Circuncisión
DJN
 

La circuncisión masculina, es decir, corte del prepucio, es practicada por los judíos, musulmanes y cristianos coptos; la femenina consiste en la amputación del clítoris y viene practicada hoy día en países árabes, y además, en regiones de África, Asia, Sudamérica y Oceanía, pero no en el pueblo judío. La circuncisión se realiza bien por motivos religiosos o simplemente por ser una costumbre de un determinado pueblo. Las más antiguas tradiciones de la Biblia no explican el significado original de la circuncisión israelita y judía. La Biblia hace remontar su origen a Abrahán, padre de los creyentes (Gén 17,9-14; Rom 4,12). Para los judíos la circuncisión es la señal de la alianza contraída por Dios con Abrahán y su descendencia (He 7,8), de la pertenencia del circuncidado a Yahwé (Ex 4,25) o al pueblo judío (Ex 12,48; Rom 4,11); recuerda a los israelitas las obligaciones que se derivan de la alianza (Dt 30,6; Rom 4,11; Gal 5,3) y sirve de distinción respecto a otros pueblos, especialmente los filisteos (Jue 14,3; 1 Sam 14,6).

Según la legislación sacerdotal la circuncisión tenía lugar el octavo día después del nacimiento (Gen 17,12; Lev 12,3; Lc 2,21; He 7,8; Fil 3,5), practicándose incluso en sábado (Jn 7,22-23). La circuncisión era realizada por el padre de familia, y más tarde por el llamado mohel; con ocasión de esta ceremonia se le ponía al niño el nombre (Lc 1,59; 2,21). Antíoco IV Epífanes prohibió la circuncisión bajo pena de muerte, convirtiéndose ésta junto con la observancia del sábado y no comer carne de cerdo en "señal de fidelidad" (status confessionis) a la alianza o, en caso contrario, de apostasía (1 Mac 1,48; 2Mac 6,10); los judíos apóstatas se restablecieron los prepucios (1 Mac 1,15; cf. también 1 Cor 7,18).

En el NT ya no es la circuncisión la condición indispensable para justificarse o salvarse, sino la fe en Cristo junto con el Bautismo (cf. Rom 4,28-30 y 6,1-11). Esta cuestión fue la que provocó el primer conflicto serio dentro del cristianismo primitivo, siendo Pablo el defensor acérrimo de que el hombre se justifica sólo por la fe [y el Bautismo] (He 15; Gál 2,3-10). Así desapareció la circuncisión como criterio de separación entre judíos y gentiles (Gál 5,5-6). Sólo tiene importancia la "circuncisión del corazón", no la de la carne (Rom 2,29; cf. Ef 2,11; Col 2,11). La circuncisión de Jesús como la del Bautista carece de especial significado cristológico y soteriológico en sentido paulino, si se exceptúa que su sometimiento a ella subraya las consecuencias de la encarnación del Hijo de Dios en el pueblo judío, cuyas costumbres él asume, y se tiene, además, en cuenta que todas las acciones de Jesús por ser Hijo de Dios tienen valor meritorio infinito en relación con nuestra salvación.

Miguel Rodríguez Ruiz