Dracma (parábola de la d. perdida)
DJN
 

El tema central de la parábola es la alegría del pastor al encontrar la oveja perdida. Y en ese mismo tema insiste la parábola, conceptual y hasta literariamente paralela, de la dracma perdida (Lc 15,8-10). La dracma era una moneda de plata equivalente, en su valor, más o menos al denario, que era el jornal que ganaba un obrero. Varían los rasgos secundarios. La escena se desarrolla en casa. La protagonista es una mujer que echa de menos una de las diez dracmas que tenía. No debemos buscar un simbolismo especial en el número diez. Como tampoco en el número cien que constituía el pequeño rebaño de aquel pastor al que se le extravió una oveja. Las cien ovejas son necesarias en la parábola, porque el pastor no podía vivir con diez, por ejemplo. Y las diez dracmas son necesarias en la parábola, porque si aquella mujer hubiera tenido cien no se alarmaría tanto al faltarle una.

La mujer de la parábola comienza la búsqueda de la dracma encendiendo una lámpara. Todavía era de día. Pero las casas palestinenses del tiempo de Jesús tenían poca luz. La que entraba por una puerta baja y por una ventana muy pequeña. Así lo han demostrado las ruinas romanas y bizantinas de Jerusalén, Jericó y Cafarnaún. Además, la lámpara encendida se convirtió en el símbolo obligado de una búsqueda diligente. Una vez encontrada la dracma, se repiten las mismas exteriorizaciones incontenibles de alegría que tienen una realidad únicamente parabólica. Quieren llevarnos al núcleo central del mensaje.

El pensamiento fundamental de la parábola lo tenemos en el verso 10, que repite lo afirmado en el 7: La alegría que proporciona a Dios la conversión del pecador. El quiere la salvación de lo perdido, porque le pertenece y, cuando lo halla, se alegra con esa alegría que podemos llamar soteriológica, la alegría del perdón. Esta alegría se produce en el cielo (v. 7) o ante los ángeles de Dios (v. 10). Tanto el cielo como los ángeles son utilizados como una circunlocución del nombre de Dios. Por eso, en la forma original del v. 10 no aparecía el nombre de Dios. Decía simplemente: Tal os digo que será la alegría ante los ángeles...

Felipe F Ramos