando fastidivit. Siquidem Christus Iesus, Filius Dei, heri et hodie, et in aeternum. Hinc nimirum primus homo, omnium viventium pater, magnum eructuans sacramentum, quod in Christo et in Ecclesia Apostolus postmodum evidentius commendavit: Relinquet, ait, homo patrem et matrem, et adhaerebit uxori suae, et erunt duo in carne una.

 

El nacimiento de Cristo precedió a nuestro tiempo histórico e incluso al tiempo de la creación. Su nacimiento está envuelto en un manto de oscuridad y habita en una luz inaccesible: se esconde en el corazón del Padre, en el monte encubierto de niebla. Mas para darse a conocer de alguna manera nació. Se hizo historia. Nació hombre, haciéndose Palabra-carne. No nos extraña la noticia que hoy nos comunica la Iglesia: Ha nacido el Mesías, el Hijo de Dios. Hace ya muchos siglos que se viene diciendo lo mismo. Un Niño os ha nacido. Es un mensaje muy viejo que nunca hastió a ningún santo. Porque Jesús, el Cristo, es el mismo hoy que ayer,  será el mismo siempre. Por eso, el primer hombre, padre  e todos los que viven, confesó aquel gran misterio, que más tarde, y de forma más clara, declaró Pablo refiriéndose a Cristo y a la Iglesia: Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.

 

CAPÍTULO 4

 

§ 1

 

Hinc nihilominus Abraham, pater omnium credentium, exsultavit ut videret hunc diem, et vidit, et gavisus est. Alioquin quando servum iurantem sibi per Deum caeli, sub femore suo manum ponere praecepisset, nisi ipsum utique Deum caeli ex eodem nasciturum femore praevidisset. Hoc quoque consilium cordis sui homini secundum cor suum revelavit Deus, cui iuravit veritatem, et non frustrabitur eum: De fructu, inquiens, ventris tui ponam super sedem tuam.

 

Del mismo modo, Abrahán, padre de todos los que creen, se alegró al ver este día; gozó lo indecible al verlo. Abrahán previó que de su mismo muslo habría de nacer el Señor de los cielos, en aquella ocasión en la que su criado obedeciendo a la orden de poner la mano bajo el muslo del amo, juró a su señor por el Dios del cielo. Y el mismo Dios comunicó esta confidencia íntima a un hombre, amigo, bajo fórmula juramental que nunca retractará: A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.

 

§ 2

 

Unde et in Bethlehem Iudae nascitur, sicut Angelus ait, civitate David, utique propter veritatem Dei ad confirmandas promissiones Patrum. Hoc etiam multifarie multisque modis, ceteris revelatum est Patribus et Prophetis. Absit autem ut a diligentibus Deum aliquando fuerit negligenter auditum, nisi forte negligere videbatur, qui dicebat: Obsecro, Domine, mitte quem missurus es, aut fastidire qui clamabat: Utinam dirumperes caelos et descenderes, ceteraque similia.

 

Por eso, según el mensaje del ángel, nace en Belén de Judá, ciudad de David, como cumplimiento a la veracidad de Dios en las promesas hechas a los padres. Esto mismo, en múltiples ocasiones y de muchas maneras, se reveló a nuestros padres y a los profetas. No suceda nunca que cuantos aman a Dios adopten ni una sola vez actitudes desidiosas ante estos misterios. No era negligente aquel que imploraba: Por favor, Señor envía al que tengas que enviar: No se mostraba escéptico el que exclamaba: ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases! Y otras expresiones parecidas.

 

§ 3

 

Idipsum deinde Apostoli sancti viderunt et audierunt, et manus eorum tractaverunt de Verbo vitae, quibus singulariter aiebat: Beati oculi qui vident quae vos videtis. Postremo hoc idem nobis quoque servatum est fidelibus, utique thesauris fidei commendatum, ipso aeque dicente: Beati qui non viderunt, et crediderunt. Pars nostra haec in verbo vitae. Nec sane contemptibilis, ex qua nimirum vivitur, et qua vincitur mundus, quoniam iustus ex fide vivit, et haec est victoria quae vincit mundum, fides nostra. Haec est quae velut quoddam aeternitatis exemplar, praeterita simul et praesentia ac futura sinu quodam vastissimo comprehendit, ut nihil ei praetereat, nihil pereat, praeeat nihil.

 

Más tarde, los santos apóstoles lo vieron y oyeron; sus manos palparon a la Palabra, que es vida; y ella les interpelaba de forma muy concreta: ;Dichosos los oJos que ven lo que vosotros veis! En fin, esto mismo se ha venido conservando también para nosotros, creyentes, y se ha mantenido en el tesoro de la fe. Lo atestigua el mismo Señor: Dichosos los que tienen fe sin haber visto. Nuestra suerte estriba en esta palabra de vida, que no se puede menospreciar. Ella nos da la vida. En ella se vence al mundo, pues el justo vive de la fe. Y ésta es la victoria que la derrota o al mundo: nuestra fe. La fe es como un muestrario de la eternidad; recoge al mismo tiempo lo pasado, el presente y lo por venir en un seno inmenso. Lo dirige, conserva y abarca todo.

 

CAPÍTULO 5

 

§ 1

 

Merito proinde in testimonium fidei vestrae, ubi facta est vox annuntiationis huius in auribus vestris, exsultastis in gaudio, egistis gratias, prostrati solo tenus adorastis, concurrentes, velut sub umbra alarum eius, et sub pennis eius sperantes. Numquid non singuli, Nativitate Salvatoris audita clamastis in cordibus vestris, dicentes: Mihi autem adhaerere Deo bonum est? Aut potius illud quod idem Propheta ait: Deo subiecta esto anima mea?

 

Con razón, pues, impulsados por vuestra fe, cuando os llegó este mensaje, saltasteis de gozo, disteis gracias, os echasteis por tierra en adoración, apresurándoos a cobijaros como a la sombra de sus alas y esperar al calor de sus plumas. Todos vuestros corazones, nada más oír que nacía el Salvador, gritaban rebosantes de júbilo: Para mí lo bueno es estar junto a Dios. Más aún, os identificabais con las palabras del profeta: Descansa sólo en Dios, alma mía.

 

§ 2

 

Infelix nimirum quisquis ficte prostratus, corde rigido corpus humiliavit. Est enim qui humiliatur nequiter, interiora autem eius plena sunt dolo. Quisquis enim necessitatem suam minus considerat, minus sentit incommoda, minus pavet pericula, minus devote confugit ad remedia ortae salutis, minus affectuose se subicit Deo, minus fideliter psallit: Domine, refugium factus es nobis, huius adoratio minus accepta, huius prostratio minus verax, huius humiliatio minus habens, huius etiam victoriosa minus, immo et minus vivida fides. Quid tamen dicit: Beati qui non viderunt, et crediderunt?

 

Desgraciado aquel que hace una postración fingida, abatiendo su cuerpo con un corazón rígido. Pues hay una humillación gue resulta detestable: la de aquel que acaricia en su corazón el engaño. Ese hombre hace caso omiso de sus carencias no siente sus molestias, no le importan los peligros, acude sin devoción a los remedios de la salvación que nace, no se somete a Dios con amor y canta con frialdad: Señor, tú has sido nuestro refugio. Su adoración no es atendida, porque su gesto de postración no es sincero. A menor humillación, menor victoria e incluso menos fe viva.

 

§ 3

 

Quasi non videatur ipsum credere quodammodo iam videre. Sed adverte diligenter cui et quando dictum sit: ei utique, qui arguebatur, quod quia vidisset, credidisset. Neque enim idipsum est vidisse, et ideo credidisse, quod credendo vidisse. Alioquin Abraham pater vester, quonam modo Dominicum hunc vidisse diem, nisi credendo, credendus est?

 

¿Por qué se dice: Dichosos los que tienen fe sin haber visto? Da la impresión que la fe es, en cierto modo, visión. Fíjate bien en las referencias de tiempo y de persona. Se alude a un recalcitrante que exigía la visión para creer. No es lo mismo ver y luego creer que ver creyendo. Por otra parte, ¿cómo se explica que Abrahán, vuestro padre, viera en cierto modo, este día del Señor sino creyendo?

 

§ 4

 

Sed et illud quomodo accipietur quod hac nocte cantatum est nobis: Sanctificamini hodie et estote parati: crastina enim die videbitis maiestatem Dei in vobis, si non mente videre est pia devotione repraesentare et recolere fide non ficta magnum illud magnae pietatis sacramentum, quod manifestatum est in carne, iustificatum est in spiritu, apparuit angelis, praedicatum est gentibus, creditum est in mundo, assumptum est in gloria?

 

Ahora comprendemos lo que vamos a cantar durante esta noche: Santificaos hoy y esta  preparados, que mañana veréis la majestad de Dios en medio de vosotros. Se trata de una visión espiritual, de una piadosa representación y de venerar con una fe sin fingimientos el gran misterio que se manifestó romo hombre, gue lo rehabilitó el espíritu, se apareció a los ángeles, se proclamó a las naciones, se le dio fe en el mundo y fue elevado a la gloria.

 

CAPÍTULO 6

 

§ 1

 

Semper igitur novum, quod semper innovat mentes; nec umquam vetus, quod fructificare non cessat, quod in perpetuum non marcescit. Hoc enim Sanctum, quod non datur videre corruptionem. Hic novus homo, qui nullius umquam vetustatis capax, etiam eos, quorum inveteraverunt omnia ossa, in veram vitae transferat novitatem. Inde est, quod etiam in praesenti tam iucundissima annuntiatione, si advertistis, congrue satis dicitur non tam natus esse quam nasci: Iesus Christus, filius Dei, nascitur in Bethlehem Iudae.

 

Es algo siempre nuevo, algo que renueva continuamente nuestro espíritu. No imaginemos jamás vetustez alguna en aquello que no cesa de dar fruto, que no se marchita nunca. Este es el Santo, al que nunca se le permitirá conocer la corrupción. Es el hombre nuevo que, incapaz de aguantar rastro alguno de decrepitud, infunde la autentica vitalidad nueva en aquellos huesos ya consumidos. Por eso, si prestáis atención, resulta muy consecuente este mensaje de una noticia tan venturosa. No se dice que ha nacido, sino que nace Jesús el Cristo, el Hijo de Dios, en Belén de judá.

 

§ 2

 

Sicut enim quodammodo immolatur adhuc quotidie, donec mortem eius annuntiamus, sic videtur et nasci, dum fideliter repraesentamus eius nativitatem. Die igitur crastina videbimus maiestatem Dei, sed sane in nobis, non in seipso: utique maiestatem in humilitate, virtutem in infirmitate, in homine Deum. Ipse est enim Emmanuel, quod interpretatur: Nobiscum Deus. Et evidentius audi: Verbim, inquit, caro factum est, et habitabit in nobis. Denique ex tunc et deinceps vidimus gloriam eius, sed gloriam quasi Unigeniti a Patre, utique plenum gratiae vidimus et veritatis. Non enim gloriam potestatis aut claritatis, sed gloriam paternae pietatis, gloriam gratiae, de qua Apostolus: In laudem, inquit, gloriae gratiae suae.

 

Y así como, en cierto modo, se inmola aún cada día siempre que anunciamos su muerte, de la misma manera parece nacer cuando vivimos con fe su nacimiento. Mañana veremos la majestad de Dios; pero no en Dios, sino en nosotros. La majestad de Dios, en a humildad; la fuerza, en la debilidad; Dios, en el hombre. Porque él es Emmanuel, que significa Dios con nosotros. Escucha, no obstante, algo más claro: La Palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros. Y desde entonces y siempre contemplamos su gloria, pero la gloria del Hijo Unico del Padre. Le contemplamos lleno de gracia y de verdad. No es la gloria del poderío y de la luz; es la gloria del amor del Padre, la gloria de la gracia. A ella se refiere el Apóstol cuando dice: Para alabanza de su gracia gloriosa.

 

CAPÍTULO 7

 

§ 1

 

Sic ergo nascitur. Sed ubi putas? In Bethlehem Iudae. Neque enim decet nos ita Bethlehem praeterire. Transeamus usque Bethlehem, dicunt pastores, non Bethlehem pertranseamus. Quid enim si pauper viculus est? Quid si videtur minima in Iudaea? Ne id quidem incongruum ei, qui cum dives esset, propter nos pauper factus est, et cum esset magnus Dominus et laudabilis nimis, parvulus natus est nobis, et dicebat: Beati pauperes spiritu, quoniam ipsorum est regnum caelorum, itemque: Nisi conversi fueritis et efficiamini sicut puer iste, non intrabitis in regnum caelorum. Unde etiam stabulum eligit et praesepe, utique domum luteam, et diversoria iumentorum, ut hunc esse scias, qui de stercore erigit pauperem et salvos facit homines et iumenta.

 

Nace. Pero ¿dónde crees que nace? En Belén de Judá. No conviene que olvidemos Belén. Vayamos derechos a Belén, dicen los pastores. No pasemos de largo. ¿Qué importa que sea una aldea, e incluso lo más insignificante de toda Judea? No repara en este detalle aquel que siendo rico se hizo pobre por nosotros, que siendo Señor grande y muy digno de alabanza, se hizo niño por nosotros. Entonces estaba ya diciendo: Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Y: Si no cambiáis y os hacéis como este niño, no entraréis en el Reino de los cielos. Por eso eligió un establo y un pesebre, casa de adobes y refugio de animales. Así sabrás que alza de la basura al pobre y socorre a hombres y animales.

 

CAPÍTULO 8

 

§ 1

 

Utinam autem inveniamur et nos Bethlehem Iudae, ut in nobis quoque dignetur nasci, et audire mereamur: Quia vobis timentibus Deum orietur Sol iustitiae! Forte enim hoc est quod supra meminimus, ad videndam in nobis Domini maiestatem, et sanctificatione opus esse, et praeparatione. Nam et iuxta Prophetam, facta est Iudaea sanctificatio eius, qui videlicet omnia in confessione lavantur;

 

¡Ojalá seamos también nosotros ese Belén de Judá, para que nazca en nosotros y podamos oír: Porque respetáis a Dios, os alumbrará el sol de justicia! Probablemente, es lo mismo que recordábamos antes. Necesitamos un entrenamiento y una santificación previas para ver la majestad del Señor. Porque, según el profeta judá fue santificación de Dios, ya que

 

§ 2

 

et domus panis, quod Bethlehem sonat, ad praeparationem fortasse videbitur magnopere pertinere. Quomodo enim paratur ille, ut excipere tantum hospitem possit, qui dicit quia non est in domo mea panis? Denique quia imparatus erat quidam, necesse habuit clausum amici ostium media nocte pulsare, et dicere quia amicus meus venit de via ad me, et non habeo quod ponam ante illum. Paratum cor eius sperare in Domino, ait Propheta, haud dubium quin de iusto loquens. Confirmatum est cor eius: non commovebitur. Non est paratum cor quod non est confirmatum. Scimus autem, ipso eodem teste Propheta, quod panis cor hominis confirmet. Non est ergo paratum, sed aridum et exsangue cor eius, qui oblitus est comedere panem suum.

 

Es también casa de pan. Belén significa eso;   quizá por este motivo se alude a la preparación. ¿De qué forma puede disponerse a acoger un huésped tan notable quien anda diciendo que no tiene pan en casa? Pensad en aquel individuo que, carente de vituallas, se vio en la necesidad de golpear la puerta de su amigo en plena noche e importunarle: Acaba de llegar un amigo mío y no tengo qué ofrecerle. Su corazón confía en el Señor, dice el profeta, refiriéndose, sin duda, al justo; su corazón se siente seguro, no vacilará. El corazón que no se siente seguro es porque no está dispuesto. Además, sabemos, según el mismo profeta, que el pan conforta el corazón del hombre. Por tanto, no se encuentra dispuesto su corazón, está seco, lánguido, porque se olvidó de comer su pan.

 

§ 3

 

Est autem paratus et non turbatus, ut custodiat mandata vitae, qui, oblitus ea quae retro sunt, in ea quae ante sunt se extendit. Vides quam fugienda quaedam, quam sit quaedam oblivio cupienda. Neque enim totus Manasses Iordanem transit, sed nec totus citra sibi eligit mansionem. Est qui oblitus est Domini creatoris sui, et est qui provident eum in conspectu suo semper, oblitus populum suum et domum patris sui. Et ille quidem caelestia obliviscitur, hic vero quae sunt super terram: iste praesentia, ille futura; iste quae videntur, ille quae non videntur; postremo iste quae sua sunt, ille quae Iesu Christi.

 

Un corazón dispuesto, no ansioso, se dispone a observar los preceptos de vida y, olvidando lo que queda atrás, se lanza a lo que está delante. Ahí ves cómo debes evitar ciertos olvidos y cuánto debes desear otros, pues toda la tribu de Manasés no atravesó el Jordán, ni todos los que pasaron tuvieron una casa. Hay quien se olvida del Señor, su creador, y hay quien le tiene siempre presente, olvidando a su pueblo y la casa paterna. Aquel se olvida de las cosas de arriba; éste, en cambio, de las cosas de la tierra; uno se olvida de lo presente; otro, de lo venidero; éste, de lo visible; aquél, de lo invisible. En fin hay quien se olvida de sus asuntos, y otros, de los asuntos de Jesucristo.

 

§ 4

 

Uterque Manasses, uterque obliviosus; sed alter quidem Ierusalem, alter Babylonis oblitus: alter eorum quae impediunt, et iste paratus; alter sane eorum magis quae expediunt et quae non expedit oblivisci, atque hic penitus imparatus ad videndam in se Domini maiestatem. Neque enim est domus panis, in qua Salvator oriatur; non est Manasses ille cui appareat, qui Israel regit et super Cherubim sedet. Appare, inquit, coram Ephraim, Beniamin et Manasse. Ego arbitror istos esse tres qui salvantur, quos alius quidam Propheta Noe, Danielem et Iob nominavit, eosdem quoque et tribus illis pastoribus designari, quibus nato Angelo magni consilii, gaudium magnum angelus evangelizavit.

 

Tanto unos como otros son Manasés, olvidadizos ambos; pero mientras éste se olvida de Jerusalén, aquél de Babilonia. Dispuesto está el que se olvida de los impedimentos; pero el que echa en olvido lo que conviene -y no se debe olvidarse encuentra totalmente indispuesto para contemplar en sí mismo la majestad del Señor. No es, por tanto, casa de pan en donde puede nacer el Salvador; tampoco es Manasés, a quien se aparece el que guía a Israel y tiene su trono sobre querubines. Pues dice: Resplandece ante Efraín, Benjamín y Manasés. A mi parecer, estos tres son quienes se salvan. A ellos, otro profeta los llamó Noé, Daniel y Job, representados en aquellos tres pastores a los que anunció el ángel la venturosa noticia del nacimiento del "Angel, Maravilla de Consejero".

 

CAPÍTULO 9

 

§ 1

 

Vide autem ne forte ipsi sint et tres Magi, venientes iam non modo ab Oriente, sed etiam ab Occidente, ut recumbant cum Abraham, Isaac et Iacob. Forte enim non incongrue videbitur ad Ephraim quidem, quod fructificationem sonat, pertinere thuris oblationem, quod offerre incensum dignum in odorem suavitatis proprium sit eorum, quos posuit Dominus ut eant et fructum afferant s, id est Ecclesiae praelatorum. Nam et Beniamin, filius dexterae, offerat necesse est aurum, id est substantiam huius mundi, ut videlicet fidelis populus, in parte dextera constitutus, a Iudice mereatur audire quia esurivi, et dedistis mihi manducare e, et cetera.

 

Observa si tal vez no son éstos los tres magos que vienen de Oriente y de Occidente para sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob. Incluso no parece desatinado aplicar la ofrenda del incienso a Efraín, que significa fruto, pues la ofrenda del incienso de suave fragancia corresponde a quienes Dios destinó a ponerse en camino y a dar fruto. Me reFiero a los prelados de la Iglesia, pues Benjamín, el hijo de la derecha, debe hacer la ofrenda de  oro, esto es, de los bienes de este mundo, a fin de que el pueblo creyente, situado en la parte derecha, pueda oír al juez: Tuve hambre, y me diste de comer, y lo que sigue.

 

§ 2

 

Porro Manasses, si tamen is esse voluerit cui appareat Deus, myrrham offerat mortificationis, quam quidem a nostra specialiter arbitror professione requiri. Et haec dicta sint, ne ad eam partem tribus Manasse, quae citra Iordanem substitit, pertineamus sed obliviscamur magis ea quae retro sunt, extenti et intenti ad anteriora.

 

Manasés, para merecer que se le manifieste el Señor, tendrá que presentar la mirra de la renuncia. A mi entender, esto atañe muy en concreto a nuestra profesión. Insinúo estas cosas para que no formemos parte de las tribus de Manasés, que se quedaron a la otra orilla del Jordán. Olvidemos, pues, lo que queda atrás y lancémonos a lo que está delante.

 

CAPÍTULO 10

 

§ 1

 

Nunc vero redeamus usque Bethlehem et videamus hoc verbum quod fecit Dominus et ostendit nobis. Domus panis est, ut iam diximus; bonum est nos illic esse. Ubi enim fuerit Verbum Domini, non deest utique panis qui confirmet cor, dicente Propheta: Confirma me in verbis tuis. Nimirum in verbo quod procedit de ore Dei, vivit homo: vivit in Christo, vivit in eo Christus. Ibi oritur, ibi apparet; nec omnino amat cor titubans aut vacillans, sed stabile et confirmatum. Si quis murmurat, si quis haesitat, si quis nutat, si quis cogitat revolvi in lutum, redire ad vomitum, deserere votum, mutare propositum suum, non est Bethlehem, non est domus panis.

 

Ahora volvamos a Belén para ver lo que ha hecho y nos ha mostrado el Señor. Belén es casa de pan; ya lo hemos dicho. Nos encontramos bien allí. Donde esté la Palabra del Señor no faltará el pan que conforta el corazón. Lo dice el profeta: Afiánzame con tus palabras. El hombre vive en la palabra que pronuncia Dios por su boca; el hombre vive en Cristo, y Cristo en él. Allí nace, allí se muestra. No le agrada el corazón perplejo o vacilante. Descansa en él estable e intrépido. Si alguien se queja, duda o zozobra; si alguien intenta revolcarse en el fango o volver a su propio vómito, desertar de sus promesas, cambiar su propósito, ese tal no es de Belén, no es de la casa de pan.

 

§ 2

 

Sola enim fames, et fames valida, in Aegyptum eum descendere, porcos pascere, siliquas esurire compellit, utpote procul agentem a domo panis, a domo patris, in qua etiam mercennarii panibus abundare noscuntur. Non ergo in huiusmodi corde nascitur Christus, cui deest fidei fortitudo, utique panis vitae, Scriptura teste quoniam iustus ex fide vivit, quod videlicet vera animae vita, quae ipse est, nonnisi per fidem interim habitet in cordibus nostris. Alioquin quomodo in illo nascitur Iesus, quomodo salus oritur illi, quandoquidem vera omnino certaque sententia est, quod is tantum qui perseveraverit usque in finem, salvus erit? Nam quod minime inveniatur in eo Christus,

 

Sólo un hambre, y un hambre intensa, obliga a bajar a Egipto, a cebar cerdos, y apetecer algarrobas. Es que se encuentra lejos de la casa de pan, de la morada paterna, donde los mismos criados disfrutan de pan abundante. Cristo no nace en el corazón de estos tales, porque les falta la fortaleza de la fe, el pan de la vida. La Escritura afirma que el justo vive por la fe; es decir, la verdadera vida del alma que es el Señor sólo la poseemos ahora en nuestros corazones por la fe. De otro modo, ¿cómo va a nacer Cristo, cómo va a despumar la salvación en él, siendo cierta la sentencia que sostiene que quien persevere hasta el final se salvará? Cristo no puede encontrarse en él.

 

§ 3

 

nec de eis sit quibus dicitur quia unctionem habetis a sancto, ex eo vel maxime constat, quod sine dubio etiam aruit cor illius, ex quo oblitus est comedere panem suum. Multo minus autem ad Filium Dei pertinet, qui eiusmodi est, quod non nisi super quietum, et humilem ac trementem verba sua requiescat Spiritus ipsius, nec sit ulla societas aeternitati et tantae mutabilitati, ei qui est et ei qui numquam in eodem permanet statu. Ceterum quamlibet firmi, quamlibet fortes in fide, quamlibet parati, quamlibet panibus abundantes, ipso quidem largiente, cui quotidie orante dicimus: Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, necesse habemus addere consequenter: Dimitte nobis debita nostra. Alioquin si dixerimus quia peccatum non habemus, nos ipsos seducimus et veritas in nobis non est. Nimirum Veritas ipse est, qui non simpliciter in Bethlehem, sed in Bethlehem Iudae nascitur Iesus Christus, Filius Dei.

 

Para todos éstos no tiene sentido aquello de el Consagrado os confirió una unción, porque se han secado sus corazones al olvidarse de comer su pan. Tampoco pertenecen al Hijo de Dios, pues el Espíritu del Señor descansa sobre el pacífico y el humilde y sobre el que se estremece a sus palabras. Además, no puede haber concordia alguna entre la eternidad y tanto cambio, entre el que es y el que nunca puede quedar en un mismo sitio. Y aunque estemos firmes, aunque nos sintamos robustos en la fe, aunque nos veamos dispuestos, con pan en abundancia, porque nos lo da aquel a quien suplicamos siempre: Danos hoy nuestro pan de cada día, tenemos que añadir lo que sigue: Perdónanos nuestras ofensas. Pues, si afirmamos no tener pecado, nos engañamos y no llevamos dentro la verdad. Porque la Verdad misma, Jesús el Cristo, el Hijo de Dios, no nace simplemente en Belén, sino en Belén de judá.

 

CAPÍTULO 11

 

§ 1

 

Praeoccupemus igitur faciem Domini in confessione, ut sanctificati pariter et parati inveniamur et nos Bethlehem Iudae, atque ita nascentem Dominum videre mereamur in nobis.

 

Entremos a la presencia del Señor como pecadores, para que, santificados y dispuestos, seamos también nosotros Belén de Judá, y de este modo nos hagamos merecedores de contemplar al Señor que nace en nosotros.

 

§ 2

 

Ceterum si qua anima eo usque profecerit, quod quidem multum est ad nos, ut sit fecunda virgo, sit stella maris, sit plena gratia, et supervenientem habens in se Spiritum Sanctum, puto quod non modo in ea, sed ex ea quoque non dedignabitur nasci. Nemo sane id sibi arrogare praesumat, nisi quos ipse speciali designatione tamquam digito demonstraverit, dicens: Ecce mater mea et fratres mei. Enimvero audi unum ex istis: Filioli mei, quos iterum parturio, donec formetur Christus in vobis. Si enim nasci videbatur in eis, cum formabatur Christus in eis, quomodo non etiam ab eo similiter nasci eum dicere quis praesumat, qui in ipsis eum quodammodo parturiebat?

 

Si algún alma progresara tanto, cuestión que nos concierne sobremanera, y llega a ser una virgen fecunda, una estrella del mar, una llena de gracia, en posesión del Espíritu Santo que se vuelca sobre ella, estimo que no sólo quiere nacer en ella, sino también de ella. Que nadie piense atribuirse esto a sí mismo, sino sólo aquellos a quienes el mismo Señor señala, diciendo: Ved a mi madre y a mis hermanos. Escucha ahora a uno de éstos: Hijos míos, otra vez me causáis dolores de parto hasta que Cristo se forme en vosotros. Si parecía nacer Cristo en ellos cuando se estaba formando en ellos, ¿cómo no se va a suponer que también nace en aquel que en cierto modo le estaba dando a luz en ellos?