SAN
AGUSTÍN COMENTA EL EVANGELIO
Lc 23,35-43: Sólo tenía libres la lengua y el corazón
Anuncié rectamente tu justicia en la gran Iglesia (Sal 39,10). Se dirige a sus miembros y les exhorta a hacer lo que él hizo. El anunció, anunciemos nosotros también; sufrió él, suframos nosotros con él; él fue glorificado, también nosotros los seremos con él. Anuncie tu justicia en la gran Iglesia. ¿En qué medida grande? Está presente en todos los pueblos. ¿Por qué está en todos los pueblos? Porque es la descendencia de Abrahán en quien serán benditos todos los pueblos (Gn 22,18). ¿Por qué está en todos los pueblos? Porque su voz se extendió a toda la tierra (Sal 18,5). En la gran Iglesia. He aquí que no lo impediré a mis labios; Señor tú lo sabes. Mis labios hablan, no les prohíbo hacerlo. Mis labios suenan ante los oídos de los hombres, pero tu conoces mi corazón. No se lo impediré a mis labios,- Señor, tú lo sabes. Una cosa oye el hombre y otra conoce Dios.
Para que nuestro anuncio no sea sólo de palabra y se diga de nosotros: Haced lo que dicen, pero no hagáis lo que hacen (Mt 23,3), habla con los labios, pero acércate con el corazón. Así no se dirá al pueblo que alaba a Dios con los labios, pero no con el corazón: este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí (Is 29,13). Con el corazón se cree para la justicia y con la boca se hace la profesión que aporta la salvación (Rom 10,10). Tal fue hallado aquel ladrón que pendía en la cruz con el ladrón y reconoció que era el Señor, precisamente en la cruz. Algunos no lo reconocieron cuando hacía milagros, y él lo reconoció cuando estaba en la cruz. Tenía clavados todos sus miembros: las manos estaban sujetadas con clavos, los pies habían sido taladrados, todo el cuerpo estaba adherido al madero; no quedaba miembro libre: sólo la lengua y el corazón: en su corazón creyó, con la lengua hizo la profesión de fe. Le dijo: Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu reino. Esperaba su salvación para el futuro y estaba contento de recibirla tras un largo plazo de tiempo. La esperaba para largo, pero el día no se hizo esperar. El dijo: Acuérdate de mí, cuando llegues a tu reino, a lo que el Señor respondió: En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraiso. Hoy -dijo- estarás conmigo en el paraíso (Lc 23,42-43). El paraíso tiene árboles de felicidad: hoy estás conmigo en el madero de la cruz, hoy estarás conmigo en el árbol de la salvación.
Comentario al salmo 39,15