Cruz
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SUMARIO: 1. La cruz como símbolo universal. - 2. La cruz en el nuevo testamento. 2.1. La cruz en cuanto instrumento de suplicio en tiempo de Jesús. 2.2. La cruz de Jesús según los evangelios sinópticos. 2.3. La cruz en el evangelio de Juan. 2.4. La cruz en los escritos paulinos.


1. La cruz como símbolo universal

La palabra griega staurós (latín crux; español cruz) significa propiamente "palo" o "estaca" terminada en punta, que originariamente no connotaba la idea de suplicio o instrumento de muerte. La palabra crux, en cambio, significa en latín principalmente "madero de suplicio" o "palo de tormento", y tenía entre los romanos la forma de T o +. En español y otras lenguas modernas la palabra "cruz" trae a la mente la imagen de dos palos o líneas cruzadas. Cruces en esta forma existen ya desde el neolítico, y aunque su significación no está del todo claro, parece que podría tratarse de señales, adornos o símbolos cósmico-religiosos. Sin significado aún cristiano aparece la cruz en sus variadas formas en las distintas culturas antiguas: como una equis X, conocida también como cruz de san Andrés, típica de los aztecas, símbolo de las cuatro regiones del mundo (crux decussata) tau mayúscula griega T o en forma de martillo, arma del dios nórdico Thor y símbolo del rayo (crux commissa), cruz griega con travesaño y palo vertical de igual longitud +, que corresponde a la letra tau, última del antiguo alfabeto hebreo, y aparece con alguna frecuencia en el arte judío (crux quadrata), cruz latina con el palo horizontal más largo que el travesaño t (crux immissa), cruz en forma de rueda ®, que podría representar el disco solar y sus rayos, en el induísmo significa, sin embargo, la vida en su movimiento circular y se encuentra, además, con sentido casi sacral en el arte arquitectónico de Asia y Europa (p. ej. Roma quadrata en cuanto ciudad dividida en cuatro partes), como cruz gamada, que en el budismo significa la consecución de la vida auténtica mediante la superación del movimiento circular de la vida (crux gammata) y cruz con asa en la parte superior (crux ansata), jeroglífico egipcio, símbolo de "vida", que los cristianos coptos adoptaron ya antes del 391 d.C. como signo cristiano. La cruz es mencionada como símbolo del mundo en Platón con la letra griega x (f). Desde el punto de vista filosófico-fenomenológico la cruz en cuanto símbolo universal significa "diferencia, contraste, oposición y supresión, sirve para marcar, trazar líneas y estigmatizar y expresa acontecimiento, hecho, ruptura, dolor y muerte" a diferencia del círculo que encierra la idea de "plenitud, riqueza, don, alegría, respeto y valor" (p. ej. el anillo, la rueda, el sol) (cf. H. ROMBACH, Leben 1977, p. 140). El hecho de que el símbolo de la cruz existía ya en muchas culturas antiguas, como en Mesopotamia, el mundo germano, América del Norte y Central, antigua Roma así como en Asia Central, en el Extremo Oriente y otras regiones del mundo, contribuyó notablemente a que la cruz cristiana como signo de salvación fuera rápidamente aceptada por los diversos pueblos con ocasión de su evangelización. Antes del emperador Constantino (306-337) se encuentran pocas cruces con significado ciertamente cristiano, generalmente en sepulcros.

2. La cruz en el Nuevo Testamento

2.1. La cruz en cuanto instrumento de suplicio en tiempo de Jesús

Cuando leemos el NT o escuchamos que Jesucristo murió en la "cruz" (staurós; crux), nos imaginamos la cruz de Jesús como las que estamos acostumbrados a ver en nuestros ambientes cristianos. Pero ¿cómo fue realmente la cruz en que murió Jesús aquel viernes santo del mes de Nisán? La cruz romana como instrumento de suplicio podía ser simplemente un madero en el que se colgaba al condenado a muerte, que moría por asfixia, pero ordinariamente el madero vertical tenía en la parte superior un travesaño, bien fuera en la forma de una tau griega mayúscula (crux commissa) o de una cruz latina (crux immissa). Como no hay pruebas históricas de que los pies de los crucificados se apoyasen en un estribo (suppedaneum), hay que suponer que el madero vertical tenía un asiento (sedile) para sujetar el cuerpo del ajusticiado. La cruz no era más alta que el tamaño de una persona, y la de Jesús, que según los evangelistas fue colocada entre las de los dos ladrones (Mt 27,38; Mc 15,27; Lc 23,33; Jn 19,18), no sobresalía, probablemente, entre las de éstos. Los evangelistas afirman también que encima de su cabeza se puso escrita su causa: "Este es Jesús, el rey de los judíos" (Mt 27,37; Mc 15,26; 23,38; 19,19). Fuera del caso de la crucifixión de Jesús no se han encontrado testimonios literarios o arqueológicos de que se colocase un letrero en la cruz de los crucificados con la mención de la causa (Jn 19,19).

2.2. La cruz de Jesús según los evangelios sinópticos

La cruz significa en los sinópticos y los Hechos de los apóstoles el madero en que murió Jesús por sentencia de Poncio Pilato (Mc 15,13-15.20.24-25.27 par.). Entre los dichos de Jesús que nos han trasmitido los sinópticos hay uno en dos versiones distintas (Q y Mc), que menciona la cruz y cuyo significado no es del todo claro: "El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo" (Mt 10,38/Lc 14,27Q) y "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,24/Mc 8,37/Lc 9,23). No hay inconveniente en atribuir a Jesús este dicho y hacerlo remontar a su ministerio público, cuando ya había decaído el primer entusiasmo de las masas por su predicación. Tal vez emplea Jesús un dicho corriente que se refería a la crucifixión de cualquier condenado a muerte, un hecho no raro en Palestina en tiempo de la dominación romana, sin necesidad de suponer que Jesús aludiese a su futura muerte en la cruz (Schelkle, Passion 218-219). El horizonte de la vida pública de Jesús en Galilea, después de lo que podríamos llamar "primavera galilaica" (E Mussner) había comenzado a oscurecerse. Los discípulos de Jesús sabían muy bien qué significaba y adónde conducía el llevar la cruz a cuestas, puesto que era costumbre que los crucificados mismos llevasen su cruz al lugar del suplicio. Con esta exhortación pide Jesús a sus discípulos que estén dispuestos a entregar su vida por él, siguiéndole incluso hasta el martirio. Lc ha suavizado el dicho de Jesús, aplicándolo metafóricamente al martirio cotidiano del cristiano.

A la luz de la resurrección de Jesús, su muerte en la cruz adquirió un nuevo sentido: había sido la condición necesaria para entrar en su gloria y otorgar el perdón de los pecados a todos los hombres (Lc 24,7.26.47). Jesús resucitado no pierde su condición de "crucificado" (participio pert. griego: estauromenos), que pasa al título de Cristo o Mesías ("el Crucificado: Mt 28,5, Mc 16,6; 1Cor 1,23; 2,2; Gál 3,1). Lc en los Hechos no se cansa de predicar que Jesús es el Mesías porque según las Escrituras había muerto en la cruz y había resucitado (He 2,22-36; 17,3). En Mt 24,30 se menciona el "signo del Hijo del hombre" que más tarde es interpretado por los padres de la Iglesia como la cruz de Cristo (Didajé 16,6; Cirilo de Jerusalén, Catequesis 13,41).

2.3. La cruz en el evangelio de Juan

En el EvJn la cruz se refiere explícita y exclusivamente a la muerte de Jesús; es interesante observar que la palabra "cruz" (staurós) y el verbo "crucificar" (stauróo) sólo se encuentran en el cap. 19 del cuarto evangelio, o sea, en el momento en que la cruz se convierte en una realidad cruda. En otros capítulos se alude a la muerte de cruz, pero quedando la cruz rodeada de un cierto halo misterioso y divino (12,33; 18,32). La muerte de Cristo en la cruz se significa en el EvJn con el verbo "exaltar" (griego /ypsóo: "elevar"). La acción de ser elevado Jesús en la cruz se convierte en su exaltación a la derecha del Padre (3,14; 8,28; 12,32-34; 13,31-32); según el Evangelista Juan la cruz es el trono de Jesús. La cruz expresa en el EvJn el retorno del Hijo al Padre: su venida al mundo había comenzado con la encarnación (1,14); en la cruz el retorno llega a su meta (cf. 17,1-5; 19,30 ["todo está cumplido": consummatum est]; 20,17). A veces se ha acentuado exageradamente que el EvJn sólo conoce una "teología de la gloria" (así E. Kásemann por atribuir un carácter semidoceta al EvJn); es evidente, sin embargo, que el evangelista Juan también conoce una "teología de la cruz" -->corazón de Jesús.

2.4. La cruz en los escritos paulinos

P es el autor del NT que más consecuentemente ha desarrollado una "teología de la cruz". Por una parte, se coloca P en el punto de vista del mundo pagano y le da, en cierto sentido, la razón al afirmar que la cruz es lo más necio que se pueda imaginar el hombre, y, si en ella se busca la salvación, la locura llega al más alto grado de paroxismo. P coincide desde es-te punto de vista con la opinión del mundo pagano (cf. Cicerón, pro Rabirio, 5,16), y también con el judío, para quien la cruz es un escándalo, ya que "el colgado (sobre el madero) es objeto de maldición divina" (Dt 21,23): un Mesías colgado de la cruz es un contrasentido y no hay ningún texto del judaísmo contemporáneo de Jesús que hable de un Mesías crucificado. Por otra parte, defiende P con vehemencia la fe de los creyentes de que por medio de la necedad de la cruz Dios ha obrado la salvación que la humanidad, a pesar de todos sus esfuerzos, no fue capaz de conseguir. Los esfuerzos de la humanidad entera por alcanzar la justificación o la salvación se podrían comparar a los del arquero cuyas flechas caen al suelo antes de alcanzar la diana (1 Cor 1,18.21a; cf. también Rom 1,18-3,19). También en la Carta a los Gálatas habla P del fracaso de sus esfuerzos, cuando no era aún discípulo de Jesús, por alcanzar la justicia proveniente de la Ley (v.13-14; 2,16). La convicción de que el Crucificado es el Mesías, que él había odiado hasta entonces, el Hijo de Dios, le vino a P, sin duda, en su encuentro con Jesús en el camino de Damasco (Gál 1, 16). Las expresiones "palabra de la Cruz" (1 Cor 1,18) y "Crucificado" (2,2) son el compendio de la teología paulina. Dios "al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, a fin de que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en él" (2Cor 5,21). En el sacrificio de la cruz Cristo se identificó en cierto sentido con los hombres pecadores para expiar sus pecados (cf. Gál 3,13-14). El cristiano se ha identificado con Cristo en el bautismo (Rom 6,3-11) y debe ratificar cada día esa identificación dando muerte a la carne y sus obras (Gál 5,24). El Apóstol es un "crucificado", unido a Cristo crucificado (2,19; 6,14).

Para los creyentes "la palabra de la cruz", es decir, "Cristo crucificado" es "poder de Dios y sabiduría de Dios" (1Cor 1,23-24). La predicación de Jesucristo en cuanto "crucificado" encierra la sublime sabiduría de Dios, que los príncipes de es-te mundo no pudieron conocer ni sospechar, pues de lo contrario no habrían crucificado al "Rey de la gloria" (2,6-9b). A los creyentes les ha sido revelada la sabiduría de la cruz por el Espíritu (v.9c-12). Sin embargo, los corintios se equivocaron, por-que ofuscados por la sabiduría humana (2,14; 3,1-4) o experiencias carismáticas halagadoras (13,1-4), no eran consecuentes en su vida cristiana con el mensaje de la cruz: confiaban más en su saber humano o experiencias humanas que en la cruz y no practicaban la caridad verdadera, cuyo ejercicio está estigmatizado o marcado por la cruz (3,3-4; 8,9-13,47; 5,16-26).

En los escritos deuteropaulinos se continúa la teología de la cruz con otros matices que en P. En Col el bautismo significa, como en Rom 6,5-11; Gál 5,24, la muerte del creyente con Cristo (3,3) y su ser sepultado con Cristo (2,12), pero sin que se mencione ya más el "ser crucifica-do con Cristo". En 1,20; 2,14-15 la reconciliación del cosmos aparece ligada a la cruz, un pensamiento ajeno a P en sus cartas auténticas. La carta a los Efesios habla sólo de la resurrección de los creyentes, que ha tenido lugar ya en cierto sentido por la fe (2,6; cf. también Col 2,12; 3,1). Según Ef 2,16 la cruz hace posible la unidad de la Iglesia, compuesta de judíos y gentiles. En Heb 6,6; 12,2 aparece la cruz como señal de burla e ignominia. -*sacrificio; crucifixión.

Miguel Rodríguez Ruiz