LIBER III

 

DE CONSIDERANDIS QUAE SUB EO SUNT

 

 CONSIDERACIÓN DE LO QUE ESTÁ DEBAJO DE TI

 

 

Capítulo 1

 

§ 1    

 

Finis superioris libri huic principium ponit. Itaque, iuxta promissum illius,  consideranda  quae sub  te  sunt. Quaenam sint illa, non est quod a me quaerendum putes, sacerdotum optime Eugeni; rectius fortasse quae non sint quaeras.

 

Al terminar ya el libro anterior te indicaba la materia con la que pensaba comenzar el siguiente. Para cumplir lo prometido, vamos a considerar lo que está por debajo de ti. Espero que el buen papa Eugenio, el mejor de los sacerdotes, no tenga que preguntarse a qué ámbito se circunscriben las realidades que están bajo su poder. Porque más bien deberías preguntarte cuáles son las que no están.

 

§ 2    

 

Orbe exeundum ei qui forte volet explorare quae non ad tuam pertinent curam. Parentes tui destinati sunt non aliquas regiones, sed ipsum debellaturi orbem: Ite in orbem universum, dictum est illis. Ipsi vero, vendentes tunicas, emere gladios, ignitum eloquium  et spiritum vehementem, arma potentia Deo. Quo non pervenerunt victores inclyti, filii excussorum?  Quo  non  sagittae  potentium  acutae  cum carbonibus desolatoriis?  Et quidem in omnem terram exiit sonus  eorum,  et  in fines  orbis  terrae  verba  eorum. Penetrabant et incendebant verba illa incensa igni, quem Dominus  misit  in  terram.  Occumbebant  strenuissimi bellatores, sed non succumbebant: triumphabant et mortui. Nimis confortatus est principatus eorum: constitui sunt principes  super  omnem  terram.

 

Tendría que salir de este mundo el que pretenda encontrar algo que esté exento de tu jurisdicción. No fueron asignados a tus antecesores unos países determinados, sino el orbe entero. Id por todo el mundo, se les dijo. Y ellos vendieron sus túnicas para comprarse, como si fueran espadas, las armas poderosas de Dios: sus palabras, ardientes como viento del desierto. ¿Adónde no llegaron estos ínclitos vencedores, los hijos de la Juventud? ¿Qué baluartes dejaron ¿sin someter las flechas de aquellos valientes, afiladas con ascuas de retama? A toda la tierra alcanza su pregón y basta los límites del orbe su lenguaje. Todo lo invadían y abrasaban con sus palabras encendidas en el fuego que el Señor vino a encender sobre la tierra. A veces perecieron como heroicos guerreros, pero nunca sucumbieron; aun muriendo triunfaban. Por su poderío los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. Harás memorable su nombre, Señor.

 

§ 3    

 

Eis tu  successisti in hereditatem. Ita tu heres  et orbis hereditas. At quatenus haec portio  te  contingit,  aut  contigerit illos, id sobria consideratione pensandum. Non enim  per  omnem  reor modum, sed sane quodamtenus, ut mihi videtur, dispensatio tibi super illum credita est, non data possessi. Si per is usurpare et hanc, contradicit tibi qui dicit: Meus est orbis terrae et plenitudo eius.

 

Tú les has sucedido como heredero. Tu herencia es también el orbe entero. Pero debes sopesar mediante prudente consideración bajo qué condiciones recibiste, tú como ellos, la heredad que te corresponde: Pienso que no puedes disponer de ella absolutamente, pues creo que no te la han dado en propiedad, sino para administrarla. Si te empeñas en usurparla, te saldrá al paso el que dijo: El orbe y todo lo que encierra es mío.

 

§ 4    

 

Non tu ille, de quo Propheta: Et erit omnis  terra possessio eius.  Christus  hic  est,  qui possessionem sibi vindicat, et iure creationis,  et merito redemptionis, et dono  Patris. Cui enim alteri dictum est: Postula a me,  et dabo tibi gentes hereditatem tum, et possessionem  tuam  terminos  terrae  Possessionem  et dominium cede huic; tu curam illius habe. Pars tua haec: ultra ne extendas manum tuam.

 

Está claro que no puedes aplicarte aquellas palabras del profeta: La tierra entera será su posesión. El único que puede reclamar para sí este dominio absoluto es Cristo, pues le pertenece como creador lo mereció como redentor y se lo concedió su Padre como don. ¿a quién sino a él se le pudo decir: Pídemelo, te daré en herencia las naciones; en posesión los confines de la tierra. Reconócele su dominio y posesión. Tú adminístraselo; es lo que te corresponde. No te propases en nada.

 

Capítulo 2

 

§ 1    

 

Quid inquis. Non negas praeesse, et dominari vetas?  Plane sic.  Quasi non bene praesit, qui praeest in sollicitudine.  Numquid  non  et villa villico, et parvulus dominus subiectus est paedagogo? Nec tamen villae ille, nec is sui domini dominus est. Ita et tu praesis ut provideas, ut consulas, ut procures, ut serves. Praesis ut prosis; praesis ut fidelis servus e prudens; quem constituit Dominus super familiam suam. Ad quid? Ut des illis escam in tempore; hoc est, ut dispenses  non imperes. Hoc fac, et dominari ne affectes hominum homo, ut non dominetur tui omnis iniustitia. At satis superque id intimatum supra, cum quis sis disputaretur. Addo tamen et hoc, nam nullum ubi venenum, nullum gladium plus formido, quam libidinem dominandi. Certe ut multum tibi tribuas, si multum deceptus non es, nil re existimas plus accepisse a magnis Apostolis.

 

Entonces -me replicarás- ¿me concedes la autoridad y me niegas el mando?  Exactamente. Hasta el extremo de que no mandaría con justicia el que sólo se preocupa de su autoridad. ¿Y no dispone de la granja su mayordomo? ¿No está sometido a su  receptor el príncipe todavía niño? Sí. Pero la granja no es de  mayordomo ni el preceptor es amo del príncipe. También tú gozas de una autoridad; mas para velar, servir, dirigir y mirar por el bien de todos. Presides la Iglesia para servirla. La gobiernas como un empleado fiel y cuidadoso, encargado por el amo. ¿para qué? Para dar a su servidumbre la comida a sus horas, es decir, para que te desvivas por ella, no para dominarla. Haz justamente eso y no pretendas, hombre como eres, avasallar a los hombres, no sea que termine dominándote la maldad. Pero de todo esto ya hemos tratado lo suficiente y con profundidad cuando analizábamos quién eres tú. He vuelto a insistir en ello, pues lo más  que me aterra es que llegues a ser víctima de este veneno y  de este puñal: la pasión de dominar. Por mucho que te valores a ti mismo, a no ser que te hayas alucinado, nunca te atreverás a creer que tú eres más que los santos apóstoles.

 

§ 2

 

UT HAERETICOS CORRIGAT, GENTILES CONVERTAT, AMBITIOSOS REPRIMAT

 

QUE CORRIJA A LOS HEREJES, CONVIERTA A LOS GENTILES Y REPRIMA A LOS AMBICIOSOS

 

Recordare nunc vocis illius: Sapientibus et insipientibus debitor sum. Et si non indebitam tibi ipsam censes, hoc quoque simul memento, debitoris molestum nomen servienti potius quam dominanti congruere. Servus in Evangelio audi: Quantum  debes  domino  meo? Ergo  si  te  agnoscis sapientibus  et  insipientibus,  non  dominatorem,  sed debitorem, curandum  summopere tibi, et tota vigilantia considerandum, quomodo   qui non sapiunt sapiant, et qui sapiunt non desipiant, et qui desipuere resipiscant. At nullum  genus  insipientiae  infidelitate,  ut  sic  loquar, insipientius. Ergo et infidelibus debitor es, Iudaeis, Graecis et Gentibus.

 

Recuerda aquellas palabras: Estoy en deuda con sabios e ignorantes. Y si piensas que puedes aplicártelas justamente, recuerda también que el título molesto de deudor le corresponde más al siervo que al Señor. Escucha lo que en el Evangelio se le dice a un siervo: ¿Cuánto debes a mi señor? Luego si te reconoces no como señor, sino como deudor de sabios e ignorantes, considéralo atentamente y cuídate de que lleguen a ser sabios los que no lo son y vuelvan a serlo quienes lo fueron. Y no hay ignorancia más grave que la infidelidad. Por eso te debes también a los infieles, judíos, griegos y gentiles.

 

Capítulo 3

 

§ 1    

 

Interest  proinde tua dare operam quam possis, ut increduli  convertantur  ad  fidem,  conversi  non  avertantur, aversi revertantur, porro perversi ordinentur ad rectitudinem, subversi  ad  veritatem  revocentur,  subversores  invictis rationibus convincantur, ut vel emendentur ipsi; si fieri potest, vel,  si  non,  perdant  auctoritatem  facultatemque  alios subvertendi. 

 

Es fundamental que te afanes cuanto puedas por la conversión de los incrédulos a la fe. Que los convertidos no se desvíen de esa fe y los que se desviaron la recuperen. Por otra parte, los perversos necesitan volver a la rectitud; los seducidos por el error han de recobrar la verdad y a los seductores que demostrarles su engaño con sólidos argumentos para que se enmienden, si es posible, y si no, que se desprestigie su autoridad y su influencia para engañar a los demás.

 

§ 2    

 

Non omnino et ab  hoc insipientium genere pessimo  tibi  dissimulandum.  Dico autem  haereticos schismaticosque, nam hi sunt subversi et subversores, canes ad scissionem, vulpes ad fraudem. Erunt, inquam, huiusmodi maxime tuo studio  aut corrigendi, ne pereant, aut, ne perimant, coercendi. Esto; de Iudaeis excusat te tempus: habent terminum suum qui praeveniri  non  poterit. Plenitudinem gentium praeire oportet.

 

De ninguna manera puedes descuidarte ante la peor clase de incrédulos. Me refiero a los herejes y cismáticos, que están engañados e inducen a otros al error. Son como perros que se tiran a desgarrar, como zorros astutos para ocultarse. Estos, te repito, deben preocuparte especialmente para corregirlos y salvarlos o para reprimirlos, no sea que lleven a otros a la perdición. Pero en cuanto a los judíos, quedas excusado: está ya determinado el día de su conversión y no es posible adelantarlo. Primero tienen que convertirse todos los gentiles.

 

§ 3    

 

Sed de ipsis gentibus quid respondes? immo quid tua consideratio respondet tibi percunctanti  sic?  Quid visum est  patribus ponere metam Evangelio, verbum suspendere fidei, donec infidelitas durat? Qua ratione, putamus, substitit velociter currens sermo? Quis primus inhibuit hunc salutarem cursum? Et illis causa forte, quam nescimus, aut necessitas potuit obstitisse.

 

Y respecto a los gentiles, ¿qué me dices? O mejor, ¿qué te dicta tu propia consideración, que en todo te interpela? ¿en qué pensaban tus antecesores para ponerle límites al Evangelio,  a realizando la propagación de la fe, cuando todavía existen infieles? ¿Por qué -me pregunto y- se puede frenar su Palabra, que corre veloz? ¿Quién fue el primero que detuvo la carrera e su órbita de salvación? Tal vez tuvieran unas razones que se nos ocultan o se lo impidieron circunstancias insuperables.

 

Capítulo 4

 

§ 1    

 

Nobis quae dissimulandi ratio est? Qua fiducia, qua conscientia Christum non vel offerimus eis qui non habent? An veritatem Dei in iniustitia detinemus? Et quidem quandoque perveniat gentium plenitudo necesse est. Exspectamus ut in eas incidat fides? Cui credere casu contigit? Quomodo  credent  sine  praedicante? Petrus  ad Cornelium, Philippus ad Eunuchum  missi sunt et, si exemplum recentius quaerimus, Augustinus, a beato Gregorio destinatus, formam fidei tradidit Anglis. Et de his tu ita tecum.

 

¿Cómo podemos justificarnos para cerrar los ojos a la realidad? ¿Con qué garantía y con qué conciencia podemos dejar de presentar a Cristo a quienes lo desconocen? ¿es que por una severidad mal entendida vamos a ocultar la verdad? A toda costa deben llegar alguna vez los paganos a la fe. ¿o esperarnos que les baje de los cielos ella sola? Nadie se ha encontrado casualmente con la fe. ¿Cómo van a creer si no hay alguien que les predique? Pedro fue enviado a Cornelio; Felipe, al eunuco; y si buscamos ejemplos más recientes, Agustín, enviado por Gregorio, difundió en Inglaterra los contenidos de la fe. Lo mismo puedes pensar de ti con relación a los paganos.

 

§ 2    

 

Ego addo et de pertinacia Graecorum, qui nobiscum sunt et non sunt  iuncti fide, pace divis, quamquam et in fide ipsa claudicaverint a semitis rectis. Et nem  e haeresi, quae clam paene ubique serpit, apud aliquos saevit palam: nam parvulos Ecclesiae passim et publice deglutire festinat. Quaeris ubi sit hoc? Vestri, qui terram Austri tam saepe visitant, ecce hi sciunt, et possunt dicere tibi. Eunt et redeunt per medium illorum, aut transeunt secus; sed quid boni adhuc cum illis egerint, necdum audivimus. Et forsitan audivissemus, nisi prae auro Hispaniae salus populi viluisset. Tuum est et plagae huic remedium providere.

 

Por mi parte, te recuerdo la pertinacia de los griegos, que están con nosotros sin estar: viven unidos en la fe, pero divididos en la comunión. Aunque a decir verdad, también se han desviado ya de los senderos de la fe. Igual que la herejía. Disimuladamente serpentea por todas partes, y en algunos lugares hace estragos abiertamente, devora de modo fulminante e indistintamente a los hijos más tiernos de la Iglesia. No me preguntarás dónde está sucediendo esto. Tus legados, que con tanta frecuencia visitan los países más occidentales, lo saben muy bien y pueden informarte. Van y vienen constantemente por esas tierras o pasan muy cerca. Pero, que  o sepa, nada han hecho hasta ahora para remediarlo. Tal vez o hubiéramos sabido, si el oro que llega de España no hubiese prostituido la salvación del pueblo. Tarea tuya es poner remedio a semejante astucia.

 

Capítulo 5

 

§ 1    

 

Se est insipientia, quae ipsam quoque iam propemodum stultam fecit sapientiam fidei. Quomodo et ipsam Catholicam paene totam hoc virus infecit? Nam dum et in ipsa quique quae nostra sunt quaerimus, fit ut, invicem invidentes,  invicem  provocantes,  exerceamur ad  odia, animemur ad iniurias, armemur ad lites, cavillemur ad dolos, feriemur ad detractiones, prorumpamus  ad maledicta, opprimamur a fortioribus, opprimamus infirmiores.

 

Pero existe otra estúpida ignorancia que ha llegado a convertir en una necedad la misma sabiduría de la fe. Y este virus pudo inficionar por poco a la totalidad de la Iglesia. ¿Cómo? Sencillamente, porque cada uno de nosotros sólo nos interesamos por lo nuestro. Y así nos envidiamos, nos provocamos y encendemos los odios, nos exasperamos llevando cuentas del mal, nos defendemos discutiendo, maquinamos el engaño, nos zaherimos hasta la detracción, nos deshacemos en maldiciones y, porque nos oprimen los más fuertes, tiranizamos a los más débiles.

 

§ 2    

 

Quam digne et laudabiliter occupatur meditati cordis tui adversus tam pestilens insipientiae genus, quod corpus ipsum Christi, quae est multitudo credentium, occupasse consideras! O ambitio, ambientium crux, quomodo, omnes torquens, omnibus places? Nil acerbius cruciat, nil molestius inquietat; nil tamen apud miseros mortales celebrius negotiis eius. Annon limina Apostolorum plus iam ambitio quam devotio terit? Annon vocibus eius vestrum tota die resultat palatium?

 

Será muy oportuno y laudable que intensifiques la meditación de tu corazón en esta locura tan insensata que está infestando al mismo Cuerpo de Cristo, la totalidad de los creyentes; así te lo descubre tu propia consideración. ¡Ah la ambición, cruz y tormento de los propios ambiciosos! ¿será posible que a todos atormentes y todos te sigan? Nada acongoja tan angustiosamente ni inquieta tan agudamente al hombre como la ambición. Y es lo que con mayor ansiedad apetece el corazón humano.

 

§ 3    

 

Annon quaestibus eius tota legum canonumque disciplina insudat? Annon spoliis eius omnis Italica inhiat inexplebili aviditate rapacitas? Quid ita tua ipsius spiritualia studia non saltem intercidit, sed abscidit? Quoties sancta ac fecunda tua abortiri otia fecit inquietum et inquietans malum? Aliud est quod ab oppressis appellatur ad e, aliud autem quod ambitio in Ecclesia per te regnare molitur. Nec deesse illis, nec huic aliquatenus assentire oportet. Quam vero inique fovetur illa, spernuntur illi! Utrisque tamen debitor es, illis ut erigas, istis ut reprimas.

 

¿Vas a decirme que los Estados Pontificios no rezuman más ambición que devoción? ¿Qué resuena en tus palacios todo el día sino el griterío de la ambición? ¿No transpiran afán de lucro las leyes canónicas y su disciplina? ¿No pretende la voracidad italiana arrebatar sus despojos con insaciable avidez? Y a ti mismo, más de una vez, ¿no te ha obligado a interrumpir e incluso a abandonar tus ocios contemplativos? ¿Cuántas veces esta inquieta e inquietante calamidad te ha hecho abortar tus santas ocupaciones! Una cosa es que los oprimidos apelen a ti y otra muy distinta que los ambiciosos intenten aprovecharse de ti para dominar a la Iglesia. No puedes dejar abandonados a los que te necesitan, pero tampoco complacer en lo más mínimo a los ambiciosos. ¡Qué injustamente se favorece a éstos y se desatiende a los otros! Con unos estás en deuda para aliviarlos y con los otros tienes la obligación de reprimirlos.

 

Capítulo 6

 

DE APPELLATIONIBUS

 

LAS APELACIONES

 

§ 1

 

Et quoniam incidit de appellationibus, prosequi aliquatenus non erit ab re. Magno in his et pio opus intuitu est, ne quod magna fuit necessitate provisum, male utendo reddatur inutile. Mihi videtur et in multam posse eas evenire perniciem, si non summo moderamine actitentur. Appellatur de toto mundo ad te: id quidem in testimonium singularis primatus tui.

 

Y ya que incidentalmente salieron a colación las apelaciones, no estará de más tratar expresamente esta materia. Es muy importante prestarles una religiosa atención, para evitar que por su abuso termine siendo inservible lo que se instituyó por necesidades apremiantes. A mi parecer, pueden derivarse gravísimos males si no se procede con suma prudencia en este aspecto: Desde todos los rincones de la tierra se apela a ti. Es una prueba más de la singularidad de tu primado.

 

§ 2    

 

At tu, si sapis, non primatu gaudebis, sed fructu. Apostolis dictum est: In hoc nolite gaudere, quod spiritus subiciuntur vobis: Appellatur ad te, ut dixi, et utinam tam fructuose quam necessarie. Utinam, cum oppressus clamat, sentiat oppressor, et non superbiat impius unde incenditur pauper   Quid tam decorum, ut ad invocationem tui nominis  oppressi effugiant, versuti non refugiant? Quid e regione tam perversum, tam recti alienum, ut laetetur qui malum fecit, et qui tulit inaniter fatigetur?

 

Gracias a tu sensatez, espero que no caigas en vanagloria por este primado tuyo; más bien gozarás de los bienes que reporta. Ya se les dijo a los apóstoles: No os alegréis porque se os someten los espíritus. Efectivamente, apelan a ti, y Dios quiera que consigan lo que buscan, porque realmente lo necesitan. Ojalá que cuando clame el oprimido se enrede el malvado en las intrigas que ha tramado. Sería maravilloso que con sólo pronunciar tu nombre se vean libres los pobres y tuvieran que huir los opresores. Por el contrario, es inconcebible, por perverso y absolutamente injusto,  que saliera satisfecho el que obra el mal y luchara vanamente que sufre sus consecuencias.

 

§ 3    

 

Inhumanissime non moveris  erga hominem,  cui  illatae  iniuriae  cumulavere dolorem  et  labor itineris,  et  damna  expensarum;  sed nihilominus ignavissime in illum non moveris, qui huic tot calamitatum partim  auctor, partim  exstitit causa.  Evigila, homo Dei,  cum  haec  contingunt:  moveatur miseratio, moveatur et indignatio tua. Alteram laeso, alteram laedenti debes. Consoletur ille damnorum  resarcitu  suorum, satisfactione iniuriarum, fine calumniarum; cum isto ita agatur, ut paeniteat fecisse quod non timuit facere, et non de poenis innocentis rideat.

 

Cruel corazón el tuyo si no se conmueve ante un hombre que, además de ser victima de una injusticia, debe sufrir la contrariedad y el cansancio de un viaje y encima pagar los costes del juicio. Serías un cobarde además, si no actuaras contra los causantes de tantos males. Alerta, hombre de Dios, para que cuando llegue el caso sepas reaccionar con misericordia hacia el oprimido y con indignación contra el opresor. Así se verá reconfortado el pobre por la reparación de los daños causados, por la satisfacción de sus injurias y por el esclarecimiento fina de los hechos. Y sobre el otro recaerá de tal modo la justicia, que pueda arrepentirse del mal perpetrado alevosamente y no se burle más de la desdicha del inocente.

 

Capítulo 7

 

§ 1    

 

Arbitror idem debere pati illum, qui sine causa forte appellavit. Formulam hanc iustitiae praefigit tibi et divinae incommutabilis  ratio  aequitatis,  et,  ni  fallor,  ipsa appellationum lex, ut illicite usurpata appellatio nec prosit appellanti, nec appellato obsit. Ut quid enim frustra fatigatus sic homo? Quam plenum iustitiae, ut sese potius laeserit qui voluit proximum!

 

En mi opinión no puede quedar impune el que apela contra derecho. Esta norma de justicia te la imponen los principios inmutables de la equidad divina y, si no estoy en un error, la misma legalidad de las apelaciones. De manera que una apelación de recurso ilícito no es válida  ara el que apela, ni su sentencia puede ser adversa para aquel contra quien se apeló. Y es lógico. ¿Con qué derecho se le puede perjudicar a nadie sin razón alguna? Por el contrario, la justicia más elemental exige que salga condenado el que pretendió hacer daño a otro.

 

§ 2    

 

Appellasse inique, iniquum est; inique et impune, iniquarum appellationum fomes. Iniqua autem omnis appellatio,  ad  quam  iustitiae  inopia  non  coegit. Appellare, non ut graves, sed si graveris, licet. Appellandum a sententia.  Ante  sententiam improbe omnino,  nisi ob manifestum gravamen, praesumitur appellatio. Qui igitur non gravatus appellat, liquet quia aut gravare intendit, aut tempus redimere.

 

Apelar injustamente es injusto; recurrir injusta e impunemente equivale a fomentar las apelaciones injustas. Y es injusta toda apelación motivada por una sentencia judicial equivocada o injusta. Es lícito apelar, no para inferir daño a otro, sino para defenderse del que desean hacernos. Se presume que la apelación  interpuesta antes de dictar sentencia es  totalmente injusta; a no ser que se prevea ron evidencia y antelación el desafuero que nos amenaza. Por tanto, el que apela sin haber sido condenado, manifiesta claramente que intenta vejar al otro o demorar el pleito con dilaciones.

 

§ 3    

 

Non est autem suffugium appellatio, sed refugium. Quantos novimus appellasse pulsatos, quo interim  liceret, quod  numquam  licet!  Nonnullis etiam, quoad  vixerunt, licuisse appellationis  suffragio  nefaria scimus, verbi gratia incestum, adulterium. Quale est hoc, turpitudini patrocinari, quod vel maxime formidari a turpius oportebat?

 

Pero la apelación no es un subterfugio, sino una defensa. Sabemos de muchos que apelaron por conseguir un tiempo para permitirse lo que Jamás es lícito. También nos consta que otros muchos consiguieron, mediante la apelación, vivir hasta el final de sus días en gravísimos desórdenes como el adulterio o el incesto. ¿será posible que sirva para amparar las mayores deshonestidades, precisamente lo que debía espantar a quienes las cometen?

 

§ 4    

 

Quousque murmur universae terrae aut dissimulas, aut non advertis? Quousque dormitas? Quousque non evigilat consideratio tua ad  tantam  appellationum  confusionem  atque  abusionem? Praeter ius e fas, praeter morem et ordinem fiunt. Non locus, non modus, non tempus, non causa discernitur aut persona. Praesumuntur leviter passim, plerumque et nequiter. Volentes malignari,  nonne his  potissimum  terreri  solebant?  Nunc terrori ipsi ex his magis fiunt, atque id bonis. Antidotum versum in venenum. Non mutati dexterae Excelsi haec.

 

¿Hasta cuándo puedes fingir  que no oyes o que ignoras el enojo de la tierra entera? ¿Cuándo vas a despertar? Abre los ojos con tu consideración y contempla tanta confusión por el abuso de las apelaciones. Se interponen contra todo derecho y contra toda justicia, fuera de toda moral y todo control. No se tienen en cuenta las circunstancias más simples de lugar y de tiempo, los diversos matices de causas y situaciones personales. A lo más se conjeturan superficialmente, y muchas veces contra justicia. Antes, los que deseaban perpetrar el mal, siquiera temían a las apelaciones. Ahora se valen de ellas para hacerse temer por la gente honrada. El antídoto se ha convertido en veneno. Y este cambio no se debe precisamente a la mano del Altísimo.

 

Capítulo 8

 

§ 1    

 

Appellantur boni a malis, ut non faciant bona,  et supersedent a voce  tonitrui  tui formidantes.  Denique appellantur episcopi, ne illicita audeant matrimonia solvere vel prohibere. Appellantur ne rapinas, ne furta, ne sacrilegia, et quae eiusmodi sunt, punire ullatenus vel cohibere praesumant. Appellantur, ne indignas et infames personas a sacris officiis beneficiisve repellere seu amovere queant. Quod tu inveni: remedium morbo huic, ne quod repertum ad remedium fuit, reperiatur ad  mortem? 

 

Los mezquinos apelan contra los honrados para ponerles trabas a su rectitud, y éstos, por temor a la severidad de tus sentencias, se acobardan y desisten. También se apela contra los obispos para intimidarles en las causas de disolución o de impedimentos matrimoniales o por su ilicitud. Se apela contra ellos para coaccionarlos, y así pasan por alto rapiñas, robos, sacrilegios y delitos análogos. Se apela contra ellos para que a los infames e indignos se les concedan oficios y pretendas eclesiásticas o no se les remueva. ¿No se te ocurre ningún remedio a tanta calamidad? Por lo menos, que no sirvan para causar la muerte de unas instituciones que se crearon para evitarla.

 

§ 2    

 

Zelatus est Dominus domum orationis factam speluncam latronum; tu eius minister dissimulas  miserorum  refugium datum arma  iniquitati? Videas praeripi passim partes oppressorum, et prorumpere ad appellandum non tam gravatos quam gravare volentes. Quid hoc mysterii? Tuum est considerare, non meum commentari istud. Et cur, inquis, male appellati non veniunt, ostensuri suam innocentiam, malitiam convicturi? Dico quod dicere ad haec solent:  Nolumus vexari frustra.  In curia esse, qui proclivius faveant  appellantibus, foveant appellationes. Cessuris Romae, domi cedere satius.

 

El Señor se encendió de ira por el celo de su casa, convertida en cueva de ladrones. Tú, su ministro, ¿serás capaz de tolerar que el asilo de los desgraciados acabe siendo un arma poderosa para que domine  a iniquidad? ¿No ves cómo todos hacen el papel de oprimidos y se dan prisa en apelar, no para defenderse  sino para atropellar a otros? ¿Qué injusticias se ocultan en todo esto? Tú debes meditarlo en tu consideración. Yo no tengo por qué explicártelo. ¿Y por qué -me preguntarás quizá- no acuden a mí los que son víctimas de una apelación injusta, para probar su inocencia y dejar desarmada a la maldad?  Yo te respondería con sus propios comentarios: No queremos luchar inútilmente. Es la misma curia quien favorece más a los que así apelan, e incluso fomentan este estilo de apelaciones. Para perder en Roma es preferible perder sin movernos de casa.

 

Capítulo 9

 

§ 1    

 

Fateor me non omnino decredere his. Quem das mihi in tam crebris appellationibus quae hodie fiunt, qui pro expensis itineris vel nummum  restituerit illi, quem forte appellarit? Mirum vero si ita omnes et appellantes iusti, et appellati rei vestro examine inventi  sint. Diligite, inquit, iustitiam, qui iudicatis terram.

 

Te confieso que yo me inclino a darles la razón. Entre tantas apelaciones que hoy se interponen, ¿podrías citarme un solo caso en  que se restituya un céntimo por los gastos de viaje a quien se le  a llevado injustamente a un juicio de apelación? Sería un milagro que en tus tribunales se haga justicia con todos los apelantes cuando se resuelven en su favor y con todos sus contrarios cuando se les declara reos. Amad la justicia los que regís la tierra.

 

§ 2    

 

Parum est iustitiam tenere, nisi et diligas.  Qui tenent, tenent; qui diligunt, zelantur. Amator iustitiae inquirit iustitiam et prosequitur eam; porro omnem  iniustitiam  persequitur. Nil tibi et illis, qui appellationes venationes putant.  Pudet elogii, quod  apud ethnicos iam vertitur in parabolam: Duos movimus cervos pingues. Ut mitius loquar, plus facetiae quam iustitiae hic.

 

De poco sirve cumplir con la justicia sin amarla. Los que la cumplen se limitan a cumplirla; los que la aman se desviven por ella. El que ama la justicia la busca sin descanso y corre tras ella. Por eso persigue tú toda injusticia. No tengas nada en común con quienes van a las apelaciones como a una cacería. Es bochornoso. Pero podríamos evocar el reclamo pagano, convenido ya en refrán: Hemos soltado dos gruesos ciervos. Hablando llanamente, se trata de una bufonada vacía de todo sentido de Justicia.

 

§ 3

 

DE ABUSIONE APPELLATIONUM

 

EL ABUSO DE LAS APELACIONES

 

Tu,  si  amas  iustitiam,  appellationes non  affectas,  sed sustines. Verumtamen quid emolumenti affert ecclesiis Dei tua unius hominis iustitia, ubi sententia praevalet aliter affectorum? At istud loci illius erit, cum coeperint versari quae circa te sunt.

 

Si tú realmente amas la justicia, no puedes apasionarte por las apelaciones. En todo caso, te limitarás a tolerarlas. Por otra parte, ¿de qué les sirve a las Iglesias de Dios tu entrega personal a la justicia, cuando de  echo prevalece la sentencia de otros que no piensan como tú? Pero de esto ya trataremos cuando abordemos el tema de las circunstancias que te rodean.

 

Capítulo 10

 

§ 1    

 

Nunc vero non te existimes otiose vacare considerationi huic, qua appellationes ad legitimum, si fieri potest, revoces usum. Et si hinc mea quaeratur vel potius curetur sententia, dico appellationes ut non contemnendas, sic nec usurpandas  omnino.  Porro horum  quid insolentius censeam,  aud facile dixerim, nisi quod usurpatio quamdam videtur inducere contemptus necessitatem, ac per hoc forte acrius insectanda, quae amplius nocet. Aut non vere nocentior est, mala in se, in partu peior? Nonne ipsa est quae ipsum ius quoque naturae aut extenuat, aut exterminat? Nam saepe reus etiam pretiosissimis pretii gratiam non modo demit, sed adimit.

 

Con todo, no creas que pierdes el tiempo considerando ya cómo podrías restablecer la legitimidad  de las apelaciones. Si quieres saber mi parecer, o mejor, si se tuviera en cuenta mi pensamiento, te diría que no deben ni menospreciarse ni recomendarse. Es más, me resultaría difícil decirte cuál de las dos cosas considero más nociva. No obstante, es claro que abusar de algo induce necesariamente a despreciarlo. Por esta razón habría que desaconsejar decididamente las apelaciones, más bien nocivas que beneficiosas. ¿o no resulta más perjudicial lo que, siendo de suyo malo, es peor todavía en sus mismas consecuencias? ¿No es su abuso el que degrada y destruye la naturaleza misma de las cosas? De ordinario, basta su abuso para rebajar e incluso anular el valor de las realidades más ricas.

 

§ 2    

 

Quid sacramentis acceptius? Usurpata tamen ab indignis indigneve tractata, minime acceptantur; magis habent damnationem, quia debitam venerationem  non habent. Fateor grande et generale mundo bonum esse appellationes, idque tam necessarium quam solem ipsum mortalibus: revera quidam  sol iustitiae  est, prodens ac  redarguens opera tenebrarum. Prorsus fovendae et manutenendae, sed quas extorsit necessitas, non calliditas adinvenit. Usurpatoriae sunt huiusmodi  omnes, non  subvenientes  in  necessitate, sed opitulantes iniquitati. Quidni veniant in contemptum? Quanti ut talibus quoque deferrent, etiam de proprio cessere ure, ne longo et casso itinere fatigarentur? Plures tamen sua amittere non ferentes, appellationes minus opportunas, et celsa nomina importunius contempserunt.

 

¿Existe algo superior a los sacramentos? Y no sirven para nada cuando se confieren indignamente o se reciben mal. En cuyo caso son motivo de condenación, porque no se les presta la debida veneración. Reconozco que  as apelaciones son un bien universal, tan benéfico para los hombres como el sol: algo así como ese sol de justicia que descubre y reprueba lo que está oculto, porque son las obras de las tinieblas. Deben mantenerse e incluso fomentarse, pero cuando efectivamente son necesarias. No cuando son artimañas de la astucia. En este caso siempre son abusivas: no ayudan al que lo necesita y favorecen al malvado. Por ello han caído en total descrédito. Hasta el extremo de que muchos, en vez de comparecer ante los tribunales, renuncian a sus propios derechos por no embarcarse en un viaje penoso y perdido. Otros, aunque no se resignan a perder sus derechos,  refieren eludir una apelación inútil, despreciando la dignidad  de personas excelsas a quienes se apela más inútilmente aún.

 

Capítulo 11

 

§ 1    

 

Dico aliqui  quod ad rem pertinet, exempli causa. Quidam sibi publice desponsarat uxorem. Adest dies celebris nuptiarum: parata omnia, invitati multi.  Et ecce homo concupiscens  uxorem proximi  sui,  in vocem  appellationis inopinatae prorumpit,  affirmans sibi traditam prius, suam potius esse debere. Stupet sponsus, haerent omnes, sacerdos non audet progredi, frustratur omnis apparatus ille; descendi quisque in domum suam, suam coenam manducaturus; sponsa a mensa et thalamo sponsi suspenditur, quousque Roma reditum est. Parisius contigit hoc, nobili Galliarum civitate, sede regia.

 

Voy a poner algunos ejemplos. Cierta persona se había desposado oficialmente con su prometida. Llega el gran día de sus bodas. Todo estaba preparado y asistían muchos invitados. Bruscamente irrumpió en gritos de apelación uno de los presentes, que deseaba la mujer- del novio, alegando su propio derecho a casarse con ella por haberse prometido anteriormente a él. Pasmado el novio y asombrados todos los asistentes, el sacerdote vacila en seguir adelante, y con toda la fiesta preparada, cada cual se vuelve a su propia casa a comer. Quedó así la novia privada del derecho a la mesa y al lecho de su marido, mientras no se resolviese el asunto en Roma. Esto sucedía en París, noble ciudad y corte real de Francia.

 

§ 2    

 

Rursum, in civitate eadem, quidam, sibi desponsata uxore,  diem constituit nuptiarum. Interim emergit calumnia, dicentibus quibusdam non debere coniungi Ad iudicium Ecclesiae causa delata est; sed, non exspectat; sententia,  appellatum  est sine  causa, sine  gravamine, sol frustratoriae  dilationis  intuitu.  At ille,  sive perdere qua pararat, sive dilectae tamdiu frustrari consortio nolens nihilominus quod proposuerat, contempta sive dissimulata appellatione, peregit.

 

En la misma ciudad, otro desposado ya con su novia, fijó la fecha de boda. Inventan una calumnia, afirman que no pueden casarse y llevan la causa a los tribunales eclesiásticos. Sin esperar a que se dictase sentencia, sin causa ni razón, apelan a Roma con la única intención de dar largas y demorar las nupcias. Pero el interesado no se resignó a que sus gastos fueran baldíos ni a vivir más tiempo sin la compañía de su mujer tan amada y, despreciando o fingiendo ignorar la apelación, consumó todos sus propósitos.

 

§ 3    

 

Quid illud quo in Antisiodorensi ecclesia  nuper  a  quodam  adolescente praesumptum est Nempe defuncto sancto episcopo, volentibus clericis alium ut moris est, eligere sibi, intervenit ille, appellans et vetans fieret quousque isset et redisset ab Urbe, cui tamen appellationi nec ipse detulit. Nam cum videret se contemni, tamquam qui irrationabiliter appellasset, accitis quos potuit sibi, tertia die post factam ab aliis electionem, fecit suam.

 

¿Y lo que sucedió con un joven de Auxerre? Muerto su santo obispo, los clérigos se dispusieron, según costumbre, a la elección del sucesor. Pero intervino un joven, que apeló oponiéndose a que la realizaran mientras él no fuese a Roma y regresara. Ni siquiera cursó la apelación. Y al ver que todos se mofaban de él por su absurda apelación, se confabuló con otros, y tres días después de haber hecho los clérigos la elección, procedió a su propia designación.

 

Capítulo 12

 

§ 1    

 

Cum itaque ex his et innumeris talibus liqueat, non ex contemptu  gigni  usurpationem,  sed  ex  usurpatione contemptum, videris tu quid sibi velit,  quod zelus vester assidue paene vindicat illum, istam dissimulat. Vis perfectius coercere contemptum?

 

Se deduce de estos casos y otros muchísimos parecidos que no se abusa de las apelaciones porque son menospreciadas. Al revés. Son despreciadas porque se abusa de ellas. Tú verás, por tanto, qué sentido puede tener que tu celo casi siempre castigue su desprecio y tolere su abuso. ¿Deseas de verdad que tu castigo sea eficaz?

 

§ 2    

 

Cura in ipso utero pessimae matris praefocari germen nequam, quod ea fiet, si usurpatio digna animadversione multetur. Tolle usurpationem, et contemptus excusationem non habet. Porro inexcusabilitas ausum explodet. Non sit proinde usurpator, et contemptor nullus erit, aut admodum rarus. Bene facis tu, quod, appellationum negato suffragio, immo suffugio, multa remittis negotia ad cognoscentes, vel qui noscere citius possunt. Ubi enim certior ac facilior notio, ibi decisio tutior expeditiorque esse potest. Quam plenum gratiae, quod multorum perinde et laboribus parcis et sumptibus! At quibus sic credas, id tibi omnimodis attendendum.

 

Ahoga ese germen funesto en el seno mismo de una madre tan corrompida. Lo conseguirás si sancionas el abuso de las apelaciones con la severidad  que se merece. Arráncalo, y así no tendrá excusa quien las menosprecie. Es más: esa inexcusabilidad desaprobará la audacia de no comparecer. Si desaparecen los abusos, se elimina el menosprecio, o será muy raro. Obras rectamente cuando rechazas el recurso, o mejor, el subterfugio de las apelaciones y remites muchas causas a los peritos o a quienes están más capacitados para sentenciar. Siempre que la averiguación de los hechos se clarifique más exactamente, la decisión será más segura y más libre. Prestas así un gran servicio, ahorrando con ello mucho trabajo y muchos gastos. Pero lo que te exige suma atención es indagar a quiénes debes concederles tu credibilidad.

 

§ 3

 

QUANTUM AVARITIAM CALCAVERIT

 

CUANTO DAÑA LA AVARICIA

 

Poteram multa de eodem utiliter addere his; sed memor propositi mei, contentus interim occasionem dedisse, ad alia transeo.

 

Sobre todo esto podía decirte muchas cosas más. Pero fiel a mi planteamiento, y satisfecho por haberte proporcionado materia para tu consideración, voy a pasar a otro punto.

 

Capítulo 13

 

§ 1

 

Et primum quod occurrit, minime transeundum reor. Praees, et singulariter. Ad quid? Eget, tibi dico, consideratione. Numquid ut de subditis crescas? Nequaquam, sed ut ipsi de te. Principem te constituerunt, sed sibi, non tibi. Alioquin quo pacto te reputas superiorem his, a quibus beneficium mendicas? Audi Dominum:  Qui potestatem habent super eos benefici vocantur.

 

Creo que no se puede tornar a la ligera el primer tema que se nos presentó. Ejerces una primacía única. ¿para qué? Te insisto en que esto es lo que más debes considerar. ¿eres el primado para prosperar tú a costa de tus súbditos? De ninguna manera, sino ellos a costa tuya. Te nombraron príncipe  ara su servicio, no para el tuyo. De lo contrario, ¿cómo podrías considerarte superior a aquellos de quienes mendigas tu propio bienestar? Escucha al Señor: los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores.

 

§ 2

 

At istud de his qui foris sunt. Quid ad nos? Tu id mendaciter diceris, si non tam beneficus esse quam beneficis praeesse intendas. Parvi eiectique animi  est de subditis non profectum  quaerere subditorum, sed quaestum proprium. In summo praesertim omnium, nihil turpius. Quam pulchre Magister gentium parentes filiis, non filios debere censuit thesaurizare parentibus! Non mediocris gloriae vox illa identidem ipsius: Non requiro datum, sed fructum.

 

Estas palabras se refieren al poder mundano y temporal. ¿Rezan con nosotros? Serías un insincero si lo negases. Pues más que hacerles el bien, pretenderías dominar sobre aquel a quien se lo haces. Y es de corazones ruines y mezquinos buscar en los súbditos no su promoción, sino los intereses propios. Nada más bochornoso, especialmente para quien es el mayor de todos. Lo dijo bellamente el Doctor de los gentiles cuando afirmaba que son los padres quienes tienen que ganar para los hijos y no los hijos para los padres. No menos honrosa es aquella otra frase suya: no busco vuestros dones, sino vuestros intereses.

 

§ 3

 

At iam transeamus et hinc, ne  quis  moram in his meam, avaritiae in te notam interpretetur, quae quam longe a te sit, in libro secundo testatus sum,  sciens  quanta et in quanta tua necessitate respueris.  Ad  te  proinde  scripserim ista,  non propter te. Nempe quod tibi scribitur, soli prodesse non decet. Hic locus avaritiam carpit, a quo vitio immunis satis tua opinio est; an et opus, tu videris. Vidimus tamen, -ut oblata a pauperibus taceam, quae tangere non acquiescis, Germanicos detumuisse  saccos,  sed  pretio,  non  massa. Argentum  reputatum est fenum: summarii, non levati sarcinis, onusti nihilominus repatriant vel inviti. Nova res!

 

Pero pasemos adelante, no sea que, si me detengo más en esto, termines pensando que te considero un avaricioso. Ya dejé claro en el libro II que estás totalmente exento de este vicio. Sé cuántas cosas has rechazado, pasando tú necesidad. Pero no olvides que estoy escribiéndote a ti, mas no para ti. Pues lo que te digo a ti, no va dirigido sólo a tu propio bien. He censurado aquí la avaricia, vicio del que tu fama se ve muy libre. Pero tú verás si también están libres tus obras. Por no referirme a las ofrendas para los pobres, que ni las tocas, hemos podido comprobar cómo descendían las arcas de Alemania, pero no de volumen, sino de valor. Porque consideraste su plata como si fuese heno. Obligaste, y con gran resistencia, a que regresaran a su patria con sus acémilas aquellos hombres sin que siquiera llegasen a desatar las sacas. Algo inaudito.

 

§ 4

 

Quando hactenus aurum  Roma  refudit?  Et  nunc  Romanorum  consilio id inchoatum non credimus. Duo venerunt, ambo locupletes, et amo rei. Siquidem unus Maguntinus, Coloniensis alter: alteri gratia gratis reddita est;  alter, indignus, credo, cui gratia, redderetur,  audivit: Cum quali veste intrasti, cum tali egredieris. O vocem magnificam, vocem prorsus apostolicae libertatis! Quid minus ab illa haec habuit: Pecunia tua tecum sit in perditionem? Nisi quod in illa plus zeli, in ista plus modestiae sonuit.

 

¿Cuándo se había rehusado en Roma el oro? No puedo creer que esto sucediese con el asentimiento de los romanos. Llegaron dos personajes, los dos ricos y reos de una acusación. Uno de ellos era de Maguncia y el otro de Colonia. Al primero se le absolvió absolutamente gratis. Al segundo, indigno del perdón, según creo, le dijeron: Puedes marcharte con toda la riqueza que trajiste. Admirable reacción, muy propia de tu libertad apostólica. Claramente paralela de otra que conocemos: Púdrete tú con tus cuartos. Sólo hay una ligera diferencia entre ambas: en ésta, el celo es más violento, y en la otra, más moderado.

 

§ 5

 

Quid ille de transmarinis partibus paene a finibus terrae, terra et mari currens pro episcopatu, suis et alienis facultatibus rursus emendo? Iam enim emerat prius. Tulit multa, sed retulit, non omnia tamen. Incidit miser in manus alias, accipere quam dare potentiores. Bene fecisti, tuas in  utroque  servans  innoxias, nec imponere scilicet ambitioso,  nec  supponere  iniquo  mammonae acquiescens.

 

También se hizo famoso el caso de aquel otro señor que, procedente de islas remotas, atravesó mares y tierras para volver a comprar un obispado con su dinero y el ajeno. Por el mismo procedimiento, había conseguido otro anteriormente. Mucho llevó consigo, pero tuvo que regresar con ello. Bueno; algo le quitaron. Porque el desgraciado cayó en otras manos, más abiertas para recibir que para dar. Obraste rectamente conservando limpias las tuyas, por no consentir en imponerlas sobre un ambicioso y por no abrirlas al oro de la iniquidad.

 

§ 6

 

Non sic a paupere episcopo continuisti, dans quod daret, ne immunificus notaretur: accepit clam, quod palam edit. Sic de tuo sacculo consultum est verecundiae viri, sic quoque curiae  morem gerens,  tuo beneficio invidiam declinavit  eorum qui diligunt munera. Non potes abscondere.  et factum  novimus,  et personam.  Audire gravat? Et ego eo libentius praedico, quo tu id molestius audis, si tibi sic expedit, et mihi sic. Tam non oportet Christi gloriam me silere,  quam  nec  te quaerere  tuam.  Et si pergis murmurare adhuc, responde itur tibi ex Evangelio: Quanto eis praecipiebat, tanto magis plus praedicabant, dicentes: Bene omnia fecit.

 

En cambio, no cerraste tus manos a un obispo pobre, dándole de lo tuyo para que él, a su vez, pudiera darlo y no quedara como un tacaño. El recibió a escondidas lo que después regalaría con gran publicidad. Con tu bolsa le sacabas de un apuro, permitiéndole que pudiese corresponder con las costumbres establecidas en la curia romana. Y a la vez tu generosidad evitaba la avaricia de los que buscan gratificaciones. No puedes negarlo, porque conozco el caso y su protagonista. ¿Te molesta que lo dé a conocer? Pues cuanto más te mortifique su divulgación, lo ha o más gustosamente. Así yo cumplo con mi deber y tú con el tuyo: Yo no debo silenciar la gloria de Cristo y tú no puedes buscar tu propio prestigio. Y si todavía sigues  lamentándote, podría recordarte lo del  Evangelio: Cuanto más se lo prohibía, más lo pregonaban ellos, diciendo: ¡qué bien lo hace todo!

 

Capítulo 14

 

DE PRAELATIS QUI, IMPATIENTES SUBIECTIONIS, AMBIUNT AD EMANCIPATIONEM

 

LOS OBISPOS REBELDES A LA SUMISIÓN DESEAN EMANCIPARSE

 

§ 1

 

Audi  aliud, si tamen aliud.  Ad idem enim fortassis pertinere quis dicat. Tua consideratio viderit hoc. Mihi videtur non longe a vero dissentire, qui id forte inter avaritiae species locandum putaverit. Ego vero illius aut speciem esse, aut speciem habere non negaverim. Sane interest tuae perfectionis, et malas res, et malas pariter species devitare. In altero conscientiae, in altero famae consulis. Puta tibi non licere, etsi alias fortasse liceat, quidquid male fuerit coloratum. Denique interroga maiores tuos, et dicent tibi: Ab omni specie mala abstinete vos. Sane minister Domini Dominum imitetur, quia ipse ait: Qui mihi ministrat, me sequatur. Et habes de illo: Dominus regnavit,  decorem  induit; induit Dominus fortitudinem.  Tu quoque esto fortis in fide, decorus in gloria, et probasti te imitatorem Dei. Fortitudo tua, fiducia fidelis conscientiae; decor tuus, splendor bonae opinionis. Ita, quaeso, induere fortitudinem; etenim gaudium Domini fortitudo tua. 

 

Escucha otra cosa, si realmente puede  considerarse distinta de la anterior. Tal vez alguien prefiera pensar que no difieren entre sí. Que lo decida tu consideración. A mi entender, no anda muy equivocado el que sitúa la rebeldía entre las diversas especies de avaricia. No seré yo quien niegue que es una clase de codicia. Al menos tiene todas las apariencias de serlo. Y no olvides que tu perfección exige no sólo evitar el mal, sino todo lo que pueda parecerlo. Lo primero, por tu conciencia. Lo segundo, por tu buena fama. Aunque a otros se les permita, recuerda que tú no puedes realizar nada que resulte sospechoso. Pregúntaselo a tus antepasados y te lo dirán: Manteneos lejos de toda clase de mal. Imite el siervo a su señor, como él dice: El  que quiera servirme, que me siga. Por otra parte, afirma el salmo: El Señor reina, vestido de majestad; el Señor, vestido y ceñido de poder. Sé tú también firme en la fe, cíñete de gloria y mostrarás que eres fiel imitador de Dios. Tu fortaleza ha de ser la confianza en la fidelidad de tu conciencia; tu gloria, el brillo de tu fama.

 

§ 2

 

Porro specie tua et pulchritudine tua  nihilominus tamquam propria similitudine delectatur. Induere vestimentis gloriae tuae vestire duplicibus, quibus domesticos suos fortis illa mulier induere consuevit. Non sit in conscientia nutans infirmitas modicae fidei, non sit in fama naevus malae speciei, et vestiris duplicibus, et gaudebit sponsus super sponsam animam tuam, et gaudebit super te Deus tuus. Miraris quorsum haec, ignarus usque adhuc  quid dicere velim.

 

Te repito que te revistas de fuerza  ara complacer a tu Señor. El goza con tu hermosura y tu belleza como en su propia imagen. Vístete con las vestiduras de tu gloria, semejantes a os trajes forrados que llevaban los criados de aquella mujer hacendosa. Elimina de tu conciencia la debilidad vacilante de una fe mediocre. Que no aparezca en tu fama la más leve moda de imperfección. Ponte los vestidos forrados, y así, la alegría que nuestra el marido con su esposa, tú alma, la encontrará tu Dios contigo. Quizá te extrañe todo lo que voy diciéndote, pues no sabes lo que busco con ello. Y no quiero tenene en vilo.

 

§ 3

 

Non  te tollo  diutius:  murmur loquor et querimoniam  ecclesiarum. Truncari  se  clamitant ac demembrari. Vel nullae, vel paucae admodum sunt, quae plagam istam  aut non doleant,  aut non timeant.  Quaeris quam?  Subtrahuntur  abbates  episcopis,  episcopi archiepiscopis,  archiepiscopi patriarchis  sive primatibus. Bonane species haec? Mirum si excusari queat vel opus. Sic factitando probatis vos habere plenitudinem potestatis, sed iustitiae forte non ita. Facitis hoc, quia potestis; sed utrum et debeatis, quaestio est. Honorum ac dignitatum gradus et ordines quibusque suos servare positi estis, non invidere, ut quidam vestrorum ait: Cui honorem, honorem.

 

Me refiero al descontento y a las disensiones de las Iglesias. Braman al verse truncadas y desmembradas. No hay ninguna o son poquísimas las que no sientan o no teman esta herida. ¿Quieres saber cuál? Mira. Los abades eluden la jurisdicción de los obispos; éstos, la de los arzobispos, y los arzobispos, la de los patriarcas o primados. ¿Qué te parece el espectáculo? Me chocaría mucho que fueras capaz de encontrar excusas a esta situación. Tampoco entendería que sea necesario hallarlas. Si fuera así, me demostrarías que estás encumbrado en el poder, pero no en la justicia. Lo harías porque puedes hacerlo. Pero la cuestión es saber si debes hacerlo. Has sido elevado a ese lugar que ocupas no para remover, sino para mantener a cada uno en su puesto y rango de honor que le corresponde, como dice el Apóstol: Honra a quien le corresponde el honor.

 

Capítulo 15

 

§ 1

 

Spiritualis homo ille qui omnia diiudicat, ut ipse a nemine  iudicetur,  omne opus  suum  trina  quadam consideratione praeveniet. Primum quidem an liceat, deinde an deceat, postremo an et expediat. Nam etsi constet in christiana utique philosophia non decere nisi quod licet, non expedire nisi quod decet et licet, non continuo tamen omne quod licet, decere aut expedire consequens erit. Age, aptemus, si possumus, tria ipsa operi huic.

 

El hombre de espíritu, el  que puede enjuiciarlo todo, mientras a él nadie puede enjuiciale, antes de poner en obra cualquier cosa tiene presentes estas tres consideraciones: ¿es lícito, es conveniente, es útil? Pues aunque en pura filosofía cristiana no es conveniente una cosa sino cuando es lícita, y no es útil sino cuando es conveniente y lícita, no siempre será consecuente hacer todo lo que es lícito, útil y conveniente. Vamos a ver si podemos aplicar estas tres condiciones al caso concreto del que tratamos.

 

§ 2

 

At quomodo non indecens tibi voluntate pro lege uti, et, quia non est ad quem appelleris, potestatem exercere, negligere rationem? Tune maior Domino tuo, qui ait: Non veni facere voluntatem meam? Quamquam non minus deiecti quam elati animi est, veluti rationis expertem, non pro ratione, sed pro libitu agere, nec  iudicio  agi,  sed appetitu.  Quid tam  bestiale?  Et si indignum cuivis utenti ratione vivere ut pecus, quis in te, rectore  omnium,  tantam contumeliam naturae,  honoris iniuriam  ferat?  Sic degenerando,  quod  absit,  generale opprobrium fecisti proprium tibi: Homo, cum in honore esset, non intellexit; comparatur est iumentis insipientibus et similis factus est illis.

 

¿Cómo es posible que conviertas en norma a tu propia voluntad? Y puesto que no tienes a quién recurrir, ¿vas a tomar como único consejero a tu propio poder? ¿serás mayor que tu Señor cuando dijo: No he venido a hacer mi voluntad? Es propio de un espíritu, no ya vil, sino soberbio, comportarse contra el dictado de la razón como un irracional, siguiendo el propio capricho, impulsado por el instinto y no por el discernimiento. ¿Hay algo más brutal? Es indigno de todo ser dotado de razón vivir como una bestia. ¿Quién podrá concebir en ti, puesto sobre todos para regir el mundo entero, semejante degradación de tu naturaleza y un insulto tan afrentoso a tu dignidad? Si llegases hasta ese envilecimiento -lo que Dios no permita- podrías apropiarte como dirigida a ti aquella increpación general: El hombre no entendió el honor al que fue elevado, se rebajó al nivel de los jumentos que nada saben y se hizo semejante a ellos.

 

§ 3

 

Quid item tam indignum tibi, quam ut, totum tenens, non sis contentus toto, nisi minutias quasdam atque exiguas portiones ipsius tibi creditae universitatis, tamquam non sint tuae, satagas, nescio quo modo, adhuc facere tuas? Ubi etiam meminisse te volo parabolae Nathan de homine qui, centum oves habens, unam, quae erat pauperis, concupivit Huc quoque veniat factum, immo facinus regis Achab, qui rerum summam tenebat, et unam vineam affectavit. Avertat Deus a te quod ille audivit: Occidisti, et possedisti.

 

Tú lo posees todo. Pero sería vergonzoso que todavía vivieras insatisfecho y te rebajaras a regañar hasta lo más insignificante, como si no te peteneciese. Me gustaría que recordases ahora la parábola de Natán sobre aquel hombre que, poseyendo cien ovejas, codició la única que tenía un pobre. También sería oportuno traer a colación la conducta, o, mejor, el crimen, del rey Ajab, que lo tenía todo y se encaprichó de una viña ajena. Que Dios te libre de escuchar lo que él oyó: Has asesinado y encima robas.

 

Capítulo 16

 

§ 1

 

Nolo autem praetendas mihi fructum emancipationis ipsius: nullus est enim, nisi quod inde episcopi insolentiores, monachi  etiam  dissolutiores fiunt.  Quid  quod etiam pauperiores? Inspice diligentius talium ubique libertorum et facultates, et vitas, si non pudenda admodum et tenuitas in his, et in illis saecularitas invenitur. Matris noxiae libertatis gemina soboles haec. Quidni peccet licentius vagum et male liberum vulgus, cum non si qui arguat? Qui ni licentius quoque spolietur ac depraedetur inermis religio, cum non si qui defendat? Quo enim refugium illis? Numquid ad episcopos dolentes iniuriam? Ridentibus profecto aspiciunt oculis, sive quae faciunt mala, sive quae patiuntur.

 

No alegues ahora los bienes que se derivan de la exención, porque con eso no se consigue nada. Unicamente que los obispos se vuelvan más insolentes y los monjes más relaJados. Y si me apuras, más necesitados. Si no, examina atentamente los bienes que poseen y su estilo de vida. Seguro que en unos encontrarás la miseria más vergonzante y el aseglaramiento en otros. Este par de hijos nacieron de la misma madre: el abuso de la libertad. ¿Cómo no va a pecar más licenciosamente un pueblo suelto y mal gobernado, si no tiene quién le reprenda? ¿Cómo no van a ser saqueados y robados impunemente los monasterios si se ven sin un defensor? ¿a quién pueden acudir? ¿a los obispos dolidos aún del desprecio que les infirieron con la exención? Es justo que contemplen con desprecio los desórdenes en que han caído y los males que padecen.

 

§ 2

 

Quae demum utilitas in sanguine isto?  Vereor ne illa, quam in Propheta comminatus est Deus: Ille, inquiens, in iniquitate sua morietur; sanguinem autem eius de manu tua requiram. Si enim et extollitur qui  subtrahitur,  et  cui subtrahitur uritur,  qui subtrahit, quomodo innocens? Parum est: involvimus ignem; audi apertius.

 

¿Qué ganamos con tanta sangre? Tememos aquella amenaza de Dios contra el profeta: El malvado morirá en su culpa y a ti te pediré cuenta   su sangre. Si por causa de la exención se hincha de orgullo el que la recibe y se consume en ira el que pierde sus derechos, no puede considerarse inocente el que la concede. Mas no para aquí la cosa, porque el fuego ha quedado encubierto por las cenizas. Y me explico.

 

§ 3

 

Si is qui murmurat, secundum animam mortuus est, qui instigat, quomodo vivi? Quomodo vero non reus mortis amborum, et suae pariter, qui gladium dedit, unde ambo morerentur? Hoc est quod dixeram: Occidisti, et possedisti. Adde quod qui audiunt scandalizantur, indignantur, detrahunt et blasphemant, hoc est vulnerantur ad mortem. Non bona est arbor faciens fructus tales, insolentias, dissolutiones, dilapidationes, simultates, scandala, odia, quodque magis dolendum,  inter  ecclesias  inimicitias  graves  perpetesque discordias. Vides quam verus sit sermo ille: Omnia mihi licent, sed non omnia expediunt. Quid si forte nec licet? Ignosce mihi: non facile adducor licitum consentire quod tot illicita parturit.

 

Si el que murmura muere en su espíritu, ¿podrá vivir el que le instiga? Y el que proporciona la espada para que mueran los dos, ¿no será reo de la muerte de ambos? Eso es lo que hace poco escuchábamos: Has asesinado y encima robas. Por si fuera poco, los que escuchan la murmuración se escandalizan se indignan, insultan, blasfeman. En una palabra: quedan heridos de muerte. No es un buen árbol el que da frutos de arrogancia, relajación, fraude, dilapidación, fingimiento, escándalo, odio lo que es más doloroso aún, las profundas rivalidades y continuas discordias entre las Iglesias. Ya ves qué gran verdad encierra aquella sentencia: Todo me está permitido, pero yo no mne dejo dominar por nada. ¿Y cuando ni siquiera está permitido? Perdóname, pero no puedo hacerme a la idea de que te esté permitido consentir en algo que engendra tantos males.

 

Capítulo 17

 

§ 1

 

Tune  denique  tibi licitum censeas, suis  ecclesias mutilare membris, confundere ordinem, perturbare terminos, quos posuerunt patres tui?  Si iustitiae est ius cuique servare suum, auferre cuiquam sua iusto quomodo poterit convenire? Erras si, ut summam, ita et solam institutam a Deo vestram apostolicam potestatem existimas. Si hoc sentis, dissentis ab eo qui ait: Non est potestas nisi a Deo. Proinde quod sequitur: Qui potestati resistit,  Dei ordinationi resistit, etsi principaliter pro te facit, non tamen singulariter. Denique idem ait: Omnis anima potestatibus sublimioribus sub ita sit. Non ait: sublimiori, tamquam in uno, sed sublimioribus, tamquam in multis.

 

Finalmente, ¿piensas que te es lícito amputar a las Iglesias sus miembros, cambiar el orden establecido y variar caprichosamente los límites señalados por tus antecesores? Si la Justicia consiste en dar a cada uno lo suyo, quitárselo siempre será una injusticia. Te equivocas si crees que por ser tu potestad apostólica la suprema autoridad, es también la única establecida por Dios. Disentirías de aquel que dijo: No existe autoridad sin que lo disponga Dios. Por eso añadió: El insumiso a la autoridad se opone a la disposición de Dios. El se refiere principalmente a tu autoridad, pero no exclusivamente. Por ello prosigue diciendo: Sométase todo individuo a las autoridades superiores. No dice superior. Y refiriéndose a una sola persona, sino superiores, porque se trata de muchos.

 

§ 2

 

Non tua ergo sola potestas a Domino; sunt et mediocres, sunt et inferiores. Et quomodo quos Deus coniunxit non sunt separandi sic nec quos subiunxit comparandi. Monstrum facis si, manui submovens, digitum facis pendere de capite, superiorem manui, brachio collateralem. Tale est si in Christi corpore membra aliter locas quam disposuit ipse. Nisi tu putas alium esse, qui posuit in Ecclesia quosdam quidem apostolos, quosdam  autem  prophetas, alios vero evangelistas, alios doctores et pastores, ad consummationem sanctorum, in opus ministerii, in aedificationem corporis Christi.

 

Así que no sólo tu poder viene del Señor, sino también el de las autoridades intermedias e inferiores. Y como no se debe separar lo que Dios unió, tampoco se debe equiparar lo que mutuamente subordinó entre sí. Engendrarías un monstruo si, arrancando un dedo de una mano, lo cuelgas de la cabeza; lo harías superior a su mano e igual a su brazo. Lo mismo sucedería si en el Cuerpo de Cristo distribuyeses sus miembros modificando la disposición que él estableció. A no ser que tú prescindas de que fue Cristo quien puso en la Iglesia a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como maestros y pastores, con el fin de equipar a los consagrados para los diversos ministerios y construir el Cuerpo de Cristo.

 

§ 3

 

Atque hoc corpus, quod tibi ipse Paulus suo vere apostolico figurans eloquio, et capiti, convenientissime aptans, totum ex eo compactum perhibe, et connexum per omnem iuncturam subministrationis, secundum operationem in mensuram uniuscuiusque membri, augmentum corporis faciens in aedificatinem sui in caritate. Nec vilem reputes formam hanc, quia in terris est: exemplar habet e caelo. Neque enim Filius potest facere quidquam, nisi quae videri Patrem facientem; praesertim cum ei sub Moysi nomine dictum sit: Vide omnia facias secundum exemplar, quod tibi in monte monstratum est.

 

Este Cuerpo es el que San Pablo te describe, con su lenguaje verdaderamente apostólico, en perfecta armonía con su cabeza, Cristo. De él viene que el Cuerpo entero, compacto y trabado por todas las junturas que lo alimentan, con la actividad peculiar de cada una de las partes, vaya creciendo como cuerpo, construyéndose él mismo por el amor. Líbrate bien de menospreciar esta ordenación, so pretexto de que sólo se organizó para este mundo, que su modelo ejemplar está en el cielo. Ni siquiera el Hijo puede  hacer nada de por sí; primero tiene que vérselo hacer a Padre. A él van dirigidas especialmente estas palabras  que escuchó Moisés: Ten cuidado de hacerlo todo conforme a  modelo que se te ha mostrado en el monte.

 

Capítulo 18

 

§ 1

 

Viderat hoc qui dicebat:  Vidi civitatem sanctam, Ierusalem novam, descendentem de caelo, a Deo paratam. Ego enim propter similitudinem dictum reor, quod sicut illic Seraphim et Cherubim, ac ceteri quique usque ad angelos et archangelos, ordinantur sub uno capite Deo, ita hic quoque sub  uno  summo  Pontifice  primates  vel  patriarchae, archiepiscopi, episcopi, presbyteri vel abbates, et reliqui in hunc modum. Non est parvi pendendum quod et Deum habet auctorem, et de caelo ducit originem. Quod si dicat episcopus: Nolo esse sub archiepiscopo, aut abbas: Nolo oboedire episcopo, hoc de caelo non est. Nisi tu forte angelorum quempiam dicentem audisti: Nolo sub archangelis esse, aut ex alio quolibet inferiorum ordinum aliquem non ferentem subesse cuiquam,  nisi Deo.

 

Esta misma frase la tuvo en cuenta el que escribía: Vi bajar del cielo, de junto a Dios, a la ciudad santa, la nueva Jerusalén, ataviada como una novia. Yo creo que lo dijo pensando en la semejanza entre las dos ciudades. Así como los serafines y querubines y los demás órdenes celestiales, hasta los arcángeles y los ángeles, están subordinados a un solo Señor que es Dios, también en la tierra primados y patriarcas, arzobispos y obispos, abades y presbíteros y todos los demás están bajo un único sumo pontífice. No debemos subestimar un orden dispuesto por Dios mismo y que tiene su origen en el cielo. Si un obispo dijera: No quiero estar bajo el arzobispo, o un abad: No quiero obedecer al obispo, tenga por seguro que sus sentimientos no vienen del cielo. A menos que ten as noticias de algún ángel insumiso a los arcángeles o de cualquier otro espíritu celestial, que sólo se somete a Dios.

 

§ 2

 

Quid?  inquis.  Prohibes dispensare? Non, sed dissipare. Non sum tam rudis, ut ignorem positos vos dispensatores, sed in aedificationem non in destructionem. Denique quaeritur inter dispensatores, ut fidelis quis inveniatur. Ubi necessitas urget, excusabilis dispensatio est; ubi utilitas provocat, dispensatio laudabilis est. Utilitas, dico, communis, non propria. Nam cum nil horum est, non plane fidelis dispensatio, sed crudelis dissipatio est. Nonnulla  tamen monasteria,  sita  in  diversis episcopatibus, quod  specialius  pertinuerint  ab  ipsa  sui fundatione ad Se em Apostolicam pro voluntate fundatorum, quis nesciat? Sed aliud est quod largitur devotio, aliud quod molitur ambitio impatiens subiectionis. Et haec dicta de his.

 

Entonces -me dirás-, ¿me prohíbes conceder dispensas? No. Te prohíbo que lo hagas destruyendo el orden. No puedo ignorar que tienes poder para establecer dispensas, pero que sirvan para edificar, no para destruir. Lo que al fin y al cabo se pide a los encargados es que sean de fiar. Cuando lo exige una necesidad, está justificada la dispensa. Si lo requiere la utilidad es hasta encomiable. Me refiero a la utilidad común; no a la propia. Si no concurren estas circunstancias, no se puede hablar de dispensas legítimas, sino de una cruel destrucción. Todos sabemos que algunos monasterios enclavados en diversas diócesis, por voluntad de sus fundadores, pertenecen desde sus orígenes de manera especial a la Santa Sede. Pero una cosa es lo que se funda por devoción y otra muy distinta lo que maquinan los ambiciosos por no soportar la sumisión. Y con esto concluimos el tema.

 

Capítulo 19

 

UT CONSIDERET QUOMODO IN UNIVERSALI ECCLESIA CUSTODIUNTUR APOSTOLICA IPSIUS INSTITUTA

 

QUE CONSIDERE SI SE OBSERVAN EN LA IGLESIA UNIVERSAL SUS PROPIAS CONSTITUCIONES APOSTOLICAS

 

§ 1

 

Superest ut generaliter super universum Ecclesiae statum vigilet consideratio tua: si plebes clericis, si clerici sacerdotibus, si sacerdotes Deo in ea, qua oportet, humilitate subiecti sint; si in monasteriis et religiosis locis servetur ordo, vigilet disciplina; si super prava opera et dogmata censura ecclesiastica vigeat;  si  floreant vineae honestate et sanctimonia  sacerdotum;  si  flores  fructus  parturiant oboedientiam fidelium populorum; si demum vestra ipsorum apostolica mandata et instituta ea qua dignum est sollicitudine observentur,  ne quid  in  agro  Domini   tui  aut  neglectu incultum, aut fraude subreptum inveniatur. Posse inveniri ne dubites. 

 

Réstanos ahora que tu consideración detenga su mirada en el estado general de la Iglesia universal. Para ver si los pueblos viven sumisos con la humildad necesaria a los clérigos, éstos a los sacerdotes y los sacerdotes a Dios; si en los monasterios y demás lugares religiosos reina el orden y se guarda celosamente la observancia; si se mantienen en todo su vigor las censuras eclesiásticas en materia de fe y costumbres; si florece la viña del Señor por la honestidad y la santidad de sus sacerdotes; si esas flores dan sus frutos por la obediencia del pueblo fiel; si se cumplen tus leyes y constituciones apostólicas con la solicitud que se merecen, no sea que aparezca en el campo del Señor la incuria o el hurto como consecuencias de tu descuido.

 

§ 2

 

Mihi in promptu est  -ut multa et innumera praetermittam, quae passim neglecta iacent-, nonnulla etiam, ex his quae plantavit dextera tua, convulsa monstrare. Nonne os tuum in Remensi concilio  subiecta capitula promulgavit? Quis ea tenet? Quis tenui? Falleris, si teneri putas. Si non putas, ipse peccasti, aut statuens quae non tenderentur, aut quod non tenentur dissimulans.

 

Por de pronto, sin hablar de muchísimas disposiciones que hace tiempo yacen en el olvido, puedo demostrarte que tampoco se cumplen algunas otras  que tú promulgaste. Fuiste tú en persona quien decretaste en concilio de Reims los cánones que ahora mencionaré. ¿Y quién los ha cumplido? Estás equivocado si crees que se tienen en cuenta. Y si crees que no se cumplen, pecas. Porque decretaste lo que no se iba a poner en práctica o porque haces la vista gorda.

 

§ 3

 

Praecipimus, aisti, ut tam episcopi quam clerici, neque in superfluitate, seu inhonesta varietate colorum, aut fissura vestium,  neque in  tonsura, intuentium, quorum forma et exemplum esse debent, offendant aspectum, sed potius ita in suis actibus errata condemnent  et  amorem  innocentiae  conversatione demonstrent, sicut dignitas exigit clericorum ordinis. Quod si moniti ab episcopis suis infra quadraginta dies non obtemperaverint,  ecclesiasticis  beneficiis  eorumdem pontificum auctoritate priventur. Episcopi vero, si praefixam poenam irrogare neglexerint, quia inferiorum culpae ad nullos magis  referendae  sunt quam  ad  desides negligentesque rectores, tamdiu ab officio pontificali  abstineant, donec poenam a nobis constitutam clericis sibi subiectis imponant.

 

Mandamos -decías- que tanto los obispos como los clérigos eviten escandalizar con tu porte exterior, por el lujo en el vestir telas de colores llamativos y peregrinas hechuras o por sus peinados, cuando deberían ser modelo y ejemplo de todos los que les vean. Disponemos asimismo que condenen la inmoralidad con su propia conducta y demuestren con su vida entera el amor a la inocencia, tal como lo exige la dignidad del orden clerical. Si, amonestados por sus propios obispos, no les obedeciesen en el plazo de cuarenta días, sean privados de sus beneficios eclesiásticos por la autoridad directa de sus propios obispos. Si éstos fuesen remisos en imponer dichas penas, se abstendrán de su oficio de obispo hasta que castiguen a los clérigos de su jurisdicción con las sanciones impuestas por Nos; porque a nadie se le puede imputar con mayor razón la culpa de los súbditos como a sus superiores descuidados o negligentes.

 

§ 4

 

Illud   etiam  duximus  annectendum,  ut  nullus  in archidiaconum vel decanum,  nisi diaconus  et presbyter, ordinetur. Archidiaconi vero, decani et praepositi, qui infra ordines  praenominatos  sunt,  si  inoboedientes  ordinari contempserint, honore suscepto priventur. Prohibemus autem ne adolescentibus vel infra sacros ordines constitutis, sed qui prudentia et vitae merito clarescunt, praedicti concedantur honores.

 

También mandamos que nadie sea nombrado arcediano o deán si no ha recibido el sacramento del diaconado o presbiterado. Y los arcedianos, deanes o prebostes que hubieran sido promovidos sin recibir esos sacramentos, si se negasen a ser ordenados, serán privados de su dignidad. Prohibimos además que se concedan dichas dignidades a cualquier adolescente y a quienes sólo han recibido órdenes de grado inferior. Asígnense únicamente a los ordenados que sobresalen por su moderación y santidad de vida.

 

Capítulo 20

 

§ 1

 

Verba  tua haec:  tu  sanxisti.  Quid  effectui mancipatum? Adhuc adolescentes, adhuc qui infra sacros ordines sunt, in Ecclesia promoventur. Quod ad primum capitulum  pertinet,  luxus  vestium  interdictus,  sed  non restrictus; poena dictata, sed minime secuta est. Iam quartus annus est, ex quo datum mandatum audivimus, et neminem adhuc clericorum privatum beneficio, neminem episcoporum suspensum ab officio luximus. At luctu amarissimo dignum quod secutum est. Quid hoc? Impunitas incuriae soboles insolentiae mater, radix impudentiae, transgressionum nutrix. Et beatus, si omni satagas cura malorum omnium primam parentem cavere incuriam. Sed ad hoc tu operam dabis.

 

Estas fueron tus leyes. Tú mismo las promulgaste, Qué efecto han tenido? Continúa promoviéndose en la Iglesia a los adolescentes y a los que aún no han recibido órdenes sagradas. En cuanto al primer punto, sí se ha prohibido el lujo en el vestir, pero no ha desaparecido. Quedó promulgado su castigo, mas nunca se ha aplicado. Han transcurrido ya cuatro años desde su promulgación y aún no hemos tenido que llorar por un solo clérigo privado de su beneficio ni por un solo obispo suspendido de su oficio. Pero sí hemos tenido que derramar lágrimas amargas por las consecuencias que se han seguido. ¿Por qué? Por la más absoluta impunidad, hija de la incuria, madre de la insolencia, raíz de la desvergüenza, fomento de toda transgresión. Dichoso tú, si consigues desterrar esta incuria, causa fundamental de todos esos males Es de esperar que te esfuerces para lograrlo.

 

§ 2

 

Et nunc leva oculos tuos, et vide si non aeque, ut prius, pellicula discolor sacrum ordinem decolorat, si non aeque, ut prius, fissura enormis paene inguina nudat. Solent dicere: Num de vestibus cura est Deo et non magis de moribus? At forma haec vestium deformitatis mentium et morum indicium est. Quid sibi vult quod clerici aliud esse, aliud videri volunt? Id quidem minus castum minusque sincerum. Nempe habitu milites, quaestu clericos, actu neutrum exhibent. Nam neque pugnant ut milites; neque ut clerici evangelizant.

 

Ahora levanta tus ojos y mira si no sigue deshonrando al orden clerical su modo de vestir; si la confección de sus prendas no deja al desnudo hasta la ingle. Y se excusan diciendo: ¿Acaso Dios no se fija más en las costumbres que en los vestidos? Pero es evidente que esa manera de vestir delata la deformidad de sus almas y de sus vidas. Es una insensatez que los clérigos pretendan ser una cosa y aparentar otra. Con ello desmerece su honestidad y su sinceridad. Parecen militares por su porte y clérigos por su avaricia; pero por sus obras no son ni una cosa ni otra. Ni luchan como soldados ni evangelizan como clérigos.

 

§ 3

 

Cuius ordinis sunt? Cum utriusque  esse cupiunt, utrumque deserunt, utrumque confundunt.  Unusquisque,  inquit,:n sub ordine resurget. Isti in quo? An qui sine ordine peccaverunt, sine ordine peribunt?   Aut si summe sapiens Deus veraciter creditur a  summo usque deorsum nihil inordinatum relinquere, vereor non alibi ordinandos quam ubi nullus ordo, sed sempiternus horror inhabitat. O miserandam sponsam talibus creditam paranymphis, qui assignata cultui eius proprio retinere quaestui non verentur! Non amici profecto sponsi sed aemuli sunt.

 

¿A qué orden pertenecen entonces? Como quieren ser de los dos, desertan de ambos y a los dos confunden y traicionan. Cada cual resucitará en su orden. ¿en cuál resucitarán ellos? ¿o perecerán más bien sin pertenecer a ninguno los que vivieron fuera de todo orden? Si creemos que Dios no ha dejado nada en el desorden; desde lo más elevado hasta lo más insignificante, temo que les lleve al lugar en el  que no hay orden alguno, sino el horror sempiterno. Esposa desgraciada la que se fía de tales padrinos de  oda. No tienen escrúpulo alguno en robarle ambiciosamente lo que debían regalarle para embellecerla. No son amigos del esposo, sino sus rivales.

 

§ 4

 

Et de his satis quae sub te sunt, es non ad materiae copiam, quae est multa nimis, certe ad id quod proposui ego. Visenda iam quae circa te sunt, sed a ea ostium nobis liber quartus aperiet.

 

Ya hemos hablado bastante sobre lo que cae bajo tu poder. No porque haya agotado la materia, que es excesiva, sino porque con esto es suficiente para lo que yo me había propuesto, Vamos a entrar ya en la consideración de lo que tienes a tu alrededor. Y el Libro IV nos dará esa oportunidad.