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Francisco
Ribalta (1565-1628)
Pintura española (Siglo XVII)
Francisco Ribalta pintó este lienzo en su edad madura, cuando ya había
conseguido la plenitud de su estilo.
Este se
caracteriza por el naturalismo que se aprecia en la calidad de las telas y
los detalles del cuerpo de Cristo, y por el duro claroscuro tenebrista
que consigue iluminando fuertemente los dos cuerpos,
recortándolos
sobre un fondo oscuro en que apenas se entrevén dos figuras de ángeles.
Cristo se complace mirando a San Bernardo, y el monje parece flotar
ingrávido entre los potentes brazos del Salvador.
Ribalta siguió aquí el episodio recogido por Ribadeneyra en sus Flors
sanctorum de 1599: el fundador del Císter tuvo una visión mística en la
que Cristo se desclavaba de la cruz para abrazarle. No es sin embargo un
pasaje de la vida del santo que se haya representado con mucha frecuencia
(entre nosotros lo hizo también el escultor Gregorio Fernández en el
retablo de las Huelgas, en Valladolid).
Pintando lo concreto de la realidad, Ribalta logró conectar magistralmente
con la corriente mística de su tiempo. El Misticismo era una corriente
filosófica y religiosa que valoraba fundamentalmente la oración y la
contemplación como medios para acercarse a la divinidad. Además, este
realismo barroco que sacaba sus modelos de la realidad próxima conducía al
fiel a la idea de que todos los hombres, hasta los más sencillos, podían
con oración y sacrificio acercarse a Dios y llegar a Él al igual que los
santos. Estos caracteres -misticismo y realismo- fueron ideas
fundamentales del arte de la Contrarreforma del siglo XVII.
El lienzo fue adquirido por el Museo del Prado en 1940, cuando se le
consideraba obra italiana siguiendo un modelo perdido de Zurbarán.
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CRISTO ABRAZANDO A
SAN BERNARDO
Esta pintura es una de las
obras más conocidas de Francisco Ribalta, pintor valenciano del siglo XVII,
muy popular por sus temas religiosos o de devoción, que tuvo un gran éxito
en la región levantina donde se mantuvo por mucho tiempo la influencia de
su estilo. Fue pintado para la Cartuja de Porta Coeli (Valencia) en los
tiempos en que Ribalta pintaba el retablo mayor de su iglesia. Las fuentes
más antiguas mencionan este cuadro en la Celda Prioral.
Francisco Ribalta se había formado en Madrid, donde pudo admirar las
colecciones reales de pintura veneciana que tanto influyeron en su primera
etapa como pintor, y en El Escorial, donde conoció a los pintores
italianos que habían venido para decorar la gran obra de Felipe II.
Después se estableció en Valencia (él había nacido en Solsona, Lérida)
definitivamente, y allí realizó todos sus encargos también para fuera de
aquella región. |