Gólgota
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Gólgota es el nombre con que Mateo, Marcos y Juan designan el lugar de la crucifixión de Jesús (27,33;15,22;19,17). Los cuatro evangelistas apuntan el nombre griego del lugar («topos kraniou» o «kranion» (Lucas): Mt 27,33; Mc 15,22; Lc 23,33; Jn 19,17). El nombre viene del arameo «gulgolta», «calavera», «calva», «cabeza». El nombre, según los exegetas no se refiere al cráneo de Adán que se suponía enterrado allí (Orígenes), ni por ser un lugar de ejecución de los condenados (Jerónimo), sino por la forma topográfica de colina, calavera o calva. Desde el año 333 (peregrino de Burdeos) comienza a llamarse colina de Gólgota o monte Calvario. Los evangelistas nos transmiten suficientes datos sobre la topografía donde se sitúan tanto el calvario como el sepulcro.

1) El Calvario: El Gólgota extramuros de la ciudad, aunque cerca de ella y a orillas de un camino muy frecuentado (Mt 27,39-44; Mc 15,29-32; Lc 23,35-38; Jn 19,20; Heb 13,12).

2) El sepulcro: El cuerpo de Jesús es colocado en un lugar cercano: «un sepulcro nuevo» (Mt 27,60; Jn 19,41), «excavado en la roca» (Mt 27,60; Mc 15,46; Lc 23,53), «nadie había sido enterrado allí» (Lc 23,53; Jn 19,41). Juan sitúa el sepulcro en un huerto o jardín (19,41).

Toda la parte norte, desde hacía mucho, estaba llena de jardines (o más exactamente de huertos), ya antes de la construcción de la tercera muralla septentrional por Agripa 1 (41-44 d. de Cristo); los huertos quedaron dentro de la muralla. Esto es lo que indica el mismo nombre de la puerta que formaba el punto de arranque de la segunda muralla: Puerta de los Jardines (Gennath). Cfr. J. JEREMÍAS, «Jerusalén en tiempos de Jesús» (p. 58).

3) Identificación del Gólgota: La tinta no cesa de correr para identificar el lugar de la crucifixión y del sepulcro. «La historia de la tradición acerca del emplazamiento del Gólgota y el lugar que ocupa hoy día la iglesia del Santo Sepulcro con firman los datos facilitados por los evangelios, de tal manera que la tradición asentada por Constantino merece confianza. No se puede obtener una certeza suprema, porque no es posible determinar con seguridad el trazado de la segunda muralla septentrional fuera de la cual tuvo que estar situado el Gólgota» (M. VÓLKEL, en «Diccionario exegético del Nuevo Testamento, col. 776). «De su situación sólo sabemos con certeza que estaba en la primera muralla septentrional; lo demás es apasionadamente discutido por los sabios cristianos que investigan sobre la topografía antigua de Jerusalén. En efecto, de la situación de la Puerta de los Jardines, es decir, del punto de partida de la segunda muralla norte depende en parte la localización de la colina del Gólgota, y, por consiguiente, la autenticidad del emplazamiento de la actual iglesia del Santo Sepulcro» (J. JEREMÍAS, ob. cit., p. 59).

a) Los testimonios históricos: Los testimonios de Eusebio de Cesarea y de Jerónimo son los primeros en localizar los dos lugares de la muerte y sepulcro de Jesús en las pendientes orientales del Ghareb, la colina occidental de la ciudad. Estos dos autores recuerdan la orden del emperador Adriano mandando construir (117-138) en esta zona edificios para el culto pagano (Zeus, Venus...) en el marco de la nueva ciudad Aelia Capitolina. «La profanación de Adriano supone igualmente, tanto sobre el Calvario como sobre la tumba de Jesús, un lugar de culto judeocristiano que debe relacionarse con la literatura apócrifa de la comunidad judeocristiana referente al ciclo de Adán y de Eva. Esta literatura establece un precioso lazo histórico entre la muerte y sepultura de Jesús, la edificación de un lugar de culto pagano y la decisión de construir el nuevo conjunto arquitectónico de la época constantiniana» (M. PiccIRILLO, Le Monde de la Bible, 33-mars-avril, 1984, p. 19). En efecto, entre los años 325 y 337, el arquitecto Zenobio, por orden del emperador Constantino, construye una serie de edificios destinados a recordar la muerte y resurrección de Jesús (=Anastasis, en forma de mausoleo envolviendo la tumba -atrio interior- un espaciosa basílica de cinco naves llamada Martyrium y un atrio exterior. Este complejo constantiniano es destruido el 4 de mayo del 614 por los Persas de Cosroes. En el siglo VII Modesto Obispo de Jerusalén reconstruye la Anastasis, que el sultán Hakim destruye sistemáticamente (18 octubre 1009). De nuevo se restaura (1048) por el emperador Constantino Monómaco. Cuando los Cruzados llegan a Jerusalén deciden construir una iglesia adosada a la Anastasis. Comenzada en 1131, la basílica del Santo Sepulcro es consagrada el 15 de julio de 1149. Los edificios, pues, que el peregrino puede visitar hoy día representan dos construcciones principales: la Anastasis que es una restauración del siglo XI, sobre los vestigios del plano constantiniano, y la basílica, obra de los Cruzados. Estos edificios han sufrido luego innumerables terremotos, incendios, guerras (1948).

b) El testimonio de la arqueología: Siguiendo las aportaciones del arqueólogo español Florentino Díez Fernández, así está el estado de la investigación: Como dice S. Schick «la cuestión de la autenticidad del Calvario no podrá solucionarse con controversias, sino con excavaciones». Cuando se escribe esto ya se habían indicado 16 localizaciones diferentes del Gólgota. Pero durante los veinte años últimos los resultados han sido bastante positivos, aunque no los esperados. Para V. Corbo, que excavó en la parte de los católicos, parece todo clarificado: «El evangelio y la tradición de la Iglesia, y hoy la investigación arqueológica confirman que los edificios constantinianos se levantan en el verdadero emplazamiento del Calvario». El mismo optimismo se desprende de los escritos del arquitecto Ch. Coüasnon. «Por nuestra parte (F. Díez Fernández), pensamos que los elementos aportados y los argumentos propuestos no fundamentan semejante optimismo. La cuestión de la autenticidad queda flotando y nuestro deber es formularla todavía puesto que la dificultad en el campo científico permanece»: «¿Es realmente el Calvario?» o más bien: «¿El complejo constantiniano se levantó realmente sobre la tumba de Cristo y sobre el Calvario?». No sería difícil llegar a conclusiones aceptables fiándose de los testimonios de la tradición. Pero semejante aceptación no lo resuelve todo: falta el eslabón que enlazaría la tradición de la primera comunidad cristiana de Jerusalén y las construcciones del foro romano de Aelia Capitolina, y más precisamente del Capitolio romano y del suntuoso complejo constantiniano que le suplantó.

Una de las dificultades más graves contra la autenticidad del Calvario tradicional era el trazado del 2° Muro o Muro Norte de Jerusalén en tiempos de Jesús, tal como lo escribe Flavio Josefo. Se sabe, tanto por los evangelios como por Pablo, que el lugar de la crucifixión estaba fuera de las murallas, según exigía la Ley judía. Las excavaciones realizadas por Miss. K. Kenyon y la Dra. U. Lux en el subsuelo de la iglesia luterana y en el del Santo Sepulcro por V. Corbo y otros confirman que la zona estaba fuera de la ciudad, pues algunas tumbas halladas pertenecen al siglo primero. Florentino Díez Fernández -concluye: Los trabajos realizados por los Señores Corbo, Coüasnon, Economopoulos, etc., permiten solucionar gran número de cuestiones sobre los edificios y restauraciones bizantina y cruzada, pero muchas menos sobre el período de Aelia, y ninguna sobre el período anterior. El problema fundamental desde el punto de vista cristiano permanece inalterable.

Según una antigua tradición Adán, padre del genero humano, fue enterrado en la gruta de los tesoros, que estaba al este del Gólgota, bajo el lugar donde debía morir el segundo Adán, Cristo. Del hallazgo de esta gruta pueden extraerse dos conclusiones importantes: 1) En el período bizantino no se conocía la gruta oriental, con la que se relaciona la tradición antigua. 2) Si durante los períodos romano y bizantino, la gruta fue inaccesible a los peregrinos, luego ignorada por la comunidad cristiana, las leyendas relativas a Adán solamente pudieron nacer antes del 134, en el seno de comunidades primitivas, cuando los cristianos podían acercarse al lugar. Es evidente que el espíritu y el origen de semejantes leyendas llevan la impronta de una comunidad de origen judío. Es evidente, pues, que si los romanos convirtieron la gruta en lugar de culto, es porque ya tenía una tradición cultural, la de las primeras comunidades cristianas. Y si los judeocristianos leyeron la leyenda de Adán en esta gruta antes del 134 es porque el lugar era venerado en el origen de la comunidad. Una dificultad permanece: ¿Hasta dónde llegó la exploración de la cantera? ¿Hasta antes o hasta después de la fecha de la Crucifixión? La respuesta puede afectar a la conclusión establecida y ha de ser objeto de un estudio más completo. -i crucifixión; cruz.

BIBL. — V. CoRRo, 11 Santo Sepolcro di Cerusalemme, 1-111, Jerusalén, 1981-1982; M. PICCIRILLO, Les temoignages a travers les Siécles, en «Le Monde de la Bible», mars-avril, 1984, 18-27; FLORENTINO DÍEZ FERNÁNDEZ, La recherche archeologique, en «Le Monde de la Bible», mars-avril, 1984, 28-36. Le Saint Sepulcre (les fouilles de 1961-1977), en «Le monde de la Bible», jan-fev, 1978, 44-45; M. VORKEL, «Gólgota», en DENT, vol. 1., Salamanca, 1996.

Carlos de Villapadierna