TRÍADAS SAGRADAS
DC


SUMARIO: I. La tríada, número sagrado.—II. Tríada y Trinidad.


«Sobre el número en la religión podrían llenarse gran cantidad de volúmenes con materiales históricos» (K. Goldammer). En efecto, los números y las estructuras numéricas de todo tipo: binarias, ternarias, etc., aparecen con frecuencia en muchas tradiciones religiosas cargadas de significaciones que las convierten en símbolos para aspectos invisibles pero llenos de eficacia de lo real y que dan lugar a la simbólica de los números. No entramos aquí en el proceso que ha conducido a la mística o a la simbólica de los números, pero parece cierto que los números no contienen un valor absoluto perceptible de forma idéntica en todas las culturas y que el valor o el significado que se les atribuye no reside necesariamente en las estructuras o arquetipos psicológicos del sujeto sino en determinadas recurrencias que aparecen en la naturaleza o en la condición psicosomática del sujeto y que son representables en números.

Aun teniendo en cuenta estos presupuestos, es verdad que hay significados que se repiten y que explican el recurso a una simbólica determinada en diferentes tradiciones. Así, el uno es para muchas tradiciones místicas el símbolo de lo uno originario, de lo no polar ni divisible, de lo divino que está más allá de toda serie: «uno sin segundo» como dicen las Upanishads del Brahman, o el unum por encima del ser y el espíritu en la filosofía neoplátonica de Plotino. «Como la unidad está en todo número, así está Dios, el uno, en todas las cosas», canta Angelus Silesius. Dos es el número para la polaridad, la oposición que rige en incontables reinos y aspectos de lo real: yang-yin: masculino y femenino de. la antigua visión china de lo real; derecha e izquierda como coordenadas de la organización espacial; día y noche, sol y luna como momentos fundamentales de la organización temporal. De ahí, la frecuente organización de lo divino, principio de lo real, en díadas: Mitra-Varuna; Visnú-Siva.


I. La tríada, número sagrado

Pues bien, de la tríada se ha dicho que es «el número sagrado por excelencia, el número divino, el número kat'exochén» (Fr. Heiler). No es fácil descubrir por qué. Usener pensaba que esa prevalencia se derivaba de la situación en que las sociedades no tenían numeración superior a tres, pero su explicación ha sido criticada y superada. Tal vez la razón de la importancia del tres radique en que significa la totalidad y la condición de completo, ya que abarca principio, medio y fin (Aristóteles). En todo caso, es un hecho que las tríadas aparecen en todos los niveles de la vida religiosa y en las más diferentes y distantes tradiciones de todos los tiempos. Fr. Heiler se ha referido con razón a tríadas divinas (Júpiter-Mars-Quirino), metafísicas (Sat-cit-ananda), antropológicas y psicológicas (cuerpo-alma-espíritu; memoria-entendimiento-voluntad), cosmológicas (cielo-tierra-infierno), cronológicas (las tres fases de la historia en J. de Fiore), éticas (purificación-iluminación-unción) litúrgicas (el triple refugio de los budistas), legendarias (los tres días de Jonás en el vientre de la ballena).


II. Tríada y trinidad

Situándonos en el caso de las tría-das divinas, se suele distinguir entre tríada y trinidad. Con «tríada» se designan los grupos de tres dioses diferentes o de tres diferentes figuras divinas o míticas. Se utiliza en cambio «trinidad» para designar el triple aspecto, forma o representación de una única divinidado de una única idea de lo divino (Di Nola). «Trinidad», por tanto, comportaría al mismo tiempo la triplicidad de forma, sea cual sea la manera en que se entienda esta forma, y la unidad de realidad, que también puede ser comprendida de formas diversas. La tríada, pues, sería el resultado de procesos de organización de un panteón politeísta, mientras que la trinidad surgiría de procesos de diversificación dentro de concepciones monistas o monoteístas de la divinidad.

De acuerdo con esta precisión, sólo pueden enumerarse tres casos de trinidad en la historia de las religiones: la trimurti de las religiones de la India, en la que lo divino Branmen, aparece bajo la triple figura (murti, significaba en sánscrito cuerpo sólido, materia, estatua, imagen) de Brahma (creador), Vishnu (protector) y Shiva (destructor), aun cuando también existe la trimurti, la triple manifestación, de uno de estos dioses, sobre todo de Shiva; la doctrina del trikaya (o triple cuerpo del Buda) en el budismo mahayana que constituye un paso importante de la budología en el proceso de deificación de Siddarta Gautama; y la Trinidad cristiana.

En cambio los casos de tríada de dioses son muy numerosos. Así, en las religiones semitas son frecuentes las tríadas divinas en las que diferentes divinidades se ordenan de acuerdo con el esquema familiar padre-madre-hijo-hija que a veces se carga de otras valencias simbólicas: cielo-tierra-inferior; sol-luna-tierra, etc. En la religión asiriobabilónica, «cada Dios es adorado solo, con su mujer y a veces con un hijo, en una tríada formada de acuerdo con el modelo de la familia humana» (G. Furlani). Tales grupos, aunque de modelo familiar, se convierten, a veces, en una gran tríada cósmica formada por Ami, dios del cielo, En lil, dios del viento y Ea, dios del océano; o en una tríada astral formada por Sin (luna), Sarnas (sol) y Istar (venus). Tríadas familiares de Dioses se encuentran también en Egipto, tales como la compuesta por Isis-Osiris-Horus.

En las religiones de los pueblos indoeuropeos, en un área vastísima que va desde la India hasta los pueblos germanos pasando por Irán, Grecia y Roma, aparecen organizaciones triádicas de la divinidad que se corresponderían, según la hipótesis de las tres funciones propuesta por G. Dumézil, con estructuras sociales históricamente determinadas. Típica de este grupo de tríadas es la compuesta en Roma por Júpiter-Marte-Quirino. Pero en el mismo Capitolio se veneraba otra tríada compuesta por Jupiter Optimus Maximus, Juno Regina y Minerva (M. Meslin).

En correspondencia con las tríadas divinas y con las organizaciones de la naturaleza humana en divisiones tripartitas, se encuentran en los sistemas religiosos organizaciones triádicas de las actividades religiosas: caminos del saber (Gñana-marga), de la acción (Karmamarga) y de la devoción Bhaktimarga) en el hinduismo; de las etapas del proceso espiritual: vías purgativa, iluminativa y unitiva en la espiritualidad cristiana con equivalentes en otras religiones; de los agentes del culto: tres grandes "lamines o sacerdotes de la religión romana.

Para interpretar correctamente la razón de la organización de múltiples figuras en una tríada o la diversificación de un substrato divino o un Dios único en tres manifestaciones parece que el camino adecuado, más que las lucubraciones sobre la naturaleza de los números o sobre las estructuras o arquetipos de la humanidad, es el estudio de las diferentes tradiciones religiosas con particular atención a las circunstancias históricas en que se han desarrollado.

[-> Budismo; Hinduismo; Joaquín de Fiore; Monoteísmo; Politeísmo; Religión, religiones.]

Juan Martín Velasco