Rey de los judíos
DJN
 

Entre las múltiples acusaciones de que estaba siendo objeto Jesús, sólo una interesa a Pilato: la de ser "el rey de los judíos". Cuando el sanedrín se presenta ante Pilato con Jesús, el procurador romano lo único que le preguntó fue si era el rey de los judíos. Todo apunta a que Pilato estaba esperando al predicador itinerante "sumamente peligroso" porque anunciaba un reino distinto del que él representaba y cuyo orden debía mantener (Mc 15,2-5). El resto de las acusaciones se referían a cuestiones legales internas de tipo religioso. Esto a Pilato le tenía sin cuidado. Un "blasfemo" más no perturba el orden socio-político.

El título de "rey de los judíos" sonaba en los oídos del procurador romano a rebelión o levantamiento político. Tengamos en cuenta que no existía ya el rey de los judíos, sino los tetrarcas que, en nombre de Roma, gobernaban el país dividido en cuatro partes. (Pilato, además, no pudo haber formulado la acusación en los términos en que nos es presentada, de forma idéntica, por los cuatro evangelios. El la hubiese formulado, más o menos, así: ¿has afirmado que tú eres el rey de los judíos?).

No hay peor mentira que una verdad a medias. Si de la predicación de Jesús sobre el reino de Dios o el reino de los cielos quitamos las precisiones "de Dios" o "de los cielos", ¿qué queda? Quedaba algo ante lo cual Pilato no podía permanecer impasible. ¿Un hombre predicando un reino dentro de la jurisdicción romana que él debía tutelar?

En esta línea apunta también "el careo" que tuvo Anás con Jesús después de ser arrestado (Jn 18,13.19-24). Una vez detenido, Jesús fue llevado ante Anás, porque era suegro del sumo sacerdote, que era Caifás. La razón dada para llevar a Jesús ante Anás, ¿tiene alguna consistencia? ¿No habría que pensar, más bien, en otra razón de tipo político, en la que no quiere entrar el evangelista Juan? Estamos convencidos de que la verdadera causa de aquel "careo", no proceso, era tener la oportunidad para deducir algún motivo que impactase a Pilato y le obligase a reaccionar. Le preguntó dos cosas: por su doctrina y por sus discípulos. Ya hemos visto cómo podía ser tergiversada su doctrina o predicación sobre el reino de Dios o de los cielos. En cuanto a sus discípulos había, al menos, un zelota, otrosiban armados... Anás actúa en esta ocasión como el político de turno que se requiere en una negociación tan difícil como tenía que ser la que se estaba consensuando entre el Sanedrín y Roma.

La verosimilitud histórica de la acusación se halla confirmada por el título de la cruz, que contiene dicha acusación. No existe fundamento alguno para considerar dicho título como una invención de la comunidad cristiana. Nunca la utilizó como título cristológico. En todo caso, la comunidad cristiana hubiese hablado del "rey de Israel", puesto que así se hacía referencia al pueblo elegido; nunca "rey de los judíos", puesto que esta fórmula designaría una "nacionalidad" -equivaldría, por tanto, a una limitación en la realeza de Jesús y se excluiría el pensamiento de la "elección"-. Por otra parte, la comunidad cristiana primitiva ya había precisado el título de Mesías vinculándolo a la pasión-resurrección, proclamando como Señor al crucificado y resucitado.

La respuesta de Jesús nos orienta en la misma dirección: el "tú lo has dicho" es una circunlocución muy bien pensada para evitar la contestación afirmativa a Pilato, ya que, en ella, el título sería necesariamente entendido en sentido político y nacionalista.

Felipe F. Ramos